Robin se paró en seco. Todos miraron a Zoro que le corrían las lágrimas. Esas lágrimas no podían ser falsas, era imposible. Ella se quedó asombrada, ¿Diría la verdad? Pero entonces ¿Law la engañaba? ¿Quién era el que la engañaba?. Zoro fue corriendo hacia ella, le cogió de la mano, la abrazó muy fuerte y la besó como nunca, como si fuera el último beso de su vida. Nadie se podía creer lo que estaba viendo: Zoro acababa de decir que la quería y la había besado. Law echaba humos. No podía permitir eso.
-Nico-ya, ¡te está engañando!
-Es él el que te engaña. Intercambió vuestros cuerpos, se hizo pasar por ti y dijo que no te hablara, que no me querías.
Robin estaba flipando. Así todo cuadraba. Pero ¿y si mentía? Era demasiado complicado todo.
-Law, dime la verdad.
-Es cierto Nico-ya, pero él empezó primero con las puñeteras esposas de kairoseki, además hasta que yo me lanzé no dijo nada.
-Zoro, ¿algo que añadir?
-Robin... es verdad lo de las esposas pero porque no me dejaba ni un minuto contigo, no tengo excusa por lo de no declararme antes.
-Me voy a la habitación, tengo que pensar.
Ella se fue a la habitación. Ya era hora de elegir. No podía estar con los dos.