Extra 1: Funcionando
Changbin por lo general disfrutaba las pocas horas que compartía con su familia. Algunas noches cenaban juntos, sus padres trabajaban gran parte del día y su hermano mayor los visitaba cuando la universidad le dejaba espacios en la agenda. Por su parte la escuela, actividades extra programáticas y dos novios consumían bastante tiempo también.
Esta vez no sabía decir si lo disfrutaba o estaba incomodísimo, aunque nunca tanto como en un almuerzo con la familia nuclear y extendida de Bangchan. Recordaba lo embarazoso que fue atorarse con la sopa caliente y Jisung soltando los palillos antes de reír de forma nerviosa después de la declaración despreocupada del chico de cabellos castaños.
—A veces no sé si tu novio es Jisung oppa o Changbin oppa —bromeó una de sus primas codeándolo en las costillas.
—Los dos son mis novios —dijo con la mirada seria y voz serena, como si fuera obvio, ¿es qué acaso nadie lo veía? Tan obvio como que el sol es una estrella y no habría vida en el planeta sin él. Obvio como respirar para existir. Obvio a más no poder.
Como si fuera algo común y aceptado. ¿Acaso nadie en la familia tenía más de una pareja?
Las caras de todos —salvo Bangchan— fueron de pura y sincera sorpresa. El silencio se prolongaba mientras intercambiaban miradas de un lado a otro. La risa tensa y aguda de Jisung rompió la atmósfera.
—Channie, qué bromas son esas.
—Es que pasamos tanto tiempo juntos que así parece —Changbin se unió a las risas que de a poco se fueron sumando—. Lo bueno es que Jisung hyung no es celoso.
Después Chan lloriqueó por las patadas que recibió bajo de la mesa para que no volviera a abrir la boca: "No quiero negarlos, ni siquiera ante mi familia". Ni él, ni Jisung se habían atrevido siquiera a insinuar como broma delante de sus padres la naturaleza de la relación que compartían.
Tampoco existía presión. Lo irían viendo con el tiempo. No existía una expectativa de futuro en que no estuvieran los tres, esa era la base que les daba estabilidad.
Los planes de Changbin estaban claros, solo que los tiempos se extendían. No quería que el elástico le saltara en la cara en algún momento, aunque tenía a dos chicos que no dudarían en reconfortarlo, sea cual sea el escenario a enfrentar.
—...Entonces así fue como él la descubrió.
La voz de su madre le hizo retomar el hilo de la animada conversación sobre chismes familiares. No eran cercanos, Changbin apenas se acordaba de las caras de varios tíos y primos, pero ahora sabía que una de sus tías le era infiel a su esposo.
—¿Se van a divorciar? —preguntó su hermano curioso.
—No, todos pensábamos que sí, estuvieron viviendo separados unas semanas y luego ni idea qué pasó, pero ella dice que haber tenido un amante salvó el matrimonio.
—Algo así no salvaría el nuestro.
—El nuestro no se hunde como para necesitar salvación —comentó con tono de reproche la mujer—, supongo que a ella le funcionó incorporar a un tercero.
—¿No se suponía que amaba a su esposo?
Los rostros confundidos de su padre y su hermano le provocaron una sensación de nudo tirante en el estómago, pero prefería llenarse la boca e intentar hacer pasar la comida para no opinar.
—Mi prima siempre fue bien... ¿dispersa? No imaginábamos que se iría a casar en primer lugar.
—Lo que tampoco entiendo es cómo ella que dedica más del ochenta por ciento de su tiempo a su profesión le sobra espacio para sus hijos, esposo y, además, un amante.
—No lo sé, hay personas que tienen dos o más parejas y de alguna manera les resulta, no es como que la poligamia no sea válida en otras culturas y la infidelidad es bastante común también. No podría, ni siquiera con una novia, la universidad me consume.
—Demasiado moderno esto de tener varias parejas, con un esposo me basta.
—Nosotros estamos tan ocupados que apenas tenemos tiempo para ustedes —continuó su padre.
—¿Qué hay de ti, Binnie? ¿Cuándo vendrá una novia a esta casa?
Changbin quiso maldecir a su hermano por sacarlo a la conversación, se estaba desenvolviendo bien comiendo calladito, pasando desapercibido.
—O un novio —especificó su madre.
"¿Uno? Son dos y vienen seguido, ya los conocen".
—Somos abiertos —agregó su padre con una sonrisa.
"Me gustaría saber qué tanto..."
Estaba rígido en su asiento, le costaba tragar, pero con alimento en las mejillas no podía hablar, así que solo negó.
—Binnie es tímido con las chicas —expuso su hermano.
—Por eso creo que llegará con un novio —acotó su madre.
"Dos". Pensó en corregir.
Dos compañeros de vida asombrosos. Sus hyungs eran geniales, que no se los dijera con frecuencia era otra cosa, además le daba la ventaja que cuando les decía cumplidos o les llamaba "hyung" —en un contexto que no involucrara tenerlos entre sus piernas— los descolocaba, veía mejillas rojas y ojos brillando con ilusión.
Lindos, los dos, para Changbin eran preciosos. Estaba perdida y malditamente enamorado.
Hubiera querido hablar y sincerarse con su núcleo familiar de "mente abierta" sobre sus mayores, de lo bien que lo hacían sentir. Agregar lo posible que era llevar una relación con dos personas, que todo funcionaba con cariño, respeto y coordinación, sin embargo, desde que entraron a la universidad esto último se había complicando.
Changbin estaba feliz que Jisung hubiera ingresado a estudiar danza y Bangchan artes visuales, pero había otro detalle que reducía significativamente el tiempo juntos: trabajos de media jornada. Ambos. Jisung en una cafetería y Chan en una tienda de ropa.
Había regalías, café extra grande, galletas adicionales y las lindas sonrisas del rubio. También descuentos en ropa y la asesoría personal de Channie, quien quería que sus novios lucieran muy apuestos como modelos Calvin Klein —porque ni con tiempos reducidos el gimnasio desaparecía de la rutina, Bangchan reclamaba que la mejor rutina de ejercicios era en la cama—.
El menor los extrañaba y sufría por la falta de horas al día. Sus mayores no eran los únicos ocupados, él añadía a la agenda apretada el sobreesfuerzo académico: estudiar para mantener un promedio alto y clases extras, debía prepararse para ingresar a una buena universidad. Era un sacrificio que duraría bastantes meses más.
Se veían tan poco que dolía. Quería estar con ellos en los almuerzos y pasar noches desvelándose. Quería fundirse entre los dos cuerpos calientes. Intercambiar fotos por textos y acompañarse de la mano ya no bastaba para saciarse. Los necesitaba a su lado, no quería utilizar sus manos, quería la boca de Jisung y los dedos de Chan o a la inversa, que fuera como ellos quisieran con tal que lo tocaran.
Una vez metido en su cama miró la última foto que Jisung envió, enfocaba su abdomen definido y más abajo una notoria erección cubierta por un delgado pantalón. No demoró ni tres segundos en escribir "muéstrame más".
El mayor tampoco tardó en devolverle una respuesta: "solo si me dices qué harías si estuvieras ahora conmigo".
Changbin metió la mano dentro de su ropa. No era suficiente, pero era mejor a no tener nada. Grabó un audio usando una inflexión aterciopelada, bajita, casi a susurros para detallar todo lo que quería, cómo tocaría y probaría la piel que tenía escondida. Jisung envió otra foto, de las que no dejaban nada a la imaginación.
"Me los follaría a los dos", escribió Bangchan.
Cambiaron algunas fotos más y antes de cualquier desastre sacó su fiel caja de pañuelos. Terminó con la respiración agitada pronunciando los nombres de sus hyungs y se durmió con la frustración de la distancia.
Changbin comenzaba a saturarse. Se enojaba con mayor facilidad, especialmente si lograba tener tiempo libre y uno de sus novios decía "no puedo hoy". ¡Ya ni siquiera coincidía con Jisung en el gimnasio!
Cuando creyó que estaba al filo de colapsar, de reclamarle a gritos que se hicieran un jodido espacio para él, llegó la buena noticia: el fruto del trabajo y constancia de sus hyungs que habían arrendado un pequeño apartamento cerca de la universidad. El contacto lo facilitó la madre de Chan y solamente necesitaron juntar un piso de dinero que cubriera tres meses pagados por adelantado.
—Queríamos sorprenderte —dijo Jisung con esa sonrisa de ojitos cerrados.
Sorprendido era poco. Sabía que estaba la idea de tener un espacio para los tres, pero no esperaba que el esfuerzo de sus compañeros estuviera destinado en adelantar parte de sus proyecciones compartidas. Sabía que tenían gastos propios de todo universitario, mas no imaginaba que cada sueldo era ahorrado celosamente para un apartamento. Ahora entendía el ahínco de Jisung por tomar turnos extras o Bangchan sumando trabajos como cuidar niños y pasear perros los fines de semana.
Cuando quería salir con sus dos chicos y ellos le decían "no podemos", "espera un poco más, Binnie". Todo encajaba y había valido la pena.
Un espacio para ellos. Únicamente para ellos.
Aún no terminaba de creerlo. Tembló mirando la sencilla decoración. incluso había una foto de los tres que Jisung había mandado a enmarcar. Un gomero en la pequeña terraza y una suculenta decorando un mueble en la sala. Estaba seguro que sus hyungs no compraron esas plantas.
—La suculenta la mandó uno de mis hermanos y el gomero la madre de Jisunggie —comentó Bangchan poniendo las manos en sus hombros y besando cortito en su nuca.
Changbin volvió a estremecerse y no solo por los labios en su piel. Los videojuegos, libros y mangas apilados en un estante, junto a la consola en el centro lo convencieron que el apartamento era algo real.
—Dejamos un espacio en el closet para que empieces a traer ropa —Jisung seguía sonriendo y sus mejillas abultadas se veían muy bonitas.
—Tienes que ver la cama —Chan lo fue empujando a la habitación.
Un colchón tamaño king. No salía de su asombro. ¿Cuánto estaban gastando? ¿No era exagerado?
—Dormir los tres en una cama de dos plazas no era opción, no era cómodo —recordó el mayor entre quejas—. Binnie, no has dicho nada...
Changbin extendió los brazos y rodeó a sus dos amigos, novios, compañeros de vida. Necesitaba sentirlos. Había añorado semanas el calor contra su cuerpo y el aroma de ambos entremezclado. Estaba conmovido y muy feliz. No sabía ni siquiera por dónde empezar a construir frases completas.
—Sabemos que decir cosas lindas no es lo tuyo —Bangchan besó la mejilla del menor.
—También sabemos que estás muy agradecido de tener un par de hyungs geniales como nosotros.
Y a los dos les sorprendió que Changbin no replicara la frase de Jisung con alguna broma.
—Binnie, queremos pedir a domicilio para celebrar, ¿qué quieres comer?
—A ustedes, ahora —exigió jalando a Jisung por el cuello de la camisa, acercándolo hasta su boca.
Todas sus demandas de atención y el anhelo lo tradujo en besos intensos, duros, bruscos que iba dejando en los labios de sus mayores. Mordidas y lamidas sobre la carne suave. Jisung se quejaba, aunque con gusto, y Bangchan dejaba salir sonidos roncos que le encantaban.
Entre tirones y falta de delicadeza fueron quitándose la ropa. Buscaron más besos y caricias ansiosas en respuesta a la distancia. Habían extrañado tanto el roce directo de las pieles húmedas que parecía sueño, como esas noches con la casa de alguno a solas.
Podrían tener muchos momentos a solas los tres a partir de ahora.
Jisung reía y se retorcía cuando los labios de Changbin bajaban por su pecho. Bangchan llenaba de besos la espalda del menor y apretaba sus nalgas.
—Estás tan firme —subía por sus muslos para volver a amasar con descaro.
Changbin gimió directo sobre el pene de Jisung cuando sintió dos dedos dentro. Siguió con su tarea, trazando un recorrido mojado por la extensión, afirmándose de las caderas ajenas cuando notaba sus piernas flaquear.
Apoyado sobre uno de sus codos, extendió la mano en busca del tubo de lubricante. Una de sus partes favoritas era preparar al mayor. Se deleitaba mirando cómo los músculos se acentuaban al contraerse, porque Jisung se removía brusco, mordiendo su labio hinchado para aplacar los gemidos y generaba en Changbin esa sensación adictiva de poder llevarlo al límite.
Le fascinaba verlo disolverse en placer bajo el control de sus manos.
—Hazlo suave, Binnie, mañana tengo práctica —pidió al momento que entraba.
Lo hizo tan lento que a Jisung le pareció tortuoso y exquisito como cada centímetro de piel ardiendo iba estirando su interior y estimulando cada terminal nerviosa a su paso.
Todos los "más suave" y "con más cuidado" fueron reemplazados por "más", "más fuerte", mientras arqueaba la espalda, hundía los dedos en el torso marcado y sentía el peso de sus amigos con cada empuje. Había olvidado la práctica coreográfica con el placer hormigueando en la zona baja y menos posibilidad de recordarlo cuando Changbin envolvió su necesitada erección.
Lección aprendida para Jisung, quien al día siguiente despertó destruido, con la misma sensación de cuerpo maltratado después de rutinas intensas con pesas o de danza. Se quejó con frases como "quiero morir". Y se sintió morir de verdad cada vez que la profesora le hacía repetir secuencias de pasos. "Creo que hoy no estás en tu mejor forma", le dijo con cariño tras varios errores.
Jisung aprendió: nunca más sesión de sexo puro y duro antes de una práctica.
La abstinencia tampoco era opción, estaba en la continua búsqueda de una fórmula para adaptar su cuerpo a las exigencias. Iba probando diferentes alternativas y posiciones.
Días antes de un ensayo estar en una posición pasiva quedaba por completo descartado. Si el ensayo requería que su condición física estuviera en el mejor de los rendimientos, se limitaba a dejarse mimar por las caricias de sus dongsaengs, quienes procuraban ser suaves y llevarse todo el trabajo.
La última vez disfrutó de las maravillas del voyeurismo. Cómodamente sentado con la mano presionando su entrepierna iba dando las instrucciones de qué quería devorar con la mirada.
—En cuatro, Bangchanie, quiero una buena vista.
Los dos amaban cuando su mayor tomaba esa postura dominante, empleando una voz que sin dejar de sonar dulce explicitaba una demanda firme. Era escalofriantemente excitante, Bangchan recordaba la ocasión y la forma en que Jisung sujetaba sus muñecas contra la espalda, pecho apoyado sobre la mesa mientras lo follaba con empujes férreos. "Chanie, tan apretado, tan obediente" había susurrado en su oído antes de hacerle acabar.
—¿Así, hyung? —preguntó con tono inocente, masajeando sus glúteos, exhibiendo el panorama completo a Jisung.
—Usa tu boca y los dedos, quiero ver a Channie retorcerse y deshacerse en gemidos.
Changbin obedeció y Bangchan comenzó a derretirse al segundo que sintió la lengua tibia delinear su entrada antes de hacer presión. Jadeó y sus brazos se debilitaron cuando el menor lamió más duro.
—Nuestro Bangchan fue felicitado en clases, ¿no merece un premio?
Se abrió camino entre las paredes que se cerraban involuntarias alrededor de sus dedos. Expandía y movía buscando la zona y fuerza justa para estimular.
—¿Estrecho? ¿Caliente? —iba preguntando cargado de deseo—. ¿Quieres hundirte en Bangchanie? Apuesto que se sentiría muy, muy bien.
Changbin gimió, la voz de Jisung cosquilleaba directo en su vientre y más abajo. Era espesa, dulce, sensual, pensaba en el chocolate. Sonaba como un maldito narrador de novelas eróticas. Se acordaría de comentarle después que podría cambiar de rubro, tenía otro talento a explotar.
—Jisung hyung, Changbinie, por favor —pidió Chan curvando su espalda.
—Aguanta un poco más, solo con los dedos Binnie, quiero que enloquezca.
Jisung frotó la punta mojada, extasiado con los sonidos graves, algunos más agudos y otros ahogados que soltaba Bangchan. Le gustaba como cerraba los ojos con fuerzas y sus labios se abrían para repetir el nombre del menor. El ruido rítmico de las pieles al chocar, el aroma salado, los rostros delatando el disfrute... era demasiado para sus sentidos hipersensibles. Se encogió al momento de eyacular en su mano con espasmos que le hacían sacudir los hombros.
Estaba rendido y satisfecho, era una buena receta para disfrutar y despertar renovado al día siguiente. Podía divertirse con sus chicos, dormir plácidamente y rendir de manera óptima en los ensayos.
Jisung amaba dormir con ellos, aunque Binnie se moviera y Chan hablara entre sueños.
Disfrutaba también cuando la cama no era siempre escenarios de actos agitados. Changbin iba con frecuencia a quedarse, muchas veces llevaba sus cuadernos, libros y guías que leía arropado y apoyado contra el pecho de alguno de sus compañeros. Su semblante concentrado y lentes de marco grueso le hacía lucir adorable.
Había días que estaban agotados y las energías en saldo negativo, entonces dormían abrazados y era la mejor de las medicinas. Cada vez era más necesario a medida que se acercaban las fechas de las postulaciones a las universidades. Changbin estaba con los nervios a flor de piel y sus hyungs trataban de hacer lo humanamente posible para mantenerlo tranquilo, aún cuando batallaban con sus finales de semestre y trabajos de medio tiempo.
No había día que Bangchan no llorara por querer vacaciones y Jisung fantaseaba con ir a la playa o acampar cerca de un río e instaba a los tres a ahorrar, incluso había comprado una alcancía. Además, ya estaban planificando cómo celebrar cuando Changbin tuviera los resultados.
Solo que a veces los planes no salían con la inmediatez que esperaban. Bangchan encendió el computador portátil dejándolo sobre su regazo. Jisung separó más las piernas y rodeó la cintura de su novio, quien apoyó la espalda sobre su pecho.
Jisung le escribió a Changbin que harían la videollamada y a los pocos minutos veían su rostro de expresión aburrida tras la pantalla.
—Cuéntanos tus aventuras en Busan, aunque a juzgar por tu cara no te ves entretenido. ¿No deberías estar feliz y celebrando?
—He visto a un par de viejos amigos de la infancia, mis tías me aprietan los brazos y he comido un montón. Me celebran con comida.
Changbin guardó la parte de "los extraño".
—Tienes que volver para celebrar con nosotros —reclamó Bangchan—. El futuro médico que mantendrá a sus dos novios.
—En tres días más —se estiró con pereza sobre la cama—, pero quisiera ya estar con ustedes.
—Un poco de distancia hace que nos eches de menos —Jisung sonrió con los ojos desapareciendo bajo las pestañas—. Te amamos, Binnie y somos felices cuando quieres estar con nosotros.
—Nos hace felices que prefieras pasar tu tiempo en un pequeño apartamento viendo series y comiendo porquerías.
—¿En eso han estado todo el día?
—No, estuve ayudando en una coreografía en la academia durante la tarde.
—Tuve turno extra, mañana hay un evento en el centro comercial y todo el personal está enloquecido, habrán celebridades modelando ropa.
—Pide autógrafos y los vendemos.
—Es mi día libre, además Jisung hyung prometió teñirme el cabello —ronroneó volteando para besar fugazmente al mayor en el cuello.
—¿Qué color?
—Será sorpresa —se adelantó Jisung—. Nuestras vidas siguen siendo rutinarias y cotidianas, tú eres el que está de viaje y debiera tener más para contar.
—Pensé que mi cara delataba el aburrimiento y falta de eventos interesantes.
El rubio acariciaba a Bangchan con las manos dentro de la camiseta, escuchando atento las aventuras de Changbin junto a su familia.
—...Entonces salieron y no quise ir, diciendo que me siento cansado, lo cual no es mentira. Estoy aburrido y cansado.
—Espera... ¿estás solo? —preguntó Bangchan con la mirada de niño que planea hacer alguna travesura.
—Sí..., pero no, sé lo estás pensando y no sé en qué momento volverán —dijo trayendo a su mente las posibles consecuencias para frenar el impulso guiado por sus hormonas alborotadas, porque si era honesto consigo la idea le parecía una forma agradable de terminar su tarde—. Mis padres y primos olvidan el sentido de la privacidad, llegan y abren la puerta.
—Puedes mirarnos —Bangchan sonrió de esa manera que a Changbin se le antojaba provocativa.
Fue tentador cuando Chan suspiró tras tomar una de las manos de Jisung y ponerla entre sus piernas.
—Métete al baño y pon seguro —aconsejó el rubio que acariciaba a su novio sobre la fina tela de un pantalón para dormir.
—Bien, sí, buena idea, esperen.
Chequeó la carga de su móvil y, como es mejor prevenir a lamentar, con torpeza tiró del cargador enchufado. Mordió su labio riendo bajito dejando las ideas llegar a su mente.
Puerta cerrada con seguro y cómodamente sentado —dentro de lo que era posible en un baño pequeño y frío—, llamó de vuelta.
—Ahora sí, pueden continuar.
Changbin quería un buen espectáculo y lo tenía delante, lo habría preferido en una pantalla más grande que la de su celular, pero algo es algo. Miraba la mano delicada de Jisung palpar sobre la ropa, pequeñas palmaditas que hicieron temblar a Bangchan.
—Queremos ver más, quítate la ropa.
—Solo si Jisunggie baja el pantalón.
Petición cumplida, Jisung jugó unos segundos con el elástico antes de tirar y exponer. La erección saltó a la vista y Changbin sentía el deseo ferviente circular por sus venas. Miró con hambre como brillaba mojada ante sus ojos.
—Te toca —dijo Chan con la voz grave, alzando las caderas para buscar más roce con la mano que estrujaba sin fuerzas, provocándolo con delicados toquecitos de los dedos en la punta.
Changbin se quitó la camiseta, tiritando leve en respuesta al cambio de temperatura. Su piel se erizaba.
—Pronto entrarás en calor, Binnie.
—Merezco una buena función —insistió consciente de las veces que se las brindaba a Jisung cuando tenía que cuidar su principal instrumento de trabajo.
—¿Qué quiere que hagamos para ti? —preguntó con la voz suavecita que de inocencia no tenía nada.
—Quiero ver en acción tus bonitos labios, hyung, comienza a chupar.
Jisung relamió con la mirada intensa en Changbin antes de acomodarse entre las piernas de Chan, buscando la mejor posición frente a la cámara para darle una escena nítida de cómo su lengua degustó el glande antes de apretar sus labios y bajar lento. Respiraba pausado y ponía su concentración en relajarse para tragar sin dificultad.
Bangchan se sentía morir envuelto en un reducido espacio sofocante, gemía enredando las hebras claras entre sus dedos, levantaba las caderas para llegar más profundo, Jisung apretujaba sus muslos con lágrimas en la orilla de sus ojos, pero seguía, lo sacaba de su boca para volver meterlo con facilidad.
El menor notaba como el pecho del castaño subía y bajaba más rápido y los sonidos roncos escapaban a mayor volumen. Estaba cerca, conocía las variaciones en su semblante, tanto como las de Jisung.
—Suficiente, no quiero que acabe todavía.
Bangchan emitió un tenue quejido cuando padeció el abandono del calor húmedo que aprisionaba su erección. Había estado tan cerca que su cuerpo reclamó el orgasmo negado.
Changbin acarició su miembro rígido, enfocando la cámara en él, mostrándole a sus mayores los efectos que causaron.
—Chan, te vas a follar a Jisung, quiero ver hasta el último detalle de cómo lo preparas.
Jisung apoyó la espalda en las almohadas, sujetó por detrás de las rodillas para separar y empujar sus piernas hacia el pecho. Changbin jadeó con la imagen ofrecida y frotó más firme con la palma de su mano.
—¿Cómo quieres que Bangchanie te toque?
—Quiero que use su boca.
—¿Quieres que te coma el culo, Jisungnie?
Iba a empezar a hablar sucio, sabía que era una técnica infalible para calentar a sus mayores y para qué negarlo, a él también.
—¡Cielo, llegamos! —escuchó el llamado de su madre junto a los pasos aproximarse.
Corte abrupto a su inspiración. ¿Por qué no pudieron tardar unos diez minutos más? Escuchaba las risas que ni se preocuparon en disimular. Casi suelta el celular buscando el botón en el costado para bajar el volumen cuando Jisung gimió alto. Rogaba que el sonido no hubiera traspasado las paredes. Debió haber llevado audífonos.
—¿Estás en el baño?
—¡Sí, salgo luego!
—En quince minutos serviremos la cena.
Las risitas resonaron despacio igual que los ruidos agudos del rubio. Observaba los dedos largos empapados en el líquido ligeramente rosado —Jisung pensó que era buena idea probar un lubricante de frutilla— entrando y saliendo, primero dos, luego tres.
Bangchan alejó un poco el portátil para que Changbin pudiera apreciar mejor cuando afirmando las piernas tonificadas de Jisung entró con un solo movimiento. El mayor era flexible, lo cual facilitaba bastante poder separar sus extremidades sin lastimarlo.
Los menores recordaban imaginar un mundo de posibilidades cuando le vieron hacer un split sin esfuerzo.
Jisung exigió cambio de posición, sentándose a horcajadas. Changbin observaba hipnotizado el pene de Bangchan hundirse, salir por completo y volver a desaparecer. Cuando Jisung arqueaba la espalda los músculos se dibujaban con claridad, igual que al flexionar las piernas al subir y bajar.
—Chan...—Jisung pronunció entre suspiros.
El menor atacó con los labios el cuello sensible a su disposición.
—Bangchan...
Las manos de Chan estrujaban su culo para guiar el ritmo. Los movimientos aumentaron, más cortos y veloces. Estaba en alcanzando su límite.
—Chan... el computador —señaló cuando noto que estaba cada vez más cerca de la orilla de la cama—, se va a caer —logró articular, apoyándose en su hombro justo antes de terminar.
—Mierda —estiró torpemente el brazo para acercarlo y prevenir la tragedia.
Al otro lado de la pantalla Changbin estalló en risas.
Bangchan empujó un par de veces más aprovechando los espasmos ajenos para acabar dentro.
—No se imaginan cómo eso acaba de matar el momento.
—Fallas técnicas, Binnie, como tu madre llamando al otro lado de la puerta —dijo el rubio con la voz cansada, dejándose caer en el pecho de su novio.
—Pero hay una imagen con la que te puedes terminar de correr.
Bangchan enfocó las tersas nalgas de Jisung. Si estuviera junto a ellos no habría dudado en golpearlas con las palmas. Usó sus manos grandes para exhibir el resultado final, el líquido blanquecino deslizándose por la piel nívea del mayor y el calor llegó directo a sus mejillas. Volvió a tocarse, mirando fijo como los dedos jugaban con la entrada húmeda. Sus hyungs parecían estrellas salidas de una porno. Si lo fueran tendrían éxito, Changbin no tenía duda.
—Apuesto que querrías estar ahora mismo metiéndosela a Jisunggie.
Changbin asintió temblando, a segundos de alcanzar un orgasmo, sin apartar los ojos de la imagen obscena que alentaba sus fantasías. Tan cerca.
Llegó, jadeando, encorvando su cuerpo, aferrando sus dedos al móvil para no soltarlo. Acababa de manchar su abdomen y no tenía fuerzas para levantarse o estirar el brazo y coger papel higiénico.
—La cena está servida —oyó una voz detrás de la puerta, esta vez de una de sus primas.
Ni siquiera una sesión de sexo por webcam se salvaba de los tintes fail, de las "fallas técnicas" o cualquier inconveniente, quizás una fuerza superior le avisaba que debían controlar su calentura. Lo empezó a sospechar una noche que estaban disfrutando un relajante y sensual baño los tres y por un desperfecto técnico se cortó la luz en todo piso. A tropezones, desnudos, mojados y a oscuras tuvieron que ingeniárselas para encontrar un celular y activar la linterna.
No debía sorprenderle que su familia llegara en un momento poco oportuno y menos de las miradas en la mesa, de esas que decían "sé lo qué hiciste mientras no estábamos" o quizás era su propia paranoia que le hacía sentirse acusado por masturbarse en el baño de su tía viendo una porno casera en directo protagonizada por sus novios.
Menos mal sus padres no sabían ni siquiera una décima parte de lo que hacían los tres.
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