Capítulo 19
"Ensemble vers l'avant"
Cuando nuestro trío solía marcharse de una comunidad, lo habitual era que la misma y ellos se encontrasen en algún lugar para desayunar o simplemente despedirse. Lo habían hecho con todos, salvo dos excepciones. La Rioja era una excepción porque solo habían cenado con ella y después ya pusieron rumbo a Navarra. Y ahora, la otra autonomía que se unía al grupo era Castilla y León.
En palabras de España, no quería perder el tiempo en alguien que no iba a soltar nada bueno por su boca. Así que esa mañana tomaron el tren hacia Sevilla sin vacilar ni un segundo. Por su parte, el castellano tampoco iba a echar en falta despedirse de su sobrina, seguía en contra de la relación, y al menos de momento no pensaba cambiar su forma de pensar.
Simplemente hay gente que no tiene remedio. Por mucho que te esfuerces, existen personas que no tienden a maneras, que no vas a conseguir nada aunque des todo de ti. La española lo sabía, ¿Castilla y León no acepta esto? Su problema, a ella le importaría poco. No llegará nunca a no importarle nada de nada, ya que al final el castellano es su familia y le dolerá pensar que él no puede entender que esta relación es lo que le hace feliz, pero si no hay nada más que hacer… Vive y deja vivir supongo.
Me imagino, aunque puede que me equivoque, que os estaréis preguntando porqué van directamente a Sevilla, capital de Andalucía, cuando de por medio queda otra comunidad, Extremadura. Esto tiene una explicación bastante sencilla, extremeño y andaluza eran dos personas muy unidas, demasiado unidas. Andalucía a primera vista, era lo que podríamos catalogar como “estereotipo español”: chica bastante vaga, que religiosamente duerme la siesta a diario, orgullosa de su cultura y sus bailes regionales, no llega a ser del todo religiosa pero que nadie le quite su semana santa con sus procesiones, y que es bastante, por no decir muy, fiestera.
Y después estaba Extremadura, el gran olvidado si no tuviéramos en cuenta a una comunidad que no existe. Parecido a la andaluza, era sociable y considerado por mucha gente buena, también era algo vago, le gustaba estar alejado de los núcleos urbanos, pero no se negaba a salir de fiesta y a pasarlo bien.
Viendo a ambas comunidades, no era descabellado pensar el porqué estaban tan unidas. Cada ciertos días, o el extremeño cogía sus cosas y marchaba a casa de Andalucía, o viceversa. Y ahí, la pasaban jugando juntos, discutiendo de por qué demonios el extremeño no le había traído el café a la andaluza para seguir jugando a la play.
La más perfecta y sólida relación de hermandad que podrías encontrar en toda la península. Por eso cuando ayer estaban hablando con Extremadura, este les dijo que no estaba en su casa, y que tendrían que ir de forma directa a la capital de la comunidad más sureña. Y nadie lo encontró realmente raro.
Y así era que los tres protagonistas volvían a estar en un tren, destino Sevilla, sobre las once de la mañana. Esta vez estaban hablando mientras disfrutaban del viaje. Iban comentando las cosas que debían ver, las fotos, esas cosas. Pero no solo hablaban de esas cosas. La conversación lentamente fue tornándose hacia un tema que les preocupaba a todos y no querían negarlo: el futuro después de todo esto. Porque sí, quitando a Extremadura de la lista, y hoy visitando a Andalucía, tan solo quedaría Murcia.
¿Y después qué? Y no hay más excusas para seguir viajando. Y no hay más excusas para no volver al trabajo. Ya no podrían utilizar ese motivo para no estar en sus obligaciones y continuar con su vida normal. Y lo malo de esa vida normal, era la distancia que los iba a separar. ¿Cómo iban a gestionar una relación que recién plantaban cuando no podían verse?
A todos el tema les angustiaba por igual, pero posiblemente a la que más le daba vueltas la cabeza con ese tema era a España. Estaba bastante claro el porqué, ella era la más nueva en este nuevo brote. En donde ellos ya se habían acostumbrado a la separación y a la distancia, ella veía esto como un gran muro que temía no poder cruzar.
Por eso aquella mañana cuando mencionaron que dentro de un mes habría una reunión de la ONU, cuando ya la conversación no era del presente y su foco central era el futuro y las obligaciones, los colores de la bandera rojigualda se volvieron algo más pálidos.
Tal vez si España fuera aquella chica que conocimos al principio de esta obra, esas tremendas inseguridades que encerraba en su interior se hubieran quedado así, apresadas en el rincón más profundo de su mente, atormentando sus pensamientos y destrozando poco a poco su forma de ver las cosas. Aunque eso sería si tuviéramos a una España que ni ha hecho este viaje, ni está cambiando, ni esas cosas que ya todos podemos darnos cuenta.
Al contrario de otras veces, en las que ella no hablaba hasta que le preguntasen, aquella mañana en el tren dirección Sevilla dió una bocanada de aire y tomó las manos de sus dos parejas. Quería decirlo, quería soltar las miles de cosas que bailaban por su conciencia, los miedos y los temores que cualquiera podría tener. Quería sincerarse, quería hacer eso y más.
Pero cuando intentó decirlo las palabras no salían de su boca. Se quedó quieta mirando las manos de sus parejas. Sus ojos quedaron fijos en los anillos, todavía precarios que ella les dió cuando tomó ese pequeño golpe de valor para pedir que fueran sus parejas.
Estática como una roca, su ser daba vueltas dentro de las miles de cosas que ocupaban su cabeza. Aunque había querido decir todas esas ideas de su mente, en un momento aquello le pareció algo estúpido, una mala idea. Sus labios se quedaron secos, le faltaba el aire, ¿por qué había pensado que podría hacer eso? Estaba claro que aquello era superior para ella todavía.
Mientras, estaban francesa e inglés observando el rubí que adornaba el rostro de su novia, fijo y vacío, sin aquel brillo que tanto le podría caracterizar. La mirada perdida de España los preocupaba, encima más ya que no podían entender ni saber qué demonios pasaba por aquella cabeza para perderse, para parecer que estaban tan lejos, cuando estaban a menos de tres palmos los unos de los otros.
En eso, Francia comenzó a llamar la atención de España, perdida en los cielos oscuros y fríos de su imaginación, para volver a traerla hacia el mundo de lo tangible y de las cosas. La llamaba por su nombre mientras acariciaba su mano con la mayor dulzura. Y cuando la pelirroja despertó de aquel momentáneo trance que se le estaba haciendo eterno, el inglés con su mano libre y sujetó la mejilla de España. Así observaron su rostro, adornado con una sonrisa bella, pero que no coincidía con el brillo de su gema.
¿Por qué su bello ojo de rubí lucía aún apagado a pesar de las bellas caricias dadas? No lo sabía ninguno de los dos extranjeros. Para cuando quisieron preguntar, ella ya tenía lista una pregunta totalmente diferente a lo que en un principio ella se había planteado decir.
– Chicos, ¿los anillos no creeis que deberíamos buscar unos más formales o así? No sé, algo más serio sería mejor.
Realmente no tenía nada, pero nada que ver con lo que de verdad daba vueltas por su cabeza. Y es que no podía hacerlo. No importaba cuantos pasos para adelante hubiera dado, seguía siendo ella, seguía siendo al final del día esa chica insegura que muchas veces no puede hacer frente a sus problemas interiores y prefiere guiar la atención a otros, más banales y sin importancia verdadera.
– Eh bien, peut-être qu'à la fin de cela, nous nous arrêterons dans une bonne bijouterie pour en acheter de bonnes? (Bueno, ¿tal vez al final de esto pasamos por una buena joyería para comprar unos buenos?)
– ¿Sabes? Eso suena como una gran idea.
Así es chica, aférrate a la superficie para no hundirte en los abismos de la mente. No encontrarás salvación, pero si refugio temporal, hasta que la tormenta te lleve.
…
Habían quedado con Andalucía y Extremadura en la Plaza de España, la oda a la historia Española entre columnas, esculturas, frescos, bustos de los personajes literarios importantes de la historia española. Con 48 bancos para cada provincia (aunque a día de hoy son 50), y empezando la obra mirando hacia el río Guadalquivir, el lugar donde se emprendió el viaje a “La Indias”.
Francia y Reino Unido miraban maravillados tal obra de arte, tal hermosa plaza que nunca habían visto, tal lugar lleno de belleza e historia unidas por un lazo de seda perfecto. De pie al lado de la fuente de la plaza, sus ojos no podían dejar de moverse de un lado al otro. – For Queen Elizabeth, Spain this, this is simply beautiful. (Por la reina Isabel, España esto, esto es simplemente bello.)
– Lo es, ¿verdad? Recuerdo aún el día de su estreno. Alfonso XIII estaba simplemente impresionado, yo también lo estaba.
– “Señore’, yo sabía que esto era bonito… Pero no tanto“. ¿No dijo algo así el joído? Menudo cabrón que era el señó.
– ¿No será la que escucho la que mejor habla de toda la península? – España se dio la vuelta, encontrando así a sus otros dos familiares, a los que fue a saludar saltando en un abrazo enorme lleno de griterío y besos en las mejillas.
Andalucía era una muchacha de lo más bella. El pelo verde recogido en un moño, junto a una flor que adornaba su cabello. Si tal vez fuera verano, habría salido a recibirlos con un vestido blanco con flores, pero al acercarse el otoño, vestía con una camisa de manga larga blanca con una larga falda de color verde.
Era una comunidad curiosa, ya que era una de las más viejas de toda la península, por no decir la más vieja pero cierto asturiano tenía ese premio ganado. Dice que se formó en el momento que la península ya había sido tomada, cuando Córdoba ya controlaba las cosas, pero aún era Emirato y no Califato. También, ella nunca gobernó como tal, era mera representación, pero sus reinos, aquellos sí que tenían ese poder. Córdoba, los primeros reinos de taifas, los segundos, los terceros, hasta Reino nazarí de Granada.Solo tomaría más el control cuando fueron los dos Imperios.
Ella, tan mayor pero a la vez tan joven en espíritu. Si fuera solo por su personalidad, la gente no pensaría que tal territorio había vivido tanto como ella lo había hecho.
Y después estaba Extremadura. Cabello también verde, vestido con otra camisa blanca, un chaleco negro y unos pantalones del mismo color. Era cierto que, dada a la similitud de sus banderas y al color de sus cabellos, los dos sureños parecían un par de hermanos. Y ciertamente se trataban como tal.
El caso de Extremadura era totalmente diferente al de Andalucía. Él nunca fue un reino, él era una región administrativa que se creó a finales del siglo XIV. Pero una región de culturas diversas, en donde vivían tanto judíos, cristianos como musulmanes. Pero cosas como esas importaban poco cuando grandes conquistadores habían salido de sus tierras. ¿Del que más sentía orgullo? De ninguno, pero no le importaría contarte miles de veces la historia de Hernán Cortés si se lo pidieras.
Una vez finalizado toda la muestra de cariño familiar que se tenían, llegó lo de siempre, hacer pequeñas presentaciones. Aunque en este caso, había dos personas que no necesitaban presentación.
– Andalusia, a long time without seeing you. (Andalucía, largo tiempo sin verte.)
– Cago ela puto, de todo lo paíse’ tenía’ que se’ tú. – Dijo la muchacha andaluza cruzando sus brazos. mientras ambos se miraban en una especie de reto.
Porque ahí donde los veis, una señora de cabello verde seguía como que bastante resentida por una pequeña cosa. Una pequeña y minúscula cosa llamada Gibraltar. Un debate entre ingleses y españoles que no cesa hasta el día de hoy. Andalucía técnicamente era como la madre de ese trocito de tierra, una madre que le había quitado su niña por un tratado ocurrido tras la Guerra de Sucesión en siglo XVIII. Dios, ¿qué tienen los países con meterse en guerras fuera de sus territorios?
Volviendo al tema. Andalucía, al contrario que España, sentía cierta tirria al hecho de que Gibraltar fuera aún un punto de estrategia del inglés. Aunque estaba claro que visitaba a la nena cuando podía e iba a su frontera para verla. Y puede que estuviera relacionada con las veces que una bandera española se ve por el peñón.
– Chiquina, apuesto 10 euros que le tira el bicho que tiene en la cabeza al agua.
– Normalmente apostaría en contra, pero se la ve con unas ganas… Quince que le tira el sombrero y las gafas.
– Personne ne va jeter quelque chose dans la rivière. (Nadie va a tirar algo al río.)
– … Doy veinte a que lo tira al río simplemente.
Por fortuna, nadie fue tirado al agua. Todo aquel tenso duelo de miradas se terminó en un “deja de baja’ tu’ impuesto’ y de utilizá mi sanidá” y tras eso, las cinco personas comenzaron con la guía turística de Sevilla. Ni corta ni perezosa, fueron pasando por los lugares más emblemáticos de aquella bella ciudad, aunque cierta mujer aseguraba que lo mejor era visitarla en vísperas de Pascuas.
Pasaron por la catedral de la ciudad, el centro histórico, el barrio de Santa Cruz, la torre La Giralda, la basílica de la Macarena, la iglesia de la Magdalena, la Casa Palacio de Las Dueñas. Dieron vueltas y vueltas, observando tal hermoso lugar, comieron muy cerca de la Plaza del Triunfo. Y esa tarde, Andalucía los llevó hasta Real Alcázar de Sevilla.
Mientras las dos comunidades caminaban por delante, los tres países las seguían, pero realmente no le estaban haciendo caso a las palabras que soltaba la andaluza explicando cosas sobre el palacio, de que si era uno de los más antiguos, que es el fiel testigo de la historia de la ciudad. Ni tampoco estaban escuchando al extremeño chinchando a su “hermana mayor” mientras la misma estaba dando aquella clase de historia.
No, ellos tres estaban hablando entre ellos, hablando de lo bonito que era todo, hablando de lo preciosa que iba Francia con aquel vestido de rayas con aquella rebeca negra, hablando de porqué demonios llevaba siempre el inglés aquel sombrero de copa. Hablaban y hablaban, y todo iba como la seda.
–Je pense qu'après avoir tant marché, je serai heureux de me reposer dans un lit. Mes pieds me faisaient trop mal. (Creo que después de andar tanto voy a estar tan contenta de poder descansar en una cama. Me duelen los pies demasiado.)
– Preciosa, eres la única persona que conozco que lleva haciendo turismo en tacones. La única.
– J'ai laissé les autres à la maison. Ces précieux bébés me manquent déjà. Et mes robes d'hiver, mes autres bérets, oh! Et la nourriture de Paris. Magnifique. (Me dejé los demás en casa. Ya echo de menos a esos bebés preciosos. Y mis vestidos de invierno, mis otras boinas, ¡oh! Y la comida de París. Magnífica.)
– You mean those filthy snails I made? For the love of God France, I love you but nobody likes those snails. (¿Te refieres a esos caracoles asquerosos que hacía? Por el amor de Dios Francia, te quiero pero a nadie le gustan esos caracoles.) – Francia en ese momento hizo una mueca de ofendida, y empezó a explicarle por qué eso es tan delicioso y que iba a saber él si sólo comía sándwiches.
España miraba la conversación con una sonrisa, pero poco a poco volvió a perderse por su mente. Francia añoraba su casa, sus cosas, su hogar. Y podía entenderlo perfectamente. Si ella fuera la que estaba fuera de su hogar, también lo extrañaría al final. Pero con esas cosas volvía a pensar en lo que perturbaba su cabeza aquella mañana.
Notó una presión en su pecho, otra vez aquella angustia que emborronaba el destello de su ojo. Quería decirles que si mañana terminaban todo aquello quería saber que iba a pasar, que la despedida en un aeropuerto no sería el final. Que la distancia no sería ningún desenlace.
Pero cuando quería simplemente soltarlo todo y más, las palabras se ahogaban en su garganta, no daban salido de su interior otra vez, ¿y por qué le costaba tanto? Antes ya lo había hablado con ellos, de que era normal que se tuvieran que ir en un momento. Porque lo que no podía dejar de darle demasiada importancia era a lo que pasaría después. El sentimiento de no saber, de no poder plasmarlo en un papel con certeza segura-
Era como caer en un vacío, un vacío que no podía ver que había en el fondo. Puede que aterrizará en un mar de plumas, o puede que caiga contra el duro y frío suelo. Pueden ser tantas cosas y ella no lo podía saber, ¿cómo confiar en algo incierto, si cuando lo ha hecho nunca le ha salido bien?
¿Cómo poder hacer eso? ¿Cómo? ¿Cómo detener esas ideas? ¿Cómo liberar esa presión de su pecho? ¿Cómo respirar con calma? ¿Cómo dar un paso sin pensar que te vas a caer? ¿Cómo tomar esa bocanada sin sentir que te estás ahogando? ¿Cómo sólo andar hacia delante sin poder ver nada?
¿Cómo? ¿Cómo explicar, cómo sentir, cómo hacer? ¿Cómo respirar? ¿Cómo expresar la enorme inseguridad que se manifestaba en su pecho al pensar quedarse sola? ¿Cómo puede ser que caiga tan rápido todo el miedo encima de ella?
– SPAIN!
Cuando quiso darse cuenta, el inglés estaba sujetando su rostro con sus dos manos. No entendía qué estaba pasando. Por su ojo izquierdo, podía ver que Andalucía y Extremadura andaban delante de ellos, pero se habían dado la vuelta al escuchar el grito. Y notaba como Francia sujetaba su mano derecha, así que imaginaba que por eso no la podía ver, ya que estaba en su lado derecho.
– ¿Qué… qué ha pasado?
– Vous restiez immobile à ne rien regarder. Vous ne disiez absolument rien et vous venez de commencer à respirer fort. (Te quedaste quieta mirando a la nada. No decías absolutamente nada y simplemente empezaste a respirar con dificultad.) – La voz de Francia entraba por su oído derecho. No necesitaba verla para poder notar por su voz que estaba preocupada. – Nous avons arrêté de marcher et vous n'avez rien répondu. (Paramos de andar y no nos respondias a nada.)
– We thought something had happened to you. We even thought about an earthquake, that something was happening to you and that we couldn't do anything. We were worried about you. (Pensamos que te había pasado algo. Incluso pensamos en un terremoto, que te estuviera pasando algo y que no pudiéramos hacer nada. Estábamos preocupados por ti.)
España tomó las dos manos que el inglés presiona en sus mejillas. Con una sonrisa sincera, y el destello del rubí de su rostro, dejó un beso en las manos inglesas causando que los ojos mar del otro se relajaran. – Calma… Os contaré al llegar a casa, ¿vale?
– J'espère que vous savez que vous n'allez pas pouvoir éviter cette conversation princesse. (Espero que sepas que no vas a poder evitar esa conversación princesa.)
Y España asintió. No se había dado cuenta que hacer esas cosas, no sólo le hacía daño a ella, sino que ellos también se veían afectados. No quería causar tanta preocupación, no era necesario. Odiaba a su mente por jugar así con ella. Pero tomó una bocanada grande de aire y dejó que saliera con calma.
Y aquella tarde al llegar del paseo, las palabras fluyeron en aquel cuarto, como quien abre una presa cuando el agua está en el punto más alto, liberas la presión que no te deja respirar dentro de tí, dejas que las cosas salgan como deberían haber salido desde el principio. Sentados en la cama, España dejaba escapar miedos, preocupaciones y temores.
Cuando había acabado, Francia fue la que se acercó a sus labios con delicadeza y le dejó un tierno beso. – No tienes porque estar preocupada. Sólo vamos a estar algo lejos. No significa que no nos veremos en mucho tiempo.
– In fact, we were planning to talk about it with you today ... I've been thinking about it too, thinking about it. And, my lady, we can call each other, talk, text. (De hecho, pensábamos hablarlo contigo hoy… Yo también lo he estado pensando, dándole vueltas. Y, mi señora, podemos llamarnos todos los días, hablar, mensajear.)
– ¡Lo sé! Pero no creo que pueda estar sin vosotros… Me habéis dado tanto… Joder, soy lo que soy gracias a vosotros.
– Ce n'est pas comme ça. (No es así.) – Francia tomó una de sus manos, mientras Reino Unido hacía lo mismo, los tres se recostaban en la cama lentamente. – Tu es ce que tu es maintenant, pour toi. Vous avez changé pour vous-même, c'est vous qui avez fait tout le changement, chérie. Ce n'était pas nous, c'était vous. Seulement toi.
(Eres lo que eres ahora, por ti. Has cambiado por ti, eres la que ha hecho todo el cambio, cariño. No hemos sido nosotros, has sido tú. Sólo tú.)
España sonrió mientras se acurrucaba entre sus dos parejas. Hubiera sido el momento perfecto para quedarse así y ya no hacer nada durante todo el día.
Bueno, hubiera era un verbo en pasado. Y eso se entiende cuando de pronto, Extremadura a grito de “acho” entró en el cuarto diciendo que esta noche no van a quedarse ahí como viejitos en la cama.
Os puedo asegurar, que esa noche los tres se divirtieron. Salieron con la andaluza y el extremeño. Los llevaron de fiesta, porque la noche era joven. Porque merecían esa diversión. España amaba esas cosas y las fiestas, Francia lo disfrutaba. Y Reino Unido no tiene fama con los balcones por nada en especial.
Y esa noche rieron, bailaron, y disfrutaron. Porque no tenían de qué preocuparse ya que estarían juntos. Eso era algo que podía sentir con certeza España.
Comentarios:
Bueno bueno bueno gente. Estamos llegando a un punto para la historia. Empecé a escribir esto en septiembre del 2019, entrando en el fandom porque sentía que España tenía muy poco protagonismo y deseaba escribir una ship poliamorosa.
Y en este tiempo hemos llegado hasta aquí. A veces me pongo nostálgica. Así que, agradezco a los que lleváis aquí desde el primer capítulo, aquellos que le dieron una pequeña oportunidad a esta historia. A esta autora que estaba empezando.
El próximo capítulo no será un final. Pero habrá cambios en la dirección de la historia. Aún queda mucho que contar, tramas que resolver y cosas que hacer.
También quiero decir que aunque me gusten los tres personajes, es bastante obvio que le doy más protagonismo a España. No es que sea algo intencional, sino que España es la que tiene ese papel más protagónico. Es como en el señor de los anillos Legolas, Gimli y Aragorn. Los tres personajes funcionan juntos, pero Gimli y Legolas trabajan más como dúo (como Francia y Reino Unido), y Aragorn es más personaje sólo (like Españita).
Dios, otra vez comparando mi mierda de fanfic con cosas buenas, ¿este es tu ídolo?
Nos veremos en otro capítulo. Besos melocotones.
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