Capítulo 7.


Después de la obra, me volví la peste para Mindy y su grupo de amigas pero no se atrevían a hacerme nada, ya que Adonis y Aquiles se volvieron más cercanos a mí y eso era bueno, al menos ya tenía con quién convivir en los ratos libres, no podía estar siempre pegada a Lola... Ah, y al imbécil de Ronny, que cada vez que me veía gritaba "Maricucha", el muy hijo de la tostada. Aristóteles, en cambio, prefería mantenerse alejado, por mí mejor, no quería convivir con ese mamoncito que se sentía la gran cosa solo por ser rico.

Una tarde después de la escuela, Adonis se acercó a mí con una sonrisita.

—Chaparrucita, ganaste la apuesta —me indicó, ya ni siquiera la recordaba—. ¿Qué quieres? ¿Prefieres que te lleve a algún lugar o que te compre algo?

—Mmm, déjame pensarlo. —Coloqué mi dedo índice en mi barbilla—. No la vas a tener fácil. —Me regodeé—. Puedo exigir que me lleves de vacaciones a algún resort lujoso, al que nunca podría ir por mis propios medios, o que remodeles mi casa, ya se está cayendo y nadie hace nada. —Me quedé pensativa. Adonis lanzó un suspiro.

—Ven, te llevo por un elote.

—¡Jalo! —Exclamé con emoción, entrelazando mi brazo con el de él; ya no me molestaba la idea de que se volviera mi cuñado, hasta era beneficioso para mí. La idea de que pagara la apuesta con un elote no me molestaba, llevaba semanas con antojo de uno—. Y también voy a querer una caja de chicles.

—Está bien.

Nos encaminamos a la salida y nos encontramos a sus primos.

—¿A dónde van? —Preguntó Aquiles. Aristóteles, en cambio, hizo una mueca y volteó el rostro para no vernos. Aproveché eso para sacarle la lengua.

—Por ahí —respondió Adonis.

—Inviten.

—No, esto es algo entre ella y yo.

Aristóteles soltó una risita molesta.

—Eres un cínico, Adonis, no puedo creer que te quieras ligar a dos hermanas, eso ya es demasiado hasta para ti.

Estuve a punto de reclamar, Adonis y yo no teníamos nada romántico y era hora de que el imbécil de Aristóteles lo aceptara, sin embargo el rubio me ganó la palabra.

—¿Estás celoso, primito? —Rio con burla. Volteé hacia él y noté que sus ojos azules chispearon con diversión—. Yo qué culpa que nunca hayas tenido una novia de verdad.

«¿Novia de verdad?» pensé confundida pero no pude preguntar nada, ya que Aristóteles lo miró con enfado.

—Al menos no soy un sinvergüenza como tú. A diferencia de ti, yo busco algo serio.

Adonis alzó el rostro con un gesto soberbio.

—Yo igual, campeón. Quédate tranquilo, no tengo ningún interés romántico en María Susana, solo es mi amiga.

—¡Ya cállense! —Exclamé, atrayendo su atención—. No es que él esté celoso —señalé a Aristóteles—, lo que pasa es que cree que soy poca cosa para ti y finge que le preocupa mi bienestar y el de mi hermana. Y entiendo, al menos Karen es hermosa, pero yo también soy bonita y valiosa, al menos eso me dijo mi papá, claro, cuando era chiquita pero no creo que haya cambiado de opinión.

Los tres se quedaron callados un momento, observándome y poniéndome nerviosa. «Ahora me examinan». Me crucé de brazos.

—¿En serio piensas eso? —Preguntó Aristóteles con un tono muy suave para venir de él.

—Sí, bueno, ya fue suficiente. —Sin decir más, jalé a Adonis para que fuéramos por ese elote—. Ya nos vamos.

—Limoncito —dijo Aristóteles pero lo ignoré—. María Susana... ¡Sue! —Gritó. Me detuve y volteé hacia él para preguntarle qué quería pero Adonis siguió avanzando. Tuve que seguirle el paso para no caerme.

—Tu primo quiere decirme algo.

—Que te lo diga después.

Regresé mi mirada al frente y me encogí de hombros, Adonis tenía razón, su primo podía esperar pero el elotero no, ese desgraciado corría cuando daban las cuatro en punto.


***


Al siguiente día, muy temprano, entré al aula y noté que los Gold ya se encontraban ahí. Saludé a Aquiles y a Adonis con normalidad y me coloqué frente a Aristóteles, que estaba en su silla, enfocando en sus apuntes. Al notarme, alzó el rostro.

—¿Qué? —Me miró con un gesto aburrido.

—¿Qué querías decirme ayer? —Pregunté con su mismo tono indiferente.

—¿Ayer? —Empezó a ponerse nervioso, incluso lo vi tragar grueso—. Nada.

—¿Es en serio? —Puse los ojos en blanco—. Hasta me gritaste.

—No es cierto. —Se hizo el tonto.

Suspiré con frustración y me alejé. Camino a mi asiento, Adonis se colocó frente a mí y me tendió una cajita envuelta con papel de regalo, arriba contaba con un moñito dorado.

—Toma, aquí está lo que te prometí.

La agarré sin preguntar, sabía que era mi caja de chicles, aunque no tenía idea de por qué se había molestado en envolverla de esa manera. Sin duda era raro. Aquiles, que vio todo, empezó a lanzar cuestionamientos.

—¿Qué es eso? ¿Le diste un anillo de matrimonio? —Preguntó el pelirrojo—. ¿Es un regalo de compromiso? ¿O acaso tienen un negocio turbio y secreto?

Aristóteles, en cambio, empezó a reclamarle.

—¿Qué es eso? Y dices que no buscas nada romántico con ella. ¿Qué le diste? Eres un falso, Adonis, en serio...

El rubio se limitó a sonreírles sin responder nada. Yo tampoco pensaba darles explicaciones, que pensaran lo que quisieran.

Supuse que esa tarde Adonis les comentó a sus primos que no había anda entre nosotros, pues recibí un mensaje de Aquiles, hacía poco había intercambiado números con él y con el rubio.


Aquilesbailo: Pulguita, te invito a cenar esta noche.


Alcé una ceja, mirando mi celular.


Yo: ¿Para qué o qué?

Aquilesbailo: Pues para comer, tonta.

Yo: No.

Aquilesbailo: Ándale, ve.


Me quedé pensativa unos segundos, hasta que tecleé mi respuesta.


Yo: ¿Por qué me estás invitando?

Aquilesbailo: Mi cita me acaba de avisar que le tuvieron que sacar las muelas del juicio y ya tengo la reservación. Además de todas las chicas del club de atletismo, eres con la que mejor me llevo.


Rodé los ojos. «Con razón».


Yo: Así que soy tu plato de segunda mesa, ¿eh?

Aquilesbailo: Sí. ¿Pero apoco vas a negar comida? ¿Prefieres la comida desabrida de tu madre o la de un lujoso restaurante?


Tenía un buen punto pero quise hacerme la interesante, así que escribí mi respuesta.


Yo: La comida de mi madre es fabulosa, te tragaste todos los frijoles y las quesadillas, no te hagas, además no me gusta ser la última opción.

Aquilesbailo: Bueno, si no quieres ir cancelo la reservación y ya.


«No, eso no estaba en mis planes» pensé con desesperación.


Yo: No, no, no te precipites. ¿A qué hora nos vemos?

Aquilesbailo: Paso por ti a las ocho.

Yo: Oki :)


Miré el reloj, tenía una hora para arreglarme. Me duché rápido y me puse ropa decente, al menos para no lucir como una vagabunda. Salí de mi habitación y me encontré con una escena que no esperaba: Lira tenía un ataque de ira y aventaba los cojines de la sala contra la pared.

—¿Qué pasó?

—Su novio la acaba de dejar por teléfono —murmuró Karen—. Le dijo que está loca, que es una celosa, posesiva y tóxica. No lo culpo por pensar eso pero no se lo tuvo que decir en voz alta. —Me mostró una sonrisa lamentable.

—¡Agh, maldito escuincle! —Exclamé—. ¿Por qué hace esto cuando estoy a punto de ir a cenar?

—Lira, deja de aventar los cojines —decretó mamá.

Mi linda hermanita, haciendo caso a sus órdenes, dejó el cojín en su lugar y tomó un jarrón para lanzarlo contra la pared.

—¡Cabrona! Mi jarrón —reclamó pero a Lira le valió.

—¡¿Por qué me hizo esto?! —Chilló—. ¡Yo siempre fui buena y comprensiva con él! —Limpió sus lágrimas con su antebrazo derecho y se quedó quieta. Creímos que se había tranquilizado pero de repente lanzó otro grito y siguió aventando objetos hacia la pared.

—Te dije que ese escuincle feo no te convenía —indicó mi madre pero no ayudó mucho, ya que Lira empezó a jalarse los cabellos con más fuerza de la que siempre usaba.

En ese momento, mi celular vibró. Vi el mensaje y tecleé mi respuesta con rapidez.


Aquilesbailo: Estoy afuera de tu casa.

Yo: Voy a tardar en salir, mi hermanita está teniendo una crisis.

Aquilesbailo: ¿Y eso?

Yo: Su novio la dejó y le dijo tóxica.

Aquilesbailo: Auch. Si quieres puedo ayudar.

Yo: No creo que sea posible.

Aquilesbailo: He calmado a las exnovias furiosas de Adonis, creo que puedo con tu hermanita.


No estaba muy convencida pero accedí. Abrí la puerta de la casa y él se bajó de su lujoso auto.

—Hola, Pulguita.

—Hola, Aquilesbailo.

—¿Puedo pasar?

Me hice a un lado, invitándolo a entrar a la casa. Él abrió los ojos con impresión cuando vio el desastre que había en la sala. En una esquina, Lira lloriqueaba y empezaba a enterrarse las uñas en los brazos, pude notar que sus manos estaban llenas de cabellos castaños.

Aquiles tragó grueso al verla, de seguro se arrepintió por quererse entrometer.

—¿Puedes con eso o no? —Pregunté con seriedad.

El pelirrojo asintió con la cabeza y se acercó a Lira con lentitud, como si se tratase de un animal herido. Ella, al notar su presencia, lo miró con sus ojos llorosos y se inclinó un poco, bajando el rostro para que no la mirase.

—Hola, Lira —dijo con voz tranquila—, ¿cómo estás?

Mi hermanita aplanó los labios, dispuesta a no contestar. Aquiles aprovechó y se acercó aún más. Cuando estuvo a una distancia prudente, tomó sus manos para que dejara de herirse con sus uñas.

—Te estás lastimando —murmuró.

—¿Y a ti qué? —Preguntó Lira en tono débil.

—Eres muy valiosa para estarle llorando a una garra fea, en serio.

Mamá soltó una risa pero Karen y yo la vimos con reproche.

—Perdón, es que tiene razón. —Lo señaló.

Aquiles, por su parte, llevó a Lira hacia el sofá y la sentó. Él se colocó a su lado y peinó sus cabellos con sus dedos.

—Así está mejor, ¿no crees? —Le preguntó con amabilidad. No tenía idea de que Aquiles pudiera ser tan agradable. Lira no respondió nada, se limitó a recargar su cabeza sobre su hombro.

Después de unos minutos en que Aquiles siguió peinándola, Lira entró en un estado de profunda calma y mamá, aprovechando la oportunidad, la llevó hasta su cama para que durmiera.

Karen volteó hacia Aquiles y le sonrió.

—¡Es un milagro que hayas venido! ¿Cómo supiste que te necesitábamos?

—Emm, en realidad voy a cenar con María Susana —explicó.

—¡Ah, qué bien! Vayan, no quiero que se les haga tarde.

—¿Estarán bien? —Pregunté sin estar muy conforme con la idea de irme en ese momento.

—Claro, tú no te preocupes, disfruta la cena con tu amiguito, yo le aviso a mamá que te fuiste con él.

Le tomamos la palabra y salimos de casa sin decir nada. Aquiles me hizo una seña para que me subiera al asiento del copiloto y obedecí sin dudarlo. Una vez que estuvimos dentro del vehículo, me atreví a hablar.

—Muchas gracias por lo de antes.

—No hay problema. —Me sonrió.

Nos quedamos en silencio unos segundos más, hasta que me atreví a hablar.

—Bueno, ya vamos a tragar, ¿no?

—Vamos.


***


Una vez que llegamos a nuestro destino, bajamos del auto y vi el lugar con asombro. Se veía muy lujoso y grande. Entramos al restaurante y un mesero nos dirigió a nuestra mesa. Mientras avanzábamos, miré a los demás, todos se veían muy elegantes y yo solo llevaba una blusa con el estampado de una caricatura y un pantalón de mezclilla; en seguida recordé que solo iba a comer, no a lucirme, así que se me pasó el malestar.

Nos sentamos en los asientos correspondientes y una mesera se acercó a tomar nuestra orden. Mientras la descarada le coqueteaba a Aquiles, yo veía el menú con emoción.

—Señorita —dije de repente, atrayendo la atención de la mesera—, estoy lista para ordenar.

La chica, que ya casi estaba sentada en las piernas de Aquiles, se enderezó y sacó su libretita... Me recordó a Lola la desvergonzada, creo que por eso me cayó bien.

—¿Qué desea ordenar?

—Quiero dos hamburguesas jumbo con carne y tocino, una orden de papas a la francesa, dos refrescos grandes de cola, un pastel de chocolate y una malteada de fresa.

Aquiles me vio con impresión.

—Pulguita, yo soy vegetariano.

Me encogí de hombros.

—¿Y a mí qué? Yo ordené para mí, tú ordena lo que quieras. —El pelirrojo abrió la boca con impresión y no atinó a decir nada, así que pedí por él—. Ah, al señorito tráigale una ensalada.

—¿De qué? —Preguntó la chica.

—Yo no sé de eso, supongo que la más verde que tengas.

—Está bien.

La señorita se alejó, dejándonos solos. Aquiles no dejaba de mirarme boquiabierto, así que le sonreí.

—Cierra el hocico.

Obedeció mi orden y entrecerró los ojos.

—¿En serio comerás todo eso?

—Y estoy siendo considerada porque tú vas a pagar, ¿eh? —Mentí, por supuesto que me aprovechaba de la situación.

—En la escuela no comes tanto, y esa vez que fuimos a tu casa...

—Porque debo medirme —lo interrumpí—, pero aprovechando que mamá no está y que tú pagarás...

—Ya.

Aquiles dudaba que pudiera comer todo lo que pedí pero le demostraría que mi estómago aguantaba eso y más. Cuando llegó la orden, me atraganté como una muerta de hambre mientras mi acompañante me veía con estupefacción.

—Me están dando ganas de vomitar de tan solo verte —murmuró.

—¡Qué débil! No que el quejón era Aristóteles. —Hablé con la boca llena. Él me vio con repulsión.

—Es difícil no sentir asco viéndote tragar de esa manera.

—Ay, ya, ya. —Tomé la servilleta de tela para limpiarme la boca.

Entre bocado y bocado, estuvimos platicando tonterías hasta nos enfocamos en nuestro futuro. Me comentó que quería estudiar Nutrición.

Por mi parte, no tenía idea a qué dedicarme, le dije que mi sueño era ser actriz pero mamá insistía en que tuviera una carrera "de verdad", era demasiado despiadada, además decía que con mi nulo talento, si me iba por ese camino terminaría siendo actriz porno. Aquiles, que escuchaba mi despotrico con atención, soltó una carcajada al escuchar eso.

—Tú madre sí que es un caso. —Rio unos segundos más—. Además actuaste muy bien de princesa pasto.

—¿Verdad que sí? —Sonreí, dándole la razón. Era la mejor princesa pasto de la vida.

—Creo que no entiendes el sarcasmo —masculló.

—¿Qué? ¿Fue sarcasmo, animal?

—No, no. Cambiemos de tema.

Una vez que terminamos de comer, la mesera se acercó para preguntarnos si deseábamos ordenar algo más.

—No, gracias —respondió él con galantería.

—¿Y tu hermanita no quiere otra cosa? —Me señaló. Aquiles soltó una carcajada.

—¿Disculpa? —Alcé la voz, atrayendo la atención de la chica.

—¿Qué pasa, pequeña? —Preguntó con amabilidad.

Me di una palmada en la frente, con razón coqueteaba con Aquiles con tanta soltura, con las fachas que llevaba y mi estatura daba más la pinta a ser "la hermanita" que "la novia". Era una tonta, era obvio que no guardábamos ningún parentesco, ni sabía que era vegetariano.

—No, nada —dije derrotada—. Tráeme un capuchino.

—Está bien —sonrió.

La chica se alejó y Aquiles me vio con una sonrisita burlona.

—¿Qué? —Me mostré desafiante. Él se limitó a negar con la cabeza.

La mesera me llevó el café batido y a Aquiles le extendió un papelito.

—Es mi número. —Le guiñó el ojo. Él le mostró una sonrisa coqueta y se guardó la hoja en el bolsillo.

Una vez que terminé, mi acompañante pagó la cuenta y salimos del restaurante. Camino a su auto, recordé a la mesera y me enfadé, sabía que no fue su intención pero me dijo enana y plana; tenía razón pero no era para que lo resaltara. Metí la mano en el bolsillo derecho de Aquiles y saqué el papelito.

—¿Hey, qué haces? —Sin dar explicaciones, rompí la hoja en cachitos—. ¿Por qué hiciste eso? —Me vio con enfado pero en seguida su expresión se transformó en una mueca burlona—. ¿Acaso estás celosa?

—Me cayó mal. —Al principio no pero no soportaba la humillación de haber sido confundida con una niñita.

—¿Por celos?

—¡Qué va! Por andar coqueteando en su horario de trabajo —mascullé.

—Está bien, te creo... Celosa —canturreó. Lo vi con enojo—. ¿Qué?

—Nada, ya llévame a mi casa.

Él se encogió de hombros y pidió que me subiera al auto. Obedecí, estaba satisfecha con la comida y no me arrepentí de esa salida hasta algunas horas después.



Espero que les guste el capítulo. La Maricucha ya tuvo su momento con Adonis, ahora con Aquiles, falta Aris:D

Espero que les guste la historia. Me gustaría saber, ¿cuál es su triple A favorito? 

¿Quieren decirle algo a los personajes? Les dejo el nombre por aquí.

María Susana

Aristóteles

Adonis

Aquiles

Karen

Lira

Muchísimas gracias por leer y el apoyo. Y les doy la bienvenida a todos los lectores que vienen llegando.

Les recuerdo, tengo un grupo de Whats donde hablamos de mis historias, compartimos teorías, opiniones. Si alguien quiere entrar, mándeme mensaje al privado para que les pase el link.

Nos vemos pronto.

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