VII

El viaje a las montañas era algo relajante, Lucían veía por la ventana los paisajes, llegando a la dirección a la que iban, veía que los arboles de hojas oscuras cambiaban a ser más otoñales, más amarronados y la hierba que había ahí se sustituía por piedra y pequeños arbustos secos de color pajizo.

No se había fijado en el horizonte, a donde iban, estaba pensando aquel muchacho en sus cosas, pensando y cuestionándose cosas, viendo la naturaleza que podía distinguir afuera, no vio nada inusual, ningún tipo de animal que le pareciese extraño hasta que, por un momento, llego a ver algo raro pero muy a la lejanía, no lo llego a ver al completo pero si lo llego a distinguir lo suficiente como para impactarlo y extrañarlo.

Vio a un extraño ser, parecía bípedo, de hombros muy anchos, lo que parecían las patas delanteras eran garras, como una extraña mezcla entre un perro y un hombre y se veían más musculosos que las patas traseras, que parecían más perrunas y pudo ver un poco la cabeza de este ser, tenía largas orejas en punta. El pelaje que tenía era negro como el carbón o la misma obsidiana.

Lucían se restregó los ojos para intentar diferenciar si aquello que había visto era real o no, y cuando volvió a asomarse, vio que ya no estaba. Simplemente pensó que fue algo irreal, algo que simplemente se imaginó.

Subieron con aquel coche una colina y Lucían pudo ver mejor aquel lugar, llevándose una gran impresión al ver el muchacho que era aquel lugar.

Era un antiguo castillo, un alcázar, los muros eran muy grandes aunque estaban en un estado bastante deplorable. Nunca había visto algo de este tipo de construcciones, las torres que tenían era realmente peculiares y había plantas creciendo, enredaderas.

Llegaron a la puerta de allí, a la entrada, había como un largo pasillo, un túnel donde aparcaron y estos 4 se bajaron de allí.

—Vaya... Esto es increíble. — hablo el pelinegro mientras observaba esto.

—Chulo, ¿No? — hablo de pronto alguien que no conocían.

Los 4 se giraron y vieron a un señor ataviado con un traje negro, pantalones negros, una especie de chaqueta negra con algo de blanco por el cuello que no sabía describir Lucían. Aquel hombre tenía el pelo corto negruzco, ojos marrones con gafas cuadradas, no aparentaba tener más de 30 o 40 años.

—Esto es una alcázar de la época medieval, la gente de Oriente llegaron y crearon construcciones como estas, pero en estos 300 años, se dejaron de preservar, haciendo que gente como nosotros los conserve como refugios.

Aquel hombre se acercó tranquilamente y vio a los 4 tranquilamente.

—Un gusto en veros. Olivia, Arthur, Angélica...

En eso el hombre observo a Lucían y se acercó a verlo, sus ojos eran calmados, que transmitía mucha paz aunque también cierta curiosidad por el muchacho de brazos y piernas biónicas.

—Vaya... ¿Cuál es tu nombre jovencito? Me llama mucho la atención las prótesis que posees, son de lo más curiosos.

—Mi nombre es Lucían, un gusto conocerle, ¿Cómo se llama usted?

—Yo soy el padre Idelfonso, un gusto conocerte.

Lucían solo miro de reojo a Arthur un poco confuso, cosa que se fijó aquel hombre le hablo con amabilidad.

—Lo de "padre" viene porque nosotros predicamos con la palabra del señor.

Estas palabras confundieron un poco a Lucían, había escuchado ese término antes, cuando vio al espíritu de Frezze, pero ahora eso se le hacía extraño.

— ¿Del señor?

Idelfonso en eso observo a los adultos y le pregunto a estos con educación.

— ¿Me permitiríais enseñarle el complejo al muchacho? La Sor Johana acompañara a los adultos.

Una mujer en eso apareció, tendría 60 años, ya mayor, ataviada de blanco de una forma que a Lucían le llamaba la atención, lo que más curiosidad le llamo la atención fue un collar que tenía en forma de una cruz.

Arthur se despidió momentáneamente de Lucían y los adultos fueron con aquella señora.

— ¿Por qué esa señora lleva ese atuendo? — pregunto Lucían.

—Es una monja.

— ¿Una monja?

Idelfonso se quedó un poco sorprendido por esto hasta que encajo cosas en su cabeza y se dio cuenta de lo obvio de la situación que tenía delante.

—Tú siempre te has criado en la ciudad, ¿No?

Lucían solo asintió con la cabeza, haciendo que el adulto solo le diese una calmada sonrisa.

—Ahora comprendo algunas cosas, venga, te enseño esto, he escuchado que eres un muchacho muy curioso y la verdad es que quiero ayudarte a conocer esto, es raro ver a un chico de la ciudad aquí y tan joven.

Los dos empezaron a andar y Lucían vio al horizonte unos hermosos jardines y vio hermosas fuentes, el suelo era de piedra caliza bien preparada. Le parecía algo realmente increíble.

—Wow... En la edad media los que hicieron esto fueron increíbles.

Idelfonso solo dio una ligera sonrisa ante esto y en eso solo miro hacia delante mientras veían todo esto.

— ¿Y tú que haces?

— ¿Yo? Soy un sacerdote, alguien que predica con la palabra de Dios.

Lucían se quedó un tanto sorprendido por esto, "¿Qué era Dios?" se cuestionaba dentro el muchacho, por lo que le pregunto a Idelfonso.

— ¿Quién es Dios?

Idelfonso vio esto y solo le dio una ligera sonrisa, para responderle a aquella pregunta al muchacho.

—Veras... Desde la antigüedad la gente ha buscado algo a que creer, en muchas regiones han creído en diferentes dioses, desde los griegos y los romanos desde sus inicios con sus Panteones. Dios es nuestro dios principal y original en el cristianismo, aunque dentro del cristianismo está el anglicanismo, el luteranismo, el evangélico y muchos más que si te me pongo a decir no acabo hoy— después de esta frase, Idelfonso dio una ligera risa ante esto y seguido seguir hablando — Lo que yo enseño e imparto a los creyentes es sobre el cristianismo católico.

Esto llamo la curiosidad de Lucían, algo le llamo la atención de esas palabras porque era algo nuevo que no tenía mucha idea.

—Vaya, es algo curioso todo eso, me llama la atención. — comento el joven.

Idelfonso vio esto y solo pudo dar una ligera risa, le agradaba Lucían y esa curiosidad tan innata que tenía.

—Los sacerdotes y las monjas son lo poco que quedan ahora para seguir el cristianismo en esta época tan oscura. Ya no hay papas porque simplemente acabaron con cualquier posibilidad de que hubiese uno y a la gente como a mí o a las monjas empezaron a incendiarles las iglesias con tal de "No enseñar cosas anticuadas", que "Iban en contra de la homosexualidad", cuando el único apartado de la biblia que habla explícitamente de homosexualidad es en las cartas de San Pablo que ya se podría considerar algo fuera de lo importante.

Esto llamo más la curiosidad de Lucían por este tema. La religión era algo curioso que no se había atrevido a conocer, más que nada por la gente que se rodeaba, pero lo que lo estaba contando Idelfonso era realmente interesante.

— ¿Me podrías enseñar sobre las religiones? Realmente creo que podría aprender, saber algo más para saber el cómo hemos llegado hasta aquí.

Idelfonso dio una ligera sonrisa ante esto y le hablo a Lucían.

—Eres un chico de lo más particular, ¿Te lo habían dicho alguna vez?

—La verdad es que no es la primera vez que me lo dicen, padre Idelfonso.

Los dos siguieron el paseo con cierta tranquilidad hasta que le vino algunas dudas a la cabeza de Lucían y le pregunto a Idelfonso.

— ¿Por qué os empezaron a perseguir? A los sacerdotes, a las monjas... A todo lo relacionado con la religión, ¿Por qué? No veo que seáis malas personas.

Idelfonso se puso un poco serio ante esto le hablo al muchacho.

—Veras... En la iglesia, en anteriores siglos y edades, la iglesia tenía un gran poder que con el paso del tiempo fue encogiéndose, en Occidente la mayoría de religión era cristiana hasta que empezaron a llegar del sur gente que creía en un dios más autoritario, más... Represivo. La gente empezó a tachar a los cristianos de "gente de mal" mientras que a esa gente del sur se le llamaba "gente de bien". Hasta que los "Xeinders", un buen día empezaron a coger grupos guerrilleros de esta religión del sur y empezaron a hacer masacre y mucha gente tuvimos que exiliarnos, como ejemplo yo mismo...

Esta historia le intereso al muchacho, que escuchaba con paciencia.

—...Me tuve que ir a Oriente próximo para exiliarme e impartir el cristianismo, pero las ideas radicales también se implantaron allí, creándose Xeinders y teniendo que irme de nuevo aquí pero ocultándome del mundo aquí. Los de la religión del sur se mataron entre ellos y ya simplemente no hubo más de esos tipos pero siguieron persiguiéndonos. Yo he llegado aquí gracias a un amigo, un también cura que falleció de causas naturales.

—Vaya... Que... Particular todo. — comento Lucían al escuchar esta historia de Idelfonso.

Lucían se quedó pensativo ante todo esto que le estaba contando Idelfonso y se le ocurrió algo para conocer más sobre eso, aunque tenía dudas.

—Y... ¿Cómo alguien puede entrar a dar la religión católica?

—Bueno... No darlo exactamente, pero si quieres ser parte de la familia de Dios, se empieza con el bautismo.

— ¿El bautismo? — cuestiono Lucían.

—Es básicamente mojar la cabeza de alguien de agua bendita al creyente, eso de normal en el cristianismo católico como en el ortodoxo se hacen con los bebes a los pocos meses de nacer, pero tú ya eres más mayorcito, por lo que sería mejor hacerlo al estilo de los baptistas que sería irnos a uno de los estanques que hay aquí.

—Oh... Entiendo— respondió Lucían un tanto sorprendido por esto.

Idelfonso cuando escucho esto dio una ligera sonrisa y le puso una mano en el hombro.

—Dime cuando te decidas a hacerlo y me encargare de tu bautismo, ¿Vale?

Esto saco una ligera sonrisa a Lucían para responderle.

—Entendido padre Idelfonso. Me lo pensare un poco y cuando lo vea claro, lo hare, nos quedaremos aquí durante unos meses para el estudio de los lobos negros y veré que decisión tomo.

Idelfonso solo le dio una ligera sonrisa, entendiendo esto de parte del joven de extremidades mecánicas.

—Ahora te llevare con los demás, ¿De acuerdo? Si quieres preguntarme el lugar de algo puedes preguntarle a algunas de las sores o a mí.

El muchacho se quedó un momento pensativo hasta que se le vino algo a la cabeza, se acordó de cuando se empezó a interesar por la naturaleza y se acordó de que en la base copta había una habitación con muchos libros, le explico Arthur en su momento que se llamaba "Biblioteca".

—Disculpa pero... ¿Aquí hay una biblioteca?

Idelfonso se sorprendió un poco por esta pregunta, pero ante esto solo pudo darle una ligera sonrisa al muchacho de cabellos negros y ojos azules.

—Sí, hay una biblioteca, hablare con la sor Coralina, que se encarga de la biblioteca, te la presentara y ella te enseñara el lugar.

A Lucían se le iluminaron los ojos cuando escucho esto y en eso estos llegaron cerca de lo que parecía un largo y ancho pasillo de arcos de herradura con un peculiar estilo que le parecía impresionante a los ojos del muchacho, al parecer habían acondicionado ese lugar, acristalando aquel pasillo solo dejando algunos huecos entre columna y arco para poder pasar. En aquel pasillo había unas cuantas camas, 4 en total y al final del pasilla, había una puerta grande de madera.

—No somos de tener mucha visita, lamentamos si no es el mejor sitio para dormir. — hablo Idelfonso.

—No pasa nada, lo entendemos. — hablo Angélica con una ligera sonrisa.

—De acuerdo— hablo Idelfonso, dándole una suave sonrisa a los presentes —Los baños se encuentran detrás de esa puerta— el cura señalo a la puerta que había detrás y seguido hablar — Si necesitáis algo después de esto, me lo podéis decir.

Idelfonso se iba a ir y en eso recordó una cosa, volviéndose con los demás.

—Por cierto, os traeré ropa de cambio, ¿De acuerdo?

Idelfonso se fue y a la hora trajo ropa nueva, dejando prendas de ropa encima de cada cama.

Los 4 solo dieron una ligera sonrisa, para en eso ver Lucían como Angélica se iba de allí con la ropa, cosa que le extraño un poco al muchacho. Le daba la sensación a Lucían de que algo malo la pasaba a Angélica.

—Papá, ¿Podría ver que le pasa a Angélica? La noto rara y me preocupa que puede estar pasándole. — le pregunto el de extremidades mecánicas a Arthur.

Arthur noto esto y también se preocupó aunque él sabía porque aunque era un tema del que no se sentía preparado para hablarle de lo que le pasaba a Angélica. Olivia vio esto y le puso una mano en el hombro a Arthur, para seguido esta mirar a Lucían con cierta preocupación.

Lucían se percató de esto, cosa que le preocupo bastante y le pregunto a los dos.

— ¿Vosotros sabéis lo que le pasa a Angélica?

Arthur miro de nuevo a Olivia y seguido el adulto hablarle.

—Veras... Hay algo de Angélica que tal vez no sepas, ella si estuvo en la milicia antes de llegar aquí, pero antes de eso, a ella la capturaron personas de la ciudad extremadamente creyentes en las doctrinas del Xeinder se la llevaron y la apresaron...

A Arthur se le generó un nudo en la garganta, Olivia vio eso y le puso una mano en el hombro para que Arthur consiguiese decirlo. Por su lado Lucían se veía preocupado y asustado por esto que le estaban contado.

Arthur vio esto en Lucían y sintió que... Debía de decírselo, de ser directo con él.

—A la gente, a las mujeres que están en contra de las leyes de los Xeinders en sus ciudades... Lo que hacen es extirparle los ovarios, les quitan el poder crear hijos. A estas mujeres siempre se les ponen una marca, la marca que simboliza a la mujer, el símbolo de Venus con una X en medio. A las mujeres que siguen a las leyes de los Xeinders no les hacen esto. De joven Angélica luchaba en contra del gobierno, protestaba contra ellos, por lo que nos contaba siempre eran protestas pacíficas, pero en una de esas la capturaron y... Le hicieron esto. Angélica se dio cuenta de que no podía ser más una pacifista al ver lo que le habían hecho, decidió esconder lo que le hicieron, esconder cualquier tipo de debilidad, y volverse lo que es ahora.

Lucían se quedó en completo shock al escuchar esto, se quedó realmente consternado, sin saber que decir o que hacer. Sintió en ese momento algo arder en su pecho, algo se encendió dentro de él, algo que le pedía rugir, proteger a alguien que habían lastimado, el proteger a alguien al que él le tenía un gran aprecio, que formaba parte de lo que él tenía idea de "familia".

— ¿Por qué le hicieron eso? — fue lo único que cuestiono Lucían medio en estado de shock por esto que le habían contado.

Lucían estaba rabiando por dentro, no se imaginaba el dolor de Angélica, por el que la gente, esos gobernantes, le hubieran hecho eso a alguien que apreciaba aunque no se conociesen cuando a la mujer le ocurrió esto.

—Veras... Las mujeres de la ciudad ven a la regla, la menstruación, como algo glorioso, "empoderador" son las palabras que usan, cuando en realidad lo único que hace el cuerpo de una mujer en ese estado es expulsar un producto que nos puede hacer daño a futuro. — conto en esta ocasión Olivia — Los óvulos son importantes para gestar una nueva vida, cosa que no aprecian los de la ciudad y... Angélica en aquella época, quería ser una mujer que diese a luz a un hijo, pero por culpa de eso... Simplemente ya no puede.

Lucían solo se quedó en silencio ante esto, callándose esa rabia que estaba sintiendo ante esto, esa impotencia al saber que a alguien que le importaba, que había sido quien le había salvado, le habían hecho daño.

Angélica volvió cambiada de ropa y en todo el día nadie se atrevió a hablar de aquel tema, Lucían pasó gran parte del día preocupado por ella, quería saber si ella estaba bien pero también entendía por qué no lo decía.

Ya era de noche y lo único que iluminaba el lugar eran antorchas que había allí por todo aquel lugar. Lucían se encontraba sentado a las orillas de un largo estanque que había allí. Necesitaba despejar su mente después de haberle dado tantas vueltas y preocuparse tanto por esto.

Veía la luna reflejarse en el agua, era luna creciente y Lucían solo veía su reflejo en el agua, intentando pensar en otra cosa pero... No podía, le llenaba de rabia, el saber esto, el recordar lo que vivió en la ciudad... Eso lo llenaba de enfado. Era como si una bestia estuviese creciendo en él y le estaba pidiendo salir para hacer daño a alguien pero que quería controlar porque para él, no era normal comportarse así.

Vio de pronto que de la luz de la luna, empezó a reflejarse y brillar, manifestándose delante de él un pequeño pajarito, el espíritu de Freeze de nuevo. Aquella ave se acercó y apoyo su cabeza en la frente del chico. Lucían solo observo esto y cerró los ojos.

El ave se alejó y Lucían volvió a abrir los ojos, y lo que vio delante de él... Ya no era simplemente un pequeño pájaro, eran ríos de luz blanca, algo que corría y se transformaba en un hermoso gran pájaro de enormes alas.

—Mi pequeño niño...

Lucían estaba sin habla. Veía a aquella gran ave de luz que se le ilumino el corazón y se acercó a Lucían, aquel hermoso ser lo abrazo con sus alas y apoyo su cabeza con la frente del muchacho.

Lucían solo lloro, solo se soltó, soltó todo lo que estaba reprimiéndose aquel día.

— ¿Por qué me atormentas? — cuestiono Lucían en llanto a la ave de luz. — ¿Qué he hecho yo en esta vida? ¿Por qué me sigues?

—Nunca he deseado atormentarte, mi pequeño... Y tú no has tenido culpa de nada de lo que te ha ocurrido. Dios me ha asignado hacerte ver aquello que el hombre normal no puede ver, ser algo más allá de la mente, del cuerpo, y del alma de un simple mortal. Tú posees algo que ningún humano ahora en estos tiempos tan oscuros tiene y Dios me ha hecho tu acompañante en vida, es hora de que me vaya y ascienda con él, pero haciendo ver eso.

Las enigmáticas palabras de aquella ave impactaron al muchacho y unas hebras de luz fueron al corazón del muchacho y empezó al muchacho se le pusieron blancos al completo, como si lo hubieran poseído.

—Siempre te voy a querer, mi pequeño niño.

Esas hebras se quitaron del corazón del muchacho y el ave dejo al muchacho, que se alzó al vuelo y se empezó a ir al cielo, desapareciendo en brillantes partículas irisadas hasta ya no haber nada, solo las estrellas, la luna y el agua del estanque reflejando como un espejo el cielo.

Lucían dio unos pasos hacia atrás después de esto, con los ojos llenos de lágrimas y cayó de rodillas al suelo. Lloraba de la ira que tenía dentro de él, de la tristeza y del shock de aquello que le hizo ver aquel espíritu.

— ¿Así se ve lo que hay más allá de la vida? Querías que viese y que creyese, que continuase y... Pelee... ¿Tú quieres que pelee por los seres vivos? ¿Qué pelee por la libertad de aquellos que no pueden defenderse? Bueno. Puede que sea mi destino.

Lucían solo se quedó viendo hacia delante, intentando procesar lo que sus ojos llegaron a ver, los cerro de nuevo y simplemente siguió llorando. Y cuando abrió los ojos solo se quedó en silencio.

El muchacho de nuevo vio el reflejo del agua, la luna se veía detalladamente, pequeñas estrellas iluminándose en cielo, se acercó al agua, cerro sus ojos de nuevo y esta vez este empezó a sentir, a intentar despejar la cabeza hasta que escucho algo, un ulular.

Lucían se dio cuenta de esto, abrió los ojos y giro su cabeza y vio una ave. Era relativamente grande, de grandes ojos amarillentos intenso y de plumas pardas y blancas. Reconocía, por lo que podría ver, que era un ave rapaz.

Lucían y aquella ave se quedaron viendo fijamente, que simplemente alzo el vuelo u se fue.

—Creo que esa ave era un búho, un ave rapaz nocturna. Bueno... Es la primera vez que veo una.

Lucían observo el cielo y seguido bajar su mirada para ver sus manos mecánicas, había algo dentro de él, como una espina clavaba, que tenía, que sentía que debía de sacarse pero que no podía por algún motivo no podía. No entendía el motivo de esto, pero... Se sentía extraño.

— ¿Cómo peleare para proteger a los demás? ¿Y porque yo soy el elegido para esto?

Lucían después de estas preguntas para sí mismo, solo suspiro y se fue de allí.

—Lo único que quiero yo, es poder saber de la naturaleza. ¿Qué motivos tendría yo para ser un salvador? — se preguntó para sí mismo el muchacho

A la mañana siguiente, podemos ver a Idelfonso tranquilamente en una habitación, era pequeña, no muy iluminada y lo que le permitía ver eran velas.

De pronto alguien abrió la puerta, siendo Lucían acompañado de una simpática monja.

Esta inesperada visita de Lucían le extraño un poco a Idelfonso, que le pregunto al muchacho.

— ¿Pasa algo Lucían?

Lucían se le notaba un poco nervioso, pero solo suspiro y le hablo.

—He estado pensando sobre lo que me contaste ayer y... La verdad es que quiero bautizarme.

Esto dejo ciertamente un poco sorprendido a Idelfonso, que al poco, solo le dio una ligera sonrisa al muchacho.

—Bueno, vale. — hablo el cura con amabilidad.

Lucían solo le dio una ligera sonrisa de vuelta al adulto, aunque Idelfonso comentaría lo siguiente.

— ¿Qué te parece esta tarde? Vas a ir a afuera para lo de la investigaciones por lo que he escuchado por Olivia.

—Oh, se me olvidaba— hablo el muchacho al darse cuenta.

Idelfonso solo le dio una ligera sonrisa al chico para seguido hablarle.

—Espero que te vaya bien, si pasa algo, puedes contármelo.

Lucían solo le dio una ligera sonrisa al adulto y se fue de allí, dejando al cura allí, que cambio su sonrisa a una mirada un tanto dubitativa y preocupada por el muchacho.

— ¿Por qué me da la sensación de que al muchacho le va a pasar algo? Hay algo raro aquí que me descuadra— hablo para sí mismo Idelfonso.

El adulto en eso se levantó de donde estaba, del escritorio que había y en eso busco en esa habitación algo dentro de un cajón, era una caja y cuando la abrió, se vio que era una cadena de oro con una pequeña cruz en ella.

—Creo que es tiempo de que alguien lo tenga... No puedo quedarme con el pasado tanto tiempo. Han pasado ya 5 años de su muerte.

Mientras tanto con Lucían...

Podemos verlo con Angélica y con Olivia ya afuera de aquel alcázar.

—Entiendo de que Arthur no quiera ir. — hablo Angélica, seguido para ver a Lucían— Síguenos y no te alejes mucho, es tu primer trabajo de campo y podría pasarte algo.

Angélica tomo un rifle y la llevo de bandolera, para seguido ver a Lucían.

—Hay que tener cuidados con los robots de localización, esos robots son de ciudad que localizan a la gente para ampliar las ciudades, si encuentran gente no tendrán piedad en hacernos daño, ¿Entendiste?

Lucían solo asintió con la cabeza y estos tres se fueron de allí aunque... Lucían tenía el presentimiento de que algo malo ocurriría ahí en esa expedición que parecía de lo más normal.

Se vio las manos de nuevo y suspiro, intentando quitarse aquellos de su mente, sin saber que le deparaba el futuro para él.


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