Ya no es importante decir mi nombre, tampoco mi edad ni dónde nací. Nadie, nunca, leerá estas palabras. Escribo para mí mismo, para sentirme menos solo, porque a través de las letras puedo rememorar y aferrarme a la vida, aunque yo ya haya muerto. Mi único propósito es recordar y entender quién fui y por qué tomé las decisiones que hoy me mantienen con esta pluma aferrada entre mis dedos. Quiero comprender cómo fue que pude enamorarme. Descubrir los misterios de la vida que hilaron nuestros destinos y me hicieron conocerlo. Ser consciente de todos los errores que cometí y aceptar que esa efímera plenitud, fue merecida. Le doy vida a mis pensamientos aunque duela porque la pérdida y el dolor son lo único que alimenta mi espíritu. Escribo porque mientras sea capaz de recordar, ellos estarán conmigo, ya no en lo efímero, sino en la eternidad.