Capítulo 20
"To be continued"
A veces los finales son difíciles.
El hecho de que algo se termine resulta tedioso e inaceptable. No quieres aceptar que aquello que tanto habías puesto empeño, tiempo, ilusión y cariño esté condenado a acabar.
El fin siempre será inevitable, y muchas veces intentamos esquivarlo, retrasar el final de lo que muchas alegrías nos brindó por el camino.
Pero, como todo en esta vida, es algo que ocurre irremediablemente. Y eso, mis queridos lectores, es lo que está a pasar hoy.
La línea de alta velocidad circulaba aquella mañana de finales de otoño. El paisaje anaranjado empezaba a perder los pocos tintes de color que brindaban las hojas secas de la flora típica del clima mediterráneo de interior. Los pinos, no penséis en un pino como los navideños sino en uno con todas las hojas en una copa superior, era la única de las árboles que permanecía firme y sin perder sus pinchos.
Y cuanto más abandonaban Andalucía, menos arboledas encontraban, y sólo quedaban arbustos mal colocados por las montañas arcillosas típicas de la zona murciana. Entre las montañas desérticas el día comenzaba dando los primeros rayos de sol, posiblemente de toda la península Ibérica.
Dentro del tren, nuestros tres países viajaban con plena tranquilidad. Mientras España y Reino Unido seguían descansando, ya que apenas eran las siete de la mañana, la francesa aprovechaba su tiempo tomando uno de sus cuadernos y dibujando el característico paisaje, como había hecho anteriormente en cada momento que tenía libre.
Dibujar, realizar trazos prestando atención a cada detalle que pudiera captar en el tren de alta velocidad, suponía todo un reto que ella intentaba superar, con algún que otro éxito. Éxito que duró poco porque cuando pudo, se cansó y empezó a garabatear a sus dos parejas. Sentados uno al lado del otro, la pelirroja dejaba caer su cabeza en el hombro del inglés, y este hacía lo mismo sobre la cabecera española. Podía jurar que durmiendo el refinado Reino Unido amenazaba inconscientemente babar la cabellera roja de España.
Así sentados y dormidos, quién podría pensar que habrían masacrado ejércitos y matado imperios, a que nadie, ¿verdad?
La francesa comenzó a retratarlos a ambos, mientras dentro de ella se dedicaba a reflexionar el cómo había llegado hasta ahí. En qué momento había conseguido tener a aquellas dos maravillosas personas a su lado.
Primero el inglés, Reino Unido. Su apoyo durante tantos años, y quién lo diría. Franceses e ingleses tenían una larga historia de guerras y disputas, aunque claro esas habían sido realmente entre ella e Inglaterra, poco o nada el hijo tuvo que ver. Compartían un hijo, aunque exactamente eso era más por acuerdos, pero Canadá al final del día era su tierno, matador de focas, hijo. Además, después de la Segunda Guerra Mundial habían ambos encontrado a un igual, un alma idéntica que había pasado por tanto.
Aquella estúpida guerra, aquella estúpida pero tan letal guerra los unió como nunca los había hecho. Destrozados, se dieron apoyo y crecieron juntos, y nació un amor puro que culminó el día de su boda. Fue una locura, no era normal la unión formal entre las representaciones, incluso era inusual, pero ellos tenían claro que habían encontrado al amor de sus vidas, la persona con la que querían pasar la eternidad, o hasta que desaparecieran.
Y luego llegó ella.
Cabellos de fuego, ojo rubí, labia de zalamera y un corazón lleno de pasión. Dios, esa mujer los había vuelto locos a ambos. Lo que empezó como una leve atracción poco a poco evolucionó a un sentimiento de cariño que deseaban brindar a la antigua gobernadora del sol. Nunca buscaron enamorarse de España, simplemente surgió.
Ya sin pensar las posibles veces que o su esposo se acostó con la castellana en la edad moderna, o como ella hizo lo mismo durante la conquista en el s.vii, lo cierto era que ella puede recordar cuando los viejos sentimientos se abrieron como flores en primavera, cuando la vieron aparecer por primera vez en la ONU.
Lo recuerda como si fuera ayer. Diez años después de la Guerra Mundial, y lo poco que habían sabido de aquel país era que la Guerra Civil había ganado el bando de los sublevados, y que dentro se vivía una dura dictadura que aún dejaba muertos a sus espaldas. Mientras el resto de países de Europa daban sus pasos hacia el avance, el antiguo gran imperio vivía anclado al suelo.
Por eso nadie esperó que ella apareciera acompañando a sus representantes. Bueno, ni mucho menos que hubiera entrado en la ONU, para que mentir. La cuestión española fue algo difícil, para que mentir. Primero por las vinculaciones al eje, los que había negado la primera vez que entrara a la Organización de las Naciones. Pero con todo el tema de la guerra fría, y que el régimen fuera contrario a las ideas comunistas, esas cosas facilitaron que en el 50 los votos fueran más a favor que en contra, y que en el 55 aquella mujer pisase por primera vez la Junta.
En aquel momento ambos ya estaban casados. Y se habían abstenido en la última votación sobre si entraba o no la castellana. Sentados en su correspondiente sitio esperaban juntos a que la ONU diera las noticias de la entrada. El resto de países miembros también se mostraban poco interesados, ya que nadie imaginaba que ella se fuera a presentar, ya que en años nadie la había visto fuera de sus fronteras. Ni su vecino, su primo Portugal, sabía de ella. Hubo momentos en los que pensaron que tal vez ahora había una nueva representación o similar.
Y fue cuando las puertas de la sala central se abrieron. No queda decir que la reunión había empezado hacía tres minutos y ella ya llegaba tarde a su primer día.
En una falda gris algo sucia, una camisa de la época que en su momento habría sido blanca pero ahora era un tono beige sucio. La melena en una coleta y mantenía los pelos fuera de su frente gracias a una pañoleta. Y llevaba una americana negra intentando dar una apariencia de formalidad, lo que salvaba más o menos todo, o por lo menos lo intentaba.
Cuando hablaban de que un país dictatorial entraba en las juntas, habrían imaginado una representación uniformada, militar, con rangos y que no mostraba sentimientos. Pero España se mostraba como la gran parte de sus ciudadanos estaba, en la miseria y destrozados después de una guerra, aunque pasarán ya veinte años. Y eso se notaba en su rostro, que cansado y angustiado pidió perdón como si acabase de matar a alguien y buscó con prisas donde se suponía que debía sentarse.
Nadie en la sala dijo nada, ni hablaron con ella en un principio. Primero porque hacía veinte años que nadie la veía, ni los que fueron países del eje se acercaron a saludar ya que aquello podría etiquetarlos como alineados de aquel gobierno y ya estaban lo suficientemente ocupados intentando limpiar su reputación. Los que se podían considerar los hijos de la española, no la reconocían ya que en su memoria perduraba la imagen de una mujer alta y de talla arrogante, no esa muchacha de mirada triste y perdida. Y el resto de la sala que no tenía relación con ella no sabían que opinar.
Y después estaban ellos dos. Mirando a la mediterránea intentando no adormilarse en la reunión, con un rostro cansado y una actitud deprimente.
¿Pueden creerme cuando les digo que francesa e inglés sintieron desde ese primer momento ganas de bajar de sus asientos e ir a abrazar a la española? ¿De tomarla entre sus brazos a aquella mujer repleta de miedo y angustias y tranquilizarla? Un instinto de protección les inundó cuando la mirada de España conectó con las suyas y ella no tuvo ni el valor para levantar la mano y saludarlos de vuelta.
Después de aquello la protección se convirtió en cariño, y de eso empezó un enamoramiento, una continua atención que fueron cultivando a lo largo de las décadas, dejando de lado lo que había sido mera atracción sexual fugaz en el pasado y construyendo las bases para un amor puro.
Tampoco puede olvidar cuando ella se auto realizó de sus sentimientos, porque veía como Reino Unido estaba igual que ella, queriendo atesorar a la mujer de cabellos rojos y no quitaba su vista en las reuniones de ella, ¡justo como le pasaba a ella! Cuando ambos se lo confesaron al otro, se dieron cuenta que uniendo fuerzas podrían ser mejores.
Y la vieron prosperar. Cuando en el 77 comenzó la transición española, comenzó a entrar en las reuniones más feliz, más alegre. Abandonó las ropas grises que le obligaban a llevar y las cambió por vestidos de colores, gafas redondas y exageradas. Se empezó a abrir con las demás representaciones. Recuperó las amistades que había abandonado, y se convertía a los ojos de todos en una persona vivaracha, graciosa y que no podía ser tomada en serio.
Y menospreciarla por ser relajada y sureña se volvió lo habitual cuando en la Unión Europea se dió cuenta que todo lo que significaba su país para el exterior era sol, playa y nada más. Pero nunca dijo nada, sólo callaba y seguía siendo lo que ellos querían, la cara alegre del sur europeo que no lograba nunca levantar su economía y alcanzar al resto de europeos. Se quedaba atrás.
Francia lo había visto todo desde fuera, siendo su amiga, brindado un hombro donde poder llorar. Y después lo había hecho como su enamorada, y ahora novia. Y de la misma forma también lo había hecho Reino Unido.
Ahora que el viaje acababa, sabía que la distancia sería una mierda para la española. Se lo había dicho en Andalucía, que sin ellos se sentiría como que le faltaba algo. Pero dios, la distancia es traicionera pero si el amor es más fuerte que más importaba.
Dejó su lápiz en la mesa del vagón cuando consideró que el retrato que estaba realizando de sus parejas ya no podía dar más de sí. Aún quedaban diez minutos y el sol ya se levantaba iluminado el desértico paisaje murciano. Los rayos solares se colaban por las ventanas del tren, golpeando con fuerza en el rostro mediterráneo. Con pereza fue abriendo sus ojos, ya que no llevaba el parche, y miró a su alrededor desorientada, olvidando que estaba en el vagón.
Cuando ya estaba menos perdida, giró su cabeza buscando el rostro de Francia. Ambas se miraron con una sonrisa y sin decir palabras, la francesa acercó su cabeza y chocaron sus frentes con suavidad. Movieron sus narices dándose un beso de esquimal, mientras las manos de la tricolor acariciaban el recién despertado rostro castellano. Mientras, a su lado seguía durmiendo el inglés, sin estar consciente.
– ¿Queda mucho? – Murmuró España mientras se frotaba los ojitos.
– Il y a encore un moment, mais tu ferais mieux de te réveiller. (Aún queda un rato, pero es mejor que os fuerais despertando.)
– ¿Dormiste?
– Non, je ne peux pas dormir dans aucun véhicule en mouvement, je ne sais pas comment vous le faites tous les deux sans problème. (No, soy incapaz de dormir en cualquier vehículo en movimiento, no sé cómo vosotros dos lo lográis sin problemas.)
– …¿Y cómo hacías para navegar?
– Chloroforme ou ancienne anestésie. Puisque les somnifères n'existaient pas encore. (Cloroformo o anestesia antigua. Ya que las pastillas de dormir no existían aún.)
– … Cariño eso es un poco bestia.
– Travaux? (¿Funciona?)
– Bueno sí, per-
– Si ça marche, ça va. (Si funciona está bien.)
– … – España simplemente miró hacia el inglés y comenzó a toquetear su rostro. No, no iba a juzgar eso. Cada quien se mata con lo que quiere. Y cuando no puedes morir, realmente no corres peligro.
...
– Je ne vois votre communauté nulle part, êtes-vous sûr qu'elle allait arriver? (No veo a tu comunidad por ninguna parte, ¿estás segura de que iba a venir?)
– Joder sí. Sé que no tiene fama de existir en general, pero me prometió que vendría.
– Wait, exist?
(Espera, ¿existir?)
– Murcia no existe, los memes, etc y etc. Muy largo que contar.
En algo tenía que darle la razón a sus ciudadanos, y al resto de comunidades autónomas, el murciano era todo lo contrario a alguien notable y destacable.
Murcia, o formalmente conocida como Región de Murcia, aunque siempre se empeñaba en aclarar que el realmente existía y que era importante, lo cierto es que si no fuera por Andalucía o Valencia, no sería la primera vez que se lo olvidan en el supermercado, la playa, la piscina, en la casa. En todas partes. Decir que en realidad Murcia era una excusa para que Madrid se quedara más dinero diciendo que estaban financiado algo inexistente.
– Y no hablemos de navidad. El año pasado me olvidé de darle su regalo, y estábamos haciendo un amigo invisible.
– …Honey, who are you talking to? (…Cariño, ¿con quién estás hablando?)
– Bueno con ellos los que nos le- Espera, ¡MURCIA AQUÍ!
Sin explicar nada, la española tomó los brazos de sus parejas, y los arrastró por toda la estación de tren, hasta dar con un chico que si lo veías de lejos, jurarías que el chaval no debía superar los veinte.
Aunque lo normal era que las representaciones más antiguas adoptaran una apariencia mayor, entre los cuarenta años o así, Murcia recién lo veías pensabas que era un chico que recién acababa de entrar en la universidad. Pelo corto, una barbita de apenas días, con una camisa de cuadros larga y vaqueros negros rotos.
– Acho, al fin llegáis. Llevo esperando media hora, ¿dónde pijas estabais?
– Murcia cariño, estábamos en el centro… ¿Llevas todo este tiempo en la columna?
– … No me jodas que otra vez no me estabas encontrando. Una mención, una PUTA mención a que mi existencia es nula y os buscáis un puñetero hotel. El otro día lo mismo, Extremoduro y Lucía llegaron para cenar, acho pijo estaba delante de ellos en el bar y estuvieron UNA HORA, UNA PUÑETERA HORA, que no me habían visto es que-
– Murcia, dime qué no has dejado de ir al psicólogo.
El murciano negó con la cabeza, y mientras los dirigía la salida seguía quejándose como el otro día Valencia también lo olvido en Castellón, o como Baleares lo dejó encerrado en el hotel porque pensó que ya había salido. Mientras, los tres países caminaban a sus espaldas, pensando los dos extranjeros si era normal que un territorio fuera tan olvidado.
Porque todos sabemos que Murcia existe, ¿verdad?
…
Aunque el turismo por la capital fuera interesante, a nuestros tres protagonistas les gustaría terminar aquella travesía visitando el Mar Menor. La idea fue en principio del Reino Unido, el pirata que deseaba ver aquel lago de agua salada que se había ganado el título de sal. Aunque al principio la comunidad no estaba muy de acuerdo con la idea, el estado del lugar estaba decayendo y los ciudadanos no lo hacían estar orgulloso de ese lugar, a la tarde los metió a los tres de una patada en el taxi, cuando Francia lo había perdido de vista por tercera vez, estando a su lado.
En palabras textuales, "sobrina te quiero, pero os vais a tomar por culo". Y así les cerró las puertas del vehículo y tiró unos billetes de cien para asegurarse que podían pagar.
Aunque era otoño, en el sureste español seguía llegando a los 18 o 20 grados centígrados, cosa que sobre estos días en el norte y centro no podría pasar, más en el norte donde Galicia, Cantabria y Asturias ya sacaban los abrigos térmicos y ponían las estufas. No, allí en Murcia aún se podía disfrutar de la costa y si tenías valentía meterte en el agua.
Y eso pensaban hacer ellos. Con unas toallas se colocaron en primera línea de playa. Colocados en una esquina que hacía una pequeña cala, Francia, España y Reino Unido colocaron sus cosas donde podrían tener la máxima soledad. Nadie los podría molestar en lo que sería una de sus últimas tarde-noche justos. Tenían comida para cenar ahí y podían hacer una hoguera. También tenían unos sacos de dormir, de cuando estuvieron por la camioneta.
Empezaron intentando meterse en el agua, nadar en la laguna salada. No traían bañadores, pero contaban con ropa interior de sobra y España incluso se había acercado con una camiseta para bañarse. Dentro del agua jugaron a salpicarse, aguadillas, simularon peleas e ignoraron por aquella tarde que el mundo exterior existía.
Al caer la noche los tres países estaban tumbados en la fría arena. Sin ninguna toalla debajo de ellos, sólo su piel tocando los granos arenosos. Se daban la mano y se acurrucaban, estando la española en el medio y los dos extranjeros en los extremos. Observaban las estrellas en silencio sin tener nada que decir, pero no era un silencio incómodo. Muchas veces los tres se quedaban sin hablar, porque las palabras no eran necesarias.
En esto que España subió para sentarse y mirar cómo sus pies golpeaban con la orilla del mar. Sus dos parejas hicieron lo mismo y miraron el rostro de la mediterránea, que parecía estar en uno de esos momentos donde empezaba a pensar demasiado las cosas y temían que en ese momento le absorbieran las preocupaciones.
Nada más lejos de la realidad. España esbozó una sonrisa, tomó las manos de sus parejas y jugueteó con sus dedos mientras tomaba aire. – He hecho muchas cosas malas en mi vida. Muchas.
– Wait, what do you sa- (Espera, qué quieres de-)
– Shhh, déjame explicar. He hecho muchas cosas mal. He mentido, he ocultado, he utilizado a la gente. He hecho muchas cosas de las que no me puedo sentir orgullosa. Y tampoco he sido una buena madre – Dijo esto mirando al inglés – o la pareja perfecta con la que prometerse después de una conquista – continuó ahora mirando a Francia.
– Cuando os vi con ese ramo de rosas en Galicia no pensaba que esto todo era real. Dios, que tonta estaba siendo. Y en ningún momento he dejado de ser tan tonta. Pero entiendo que de esta tonta os enamorasteis. De la misma forma que yo me enamoré del hombre más rancio, elegante pero dulce y puro, y la mujer más recta y firme, pero cariñosa y verdadera.
– Creo que en toda mi vida dos personas me han llegado hasta tan dentro. Ni mis matrimonios, ni los otros imperios, nadie llegó a aplastar tanto mi corazón cómo vosotros. Y mira que cada uno es un mundo…
– My love, what do you want to achieve with all this? (Mi amor, ¿a qué quiere llegar con todo esto?
– La verdad no sé, sólo estaba reflexionando en voz alta. Sentía que debía dejar claro que os amo de verdad. Que lo he hecho desde hace mucho. Aunque antes lo negase o no lo quisiera mostrar. Y que soy muy feliz.
– Si vous êtes heureux, nous sommes également heureux ... Êtes-vous prêt à partir demain? (Si tú eres feliz, nosotros también lo somos… ¿Estás lista para que mañana nos vayamos?)
– No, pero es lo que hay. Yo tengo trabajo, vosotros tenéis trabajo, pero eso no va a ser el final. Nos queda mucho que vivir juntos, y años que recuperar. No sé va a acabar porque mañana cojáis un avión. Quedarán las reuniones, los fines de semana, días festivos. Y sé que pondremos.
– Te amamos. – Dijeron ellos en un mal inglés.
– Y yo también os amo. Para que después digan que tres son multitud.
Después de esas palabras, los tres juntaron sus cabezas, se abrazaron e intentaron darse un pico entre los tres, intentaron, tendrían que seguir practicando eso, para tras eso llenarse de mimos y caricias y caminar a donde habían dejado las cosas, que tenían una hoguera que preparar.
…
El aeropuerto de Murcia tampoco era la octava maravilla del mundo. Suele pasar con las comunidades autónomas que no tenían tanta importancia, sin ofender pero es la verdad. España no necesitaba pillar un vuelo aquella mañana de principio del invierno, con tomar el Ave llegaría a Madrid justo para comer.
Así que acompañaba a su novio y novia en la sala de espera, hasta que los mandasen pasar a la otra zona y ella tuviera que irse. No podía acompañarlos hasta sus aviones por desgracia.
Bueno, tal vez podía, por ser prácticamente la representación del país, pero eso es abusar de poder la verdad y no es plan.
La gente se movía de un lado al otro, mientras ellos tres estaban sentados hablando de lo que pensaban hacer tan pronto llegasen. Reino Unido comentaba que temía que su pequeño huerto se hubiera marchitado aquellos días, y Francia ya quería llegar a su casa y ponerse a pasar a ordenador los poemas que había escrito durante el viaje y recopilarlos. Y mientras España decía que tenían suerte, porque tal vez ella tendría que llegar a su casa y soportar que Madrid la mandara ordenar su dormitorio que quedó hecho una mierda.
La llamada para el vuelo de la francesa y la cerrada de las puertas comenzó a sonar, y supieron que sería la despedida. Francia estaba hecha un mar de lágrimas en ese momento, se abalanzó a los brazos de España y dejó su barra de labios por la cara de la española. Después el inglés, igual o peor que la francesa, abrazó con fuerza a la española, quién no estaba llorando y sólo se dedicaba a abrazarlos y acariciar su cabeza.
– Esto no es un adiós, es un hasta luego chicos. Si las navidades están a la vuelta de la esquina joder.
Sonriendo, besó las cabezas de sus parejas para después ver cómo se iban andando.
¿Le dolía? Joder, como mil demonios que estuvieran apuñalando su corazón.
Pero no podía simplemente mantenerlos a su lado para siempre. Levantó la mano y los despidió, soltando la sonrisa más verdadera que nunca había mostrado. Y cuando desaparecieron de su vista, se permitió soltar un par de lágrimas.
Cuando salió del aeropuerto, tomó su móvil. Abrió la agenda y mientras se apoyaba en la pared esperaba que por aquel lugar no fuera demasiado temprano, y que él estuviera despierto.
Un bib.
Dos bib.
Tres bib.
– … ¿Quién carajos me llama a las nueve de la mañana? Si es la pinche central telefónica ya pueden irse a su chingada madr-
– Buenos días a ti también, México.
– … ¿España?
– Sí, y tú eres México.
– ¿No me estás llamando la mamada esa de Nueva España?
– No. Porque no es tu nombre.
– … ¿Que pasaba?
– Nada importante, sólo quería llamar a mi hijo y decirle que le quiero y que lo siento. Tengo que pillar un taxi, hablamos otro momento, ¿vale? Venga chao.
– Espera, ¿qué lo sient-?
España colgó con una sonrisa triunfante y se metió en su taxi. Mientras en la otra parte del mundo el mexicano miraba extrañado su celular, pensando si aquella de verdad había sido España.
Se la escuchaba demasiado feliz.
…
Volver a casa era una fantasía. Especialmente para Reino Unido. El vuelo le había dejado agotado y estaba deseando llegar a su casa y prepararse un buen té mientras regaba su jardín de hortalizas.
Cuando salió del taxi y caminaba hasta su vieja mansión, no esperaba ver que el portón estuviera abierto. "Inglaterra debía pasar por aquí" pensó sin darle mucha importancia, hasta que vio como en el portal estaba el canadiense montando guardia, y que cuando lo vio una cara de pánico lo inundó, comenzó a pegar gritos en su móvil, o eso intentó porque el anglosajón llegó a su lado antes de que pudiera.
– …Hey father.
– Good afternoon son, I did not expect to see you here. Aren't you a little far from America? (Buenas tardes hijo, no esperaba verte aquí. ¿No estás un poco lejos de América?)
– O-oh, yeah! America. Well oui oui oui, but, you know, emm...
– LOOK I SURRENDER THAT PIECE OF A MOTHER OF A SLUT CANNOT CONTACT OR GEOLOCALIZE. NEITHER YOUR FUCKING MOTHER. A FUCKING BITCHES, THAT'S WHAT THEY AREEeeee… hello dad…
(MIRA YO ME RINDO ESE PEDAZO HIJO DE PUTA NO SE PUEDE CONTACTAR NI GEOLOCALIZAR. NI A TU JODIDA MADRE. UNAS TREMENDAS PERRAS, ESO ES LO QUE SOoon… hola papá…)
Estados Unidos de América, o más fácil para abreviar USA, acababa de salir de la casa del inglés, gritando como loca. Con su cabello rojo y sus gafas de sol tapando sus ojos, su boca abierta al ver a su padre después de dos meses sin noticias de él, simplemente la pilló desprevenida. En ese momento esperaba de todo, que la castigara como si aún fuera una colonia, porque había mirado en su casa o algo por estilo.
Pero no, Reino Unido esbozó una sonrisa y pensó "cómo se parece a su madre". Abrazó a su hija y, dejándola sorprendida, los invitó a pasar para que tomaran una taza de té, nada más.
Lo siguieron, pensando que su padre se había vuelto loco. Oh, si ellos supieran.
Dios, hemos llegado al final. No me lo creo.
Primero que nada, gracias a todos los que han estado desde el principio del libro. Desde ese primer capítulo de sólo 1800 palabras, a lo que hoy llegan sin traducciones 4000 palabras con calma.
No quería escribir este capítulo. Me tardé tanto por eso, porque era el final, y los finales son horribles y no los quieres. Supone dejar algo atrás y eso duele que no sepas. Por ejemplo, mi hermana aún no termino juego de tronos, le faltan dos capítulos desde hace un mes y la tía no quiere acabar. Pues a mí me pasaba igual.
Y que también no sabía cómo hacer el final digno. La idea inicial me parecía una mierda con los cambios que hice con el tiempo a la historia. Así que empecé a escribir ayer a la noche y a las tres de la mañana ya tenía 2000 palabras escritas y no me lo llegaba a creer.
No es el final la verdad, no se siente como tal. Aún queda más de esta threople relathionship. Pero eso será en mi próximo libro, que ya está siendo pensando. Donde las cosas que no cerramos aquí, concretamente los temas familiares, el avance de la relación, etc, que vamos lo que no me ha dado porque sino se salía de la trama.
¿Qué os ha parecido? ¿Ha valido la pena la espera? Ojalá porque sino lloro aish.
En fin, cuando salga la segunda parte lo avisaré por aquí. A saber cómo irá y cuando lo traiga.
Un placer y hasta la próxima. Así termina Tres no son multitud.
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