VI

Han pasado 4 años después de estos eventos, nos encontramos con un Lucían bastante más crecido, ya estaba en sus 16 años y ahora se veía que este se había tallado bastante, había decidido que necesitaba mantener una forma atlética, más que nada para estar sano. Este fue entrenado por Angélica, aunque también el muchacho empezó a investigar la naturaleza por su propia cuenta a investigar y obtener información gracias a la gente que había de allí aparte de los que ya conocía como Aston, Teresa o Casseday sobre muchísimas cosas no la sabia, matemáticas, mecánica, química... Y con el tiempo empezaba a ponerlo en práctica, aunque en parte de las cosas solo no podía y necesitaba ayuda para poder mejorar.

Lucían alimentaba su curiosidad y sus ganas de conocimiento con ímpetu, era un muchacho extremadamente curioso aunque... Aprendió también que la vida no era justa.

Hacía dos años fallecería Frezze, le dio una enfermedad que no podía curarse y lamentablemente falleció. Y por eso, este empezó a diseñar alas biónicas, se lo prometió hacía ya 4 años hacerlo por lo que ahora tendía más edad, podía hacerlo, y lo hizo. Ya tenía edad para someterse a esa operación para las alas biónicas.

Nos encontramos con Lucían, despertándose lentamente de una cama, se había sometido a la operación para crearse las alas biónicas. El muchacho se incorporó suavemente y en eso vio sus brazos, ahora se podían despegar de su cuerpo, se unía a su cuerpo, también empezó a tener cierta sensibilidad por la zona de los omoplatos y espalda alta, cerca de su cuello.

Lucían solo dio una ligera sonrisa ante esto, aunque se sentía un poco raro, tal vez un poco por la amnesia y la operación, pero por lo demás no se sentía tan mal como se lo esperaba.

Alguien en eso entro a la habitación donde estaba el muchacho y vio que era Arthur. El adulto se sentó en una silla que había al lado de la cama y tomo la mano del joven mientras le veía a los ojos.

—Aun me sigo preguntando por qué has querido hacer eso.

Lucían dio una ligera risa ante esto que dijo Arthur, tomándole la mano al adulto y así el muchacho abrazo a Arthur. El adulto se había encariñado mucho de Lucían, ahora lo veía como su hijo, como realmente un hijo suyo. Ya era raro verle con esa cara de pocos amigos y su mirada de halcón cazador, se había emblandecido su corazón.

—Eres un niño increíble. — hablo Arthur con una ligera sonrisa en su rostro al ver a Lucían bien.

En eso una médica entro allí y observo a estos, dándole una dulce sonrisa al muchacho. Era la misma médica que ayudo en el parto de Jonathan.

—Veo que ya estas mejor Lucían y ya despierto.

—La verdad es que si— hablo el muchacho, para en eso dar una risita a la mujer —La verdad es que me encuentro mejor.

La mujer le dio una ligera sonrisa al muchacho y en eso está hablo.

—Vale, tendrás que quedarte un rato aquí para comprobar el cómo esta esto, cuando comprobemos si todo está bien, te podrás ir.

—De acuerdo señorita Raquel.

Arthur se despidió de Lucían y este se fue de allí, dejando a Lucían con aquella mujer.

—Eres un chico muy fuerte, ha sido una operación bastante nueva para nosotros, pero lo hemos conseguido.

Lucían solo dio una ligera risa ante esto dicho por Raquel, para seguido la mujer hablarle.

—Lo mejor sería que te quedases esta noche para comprobar y monitorizar el cómo funcionan las prótesis, ¿De acuerdo? Mañana intentaremos hacer una prueba con los de las alas.

Lucían simplemente le mostro a Raquel con una ligera sonrisa y la adulta salió de allí, dejando al joven adulto ahí. Lucían se observó los brazos, de la parte mecánica de sus brazos mecánicos salían como una especie de líneas de hierro que se unían a sus antebrazos e iban a sus hombros y ya de ahí llegaron a sus omoplatos y espalda alta.

Se tumbó para poder descansar un poco después de todo hasta que vio algo que le dejo extrañado y alucinado a la misma vez. Vio a Frezze pero... había algo que no era normal, lo cubría un halo de luz blanquecino, aquella ave se acercó y se acurruco en el pecho del muchacho. Lucían no salía de su shock al ver esto e intento tomarlo en sus manos pero cuando fue a tocarlo vio que traspasaba su cuerpo.

Eso que estaba viendo era un espíritu, solo vio a aquella ave espectral y lo que sentía en ese momento era indescriptible, lágrimas salieron de sus ojos.

— ¿Frezze?

El pájaro fantasma estaba justo acurrucado en su pecho, justo cerca de su corazón mientras caían las lágrimas por los ojos azules del muchacho, por unos momentos llego a sentir latidos de un corazón, no de su corazón, si no de la ave fantasmal.

El ave en eso dejo de acurrucarse y alzo el vuelo, para en eso quedarse cerca del rostro del muchacho y en eso posar su cabeza en con la frente del muchacho, pequeñas lágrimas salían de las mejillas del joven adolescente.

—No sé si eres verdad, ¿Qué eres? ¿Por qué estás aquí?

De pronto escucho hablar al pájaro, ese espíritu hablo.

—Vengo a ayudarte, yo soy tu guía en este mundo.

— ¿Pero que eres?

—Eso debes de descubrirlo tú, el mundo necesita a un salvador y tú tienes el corazón para hacerlo.

El ave de pronto voló un poco más y de pronto brillo, y simplemente desapareció de allí. Lucían se quedó impactado por esto, toco sus mejillas e intento quitase las lágrimas para en eso ver que no estaba esa ave. Toco su corazón y este lloro.

— ¿Yo? ¿Un salvador?

Lucían no entendía nada de lo que le paso en ese momento, necesitaba descansar, o por lo menos pensar que había sido lo que había visto, no entendía absolutamente nada de lo que le había pasado, ¿Qué había sido lo que sus ojos habían visto? ¿Qué fue eso que tomo la forma de Frezze? ¿Por qué había dicho que él iba a ser un salvador? Eran demasiadas cosas que le rondaban por la cabeza relacionado con eso que ni se creía que hubiese sido real.

El muchacho se pellizcó cerca del hombro para comprobar que estaba despierto y le dolió su propio pellizco, confirmando que estaba despierto, que eso que había visto había sido real.

— ¿Qué ha sido lo que me ha pasado?

Lucían intento descansar en ese momento, intentar dormir para que todas aquellas dudas se le disipasen, que intentase que todo aquello se calmase, vio hacia arriba y recordó el momento que despertó en la base copta. La luz de un foco fue lo primero que sus ojos vieron y ahí se empezó a cuestionar.

Todo lo que había vivido, todo lo que sus ojos habían visto, ¿Para qué valía vivir? ¿Por qué seguía vivo después de que esas vigas de acero cayeron encima de él? ¿Por qué el mundo lo escogió? ¿Él era un salvador? Tenía ahora a alguien que le quería, a Arthur, a él lo quería como su padre, sentía que alguien lo quería como era y lo protegía pero se sentía vacío... Sentía que necesitaba algo para continuar con su vida, un motivo para seguir. La naturaleza era linda, sí, pero eso no le motivaba como tampoco el conocimiento.

Lucían lloro en silencio, sus lágrimas cayeron por sus mejillas y empezaron a caer hasta la almohada. En eso alguien abrió la puerta y Lucían llego a ver que era Arthur. El adulto vio esto que estaba pasándole a Lucían y se acercó.

— ¿Qué ha pasado? ¿Tienes alguna mala noticia?

Lucían lo abrazo con fuerza y lloro en el hombro de este como un niño pequeño. Arthur vio esto y lo abrazo con fuerza para que Lucían se desahogase.

— ¿Puedes quedarte conmigo papá? — cuestiono el muchacho aun llorando

Arthur escucho esto, acaricio el pelo del muchacho para poder tranquilizarlo. Se percató de que no le habían dado una mala noticia, solo necesitaba a alguien a su lado.

—No pasa nada... Me quedare a dormir contigo ¿De acuerdo?

Lucían solo asintió con la cabeza para dejar de abrazar a Arthur y el adulto se sentó al lado del muchacho, aun tomándole de la mano.

—Yo estoy aquí, ahora estoy aquí, no va a pasar nada.

Lucían solo apretó la mano del adulto para que unas pequeñas lágrimas seguían cayendo por sus mejillas y Arthur lo intentó tranquilizar, con calma.

—Descansa mi pequeño, mañana será un nuevo día.

Lucían solo vio a Arthur y le dio una ligera sonrisa para en eso este poder descansar mejor, pudiendo incluso dormirse tranquilamente, Arthur se quedó viéndolo y solo acaricio la mano de su hijo, mostrando una mueca de preocupación ante esto que había llegado a ver a Lucían así.

—Mi pequeño... Lucían... Quiero ayudarte, ahora estoy contigo.

Al día siguiente...

Podemos ver que Lucían empezó a despertar lentamente al darle la luz del sol en sus ojos, vio a un lado y vio a Arthur dormido cerca de él, tomándole la mano. Lucían vio al adulto y dio una ligera sonrisa.

—Papá, despierta...

El adulto se despertó al escuchar la voz del muchacho y vio al joven para en eso acercarse y abrazarlo suavemente.

— ¿Estas bien? ¿Has dormido bien? — pregunto Arthur con calma al muchacho.

—Sí, estoy bien, he dormido bien, gracias. — respondió con amabilidad el muchacho.

El muchacho se incorporó y en eso con la ayuda de Arthur se consiguió levantar.

— ¿Te encuentras bien con el tema de los brazos? — le pregunto Arthur a Lucían.

—Mejor, la verdad es que ya no me duele lo de la operación.

Arthur soltó en eso a Lucían y el muchacho se sostuvo de pie bien. Arthur por su lado solo se sentó y vio al joven.

—Estas hecho todo un hombrecito.

Lucían solo dio una risita ante las palabras de Arthur y en eso de eso este observo sus brazos mecánicos y este dio una ligera sonrisa, seguido de esto empezar a comprobar, quería saber cómo se podían activar las alas hasta que alguien toco la puerta. Era Raquel, que cuando vio esto, solo dio una sonrisa.

—Veo que estas ya de pie y todo.

Lucían dio una gran sonrisa a Raquel y Arthur solo se giró a ver a la mujer.

— ¿Estás listo para mostrar tus alas? — pregunto la doctora con gentileza.

—Estoy más que preparado.

Raquel solo dio una ligera sonrisa ante eso y en eso le hablo al muchacho.

—De acuerdo, ahora posees en tu cuerpo unos sensores nerviosos y musculares que te permitirán sacar las alas, solo concéntrate, cierra los ojos, ¿De acuerdo?

Lucían solo asintió con la cabeza y el muchacho cerro los ojos y solo se calmó, solo intento despejar su mente y centrarse en las alas, suspiro y en eso este movió los brazos y de pronto salieron de sus brazos unas alas de un tipo de plástico, era de un particular color negro translucido.

Lucían abrió los ojos cuando se dio cuenta de esto y observo las alas con detenimiento para en eso ver a Raquel, y seguido a Arthur.

—Mola, me queda bien. — hablo Lucían con una ligera sonrisa ante esto.

Lucían vio como las alas se guardaron al poco y Raquel en eso le explico a Lucían.

—Las alas creadas a partir de los compuestos plásticos con los nuevos compuestos que descubrimos son duros como el acero, con una resistencia increíble. Cuando se guardan dentro, se vuelve como líquido gracias a unos nuevos compartimentos que tienes que te pusimos inter-cutáneo. Con el tiempo, si te falla, tienes en el brazo derecho tienes un compartimento donde se puede llegar a modificar el cómo puede salir el.

Lucían solo dio una ligera sonrisa ante esto y en eso el muchacho le dio un apretón de manos a la adulta.

—Gracias.

—Muy bien, hoy te daré el alta.

Raquel se despidió del muchacho y en eso el adulto le entrego unos nuevos pantalones para que se lo pusiese en vez de esa camiseta médica. Lucían se fue al baño y ahí se cambió, poniéndose aquellos pantalones y dejando a un lado aquella camiseta médica.

Eran unos pantalones sencillos blancos, por lo demás era ir a pecho descubierto, cosa que Lucían ya estaba más que acostumbrado por el tiempo.

Lucían y Arthur se fueron de aquella habitación y Arthur le paso uno de sus brazos los hombros a su hijo, como abrazándolo y le dio una ligera sonrisa.

— ¿Estas contento con tu resultado? — pregunto Arthur

—La verdad es que ha quedado mejor de lo que me imaginaba— hablo el pelinegro con una ligera sonrisa mientras veía sus manos.

Lucían en eso se vio que su rostro empezó a mostrar pena, cosa que se dio cuenta el adulto y le pregunto.

—Lucían, ¿Por qué estabas llorando esta noche?

Lucían se quedó callado un momento, no quería decirle sobre lo que había visto la noche pasada, el espíritu de Frezze, porque sentía que si eso se lo decía lo tomarían como loco y no deseaba eso, en vez de eso, le dijo lo que sintió.

—Yo... ¿Por qué sigo vivo? ¿Por qué he tenido que vivir todo esto? ¿Por qué yo?

Al muchacho se le llenaron los ojos de lágrimas, que empezaron a resbalar por sus mejillas, el chico se puso las manos en los ojos para que no se le viese las lágrimas. El adulto se impactó por esto y en eso lo abrazó fuertemente.

—Nadie debe de pasar por lo que tú has tenido que pasar. Nadie merece vivir en esclavitud, nadie lo merece y menos un niño con tu edad cuando te encontramos. ¿Te queda claro mi pequeño? Todo lo que viste ha sido injusto y no te debes de culpa por eso. Esta situación, lo que tú has vivido, no es tu culpa.

Cuando esto pasó, Lucían lloro en el hombro de Arthur y le devolvió el abrazo con fuerza mientras se desahogaba. Estuvo un largo rato llorando en el hombro del adulto para en eso Arthur separarse del abrazo, le puso las manos en los hombros del muchacho mientras que Lucían se limpiaba con sus manos las lágrimas de sus mejillas.

Arthur en eso pensó algo y en eso vio al muchacho y le hablo.

—Lucían... Tengo una idea para que te pueda ayudar. Puede que no sea lo mejor, pero lo hable con Olivia que te puede ayudar e interesar a la misma vez.

Lucían se extrañó por esto dicho por Arthur y le pregunto.

— ¿El qué?

—Veras, Olivia va a ir a una de las bases, la base hipólita que se encuentra en las montañas, al noreste de aquí, era antigua iglesia que había y que ahora es una base, puede que te ayuden a encontrar motivos, a despejar la mente, además de que van a investigar a los lobos.

Lucían se sorprendió un poco por esto último dicho por Arthur.

— ¿Lobos?

—Sí, los lobos negros más en concreto, me ha contado Olivia de que los lobos negros viven cerca de los montes y la base hipólita se encuentra en las montañas, puede que te interese. Además de que te pueden ayudar como brújula moral, ayudarte mejor, la gente de ahí es mayormente gente con este tipo de conocimiento ¿De acuerdo?

—Pero... ¿Tú iras conmigo?

Arthur vio a los ojos a Lucían y lo vio un tanto inseguro ante esto y el adulto le acaricio la mejilla al muchacho.

— ¿Sabes? Sí... iré contigo. Necesitas más que nunca alguien que te guie, hablare con Olivia para ir con vosotros, creo que también irá Angélica para defender a la gente de allí.

Lucían se alegró ante esto y los dos se fueron de allí, llegando al pequeño piso. Cuando entraron vieron a un niño de cabellos negruzcos y ojos turquesas con pecas en sus mejillas. Tendría apenas unos 4 años

— ¡Tito Arthur, primo Lucían!

El pequeño se acercó y en eso el adolescente se acercó y lo tomo y lo levanto.

— ¿Cómo estas Jonathan?

Lucían dio varias vueltas al niño, que se rio ante esto y lo vio.

—Bien primo Lucían ¿Tú como estas después de eso?

—Estoy bien, no te preocupes. — respondió Lucían dando una ligera sonrisa ante esto.

Arthur vio esto y en eso observo a Casseday acercarse a él. El adulto de largos cabellos se vio que tenía ya un mechón de su pelo que era canoso.

—Le has comentado esto a Lucían, ¿No? Lo de la investigación en las montañas.

—Sí, se lo he dicho— respondió Arthur. — También creo que ir a allí le hará bien, le veo un tanto perdido y creo que ir ahí no le iría mal, estar una temporada en las montañas.

Casseday solo miro a su hermano y le pregunto.

—Tú iras con él, ¿No?

—Sí... Él me lo ha pedido, me ha pedido que fuese con él.

Casseday solo vio a su hermano y le dio una ligera sonrisa a su hermano.

—Considero que eres un gran padre, tienes a un chaval de unos 16 años y el chaval es muy educado.

Arthur dio una ligera risa ante esto y en eso se acercó a Lucían, que estaba con Jonathan jugando y le hablo al joven adulto.

—Oye Lucían, iré a hablar con Olivia y con Angélica sobre esto, ¿Vale?

—De acuerdo papá.

Lucían abrazo un momento a Arthur, un pequeño abrazo, para en eso Arthur irse de allí.

Lucían en eso se levantó y en eso vio a Casseday, para en eso hablarle.

—Voy a irme un momento a mi habitación, ¿Vale? Necesito un momento para estar solo.

Con estas palabras, Lucían se fue de allí. Jonathan vio esto y en eso se acercó a ver a su padre y le pregunto.

—Papá, ¿Por qué veo al primo Lucían tan triste?

Casseday se confundió al darse cuenta de esto y le pregunto a su hijo un poco extrañado.

— ¿A qué te refieres cariño?

—He visto en sus ojos mucha pena, creo que se siente muy mal, le pasa algo.

Mientras que Lucían...

Este llego a su habitación, la litera... La noche que vio la luna y se puso la meta de ponerse aquellas alas por Frezze. Recordaba todo lo que había vivido en ese mundo, en la ciudad. Llevo su mano al pecho y sintió su corazón latir, algo rugía dentro de él, todas aquellas vivencias... Se sentía como una escoria, una horrible escoria que no merecía vivir.

Lucían cayó de rodillas al suelo y este se rompió a llorar, se abrazó a sí mismo y en eso de pronto vio que de la luz de la ventana empezó a materializarse en Frezze, esa ave se acercó dónde estaba el pequeño pájaro volando cerca de él, el pájaro apoyo su cabeza en la frente del muchacho y Lucían solo acerco sus dedos al ave de luz pero no lo tocó, sabía que aquel ser no podía ser tocado.

— ¿Qué es lo que yo tengo especial?

—Mi pequeño niño — hablo el pájaro de pronto — Aunque no puedo decirte a que estas destinado, tú puedes y tienes algo que ningún humano tiene. Conocerás mejor al señor para que comprendas tú misión, por ahora solo te lo puedo decir.

El pájaro de pronto en eso voló y simplemente se fue de allí, volando y desapareciendo de allí.

Lucían se quedó de allí, viendo por la ventana, vio sus lágrimas caer al suelo. Tembló, tembló mientras veía esto, su cerebro empezó a recordar las cosas bonitas que había vivido, lo que había vivido allí... Tenía felicidad. Pero no podía evitar hacer que su memoria, sus recuerdos de la ciudad también lo inundasen. Se sentía perdido, realmente perdido dentro de él.

Jonathan en eso entro a la habitación y vio el cómo estaba el pelinegro, por lo que se acercó un al joven adolescente.

—Primito, ¿Estas bien?

Jonathan se acercó más a Lucían y le abrazo.

—No me gusta ver al primo Lucían triste, eso me pone a mi también triste.

Lucían vio esto y en eso le devolvió el abrazo al niño, acariciándole el pelo instintivamente a Jonathan y le hablo al pequeño con tranquilidad.

—No pasa nada Jonathan... No pasa nada, es una crisis mía, es un problema mío, no tienes que preocuparte por mí.

—Pero me pone triste verte así, en serio... Yo no quiero que estés así.

Lucían solo le dio al pequeño una ligera sonrisa y en eso vio al muchacho y en eso vio al muchacho y hablarle con un poco de seriedad.

—Jonathan... Probablemente me vaya dentro de unos días.

— ¿A dónde te vas? — pregunto Jonathan a Lucían mientras lo veía.

—Voy a irme a investigar animales a las montañas, con el tite Arthur y las tatas Olivia y Angélica.

Jonathan se quedó sorprendido por estas palabras y en eso le pregunto, viéndose el niño preocupado.

— ¿Y cuánto tiempo estarás ahí primito?

—La verdad, es que no lo sé. Investigaremos unas cosas muy interesantes en una base en las montañas, solo me falta que me confirmen para que nos vayamos y ya está.

En eso Lucían se acercó a debajo de la litera de abajo y sacó una caja que tenía, abriéndola y viéndose que pegada con sus raíces y creciendo de aquella caja de cartón había una flor blanca, como una gran campana, de pistilos de color dorado.

—Este es un regalo para tú, te lo tenía pensado dar para tú cumpleaños número 5 pero... Creo que te lo mereces. — hablo Lucían enseñándole la peculiar flor— Es una "Azucena trepadora".

Esto maravillo a Jonathan, que tomo aquella caja con esa flor tan peculiar dentro y sus ojos se iluminaron de alegría.

— ¡Gracias por el regalo!

—Es un recuerdo especial para ti, Jonathan. Esas flores son capaces de escalar por cualquier tipo de superficie y pegarse como lapas a cualquier tipo de material con una velocidad pasmosa.

Jonathan abrazo de nuevo a Lucían y le hablo muy alegre.

— ¡Eres increíble Lucían!

—No soy increíble, solo soy alguien agradecido, ya está.

Lucían acaricio la cabeza del pequeño y en eso se levantó del suelo. Se iba a ir de allí hasta que en eso Jonathan le hablo.

—Te voy a echar de menos, Lucían.

Lucían solo se giró a ver a Jonathan, por lo que no le quedo de otra y se agacho para verlo, dándole una ligera sonrisa y le hablo.

—Anda, dale un abrazo a tu primo.

Jonathan se acercó a Lucían y lo abrazo con fuerza.

—Si en el tiempo que estoy afuera te ocurre algo, vendré aquí lo más rápido posible para ayudarte, ¿De acuerdo? — Hablo Lucían.

—De acuerdo primo.

Los dos se dejaron de abrazar y ahí Lucían se fue allí, Arthur en ese momento había vuelto, y ahora iba acompañado de Olivia.

—Lucían, ¿Estás preparado? — hablo Olivia con una dulce sonrisa en sus labios.

—Sí, estoy listo.

Arthur y Lucían se despidieron de Casseday y de Katrina y con esto, estos fueron donde los coches, se montaron en aquel Lacia en el que se montó Lucían ya hacía 4 años. Angélica apareció en ese momento de último momento y vio a los tres.

—Bueno, Vamos, ¿no?

La adulta le puso la mano en la cabeza al adolescente y le revolvió el cabello, sacándole una sonrisa al muchacho.

Arthur condujo aquel coche, teniendo de copiloto a Olivia y atrás estarían Angélica y a Lucían. Arthur arranco el coche y salieron de aquella base rumbo por el noreste. Lucían se quedó viendo por la ventana mientras viajan al coche, vio un momento arriba y vio coches voladores en la carretera aérea, pero que cruzaban por un momento hacia el sur a unos cuantos kilómetros de la base iota. Lucían solo recordó lo que había vivido en la ciudad, llevo su mano al rostro, restregando sus dedos a los ojos. Angélica vio esto y en eso le puso una mano en el hombro del muchacho.

— ¿Te encuentras bien?

—Sí... Estoy bien— simplemente hablo el muchacho, fingiendo claramente lo que de verdad sentía.

Angélica solo vio al muchacho con cierta preocupación, para seguido suspirar y ver al muchacho.

—Seguro que en te gustara la base hipólita, es... Más tranquilo, te gustara.

Lucían solo dio una ligera sonrisa ante esto, una tenue sonrisa un poco apenada.

—Lo veré. Tendréis razón pero quiero saber lo que hay ahí.

Y aquel viaje a la base hipólita, seguiría durante unas horas.


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