Capítulo 6.


Las cosas estuvieron tranquilas hasta que anunciaron qué obra interpretaríamos en el club de teatro. Cuando la profesora indicó que actuaríamos "La princesa y la bruja" todos nos emocionamos, y nos pusimos aún más nerviosos la clase en que dirían qué papel interpretaríamos.

Adonis, que estaba a mi lado, me sonrió con arrogancia.

—Chaparrucita, con tus habilidades para actuar de seguro te toca un papel secundario —se burló. Alcé una ceja y puse un gesto soberbio en mi rostro.

—Ya quisieras, Adonis, pero te aseguro que seré la mejor actriz de toda la obra, voy a robarme el show —dije con seguridad. Él rio con burla.

—Ya quiero ver eso. Hagamos una apuesta, ¿va? —Me tendió la palma de su mano. Lo miré con recelo.

—¿Qué gano si soy la mejor actriz? ¿Y qué ganarías tú?

—Eso lo vemos después, lo divertido es la apuesta en sí, ¿no crees? —Como me notó insegura, agregó—. ¿O tienes miedo?

—¿Yo? ¿Miedo? Claro que no. Acepto la apuesta. —Correspondí su gesto y estrechamos las manos.

No obstante la suerte no estaba de mi lado, pues cuando la maestra anunció qué papel actuaría, abrí la boca con incredulidad. Adonis, que me miraba con un gesto burlesco, colocó el dedo índice en mi barbilla y la alzó para que cerrara los labios.

—¿Están todos de acuerdo? —Preguntó la profesora cuando terminó de dar la información. Alcé la mano y me enfocó—. ¿Sí, María Susana?

—Creo que hubo un error —dije con firmeza—. Estoy segura que yo debo interpretar a la princesa, o de perdida a la bruja.

La profesora se ajustó los lentes y revisó la lista que llevaba en mano.

—No, María Susana, no hay ningún error.

—Pero...

—Los papeles se eligieron en base a la actuación que hicieron en las audiciones.

—Pe...

—No hay peros, María Susana, tú tienes que interpretar al pasto.

—Ah, está bien —suspiré. Puse carita de cachorrito triste para ver si cambiaba de opinión pero no funcionó.

—Todavía que actúa horrible y quiere que le den un papel importante. —Escuché la voz de Mindy, la compañera que interpretaría el papel de la princesa. Entrecerré los ojos en su dirección y me miró con burla—. ¿Qué? ¿Se te perdió algo?

—Sí, mi puño.

Estuve a punto de lanzarme —solo para hacer la finta porque era muy débil para agarrarme a golpes con alguien— pero Lola y Ronny, que estaban cerca, me detuvieron. Incluso él me tomó por los hombros y no me soltó aunque me removí como gusano para zafarme.

—Cálmate, Sue, no vale la pena —dijo Lola.

Volteé hacia ella con un gesto lleno de tristeza.

—Tú lo dices porque te tocó el papel de la bruja pero a mí me tocó el pasto. —Me lamenté.

Adonis, que me seguía viendo con un gesto burlón, se agachó para quedar a mi altura.

—Chaparrucita, no es necesario que recurras a la violencia. Demuéstrame que puedes ser la mejor, así seas el pasto de fondo. —Colocó su mano en mi cabeza y me acarició como a un perrito. Si no hubiera tenido los brazos detenidos, le habría dado un golpe. Lola y Ronny le dieron la razón.

—Está bien —murmuré después de unos segundos.

Los ensayos fueron tranquilos, ya que solo tenía que decir una línea. Al ser el pasto mágico, guiaba al príncipe hacia la bruja para que pelearan a muerte, al final él ganaba, salvaba a la princesa de su hechizo, se casaban y vivían felices para siempre. No podía evitar hacer muecas de desprecio cada vez que Mindy se regodeaba cerca de mí por haber obtenido el papel principal.


***


Una tarde, mientras ensayábamos, me encontraba mascando chicle, acostada en el suelo de madera. «No está tan mal ser el pasto» pensé. Adonis se acercó a mí y dijo la frase que correspondía.

—¿A dónde debo ir para encontrar a esa bruja?

Abrí la boca para decir mi línea pero, debido a la posición que me encontraba, me tragué el chicle y me empecé a ahogar. Mientras tosía como desesperada, Adonis se agachó y me palmeó la espalda; Ronny y Lola también se acercaron para auxiliarme. Después de unos minutos en que pude respirar con normalidad, la profesora me regañó.

—Ya te había dicho que no debes mascar chicle en los ensayos, María Susana.

—Todavía que me estoy muriendo y esta vieja me regaña —mascullé.

—¿Qué dijiste?

—Nada, profesora, que ya no mascaré chicle.

—Más te vale, o te saco de la obra y te dejo como suplente.

Me crucé de brazos con molestia, limitándome a asentir con la cabeza.

—María Susana —se entrometió Mindy—, eres una inútil, ni siquiera puedes interpretar el papel del pasto. —Rio, colocando su mano en el hocico para cubrírselo, fingiendo ser una "señorita educada", la muy mamona.

—Cállate que a ti te dieron el papel de bruja porque es algo que te sale de manera natural.

Me sentí poderosa por haberla humillado de esa manera pero noté que algo iba mal cuando todos me miraron con extrañeza. Mindy ladeó la cabeza, como queriendo hacer que sus únicas dos neuronas se conectaran entre sí.

—María Susana, qué mala memoria, a mí me tocó ser la princesa, la bruja es Lola. —Señaló a la morena.

Me di una palmada en la frente por la estupidez que cometí.

—¡Agh! —Pasé mis manos por mi rostro con frustración. De haber sido Lira, me habría jalado los cabellos—. Olviden lo que dije.

—Nunca —sonrió Mindy con su cara de mustia.

Fruncí el ceño, no solo le demostraría a Adonis que sería la mejor actriz, también a Mindy. La obra sería la siguiente semana, no tenía mucho tiempo. Mientras estaba recostada en el suelo, interpretando al mísero pasto, mi mente planeaba cómo lucirme y ser la mejor actriz. «Lo tengo» pensé con triunfo cuando tuve una excelente idea.

Al llegar a mi casa, después de comer y lavar los platos, toqué la puerta de la habitación de Lira.

—Adelante. —Entré a su cuarto y observé todo con detenimiento. Predominaban los colores blanco y rosa, la cama estaba llena de peluches y un estante lleno de figuritas. Hice una mueca al ver un atrapasueños, no me agradaban mucho pero a Lira le encantaban, era fanática de los signos zodiacales, la astrología y cosas por el estilo—. ¿Qué quieres?

—Emm, quiero que me hagas un vestido de princesa para la obra de mi escuela.

Otro pasatiempo que mi hermanita tenía era la costura, aseguraba que en el futuro sería una famosa diseñadora de modas.

—Eso es la siguiente semana, ¿no?

—Sí.

—Ah —suspiró—. No me das mucho tiempo, ¿por qué te ayudaría?

—Porque eres mi hermanita —dije con obviedad pero alzó una ceja sin estar convencida—. Y te compraré un dulce.

—Ya no soy una niña, no me puedes chantajear con eso.

—Te compraré dos dulces... Y un helado —agregué. Lira me miró con los ojos entrecerrados—. Agh, aparte lavaré los platos que te tocan durante dos semanas, ¿contenta?

Karen siempre lavaba los del desayuno, yo los de la comida y Lira los de la cena pero durante dos semanas tendría que echarme el trabajo de ella. Ni modo, valía la pena.

—Trato hecho.

Lira tenía muchas telas que no usaba pero planeaba aprovechar en algún momento, así que me tomó las medidas y se puso en marcha. El sábado terminó mi vestido y lo vi con admiración. Karen y mamá, que estaban cerca cuando me enseñó su trabajo concluido, también hicieron cumplidos acerca de su increíble talento.


***


La siguiente semana estuvimos preparando los últimos detalles y utensilios de la obra y dimos un ensayo general. El sábado, a las diez de la mañana, nos encontrábamos en el auditorio de la escuela, dispuestos a dar nuestro mejor esfuerzo. Había familiares e invitados de los alumnos que actuaríamos, incluidas mis chicas. Karen era la encargada de grabarme, Lira y mamá de echarme porras.

Como todavía no empezaba la función, me acerqué a mi familia y me miraron con un gesto dudoso al notar que llevaba una capa verde con florecitas mal pegadas que me cubría toda y una peluca del mismo color.

—Espera —dijo Lira—, ¿y el vestido que te cosí?

—Está debajo de la capa. —La abrí con discreción para que lo notaran.

—Más te vale que te luzcas con eso puesto, ¿eh? —Me señaló repetidas veces.

—Relájate, sí me luciré.

De repente vi que Aristóteles y Aquiles se acercaron a nosotras. «No puede ser». Abrí la boca para pedirles que se fueran pero mamá los vio primero.

—Hola, mis yernos, ¿cómo están?

—Bien, gracias, ¿y ustedes? —Respondió Aquiles.

—Excelente. No sabía que les gustara ver obras de teatro. —Siguió hablando para sacar conversación.

—Nuestro primo Adonis actúa como protagonista, siempre nos invita a sus obras —contestó el pelirrojo.

—¡Qué amable! —Exclamó mamá.

—Hablando del rey de Roma —musitó Aristóteles.

Todos volteamos hacia donde señaló y vimos a Adonis dirigirse a nosotros. Llevaba un traje de príncipe azul con un gorrito ridículo que resaltaba por la pluma larga que lo adornaba.

—Buenos días a todos —saludó en general, pero en seguida se enfocó en Karen—. Mi reina, ¿cómo te encuentras?

—Bien —respondió con una sonrisa.

—¡Cada día te ves más hermosa! —Exclamó. Lira lo miró con una mueca, no obstante mamá parecía encantada, ¡y cómo no! Si siempre se quejaba diciendo que Karen se quedaría solterona porque a los hombres les daba miedo su obsesión con su gato, incluso a sus compañeros de la carrera de Veterinaria les parecía raro que lo tratara como un bebé humano. Aunque Adonis tenía razón, de las tres, Karen siempre fue la más bonita, sus facciones eran delicadas, su cabello negro y largo, sus ojos verdes, sus labios gruesos, ¡toda una belleza! La más fea era Lira pero ni loca le diría eso en la cara, no era suicida—. Mi encantadora Blancanieves —halagó el rubio. Acertó en el apodo, mi hermana era una auténtica representación de la princesa de ese cuento.

—Gracias, tú igual te ves bien.

—Te ves ridículo —masculló Aquiles. Lira soltó una risita burlona—. Y tú, María Susana, ¿qué clase de papel te tocó? ¿Eres una maga del bosque o La Madre Naturaleza?

—Emm, soy... —No quería decir qué papel interpretaría, Lira me mataría antes de lograr mi cometido.

—Le tocó el pasto. —Se entrometió el chismoso de Adonis. Lo enfoqué con enfado mientras mamá, Karen y Aquiles se soltaron a las risas. Lira, en cambio, empezó a jugar con un mechón de su cabello y me miró con una sonrisita malévola mientras su ojo empezaba a temblar, producto de un tic nervioso; si no me hubiera hecho el vestido, habría sido la primera en burlarse.

Antes de que mi hermanita me reclamara, entrelacé mi brazo con el de Adonis. Aquiles nos vio con burla pero Aristóteles se quedó muy serio, ¿cuál era su problema? ¿Acaso no quería que ensuciara a su adorado primo con mi inmundicia? Sí, lo admito, la capa era café en la parte de abajo para simular tierra pero no significaba que estuviera sucia, además mis zapatitos verdes tenían una florecita rosa.

—Sí, bueno, ya nos vamos, tenemos que ensayar.

—¡Pero qué vas a ensayar si tú eres el pasto! —Rio Jessica.

—¡Mamá! —Me quejé—. Ya nos vamos.

Sin dar tiempo a que mi acompañante objetara, dimos la media vuelta y caminamos hacia el escenario.

—Ya vámonos.

—Pero no me dejaste seguir hablando con Karen —me reclamó—. Si no me apuro van a ganarse su corazón antes que yo.

—Ya hablarás con ella después —mascullé—. No es que hable con muchos chicos.

—¿Por qué no? Si es hermosa, divertida e inteligente.

—Ya le andas inventando cualidades. —Rodé los ojos—. Está loca.

—Tú también —se quejó.

Le di un empujón y subimos al escenario con rapidez. La profesora, al mirarnos, nos regañó porque no debíamos andar vagando por ahí sino enfocarnos en la obra que presentaríamos. La ignoramos y nos dirigimos a nuestros lugares correspondientes... Bueno, yo la ignoré, Adonis sí le pidió disculpas pero equis.

Me sentí un poco ansiosa así que saqué del bolsillo de la capa una goma de mascar para calmar mis nervios. De repente el telón se abrió y comenzó la obra. Yo tuve que estar acostada al frente, mascando con discreción, mientras se contaba la historia: trataba de una princesa que fue hechizada por una bruja malvada y celosa de su gran belleza, logrando que la joven fuera un recipiente vacío que rechazaba a todos sus pretendientes y solo quería estar sentada, viendo a la nada; el príncipe, deseoso de casarse con ella, preguntó qué debía hacer para lograr su cometido y el rey le explicó que debía enfrentarse con la arpía y matarla para que las emociones regresaran a su dueña. Una historia bastante simple y cliché, si me preguntaban. Curiosamente, después me enteré que Adonis escribió el libreto.

En un momento mi vista se encontró con la de Lira, que parecía querer apuñalarme con su mirada. Me hice tonta y la desvié, enfocando a Aristóteles, que me observaba con fijeza. «De seguro está pensando que mi papel es patético, pero ya les demostraré a todos lo bien que puedo actuar».

Me saqué el cliché con discreción y lo pegué en el suelo, con suerte nadie lo notaría hasta que terminara la obra y pudiera despegarlo.

—¡Soy el pasto mágico, ju, ju! —Exclamé, logrando atraer la mirada del público.

Adonis calló y me observó un momento pero, al ver que no agregaba nada más, siguió en lo suyo. En la siguiente escena, en que Lola hablaba con su secuaz, un cuervo malvado, volví a hablar.

—¡Soy el pasto mágico, ju, ju!

La primera parte terminó y bajaron el telón para que la gente fuera a comprar golosinas y nosotros nos preparáramos para seguir con el resto de la obra. La profesora se acercó a mí y me señaló.

—María Susana, si sigues con esa frase de "soy el pasto mágico" te saco de la obra, ¿te quedó claro?

—Sí, profesora —respondí con tono inocente.

—María Susana, aunque digas esa ridiculez, no vas a ser la mejor actriz ni te vas a lucir —expresó Mindy con tono burlesco. Me limité a sonreírle. «Ya verás, perra».

Luego de algunos minutos, me volví a recostar en el suelo, pues comenzó el segundo acto, y el telón volvió a subirse. Mis compañeros siguieron actuando y yo me moría de aburrimiento hasta que escuché la frase que indicaba mi turno.

—¿A dónde debo ir para encontrar a esa bruja?

Se suponía que debía indicarle al príncipe que se dirigiera al este para enfrentarse con la villana pero no diría eso.

—¡Soy el pasto mágico, ju, ju! —Grité y empecé a rodar hacia la izquierda, topándome con las piernas de Adonis, logrando que se tropezara y cayera encima de mí—. Auch. —No pude evitar quejarme cuando su cuerpo impactó contra el mío, yo era una pequeñez a su lado. Me pareció escuchar risas por parte del público pero no les presté mucha atención. Adonis colocó sus manos cerca de mis costados y se alzó un poco para enfocarme con el entrecejo fruncido.

—¿Qué rayos...? —Antes de que siguiera hablando, tomé su rostro entre mis manos y me alcé para besarlo. Nos quedamos en esa posición unos segundos, hasta que lo empujé un poco para que se alejara.

—¡Oh, mi hermoso príncipe! —Me levanté del suelo con rapidez, quitándome la horrible capa y la apestosa peluca. La gente soltó una exclamación al ver el vestido con corte de princesa que me llegaba hasta las rodillas; era color verde, en la parte de arriba tenía adornos con forma de hojas y una flor en el centro, abajo contaba con una capa de tela brillosa que daba la impresión de ser de una princesa de cuento. Estaba mucho más bonito que el de Mindy.

Adonis, que seguía en shock, no pudo atinar a decir nada coherente.

—Emmm...

—Me temo que fuiste engañado. —Lo interrumpí, tomándolo de las manos para que se levantara—. ¡Yo soy la verdadera princesa del pueblo! Aquella otra es una impostora. Esta "bruja" —hice comillas con los dedos— en realidad es buena, es mi mejor amiga, ella me quiso ayudar pero no pudo y ahora ha sido acusada injustamente.

Volteé hacia Lola, que estaba preparada para ingresar al escenario pero veía todo sin entender nada. Fui hasta ella y la tomé de las manos para que entrara, ignorando los reclamos y chillidos de la profesora, que me pedía quedarme en ese lugar para dejar de arruinar su obra, ¡si la estaba mejorando!

—Oh, querida, agradezco que me hayas querido defender de esa usurpadora.

—¿Ah, sí? No entiendo nada. —Me miró con un gesto inocente, la pobre ya no estaba actuando, solo quería saber qué pasaba.

—¡No es necesario! Le estoy explicando al príncipe lo que pasó, esa trepadora usurpó mi lugar y engañó a todos con sus hechizos para hacerse pasar por mí.

—¡No es cierto! ¡Arruinas todo! —Mindy, que no pudo resistirse a no ser el centro de atención, entró al escenario y me señaló con el dedo—. ¡Eres una loca! ¡Estás arruinando mi actuación y mi vida! —Gritó con desesperación.

Le quité la espada de utilería a Adonis y me puse en posición de ataque.

—¡Qué bueno que viniste, bruja malvada! Ahora te derrotaré y les mostraré a todos que solo eres una mentirosa.

Mindy me miró encolerizada y se acercó a mí; tragué grueso, estaba segura de que deseaba golpearme de verdad, incluso me recordó a la Brittany, pero sin querer pisó mi chicle y se despistó.

—¿Qué es esto? ¿Quién dejó ese chicle en el suelo? —Preguntó alzando el pie para verse la zapatilla de tacón—. ¡Fuiste tú, ¿verdad?! —Me enfocó con furia.

—¡Sí! Sé que el chicle es tu debilidad, bruja malvada.

—¡Eso no tiene sentido!

—Lo que no tiene sentido es que sigas aquí. —Con la espada le empecé a picar el abdomen.

—¡Ay, me lastimas!

—Esa es la idea. —Ya sin tenerle ninguna consideración, alcé mi pierna y la pateé sin fuerza, desequilibrándola y logrando que cayera sobre su trasero.

Mindy empezó a llorar por la humillación, se levantó y me señaló.

—¡Te odio! —Sin decir más, salió corriendo del escenario. Adonis y Lola vieron por donde se fue con una expresión llena de lástima.

—¡Mis camaradas, lo logramos! —Exclamé—. ¡Derrotamos a la malvada bruja!

—¡Yaaay! —Lola empezó a dar saltitos.

Ronny, que actuaba de rey, no perdió la oportunidad y quiso lucirse.

—¡Hija mía! —Exclamó, metiéndose en la escena—. Lamento mucho no haberte reconocido pero aquella bruja malvada me engañó.

—No hay problema, padre, ahora ha sido derrotada.

—Sí, y tenemos que preparar tu boda con el príncipe.

Adonis, que ya había salido de su impresión, tomó mi mano.

—Claro, nos casaremos mañana.

—Como debe ser. —Mostré una sonrisa encantadora al público.

Adonis hizo una señal para indicar que la obra había concluido y sentí una enorme emoción al ver que el público empezaba a aplaudir. Incluso noté que mis hermanas y mi mamá estaban levantadas de sus asientos.

—¡Eso, Maricucha! —Mi sonrisa se borró al escuchar a Jessica decir eso. Lo peor era que mis hermanas le siguieron la corriente.

—¡Fuiste la mejor, Maricucha!

—¡Así te hago los vestidos que quieras, Maricucha!

Para colmo, las tres locas empezaron a echarme porras y el cabrón de Luis, que estaba detrás de ellas, y el idiota de Aquiles, sentado al lado de Lira, se unieron al coro: "¡Maricucha! ¡Maricucha! ¡Maricucha!".

¿Qué cara... coles hacía Luis ahí? ¿Y Aquiles no tenía nada mejor que hacer?

Cuando cerraron el telón, Ronny me vio con malicia mientras Lola y Adonis se acercaban a la maestra para tranquilizarla porque empezó a tener un ataque de ansiedad.

—Conque Maricucha, ¿eh?

—¡No, no, no! ¡Por favor, no! ¡Todo menos eso! —Supliqué pero le valió cacahuate.

—Lo pensaré, Maricucha. —Se alejó de mí.

—¡No! —Me di una palmadita en la frente.

La profesora, que pudo deshacerse de mis compañeros, se acercó a mí hecha una furia y empezó a regañarme, indicando que la desobedecí y que arruiné su obra. Incluso me amenazó con expulsarme del club, entre otras cosas que ya ni recuerdo.

—Pero les encantó, nos aplaudieron mucho —dije en un intento de defenderme, ya que no me dejaba ni hablar.

—Lo hicieron por cortesía pero ni creas que vas a volver a actuar en mis...

En ese momento calló porque el director Ulises se acercó a nosotras.

—Excelente obra, profesora Yuridia, ya tenía mucho que no me entretenía tanto con una. Van mejorando, incluso en las actuaciones. Esa chica, Mindy, en verdad parecía enojada.

«Si supiera» pensé. Vi a la maestra con suficiencia, la obra gustó tanto que hasta el mismo director fue a felicitarla en persona, eso debía significar algo bueno. Yuridia me miró con un gesto de disculpa e indicó que podía irme.

No supe a dónde ir hasta que vi a mi familia buscándome. Me acerqué a ellas con rapidez. Los Gold también estaban ahí.

—¡Fue la mejor obra de la vida! —Exclamó Aquiles al verme.

—Ponte ahí con Adonis —indicó Karen—, les tomaré muchas fotos.

El rubio, antes de acatar su orden, tomó la mano de mi hermana.

—Mi hermosa Karen, el beso que me dio María Susana no significó nada, ¿eh? Era actuación, mi corazón te sigue perteneciendo a ti, aunque si quieren compartir por mí no hay problema.

Mi hermana soltó una risita y Aquiles me miró con burla.

—Hey, Pulguita, no sabía que te querías besuquear a mi primo, le hubieras dicho en vez de meterte en la misma obra que él, ¿a qué sí? —Miró a Aristóteles con complicidad para que le siguiera el juego pero el pelinegro solo hizo una mueca de disconformidad.

Estuve a punto de preguntarle cuál era su problema pero Adonis se acercó a mí para que Karen empezara a fotografiarnos. Después de unas mil fotos, nos dejó en paz.

—Si quieres tómame fotos a mí, chiquita —dijo el rubio; Karen le tomó la palabra, pues empezó a fotografiarlo en diferentes poses. Mi hermana, además de estar obsesionada con su gato, también era de esas que les encantaba tomar fotografías a todo. Mamá apoyó la idea.

Prefería que Karen se entretuviera con él a que me retratara en mis peores ángulos. Negué con la cabeza y avancé unos pasos para ir con Lola, pero Aquiles, que jalaba a Aristóteles del brazo, se colocó frente a mí.

—Gracias a ti no me morí de aburrimiento, Pulguita.

—Ay, sí, de nada, si supieras que lo hice por ti, ¿eh?

—¡Qué amable de tu parte, Pulguita! —Pellizcó mis mejillas. Me hice hacia atrás para que me dejara en paz—. ¿Qué opinas, Aris, sí o no es adorable?

Aristóteles, que de por sí andaba de malas por quién sabía qué cosas, se cruzó de brazos.

—No debiste besar a Adonis —masculló. Aquiles y yo lo miramos con duda, ¿por qué decía eso de repente? Al ver nuestros semblantes, prosiguió—. Él está obsesionado con tu hermana, no te hará caso a ti, ten dignidad.

Fruncí el entrecejo con molestia, ¿qué se creía? Me coloqué delante de él y bajó el rostro para enfocarme.

—En primera, lo hice por la obra. —Coloqué mi dedo índice en su pecho, señalándolo—. En segunda, ¿a ti qué te afecta? —Puse las manos en mi cintura.

Aquiles sonrió, viéndolo con burla.

—Aris está celoso, ¿verdad, primito?

—¿Por esta? ¡Qué va! —Me miró con desprecio y, aunque no me importaba su opinión, me dolió que lo dijera de esa manera.

—Eres un idiota —farfullé y me di la media vuelta, dispuesta a alejarme de él.

Lo peor era que mi chicle estaba pegado en el zapato de Mindy, tenía pensado, cuando terminara la obra, recogerlo del suelo para volver a mascarlo pero la idiota lo pisó y se lo embarró, qué desperdicio.



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¡Nos vemos pronto!:)

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