Capítulo 9

La noche fue una montaña rusa de emociones, de estar molesto Taehyung pasó a estar cansado de la situación que estaba viviendo con Jungkook. Ese punto muerto en el que se encontraba repitiendo siempre lo mismo, él solo y el castaño tan consumido y entregado a su trabajo que nunca estaba ahí con él. Promesas que quedaban en el aire que no eran cumplidas, destruyendo sus esperanzas y estabilidad emocional.

Encontró en la compañía de Jimin muchas cosas inesperadas, siempre se llevaron bien aunque no pasaran tanto tiempo a solas debido a que su pareja siempre estuvo con ellos. El rubio sabía cómo hacerlo sonreír y olvidarse de todos sus problemas, algo que tampoco era nuevo. Tenía la habilidad de hacerlo sentir el centro de el universo, encaramarlo en lo más alto de un pedestal y aunque esto pudiera parecer un tanto frívolo, Taehyung necesitaba de eso, sentirse importante para alguien, ser la prioridad de alguien.

Era consciente de que todo aquello era como una noche mágica que caducaría al concluir la jornada, el auge de emociones deshinibidas con el alcohol que los hizo relajarse.

— Por la soltería. — Sus recipientes colisionaron entre sonrisas amigables, pues por raro que pareciera anteriormente para Jimin, se sentían cómodos. — Sabes, no me explico cómo es que estamos solteros. ¿Qué hay de malo con nosotros?

— ¿Con nosotros? Absolutamente nada malo, allá quien no nos valore. — El rubio lo observó sonriente, es que se veía demasiado atractivo y tierno con sus mejillas ruborizadas.

A decir verdad, perdieron un poco la noción del tiempo entre risas y pláticas amenas, agradables para ambos. Congeniaban muy bien, mucho mejor que cuando se conocieron en la universidad. Ese recelo que en algunas ocasiones Jimin sintió de forma esporádica volvían a desaparecer. Podía entender porqué su ex novio y primer amor se sintió atraído de ese castaño, su personalidad, su belleza era innegable e incluso esos labios que abrazaban el metal y absorbían el vino de arroz eran completamente cautivadores.

Se removió incómodo en su asiento al sentir como extrañamente su entrepierna le palpitaba frente a algo tan común que, acompañado de sus pensamientos lascivos causaron un efecto que no esperaba.

— ¿Todo bien? — Preguntó Taehyung al verlo frotar su rostro y beber de golpe lo que quedaba en su recipiente, suspirando con pesadez. — Si ya deseas irte podemos hacerlo, creo que hemos alargado la última noche del viejo año y el recibimiento del nuevo lo suficiente.

— No es eso, sólo... — Notó como se humectaba los labios y aquella masculinas manos de considerable tamaño se posaban sobre sus muslos. Lo escuchaba pero no procesaba correctamente sus palabras. No sabía si Taehyung lo había notado o no pero no estaba muy seguro de haber podido ocultar correctamente sus pensamientos. — Es sólo que estoy un poco cansado. ¿Te molestaría si te acompaño a tomar un taxi?

— No, claro que no, vamos. — Contestó con una sonrisa buscando su billetera para pagar pero Jimin lo detuvo diciendo que se encargaría de todo.

Lo vio levantarse de su asiento notando como el pantalón se adhería a su cuerpo mostrando lo bien formado que estaba. Su trasero era tan sorprendente como sus muslos y jugosos labios. No le costó caer en cuenta de sus pensamientos, desviando la vista mezclando un poco de agua en su recipiente para calmar el vapor que incrementaba en su interior. Ya había olvidado lo que era sentirse apresado por un cuerpo así, perderse en el interior de alguien.

Desde el momento en que comenzó con Jungkook, cedió ese otro rol que le gustaba desempeñar. Difícil no fue, poniendo de lado que su pareja le complicaba resistirse a sus caricias volviéndose un manojo de placer receptor de cada cosa que le hacía, no le importaba entregarse a alguien que amaba. Entregarse en cuerpo y alma a su pelinegro fue algo que hizo siempre gustoso pero no podía negar que esa otra parte le faltaba.

Conversado, pedido casi en ruego, no hubo forma de que Jungkook le permitiera tomar el control como activo en la relación, ni siquiera con juegos y apuesta. No sabía cómo lo hacía pero su ex novio solía ganarle en cada juego o apuesta que hacían. Cuando le dijo que cedía en todo, incluso en la cama, no era mentira. Era siempre él quien debía comprender y aceptar cada cosa, poner de lado sus gustos de forma comprensiva para que todo fluyera mejor; no le importaba que fuera egoísta pero él necesitaba mínimo la misma reciprocidad de su parte.

No se trataba de sexo, no era solamente ese punto de intimación porque de hecho, no había un solo encuentro que él no disfrutara al máximo, ya fuera que hicieran el amor salvajemente y desenfrenado o lo hicieran de la forma más complementaria y tranquila. No obstante, siempre sentía que algo faltaba. Las pocas veces que tocaron el tema con seriedad, esto le fue negado, motivo por el cual simplemente se resignó.

— ¿Listo? — Preguntó Jimin sacándolo de sus cavilaciones, asintiendo como respuesta, elevando sus comisuras y alejando los pensamientos de Jungkook de su cabeza. Ya habían terminado, no quería seguir dándole vuelta a algo que no cambiaría. — Mira tu billetera, no la dejes encima de la mesa.

— A sí, gracias. — Agradeció con una sonrisa y siguió al rubio hacia la salida.

Inicialmente, el mayor deseaba acompañarlo hasta su casa pero a raíz de los últimos pensamientos nada decentes que tuvo bajo los efectos de la larga noche y lo que quedaba de alcohol en su sistema, lo más prudente era enviarlo solo para que no emergiera de él su lado más perverso y necesitado sexualmente hablando.

— Gracias por la gran noche, creo que de no haber sido por ti la hubiese pasado fatal. — Mencionó Taehyung deteniéndose frente a la fila de taxi que aguardaba a pocos metros del restaurante.

El sol brillaba a pesar del frío clima, ya eran cerca de las nueve de la mañana y ellos seguían deambulando por las calles ese primero de enero. Celebró mentalmente el castaño como el contrario lucía, tenía un excelente gusto al vestir y lucía mucho más atractivo de lo que había visto desde que lo conoció. A ver, era claro que Jimin era un hombre bello, quien no viese eso era ciego pero nunca lo miró como hombre, nunca hasta ese día.

— Gracias a ti, yo también lo pasé muy bien. Fue bueno reencontrarnos luego de tanto tiempo y compartir como lo hicimos. — Taehyung le abrió la puerta del vehículo y con sola esa acción su corazón dio un vuelco extraño, haciéndolo sonreír. Todo un caballero. — Espero que nos veamos en otra ocasión.

— Cuenta con eso. — Se acercaron para despedirse, sin poder ponerse de acuerdo en ese momento qué mejilla besar primero, chocando sus labios en el trayecto. — L-Lo siento. — Musitó el castaño tan sorprendido como apenado pero cuando sus ojos se encontraron con los de Jimin, cuando vio ese brillo y deseo que desprendían, una fuerza ajena a él lo hizo tomarlo por la cintura y plantarle un beso plagado de deseo.

Estaban en plena calle, en una ciudad aún conservativa que no veía aún con buenos ojos las relaciones entre personas del mismo sexo pero todo eso pasó a un segundo plano, ni siquiera pensaron en los transeúntes que por allí pasaban o del mismo taxista.

Sus bocas se habían encontrado con codicia, afanes por sentirse y sus lenguas se enroscaban con vehemencia, separándose cuando ambos sintieron que había sido suficiente, respirando agitadamente.

— Vamos a tu casa, — fue lo único que dijo el castaño recibiendo un asentimiento por la contraparte.

No dijeron nada en todo el camino, controlándose por no crear una escena frente al hombre que a cada segundo miraba por el retrovisor en dirección a ellos. Adivinar que fueron vistos por él fue fácil y aunque no les importaba demasiado, no creían prudente darle más material.

Entraron al elegante edificio en silencio, Jimin saludó cordialmente a los recepcionistas sin detener su paso hacia los ascensores. Introdujo el número de su piso seguido de la clave de ingreso a su casa y, una vez llegado a su destino, que las puertas se abrieron mostrando su apartamento, Taehyung lo volvió atraer en un nuevo beso que se interrumpía de vez en cuando mientras ellos buscaban deshacerse de toda la ropa que traían encima.

Los pasos eran erráticos pero no tanto como sus respiraciones. Sus corazones de desbocaron ante la situación, haciéndolos actuar con cierta torpeza. Para el momento que estuvieron en el dormitorio del rubio, solamente llevaban sus bóxers.

Taehyung lo empujó hacia la cama, viéndolo caer con una sonrisa mientras trituraba eróticamente su labio inferior, regalándole una vista exquisita que no pensó tener en ese instante. El cuerpo de Jimin lucía excelente vestido pero así, era divino, como si fuera un ser de otro mundo. No contaba con los prominentes músculos de Jungkook pero cada músculo resaltaba en su sitio. Abdomen marcado, muslos de muerte y un rostro que desencadenaba las más lujuriosas intenciones.

El dueño del lugar se sintió vibrar con esa mirada candente que lo instaba a desnudarse, a provocarlo mucho más. ¡Dios! Estaba a punto de tener sexo con quien fue pareja de su ex novio y aunque eso lo frenó en la disco mientras sus cuerpos se rozaban con descaro o incluso en el restaurante, ahora lo encendía más. Quizás estaba cometiendo un error pero uno jodidamente delicioso del que podría o no arrepentirse luego.

— ¿Dónde guardas tus condones? — Preguntó Taehyung con sus ojos en llama, haciéndole caso al último hilo de raciocinio que le quedaba porque bien sabía él que una vez que sus manos se colocaran sobre ese cuerpo, no iba a atinar a nada más.

— Detrás de ti. — Su boca señaló a una especie de cómoda situada a la espalda del castaño, viéndolo ir y sacar una tira de envolturas doradas y un frasco que allí también se encontraba para tirarlos en la cama y acercarse a él con rapidez, volviendo atrapar sus labios y unirlos con desenfreno.

No necesitaban palabras, parecían saber justamente lo que quería o necesitaba el otro, haciendo todo el proceso más ameno y fogoso, sin interrupciones. Manos que palpaban pieles ajenas, bocas que las acompañaban en su recorrido. Miradas cómplices que cometían delitos placenteros.

— Sabía que tu boca era capaz de muchas cosas. — Musitó Jimin en un raro letargo donde se encontraba su mente.

— Todavía no has sido testigo de nada. — Sonrió lascivo volteándolo, admirando su espalda y ese trasero en el que deseaba perderse con prontitud.

Aún cuando la necesidad y la lujuria le exigían dejarse llevar, Taehyung mantenía su cordura, tomándose el tiempo necesario para disfrutar cada centímetro de esa magnífica silueta que parecía acoplarse perfectamente bajo su cuerpo. Sobre la tela de su húmeda ropa interior. Se movió frotando su entrepierna con aquellos glúteos que se alzaban a su encuentro. Los apretó y amasó con descaro, dejando un surco de besos que iba desde su nuca hasta su espalda baja por toda su espina dorsal, ascendiendo por los costados y tomándose el tiempo para hacerlo gemir con solo mordidas en su cuello.

Para su sorpresa, Jimin era increíblemente receptivo, tan sensible como sensual y cada vez que besaba la parte posterior de su oreja reía como el niño que no parecía momentos atrás. Aquello lo provocaba sobremanera pero amaba la dualidad, misma que él mismo exudaba y adoraba ver en alguien más.

Las caricias de Taehyung se sentían tan certeras, tan correctas como las que no había sentido desde la última vez que intimó con el pelinegro siendo un adolescente. El sexo no fue algo que faltó en su vida pero no todos los compañeros sexuales lo hacían sentir tan bien con solo leves caricias y tenues besos acompañados de uno que otro mordisco. Podía sentirlo aprisionando y presionando sus caderas, haciendo que con sus pseudo envites su miembro friccionara dentro de su propia ropa interior contra la cama.

Aquello le recordaba momentos de su pubertad en donde buscaba placer masturbándose con sus cojines y almohadas, llegando a alcanzar orgasmos genuinos y deliciosos con solamente friccionarse contra ellos. Otra cosa era sentir aquello que no imaginó, no creyó que el castaño fuera a estar tan bien dotado como lo sentía, ese bulto que se restregaba contra él era sorprendente.

No puso resistencia cuando sintió los largos dedos estirar el elástico negro para luego hacerlo descender, al contrario, gimió aliviado al sentir su erección liberada. Sus cachetes fueron abiertos y aunque no le veía, un remolino se formaba en su vientre con solo imaginar la lasciva mirada que le estaban dando.

— Es increíblemente hermoso. — Susurró Taehyung embrujado por aquel anillo de carne que tan buen trasero ocultaba. — Hermoso...

Fue lo que repitió llevando su dedo pulgar a la hendidura, viéndolo contraerse frente al tacto, estudiando con sutileza todo el lugar. Mordía sus labios sin poderse creer aquello, ya no recordaba la última vez que tuvo algo similar a su merced porque estaba claro que jamás tuvo a alguien tan perfecto como ese rubio en su cama antes de Jungkook.

Era extraño el sentimiento de posesividad que como un látigo fugazmente lo azotó. Absurdo, no tenía derecho alguno pero por breves segundos odió que cualquier persona antes que él hubiera tenido la oportunidad de perderse ahí, tampoco que alguien luego de él volviese a entrar allí. Introdujo su pulgar sin aviso y junto a gemido gutural, el rubio dio un respingo, apretando sus sábanas con ahínco.

Se inclinó hasta dejar su boca a la altura de sus nalgas, mordiendo primero la derecha, luego la otra, azotándolas sin infligir dolor con la palma de su mano. Claro que para Jimin, aunque no dolió como tal, sí pudo percibir un rico escozor que elevó más su deseo.

Al castaño le costaba reconocerse frente al espejo que tenía delante cuando se incorporó. Había perdido todo contacto con ese lado dominante que por años dejó dormido y que ahora volvía casi a la vida rugiendo por la sed y necesidad de saciarse.

Retiró con cuidado su dedo y estiró la mano para hacerse con dos cojines que colocó bajo su cuerpo para dejar a su merced ese apetitoso trasero que no tardó en degustar.

— ¡Diablos! — Dejó escapar Jimin hundiendo la cara en la almohada.

Aquella lengua era peligrosa, no le daba tregua y estaba contento de cerciorarse que su imaginación no llegó al nivel correcto y que, justo como el castaño minutos antes le dijo no había sido testigo de todo lo bueno que esa boca podía hacer. Le comenzó a resultar difícil controlar sus gemidos cuando esta fue ayudada por un dedo que entró como Pedro por su casa sin necesidad de más lubricante que el de su saliva.

Estar tranquilo sin que sus caderas fueran al encuentro de esos dos dedos que lo profanaban, una tarea extremadamente complicada, casi imposible de cumplir. Cada vez que sus nalgas eran apretadas o palmeadas, nuevas oleadas de placer se desencadenaban. Comenzaba a preguntarse cómo un hombre así puedo estar con Jungkook, eran tan similares que como polos iguales deberían haberse repelado. Esa pudo haber sido la razón de su ruptura o al menos, una de ellas.

La inclusión de un tercer dedo eliminó todo lo que por segundos en su cabeza se instaló, intentando gatear para huir por inercia cuando su próstata fue sometida bajo el yugo de sus intrépidos dígitos. Era un amante digno de su cuerpo que sabía entregarle todo lo que necesitaba en sus dosis exactas, como si lo conociera de atrás.

Cada reacción despertaba en Taehyung el deseo de hacerlo sentir mejor y mejor, buscando inconscientemente dejar una huella aunque fuera física en ese rubio. Quería que eternamente recordara ese día, a él.

Se tomó su tiempo para estirarlo, consentirlo y prepararlo aunque estuviera desquiciado por enterrarse en las profundidades que sus manos ya conocían.

Cuando volteó su cuerpo para mirar su rostro mientras buscaba el lubricante y los condones, Jimin lo detuvo, incorporándose para ser él quien lo despojara de la última prenda de ropa remanente. El castaño lo miró un tanto sorprendido pero se dejó hacer al percatarse de sus intenciones.

Sus labios volvieron a encontrarse de forma lánguida aunque por segundos escalaba de niveles hasta que el menor enredó los dedos en su cabello regresándolo al camino inicial que el rubio siguió gustoso.

Ver como con parsimonia aquellos labios se abrían para rodearlo, jugueteando con cada centímetro de su falo antes de finalmente dignarse a engullirlo y hacer una felación con gula, fue lo más erótico pero también tortuoso que veía en mucho tiempo. Su boca era tan cálida y su lengua presionaba tan bien, lo enrollaba tan bien que simulaba la de un demonio ficticio, uno sexual y avasallador.

Su cabeza se inclinó hacia atrás, sin dejar de acariciar el rostro y los cabellos rubios que sentía bajo su tacto. En algún momento donde contenerse fue dificultoso, lo sostuvo con fuerza y fue él quien marcó el ritmo con su cadera, viendo como su miembro se perdía en su totalidad en aquella garganta profunda que tanto lo ensalivaba.

— ¡Suficiente! — Demandó con voz ronca y gruesa, embaucado por la placentera sensación que casi lo hacía terminar, tirando de él para besarlo y hacerlo caer nuevamente en la cama. — Tu boca es igual de maravillosa.

Esta vez sí alcanzó con éxito el frasco, empapando su mano de lubricante para condicionar la zona. Con sus dedos volvió a tomarse un tiempo prudente, masajeando ese punto que lo hacía abrir más sus piernas y lanzar sensuales agudos. Desenrolló con cautela aquel condón, recordando el tiempo que hacía que él no veía uno y mucho menos lo usaba.

La ansiedad y deseo evidenciados en ese angelical y a su vez endemoniado rostro le caló profundo, haciéndolo sonreír por reflejo. La entrada a su interior fue rápida y certera, creyendo por un momento ser incapaz de contenerse. Buscó su cuerpo y lo abrazó, sintiendo como a pesar de su rigidez rápidamente el mayor volvía a relajarse, acariciándole la espalda y besando su cuello, siendo esa vez el momento más íntimo que habían compartido.

En esos segundos en los que aguardaba para que se acostumbrara el contrario a su repentina invasión, así como para poder recuperarse él, dejaron el sexo a un lado y se consintieron como si fueran una pareja de enamorados y no dos hombres locos por liberar esa tensión sexual que los embrollaba.

Jimin se sentía realmente bien pese a la incomodidad que iba mermando porque era agradable que aún conscientes de que eso podría ser simplemente sexo ocasional, se trataban con respeto, velaban por las necesidades contrarias y verdaderamente se compenetraban. No importaba si no volvían a verse pero, al menos en ese momento, no eran solo recipientes de carnes, sino personas disfrutando de algo tan primitivo y esencial como eso.

Cuando el primer movimiento llegó, el gutural gemido ahogado en su garganta no se hizo esperar. Su cuello recibía besos y mordiscos leves que lo relajaban aún más, envolviendo automáticamente el cuerpo contrario entre sus piernas. Taehyung se separó, apoyándose en sus manos, viendo esa mirada y sonrisa algo distorsionadas por sus penetraciones. Ese hombre era realmente hermoso.

Los primeros minutos fueron contenidos, entre envites lentos pero firmes y constantes, besos y miradas mucho más íntimas de lo que ambos querían. Caricias, gemidos junto a una que otra sonrisa que abandonaban sus labios. Sin embargo, según pasaba el tiempo, todo el entorno se caldeaban, más los protagonistas de esa escena que comenzaron a exigir más con sus cuerpos.

El lado meticuloso y controlado de Taehyung fue la antesala para ese dominante que se apropió de la situación, llegando incluso a ser brusco en algunas de sus acciones aunque no fuera con intención. Elevó las piernas de Jimin, sosteniéndolas entre sus manos mientras sus caderas se agitaban de adelante hacia atrás realmente rápido, tocando una y otra vez ese dulce lugar que hacía gemir como loco al rubio que aún acostado tiraba de sus cabellas cada vez que él se inclinaba hacia adelante.

Cuando sus manos estaban libre ignoraban su propia erección, yendo en busca de cualquier pedazo de piel expuesta del castaño para acariciarlo y otras simplemente se aferraban a las sábanas o a su propio cabello. Estaba en un estado delirante en donde no sabía qué hacer, solo entregarse por completo a la mejor follada que había recibido en casi una maldita década.

Sus piernas volvieron a tocar la cama pero sus caderas fueron elevadas y aprisionadas en esos firmes dedos que quizás podrían dejar alguna marca débil debido a la presión que ejercían. Taehyung no exteriorizaba los gemidos pero los gruñidos se acumulaban en su pecho. Aún cuando el mayor se había ajustado a él y podía moverse con libertad por su interior, este lo apretaba tanto que lo hacía casi enloquecer y entrar en su mismo estado de delirio.

Estaba amando volver a sentir esa sensación, su miembro siendo succionado por un trasero, uno tan perfecto como el de Jimin, excesivamente cálido, tanto que lo quemaba y obligaba a calmar el calor con movimientos más veloces y frenéticos. Amaba ser cogido pero también coger, lo había necesitado más de lo que él mismo se imagino y en ese instante, lo estaba disfrutando sobremanera, entregado a ese rubio que gozaba gracias a él.

Hubieran querido extender ese encuentro pero sus cuerpos no podían contenerse más, vibraran en un grito tácito que exigía liberación.

— T-Taehyung... — Jadeó Jimin con ojos cristalizados con voz quebrada, empuñando la sábana con ahínco. — Y-Ya...

El castaño gruñó frente a esto, intentando resistirse a la urgencia de su cuerpo por liberarse pero con unas pocas embestidas más, se corrió mientras masturbaba al rubio. No obstante, su erección no bajó inmediatamente, le dio el tiempo suficiente para lograr que el contrario también se corriera en su mano, alzándose para abrazarlo, haciéndolo caer en la sábana.

Sus cuerpos sudaban, estaban pegajosos y aunque deseaban permanecer así, era un tanto incómoda, a eso agregándole que a Taehyung le urgía retirar el condón antes de que toda su erección desapareciera y el desastre aumentara. Se turnaron para tomarse una ducha, siendo Jimin el primero en ir y, para cuando el castaño regresó, ya la cama estaba impoluta.

No se dijeron nada más, solamente se besaron, abrazaron y quedaron dormidos envueltos en aquella cama que fue testigo de un momento sin igual entre esos dos hombres que tan bien se habían acoplado entre sus mantas y respiraban acompasados sin poner espacio entre sus cuerpos.

Para el momento en que el menor abrió sus ojos y vio el monumento de hombre a su lado, todos los recuerdos se agolparon en su mente. Había estado sobrio, el alcohol consumido pese a ser alto no fue lo suficiente como para echarle la culpa a eso. Culpa, justamente eso era lo que comenzaba a cundirlo porque si bien ya no estaba con Jungkook, tenía ese amargo sabor de boca como si le hubiese sido infiel y por otro lado se encontraba ese que estaba aferrado a él, abrazándolo con casi una sonrisa en sus labios pese a estar dormido.

Apretó sus ojos con las bases de sus palmas y exhaló algo incómodo. Intentó moverse pero esos brazos se ciñeron más a su cintura, con un quejido, renuentes a dejarlo ir. Dejó de insistir por unos minutos para luego volver a intentarlo, lográndolo esta vez.

— ¿Cómo dormiste? — La voz a su espalda lo sorprendió mientras se vestía, había visto su reloj y eran casi las cinco de la tarde. — ¿Ya te vas? — Volvió preguntar ahora sentándose por dos segundos en la cama antes de retomar su posición. Ya sabía él que podía ser así. — Al menos come algo antes de irte, con todo el alcohol que consumimos y la actividad física puede que tu cuerpo se lo recienta. Te dejé algo preparado en la cocina junto a unas pastillas para la resaca. — Musitó con su lengua tropezando debido a que aún estaba adormilado.

¿Le había hecho algo de comer? ¿En qué momento? Se durmió tan rápida y profundamente que no sintió cuando Jimin antes de rendirse al sueño se levantó para prepararle algo porque sabía que una vez que se durmiera no tendría más deseo de nada.

— Sí, dormí bien, tanto que mira la hora en la que desperté. — Rió algo apenado por haber pensado en hacer la típica huída de idiotas. — Debo irme, no quería despertarte.

— Teniendo en cuenta que nos dormimos casi al mediodía no has dormido nada. — Bostezó intentando desperezarse, moviéndose por toda la cama sacándole una sonrisa al castaño.

— ¿Comerás conmigo? — No sabía si era correcto pero le pareció lo más sensato luego de casi comportarse como el típico jugador nocturno que folla y huye.

Jimin se sorprendió, ensanchó sus ojos bajo aquellas sábanas sin poderse creer lo que escuchaba, perdiendo del tiro todo el sueño que le quedaba. Se destapó encontrándose con una sonrisa tímida que nada tenía que ver con el hombre que casi le perfora sus órganos internos y no pudo evitar sonreír. Salió de la cama sin perder su sonrisa, dándole una nalgada para correr al baño, cepillarse los dientes y regresar a su habitación, tomarlo de la mano e ir juntos hacia el comedor.

Luego de ese día los mensajes de Jimin llegaron puntuales, preocupándose por su persona y haciéndolo reír aún cuando estaba decaído y triste perennemente debido a su ruptura con Jungkook. El mayor se las arregló para sacarlo de su casa y entre una cosa y otra, terminaron creando en poco tiempo casi una relación que terminó en aquel restaurante cuando Taehyung le dijo que había vuelto con su pareja.

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Para aquellos que no les guste el capítulo, por favor, absténganse de malos comentarios. Para comprender varias de las cosas que sucederán debía relatarlo además, si he de ser sincera, quería hacerlo. 🙈 Lo siento.
Espero que todos hayan estado bien, yo estoy algo ocupada en estos días pero nos leeremos pronto.
Lored

¡Sandy de mi corazón! ¡Feliz cumpleaños atrasada! Prometí actualizar ayer y realmente no pude hacerlo, me siento fatal. Espero que hayas tenido un hermoso día, te quiero mucho mi hermosa venezolana.

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