Extra 3: Familia
Jungkook soltó un gruñido leve y volteó para esconderse en el pecho de Jimin, quien adormilado pasó un brazo por sus hombros. Taehyung se apegó a la espalda del menor y apretó los ojos. El ruido continuaba, el pequeño despertador corría alrededor de la habitación, rasguñando el cobertor que colgaba, dando saltitos para llamar la atención de sus humanos.
Se turnaban en las mañanas para atender las necesidades del hijo en cuatro patitas. El mayor lo hizo el día anterior y ahora se descartaba, balbuceando entre el sueño-vigilia "yo no, yo no".
—Es tu turno —Jungkook murmuró empujando a Taehyung.
—Es el tuyo.
—Tae-Tae, ve a darle de comer a Tannie —pidió Jimin sin abrir los ojos.
El chico aludido emitió un quejido antes de poner los pies fuera de la cama. ¿A quién le gustaba levantarse temprano un domingo? Al menos a él no.
El pequeño Yeontan daba brincos arañando sus piernas, debía caminar con cuidado para evitar pisarlo o tropezar. Tomó el platito del perro y torpemente vertió el alimento desparramando algunos granitos por el suelo.
Rascó su nuca y arrastró los pies a su tierra prohibida. Dio un vistazo intruso a la alacena y cogió una caja de cereales de colores. Con la otra mano libre tomó al cachorro cuando dejó de comer y regresó a la cama.
Yeontan trepó por el cuerpo de Jungkook hasta llegar a su cara, despertándolo con lamidas cortitas. El castaño se quejó y escondió su rostro en el mayor nuevamente. El perrito no tardó en buscar a Jimin para equilibrar la repartición de amor matutina.
—Tae, ¿por qué lo subiste a la cama? —Jungkook preguntó con la voz áspera por el cansancio.
—Porque estaba muy solito —respondió metiendo la mano a la caja de cereal.
Jimin tenía un mejor despertar, no sufría por las mañanas y rebosaba energía. No pudo resistir la ternura de la bestia peluda en miniatura que rompió uno de sus calcetines favoritos el día anterior y estiró los brazos para acunarlo entre ellos, rascando sus orejas. Hablando con voz aguda y suavecita para elogiar los encantos de Yeontan.
—Menos mal no nos hablas así —rio el menor del trío.
—Tampoco lo haría —se sonrojó. Sus dosis de dulzura eran casi ilimitadas. El límite lo ponía muchas veces las burlas de Jungkook. "Tan cursi, Jiminnie".
—A mí puedes hablarme así —sonrió Taehyung.
—También te reirías de mí.
—Ya nos reímos porque le hablas así a Tannie —dijo sincero, sacando otro puñado de cereales.
—Nos reímos muchas veces de ti, pero con cariño.
—No trates de arreglarlo, Jungkook —fingió sentirse ofendido—. Mis novios me hacen bullying.
—Tu novio acaba de traer desayuno balanceado para los tres —tendió la caja de cereales a Kookie que estaba al medio.
—Eso no es un desayuno, menos aún balanceado —rezongó Jimin, conteniéndose de agregar a la lista de quejas que estaba ensuciando las sábanas con migas multicolor.
—¿Cómo que no? Son cereales y tienen formas y sabores a frutas.
Jimin se convencía que venía recién despertando como para iniciar el día con protestas. Es decir, lógicamente de frutas apenas tenían la forma, del sabor nada y valor nutricional menos; pero no valía la pena remarcar esa obviedad. Apretó los labios cuando Jungkook sacó cereales y algunos cayeron. Yeontan no perdió la oportunidad de saltar de sus brazos y atacar la comida desperdiciada.
—Ustedes limpiarán la cama —se limitó a decir. Se iba a levantar para preparar un batido nutritivo y comenzar con sus planes productivos.
—No, te quedas aquí —Jungkook lo abrazó por la cintura, reteniéndolo.
El mayor solía levantarse más temprano —persona de mañanas— y por lo general preparaba el desayuno para los tres. Así aprovechaba de hacer algo balanceado. Asumía como parte de su vida el tránsito entre hábitos sanos y disfrutar de comidas calóricas, altas en grasas saturadas y carbohidratos con los dos chicos más importantes de su vida. Su carrera exigía mantener determinada estructura corporal y había encontrado la forma de equilibrarlo. "Es que ustedes no suben tan rápido de peso" había lloriqueado en crisis después de una bolsa entera de pollito frito. Tenía que lidiar con sus genes.
—Quédate un rato más —pidió Jungkook acariciando sus costados.
—Los domingos no están hechos para abandonar la cama antes de mediodía —argumentó Taehyung serio y entonación profunda. Sabiduría pura.
—Pensaba ir a practicar...
—¿Un domingo? —se lamentó Tae con cara de horror. Siempre la ponía cuando su hyung destinaba tiempo a trabajar el día sagrado de la semana.
—Así puedo llegar al almuerzo —continuó tras la interrupción.
—¿Un domingo? —protestó ahora Jungkook.
—Sí, necesito terminar de preparar la coreografía.
—¿No puedes hacerlo el lunes? —Tae hizo un puchero infantil.
—Tus alumnos tendrán una coreografía perfecta de todos modos, quédate esta mañana en cama con nosotros —exigió el menor.
Quiso protestar, Jimin estaba en constante puesta a prueba, a momentos lograba reconocer que era más por autoexigencia que por presión ajena. Al terminar la universidad se presentaron diversas oportunidades a costa del esfuerzo de años y pulir cada día su talento. Actualmente repartía su vida entre su trabajo de profesor en la academia donde estudiaba en sus años de instituto, su puesto en una compañía de danza y su familia.
Los dos chicos que lo aferraban a la cama eran familia para Jimin y tener sus tiempos con ellos también era importante, aunque no lo pareciera; aunque quisiera levantarse para ir a practicar y así despejar el resto del día.
—Kookie...
—Tae, ayúdame a convencerlo —dijo con matices de travesura antes de colarse bajo las sábanas.
Un par de parpadeos, colchón variando de peso en lo que gateaban bajo el cobertor y estaban los dos entre sus piernas.
—¡Cuidado con Tannie! —recordó asustado.
Yeontan cansado después que sus pequeñas patitas lo hicieran correr por toda la cama, se había acurrucado en una esquina a dormir entre los pliegues. Jimin trató de no moverse brusco y causar una ola con el cobertor que pudiera botar al hijo peludo.
Aferró sus manos a la almohada cuando sintió que dos pares de manos tironeaban su ropa interior y acariciaban sus piernas, separándolas. Dos pares de labios besando la piel de sus muslos. Dos bocas focalizándose en puntos sensibles. No tardó en notar que endurecía, gran parte de la sangre viajaba rumbo al sur de su cuerpo y sus caderas se alzaban por cuenta propia buscando más de esas descargas intensas.
Si sus dongsaengs querían evitar que escapara de la cama, lo habían conseguido. Lo tenían temblando, con los codos enterrados en el colchón y manos estrujando las sábanas. Al principio no entendía quién hacía qué, cuando sentía húmedas caricias en el glande, dibujando patrones diferentes con la lengua, una de ellas comenzó a descender por el tronco y las otra se mantenía sobre la hendidura. Sus jadeos se mezclaban con los chasquidos mojados. Exceso de estímulos para su lánguida mañana de domingo. Lo poco de raciocinio que le quedaba lo empleaba en verificar que el pequeño y durmiente Yeontan estuviera seguro en su esquina.
Luchaba por mantenerlo al percibir un par de dedos ensalivados abriéndose camino en su interior estrecho. No quiso mirar bajo las ropas, quería saber solo en base al tacto cuál de sus dos chicos se concentraba en alguna parte determinada de su anatomía genital.
Años compartiendo mimos, experiencias, y juegos le permitían identificar que la succión dura, labios comprimiendo firme y a veces roce accidental de dientes, era de Taehyung. En todos esos años Jimin había descubierto que no era tan enemigo del dolor. El roce afilado le provocaba un escalofrío que le hacía tiritar y gemir.
Jungkook metía y sacaba los dedos al mismo tiempo que presionaba el perineo con pequeños toquecitos antes de continuar con un recorrido húmedo ascendente por los testículos. Jimin simplemente se deshacía en suspiros y pronunciando sus nombres entrecortado.
La tensión se concentraba consistente y palpitante como su erección misma. "Más, un poco más", les rogaba a sus lindos novios. Estaba tan cerca que dejó de mirar a Yeontan, apretaba fuerte los párpados a medida que se aproximaba la explosión de sensaciones. Dejó escapar un pequeño gritito arqueando la espalda, empujando profundo en la boca de Taehyung, liberándose en ella. Las contracciones rítmicas se cerraban alrededor de los dígitos que seguían estimulando aún habiendo llegado al orgasmo.
Los menores aparecieron con sus expresiones de ojos oscuros nublados por el deseo, mejillas enrojecidas y cabello pegándose a las frentes sudorosas. Desordenados y hermosos. Compartieron un beso hambriento y pudo notar un leve hilo blanquecino escapar de las comisuras de los labios. Sabía que Jungkook lo hizo intencional, lo confirmaba por la mirada de reojo, su dongsaeng era sucio y no podía mentir y decir que no le encantaba.
—Hyung, necesito cariño —ronroneó trepando por su regazo—. ¿No quieres ver cómo Tae me folla? ¿O prefieres que yo se la meta a él? —preguntó con la voz satinada, muy dulce—. Podemos hacerlo directo frente a tus ojos, así de cerca —continuó susurrando sobre sus labios gruesos.
—Saben que me perturba follar con Yeontan mirando...
—Está dormido —argumentó Jungkook.
—Va a despertar —hizo un puchero.
—Puedo bajarlo —sugirió, porque nada le impediría al futuro médico una sesión de sexo para iniciar bien el día.
—¡No! —exclamó Taehyung, brincando ligero en la cama—. No despiertes al niño.
—Tú lo acabas de despertar —Jungkook rio entre dientes.
Tae resopló cuando vio al perrito incorporarse, para luego bostezar, avanzar un par de pasos, escarbar entre los pliegues y volver a echarse.
—Podemos continuar mientras tomamos una ducha —acotó Jimin tanteando el pene semi rígido de Jungkook sobre la delgada tela del pantalón de pijama.
—Me porté bien, hyung, merezco un premio —sonreía empujando sobre la mano tibia.
Jimin pronunció un "baño", frotando con la palma extendida, notándolo crecer rígido.
—Tae-Tae quita la caja de cereales de la cama —exigió el hyung responsable. Todavía recordaba lo complejo que fue limpiar una mancha arcoíris de la alfombra después que Yeontan comiera esos nocivos granos de colores.
Jimin decidió que si iba a destinar el domingo a mimos y relajo, tenía que hacerlo bien. Llenó la tina con moderación, la física básica le había mostrado la facilidad con la que tres cuerpos rebasaban el agua. Dejó caer con cuidado una bomba aromática que se deshizo en forma de burbujas y dulzor.
Taehyung gimió de agrado al sumergirse, la temperatura era perfecta, acomodándose entre las piernas de Jungkook. Jimin entró con cuidado, el espacio era demasiado estrecho para los tres y pese a su intento por no crear un desastre, el agua escurría igual por los bordes.
Los besos y caricias no tardaron en reaparecer. Tae trazaba un camino con los labios desde el cuello a los hombros de su hyung, soltando ruidos cortos y roncos al percibir la mano de Kookie tocando entre sus piernas, presionándose duro contra su culo.
Jimin buscó la boca de Taehyung, acoplándose en un contacto lento, degustando el calor y una combinación de sabores. Empujó sus caderas en el regazo del menor. Bendito roce que le hizo gemir dentro del beso.
Jungkook rodeó con el otro brazo a Tae tan cómodo sobre sus piernas, usando sus dos manos para reducir el espacio en el que Jimin se frotaba. Le gustaba masturbar a sus dos compañeros de vida, le complacía mirar las expresiones que podía causar solo con el poder de su tacto, sentirlos ardiendo, palpitando y temblando; escucharlos repetir su nombre y ruegos por un poco más. Siempre más.
Tae dejaba escapar ruidos ásperos, moviéndose ondeante sobre la erección de su dongsaeng. Mucho tacto, mucha fricción. Eso bastaba para llenar el cuarto de suspiros y sonidos que expresaban una grata sesión de cariño. Un día para ellos, para redescubrirse una y otra vez, porque ya alcanzado el orgasmo quedaban las respiraciones cansadas y los dedos mimando la piel ajena. Pequeños masaje, besos perezosos y miradas relajadas, pero llenas de amor.
Días así era un bálsamo para las semanas intensas y calendarios apretados. Era lo que más necesitaba Jungkook cuando estaba a pasos de iniciar su paso práctico de internado. Cuando sus horarios fueran una mierda, pero sabía que sus novios estarían ahí para sostenerlo. Recordaba como en algunos turnos en la madrugada Jimin se levantaba antes de la salida del sol y le ayudaba a prepararse o como Taehyung le pasaba a dejar comida y robar un beso en turnos nocturnos en el hospital.
—¿Al final mañana vienen tus padres o vamos nosotros? —preguntó Taehyung, intentando estirar un poco las piernas.
—Vendrán —dijo apoyando la mejilla en la espalda húmeda del rubio.
—¿Qué quieres comer?
Jimin estaba dispuesto a dos cosas, la primera darle en el gusto al menor para celebrar el momento académico importante que atravesaba —su querido Jungkookie a puertas de ser todo un profesional— y también encantar a sus suegros —que aún no sabían que lo eran— con una cena deliciosa.
Los padres de Jungkook seguían convencidos que su hijo interrumpía la vida de pareja de Jimin y Taehyung.
—A ustedes, siempre —ronroneó besando la piel disponible.
—Lo pregunto en serio, Kookie —Jimin rio bajito—. Necesito saber si tengo que comprar algo más.
—Lubricante, se está acabando —Tae le dedicó su sonrisa simétrica y mirada juguetona, alzando las manos para acariciar las mejillas gorditas y rosadas.
Manos que pasaron de las mejillas mullidas a las nalgas firmes, notando como el mayor dio un leve brinco ante el gesto. Masajeó y estrujó.
—Voy a meterla —anunció rozando la entrada con uno de los dedos.
Jungkook extendió el brazo y cogió el tubo de lubricante que tenía residencia permanente entre el jabón y productos para el cabello.
Jimin no tardó en moverse contra los dedos que lo preparaban. Los sentía hundirse profundo, arrastrando la presión con las yemas por las paredes y cada músculo de su cuerpo se contraía cuando apretaba directo sobre próstata. Sollozó de placer cuando las manos de Kookie se sumaron acariciando otras zonas sensibles.
—Quiero que uses esos labios conmigo —deslizó el pulgar sobre ellos, tan acolchados y suavecitos.
—Lo haré suave, hyung —susurró Tae trazando círculos—. Tanto que mañana no tendrás problemas cuando practiques, podrás hacer un split perfectamente.
Se entregaba, había instantes en que respondía a todas sus peticiones, se moldeaba y deshacía con las caricias de sus menores.
—Hoy estás muy obediente, hyung —dijo tras reacomodarse para quedar a la altura de su boca. Espalda contra los azulejos fríos y los labios de Jimin besando la punta antes de descender.
Taehyung lo penetró despacio, disfrutando plenamente de verse envuelto en el espacio ajustado y caliente. Sabía que había que follar con cuidado en el baño, tierra de peligros. Detalle a tener en cuenta especialmente después que Jungkook comentara un día de la cantidad de accidentes domésticos que ocurrían en este cuarto de la casa que llegaban a urgencias. También añadió sobre las emergencias sexuales más frecuentes que le hicieron replantear hasta que límite llevar las exploraciones curiosas y juegos.
Jungkook hundió los dedos en el cabello actualmente castaño oscuro de Jimin, tiraba de las hebras y empujaba contra su boca, sintiendo el placer tirante por todo su vientre y cada estímulo se traducía en una descarga que hacía sus piernas flaquear. Cada vez que su hyung gemía, la vibración era una caricia en sí misma sobre los nervios sensibles bajo la piel.
Jimin tragó y se aferró a las piernas firmes de Jungkook para sostenerse con las últimas embestidas que al ser las que lo arrastraban al clímax fueron bruscas y cortas.
Ninguno de los tres podía decir que fue un baño revitalizante, regresaron cansados, pero satisfechos a la cama, Yeontan se había trasladado a dormir sobre las almohadas. Jimin rezongó cuando pequeños fragmentos de cereales de colores pincharon su piel limpia y sus menores lo miraron con carita de "disculpas". Quejas que fueron apagándose entre abrazos y cariños.
Agradables mañanas de domingo, aunque no siempre eran sinónimo de sexo al despertar, había otras ocasiones que Jimin o Jungkook llevaban el desayuno a la cama y destinaban largas horas a conversaciones distendidas, anécdotas recientes, situaciones hipotéticas, todo eso que los llevaba de vuelta a las tardes en la azotea de la escuela.
Muchas cosas no cambiaban y era porque le daba el sello y estabilidad a su relación, la misma que proyectaban con permanencia y mantenían a base de amor adicionado con comprensión.
El día siguió laxo, ritmo lento, de esos en que paseaban en ropa interior por el apartamento y los espacios predilectos eran la cama o el sofá frente al televisor con Yeontan descansando con ellos.
Los tres amaban al pequeño hijo peludo que irrumpió en sus vidas una noche que Taehyung llegó con él en brazos diciendo que estaba solito en la calle y no tenía collar identificatorio. Ninguno de los otros dos fue capaz de oponerse cuando vieron que daba saltitos a sus alrededores.
Tae era quien más tiempo tenía para cuidarlo, la mitad del trabajo lo realizaba de desde casa, editando y diseñando. La otra mitad era con cámara en mano.
Tenían fotos de Yeontan enmarcadas y exhibidas en las paredes e incluso le compraban ropitas para tiempos de frío. Un poco demasiado, a veces decía alguno de los miembros de su familia extendida, porque ahora la familia nuclear la componían ellos tres y el perrito diminuto que se paseaba tras Jimin camino a la cocina.
El castaño revisaba el refrigerador y la alacena, respirando con alivio de estar bien abastecidos todavía, la verdad era que no quería salir a comprar. Solo deseaba seguir disfrutando de su día de mimos y procrastinación. Taehyung encendió la consola y Jungkook llamó para pedir comida a domicilio. El postre fue un pote de helado y varios besos.
Jimin no quería que acabara el domingo. Taehyung no quería que sus novios retomaran rutinas saturadas. Jungkook solamente quería seguir devorándole los labios dulces a los dos chicos guapos que reposaban a su lado en el sofá.
Jimin, hyung responsable, mandó a cada uno a distintas tareas, a Jungkook hacerse cargo de los platos sucios y limpiar la cocina, Tae a arreglar la cama desordenada y él, con pesar, fue a limpiar el tsunami que provocaron en el baño un par de horas atrás.
Al regresar se topó con la sorpresa de ver a Taehyung con la espalda apoyada sobre la mesa y Jungkook cómodamente situado entre sus piernas.
—¿Por qué en la mesa justo cuando vienen tus padres mañana? —suspiró pesado la voz de la razón, sintiendo que el calor se concentraba en sus mejillas.
—No sería la primera vez —respondió con la sonrisa ladina—. Ven, hyung, quiero sentirte.
No era como si Jimin tuviera tanta fuerza de voluntad para una negativa, menos cuando alargaba las vocales de ese hyung que entonaba cariñosamente.
No podía quejarse por otra ronda. Ninguno de los tres. A veces le faltaba el tiempo para todas las ganas que tenían.
—Tae me ha estado preparando para ti.
La voz de la razón del hyung responsable se apagó. Tanteó con sus dedos la entrada resbaladiza por el lubricante y prosiguió, abriéndose paso por las ceñidas paredes, llenándose de calor. Cada embestida era una sensación electrificante y deliciosa. Cada una le quitaba una dosis de energía.
Llegada la noche no les quedaron fuerzas y se dejaron caer rendidos sobre el colchón, Taehyung reclamó un espacio al medio entre sus novios, sumido en felicidad, caricias en el cabello y calidez de las pieles tibias. Eso para él era el cielo, la gloria misma.
El lunes apareció con la fuerza arrolladora de la rutina, especialmente para Jimin, quien levantándose temprano, besó los rostros de sus novios antes de partir a la academia. Taehyung le tocaba sesión fotográfica por la tarde y Jungkook tenía su última semana de relajo antes de comenzar el internado. Su único quehacer era asistir a una clase a mediodía e ir por otro pote de helado para reponerlo en la nevera, además de ayudar a preparar la cena para sus padres y hermano.
Jimin llegó por la tarde con bolsas de compras, había decidido reabastecer el refrigerador y preparar una cena abundante, considerando que se sumaban de improviso sus padres y los de Taehyung, había mandado a este último a conseguir sillas con la vecina que a veces cuidaba a Yeontan. No acostumbraban a recibir tantas personas en el pequeño apartamento. Iban a estar estrechos en la mesa.
Y fue así, los codos se rozaban, pero sus padres se veían contentos y conversaban animados, recordando anécdotas de cuando sus hijos se conocieron, de los días que salían a paseos o celebraban en ocasiones importantes. Siempre los tres, siempre tan unidos.
—¿Mi hijo no interfiere en su vida de pareja? —nuevamente surgió la pregunta de la madre de Jungkook, sonando relaja y entre risas.
A veces Kookie se planteaba la posibilidad que su madre con esa intuición que tenía tan desarrollada lo sabía todo. Absolutamente todo, de hace años, desde antes que vivieran los tres. Quizá desde la primera vez que a los dieciséis le preguntó si ya se había enamorado de alguien. "Las relaciones no son difíciles si las llevas con comprensión", le dijo antes de acariciarle el cabello.
—No imaginamos estar sin él —respondió Jimin sonriendo con dulzura y con la tensión y el hormigueo que llevaba años albergados en su vientre.
Jungkook sonrió complacido y feliz. Taehyung le apoyó, incluso afirmó que tenían un hijo, hablando por Yeontan, que se paseaba entre varios pares de pies la espera que algo cayera al suelo.
Porque eran una familia y ellos sentían que eran una funcional y muy unida. Que atravesaban días malos y rutinas pesadas que mermaban los ánimos, pero también domingos de mimos, gestos diarios que destilaban amor y preocupación, viajes, experiencias y un marco que les ofrecía toda la estabilidad que necesitaban. Porque eran un puzzle de tres piezas. Porque se amaban y no había margen de comparaciones y dicotomías absurdas que para ellos no aplicaban.
—Es bonito ver que los tres siguen así de unidos.
Y lo seguirían estando, no había otro futuro que pudieran concebir y asociar a la felicidad.
***
Esta sensación rara de finalizar algo uwu. Si logré llevar fluff a sus corazones e ideas sucias a sus mentes, mi misión para esta historia está cumplida :3
Igual comparto una reciente escena mental inspirada en mi gusto por ver fails expectativas vs realidad:
Imagino a Taehyung queriendo dos cosas: sorprender a sus novios con un desayuno cute y de paso demostrar que no debería seguir desterrado de la cocina. Entonces tiene esta idea...
Compró los utensilios y todo. Parecía fácil, es decir, como no iba a poder freír un par de huevos, colocarlos en el molde y se acaba la ciencia, ni manual de instrucciones necesitaba.
Se dijo a sí mismo "Fighting!".
❤️
Resultado final:
Una abominación que gritaba "kill me pls, estoy sufriendo" por donde se le mire.
Al menos lo intentó, el esfuerzo es lo que cuenta.
u.u
***
Muchas gracias a todas/os por acompañarme hasta aquí 💕 han contribuido a mi felicidad con su apoyo, sepan que les amo >u< (si alguien quiere que le dé amor y lea trocitos de uds., así como leyeron trocitos de mí, pueden recomendarme a sus bebés con toda confianza).
Fue bonito escribir algo de estos tres chicos preciosos. Quién sabe cuándo, pero más adelante lo haré de nuevo :3
Mientras seguiré mi instinto multi(puti)shipper y experimentando. Si a alguien le gusta el TaeJin, NamMin y el YoonSeok; queda más que invitada/o a pasearse por una historia que pronto estaré subiendo uwu.
Cariños~ 💜 les deseo días felices y llenos de mucho shippeo uwu y emociones por ¡Ay, el comeback *u*! Doy saltitos como que estoy en desborde de alegría.
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