VIII
Lucían, Olivia y Angélica se encontraban ya en el bosque. Intentaban buscar algo pero no encontraban nada.
—Esto está siendo más complicado de lo que parece. — comento Olivia mientras observaba todo.
La morena en eso se le ocurrió algo, por lo que esta fue con Lucían y le entrego un pequeño botiquín que poseía. También le entrego uno a Angélica.
—Mirad... Mejor nos separamos, si ocurre algo, dentro del botiquín hay un botón con baliza y un localizador, si alguno de los tres tiene información o le pasa algo, solo pulsad y ya.
Lucían solo asintió con la cabeza, al igual que Angélica. La adulta de pelo negro en eso observo al jovencito y en eso esta le puso una mano en el hombro a Lucían y le hablo.
—No quiero que te pase nada, ¿Vale? Confió en ti, pero esto puede ser peligroso.
—Puedo hacerlo, puedes confiar en mi— hablo Lucían, mostrándole una ligera sonrisa a Angélica.
La mujer adulta le dio una ligera sonrisa, para en eso Olivia hablo.
—Vale... Lucían, tú irás por el norte, Angélica al este y yo iré al oeste, ¿De acuerdo?
Los tres asintieron con la cabeza y los tres casa uno fueron por donde le habían dicho.
Lucían andaba por aquel bosque virgen, realmente le parecía algo bonito, la naturaleza le parecía increíble, le despertaba una sensación de que el realmente era extraña pero fascinante. Le gustaba sentirse uno con aquella naturaleza indómita, algo que el humano no había tocado, su alma simplemente quería formar parte de todo aquel mundo salvaje, sentía que en él, que dentro de su alma, había algo que le enlazaba a lo más profundo de aquella naturaleza.
Él se sentía como uno más en la naturaleza, una esencia indómita y salvaje que se arraigaba desde lo más primigenio de su ser.
En eso el muchacho escucho un ruido, unos gimoteos de un cachorro.
Lucían se guio para saber de dónde venía aquel ruido y empezó a andar hacia dónde provenía aquel gimoteo y lo escucho entre unos arbustos con espinas.
El muchacho observo los arbustos y empezó a quitar las hojas y observo que había dentro, dejándole sorprendido lo que había dentro.
Era un cachorrito de lo que parecía ser un canido, de un espeso pelaje tan negro como el carbón, tenía los ojos color rojo carmesí como la sangre, vio que tenía herido un ojo, para más ser exactos, el ojo derecho, al parecer las espinas le hicieron daño y se lastimo el ojo.
Ese cachorro le parecía bastante adorable, le parecía muy lindo, podría sospechar de que tendría apenas unos meses de nacido, pero no podía evitar pensar: "¿Cómo había llegado ahí?", aunque eso era el menor de los problemas con el cachorro, ya que la herida que poseía en el ojo el cachorro no se veía para nada bien, incluso podría tener algo clavado y poderse infectar.
— ¿Qué es lo que te ha pasado pequeñín?
El muchacho en eso empezó a apartar las hojas y las espinas, sacando al pequeño cachorrito azabache de las hojas. Por suerte pudo observar que no poseía una herida muy profunda y no tenía nada clavado en la herida.
Lucían se sentó en el suelo y dejo al cachorro en el suelo y se vio que aquel pequeño cachorro canido empezó a olfatearlo, se le vio curioso al observar al muchacho, para seguido sentarse en el suelo calmado, moviendo la cola de cierta forma que mostraba que estaba feliz.
Lucían acerco su mano al pequeño cachorro y vio la herida del canido. Aquel cachorro se le veía un tanto dolido por la herida.
—Está herida se ve grave, puedo ayudarte.
El muchacho abrió el botiquín, vio la baliza, en forma de una barra y el radar, que era circular, como si fuese un mapa en forma de brújula, pero también había alcohol médico, esparadrapo adhesivos y de rollo además de algodón sintético.
El cachorro se acercó y vio al joven, olfateo de nuevo a Lucían y se tumbó suavemente en el regazo del muchacho, esto lo dejo un poco sorprendido al muchacho, pero el muchacho solo le dio una ligera sonrisa.
El muchacho tomo el algodón, le hecho un poco de alcohol y empezó a desinfectar aquella herida. Al pequeño cachorro le empezó a doler la herida cuando le tocaba con aquel algodón, cosa que le preocupo al muchacho.
—Hey... No pasa nada chiquitín, no te quiero hacer daño, sé que duele pero es que es una herida en una zona muy delicada.
Lucían limpio como pudo la herida de aquel cachorro, para seguido ponerle uno de los esparadrapos adhesivos en la herida.
—Ahora estarás mejor.
El cachorrito intento tocarse aquella tirita, pero el muchacho solo le dio una ligera sonrisa al pequeño cachorrito.
—No pasa nada... Sé que te molesta, pero cuando se te cicatrice, veras que estas mejor, ¿Okey?
El cachorrito se acercó y en eso lamio la mejilla del muchacho con alegría, haciendo que el muchacho solo diese una risa ante esto.
—Wow... No sé qué eres, pero creo que algo que posees es que con el olor te ayudas a guiar si alguien es un peligro o algo similar. — Hablo el muchacho, dándole una ligera sonrisa a pequeñín que había curado.
Pero en eso un ruido hizo que Lucían se asustase, teniéndose que girarse para ver que era ese ruido.
Vio que de la maleza del bosque salió un ser, iba cuadrúpedo aunque parecía que sus patas delanteras eran hibridas entre las de un humano y las de un canido, aunque las patas traseras también eran de canido y el torso era muy similar a la de un humano, era prácticamente un gran perro de un muy gran tamaño, casi 2 metros podía deducir el muchacho y de pelaje negro como la noche y ojos como la sangre.
El gran ser parecía furioso y el muchacho solo se vio aterrado ante aquella bestia, y vio de pronto que habían dos cachorros más que lo acompañaban, dos más en concreto, eran iguales a que el pequeño cachorro había rescatado.
Los tres cachorros se pusieron a jugar entre ellos mientras que el gran canido observo esto, un momento, seguido de esto le mostro los dientes a Lucían.
Lucían estaba aterrado, viendo a aquella bestia tan imponente delante de él.
La bestia se acercó al muchacho y lo empezó a olfatearlo, a olisquearlo para seguido observarlo y verse ya no tan molesto, pero sí que parecía desconfiar de él.
Aquella bestia en eso vio al cachorro con el parche en su ojo, agachándose y Lucían observo como aquella bestia, de aspecto tenebroso y feroz, empezó a lamer el pelaje de aquel cachorro, a acicalar el pelaje del cachorrito.
El cachorro con el parche empezó a ladrar y este le mostro el arbusto donde estaba antes, haciendo que aquella bestia adulta olfatease el arbusto. Seguido de esto la bestia se giró y observo de nuevo a Lucían y le volvió a olfatear. Y ahí fue que el muchacho y la bestia se vieron de nuevo, pero esta vez, directamente a los ojos.
La bestia le gruño, pero no parecía ya molestarle la presencia del muchacho ahora y ahora vio que la bestia le empezó a lamer las mejillas, cosa que le saco una risa al muchacho.
—Resulta al final que no eres tan intimidante como aparentas, je, je...
Los cachorros también se acercaron y vieron al muchacho, los dos cachorros que estaban ahí, que acompañaron a la bestia adulta, empezaron a olfatearlo, y cuando hicieron esto, se les veían felices también.
Lucían solo dio una ligera al observar esto y vio en eso a los tres cachorros acercarse a la gran bestia, que les observo y acercó su cabeza a donde los cachorros, lamiéndoles suavemente su pelaje.
Lucían observo esto y llego a una conclusión bastante lógica. Esa bestia era la madre de aquellos pequeños cachorros.
— ¿Tú eres la madre de los cachorro?
La bestia solo se giró a ver al muchacho y le asintió con la cabeza, cosa que le sorprendió un poco a Lucían, pero lo entendió.
—<<Bueno, como no puede hablar, creo que eso será un sí>>
En eso escucharon un ruido, aquella bestia levanto sus orejas y giro su cabeza para saber de dónde venía, para seguido olfatear el aire, yéndose directamente hacia la derecha, seguido al poco fueron los cachorros. A Lucían le entro la curiosidad y siguió a los cachorros, no sin antes coger aquel botiquín con las cosas, para que, cuando llego a la zona donde se encontraban los cachorros, ver algo que lo dejo impactado.
Vio a lo que parecía ser un ciervo, pero de un pelaje gris y con astas cortas, aquella bestia tenia apretando de la garganta a aquel animal. Lo había matado.
La bestia soltó del cuello al animal y este se acercó para seguido morder la carne de aquel animal, le quito piel y gracias esto fue a la carne. Los cachorros se acercaron al cadáver de ese animal y la bestia se apartó, haciendo que los cachorros empezasen a comer de la carne de ese animal.
Esto que vio el muchacho le dejo conmocionado, sabía que había animales que se alimentaban de otros, pero fue la primera vez que veía la brutalidad con la que podían los animales matar y... Eso le creo una sensación extraña. No negaba que era realmente sorprendente pero eso solo provocaba más sus ganas de saber y desatar la ira de esa forma, de cazar a algo, de matar.
La racionalidad le impedía el ser una bestia, tenía que comportarse en sociedad con los demás, pero eso... Todo lo que vivió cuando apenas era un niño, le pedía que matase a aquellos que le hicieron daño. Sabía que esos pensamientos no eran normales pero era algo... Casi primitivo, un instinto que quería que saliese.
¿Realmente matar estaba mal siempre? ¿Por qué no podía matar a la gente mala? ¿Qué se los impedía? ¿Qué les impedía a ellos ir en contra con violencia de aquellos que esclavizaban?
Vio en eso que los cachorros dejaron de comer, observando que sus hocicos tenían sangre, y en eso la bestia se acercó, empezando a comer también del animal que había matado.
También había algo que le despertó a Lucían con aquella camada y aquella bestia. Las apariencias no eran lo que uno a primeras en la naturaleza era. Esa bestia, esa madre de tres cachorros, pensó antes en que sus pequeños se alimentasen, siendo ella la siguiente la que comía. Dentro de esa apariencia bestial y peligrosa, había dentro de ella la más amorosa madre existente. Lo único similar que llegó a ver en su vida fue con Casseday, su mujer y aquel fruto de su amor, Jonathan. Pero eso le despertó algo diferente a Lucían, esa bestia era más una... Protectora, una madre solitaria, el único ser que tenían esos cachorros para no ser una presa fácil.
¿Desde cuándo los humanos les dejo de importar el tener hijos, el cuidar y proteger?
Lucían solo estaba viendo esto, solo quería saber de aquellos animales hasta que un ruido le llamo la atención, la bestia también giro su cabeza y mostro sus dientes con furia al
Vieron dos robots, de aspecto humanoide y bastante poco trabajados para los ojos de Lucían, se veían muy rústicos y como hojalatas, pero estos llevaban en vez de manos normales llevaban pistolas.
Aquella bestia se enfureció, lista para atacar, mostrando unas largas uñas, sus garras, y en eso se escuchó hablar a uno de esos robots.
—Hombre varón cis hetero encontrado, estado libre, y ser extraño no identificado, canido, estado libre. Procedemos a su pronta eliminación.
La bestia lo primero que hizo fue que, con una de sus patas hacerle un gesto a sus cachorros para que se escondiesen, para después ver que la bestia se preparaba con sus garras y con sus colmillos para atacar.
Uno de los robots fue a disparar, pero la bestia se abalanzo en contra de aquel robot, tumbándolo en el suelo, aplastando con sus mandíbulas la cabeza del robot pero el otro robot, aprovechando eso, consiguió dispárale a la bestia justo en el cuello.
La bestia dio un fuerte alarido de dolor, cayendo al suelo.
El muchacho se acercó para ver a la bestia, que estaba malherida, se levantó costosamente y fue en contra del otro, pero el robot fue más rápido y empezó a dispararle repetidamente a la bestia.
Lucían estaban en shocks con lo que estaba viendo, su corazón latía con fuerza y algo empezó a arder dentro de él. Una poderosa cólera, una poderosa rabia se estaba apoderando de él, una bestia se estaba creándose dentro de él. Matar, quería matar a aquellas hojalatas con inteligencia.
Pensó rápido en ese momento Lucían, tomo del robot del suelo uno de sus brazos-pistola y apunto al robot, vio que la bestia estaba realmente malherida y al robot queriendo darle el golpe de gracia a la bestia, que se encontraba de rodillas, pero Lucían consiguió disparar a la cabeza del robot, que cayó al suelo.
Lucían se quedó conmocionado por lo que hizo, pero lo que vería a continuación sería algo que, para él, lo cambiaria todo.
Vio también a aquella bestia que cayó al suelo por las heridas y Lucían corrió hacia la gran bestia negra.
—No... No, no, no, no... Te vas a encontrar bien, estarás bien.
Lucían creía que podría ayudar, podría curar a aquella bestia hasta que vio que la bestia lo vio a los ojos y vio en la bestia, en sus ojos, a un humano, a una madre que lucho para proteger a sus hijos, a sus cachorros y que dio su propia vida para hacerlo. Y vio que los ojos rojos de la bestia, se llenaban de lágrimas.
La bestia parecía decirle a Lucían con su mirada de que fue él el que cuidase a los cachorros, y que... Parecía estar feliz por haber morir habiendo peleado, porque sus cachorros estuviesen bien y a salvo.
Vio que la bestia lamio suavemente las manos del muchacho para en eso ver como la bestia cerro los ojos y Lucían noto que... Simplemente dejo de respirar.
Lucían rompió a llorar cuando esto ocurrió, los cachorros se acercaron, olfatearon el cuerpo de su madre y Lucían observo que los cachorros empezaron a gimotear de la tristeza. Se le rompió el corazón a los pies cuando observo esto, se sintió derrotado.
—Lo siento... No pude salvarla— hablo en lágrimas el muchacho mientras aún tenía sus manos encima aun del cuerpo de la bestia.
No sabía que decir, no sabía qué hacer, solo podía sentir impotencia, sentir una rabia que le quería consumir, que le consumía las entrañas y pedía sangre, quería vengarse por lo que le hicieron a ese aquel animal, miro sus manos y vio sangre en sus manos, la sangre de la bestia.
Cuando observó la sangre en sus manos... Hubo algo en su cerebro que fue como si no funcionase, dejo de sentir lo que había alrededor de él y empezó a pensar... Las alas que poseía no pudieron proteger a nadie... Necesitaba algo más eficaz, las garras de la bestia eran poderosas, aunque perdiese el defenderse, podía atacar, podía hacer algo más. Se sentía inútil, un patán que no podía proteger y ahora lo que tenía en sus manos era la sangre de un ser que no tuvo que haber muerto por él. Pero en eso... Algo hizo que volviese a la realidad.
Uno de los cachorros, uno de los que no tenían la herida, se acercó y lamio suavemente la mano del muchacho. Lucían observo esto y vio a los tres cachorros tristes a su lado.
—Perdonadme... No pude hacer nada.
El muchacho se levantó y tomo el botiquín, para en eso este sentarse apoyando en uno de los árboles, abrir el botiquín y tomar la baliza, pulsando el botón. Escucho que empezó a pitar aquel aparato, que simplemente... Lo dejo de lado.
Se tapó los ojos con una de las manos, se recostó en el árbol y empezó a llorar. Se sentía tan mal por culpa de lo que había sucedido, por no haber salvado a ese animal, a esa madre. Sentía que había sido artificie de que unos simplemente unos pequeños cachorros estuviesen ahora huérfanos.
En eso notó un bulto encima de él, algo se había puesto encima de él, Lucían se quitó las manos mientras aun lloraba. Observó que uno de los cachorros encima de él, al que le había salvado, vio a cada lado y vio a los otros dos cachorros acurrucados a su lado, uno a su izquierda, y otro a la derecha.
— ¿Por qué estáis a mi lado? ¿No os vais a alejar de mí por esto?
El cachorro en eso apoyó su frente con la frente del muchacho, Lucían sintió su corazón ralentizarse por unos segundos. Solo dio una ligera sonrisa y acaricio suavemente al cachorro, que se dejó.
—Aquí estoy pequeñín... Os protegeré a partir de ahora. Perdonadme por todo pero aun así... Creo que sabré protegeros.
En eso escucharon ruidos y en eso los cachorros se asustaron, poniéndose detrás de Lucían, para solo ver que... Eran tanto Olivia como Angélica. Las dos mujeres vieron la escena con sorpresa y cierto terror en sus miradas y vieron a Lucían, que se le veia afligido por todo lo que había ocurrido.
—Lucían... ¿Estas bien? — cuestiono Angélica preocupada por esto.
—Yo sí, yo estoy bien, pero ellos...
Lucían giro su cabeza para ver a los tres cachorros, cosa que vieron también las dos mujeres, que se quedaron impactadas. Olivia vio a la bestia en el suelo con los robots, se quedó anonadada por lo que estaba viendo, para en eso observar a los tres cachorros de nuevo y hablar.
—Esos pequeñines... Son cachorros de lobos negros. Este animal es un lobo negro. Dios mío...
— ¿Qué es lo que ha pasado Lucían? — Pregunto Angélica a Lucían mientras veía esto.
El cachorro con el parche se acercó y Lucían acaricio el pelaje del pequeñín para en eso hablar.
—Encontré a este chiquitín con el ojo herido, le cure la herida del ojo con lo del botiquín hasta que... Apareció la madre de los cachorros, vio que le ayude a uno de sus cachorros y simplemente me dejo estar hasta que... Llegaron esos robots, ella consiguió derrotar y destruir a uno de los robots, pero el otro... El otro consiguió matarlo. No sé como pero... Yo me arme de valor, tome una de las pistolas y le dispare al robot... Ella cayó y...
Lucían rompió a llorar, se cubrió la boca con una de sus manos. Angélica se puso muy triste y se agacho y abrazo con fuerza al chico.
—De esto no has tenido culpa Lucían... No pasa nada, no te han hecho nada por suerte.
Los cachorros se asomaron a ver a la adulta, y Angélica se percató de esto con cierta sorpresa, aunque la mujer al poco de verlos se le emblandeció el corazón.
— ¡Ahhh! ¡Son adorables estos chiquitines!
Uno de aquellos cachorros se acercó y olio a Angélica, para seguido verse que estaba moviendo su cola de alegría, haciendo que el cachorro incluso se tumbase boca arriba.
Esto a la adulta le pareció adorable y le rasco la panza al pequeñín.
— ¡Ohhhhh! ¡Qué cosita más linda!
Lucían vio a los cachorros con cierta pena y en eso, pensó en algo.
— ¿Y si ellos vienen con nosotros? No pueden cuidarse solos, se pueden quedar estos meses que vamos a estar aquí y así investigamos el cómo se relacionan con el mundo.
Olivia escucho esto y observo a los cachorros, miro un momento a Lucían y le dio una ligera sonrisa.
—Bueno, vale... Son unos cachorros, solos en este mundo por ahora son presas fáciles, cuando crezcan los liberamos de nuevo en la naturaleza, ¿Vale?
Lucían solo asintió con la cabeza, se puso de pie y vio a los cachorros. Aquellos cachorros se levantaron, cosa que le saco una sonrisa apenada al joven de cabellos negros.
—Nos vamos a donde yo vivo, chiquitines.
Los cachorros ladraron alegremente y en eso los tres acompañados por los cachorros.
Fue una vuelta un poco incomoda ya que ninguno hablo, ninguno se atrevió a hablar, y el que menos deseaba hablar era precisamente Lucían, estaba furioso por lo que había ocurrido.
Cuando llegaron de nuevo a la base, Lucían se giró para ver a los 3 cachorros y se agacho para verlos y les hablo.
—Voy a hacer una cosa, os quedáis al cargo de Olivia.
Y dichas estas palabras, los cachorros se giraron y fueron con la mujer, que se quedó un poco sorprendida.
Mientras que Lucían, este fue con una monja de aquella base y le pregunto.
—Disculpe, ¿Sabe dónde está el padre Idelfonso?
—Pues claro... Sígueme.
El muchacho, guiado por aquella amable señora lo llevo a donde se encontraba Idelfonso. Era una sala donde había libros, muchísimos libros que él nunca había llegado a ver y vio mesas, y en una de las mesas, leyendo, se encontraba Idelfonso.
Lucían se acercó, dando una media sonrisa y se sentó en una silla junto al frente de Idelfonso.
El cura levanto su mirada del libro que estaba leyendo y vio la cara de Lucían, una no muy feliz que digamos.
—Ha pasado algo ¿No? — Lucían solo asintió con la cabeza, Idelfonso por su lado lo miro de nuevo e hizo una mueca de preocupación por su lado.
—Es entendible que no quieras contármelo, me parece lógico.
Lucían miro en eso a Idelfonso, el cura observo algo en la mirada del muchacho, algo que sabía que se había roto dentro de la mente del muchacho. Esto lo puso serio y preocupado a la misma vez, por lo que este suspiro, cerro aquel libro que estaba leyendo y le hablo.
— ¿Qué te parece si te bautizó mañana? Creo que estarás mejor y preparare las cosas con un poco más de calma, además de que tú estarás cansado.
Lucían solo asintió con la cabeza, y a partir de ahí empezó a reinar un silencio de lo más incómodo hasta que Lucían le preguntaría lo siguiente a Idelfonso.
—No he visto a Arthur cuando hemos llegado, ¿Dónde está?
—Se ha ido a dar una vuelta por la base, me ha dicho que necesitaba pensar algunas cosas.
—Oh... De acuerdo.
Hubo otro momento de silencio incómodo, un poco más prolongado que el anterior. Lucían no paraba de darle vueltas a la cabeza a muchísimas cosas hasta que, el que empezaría una conversación, seria Idelfonso.
— ¿Por qué no coges algún libro de aquí? Puede que alguno te guste.
Lucían solo dio una ligera sonrisa y en eso observo un montón de libros ahí, todos les llamo la atención hasta que simplemente cogió uno de los tantos que había que a los ojos del muchacho le pareció llamativo.
—"El lobo estepario" de Herman Hesse. — leyó Lucían la portada con curiosidad.
—Oh... Ese libro es denso, pero puede que te guste, lo prohibieron en las ciudades por "Hacer apología de consumo de drogas".
Esto llamó un poco la atención de Lucían para en eso Idelfonso explicarle.
—Veras... En las ciudades casi ya ni se publican libros por algo muy sencillo y es que en las ciudades se han pasado poniendo "baneos" a libros por muchísimas cosas.
Esto sorprendió un poco a Lucían, ya que no era algo que sabía de la ciudad. Idelfonso se levantó y en eso cogió un gran libro de portada negra y bastante denso de echo y se lo entregó a Lucían.
—En este libro lo hice con todo el tiempo que ha transcurrido, lo que he visto y contado sobre los libros que han "Baneado" y porque lo han hecho por los países. Los motivos pueden ser de "transfobia", "bifobia", "racismo", "a favor de la colonización", "por consumo de drogas explícito" y un largo encetara que los han clasificado como "Banderas rojas".
—Ese término también lo escuche en algún momento cuando era pequeño— recordó Lucían cuando escucho el término "Bandera roja".
—Pues sí que se ha extendido rápido ese término— comento Idelfonso —Yo ese término solo lo llegue a escuchar cuando se referían a libros.
Lucían solo dio una media sonrisa, para en eso bajar la mirada y verse las manos, estuvo un momento pensativo hasta que le pregunto.
— ¿La gente luchaba por lo que creían justo?
—Si, en realidad si... Pero a veces muchacho, eso que creen justo, la gente lo llegaba a usar para manipular a la gente débil. Ahora nadie puede pelear por lo que cree justo porque en las ciudades, ahí y para ese mundo de falsa felicidad, es todo justo. Nosotros no podemos pelear porque pueden esclavizarnos y a las mujeres las pueden quitar la única forma de poder conceder hijos... Y si son ancianos ni te cuento... A ellos les matan.
Hubo un momento de pausa para en eso Idelfonso saco de su bolsillo una cadena fina de oro con una cruz y se lo dio a Lucían.
—Pero creo que hay gente que está destinada a pelear por lo justo, y yo veo en ti eso.
Lucían observo la cadena con cierta sorpresa y seguido vio a Idelfonso, que le hablo.
—Es la cadena que poseía Rubén, quien me enseño sobre todo esto, quiero que te lo quedes tú.
Lucían se quedó ciertamente incrédulo sobre esto y este solo vio aquel collar que le habían entregado y se lo puso, para seguido de esto, ver aquella pequeña cruz que tenía en oro.
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