Capítulo 34.


Después de dos años de salir de la carrera, al fin conseguí el papel protagónico para una obra de teatro. Estaba tan emocionada que lo primero que hice fue ir con mi mamá y mis hermanas para contarles. No obstante, al llegar a casa me comunicaron una noticia aún más sorprendente.

—¡Maricucha! —Exclamó mi madre en cuanto entré—. ¡Ven acá! —Me tomó de la mano—. Tu hermana tiene algo que decirnos.

—Yo también pero primero que hable ella.

Nos sentamos en el sofá de dos piezas, a la izquierda se colocó Jessica, seguida de Lira y hasta lo último yo, mientras Karen nos veía con una enorme sonrisa, sin decir nada. Aproximadamente un minuto después, mi hermanita se desesperó.

—¡Ya fue suficiente, no te entiendo, ¿qué tienes que decir?!

Karen aplanó los labios y extendió su mano hacia nosotras. La miramos con atención sin saber qué quería decirnos. Después de medio minuto, habló.

—¿No dicen nada? —Colocó la mano sobre su rostro y empezó a mover los dedos.

Abrí la boca para preguntarle qué clase de acertijo era ese pero de repente mamá soltó un chillido, logrando que la enfocáramos con preocupación.

—Ya enloqueció —murmuró Lira.

No obstante, ella nos ignoró, se levantó el asiento y abrazó a Karen.

—¡Mi amor, qué felicidad! —Estrechó a mi hermana mayor entre sus brazos. Esta última soltó una risita—. ¡No puedo creerlo! ¡Qué feliz soy!

Lira y yo nos miramos sin comprender. Karen se separó de mamá, se plantó frente a nosotras y volvió a extender su mano izquierda.

—¡Kyaaaaa! —De repente Lira soltó un chillido similar al de mamá—. ¡Muchas felicidades! —Profirió, dando un salto y rodeando a nuestra hermana mayor con sus brazos.

—¿Qué pasa? No entiendo —murmuré.

—Ve su dedo, estúpida.

—¿Qué tiene? ¿Cuál dedo? —Ladeé la cabeza—. Lira, no se lo vayas a querer arrancar...

—¡No, babosa!

Karen, sin dejar de sonreír, se plantó frente a mí, señalando su dedo anular. Abrí los ojos con desmesura al notar un hermoso anillo de compromiso hecho de oro blanco con un diamante incrustado. «Qué pendeja que no lo vi antes».

Cuando se me pasó la impresión, me levanté y la abracé mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. Mamá seguía gritando y dando vueltas por toda la casa pero la ignoramos.

—¡Muchas felicidades, Karen! —Sin poder evitarlo, solté un sollozo. Karen me vio con ternura, limpiándome las lágrimas—. Confío en que serás muy feliz, de lo contrario me encargaré de Adonis.

—Si te hace algo, le arranco el dedo —musitó Lira con una sonrisa siniestra. Karen volteó hacia ella y la tomó del hombro.

—Por favor, no tengas esos pensamientos.

—Si él vale la pena no será necesario. —Se cruzó de brazos. Decidí intervenir para defenderlo.

—Claro que vale la pena, no es como el patán de Aquiles —reí con burla. Karen también soltó una risita pero Lira se quedó seria—. Hey, no pongas esa cara, ya sé que te gustaba cuando eras niña pero todo quedó en el pasado, ¿no?

—Emmm... Sí, claro —musitó. Me pareció extraño verla nerviosa. «Bah, supongo que aún le gusta pero tendrá que superarlo, él jamás se fijará en ella» pensé, negando con la cabeza.


***


Después de que se informó el compromiso de Karen, mi noticia ya no fue tan impactante, sin embargo me felicitaron por el logro, alegrándose conmigo y festejando con una tarta que compramos en una pastelería cercana a la casa. Incluso mamá se disculpó por dudar de mí en el pasado pero yo negué con la cabeza, indicando que ella quería lo mejor para mí.

—Al final uno es el que toma sus propias decisiones —mencioné. Las tres asintieron con la cabeza.

Esa tarde la atesoro como una de las más bonitas que he vivido hasta ahora, la pasé con las tres personas más importantes de mi vida.

Luego de esa ocasión, estuve muy atareada entre el trabajo, mi novio y ayudar con los preparativos de la boda. Entre mamá y la señora Alina se encargarían de lo más difícil pero Lira y yo también quisimos ayudar.

Cuando tenía oportunidad, visitaba a Aristóteles, que cada vez se veía más guapo, vistiendo trajes refinados, ¡lucía como un sexy empresario! Al terminar el trabajo, íbamos al cine, a cenar, o a la casa que acababa de adquirir y apenas estaba amueblando. Una que otra ocasión también fui a visitarlo a su oficina, era amplia y elegante.

Una tarde en que se encontraba revisando unos papeles en vez de hacerme caso, fruncí el ceño, me dirigí a él y le quité los documentos, colocándolos sobre el escritorio. Él me enfocó con el ceño fruncido.

—Oye, ¿qué...?

—Shhh... —Puse mi dedo índice sobre sus labios y me senté en su regazo—. ¿Sabes? Siempre me dejaste con las ganas de hacerlo en el salón de clases, pero una oficina no está nada mal. —Volteé hacia él para notar que, en efecto, estaba ruborizado; mordí mi labio inferior para no soltar una risita.

—María Susana, por favor, alguien podría entrar y...

—Le puse seguro a la puerta —informé, logrando que me mirara con los ojos muy abiertos—. ¿Te sorprende?

—Ahora que lo pienso, no mucho —suspiró—. Siempre has sido una vampiresa conmigo.

—¡¿Qué?! ¿Yo? —Me hice la indignada.

—Pues sí. —Me miró a los ojos.

—Entonces entiendo que no quieres. —Lo miré con desaire—. Lástima. —Me encogí de hombros, dispuesta a levantarme pero me tomó del brazo, impidiendo mi huida. «Eso, papi, demuéstrame quién manda».

—Nunca dije eso —musitó, viéndome con coquetería. Se inclinó para darme un beso y le correspondí en seguida.

Justo como lo planeé, tuvimos sexo en la oficina, logrando cumplir mi fetiche. Aventó los papeles y me puso en el escritorio para darme placer con su lengua; al terminar me colocó encima de él para hacer el amor en esa posición. A pesar de que seguía mostrándose muy tierno y considerado, sabía que me gustaba que me tratara con rudeza en la cama, así que de vez en cuando me jalaba el cabello o me daba una que otra nalgada. Hacía cualquier cosa para complacerme y lo adoraba por eso.


***


No pasaron muchas cosas hasta la boda de Karen y Adonis. En el ámbito laboral, fui mejorando cada vez más en mi papel protagónico, lo que me permitió conseguir más. En cuanto a mi relación, estábamos mejor que nunca, teníamos una buena comunicación, respetábamos nuestros tiempos y espacios, compartíamos gustos en común y nos la pasábamos cogiendo como conejos.

Gracias a los contactos de Adonis, Lira encontró un trabajo de medio tiempo como asistente de una diseñadora reconocida y participó en la elaboración del vestido de novia de Karen.

Mi hermana mayor, por su parte, insistió que el velo fuera colocado con una diadema de orejitas de gato. Mamá se enojó pero Adonis apoyó esa idea, así que no pudo discutir.

Lo que sí sacó de quicio a Jessica fue cuando Karen dijo que diría sus votos matrimoniales en gatañol —así le decía al "idioma gato"—, así que le mentó la madre.

—Pero no me puedes mandar a chingar a mi madre porque tú eres mi madre —refutó. Jessica se puso como fúrica y la correteó por toda la casa hasta que logró calmarse.

—Si sigues con tus pendejadas, sí te doy una madriza —amenazó. A Karen le valió verdura, pues siguió diciendo tonterías.

—Bueno, ¿en qué estaba...? Ah, sí. —Tronó los dedos—. Diva será la principal dama de honor. —Señaló a la gata, que estaba echada en el suelo y relamiéndose los bigotes, ya que minutos antes se comió un insecto.

—Pinche gata —musitó Lira con el ceño fruncido, ya que ella quería ese puesto.

—Y sigues con tus idioteces —masculló mamá.

—No digas eso. —Se levantó del asiento para cargar a Diva y empezó a apapacharla. Estuvo a punto de besar su hociquito pero la detuve.

—Karen, no la beses, se tragó una cucaracha —advertí. Karen me miró con fijeza y, después de unos segundos, posó sus labios sobre el animal—. ¡Qué puerca eres! ¿Por qué haces eso?

—Es que no me podía quedar con ganas de besar a esta ternurita —se excusó sonriente, dando vueltas con Diva en brazos.

—Y Adonis besa esa boca, le diré que tenga cuidado contigo. —Me di una palmadita en la frente.

—Ay, ya, exagerada. —Rodó los ojos—. A él también le doy besitos, el otro día se enfermó de gripa y lo tuve que cuidar, hasta le puse ungüento en el pechito.

—Aquiles tiene razón, eres bien pinche rara y das miedo —indicó Lira. Las tres la enfocamos con atención, logrando ponerla nerviosa.

—Ah, ¿y tú cómo sabes que Aquiles piensa eso? ¿Hablas con él? —La sonrisa de Karen se ensanchó. Enfoqué a Lira, que tragó grueso.

—A veces. —Desvió la mirada.

—¿Y por qué?

—Porque... Ay, pues porque sí. —Se cruzó de brazos—. Pero volvamos al tema principal, la pinche gata me ganó el puesto principal de dama de honor.

—Oye, sin insultos a mi bebé.

—Lo que sea.


***


Un par de meses después, fue la dichosa boda. Me encontraba con mamá, Lira y algunas tías, viendo cómo la estilista terminaba de arreglar a Karen. El maquillaje no fue exagerado sino justo, además se decidió dejar su cabello suelto y ondularlo para que luciera, le llegaba a la cintura. Su vestido era de corte de sirena con manga larga de encaje y algunos brillantes adornando el centro. Por supuesto, para enojo de mamá, no pudo faltar la diadema de orejitas de gato donde iba amarrado el velo. Una vez que la joven terminó su labor, le dimos el visto bueno, mi hermana se veía hermosa.

Aristóteles me mandó un mensaje diciendo que Adonis y los invitados ya estaban ahí, así que nos pusimos en marcha. Al llegar a nuestro destino, lo primero que hice fue admirar todo, la Iglesia estaba decorada con rosas, tulipanes y claveles blancos y listones del mismo color. Lira me dio una palmada para que reaccionara y nos colocamos en nuestros respectivos lugares. Minutos después, sonó la marcha nupcial y Karen entró acompañada por papá.

La ceremonia fue hermosa y emotiva, el sacerdote habló acerca de la importancia del matrimonio y cómo ellos quedarían unidos para siempre, hasta que la muerte los separara. Incluso mamá lloró de pero toda la emoción se fue al garete cuando Karen decidió decir sus votos matrimoniales en gatañol.

—Miau, miau, miau, miau, miau miau...

Jessica apretó los puños con furia y Alina se quedó viendo a su nuera con una expresión pasmada; pobrecita, la compadecí, de seguro su cerebro apenas procesaba que su hijo compartiría la vida con esa loca.

Volteé hacia Aristóteles, que estaba boquiabierto. Aquiles, por su parte, se levantó del asiento.

—Si me quedo un minuto más me voy a morir de pena ajena, ahí se ven —masculló.

Después de unos segundos, Lira lo imitó y salió de la Iglesia. Me di una palmada en la frente cuando noté que el sacerdote vio a Karen con enojo. Cuando terminó de hablar, fue turno de Adonis, que la veía con adoración.

—¡Qué linda! —Exclamó. No supe si fue sarcasmo, si en verdad le entendió o solo le siguió la corriente—. Mi amor, yo sé que conocerte no fue una simple casualidad, desde el primer momento que te vi supe que serías mi esposa y agradezco que te hayas fijado en mí. Prometo amarte, respetarte y seguirte la corriente el resto de mi vida hasta que la muerte nos separe.

«Seguirte la corriente». Ahí tuve mi respuesta. El sacerdote soltó un suspiro y habló.

—Adonis, ¿aceptas a Karen como tu esposa y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y amarla y respetarla todos los días de tu vida?

—Acepto.

—Karen, ¿aceptas a Adonis como tu esposo y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

—Miau, miau.

—¡Habla bien, tonta! —La regañó. Lo entendí, mi hermana podía ser desesperante.

—Que acepto... Yo qué culpa que no hable gatañol —masculló Karen.

El padrecito se dio una palmada en la frente.

—Puede besar a la loca... digo, a la novia.

Adonis levantó el velo de Karen, posó una mano en su hombro y la otra en su cintura para atraerla hacia él y besarla. Todos aplaudimos al ver esa escena. «Qué tiernos».


***


Después de la misa, nos dirigimos al salón que contrataron para la fiesta, que también estaba adornado con rosas y listones blancos, incluso había figuritas florales de gatos.

Mamá entró al salón, llevaba a Diva en una mochila especial con agujeros para que respirara. En la misa no estuvo permitida su entrada, así que la dejaron adentro del auto con el aire acondicionado encendido, pero en ese momento sí podía estar ahí. La gatita llevaba en su cuello un lazo azul turquesa, mismo color de los vestidos de las damas de honor, incluido el mío.

Al poco tiempo llegaron los invitados —entre ellos Ronny, Lola, Luis y Fiona, que al verme se acercaron a saludar—, y los meseros empezaron a servir los aperitivos. De repente me mareé un poco, así que Aristóteles me ayudó moviendo la silla hacia atrás para que pudiera sentarme. Un mesero pasó con una bandeja llena de bebidas y mi novio aprovechó para tomar una copa de vino.

—¿Estás mejor? —Me preguntó, agachándose para quedar a mi altura.

—Sí, gracias —le sonreí.

Él se hizo hacia atrás y sin querer chocó con Aquiles, que se dirigía a nuestra mesa; Lira iba junto a él. El pelirrojo lo miró con el entrecejo fruncido.

—Mira, qué bonito —murmuró al ver su camisa blanca manchada de rojo oscuro.

—¡Perdón! Pero no te preocupes, sabía que algo así pasaría, así que traje una camisa de repuesto, la dejé en el auto. Voy por ella.

—¿Por qué traes una camisa de repuesto? —Alzó una ceja.

—Pues... es que vengo con María Susana —dijo en voz baja pero aun así lo pude escuchar—. Ya sabes, cuando ella está siempre hay problemas.

—¡Te escuché! —Reclamé pero los dos me ignoraron. Lira soltó una risita burlona.

A los pocos minutos, Aristóteles volvió y se dirigió al baño junto con Aquiles. Al ver que Lira los seguía, me levanté de mi asiento y me puse en marcha. «¿Y esta por qué los sigue?».

Al estar frente a la puerta del baño de hombres, me pregunté si hacía bien o no pero recordé que no era la primera vez que entraba a uno, cuando me limpié la cagada de Ronny también lo hice, así que abrí y me metí.

Aristóteles, Aquiles y Lira voltearon pero, al notar mi presencia, me ignoraron. El pelirrojo desabotonó su camisa para cambiarse y abrí los ojos con impresión al ver su espalda llena de arañazos.

—Hey, ¿a ti qué te pasó? —Me acerqué con el entrecejo fruncido—. Mírate —dije a modo de regaño—. No sé con qué clase de gata te revuelcas pero dile que tenga más cuidado, pareces sacrificio pagano.

—Cállate —masculló ruborizado.

—Pero tengo razón.

—¡No! Y no le digas gata a Lira, no es Karen, ella no se lo toma como halago —dijo con tono molesto. Mi hermanita también se sonrojó, infló sus mejillas y bajó la mirada.

Por mi parte, me quedé en blanco unos segundos. Volteé hacia Aristóteles, que tenía la misma expresión que yo.

—¿Qué dijiste? —Preguntó.

—Lira es mi novia —explicó Aquiles—. ¿No sabías?

—¡No! Nunca me cuentas nada.

—Creí que ya te había dicho.

Mi cerebro se quedó procesando sus palabras, hasta que finalmente captó. Tomé a Lira del brazo y caminé con rapidez, llevándola afuera del baño para tener privacidad.

—¿Cómo que eres novia de Aquiles? ¿Por qué no habías dicho nada?

—Porque no, Maricucha. —Me arrebató su brazo—. No te tengo que andar contando mi vida.

—Mamá se enojará cuando sepa que se lo ocultaste.

—Mamá ya sabe. —Colocó sus brazos en jarra.

—¿En serio? —Pregunté sorprendida—. ¿Y por qué no me dijo nada? Nadie me dice nada. —Me crucé de brazos.

—Porque últimamente te la pasas en el trabajo o con Aristóteles. Pero da igual, no le vayas a decir a papá, lo que menos quiero es que haga una escena rara y arruine la boda de Karen.

—¿Cómo crees? No diré...

—¿Qué es lo que no me quieren decir? —Escuchamos la voz de nuestro padre y nos tensamos.

—Nada, papi. —Lira se adelantó y entrelazó su brazo con el de él.

—¿Qué me estás ocultando? —Entrecerró los ojos.

—Ah, es que tuve un problema con una materia en la universidad pero ya lo solucioné.

—¿Segura? Si quieres puedo ir a hablar con tus profesores para que no sean tan duros contigo.

—¡No es necesario! En serio.

—Pero...

—En serio, papá, no vayas, ya lo solucioné.

En ese momento Aquiles y Aristóteles salieron del baño y se acercaron a nosotras. El pelirrojo se acercó a Lira, así que le hice una seña para que no dijera nada frente a mi progenitor pero el idiota no captó, me miró con extrañeza y en seguida me ignoró.

—Ya quedó, amor. —Aquiles tomó a Lira por la cintura y le dio un corto beso en los labios, dejando perplejo a papá.

—¡¿Qué le haces a Lira, pervertido?! —Papá quiso tomar a Aquiles por la camisa pero él se hizo hacia atrás.

—Ella es mi novia —explicó—. ¿No le habías dicho a tu familia? —Volteó hacia ella, buscando una explicación.

—Solo a mamá —sonrió apenada.

—¡¿Pero cómo se te ocurre?! —Exclamó mi padre—. ¡Si es una niña!

—No mame, don, su niña ya tiene veinte años...

—¡Está chiquita para ti! —Quiso pegarle pero gracias al cielo mamá, que oyó el escándalo, se entrometió.

—¡Deja en paz a tu yerno o voy por la escoba!

—¿Qué? Deberías amenazarlo a él. —Señaló al pelirrojo—.Tú sabías que es novio de Lira y aun así lo dejaste.

—Lira no es una niñita, no te entrometas ni le arruines su relación. Por fin funcionaron sus amarres, yo la ayudé algunas veces a decir conjuros y bailar bajo la lluvia.

Aquiles quedó perplejo al escuchar eso. Segundos después, volteó hacia Lira.

—¿Que hiciste qué?

—¡Nada! ¡Mamá, calla!

Jessica la ignoró y siguió discutiendo con papá.

—Tú no estuviste ahí pero yo la ayudé a conseguir polvos mágicos, además...

Aquiles frunció el ceño, se cruzó de brazos y miró a Lira con molestia.

—Ya se me hacía raro que de repente quisiera una relación estable y me empezaras a gustar, mocosa.

—¡No me digas así! Además somos felices, ¿o no?

—Pues sí pero te pasaste. No tenías que hacer eso para que me fijara en ti.

—¡Claro que sí! Y gracias a eso Aristóteles está con mi hermana, de no ser por mí él jamás la habría recordado. Mis polvos funcionaron, al único que no tuve que hechizar fue a Adonis porque siempre se mostró idiotizado por la Karen.

Aquiles negó con la cabeza y Aristóteles, que estaba a mi lado, tomó mi mano.

—No fue por eso, amor —murmuró. Me limité a encogerme de hombros.

—Solo espero que no le hayas puesto porquerías al pastel que me regalaste la otra vez —reclamó Aquiles a Lira.

—Yo también comí de ese pastel, ni que quisiera que nos enfermáramos. —Se cruzó de brazos.

—Tú eres una madre alcahueta. —Siguió papá, reclamándole a Jessica—. Y tú eres un pervertido —se dirigió a Aquiles, que lo miró con el entrecejo fruncido.

—Y tú eres el padre ausente, así que cállate —habló mamá.

—Tú me corriste de la casa, maniática.

—¿Yo pervertido? —Aquiles colocó su mano encima de su pecho con indignación—. Ella es la que hace brujería conmigo. —Señaló a su novia de forma acusatoria.

—Pero funcionó; tú eras el que no ponía de su parte.

—¿Yo?

Al poco empezaron a gritarse entre todos, haciendo un escándalo.

—¡Cállense ya! — Todos volteamos a ver a la dueña de esa voz; era Alina, la madre de Adonis. Jamás creí que ella acabaría con esa discusión—. Mi hijito precioso y mi nuera loca están a punto de llegar, así que se me callan, se me sientan y si quieren seguir peleando, háganlo fuera del salón. No aquí.

Nadie pudo refutarle, así que volvimos a nuestras mesas asignadas.


***


Al poco tiempo, llegaron Karen y Adonis y los recibimos con aplausos. «En verdad lucen como un príncipe y una princesa» pensé al mirarlos con sus ropas tan elegantes. Pronto el vals empezó y me conmoví al verlos tan felices, dando vueltas por la pista.

Karen bailó con papá, su suegro, con el abuelo Arquímedes —curiosamente seguía vivito y coleando—, y con Aristóteles y Aquiles. Adonis, por su parte, bailó con su madre, con Jessica, Lira y, al terminar con ella, me acerqué para que no me ganaran.

—¡Chaparrucita! —Me sonrió con gentileza.

—¡Adonis! —Sin contenerme, lo rodeé con mis brazos y él palmeó mi cabeza con un gesto cariñoso.

Bailamos un rato y no pude evitar recordar nuestra fiesta de graduación. Alcé mi vista y le sonreí.

—Quién diría que al final te volverías mi cuñado.

—El mundo da muchas vueltas. Aunque ese siempre fue mi objetivo. —Me guiñó el ojo.

—Me alegro que se haya cumplido... —Bailamos un momento más, hasta que volví a hablar—. Te la encargo mucho, sabes que es media tonta pero lo compensa con su amabilidad.

—Es lo mejor que me ha pasado. —Amplió su sonrisa y sus ojos brillaron de emoción, parecía un idiota enamorado. «Me alegra que Karen cuente con él».

De repente mi suegra se acercó para bailar con el rubio, así que me hice a un lado y me dirigí a mi mesa asignada. Cuando terminó el vals, los novios dijeron unas palabras de agradecimiento hacia los invitados y los meseros sirvieron la comida.

A pesar de que casi siempre tenía hambre, en ese momento alejé mi plato con una mueca de desagrado, no sabía por qué pero me dio asco. Jessica e Idara, que estaban en nuestra mesa, notaron mi reacción.

—¿Qué sucede? —Indagó mi madre.

—Me asqueo la comida.

—¿Estás bien? —Preguntó Aristóteles con preocupación—. Hace rato te mareaste.

—Estoy bien, solo he estado muy cansada —murmuré.

Hubo un momento de silencio, en lo que los demás se enfocaron en su plato, pero de repente Idara habló, logrando que se me pusieran los pelos de punta.

—De seguro estás embarazada.

—¡¿Qué?! —Exclamé con asombro. Volteé hacia Aristóteles, que tenía un gesto igual o peor que el mío.

Lira y Aquiles nos miraron con impresión y papá, que también estaba en nuestra mesa, aventó los cubiertos frente a él

—Mi niña pequeña tiene novio, la grande se casa y la de en medio está preñada, genial, simplemente genial —masculló con sarcasmo, logrando que mamá le diera un zape—. ¡Oye!

—Cállate, idiota —lo regañó y se dirigió a mí—. ¿Hace cuanto no te baja, Maricucha?

—Pues... Este... No... No sé —acepté con vergüenza. Mi suegra, que seguía seria, me recomendó hacerme unos exámenes para estar segura.

—Si no lo recuerdas es porque debe haber pasado un tiempo —siguió Idara—. Es casi un hecho de que sí estás embarazada. No creí que sería abuela tan joven —masculló.

Gracias a su horrible comentario, no pude disfrutar el resto de la fiesta. 




Aw, jeje. ¿Creen que haya bebé o no? 

Levanten la mano los que quieren bebé.

Saben, esta historia pudo haber terminado sin problema en el capítulo 32, ¡pero pues quería darles el gusto de una boda! ¿Y quizás algo más?

Ahora, sé que muchos odiaron el capítulo 33 porque creen que Lira merece algo mejor, ¡pero si hay alguien a quién compadecer es a Aquiles! 😂😂En serio, recuerden que esa fue la percepción de él, pero saben que Lira está loca, sabe hacerse la víctima y es medio bruja, además ese fue su objetivo desde un principio, estuvo como 7 años haciéndole amarres a mi niño. El pobrecito no tuvo opción. Está bien, odien el capítulo, pero jamás, ¡jamás! vean a Lira como la víctima 🤣🤣🤣 Además tampoco es como que en esta historia sean normalitos.

Si quieren que haya bebé no olviden votar ni comentar. Y si no quieren pues también xD

Nos vemos pronto con el último capítulo y el epílogo :')

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