Capítulo 4

"Conociendo"

Tal vez no debieron ser tan insistentes con sus planes e intenciones. Tal vez ser más precavidos y pensar antes de actuar los habría hecho esquivar aquella situación. Ambos, francesa e inglés, estaban sentados en el sofá ante la atenta mirada de las cuatro provincias, que parecían encontrar muy divertido quedarse mirándolos.

Sabían lo mínimo de geografía española para poder saber quién era quién. La más alta, con cara de pocos amigos y cabello corto con flequillo era Ourense, la misma punk que les abrió la puerta. La de bandera morada, que llevaba un vestido de flores y una coleta alta era La Coruña, manteniendo su perfil de dolce & aesthetic. Pontevedra era aquella, de bandera azul y blanca, que llevaba un top que ponía "Marco, porro." Y el último era Lugo, el único chico de la sala que era el único que no les estaba clavando los ojos.

Galicia los dejó entrar y les preguntó si querían algo de tomar mientras esperaban a España. Porque obviamente la comunidad sabía que estos dos sólo podían estar aquí por España. Ya se podía hacer una pequeña idea de lo que pasaba entre esos tres, pero aún no sacaría conclusiones definitivas. Dejó a los dos países en su salón mientras fue a preparar unos cafés para todos. Así fue como los encontramos al principio, esperando a aquel territorio de España mientras eran fusilados por las tres miradas femeninas. Y es que para ellas no todos los días venían países importantes a su casa, y todo esto era demasiado interesante.

Aunque no importaba mucho ya que cuando volvió la gallega, en una rápida orden mandó a su juventud que despejaran la sala, ya que los mayores iban a hablar. Con algo de desilusión, todos salieron de allí. Galicia dejó la bandeja con las bebidas en la mesita de té, ofreciéndoles inmediatamente.

El silencio se creó en la sala, los tres beben sus cafés sin saber cómo empezar una conversación. O bueno, Francia y Reino Unido no sabían cómo comenzar una. Conocían a la gallega de vista, y habían hablado un par de veces, pero con aquella norteña de poco servían las palabras, más le valían a ella los actos y las acciones que una palabrería barata, porque todos podían hacer eso.

Y fue la misma mujer la que dio paso a la conversación, sin darse demasiados rodeos saltó directamente a la pregunta que le taladraba la mente.

– Ustedes andan aquí por la meniña de España, xa que non creo que acudan a miña terra para simplemente falar e menos pedirme unha visita turística, ou equivócome? (Ustedes andan aquí por la niñita de España, ya que no creo que acudan a mi tierra para simplemente hablar y menos pedirme una visita turística, ¿o me equivoco?

– Eh bien, écoutez, madame, nous avons pensé ... Agh, laissez-moi vous expliquer que cela a une explication logique ... ehh... (Bueno, escuche, señora, pensamos ... Agh, déjeme explicarle que esto tiene una explicación lógica ... ehh...)

– We want to invite Spain out. (Queremos invitar a España a salir.)

Al escuchar eso, Francia lo fulminó con la mirada, ¿cómo se le ocurría soltar una confesión de intenciones tan directa y de una manera tan brusca?

– Don't look at me like that woman. She was looking me... That look asked me to answer yes or yes. I couldn't help it. (No me mires así mujer. Ella me estaba mirando... Esa mirada me pedía que respondiera sí o sí. No podía evitarlo.)

Y no mentía, la penetrante mirada de la gallega haría que cualquier pecador confesara sus peores y oscuros deseos y pecados. No por algo era una capital dedicada al culto y una aprende mucho dentro de monasterios ante la atenta mirada de Dios, siempre juzgando tus actos desde el cielo.

– Al menos alégrame a túa sinceridad, endemoniado guiri. Aunque iso xa o sabía. Non tes que ser moi espabilada para decantarse das vosas intencións. Refírome, ningún faría tanto camiño desde Madrid para chegar eiquí, e chegar con unas pintiñas que sorprenden, e non no bo sentidiño. E ademais, por si non lles chegaba a ambos, non teñen nin idea do que poden facer agora, a poco non? (Al menos me alegra tu sinceridad, endemoniado guiri. Aunque eso ya lo sabía. No tienes que ser muy espabilada para darte cuenta de vuestras intenciones. Me refiero, ninguna persona haría tanto camiño desde Madrid para llegar hasta aquí, y llegar con unas pintas que sorprenden, y no en el buen sentido. Y además, por si no les llegaba a ambos, no tienen ni idea de lo que pueden hacer ahora, ¿acaso me equivoco? )

Oh, no sabían que venían de Madrid por intuición. Se había mensajeado lo suficiente con la capital para saber que venían de allí, y todo eso lo hizo mientras preparaba los cafés. Puede que fuera medio bruja, pero no adivina por dios.

Mientras que la otra reflexión ya era suya. Y es que había que verlos. Presentándose así como así, sin nada que ofrecer a una dama. Y aunque no fuera una dama, ya que siendo sinceros eso sonaba demasiado clasista, al menos podían traerle unos míticos bombones y unas tristes flores. Llegaron tan apresurados y empeñados en verla que no lo pensaron todo muy bien. Mejor dicho, no lo habían pensado.

Aún así Francia estaba entrando en un pequeño pánico. Y es que todo eso era cierto, ¡no sabían qué demonios hacer ahora! Mucho escuchar a su marido de que debían dejarse llevar por las energías del país mediterráneo, mucha relajación y dejarse llevar pero ambos quedaron como dos pollos sin cabeza, que sólo siguen corriendo sin pensar. Y Reino Unido estaba también así, por no querer estresarse con todo el tema, ahora tenían demasiado caos encima que no se iba a solucionar chasqueando los dedos.

Ambos tampoco sabían que no estarían solos, al menos en esta primera jugada de conquista a la española. Tenían enfrente de ellos a un verdadero as en la manga, una gallega que tenía la idea perfecta para que este trío de tórtolos no fuera un acto kamikaze.

– Tranquilos meus amigos. Creo que teño un par de ideas que os poderían interesar. (Tranquilos mis amigos. Creo que tengo un par de ideas que os podrían interesar.)

Y es que todo fuera por la felicidad de su niña. Lo daría todo.

✷✷

España despertó de su sueñecito de la tarde cuando el reloj de su cuarto daba las cuatro y media. Había dormido con toda facilidad casi dos horitas, lo cual era una novedad, ya que sus siestas últimamente no duraban más de una hora a menos que no durmiera. Estaba recuperando poco a poco sus hábitos de sueño, y eso le gustaba. Sólo un par de días más y sería capaz de dormir una buena y santísima cabezadita de dos horas todos los días.

El sol golpeó su cara. Poco a poco empezó a estirarse con pereza. Tenía algo de hambre y pensó en bajar a merendar un bocadillo de Nocilla mientras veía algo de la programación de las tardes, aunque acabaría viendo Sálvame porque aunque no se enterase de nada de la vida social de los tontos famosos de su país, era demasiado divertido ver a personas gritándose unas a otras.

Bueno, al menos esa era su intención. Cuando quiso salir de su cuarto, tres de las cuatro provincias arremetieron en su cuarto, negándole esa posibilidad. ¿Ellas que pintaban allí? Eran la distracción para algo que planeaban ahí abajo. Y también, por órdenes de Galicia, hacer que su país luciera presentable para esa primera cita que iba a tener, ¿acaso no era una gran idea darle ese papel a la provincia donde se creó Inditex? Desde Coruña a todo el mundo, ella era la persona perfecta para esa labor. Por otro lado, Ourense servía para evitar que la coruñesa no le dejase a la pelirroja unas pintas demasiado recargadas, y Pontevedra sólo estaba ahí para entrenerse a ella misma y entretener a España mientras esa tortura de la estética se llevaba a cabo.

Y si que fueron rápidas. La ourensana sentó a España en su cama y fue muy espabilada para quedarse en la puerta apoyada, y cerrar con pestillo porque nadie debía interrumpirlas. Coruña no perdió el tiempo, tomó la maleta de su país y se puso a fuchicar entre sus cosas, mirando con que contaba para poder trabajar.

– Eh chicas... ¿qué creen que están haciendo? – Preguntó la de lengua castellana. No esperaba una intromisión como esa.

– Unhas cousas das que ti non podes perderte. (Unas cosas de las que tú no te puedes perder). – Le dijo Pontevedra, tumbándose a su lado en la cama. – Mentras elas barallan, querés un pouco de despexe? Teño a merda perfecta. (Mientras ellas barajan, ¿quieres un poco de despeje? Tengo la mierda perfecta.)

– Pontevedra, ¿non estarás ofrecéndolle droga a España mentras espera? (Pontevedra, ¿No le estarás ofreciendo droga a España mientras espera?)

– Nonononononono... Pero que te fai pensar eso. (Nononononononono... Pero que te hace pensar eso. – Negó la mayor mientras sacaba uno de los porros que tenía preparados para ella misma. – Sólo estaba invitándola a unha sensación nova. Eu o chamo... Dar a probar? (Sólo la estaba invitando a una nueva sensación. Yo lo llamo... ¿dar a probar?

– Eres unha tremenda parva. (Eres una tremenda tonta.)

Ourense prefirió ignorar otra vez a su hermana pequeña y volvió a mirar hacia Coruña. España negó un par de veces con la cabeza mientras la pontevedresa le ofrecía aquel porro, antes de prenderlo para su propio consumo. Ella sólo fumaba de cajetilla y se emborracha hasta las cubas en sus momentos de debilidad, pero ante esas no era de porros... Al menos no lo era cuando estaba en sus cinco sentidos y consciente de sí misma.

– ¿Siempre es así?

– Uff, e chega a ser peor. Pero non é tan grave coma a túa ropa. Vou a entrar en pánico como encontre otra sudadoira negra máis, non teñes algo máis alá diso? A túa maleta lémbrame demasiado ao armario onde vive a depresiva da nazón. (Uff, y llega a ser peor. Pero no es tan grave como tu ropa. Voy a entrar en pánico como encuentre otra sudadera negra más, ¿no tienes algo más allá de eso? Tu maleta me recuerda demasiado al armario donde vive la depresiva de la nación.)

– Chámase ter estilo e gusto, feitiña mía. (Se llama tener estilo y gusto, feitiña mía.)

– Tes o gusto no santo culo do apóstolo Ourense. (Tienes el gusto en el santo culo del apóstol Ourense.)

– E así teñote tan namorada de min. Tamén te quero parva. (Y así te tengo tan enamorada de mí. También te quiero tonta.)

La ourensana posó un beso en una de las mejillas de la Coru, para abrazarla de la cintura. Iba a ayudarla con todo aquello.

– Colle os vaqueros negros e o xersei ceñido vermello. O xuntamos todo cunhas cadeas en uns aros é quedará preciosa para todo isto. (Coje unos vaqueros negros y el jersey rojo ceñido. Lo juntamos todo con unas cadenas y unos aros y quedará preciosa para todo esto.)

– Uno, ustedes dos son muy raras. Dos, ¿me van a decir a qué viene todo esto de andar en mis cosas? Si vamos a ir a cenar por ahí sé vestirme yo sola, no necesitan estar haciendo esta mierda.

Es que ella no pensaba salir en toda la tarde, mucho menos en arreglarse ni nada. Iba incluso a sólo pedir algo de ropa para que pudiera utilizar de pijama, pero ahora venían esas tres con esto y no sabía cómo afrontarlo.

– A cousa non é o que desexas ti, senon o que digamos nos. Así que cala a túa boquita e vete quitando esas cousas que levas. Quédate un boooooo rato connosco. (La cosa no es lo que tú deseas, sino lo que digamos nosotras. Así que calla tu boquita y vete quitando esas cosas que llevas. Te queda un buen rato con nosotras.)

La pontevedresa le escupió el humo en la cara, y fue cuando España se dio por vencida y se dejó hacer. Estaba ante la espada y la pared y simplemente cedió.

✷✷

Empezaba a arrepentirse de ceder tan rápido.

Después de una larga media hora, donde las tres provincias tuvieron tiempo para vestirla, maquillarla, peinarla y dejar su cuarto con un jodido olor a maría, la habían dejado salir de una buena vez por todas. Quedó realmente preciosa, incluso aunque todavía se empeñaba en seguir llevando el parche con su escudo, porque cuando le propusieron quitárselo le faltó poco para enterrar la sonrisa bobalicona de Pontevedra en las aguas del océano Atlántico.

Y ahora, liberada de sus captores, iba a ser lo suficientemente madura para bajar las escaleras gritando por Galicia, decidida a contarle a la gallega lo que había pasado en su cuarto.

– Tía, deberías controlar a tus pequeñas mierdas, no sé porqué cojones se empeñaron en...

No pudo seguir hablando porque cuando bajó el último escalón, se topó de frente a Francia y a Reino Unido allí. No sabía cómo reaccionar, ni qué demonios hacer en ese preciso momento. Simplemente no se esperaba encontrarlos allí, después de lo mucho que los había extrañado desde que se despidieron. Bien sí que quería verlos cuanto antes, en ningún momento se imaginó que los vería tan rápido.

Estaban los tres mirándose mutuamente, como cuando están pasando las estrellas fugaces y no deseas apartar la vista porque tal vez puedas perderte esa fuga estelada. La francesa cargaba un ramo de flores rosas, conseguido de la mano de Lugo mientras sus otras compañeras distraían a España, un ramo que por poco lo dejaba caer al ver la figura de su musa española. Siempre lucía radiante, pero en ese preciso momento ni los astros más bellos del cosmos tenían punto de comparación con la belleza española.

En un mismo estado de trance estaba su marido. Reino Unido estaba demasiado maravillado con la diosa que tenían delante que, si Dios se lo permitiera, le encantaría tomarla en sus brazos y entregarle su amor de la manera más pasional que podía. Quería besar esos dulces y carnosos labios, acariciar esa corta melena ondulada y moría de ilusión de pasarse días y noches mirando su ojo, aquel carmesí ojo que conservaba aún.

Sin dejarse llevar por las ideas pasionales, y siempre sin perder la compostura, fue el primero en avanzar. Tomó la mano de su amada para darle un beso en el dorso, y mirarla de una forma coqueta y dulce a partes iguales.

– Good afternoon, my lady... Did you sleep well? (Buenas tardes, mi dama... ¿Dormiste bien?)

– Oh, ¡sí! Joder, digo si, dormí bien pero, ¿cómo estáis aqu...? Nonono, eso no... Me refiero... Ahhh, ¿Esas flores son para mí?

– Des roses rouges pour toi, ma princesse. Ils ne seront jamais aussi beaux que vous, à leur malheur. Je pense que je me souviens qu'ils sont vos favoris. (Rosas rojas para ti, mi princesa. Nunca llegarán a ser tan bellas como tú, para su desgracia. Creo recordar que son tus favoritas.) – Recitó Francia, entregando el ramo a su amada, no sin antes dejarle un beso en su sonrojada mejilla.

– Pero bueno, esto es demasiado para mí...

Murmuró la española queriendo tapar con mucha urgencia su coloreado rostro por la vergüenza.

– ¿Y a qué viene toda esta sorpresa? Las rosas y esto... Oh no, no me digáis que ahora va a entrar Alemania por la ventana diciendo que no tengo deuda pendiente.

– Eh bien, je pense que ça n'arrivera pas exactement ma chérie. (Bueno, creo que eso exactamente no es lo que va a pasar mi cariño.) – Respondió la tricolor soltando una pequeña risa ante las palabras de su latina preferida. – Pero creo que puede ser algo mucho más interesante. (Mais je pense que cela pourrait être quelque chose de beaucoup plus intéressant.)

– ¿Estás seguro? Mira que he subido el listón con esa pedazo frase, ¿no lo creen?

– Yes, we believe it beautiful. (Si que lo creemos preciosa.)

¿Acaso era posible mantener una conversación con aquella mujer sin que una sonrisa bobalicona apareciera en tu rostro? Ahora mismo para Reino Unido era inimaginable. Es que no se podía concentrar en nada más que en esa bella sonrisa resplandeciente, y después se centraba sólo en esos labios. Estaba tan cerca pero tan lejos que no se daba cuenta de que él debía continuar explicando.

– Nous avons appris votre idée particulière de traverser votre région. Vous savez que nous nous soucions de vous, princesse. Et nous vous avons dit que nous aimerions être avec vous pour vous soutenir et vous aider chaque fois que nous le le pouvons. Mais il ne suffisait pas de le faire uniquement lorsque nous nous voyions en réunion. (Nos hemos enterado de tu peculiar idea de ir por tu región. Sabes que nos preocupamos por ti, princesa. Y te hemos dicho que nos gustaría estar contigo para apoyarte y ayudarte siempre que pudiéramos. Pero no los bastaba para hacerlo sólo cuando nos veíamos en las reuniones.)

Y menos mal que estaba Francia para salvar la situación. Y para tomar ventaja, había realizado un movimiento arriesgado y utilizando sus encantos franceses, posó su mano sobre la mejilla de la pelirroja, quedándose mirando a aquel rubí de su ojo.

– And we thought that, if we weren't any trouble, we would like to accompany you on this little adventure. My lady, we want to know all aspects of you, and when we say all, we say all. (Y pensábamos qué, si no éramos ninguna molestia, nos gustaría acompañarte en esta pequeña aventura. Mi dama, queremos conocer todos los aspectos de ti, y cuando decimos todos, decimos todos.)

Así concluyó el inglés, que se había acercado a esa mujer que lo volvía loco, para tomar su mano, todo con la elegancia y seducción que podía hacerse. Y si pudiéramos ver el rostro de la española, podríamos jurar que la franja amarilla estaba a muy poco de ser completamente roja.

Aquellos eran sus dos primeros amores. Eran las pocas personas en las que en su larga vida de quinientos años había conseguido sentir algo por ellos. Y ambos querían acompañarla en su loca aventura, ¿qué más podía pedir?

Bueno, ella deseaba que ambos la amasen. En su cabeza sólo podía pensar que todo esto era una forma, demasiado cursi y rara, del matrimonio para acercarse a ella. Pero ella no imaginaba que era en plan romántico. Porque para ella, ellos sólo la podían ver como una amiga y no mucho más, y confundía las intenciones de estos. Y aunque no los hubiera superado, no podía simplemente estar en el medio.

Claro que sabemos que ellos la quieren, ¿pero acaso las cosas en el amor son sencillas? No, nunca lo son.

– Bueno si me lo pedís así, debería pensarlo... Bah, que cojones digo, ¡claro que quiero que vengáis joder!

Dio su respuesta saltando hacia ellos, tirando el ramo de rosas al suelo sin querer, pero porque prefirió que los tres se fundieran en un tierno abrazo. Como Reino Unido era el más bajo, era a quien España rodeaba con sus brazos, lo que pasaba también con Francia y ella. Y podían haberse quedado todo el tiempo que quisieran los tres así, pero se separaron para tomar sus manos y guiarla hasta la entrada de la casa. Tenían una sorpresas más para ella.

Y es que fuera, Galicia los esperaba apoyada en una furgoneta. No era una furgoneta cualquiera, era parte de una gran historia cuando entre los años ochenta y noventa tres comunidades vivían el apogeo de sus movidas: Euskadi, Madrid y ella misma. Muchos trayectos recorrió aquella máquina del motor y era momento de que cambiaste de dueños.

– ¡La puta! ¡Esto lo recuerdo yo!

– ¡E xa a podéis coidar coa vosa vida! Anda algo vella, pero está monada foi o mellor modelo no oitenta e sete. E agora e vosa. (¡Y ya la podéis cuidar con vuestra vida! Anda algo vieja, pero está monada fue el mejor modelo del ochenta y siete. Y ahora es vuestra.

La gallega lanzó el juego de llaves al inglés para posteriormente caminar hacia la casa de piedra, non sin antes sugerir algo.

– Ir a probarla, se arrancais creo que podéis chegar a ver o atardecer en Finisterre, a que esperades? (Ir a probarla, si arrancais creo que podéis llegar a ver el atardecer en Finisterre, ¿a qué esperáis?)

No tardaron nada en subir a la furgo. Tampoco en arrancar. Y mientras el vehículo desaparecía poco a poco en el horizonte, Galicia tenía muy claras dos cosas: que estos dos harían muy feliz a su niña, y que iba a asesinar a Madrid por no avisarle de que tendría que poner dos platos más para la cena.


































Datos:

• A pesar de ser la misma Españita, no suele dormir siestas todas las semanas, especialmente cuando tenía sus "breakdown".

• Ourense y Coruña mantienen una relación amorosa. Son solo territorios que fueron delimitados, aunque consideren a Galicia como madre, no hay parentesco. Esto se toma en cuenta con las demás provincias.

• Pontevedra comercia con droga en referencia a que esta es donde la mayor parte de drogas suelen entrar, en Galicia por las Rías Baixas. (Miren Fariña para comprender lo que fue este asunto del narcotráfico aquí).

• Las movidas fueron unos movimientos que ocurrieron a mediados de los ochenta, caracterizados por el consumo de drogas especialmente. Fueron las más conocidas las movidas vascas, madrileñas y gallegas.

Besis de fresi a mis lectores habituales. Sois vosotros los que me dais ganas de seguir escribiendo.

Bye.

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