Capítulo 17
"Ensemble vers l'avant"
El olor del dulce chocolate envolvía la cocina, junto con el aroma a churros recién hechos. Por esa sala, Madrid y España daban vueltas al ritmo de la música que se reproducía por la radio. Se movían en perfecta coordinación, cada una ocupándose de su tarea. La madrileña mantenía toda su atención en terminar de freír aquella masa deliciosa, mientras que nuestra pelirroja preferida aseguraba que el chocolate no empezase a borbotear, para poder retirarlo del fuego. Además, la española estaba preparando unos cafés con leche, y un té inglés.
Aquella mañana ambas ibéricas habían madrugado. El reloj aún no daba ni las ocho de la mañana para cuando España apartó el chocolate del fuego porque ya había empezado a hervir. No fue pura casualidad, hablaron mucho ayer pero necesitaban algún momento para conversar a solas y simplemente disfrutar de su mutua compañía. Y se pusieron de acuerdo, a espaldas del guiri y la gabacha. De forma sencilla se coordinaron para que Madrid se despertara y después fuera a despertar a España.
Sí, parecería más lógico que España se despertara por su cuenta, pero necesitaría algo o alguien para eso. Poner una alarma podría despertar a los otros dos y prácticamente joder toda aquella idea. Así que lo mejor era que Madrid pusiera una alarma y que después solo buscara a España.
Y lo lograron rápidamente. Para matar el tiempo, a parte de hablar como las dos cotorras que eran y ponerse al día con toda la actualidad social de la nación y del mundo, acabaron haciendo un desayuno espectacular en conjunto. ¿Y qué mejor cosa que preparar los maravillosos y míticos churros con chocolate? Bueno, pudieron hacer porras, pero esto no es para debatir que es mejor, si las porras o los churros. La gracia era divertirse haciendo la masa, poniéndose perdidas, haciendo una guerra de a ver quien ensuciaba más a la otra, esas cosas.
España y Madrid se entendían sin necesidad de las palabras. Tenían aproximadamente la misma edad, menos de un siglo aproximadamente. Madrid no dejaba de ser una región que se popularizó cuando se convirtió en la capital del ya formado completamente Estado Español, o sea para cuando la española dejó de ser una simple unión y ya fue la figura principal del país. ¿Y quién había creado a Madrid como tal? Bueno, Carlos I cuando le dió un título a aquella tierra y ella “nació”, pero Castilla se ocupó de su formación como tal y durante muchos años fue su provincia. Así, eso las hacía como unas hermanas al final del día.
Sí, España técnicamente era la hermana mayor, pero la responsable y trabajadora de entre las dos había sido Madrid casi todas sus vidas. La madrileña, siempre trabajando e intentando no morirse por su propia contaminación mientras ayudaba a España con las cosas del gobierno general. Así era ella, lo daría todo por su “hermana”.
– ¿Qué pasó qué?
– Lo que te cuento tía. Portugal está con ella segura.
– ¿Pero estamos seguras de que lo que me dices es totalmente cierto?
– Joder, es que te lo juro por el puro San Isidro. Lisboa y yo pues estábamos hablando cuando me dijo que su madre había llegado con alguien. Y mira tú, que la mujer se puso a hacer lo que mejor se le da, espiar. Era Irlanda, la puta Irlanda.
– ¿Sabes lo que significa esto?
– ¿Que tu prima está liada con la… que coño es Irlanda para el guiri?
– ...Buena pregunta, no lo sé. Hablando de ellos, ya creo que es hora de que vengan,
¿puedes terminar eso sin quemarte con el aceite?
– Venga sube, no hagas esperar a tus “bellas durmientes”.
España dejó las cafeteras y la tetera rápidamente en la mesa de la cocina. Dió un tierno beso en la mejilla de la de bandera roja y salió de la cocina echando leches. Madrid la miró con una sonrisa en la cara, para acto seguido suspirar. La muy capulla debía poner la mesa, no lo haría. Y veía que tendría que colocar todas las cosas. ¿Se quejaría? Nah, estaba contenta por la española de que estuviera tan jodidamente encoñada y enamoradísima perdida de aquellos dos. No podía alegrarse más.
Igualmente se quejaría de que no hiciera sus cosas. Lo acabaría haciendo tarde o temprano.
Y mientras España subía a toda velocidad por las escaleras. Esperaba que no se hubieran despertado o algo así, ya que no quería asustarlos cuando no la vieran en la cama. Desde lo de Valencia hacía más de una semana, pero no quería hacerles volver a sentir aquello de no poder saber donde estaba la persona que amabas.
Para su fortuna, cuando abrió la puerta del dormitorio sus dos grandes amores seguían durmiendo plácidamente. Para sustituirse en su manera de dormir acurrucados unos con los otros, había puesto una almohada por ella. Y seguía así, Reino Unido abrazaba esa jodida almohada como si fuera la española. Verlos así, dormidos, era una imagen muy linda la verdad.
En la tarde de ayer lo único que hicieron fue darse otro merecido descanso quedándose el resto del día en la casa, abrazados en la cama hasta la hora de cenar y después irse a dormir. Sé que puede sonar un poco aburrido, pero después de dar vueltas y no parar de moverse por Toledo, llegar al hogar daba una tranquilidad que te hacía simplemente querer descansar sin más que hacer.
Bueno, hoy no iba a ser otro día calmado. España había preparado una sorpresa para sus dos parejas. Y es que lo tenía todo planificado, desde a donde ir, qué hacer, ¡incluso donde irían a comer! Sentía que debía hacer algo a ese nivel, ellos prácticamente habían dejado sus Estados sólo para poder invitarla a salir, y también gracias a ella llevaban ya su tiempo fuera de casa. Quería darles el mismo trato, hacer esas cosas también, ese sacrificio de por una vez no dejarse llevar y tener las cosas a su control.
Pero claro, para todo eso como que tendría que despertarlos. Dejó de soñar despierta pensando en lo genial que iba a ser todo, para aproximarse a la cama. Primero se sentó y quitó a esa almohada del que debería ser su sitio. Haciendo eso ya sacó un poco de su sueño al inglés, al no notar cómo, en teoría, ya no abrazaba a la española. Después, la ibérica, se acercó a su rostro y dejó tiernos besos por este. Sus labios olían al chocolate que había preparado y catado ella misma.
Así, Reino Unido fue abriendo sus ojos, encontrando la sonrisa radiante de España ante él. Correspondió aquel gesto para soltar un susurrado “Buenos días” y acercarse a los labios españoles, dándose un beso de buenos días.
– You taste like chocolate, why do you taste like chocolate? (Sabes a chocolate, ¿por qué sabes a chocolate?)
– Es una sorpresa. Ahora ayúdame a despertar a nuestra hermosa macaron.
Reino Unido simplemente se dio la vuelta y comenzó a acariciar el bello rostro durmiente de la francesa, la que tendría el sueño más pesado de ellos tres. España se colocó a la espalda de Francia y comenzó a dejar besos en su nuca. Con tantos mimos, Francia poco a poco se fue despertando.
– Bonjour... Vous m'avez regardé pendant que je dormais? (Buenos días… ¿Me habéis estado mirando mientras dormía?)
– Un poco, puede ser.
Como ya se había vuelto costumbre, Francia fue reclamando por su beso de buenos días. En el turno de España, el sabor a chocolate la sorprendió tanto que cuando se separaron, empezó a olfatear porque no solo olía a chocolate, olía a dulce.
– Avez-vous fait quelque chose pour le petit déjeuner? Ça sent vraiment bon, c'est comme quelque chose de doux et délicieux. (¿Has hecho algo para desayunar? Huele muy bien todo, es como, algo dulce y delicioso.)
– Mi hermosa macaron, me recuerdas a ese ratón de la película de Disney… ¿Ratatouille era el ratón?
– Honey, I think that was the name of the movie. And I think they were rats. (Cariño, creo que ese era el nombre de la película. Y creo que eran ratas.)
– Bueno, vamos a lo que vamos, tengo alg-
– Attends, tu ... m'appelles un rat?(Espera, ¿...me estás llamando rata?)
– Que, cosa hermosa claro que no. Como iba diciendo-
– You weren't saying anything. (No ibas diciendo nada.)
– ...Mirad, tengo una sorpresa para el día de hoy pero si queréis nos quedamos en la puta cama y seguimos durmiendo porque no me dejáis hablar.
España fingió estar indignada dejándose caer en la cama con los brazos cruzados. Pero no tardaron en colmarla de besos de disculpas diciendo que por favor hablará que podía y que ellos no iban a interrumpirla más. Así, la española explicó que les iba a tapar los ojos y los llevaría hasta abajo para darles una sorpresa. El desayuno era la sorpresa, porque ellos en lo que llevaban no habían comido nada preparado por ella y algo tan típico merecía algo tan especial.
La cosa era la siguiente. España vivía en una casa, muy mona la verdad, a una hora y media o así de la capital como tal. Pero era una casa de tres pisos. Tres. Y pretendía lograr que bajaran con los ojos tapados todo el trayecto de ahí la cocina. Aunque pueda parecer que era una mala idea, es que no es que lo parezca, es que es una mala idea que acabó mal porque Francia casi se cae por los tres primeros escalones. Cómo para no caerse agarró a su marido del pijama y no llega a ser porque España tiró de ellos ambos se iban de narices por las escaleras. Por poco casi se matan en menos de cinco segundos.
Bajaron las escaleras con los ojos abiertos, pero antes de entrar les mando igual cerrar los ojos. Cuando entraron, Madrid había dejado todo colocado y listo para desayunar. Ambas ibéricas reían mientras sentaban a los dos extranjeros en las sillas.
Tal vez pudieron ser bueniñas y dejar que vieran esa enorme cantidad de churros, esas deliciosas tazas de chocolate espeso, ese café que olía genial o ese aroma a té inglés tan exquisito. No, prefirieron hacer una cuenta de tres para pintar sus caras de chocolate.
Abrieron los ojos pero no hicieron nada. Vieron todo aquello y claro, estaban más que encantados. Era todo aquello un hermoso detalle.
– Oh mon dieu, ça a l'air délicieux. (Oh dios mío, esto se ve delicioso.)
– Did you do it yourself? (¿Lo has hecho tú sola?)
– Bueno la pringadilla de aquí ayudó bastante. Pero fue mi idea.
– Honey, what a great idea. (Cariño, qué gran idea.)
En un acto reflejo los tres países acabaron tomados de las manos. Esto les recordaba a aquella vez tomando el café en Bélgica. O en una gasolinera en Galicia. Era de esos momentos en los que ellos tres eran los únicos y no importaba nada más. En los que sus miradas eran brillantes y él mismo se desvanecía a su alrededor.
Salvo que siempre algo los interrumpe. Esta vez fue la tos de Madrid que los hizo salir de aquel trance hipnótico. Se la veía con una sonrisa incómoda mientras se servía su ración correspondiente de churros.
– Mira, respeto que os gusta poneros melosos, ¿pero enfrente de mis churros con chocolate? ¿De verdad?
Acabarían los cuatro desayunando con calma, prometiendo a Madrid que no la iban a dejar de sujetavelas, o al menos pensaban evitar lo máximo posible esa situación. Terminaron aquello y tras recogerlo, Madrid dijo que debía ir a trabajar unas cosas y que estaría en su despacho. El trío subió a su dormitorio, pero España no dejó que descansaran.
– Os quiero a los dos arreglados y bien vestidos. No muy formales ni informales. Hoy vamos a salir.
– Où allons nous? (¿A dónde vamos?)
– Es una sorpresa.
…
Madrid era una ciudad muy hermosa. Y grande, la más grande de las que había. Las ciudades de las demás comunidades no eran tan grandes, exceptuando Barcelona que también era un gran núcleo turístico y era también una zona urbana amplia.
¿Pero Madrid? Madrid era inmensa. Y digna de visitar. Por eso España los había llevado al lugar que mejor conocía como la palma de su mano, su casa. Años viviendo cerca había convertido ese lugar en su hogar. Conocía los barrios y podía pasear con total calma en ellos. La única queja es que a veces había zonas que parecían una ciudad espejo. La gente no vivía en el centro de la ciudad, donde estaban ellos ahora paseando.
Eran las seis de la tarde. Durante la mañana hicieron mucho turismo y se sacaron fotos que ninguno de los tres publicaba, que se quedaban únicamente para ellos tres. Realmente fuera de la provincia y por la escasa información que mandaban los otros dos países a sus provincias, nadie podía asegurar donde estaba el matrimonio ni qué estaría haciendo España. Era como si en cierta parte el mundo no los necesitase. Sus hijos no los necesitaban, las organizaciones tampoco y ahora tenían un poco de calma. Era todo precioso.
Aunque hiciera un excelente día, el otoño comenzaba a desaparecer y a ser sustituido por la capa del invierno. Aunque faltaba una semana para que fuera diciembre, las tarde ya comenzaban a ser más cortas. Y eso no les hizo aprovechar su día.
– ¿Cómo mierda no tienes tanto frío por este aire? Estás en puta falda como si nada.
– Je suis un pays un peu plus au nord que toi, ma belle princesse, c'est normal que je n'ai pas si froid. (Soy un país un poquito más del norte que tú mi preciosa princesa, es normal que no pase tanto frío.)
Es que claro, Francia llevaba una hermosa falda de cuadros grises con un jersey cuello alto negro y una americana. Además, llevaba simplemente unas medias negras muy finas. No era como España que llevando unos pantalones formales negros y un jersey de rayas marrones por encima de la cintura y una chaqueta negra ese viento fresco del norte la estaba matando.
Sobre eso, ¿tanta formalidad casual tenía algún motivo? Pues sí, ciertamente sí. Los llevó a comer a uno de esos restaurantes donde mantener la etiqueta era necesario, pero a la vez era algo casual y por eso no es que fueran arreglados hasta la médula. ¿Qué cómo había conseguido reservar mesas o así? Madrid y ella habían planeado eso desde ayer y ser el Estado tenía sus ventajas que no le gustaba utilizar, pero por una vez valdría la pena.
Y bueno, Reino Unido solía ir así siempre, arreglado con su buen par de pantalones negros, su camisa y su americana. Tampoco cambiaba mucho entre lo normal y lo formal, Y que él era así.
Comieron genial y ahora estaban en el parque del Retiro. España los había llevado hasta allí para que alquilasen una barquita y fueran a navegar por el hermoso lago que había en aquel parque. Un paseo en barca, ¿es que aquello no era romántico?
Bueno. Además de romántico era gracioso. Hacía mucho que ninguno de los tres montaba en una barca. Por dios, Francia estaba en tacones y se negaba a descalzarse para entrar con mayor facilidad a la jodida barca. Además, España y Reino Unido se pelearon por ver quién llevaba uno de los remos.
– A ver, explícame otra vez porqué no puedo llevar la barca yo también.
– Honey, you're literally blind in one eye. You can't see what' s going on on your right. (Cariño, literalmente estás ciega de un ojo. No puedes ver lo que pasa a tu derecha.)
– No lo veo, pero puedo sentirlo. Sí Blas de Lezo podía dirigir su barco yo puedo dirigir mi barquita.
– Honey, Blas de Lezo was an admiral. He didn’t handle the boat, he was just one-eyed as the hell he is going to handle the boat. (Cariño, Blas de Lezo era almirante. El no manejaba el barco, justamente era tuerto como coño va a manejar el barco.)
– Pero bien que dirigió la defensa de Cartagena de Indias, ¡estando en la mierda él hacía todo eso y yo puedo hacerlo!
– Princesse. (Princesa.)
– ¿Sí, Francia querida?
– Donnez l'aviron au Royaume-Uni. Je préfère votre petit problème d'astigmatisme que de prendre un bateau à droite. (Dale el remo a Reino Unido. Prefiero su pequeño problema de astigmatismo a que nos llevemos una barca por la derecha.)
España le dio a regañadientes el remo al inglés. Los dos extranjeros comenzaron a guiar la barca mientras la española se hacía la ofendida en su esquina. Cuando llegaron bastante lejos y donde escaseaba la gente, dejaron de mover la barquita para intentar sacar esa cara de morros a su novia.
No funcionaban muchas cosas, hasta que simpáticamente Francia metió su mano en el lago y salpicó en el rostro a la pelirroja. Esto ocasionó una reacción bastante clara, que si pareja hiciera lo mismo y ambos habían llenado el rostro rojigualda de su novia de agua. Cuando iban a pedir perdón con aquella sonrisa de pollería, fue cuando España devolvió el ataque mojando sus rostros.
Empezaron a empaparse unos a otros, provocando una guerra sin cuartel dentro de la barquita. Y pensar que antes habían tenido grandes y épicas batallas navales entre ellos, habían acabado teniendo ese tipo de enfrentamientos. Si es que las cosas cambiaban en unos siglos más de lo que uno esperaría.
Pararon al cabo de un rato, más que nada porque no pretendían mover tanto la pequeña embarcación de madera y acabar con seguridad sumergidos en el gran estanque del Retiro. España sacó de su mochila negra una bolsa pequeña de semillas para dárselas a los patos que habían nadando por el agua.
– C'est une merveilleuse princesse, tu as vraiment préparé quelque chose de précieux, pourquoi tout ça? (Esto está siendo maravilloso princesa, realmente has preparado algo precioso, ¿por qué todo esto?)
– Bueno, dijiste que habíais intentado prepararme una cita aquí la primera vez que vinisteis. Pensé que debía hacer algo de ese estilo por vosotros. Realmente habéis hecho muchas cosas por mí estos días, y quería demostraros que yo también puedo hacer algo así.
– Oh princesse. Vous êtes la personne la plus douce et la plus belle que nous puissions souhaiter. (Oh, princesa. Eres la persona más dulce y linda que nosotros pudiéramos desear.)
Francia con cuidado se desplazó hasta donde estaba España para abrazarla y dejar un beso en sus labios. Reino Unido también hubiera hecho algo así, pero debía estar al lado de los remos para no desestabilizar el peso de la barquita. Se apañó para tomar la mano de la rojigualda y después estirarse lo que podía para besarse.
Había gente que los miraba, extrañados o juzgándolos de alguna forma. Claro, es que aquello no era lo convencional. Ya era supuestamente raro una pareja compuesta por dos mujeres, imagina si estás viendo a unas tres personas que están en una relación y están manifestando su amor porque quieren. Para muchos eso era digno de juzgar y de mirar con malos ojos, ¿pero le importaba a nuestro trío algo? No, si querían darse afecto en público lo harían, y que los demás se aguantaran y se callaran la boca donde nadie había pedido su opinión. Ya tenían mucho tiempo existiendo para hacer caso a lo que la gente dijera de ellos.
– Que sepais que esta no es la última sorpresa del día. Aún queda el plato fuerte para después.
¿De veras podría ser algo más perfecto? Habían paseado, comido en un lugar asombroso y después lo del estanque. Parecía que nada podía superar aquello. Parecía, porque la guinda del pastel faltaba para coronar aquel día como el mejor de su larga y extensa vida.
…
La noche había caído completamente en la capital española. Habían pedido un taxi para volver a la casa de la española. Iban charlando con la mayor calma del mundo, pero dentro de la cabeza de la rojigualda estaba rezando que Madrid hubiera dejado todo como ella misma le pidió. Y aunque su cabeza estaba dándole vueltas a eso, asemejaba estar tranquila y como si nada.
Cuando llegaron, las luces de la casa se encontraban todas apagadas, pero se podía distinguir el brillo de algo dentro. España abrió la puerta y sorprendió a sus dos parejas. Un camino de pétalos de flores y velas que conducían hasta el comedor principal. La ibérica tomó las manos del inglés y la francesa y los guió hasta ahí, donde una cena les esperaba en la mesa, junto con más decoraciones de flores y velas por la mesa. Una botella de vino ya abierta y con tres copas justas servidas. En la botella había una nota que ponía “No estéis hasta muy tarde ;)” firmada por la capital.
Francia y Reino Unido no sabían qué decir. Bien sabían que había algo preparado para ellos, ¿pero de este nivel? Eso sí que no era algo esperado.
– Madrid me ayudó con esto. Preparó todo y me dijo que nos dejaría la casa para nosotros. ¿Me permiten?
España se ocupó de retirar sus chaquetas y dejarlas colgadas. Levantó la silla de Francia para que se sentara y también hizo lo mismo con el inglés. Se encargó de servirles la excelente cena primero a ellos y dejándole a ella para el final.
– Os dije que esto iba a ser impresionante, ¿qué cree-? Francia, ¿estás llorando?
La lágrimas caían por el rostro de la francesa, pero una sonrisa adornaba su cara. Sólo estaba llorando de felicidad.
– C'est parfait, comme je l'aurais imaginé. Les fleurs, les bougies, la baise esthétique. Tout ce que j'aurais rêvé de faire. Et vous l'avez fait vous-même et cela le rend encore plus incroyable. Je t'aime, je t'aime. Je vous aime. (Esto es perfecto, como yo me lo hubiera imaginado. Las flores, las velas, la estética joder. Todo como yo hubiera soñado hacer. Y has hecho esto tú y eso sólo lo hace más increíble. Te amo, os amo. Os amo.)
– Same. Everything seems perfect, and it is. I love you both very much. (Igual. Todo parece perfecto, y lo es. Os amo a ambas muchísimo.)
– Chicos… me vais a hacer llorar.
Tomaron sus manos en un dulce agarre. Por primera vez nadie podría interrumpirlos, lo habían logrado, eran realmente ellos tres solos sin que nadie se metiera en medio. ¿Cuánto habían deseado eso? Demasiado, más de lo que se podían imaginar los tres. Ahora era su momento y nada ni nadie podía hacer nada al respecto.
La velada pasó en calma, disfrutando los tres de la cena y siendo increíblemente felices. Fue al llegar al postre cuando las cosas empezaron a ponerse, como decirlo, más calientes. No saben cómo llegaron a eso, pero en vez de estar comiendo la, seguramente deliciosa tarta de queso que la madrileña había preparado con todo el cariño del mundo, pues se estaban comiendo a besos.
No fue el alcohol esta vez lo que les llevó hasta ahí, fueron ellos mismos y todo lo que habían estado guardando dentro de ellos tanto tiempo. España estaba sentada en el regazo del inglés. Ya no estaban en la mesa, se habían sentado los tres en el sofá de la salita que había más cerca, sin poder contener más sus ganas.
La española mordía y pasaba sus labios hambrientos por el cuello del inglés, como si estuviera marcando algo que, obviamente, era su propiedad. A la vez, el inglés susurraba pequeñas maldiciones mientras sus manos frías se aventuraban debajo del jersey de la rojigualda. No ajena a lo que pasaba, Francia estaba detrás de España, dejando besos por la nuca que hacían que la piel se le pusiera de gallina.
España se dio la vuelta para besar ahora a la francesa, mientras Reino Unido continuaba jugando con sus manos por debajo de su ropa, desabrochando el sujetador y pasando sus dedos delicadamente por los pechos de la pelirroja. Dulces gemidos se empezaron a escuchar, ya que la francesa no había perdido el tiempo y sus manos fueron a parar dentro del pantalón de España. Tocaba su ropa interior hasta que finalmente traspasó la ropa íntima y comenzó a tocar su flor, que se iba humedeciendo con cada toque y suspiro.
En todos los encuentros que llevaban tenido ya se habían establecido como un patrón particular. A España le encantaba estar en el medio y ser la que recibía más mimos y afecto, era la que más necesidad de que la atendieran tenía. Reino Unido era más impulsivo, le gustaba juguetear con sus dos parejas y ver sus rostros cuando estaban tan cerca del éxtasis, y Francia le gustaba llevar las cosas y básicamente controlar la situación y que todo fuera orquestado por ella. Y habían logrado entenderse entre los tres.
Volviendo al tema, habían cambiado de posición. El inglés tumbado en el sofá, España en cuatro con el rostro pegado al cierre de su pantalón y Francia besaba los labios de su esposo con frenesí. La francesa indicó a la rojigualda que se ocupara del “problema de abajo” mientras ella lo mimaba ahí arriba. Lentamente España bajó su ropa, hasta que tuvo enfrente el miembro viril de su novio.
Al cabo de unos minutos el inglés estaba al borde del clímax, la atención que le daban sus dos novias ahí abajo era superior a él. ¿Las dos dirás? Bueno, Francia pasó a ayudar ahí abajo en lo que se podía considerar una doble mamada. Cuando ya estaba a punto de venirse, la francesa hizo que la rojigualda parara junto a ella. Antes de que se pudiera quejar, observó como Francia se movía a su merced a España. Literalmente, la guió hasta que acabó encima de su novio, con su miembro debajo de sus piernas esperando su atención.
– Allez, qu'attendez-vous pour la princesse? Il attend. (Vamos, ¿a qué estás esperando princesa? Él está esperando.)
Como si estuviera hipnotizada por sus palabras, España alineó su flor con el miembro del único chico de la sala. Al principio se tuvo que acostumbrar, Francia la calmaba dándole besos en su nuca, hasta que se sintiera lista. Cuando ya se sintió preparada empezó lo que venía siendo cabalgar a su pareja: subía lo que podía para después dejarse caer y sentir esa sensación que entremezclaba el placer con el dolor y solo conseguía desearlo más y más.
El inglés intentaba ayudar moviendo sus caderas, pero ver como la tricolor se acercaba hasta que en un segundo se encontraba intentando hacer disfrutar a la rojigualda mientras su lengua se encargaba de satisfacer a la francesa, porque esta se sentó encima de su rostro con cuidado con la orden de que se encargara también de ella.
Los minutos pasaban y la sensación de éxtasis estaba cada vez más cerca. España apoyaba sus manos en los hombros de Francia, para sostenerse y hacer los movimientos con mayor rapidez. La francoparlante estaba genial, disfrutando de cómo la lengua del hombre atendía bien su intimidad y su punto más débil, ese botón rosado que la estaba llevando hasta la locura. ¿El inglés? En el séptimo cielo, el interior de la pelirroja era perfecto.
Los sentidos comenzaban a nublarse para los tres. Poco les faltaba para el final, para poner aquella guinda a aquel día. España aumentó su velocidad hasta que el inglés no pudo soportarlo más y acabó cayendo el primero. Llenó el interior de la hispanohablante con la “semilla de su amor”, pero no paraba hasta satisfacer los deseos de la tricolor. Fue esta la segunda en caer, juntando sus labios con los de España en un sucio pero necesario beso. Y España terminó segundos después.
Las dos chicas se sostenían entre ellas como podían, mientras el inglés al estar tumbado no tenía tanto problema. Aquello había estado realmente genial.
– Bueno… ¿segunda ronda?
Tenía pinta de que aquella noche iba a ser muuuuy larga.
Comentario:
Después de un par de días descansando ya tengo el nuevo capítulo. Puede que uno de los que más me ha gustado escribir. Y el más romanticón puede ser.
La pareja de Irlanda y Portugal llevó pensándola desde el primer capítulo. Me imagino que después de que ambos hablaran en la sala de reuniones en ese primer capítulo habrán quedado y tenido encuentros normales. Es más, a veces pienso que ellos serían como una versión más normal de una historia de amor, porque está claro que mi historia está lejos de lo convencional.
Más cosas, ¿debería cambiar la portada? Me gustaría poner algo como una imagen editada como si ellos se estuvieran dando la mano o así, pero le he tomado cariño a esta portada simplista.
Originalmente aquí había un reto, pero lo quité. Besos 💋.
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