Parte 2: Gris
Jisung intentó moverse cuando uno de sus brazos hormigueaba frío, pero Bangchan no lo dejó, se aferró con más fuerzas al delgado cuerpo desnudo de su novio. Muy cálido y todo, pero las extremidades superiores reclamaban que la sangre volviera a circular.
—Channie, se me adormeció.
El menor se limitó a reír despacito y levantó un poco para dejarle retirar el brazo que le servía de almohada.
A ojos de Bangchan se veía hermoso con la expresión cansina, labios gruesos rojos y mejillas rosadas. La expresión post sexo de su novio se había vuelto uno de sus instantes favoritos, se quedaba contemplándolo hasta que Jisung comenzaba a reír y se tapaba la cara.
—Tengo que vestirme —dijo con pereza, buscando un beso corto de los labios ajenos.
—Aún falta una hora para que mis padres lleguen —protestó apretando el agarre en su cintura para atraerlo.
—Justamente por eso, una de las últimas cosas que quiero es que me vean desnudo en la cama junto a su hijo. Ya me bastó con que nos pillaron besándonos la primera vez.
—Fue divertido, a ella no le molestó, solo le sorprendió.
—Casi muero de la vergüenza, además ahora estoy desnudo, no sería capaz de mirar a la cara a tu mamá de nuevo.
Chan sonrió y se escondió en el cuello de Jisung, pasó una de sus piernas por encima para atraparlo, para sentir cada tibia parte contra su piel expuesta. Le debía un montón a Binnie por ayudarle, de no ser por su intervención quizá no estaría disfrutando de llenar de besos uno de los hombros que tenía en frente.
El mayor se removía por el cosquilleo que le producían las pequeñas caricias cortitas con los labios. Se resignó y enroscó hebras de cabello castaño entre sus dedos, ladeando el cuello para darle más acceso a la exploración que su pareja realizaba con la boca.
—La otra vez dejaste una marca demasiado notoria.
Bangchan no prestó atención a la queja y siguió chupando y mordiendo pequeñas porciones de piel.
—Chan, creo que escucho el auto de tus padres.
Ambos hicieron silencio y confirmaron la sospecha.
—Se supone que llegarían más tarde.
Al notar que el menor no atinaba a moverse, lo apartó de un empujón, recogió rápido su ropa regada por el suelo y se encerró en el baño más cercano. Jisung estaba convencido que si algo no haría sería darle una mala impresión a su suegra.
Miró la marca rojiza que dejó en la parte baja del cuello, quería pensar que la ropa lograba taparla a medias y solo un análisis agudo daría cuenta de su presencia. Mordió su labio, probablemente la mamá de Bangchan la vería.
Jisung mojó su cara una vez más y no pudo evitar sonreír. Pese a la vergüenza de exponer entre pistas, no tan discretas, que su hijo y él tenían una vida sexual activa, era emocionante estar al límite de ser descubiertos. A veces también se tocaban en los baños de la escuela y a lo más osado que habían llegado fue en un probador de ropa de una tienda.
Le gustaba emprender aventuras con Bangchan. Le gustaba mucho su novio a nivel general. Con adrenalina o sin ella, como compartir caricias y abrazos arropados bajo una manta frente al televisor.
Había perdido la cuenta de las veces que le agradeció a Changbin y sus planes para juntarlos, aunque a momentos sentía que algo faltaba y estaba seguro que Bangchan también compartía esa impresión.
Cuando llegó a la habitación la cama estaba arropada de forma tosca y con cuadernos abiertos sobre el edredón.
—Buenas tardes —saludó con una pequeña venia a su suegra.
—Buenas tardes, Jisungie —dijo la señora de forma afable—. ¿Te quedarás a cenar?
Jisung asintió acompañado de un "gracias" con las mejillas sonrojadas.
—Le contaba a mi mamá que estábamos estudiando.
—¿Te creyó? —preguntó una vez que la mujer se alejó del cuarto.
—Eso espero —gateó por sobre los cuadernos hasta llegar a la boca del rubio.
—Eres un mentiroso, Channie, eso está mal —mordió su labio inferior antes de besarlo. Una rápida degustación, en cualquier momento aparecerían también los hermanos menores de su novio y tenían que ser cuidadosos.
—Sabes, mi mamá más de una vez dijo que creía que terminaría saliendo contigo o con Binnie. Le ganó la apuesta a mi papá.
Jisung dejó escapar una risa suave, antes pensaba que sería una locura salir con uno de sus mejores amigos, pero en algún punto que no sabía distinguir con claridad se planteó la idea y posibles escenarios con ambos. Luego los miraba con culpa por involucrarlos en fantasías que muchas veces se tornaron sucias. Pero con los dos se sentía como en algo correcto, como si fuera lo que tenía que pasar.
Al principio volcó todo lo que sentía en Bangchan cuando notó que respondía fácil a los gestos de afecto y más cuando Changbin le dio a entender que era correspondido.
Todavía rememoraba la cita que cambió el rumbo de la relación. Fueron a un parque de diversiones en la noche, había personas disfrazadas, música y muchas luces de colores iluminando el hermoso rostro de Chan y la sonrisa resplandecía.
Esa noche Bangchan tomaba su mano arrastrándolo de un juego tras otro, a ratos estaban tan cerca que pensaba en ser quien diera el primer paso y le robara un beso, pero terminaba solo por juntar sus frente, reír y retroceder.
Fue a dejarlo a su casa y en la despedida se convenció que tenía, no, que necesitaba besarlo. Se llevó la sorpresa que Chan se adelantó, atrapándolo con sus manos grandes y calientes sobre la cintura. Lo empujó contra la puerta, presionó más duro contra sus labios y hundió la lengua en su boca. Jisung se dejó hacer y fundir, perdido en una galaxia de sensaciones agradables.
Hasta que un micro infarto le hizo aterrizar y abrir los ojos de golpe cuando perdió el equilibrio, Bangchan y sus rápidos reflejos le aseguraron mantenerse en pie con un brazo rodeándolo. Al voltear se topó con el rostro sorprendido de la madre del menor que acababa de abrir.
—Buenas noches, Jisungnie —saludó la señora con cariño, aunque sin variar la expresión confusa de su rostro.
Jisung pasó por toda una gama de colores, de pálido como la nieve a rojo furioso antes de lograr articular un "buenas noches" sin tartamudear.
Lo reconocía como uno de los momentos más vergonzosos de su vida y estuvo lejos de ser el último.
Han habido varios momentos bochornosos y torpes en lo que va de su relación. Como la ocasión que una profesora los pilló besándose a escondidas en la biblioteca. Ambos agradecieron a las deidades que la mujer solo les diera un largo sermón sobre buenas costumbres y respeto en espacios públicos en lugar de llamar a sus padres.
Agregaba a la lista la forma desmañada en que iniciaron la vida sexual. Todo partió con un par de besos inocentes en la sala oscura del cine y terminaron devorándose las bocas con las manos dentro del pantalón ajeno, toqueteándose en el baño como el par de adolescentes hormonales que eran. Al salir recibieron todo el reproche del mundo concentrado en la mirada de un señor de mediana edad que claramente sabía lo que ocurrió dentro del cubículo.
Incluso la primera vez fue digna de un par de adolescentes torpes. Tomándose una semana para aprender del porno y portales de consejos de internet. Después no se les ocurrió mejor idea que ir juntos a comprar los condones y el lubricante, así si eran víctimas de otra circunstancia vergonzosa la sufrirían a la par.
—Base acuosa o silicona —preguntó la encargada enarcando un ceja.
Bangchan no recordaba que aconsejaba el portal al respecto. Ni siquiera sabía que se categorizaban.
—Hyung —llamó atormentado a su novio, quien trataba de decidirse por una de las diferentes cajas de preservativos—. ¿Base acuosa o silicona?
Ambos miraron a la dependiente con expresión confundida.
—¿Acuosa? —Jisung tampoco se fijó que existía más de un tipo.
—¿Es para ustedes? —terminó preguntando y recibiendo un asentimiento cohibido en respuesta—. Silicona.
Finalmente entre indecisiones y risas, terminaron por resolver con piedra, papel o tijera quién sería activo.
—Entonces... ¿cómo partimos? —preguntó Jisung desnudo frente a su pareja después de los juegos previos.
—Yo seré quien la meta —respondió Bangchan con determinación.
—¿Por qué? También quiero hacértelo.
—Porque soy más alto, mi voz es más grave y ¡lo dije primero!
—¿Qué clase de argumentos son esos? —protestó cruzándose de brazos antes de largarse a reír—. ¿Lo dejamos a la suerte? ¿Cara o sello?
—Piedra, papel o tijera.
Jisung escogió piedra y Bangchan papel.
Se resignó a su destino, quejándose cuando su novio metió los dedos sin mayor cuidado. "Más despacio que duele", "espera", "sigue, por ahí se siente bien"; "justo ahí, más~". Lo fue guiando y balanceando las caderas a medida que tocaban justo el punto indicado para arrancarle gemidos. La siguiente parte dolió como el demonio y estaba convencido que el porno no lo preparó para esto, quizá sí un poco más los portales web que aconsejaban buena dilatación, paciencia y cariño, las dos primeras no se cumplieron a cabalidad, la última sí, no tenía dudas. Respiró profundo y trató de relajar sus músculos hasta que al final sus sensibles terminales nerviosas enviaron descargas placenteras a su organismo una vez adaptadas al dolor inicial.
Terminó con la zona inferior acalambrada, acostado sobre el pecho del menor, recordándole que a la próxima oportunidad, por cosas de justicia, sería su turno.
Posición que no dudó en reclamar la segunda vez. Bangchan aceptó entre lloriqueos, cerrando las piernas y retrocediendo involuntariamente cuando Jisung intentó poner un dedo en su interior. Un par de besos, caricias y volvió a decir "está bien, ahora sí", tomándolo como una especie de prueba de confianza. Entregándose por completo al chico de mejillas mullidas de quien estaba tan enamorado. Acabó repitiendo su nombre entre jadeos sumergido en cosquilleos naciendo en toda la zona inguinal por cada empuje, porque Jisung lo preparó con parsimonia y lo folló con cuidado que el dolor lo experimentó en bajas dosis.
Bangchan hacía su autocrítica de cómo la ansiedad por concretar el acto le restó preocupación por el culo virgen de su novio.
Eran un par de adolescentes torpes, hormonales y en constante calentura. Buscando los espacios para poder meterse mano cada vez que fuera posible. Cuando sus casas quedaban vacías era como un sueño cumplido, otras veces la oportunidad se presentaba cuando Chan se quedaba a "dormir" donde el rubio. Noches en que el acto de cerrar los ojos distaba bastante de descansar, más bien lo hacían acompañado de gemidos ahogados y orgasmos.
Ya no necesitaban echar los turnos al azar, dependía de las ganas y los juegos. Escogían la posición en base a la espontaneidad del momento.
La confianza era grande entre los dos para atreverse a experimentar. Como la ocasión que Jisung dejó que le vendara los ojos y amarrara las muñecas o cuando Bangchan usó un vestido corto para el mayor, quien no dudó ni un segundo en deslizar las manos por sus piernas desnudas.
Una vez que el calor se nivelaba y la tensión bajo el vientre desaparecía daba cabida a los abrazos y sesiones largas de mimos, besos en la piel, unión perezosa de sus bocas, labios sincronizando lento y sin apuros. Entonces podían conversar de cualquier tema, armaban planes y muchas veces hablaban de Changbin.
Era inevitable hablar de Changbin. Ya sea después de tener sexo o en una cita. El chico era parte importante en la vida de ambos. ¿Cómo concebirla sin él?
Incluso se preguntaron qué diría el menor si supiera como decidieron la "primera vez".
—Se reiría de nosotros, me recordaría que si no fuera por él seguiría siendo virgen —Bangchan hizo un puchero que Jisung no dudó en besar, concordando que Binnie jamás les dejaría de hacer burla.
En otra ocasión cuando se escaparon de clase para una sesión larga y tendida de besos en la azotea, surgieron las preguntas curiosas, de esas que quitan el sueño. "¿Cabían Rose y Jack en la tabla?", "¿Qué haríamos si ocurre un apocalipsis zombie?", "¿Qué súper poder tendrías y cuál sería tu mayor debilidad?".
—¿Qué posición crees que elegiría Changbin en la cama? —comentó Bangchan acomodándose sobre las piernas de Jisung.
—Activo supongo, lo diría con la misma determinación que tú nuestra primera vez.
—Seguramente cambiaría de opinión si le metes los dedos como lo has hecho conmigo —dijo sin tapujos con las mejillas rojas.
La confianza estaba para hablarse libremente de lo que les gustaba y sexualmente habían resultado ser muy compatibles. Jisung varias veces había confesado que le encantaba el uso que Bangchan le daba a su lengua cuando tenía la cabeza entre sus piernas. Temblaba de expectación de solo pensarlo.
Había noches que significaban abstinencia, como cuando Jisung se quedaba en casa de Chan con padres y hermanos presentes. Se suponía que no dormirían en la misma cama, que el anfitrión debería estar en el sofá, pero terminaban juntos abrazados bajo la frazadas conversando en susurros para no despertar a nadie.
—Deberíamos invitar a Binnie, mis padres no estarán el próximo viernes, podemos pasar toda la noche despiertos.
—¡Sí! —el menor había respondido con entusiasmo, casi alzando la voz—. Siento que se está alejando de nosotros.
—Bien, le avisamos durante la semana.
—Aunque signifique abstinencia.
—No pasará nada con un día más de abstinencia.
Había muchas experiencias que quisieran contarle, muchos de los momentos en que casi fueron atrapados y que la adrenalina se disparaba a las nubes, pero era lógico que eso terminaría por incomodar a su amigo y se limitaban a especular.
—¿Qué diría si supiera que nos corrimos mano en el escritorio del profesor?
—Que somos un par de calientes y que parecemos conejos —respondió Jisung mirando con cuidado por la puerta hacia el corredor—. Salgamos, no hay gente.
—Él parece un conejo.
Jisung estaba de acuerdo, cuando lo miraba pensaba en un conejito. Changbin es guapo y tiene un rostro de niño bueno que le parecía encantador.
Le gustaba Changbin. Ya había admitido consigo que sus sentimientos traspasaban los límites de la amistad con los dos chicos más cercanos que había en su vida. Adoraba a Bangchan y la relación era genial, pero no podía desconocer que también Changbin despertaba emociones variadas cuando estaban juntos.
—¿Qué debería hacer? Realmente quiero a mi novio, pero este otro chico también me gusta.
—Si te gustara tanto tu novio no te habría fijado en este otro chico.
Fue esa conversación que escuchó sentado atrás de un par de compañeras de instituto cuando viajaba en el transporte público que le hizo sostener su postura que las cosas no son blancas o negras. ¿Qué hay del gris? ¿No existía acaso?
Le recordó cuando declaró su bisexualidad antes su familia y algunos compañeros del club de baile. No faltaron quienes dijeron "es una etapa", "estás confundido", "no te pueden gustar los dos", "debes ser un homosexual encubierto, sabes que te aceptamos igual". ¿Cómo aseguraban tener más claridad que él sobre su propia orientación?
No entendía ese afán por obligar a escoger lo uno o lo otro. Simplemente no podía elegir a Bangchan sobre Changbin o viceversa como quien elige entre una Coca-cola o una Pepsi.
Jisung estaba convencido que las lógicas binarias no aplicaban a todos y a todo. Le gustaban dos personas, su corazón latía desembocado frente a dos personas y había fantaseado junto a las mismas dos personas un montón de veces. El único reproche que se hacía era no contarle todavía a su novio, aunque tenía que hacerlo por el respeto a la relación y amor que le tenía.
Tomó los cuadernos y los dejó a un lado acercándose a Bangchan. Llevó ambas manos a las mejillas ajenas, acariciando en círculo con los pulgares.
—Channie, me gustas mucho y te quiero mucho, nunca lo dudes.
—También yo, Jisungie.
—Pero hay algo que quiero decirte por respeto a nuestra relación.
—Que lo digas así me está asustando.
—No quiero que se malinterprete, porque me encanta estar contigo y no quiero dejar de hacerlo por nada del mundo —intentó aclarar, aunque una parte de él le aseguraba que su novio entendería. Que quizá compartiría el sentimiento por la forma en cómo Changbin aparecía en medio de su relación como si fuera la parte que faltaba.
Changbin era una constante para los dos. Jisung quería creer que no estaba revelando una noticia catastrófica y que la relación podía seguir igual o mejorar, pasar a un nuevo nivel de confianza.
—Si no me dices voy a empezar a malinterpretar, me tienes ansioso.
—Changbin me gusta tanto como me gustas tú.
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