X
Han pasado ya semanas después de aquella decisión que había tomado el muchacho. Había aprendido todo sobre aquellos lobos negros durante su estadía en la base, había sido él con ayuda de Olivia quienes se habían encargado. Se había encariñado mucho Lucían de los cachorros, sobre todo de Ranger, al que había ayudado y le había curado aquella herida cuando perdieron estos a su madre.
Pero los cachorros crecieron y tuvieron que ya liberarlos, les habían enseñado a cómo cuidarse en la naturaleza solos y hoy, era el día el que ellos se tenían que ir, de liberar a los cachorros.
El muchacho se encontraba en el bosque y delante de él, estaban Ava, Ranger y Truthman... Los cachorros ya no tan cachorros de lobo negro que habían crecido tanto estaban delante del joven muchacho de cabellos negros. Ahora los lobos estaban grandes, Ava era de la altura de la su madre, pero era ligeramente más pequeña que sus dos hermanos, que le ganaban por una cabeza y se veían realmente amenazantes. Lucían no sentía miedo ante ellos, los veía como unos iguales, les tenía un gran respeto.
Los 3 lobos acercaron su cabeza, observando al muchacho de las prótesis mecánicas y Lucían simplemente le dio una suave sonrisa y les hablo.
—Mis pequeños... Es hora de que os vayáis.
Lucían intento no romper a llorar en esos momentos, les había tomado demasiado cariño, demasiado a los tres, y realmente deseaba protegerlos, aunque ellos fuesen estos unos enormes animales, veía aun en ellos a los pequeños cachorros que algún día necesitaron su ayuda.
Aún tenía vivido el recuerdo del día cuando vio a la madre de los cachorros, el como la habían matado... Y aún estaba enfadado consigo mismo ya que no pudo hacer nada por los pequeños y que los cachorros se quedasen huérfanos, pero los había cuidado y los había protegido, pero... Era algo que le dolía muy internamente.
Ranger se acercó a donde estaba el joven y este puso su frente junto con la del muchacho. Fue algo agradable y Lucían simplemente llevo una mano para acariciar al lobo y romper a llorar amargamente por esto.
—Lo siento pequeñín, perdóname.
Ranger solo se mostró calmado ante esto mientras Lucían solo no podía evitar llorar ante esto, acariciando suavemente aun al lobo.
Lucían tuvo que dejar al lobo, que le lamio la mejilla por última vez, sacándole una ligera risa al joven, y se separó del joven de las prótesis después de esto.
Aquellos lobos se empezaron a adentrar en el bosque, perdiéndoles de vista, Ranger fue el último en irse, que se giró solo para ver a Lucían. El muchacho por su lado solo puso una mano en su corazón y le dio una ligera sonrisa al canido. El lobo negro de herida en el ojo se mostró con una expresión afable hacia el muchacho, se giró y se fue de allí, adentrándose al profundo bosque.
Lucían solo se quedó viendo al horizonte momentáneamente mientras ya rompía a llorar libremente. Sentía que algo dentro de él se había alejado con aquellos lobos, algo que realmente simplemente se había ido con ellos cachorros que había cuidado.
Olivia le puso la mano en el hombro al muchacho y le hablo con calma a Lucían.
—Tenemos que irnos Lucían.
El joven solo asintió con la cabeza, y con ello se fue con Olivia. En el camino los dos estaban muy en silencio, sin que nada perturbase su camino a la base antes de irse.
Lucían no paraba de pensar, se sentían con el corazón partido después de esa despedida. Después de todo, esos pequeños cachorros los había criado él, le dolía mucho que los cachorros se tuviesen que ir, sabía que ese era su habitad natural y que no podían permitirse quedárselo porque sería hacer que perdiesen lo que eran ellos, la naturaleza que estos tenían. Eso era parte de los cachorros y no iba a removérselo así de sencillo, él no quería hacer eso porque sería lo que le estaban haciendo a la gente en las ciudades, quitarles lo que eran.
De pronto un ruido les llamo la atención a ambos, eran los ladridos de un perro, por lo que estos se acercaron hasta llegar a un sitio, había una caja de cartón ahí y escucho unos ladridos. Los dos se acercaron y observaron dentro de ellos un pequeño cachorro de perro, eran apenas un cachorro indefenso, no pasarían solo unos meses de recién nacido.
Lucían se agacho para ver la caja y acerco suavemente sus dedos al cachorro. Tenía el pelaje de negro azabache de ojos color azul intenso.
— ¿Por qué esta esté chiquitín aquí? — cuestiono Lucían mientras observaba al cachorro consternado.
Olivia solo se quedó viendo esto, se agacho y lo tomo con cierta pena.
—Lo han abandonado los de la ciudad...
Lucían al escuchar esto puso un gesto furioso, y pregunto.
— ¿Y porque lo hacen? ¿Por qué lo han abandonado?
Olivia simplemente puso un gesto molesto pero a la misma vez una seria mueca y le hablo a Lucían.
—En la ciudad... Ven a los animales como los perros, gatos, pájaros o incluso peces o lagartos, como superiores incluso a ciertos humanos, los tratan demasiado bien, y hay gente que no se puede permitir estos animales y los abandonan en los bosques fuera de las mega ciudades, muchos mueren al no estar acostumbrados, sobre todo pequeños con apenas días de vida, otros evolucionan... Sobreviven como pueden y se transforman en seres más poderosos.
Lucían se quedó momentáneamente en silencio para seguido ver que Olivia puso una de sus manos en el hombro del muchacho, el pelinegro observo al pequeño cachorro, notaba la respiración del pequeño y como este gimoteaba débilmente. Algo se encendió dentro del cerebro del muchacho porque eso lo enfureció, lo enfurecía demasiado pero a la vez lo empujaba a querer cuidarlo.
— ¿Nos lo podemos llevar? Puedo cuidarlo.
Olivia observo esto con sorpresa la convicción del muchacho para seguido darle una ligera sonrisa al muchacho.
—De acuerdo, sé que eres responsable y podrás cuidarlo, pero no es igual que un pájaro. Lo sabes, ¿No?
—Eso lo sé, pero no quiero que por ser débil se lo acaben devorando.
Olivia se sorprendió un poco por esto, pero solo le dio una ligera sonrisa y en eso le hablo.
—Pues si crees que es lo correcto para el pequeño, hazlo.
Lucían solo observo al pequeñín en sus brazos y en eso le dio una dulce sonrisa.
—Sí...
El muchacho en eso vio al cachorrito y lo puso delicadamente en la caja de nuevo, para seguido tomar la caja y ver a Olivia.
—Conozco que encargarse de un animal es muy importante, el pequeñín va a estar con alguien que lo va a cuidar mucho.
Olivia le dio una ligera sonrisa al muchacho y le puso la mano en el hombro a este.
Los dos volvieron tranquilamente de vuelta a la base con aquel cachorro. Cuando llegaron a la base, Angélica estaba esperando y vio esta caja que llevaba el muchacho de prótesis. La adulta de pelo negro se acercó para ver que había en la caja y esta vio el cachorrito.
Los ojos de la mujer adulta se iluminaron y tomo al pequeñín, una gran sonrisa se le dibujo en el rostro de esta.
—Es tan chiquitito... ¡Qué lindo! ¿¡Donde lo habéis encontrado!? — pregunto Angélica.
—Un perro que lo han abandonado los de la ciudad. Estaba en la caja. — hablo Olivia.
Arthur se acercó a donde esta Angélica y vio al pequeño cachorro, haciendo que le sacase una ligera sonrisa.
—Un macho de un perro-lobo mexicano, aún tienen ese lado salvaje, pero son domesticables.
Tanto Angélica y Lucían se quedaron viendo con sorpresa al adulto, que solo pudo dar una risa nerviosa.
—Estaba obsesionado con tener un perro cuando era más joven y aprendí sobre las razas de perros. —confeso Arthur un poco avergonzado respecto a aquello.
Angélica dio una ligera sonrisa ante esto, poniéndose un poco colorada.
Lucían cogió al cachorro de pelaje negro, y cuando este observo a los ojos del cachorro, sintió que era un recuerdo muy enterrado dentro de él de Frezze. Algo muy a dentro de él le hizo conectar con el pequeño cachorro.
El joven tuvo que devolver al cachorro a la caja, porque no quería hacerle daño porque en ese instante rompió a llorar.
—Ahora estarás a salvo, pequeñín... Ahora estarás a salvo.
Angélica y Arthur se fijaron en eso del muchacho, y la adulta abrazo suavemente al pequeño.
—Eres un pequeño sensiblon.
Y con ello, la mujer le dio un pequeño beso en la cabeza al joven para calmarlo.
—Volveremos con las investigaciones ya hechas a la base iota, y después de ello llamaremos a Dustin y nos iremos con él. — hablo Angélica.
Arthur también se acercó y también abrazo suavemente a los dos. Eso reconforto al chico de las prótesis biónicas.
El adulto de pelo negro cogió la caja donde estaba el cachorro y en eso le hablo a Lucían.
—Le pediré a Olivia que le haga algo de alimentación para ahora para el chiquitín, ¿De acuerdo?
Arthur se llevó la caja con el cachorro con Olivia, mientras que Lucían dio una ligera sonrisa ante esto, para en eso tocar su pecho con cierta añoranza.
—Y dime, ¿Cómo tienes pensado llamar al perrito? — pregunto Angélica, dándole una gran sonrisa a Lucían.
El pelinegro se emocionó un poco ante esto y se lo dijo con emoción.
—Lo llamare Bud.
—Bud es un nombre muy curioso pero creo que le queda bien al chiquitín. — comento Angélica ante esto, dándole una ligera sonrisa a Lucían.
Un rato pasó y nos encontramos en ese momento con Lucían preparando las cosas para irse, para que de pronto un canto llamó la atención al chico, el canto de un pájaro.
El chico solo giro su cabeza para ver de dónde venía ese canto y pudo ver a Frezze, pero ese pequeño pájaro estaba brillando.
Lucían dio unos pasos hacia delante para poder ver al pequeño pájaro, se quedó viendo aquella ave de luz y acerco su mano lentamente para verlo hasta que en eso, Frezze se posó en su dedo.
—Lucían... Yo siempre te acompañare. Nunca estarás solo.
— ¿Porque estas así? ¿Por qué siempre me acompañas? ¿Los sueños que he estado teniendo han sido por ti?
—Por qué esta es la naturaleza que yo poseo. Nosotros hemos evolucionado para acompañar eternamente con aquellos que he forjado una relación de cariño, de alguna forma u otra siempre estaremos al lado tuyo.
—Así que... ¿Lo que estás haciendo es para protegerme? — cuestiono Lucían.
—Los animales hemos evolucionado a tantos niveles que hemos llegado a un nivel increíble, los aguzanieves hemos creado esto con los animales, cada animal que ayudamos podemos hacer esto, somos ya uno con el ser vivo, lo protegemos y le hacemos ver cosas que solo nosotros podemos ver. Nosotros transcendemos del cuerpo material a lo que somos ahora. Nosotros hemos transcendido para conocer la verdad.
— ¿Y a eso que te referías? Todo lo que dijiste...
Frezze solo dio una dulce risa para en eso hablarle.
—El mundo es más complejo de lo que parece porque simplemente lo material es algo complejo pero lo que tú viste gracias a mi es algo que los animales hemos evolucionado por culpa de esto que hemos tenido que abrir esta puerta. Una puerta que la misma naturaleza sabe que es enorme, que lleva a algo más y tú poco a poco estas acercándote a esa realidad.
Frezze empezó a volar, soltándose de la mano al muchacho y en eso dio unas pequeñas vueltas alrededor del muchacho para en eso ponerse en el hombro del pelinegro.
—Ahora solo tienes que continuar y hacerte así un gran hombre. Descubrirás por fin mis palabras, y cuando llegue ese momento, que veas la totalidad de aquello que yo puedo ver.
Lucían solo mostro una ligera y apenada sonrisa para en eso ver que aquella ave se fue volando de su hombro, desapareciendo de la vista del muchacho de las prótesis.
El chico se vio las manos un momento con añoranza y solo dio una media sonrisa.
—Lo hare Frezze... Lo hare.
El muchacho llevo su mano al colgante de cruz que tenía en su cuello y este se la apretó al pecho, dando una media sonrisa apenada.
Termino de recoger sus cosas y en eso llego con los demás en donde el coche, donde estaban allí Angélica, Arthur y Olivia con la caja del pequeño Bud.
Angélica en eso se acercó a donde estaba el muchacho de las prótesis mecánicas y en eso este puso una mano en la espalda.
— ¿Volvemos?
Lucían solo asintió con la cabeza ante esto que había dicho la adulta y en eso subieron en aquel coche, no sin antes despedirse de Idelfonso.
—Algún día nos volveremos a ver Lucían.
—De igual forma padre Idelfonso, de igual forma.
Este coche arranco y se fue de allí, mientras que aquel cura se despidió con la mano, para después dar una sonrisa apenada y susurrar.
—Que Dios te acompañe con su gracia, Lucían.
Mientras en el camino, a Lucían le habían dejado al cargo a Bud. El muchacho extremidades mecánicos acerco sus dedos al perro para en eso acariciarlo, el pequeño cachorro empezó a olfatearlo para en eso lamer los dedos del muchacho y en eso este se fijó que este pequeñín empezó a usar sus dedos como un chupete.
Olivia se fijó en este comportamiento para en eso comentárselo.
—Será tan pequeño este chiquitín que necesita algo para simular la mama de su madre, aun es un bebé, un cachorro.
Esto hizo que Lucían mirase al pequeño cachorro con pena para en eso quitarse esos dedos y seguir lamiendo los dedos del joven cosa que solo le provocaba una ligera sonrisa al pelinegro.
Aunque por dentro, dentro de Lucían, sentía que ese cachorro de perro podía ser un reflejo de lo que realmente era él. Un niño, un cachorro que había sido abandonado por la gente de las ciudades y que si no hubiese sido ayudado por alguien como él, podría haber muerto.
Lucían había crecido, se había dado cuenta de las cosas que vivía en la naturaleza, que esta misma era indomable y... Eso lo amaba, amaba poder proteger a la gente y a la naturaleza existente era algo que había aprendido y quería continuar haciéndolo, quería hacer lo que fuese con el único objetivo de poder hacer algo contra los de la ciudad.
No paraba de pasarle por la cabeza todo lo que había vivido, todas esas emociones que había llegado a sentir con todo lo que le había pasado y lo que este quería ser. Sabía que lo mejor no era llorar en estos momentos si no que era actuar, por eso se iba a unir a ese cuerpo militar e iba a empezar los entrenamientos en la base sagitta, pero no sabía si iba a ser capaz de soportarlo y tener ritmo en comparación con los demás que habría allí.
Solo podía ver el paisaje de aquel camino de vuelta, disfrutando de lo que podía ver mientras que el perro se había quedado dormido por el traqueteo del coche como si fuese un bebé.
Lucían en eso dejo la caja un momento mientras tenía al cachorro y este lo cogió con sus brazos. Pudo sentir el corazón de aquel animal latir tranquilo, cosa que provoco en el pelinegro una ligera sonrisa al ver que estaba bien.
—Ya no va a pasar nada... Ya no vas a estar solo Bud, no te vamos a abandonar como hicieron en la ciudad.
Olivia solo dio una ligera sonrisa ante esto que estaba viendo.
—Le has tomado mucho cariño al chiquitín.
—Me recuerda a mí en más de un sentido— contesto con una media sonrisa apenada el pelinegro.
Olivia le respondió ante esto dándole una ligera sonrisa, comprendía los sentimientos en ese momento de Lucían y solo le provocaba un poco de pena por el muchacho.
—Yo creo que te ira bien en la base Sagitta, eres un chico joven y si empiezas a entrenarte, conseguirás grandes cosas.
Lucían solo la miro de reojo mientras daba una ligera sonrisa y responderle.
—Gracias por las palabras de motivación.
Después de un largo trayecto, estos llegaron a la base iota de nuevo, bajándose del coche los cuatro con el cachorro del coche.
Por un lado, Olivia se llevó al pequeño perro para ponerle vacunas contra enfermedades, mientras que con Angélica como Arthur junto con Lucían fueron con Casseday y lo vieron en ese momento con su hijo Jonathan jugando mientras veían a la mujer de este preparando la cena.
Esto dio una grata sonrisa al muchacho ante esto. Casseday se dio cuenta de la llegada de estos y fue a abrazarlos.
— ¿¡Como habéis estado!? Me habíais preocupado.
—De hecho nos ha ido muy bien.
Casseday dejo de abrazar al muchacho y en eso le acaricio el cabello de este con una ligera sonrisa.
En eso este pudo ver como Casseday y Arthur empezaron a hablar tranquilamente, por lo que este decidió ir con Jonathan.
— ¿Cómo estás?
El joven Jonathan solo fue a abrazar a Lucían, cosa que le devolvió el pelinegro de brazos mecánicos.
—Veo que me has echado de menos. — comento el pelinegro, haciendo que Jonathan solo asintiese con la cabeza.
En eso el pequeño guio a Lucían y pudo ver algo que le sorprendió ligeramente.
Aquella flor que le habían regalado cuando se había ido había crecido bastante, y con ello muchas flores también habían florecido.
—Wow...
Lucían observo con detenimiento aquellas flores y acerco su dedo ante una de ellas, dando una ligera sonrisa ante ello.
—Es hermoso.
—Las he estado cuidando mientras tú no estabas. — hablo el niño.
Lucían solo dio una ligera sonrisa ante esto y en eso vio a su primo.
—Te acuerdas de lo de las alas, ¿No?
Jonathan solo asintió con la cabeza y en eso Lucían le contesto.
—Pues mientras estuve en la base, decidí que ya no serían alas si no esto.
En eso una resina negra empezó a cubrir los brazos de Lucían, formando, ya no solo en sus extremidades una coraza o armadura, sino también por su pecho y espalda que lo protegían segmentándose de tal forma que le permitía la movilidad de este a la misma vez.
— ¡Wow! ¡Es increíble! ¡Te queda genial! — dijo aquel niño incrédulo.
—Y lo mejor es que tiene puedo mover mis articulaciones perfectamente con esto puesto.
— ¡Déjatelo puesto por favor! ¡Se ve increíble! — le pidió Jonathan a Lucían.
Esto llego a conmover bastante a Lucían por dentro, vio un momento una de sus manos con aquello, dio una media sonrisa y seguido lo vio.
— ¿Sabes? Sí, ¿Porque no?
En eso Lucían le puso las manos en el hombro a Jonathan, le tenía que contar con franqueza lo que iba a pasar y no quería que su primo, a alguien a quien tenía aprecio, se pusiese triste por él.
—Jonathan... He decidió enfrentarme a lo que está ocurriendo, voy a irme a la base sagitta para así poder intentar hacer algo, no puedo quedarme de brazos cruzados y con ello podre a que tal vez tú un futuro mejor.
— ¿Cuánto tiempo vas a estar ahí? — pregunto Jonathan triste.
—No sé cuánto tiempo estaré en realidad, creo que bastante. Pero no quiero que estés mal por mí.
En eso Lucían se agacho a la altura de Jonathan y le puso una mano en el hombro.
—Prométeme cuidar la naturaleza y proteger a tu familia. Protege a la naturaleza porque esta es la reliquia más importante que tenemos ahora, y protege a tu familia porque ellos son los únicos que te amaran por cómo eres.
Jonathan fue a abrazar a Lucían, cosa que de vuelta hizo el pelinegro con una sonrisa triste en sus labios.
—Te lo prometo Lucían.
Lucían se levantó y en eso vio a Jonathan y ahí despedirse de este. Pero en eso se giró para ver al niño y en eso le hablo.
—Cuida aquellas flores, son un regalo muy importante.
El chico por fin salió de allí y este decidió dirigirse al pasillo de acceso a la gran biodomo que había y pudo notar que varias mariposas cupido se posaron en Lucían. Recordó cuando llego que hicieron lo mismo y eso le saco una ligera sonrisa. Tomo a una de aquellas mariposas con sus dedos, haciendo sé que subiese y le quedo observando al lepidóptero tranquilamente.
—Tal vez a lo que se refería Frezze del "misticismo de la naturaleza" sea esto, el poder comprender más allá de lo simple que hay en los animales y ver que dentro de cada ser hay parte de nosotros en ellos.
Solo se quedó en silencio ante aquello, cerró un momento sus ojos y sentiría aquellas mariposas poniéndose encima de él, eran miles pero tenía aun sus ciertas dudas sobre aquellas palabras que fuese lo que estuviese viendo, aquella ave de luz si era realmente Frezze, le estaba diciendo.
Aunque en eso un poco de culpa le empezó a carcomer porque su decisión de irse a la base Sagitta no se lo había dicho a quien estuvo a su lado todo ese tiempo, a Arthur.
Las mariposas alzaron el vuelo y en eso Lucían fue a buscar a Arthur, no tardó mucho en localizarlo ya que se encontraba en una biblioteca que había en el biodomo del lugar leyendo tranquilamente.
—Ehmmmm... Papá— hablo un poco atropellado Lucían mientras veía al pelinegro más mayor.
— ¿Pasa algo hijo? — cuestiono un poco extrañado Arthur ante aquella inoportuna aparición de Lucían ahí.
Lucían se acercaría y este se sentaría en una silla enfrente de él, viéndose un poco nervioso ante aquello.
—He... He decidido ir a la base Sagitta para que me entrenen— fue la corta pero directa declaración de Lucían ante aquello.
Arthur cuando escucho esto se vio visiblemente sorprendido, por lo que este dejaría su libro de al lado y Lucían pudo notar, que como cuando apenas se conocían, la vista del adulto paso a ser una digna de un ave rapaz.
—Sabes el peligro que conlleva todo eso, ¿No? Sé de la base Sagitta, y puedo decirte que no solo entrenan ahí, también hacen misiones dentro de la ciudad— comento un serio Lucían— Sabes lo que involucra estar ahí, ¿No? Puedes ser un blanco fácil y si fallan las cosas puedes acabar mal.
—Lo sé, por eso acepte ir. — comento Lucían sin titubear— No puedo estar más tiempo aquí sin hacer absolutamente nada.
— ¿Y si acabas muriendo?
Esa pregunta formulada por Arthur hizo que, inconscientemente se le pusiese la piel como escarpia al pelinegro de las prótesis porque sabía el motivo de porque Arthur lo cuestionaba. El chico de las prótesis miraría a Arthur de nuevo y con ello observaría que la mirada del adulto se volvió de pánico, Lucían vio en los ojos a Arthur y observo miedo en él.
Nunca se había planteado esa decisión, esa posibilidad de que... Podía morir. Pero decidió el muchacho en no achantarse y hablarle.
—Si llego a morir quiero que me recuerdes con todo tu corazón, papá.
El rostro de Arthur empezó lentamente a descomponerse, apartándose un poco de la mesa en donde estaba agacho su mirada, Lucían vio a Arthur... Llorar, Arthur estaba llorando.
Lucían se acercaría y con ello le abrazaría fuertemente.
—Papá... Gracias por todo. Gracias por convertirme en el hombre que soy ahora.
Arthur correspondió el abrazo con fuerza.
—No, tú me has convertido en una mejor versión de mí, gracias por todo, hijo. — fueron las palabras de Arthur a Lucían
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