Alea Iacta Est

Cuatro años atrás.

—¿Judas, Yo? ¿Porque yo? —preguntó el tipo, acostado en la cama no parecía amenazante en ningún sentido, su piel blanca hacía aún más notorias sus ojeras, ya no parecía un soldado de élite. Sus músculos estaban consumidos y su cabello y barba parecían las de un vagabundo.
—Él te escogió, —respondió el otro, parado de pie junto a la cama, de aspecto espeluznante, su altura y su complexión física no dejaban dudas de que podía matarte con un tenedor si quisiera. —No me agradas, no te conozco, solo sé de ti lo suficiente por órdenes suyas. Mírate, no creo que tengas muchas opciones. Nuestros doctores verán que te recuperes mucho antes de lo que imaginas. Este es el mundo real, esta es la capacidad real que los avances tecnológicos han alcanzado, sin embargo, estos avances sólo están disponibles para una minoría.
—Acá me dijeron que no podría caminar en mucho tiempo, que haría falta terapia y mucho esfuerzo, dijeron que mi familia… Que ellas…
—Eres un soldado muy capaz, aun así, no tienes acceso a nada. Has servido a tu país por mucho tiempo. Sales de vacaciones, alguien te reconoce y te hace pagar. A ti y a tu familia. Tu esposa y tu hija podrían haberse salvado si hubieran sido tratadas con lo mejor que la ciencia puede ofrecer actualmente, pero en lugar de eso los trajeron a un hospital de quinta y tu esposa e hija murieron y tu, tu sigues aquí, significando un gasto menor para ellos. Porque alguien de arriba en la jerarquía consideró que no merecían la pena.
—¡¡¡Calla maldito imbécil!!! Maggie si merecía la pena, Amy si merecía la pena. Ambas lo merecían.
—Yo no lo sé, pero ellos no piensan de esa manera, decidieron dividir el mundo entre escoria y sociedad, y se tomaron el lujo privilegiado de elegir a quienes conformarían esa sociedad. El resto son sólo peones, mano de obra. No más que eso. Él quiere cambiar esa estructura, todos lo queremos. ¿No estas cansado de estar hasta abajo? Piensa en esto, en menos de dos meses estarás caminando y entenderás que no miento. Entenderás que tu esposa y tu hija se habrían salvado si ellos lo hubieran querido así.
—Yo…
—Oye, recuerda. Aquí solo estoy siguiendo órdenes. Ahora haremos esto, sacaré mi teléfono y haré una llamada, te daré el teléfono y tu serás muy respetuoso al hablar con él, escucharás lo que tiene para decirte y nada más. El resto depende de ti.
—Llámalo de una vez.
—Perfecto, espera. Estoy llamando ya mismo, algunas veces tard… Señor, estoy con el sujeto, tal y como lo pidió. Está listo para escuchar lo que tiene para decir… Si señor. Aquí tienes, ya sabes, el resto depende de ti.
—Te escucho.
—Hola paciente número 236. Imagino que todo esto te tendrá desconcertado.
—¿Porqué distorsiona su voz de esa manera?
—Es por mi propia seguridad, espero que lo entiendas. No prestes atención a detalles menores.
—Los detalles menores son importantes.
—Me agradas —dijo la voz distorsionada riendo—. Es justo por detalles menores que te elegí a ti. Estoy trabajando muy duro para crear esta organización y ya tenemos el tiempo pisando nuestros talones. Déjame transferirte a un lugar diferente, tendrás todo lo necesario para que tu recuperación sea, según los doctores inútiles, un milagro en tiempo récord. Es la mejor manera de que veas por ti mismo la realidad en la que vivimos. Este mundo no está hecho para que gente como tú o yo tengamos éxito. Yo decidí que las cosas deben ser diferentes y necesito a alguien como tú de mi lado. Date la oportunidad de comprobarlo, no por ti, ni por esta sociedad. Por Maggie y por Amelia.
—Ellas eran todo lo que tenía.
—Entonces te lo arrebataron todo, no puedo recuperarlas para ti. Pero con tu ayuda, podemos hacer que no haya mas historias como la de Maggie. Estoy seguro que es lo que ella habría querido.
—Ella quería ser doctor.
—Ella quería salvar vidas, no pudiste salvarla porque te ataron las manos, pero puedes ayudarme a salvar ese sueño que ella quería vivir. Acepta mi propuesta, sana, conviértete en la cabeza de mi proyecto y vas a conocerme muy pronto…

Un año después.

—¿Recuerdas, Lechlade? Viniste a mi cama cuando estaba por quitarme la vida, ya no me importaba nada. Dijiste que tenías un jefe al que seguías. Dijiste que este jefe tenía algo para ofrecerme y desde entonces he esperado este momento. El proyecto Alea Iacta Est ahora es AIE, una organización lista para cambiar al mundo.
—Te convertiste en todo lo que él me dijo. En ese entonces yo no habría apostado a tu favor. Y mírate ahora, caminando, planeando, llevando a cabo. LIsto para conocer al fantasma que le dio origen a todo esto.
—Ve que el resto esté preparados, no quiero ningún error hoy.
—Todo está preparado, lo sabés.
—Si, bueno, sal un momento. —Dijo sonriendo.
—Podrías haber empezado por ahí. —sonrió también Lechlade mientras caminaba hacia la puerta.
—Finalmente voy a conocerte —Pensó, fue a su escritorio y sacó una pequeña caja de acero sólido, una caja compuesta de muchas piezas, diseñada a modo de rompecabezas. Imposible de abrir a menos que conozcas el intrincado sistema. No tardó más de treinta segundos en abrirla y sacó una llave de ella, caminó a una esquina de la oficina, se agachó y levantó la alfombra, removió uno de los tablones de madera del piso, una caja fuerte, la abrió y sacó un libro de ella, un álbum de fotos y unas cartas. Al ponerse de pie descubrió que no estaba solo, alguien estaba sentado en su silla, mirándolo. —¿Qué demonios? —Hola, paciente número 236. ¿Listo para conocer a tu fantasma Judas?

Tres años adelante, de vuelta en la cena.

—Entonces, eres dios, eh. Voy a contarte una historia, por favor siéntate. ¿Quieres algo para beber?
—Un buen tinto no me caería mal.
—Pide el mejor tinto de la casa, Lechlade, y ve que suba el mesero para ordenar.
—Enseguida, señor. —Lechlade bajó al primer piso.
—Entonces, dios. ¿En qué estaba? Cierto, iba a contarte una historia sobre una niña que quería ser doctor. Esta niña tenía a sus padres muy orgullosos de ella, sabes. Era una niña increíble, todo lo que puedes esperar de un hijo ejemplar.
—Caballeros, —interrumpió el mesero, ambos ordenaron carne roja, un vino blanco para acompañar sus entradas y un tinto para el plato fuerte. El mesero tomó la orden y se retiró.
—¿En que estaba? Cierto… Ella confiaba en su padre ciegamente, para ella, él era su superhéroe. Pero papi era todo menos eso. Un día, mientras estos estaban de vacaciones en un exótico país, vinieron unos hombres malos y golpearon a papi, le inyectaron un paralizante y lo sentaron en la habitación del hotel en el que se encontraba y lo forzaron a ver a su hija y a su esposa ser violadas varias veces. Pero no les bastó, las golpearon hasta casi matarlas, a ellas y a papi los dejaron ahí. Papi no tenía dinero para pagar un buen hospital y su seguro no lo ayudó. Los tres murieron en un hospital de quinta. Solos, a su suerte. Dime, dios. ¿Como se llama esa historia?
—Dímelo tú. —Respondió dios.
—¿Yo? ¿Acaso no eres el que todo lo sabe? ¿El que todo lo ve? No lo sabes…
—Bueno, comprenderás que en un mundo tan grande, esa historia ha ocurrido más de una vez. Pero conozco una historia similar, sabes. Maggie, recuerdo su historia, pero la diferencia en esa historia es que su papi no murió. No, vivió, se convirtió en un terrorista y se desquitó con el mundo haciendo cosas malas. Eso hasta que conoció a Dios.
—¿Quién diablos eres? No volveré a preguntarlo, piensa muy bien lo que vas a decir.
—Te diré que va a suceder, vas a detener tus operaciones en el oriente y vas a ponerte a mi servicio y vendrás a mi lado. O voy a destruir todo aquello que has construido hasta ahora con tu pequeña organización, la única razón por la que aún no lo he hecho es porque pueden llegar a ser útiles para mi. Y porque como un dios benevolente, odio derramar más sangre de la necesaria.
—Respuesta equivocada, dios. —Al decir eso todos los guardaespaldas apuntaron a dios y a Leblanc, dispuestos a disparar.
—Si no salimos de aquí con vida, todas tus localizaciones importantes serán bombardeadas, incluyendo este restaurante.
—Soy un fantasma, dios. Ya morí antes ¿verdad? Pero no puedo evitar preguntarme, ¿porque dios se tomaría esas molestias?
—Porque este cuerpo no es inmortal, ni mi siervo Leblanc. Y porque mi visión es llevar a cabo mi obra con este cuerpo. Pero te lo aseguro, Judas. Tu organización entera se muere con este cuerpo. Suplantaste la identidad de un terrorista del pasado y construiste una organización alrededor de esa mentira, pero a Dios no se le engaña. Ni tu ni el verdadero fantasma. El que te sacó de aquel hospital.
—No se como sabes todo eso pero no me creo ni por un segundo que tengas una gota de sangre divina corriendo por esas venas, quítate esa máscara de altanería y hablemos sin trampas o todos vamos a morir hoy. Primero morirán ustedes dos y después seremos bombardeados de alguna manera según dices.
—Vamos a hacer algo más divertido, Judas. Leblanc llama al jinete rojo y ordena que los blancos en Aleppo, Kabul y Londres sean bombardeados.
—¡¡¡Espera!!! —interrumpió Judas, completamente horrorizado, no había manera de haber acertado tres ciudades al azar—. No hay forma de que sepas todo eso. Dame dos días para hablar con el verdadero Judas. Como ya sabrás, yo no puedo cambiar el curso de este barco por cuenta propia.
—Lo sé, Judas falso. Te llamaré el sábado, para ponerte a ti y al verdadero Judas, al tanto de el rol que desempeñarán en mi plan.
Y mira… La cena llegó justo a tiempo, comamos.
—Perdí el apetito, nos retiraremos. No es tarea fácil contactar a mi jefe y…
—Siéntate… —Cerró dios.

Unas horas más tarde.

<<She's got a smile that it seems to me
Reminds me of childhood memories
Where everythin' was as fresh as the bright blue sky (Sky)
Now and then when I see her face
She takes me away to that special place
An' if I'd stare too long, I'd probably break down and cry>>

—¿Podrías apagar esa bocina y usar tus auriculares? —Preguntó el chico sentado frente a un par de pantallas. De cabello verde y largo, ojos grises y con un par de piercings en sus orejas.
—Vamos, Archer hermanito. Fomento tu espíritu rebelde, mamá estaría orgullosa de mi rol como hermano mayor, protector, guía y más apuesto. —Respondió el sujeto que lo acompaña, de una apariencia un poco más formal, cabello medianamente largo y castaño, ojos verdes y un lunar por encima de su ceja derecha—. Dame algo de crédito, Guns N' roses es una de las bandas épicas de nuestra generación ¿no?
—Judas dijo que debemos tolerarnos, es la única razón por la que me esfuerzo contigo. Además, solo fueron dos minutos, hermano mayor por dos minutos.
—Te diré que, cambiaré la canción. Espera.

<<Shed a tear 'cause I'm missin' you
I'm still alright to smile
Girl, I think about you every day now
Was a time when I wasn't sure
But you set my mind at ease
There is no doubt
You're in my heart now>>

—No voy a negar que esta me gusta mucho más.
—Lo ves, sabía que te gustaría, cerebrito rebelde. Por cierto ¿Crees que veamos a Judas pronto? El diosito se adelantó a sus planes.
—Quizá. Si de algo estoy seguro, es de que Judas pensará en algo al respecto. Cuando vi el perfil del soldado y su situación, no pensé que fuera a ser posible convertirlo en un líder digno de AIE. Pero Judas no se equivocó, incluso tenía mis dudas con respecto a Lechlade y mira que pareja más efectiva se volvieron.
—Debo admitir, cerebrito rebelde, que tampoco habría apostado a tu favor cuando decidiste seguirme al lado oscuro y mira que pareja más efectiva hemos resultado ser —respondió con una sonrisa enorme en su rostro—, es decir, tu sabes lo que haces con esos teclados y esas pantallas, juegas con ellas como si nada.
—¿Qué buscas, Black? Tu no adulas a nadie solo porque sí.
—Uh, has aprendido. Muy rápido a decir verdad, solo señalo lo obvio, Judas juntó a alguien que juega bien con las computadoras y a alguien que juega bien con la gente, es decir, sabes que no remuevo tu mente porque Judas lo pidió así.
—No remueves mi mente porque leí todo sobre tus trucos y porque crecí casi pegado a ti.
—Cerebrito, no me retes. Las historias de que no se puede hipnotizar a quien no lo desea son solo para complacer a un grupo de ancianos asustados, quizá un día de estos le de una rápida revisión a ese cerebro tuyo.
—Eso no sucederá, sabes que Judas te mataría después de algo así.
—Supongo que tienes razón. Veremos cerebrito, veremos.
—Judas regresó de su cena.
—¿Regresó ebrio? O quizá ¿alguna mancha de labial en su ropa?
—Serio, Black. Haz lo tuyo. Necesito la información para enviársela a Judas.
—Ya, ya. No aguantas una broma pequeña. Abre el pasadizo a su oficina, jugaré con él un poco.
—¿Qué hay de Lechlade?
—Descuida, el soldado ahora querrá estar solo, su orgullo está herido, ¿entiendes?
—Lo que digas, ya programé la grabación del Judas falso, date prisa, sección abierta.
—Vuelvo enseguida, no me extrañes mucho cerebrito rebelde. Oh, lo olvidaba, ese verde resalta el gris de tus ojos.
—¡¡¡Carajo!!! Date prisa, Black… y desaparece otra vez. Era de esperarse, como si no lo hiciera siempre. —Cerró Archer, mientras, el Judas falso, Lechlade y sus guardaespaldas acababan de regresar al búnker.

—Lechlade, dejame solo y que nadie me moleste. Quiero pensar.
—Si, señor. —Respondió antes de entrar a la oficina con él. El Judas falso entró a su oficina y cerró la puerta con seguro y se dio la vuelta en dirección a su escritorio cuando fue sorprendido.
—¡¡¡Booh!!! —Black estaba a cincuenta centímetros de él, golpeó su estómago con la mano izquierda al tiempo que con la derecha halaba con fuerza el brazo del Judas falso—, Y duerme, relájate, pon tu mente en blanco y concéntrate en mi voz. Vas a contarme todo sobre tu cena, con todo y detalles sucios, ah sí, me gustan esos detalles. Luego, olvidarás que esto sucedió, borraras mi rostro, despertaras relajado y con el último pensamiento que vagaba en tu mente justo antes de nuestro bonito encuentro.

Al día siguiente, de vuelta en la agencia británica.

—Y esa es la razón por la que la gente cree que los gatos negros atraen mala suerte.
—Andre ¿Soy yo? O ¿te pasaste tu niñez estudiando datos sin importancia?
—No lo molestes, Ladrón. De cualquier manera, este muñeco hermoso no irá a ninguna parte ¿Verdad Salem? Eres el bebé de la casa, si.
—Lory ya eligió a su favorito —sonrió Andre.
—Lory, no debes tener favoritismo, deprimiras a Sabrina.
—No tengo favoritismo, es solo que Salem no recibe amor de de ninguno de ustedes. Pareciera que de verdad creen que les atraerá mala suerte.
—¿Mala suerte? —Pensó Daniel en voz alta—. Saldré un momento. Andre, acompáñame, aun no me dejan salir sin niñera.
—¿Ahora? Pero recién entro a tu habitación y los gatitos necesitan cariño, además, está lloviendo.
—Precisamente por eso. Vamos, de prisa. O entrenarás conmigo hoy.
—Aunque por otro lado, me encanta la lluvia.
—¡¡¡Claro!!! Váyanse, yo me quedo a cuidar a los gatos. Después de todo, no soy parte del equipo —dijo Lory con sarcasmo, sin darse cuenta de que ya estaba sola.

—¿Cuál es la misión, Daniel? Digo, Ladrón.
—Rescataremos a una chica con mala suerte.
—¿Una chica con mala suerte? ¿Donde esta esa chica?
—Pues, si es que aún la conozco bien, debe estar en aquel parque.
—Una vieja amiga, eh. ¿Algún romance de verano? Dime, no le contaré a Lory.
—Calla bobo. Ya casi llegamos.
—Explicame una cosa, Ladrón.
—No soy gay.
—No, no es eso. Ese día que encontraste a Salem y a Sabrina. Estallaste contra el delincuente. Pero, Lory, ella no te detuvo. No hizo nada.
—Esa, sería una pelea difícil de definir, Andre.
—Dices que Lory y tu están parejos en…
—¿Lo ves? Te lo dije, allí está. —dijo Daniel, señalando un frondoso fresno, sus hojas protegían a la chica del agua.
—¡¡¡Joder!!! Ella es…
—Si, Andre. La agente Lian Chen, el ninja.
—Lleva una máscara ortopédica, el mito no era falso. ¿Porque será que ella nunca…?
—Ignora eso. No lo menciones delante de ella.
—¡¡¡Tu!!! Lo sabes. Sabes porque ella jamas se quita esa… ¿Ladrón? —preguntó Andre, al darse cuenta de que Daniel ya no estaba a su lado.

—Decidir caminar y olvidar el paraguas justo en un día lluvioso es tan propio de ti que empiezo a dudar si eres una agente de rango S, Lian.
—El Ladrón de la Chen Ying, la mítica espada. Debo admitir que me sorprendió saber que serias el líder de este equipo.
—Te traje un paraguas. La espada no.
—¡¡¡Soy tu fan!!! —gritó Andre, llegó corriendo para abrazar a la agente, esta se sorprendió e hizo volar a Andre por encima de ella con una llave de palanca.
—Chen, él es Andre. Será tu compañero, no está acostumbrado a la acción.
—Oh, cielos, perdón. Déjame ayudarte.
—No te preocupes, me han derribado así estos últimos días, que tu lo hagas es un honor para mi.
—De verdad lo siento, estoy tan apenada. Es que me sorprendiste.
—Ya, no fue para tanto. Es hora de ir a la agencia, Chen. Solo faltas tu.
—Cuanta formalidad, viniendo de un ladrón.
—Ahora soy tu jefe —Sonrió Daniel.
—No te pases de la raya, eh.
—Cierto, perdón. Andando, por cierto, tu máscara, se despegó y deja ver parte de tu rostro.
—¿Qué? ¿Donde?
—Caíste. ¿Ves? No soy formal. Vamos.
—Maldito ladrón de…
—Esos modales, Chen.

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