Sábado. 6:00pm
Dedicado a Octware. Gracias por mantener con vida tus historias en FFNet. Muchos te estamos muy agradecidos por ello.
* * *
Animadamente e ignorando la tensa situación a la que su padre se estaba enfrentando en la otra pieza hablando por teléfono con los abuelos, Loan junto con Liena, Lacy y Liby jugaban videojuegos de carreras mientras el resto las observaban junto con Lemy esperando su turno.
Leia se sentía incómoda. Constantemente se movía en su lugar acomodando su ropa o corriendo su falda, aunque esto último sin apartar la mirada de su hermano por temor a que intentara espiarla, pero en realidad éste desinteresado en sus acciones la ignoraba, prestando más atención a la pantalla mientras escuchaba un poco de música de su celular con sus auriculares puestos. La niña se rascó la cabeza extrañada por esto, más alzar el brazo para hacerlo, arrugó la nariz al percibir con vergüenza un olor nada agradable.
—Necesito un baño.
Nadie prestó atención a sus palabras, si acaso Lyra, que alzó la mirada de su celular en donde parecía estar leyendo un libro, sólo para a los pocos segundos regresar a su lectura. Leia estaba por replicar una vez más sin saber qué esperar con exactitud, cuando fue precisamente Lyra quien le dio el consejo.
—¿Por qué no le pides a mi tío cuando se desocupe que te preste su baño y te tomas una ducha? —pareció meditar unos segundos antes de agregar algo más—. Cuando termines creo que también me daré yo una.
Liby terminó en último lugar de la carrera que estuvo jugando con sus hermanos. Al quedar descalificada, le pasó el control a Lyra, quien hizo un gesto de negativa, por lo que Liby se lo entregó en su lugar a Lupa. La albina que había estado prestando atención a la breve conversación de sus hermanas, tardó en tomar el aparato.
Leia se puso de pie, pues no pensaba esperar ni un minuto más.
—¿A dónde vas? —le preguntó Lacy—. Tu turno es el próximo.
—Paso. Voy a buscar a papá.
La chica se encogió de hombros, ambas por igual ignorando a Lyra que intentó corregir a su prima de llamar papá a su tío. Lemy alzó la mano.
—Me pido su turno.
* * *
Lincoln fastidiado con los ojos cerrados continuaba asintiendo con el teléfono en mano pegado contra su oreja, añadiendo ocasionalmente un comentario breve o unas pocas palabras. No notó que Leia estaba a su lado, sino hasta que la niña tiró de su manga buscando su atención.
—Si, admito que me dejé llevar de nuevo. Dame un minuto mamá —se vuelve hacia su hija— ¿Qué ocurre cariño?
—Papi, ¿puedo darme un baño? No me lo he dado desde ayer y me está pesando todo lo del viaje hasta ahora.
—Si, por supuesto. Adelante —regresa a atender a su madre—. No digas eso. Llevaba protección, sólo que... se nos terminó en algún momento de... sí, supongo que debí de comprar más... ¡No! claro, tienes razón, lo correcto era que nos detuviéramos, es lo que quise decir, por supuesto... Ya, tranquila.
Leia mucho más animada fue directamente hacia la sala para tomar una de sus maletas y arrastrarla hacia la habitación de huéspedes, de ahí sacaría una toalla junto con un cambio de ropa entre otros enseres. Vaya que la sentía pesada. Se detuvo frente a las escaleras al comprender que sería complicado subirla ya sea arrastrándola o cargándola ella sola. La pequeña de seis años pronto dio con una solución, por lo que de inmediato regresó corriendo hacia la sala.
—Leeemy. Hermanito, necesito subir mi maleta a la habitación de huéspedes para cambiarme.
—Sí, supongo que es un buen plan —el chico trataba de concentrarse en hacer una maniobra de derrape al notar a Lacy siguiendo con la mirada su coche en la pantalla.
—Creo que no has entendido. Quiero que porfis la subas tú. Es muy pesada para que lo haga yo solita.
—Dame un momento. Tengo...
—¡Ahora!
Y el auto del chico en el juego salió volando hacia un río por la impresión que el grito de la niña le provocó al perder el control. Su párpado derecho tembló. Iba a reclamar que esa carrera no contaba culpando a su hermanita por distraerlo, cuando de pronto su tía Lily le arrebató el control con una sonrisa.
—Mi turno, guapo.
Resignado, Lemy se puso de pie y acompañó a su hermana, quién feliz lo tomó de la mano para guiarlo sin darse cuenta que ya había menos personas que cuando se marchó la primera vez.
Quejándose por el esfuerzo, Lemy fue subiendo la maleta de la pequeña rubia, mientras ella a su peculiar manera le infundía ánimos para continuar.
—¡Vamos! Date prisa con eso. ¿No se supone que por ser hombre eres fuerte o algo así? De haber sabido que eras tan inútil se lo hubiera pedido a Lacy.
—¡Oye! Para empezar... es verdad. Seguramente Lacy podría cargar esta cosa con menor esfuerzo —hizo una mueca al imaginarse quedando como un debilucho frente a ella—. Segundo: no me presiones si es que quieres que te vuelva a hacer un favor, primita. Tercero: ¿Qué tantas porquerías trajiste? ¿De verdad sólo vas a quedarte hasta el lunes o te piensas mudar aquí?
—No seas tonto. Nunca me mudaría a este sitio tan pequeño, lo mejor sería que papá se mudara con mamá y conmigo. ¡Y no llames porquería a mi ropa! Para que te lo sepas, me gusta venir prevenida y traje ropa casual, ropa elegante, ropa deportiva, entre otras según la situación lo amerite con sus complementos.
El chico fingió una arcada para expresarle a su hermana lo que opinaba al respecto. Leia hizo un mohín y lo ignoró. Preocupado, Lemy chasqueó la lengua.
—No pensarás de verdad pedirle al viejo que se mudé con tu mamá y contigo, ¿o sí?
—Me encantaría, pero creo que ya sé lo que diría. No es que no se lo haya pedido ya varias veces antes sin importarme lo que mamá opinara.
Aliviado, su hermano imaginó que por el contrario a su padre sí que le importaría lo que tía Lola le dijese al respecto. Pensó que a su madre quizás no le importaría tener al padre de sus hijos cerca. ¿De pedírselo, Lincoln aceptaría quedarse con ellos? Suspiró decepcionado al comprender que el principal obstáculo ante esa idea más allá de lo que él quisiese aunque consiguiera convencer a su madre, sería Lyra.
—¿Es que tú no trajiste muchos cambios de ropa? —De pronto le preguntó la niña intrigada.
—Si con muchos te refieres a dos, pues sí.
—¡Sólo dos! —parecía tan impresionada como indignada— ¿Pero por qué?
—Porque antes de venir, tanto mamá cómo Lyra no dejaron de fastidiarme en que necesitaría más ropa de la que llevo puesta.
La arcada esta vez la fingió ella.
—¡Eres un asqueroso! No puedo creer que esté emparentada contigo.
—Bienvenida al club, princesa.
Leia resopló cansada. Aunque le gustó el cumplido, continuó recriminándole siendo esta vez menos agresiva.
—Sabes, las mujeres nos interesamos más en los chicos que no descuidan su aseo personal.
Finalmente llegaron a la segunda planta. Lemy tomó aire y miró a la niña considerando sus palabras. Ella le dedicó una mirada coqueta muy distinta a la enfadada que le había dado durante el trayecto. Pensando no precisamente en ella sino en alguien más, de pronto al chico le incómodo el sudor que ahora le recorría por la frente debido al esfuerzo que hizo. Se imaginó a Lacy retrocediendo incómoda la próxima vez que intentara acercársele.
—Creo qué tal vez yo también deba de darme un baño.
Leia se sintió orgullosa de sí misma al creer haber conseguido con su femineidad corregir a su hermano.
Una vez que abrieron la puerta de la habitación, el rostro de Lemy se encendió tapándose la boca para no gritar. Al intentar cubrir los ojos del chico, Leia lo golpeó en la cara con ambas manos abiertas gritándole a la ocupante que se le había adelantado.
—¡Que rayos estás haciendo, fenómeno!
Lejos de sentirse avergonzada, Lupa sonrió ante la reacción tan exagerada que tuvo Lemy, más que la que le provocó a Leia. De manera desvergonzada, la albina se quitó las pantaletas quedando ahora sí totalmente desnuda, antes de tomar la toalla y envolverse con ella para incomodidad de su hermanita.
—Es obvio que estoy terminándome de alistar para darme un baño.
Lemy tenía los ojos cerrados, más que nada para frotárselos junto con la frente un poco adolorido por los golpes de Leia; cuando los abrió, con nerviosismo se encontró de nuevo con Lupa, esta vez ya cubierta por la toalla.
—Pequeño pervertido —lo acusó ella sonriéndole con picardía—. Se toca antes de abrir.
—¡Pero si fue Leia la que abrió!
—Es lo mismo. ¿Viste algo que te gustara?
Asustado y nervioso, se puso a la defensiva.
—¡Yo no vi nada!
—Tal vez deba de solucionar eso.
Hizo un gesto como si se fuese a quitar la toalla, hasta que Leia intervino y a empujones sacó a Lemy de la habitación.
—¡Ya vete de una vez, Lemy! ¡O le contaré a Lyra lo que hiciste!
—¡Pero si no hice nada!
Al azotar la puerta, Leia estuvo a poco de golpear a su hermano en la nariz. Aún muy molesta, se volvió para enfrentar a Lupa.
—¡Y tú qué te crees que estás haciendo! ¡Yo pedí el baño primero!
—Con lo que tardabas en arreglarte, pensé que yo ya habría acabado de dármelo para cuando tú estuvieras lista. Hazte a un lado, mocosa. Los adultos van primero.
—¡No eres ninguna adulta! ¡Le voy a decir a papá!
—Pues hazlo, después de que termine de bañarme me cuentas que te dijo.
Y sin más, la muchacha salió ignorando el berrinche de su hermanita, encontrándose afuera a un abochornado chico que se había quedado tras la puerta para saber cómo terminaría aquello. Contoneándose un poco, la albina se le acercó acorralándolo contra la pared. Tragando saliva, Lemy intentó decirle algo sin lograr emitir nada más que balbuceos.
—Dejaré la puerta del baño abierta por si quieres ducharte conmigo, hermanito, igual que cuando éramos más pequeños.
—Ah... es... estoy seguro que nunca nos llegamos a bañar juntos.
—Algo más que abría que solucionar.
Lo dejó en paz y se dio la vuelta para entrar al baño. Cuando Lupa cerró la puerta, Lemy se reprochó a sí mismo por estarla siguiendo con los ojos mirándole por atrás. Lo mejor sería volver con las demás y seguir jugando videojuegos para alejar esos peligrosos pensamientos de su mente.
* * *
Tras sacar lo que necesitaría para bañarse, Leia regresó a la pieza donde su padre con cansancio y apoyando la cabeza contra la mesa continuaba al teléfono.
—No, papá. Todo comenzó el día de mi cumpleaños... el último... entiendo que lo creas así, pero te aseguro que nunca le puse las manos encima antes de eso... —indignado se enderezó de golpe— ¿Qué Lily te contó qué cosa cuando ella tenía dieciséis...? Ah, perdón. No te había entendido. Entonces fue cuando era yo el que tenía dieci... ¡Oye! Ella sólo tendría... ¿qué quieres decir con que eso fue lo que ella te dio a entender...? ¡Eso fue hace veinte años! ¡Qué clase de degenerado crees que soy...! Detente, no era necesario que me respondieras —se da cuenta que Leia está ahí de nuevo y hace una pausa—. Dame un momento, papá. Dime, cariño. ¿Ahora qué ocurre?
—¡Lupa me ganó el baño!
—Pues espérala.
—¡Pero quiero que la regañes! ¡No es justo!
—Luego hablo con ella. De todas formas ya está castigada, cariño. Dame un momento. Papi está ocupado con tus abuelos —regresa al teléfono— está bien, tú ganas, lo soy, pero no de esa clase. Tengo mis límites... pues aunque lo dudes, de verdad los tengo... ¡Tu esposa es mi madre! ¡No seas exagerado!
* * *
Quince minutos después, cuando la niña regresó a la habitación de huéspedes, descubrió a Lupa cambiándose tras bañarse. La albina le sonrió despectivamente y la pequeña resopló enfadada antes de tomar una toalla y una canastilla mientras tomaba sus productos de aseo.
Al llegar al baño intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. Tocó y la voz de Lacy le respondió desde el otro lado.
—Está ocupado.
Acto seguido, escuchó el sonido del agua cayendo de la regadera. Impresionada, Leia estaba por decir algo cuando detrás de ella, Lupa le explicó lo que ocurría tras asomarse del cuarto de huéspedes.
—Espero que no te importe. Lacy me preguntó si podía bañarse después de mí y le dije que no había problema.
Por el modo en que la niña chilló de frustración, era obvio que sí había un problema. Estaba segura que su hermana se las estaba cobrando por lo que le había hecho en el cabello.
Durante los siguientes minutos, Leia se quedó tras la puerta del baño aguardando a que Lacy terminara. Justo cuando su hermana salió para irse a cambiar a la habitación de su padre, Liena apareció apurada cargando un abultado bolso de plástico en el hombro y a una sollozante Lulú de las axilas. Leia le impidió el paso sin pensárselo dos veces.
—¡Espera un minuto! ¡Es mi turno!
Preocupada, Liena negó con la cabeza; no necesitó hacerle ninguna seña a la niña para que entendiese cuál era el problema. El olor que emanaba la bebé que no paraba de llorar era nauseabundo. La peste era tal que Leia se hizo a un lado dejándola pasar para que la cambiara.
Una vez que entraron, la niña sintió que por el asco las arcadas que le venían esta vez eran muy reales, por lo que tocó desesperaba para que Liena la dejase entrar, al no obtener respuesta, salió corriendo hacia el patio apresuradamente, donde tras un arbusto en el jardín vació el estómago.
Tras limpiarse las lágrimas que le salieron por el esfuerzo de la acción, miró a su alrededor esperando que nadie se hubiese dado cuenta de lo que hizo. Se sintió tan avergonzada y humillada, especialmente al saber que no podía hacer nada para remediar el incidente. Esperaba que esa cosa se secara antes de que su padre la notara entre sus flores. Suspirando, fue por su cepillo de dientes, pasta dental y de ahí a la cocina para lavarse la boca.
Media hora después, ya recompuesta, vio a Liena entrar a la habitación de su padre con una toalla cubriendo su cuerpo, otra cubriendo su cabello y una más envolviendo el cuerpecito de Lulú a quien cargaba. La bebé alegremente reía agitando sus bracitos.
—¡Ota vesh!
No se sintió con ánimos de reclamarle a Liena el haber aprovechado el momento para bañarse con la bebé en lugar de sólo cambiarla. Finalmente entró al baño, cuando de pronto al instante en que estaba por cerrar la puerta detrás de ella, Loan alcanzó a abrirla de vuelta con prisa oprimiéndose el estómago con una mano. Molesta, Leia la miró altiva.
—Sea lo que sea que vayas a hacer, ¿no puedes esperar a que termine de bañarme?
—¡No! ¡Es una emergencia!
La joven mujer la pasó de largo y dándole la espalda al retrete, comenzó a desamarrarse las cintas del pantalón deportivo con desesperación.
—¡Pero qué asco!
Con tal de no ver lo que estaba por ocurrir, Leia salió del baño frustrada. Tras darle molesta una patada a la puerta, exclamó con sarcasmo:
—Ya que estás ahí dentro, ¿no quieres también bañarte de una vez?
—¿He? —escuchó que le respondió—. ¡Oh! Está bien. Gracias Lei... hermanita. Hmm... ¿Me das...? ¿Me pasarías una toalla?
—¡Solo estaba siendo...! —el sonido que hizo Loan al bajarle al depósito la silenció, lo siguiente que la niña escuchó fue la regadera.
—Ah... ¿decías algo?
—Olvídalo.
* * *
Tras dejarle a su hermana una toalla, la pequeña fue a la sala. La única que se encontraba ahí en el sillón frente al televisor ya apagado era Lyra que continuaba leyendo un libro en su dispositivo. Leia se sentó a su lado de brazos cruzados. Sorprendida, esta vez la castaña le prestó mayor atención al notar que llevaba todavía la misma ropa y el arreglo de las dos coletas en su cabello.
—¿No habías dicho que ibas a bañarte?
—Sí, pero parece que medio mundo no me escuchó y se me adelantó —soltó enfadada—. ¿Y dónde se metió mi hermana y las demás?
—Prima —la corrigió—. Lizy quería jugar en el patio y Liby está acompañándola; Tía Lily fue a la cocina a prepararse un bocadillo; Lemy dijo que necesitaba un momento a solas y se encerró en la van diciendo que no tardaría —si no fuese porque consideraba a su hermano un niño pequeño todavía, hubiese malinterpretado esto, mientras que Leia se preguntaba si acaso su hermano estaría tratando de controlar el asco y su enfadado con Lupa por haberla visto desnuda—, las demás dijeron que aguardarían su turno para darse un baño. Mi tío continúa en el teléfono.
—¡Ya me estoy cansando! Yo había pedido el baño primero y todas parecen haberse puesto de acuerdo para dejarme de lado. ¡No es justo!
—Tranquila, yo esperaré a que te bañes tú primero. No me molesta. ¿Por qué no le dices nada de esto a nuestro tío?
—Ya lo intenté, ¡pero sigue ocupado hablando con los abuelos!
Lyra se preocupó al escucharla.
—Es verdad. Ya lleva mucho tiempo con eso. Entiendo que los abuelos estén molestos con él y continúen regañándolo, pero creo que no es justo que todo lo tenga que llevar él mientras que tía Lily está como si nada —con un toque apagó la aplicación de lectura de su dispositivo y se puso de pie— voy a intentar rescatarlo de los abuelos.
Complacida, Leia aguardó en el sillón esperanzada a que Lyra consiguiera quitarle a su padre el bendito teléfono, de esa manera esperaba así él después le prestara mejor atención a la que le había dado.
* * *
Decir que en ese momento Lincoln estaba comenzando a perder la paciencia, era quedarse corto.
—¡Ya basta, papá! Eso me lo vienes repitiendo desde que Lucy les dijo que estaba embarazada. ¡Está bien! ¡Ustedes tienen razón! —harto, con sarcasmo comenzó a gritarles al mismo tiempo en que Lyra detrás de él estuvo a punto de hablarle—. ¡Nunca se me ocurrió que siguieron teniendo hijas porque querían una familia muy grande! ¡Siempre me imaginé que las tuvieron para que a mí no me faltaran más mujeres con que entretenerme cada vez que me diera la gana hacer eso por si las mayores estaban ocupadas! ¿Es lo que querían escuchar?
Se dio la vuelta al haberse imaginado que había alguien más con él ahí, pero seguro fueron figuraciones suyas, pues no estaba nadie. Ladeó la cabeza y continuó hablando.
—No, yo lo lamento más, papá... no quise decir... no digas eso... Por supuesto que tengo ojos para otras mujeres que no sean mis hermanas. ¿Es que ya te olvidaste de Ronnie Anne? —hizo una pausa prolongada mostrándose confundido—. ¿Papá? ¿Qué quisiste decir con que "ese es tu punto"?
Parecía que del otro lado de la línea, Rita le había hecho la misma pregunta a su esposo que por un momento se olvidó de Lincoln adquiriendo su voz un tono nervioso.
* * *
¿Y bien? —le preguntó Leia—. ¿Qué te dijo?
Lyra había regresado con el aspecto de haber visto un fantasma, quizás había sido eso, pues incluso se persignó
—Hmm... nuestro tío de verdad parece muy ocupado con los abuelos y no me atreví a interrumpirlo.
La niña llegó al límite de su frustración. De verdad había pensado que Lyra sería su mejor apuesta.
—Voy afuera a jugar con mi hermana.
Sin ánimos de corregirla de nuevo, Lyra asintió, aun impresionada por lo que había escuchado. Abrió nuevamente la aplicación que constantemente usaba en su celular intentando concentrarse en su libro electrónico para olvidar lo de hace un momento. Antes de retirarse, Leia curiosa le preguntó:
—¿Qué es lo que tanto lees, por cierto?
—La biblia. ¿Quieres leerla conmigo?
Ni siquiera le respondió, Leia sencillamente salió de la casa terminando por ignorarla. Lyra un tanto ofendida se encogió de hombros. Después miró su reloj.
* * *
—Bien, repasemos el plan —pidió Liby teniendo la misma expresión seria que habitualmente tenía cuando estudiaba o realizaba un examen muy importante—. Si papá llega a preguntarte quién es tu hermana favorita, dirás que es...
—Tú después de Leia —respondió Lizy sin mirarla, más entusiasmada por la pequeña lagartija que tenía acorralada entre ella y el árbol del jardín.
—Muy bien, Liz. ¿Y si te pregunta por qué?
—Porque a Leia la quiero más.
—¡No! —se frustró la chica—. Es porque soy la más cariñosa, atenta y amable contigo, Leia y Lulú.
—¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! ¡La atrapé!
Liby se cayó de espaldas al notar una cola reptando entre las manos de Lizy, el resto de la lagartija había desaparecido.
—¡Suelta eso, Lizy! ¡Eso es tan asqueroso!
—¿Qué es asquero...?
Preguntaba Leia que acababa de aparecer y se había acercado a ambas. En un intento por quitarle a Lizy aquella cosa, Liby le dio un manotazo. La cola que la lagartija había dejado para distraer a Lizy y así poder escapar, voló cayéndole a Leia justo en la boca antes de terminar de preguntarles acerca de lo que hablaban. Leia escupió en su mano la cola y apenas se dio cuenta de lo que era al verla moverse todavía, pegó un grito y corrió como loca alrededor de la casa.
—¡Asco! ¡Asco! ¡Asco!
Se acercó nuevamente al sitio donde había vuelto el estómago tras el incidente con Lulú, pero nada le salió esta vez por mucho que lo intentó, limitándose a hacer arcadas, mismas que empeoraron al ver lo que antes había dejado ahí y que apenas comenzaba a secarse.
Cuando finalmente pudo recobrar la calma, regresó con sus hermanas, encontrándose estaba vez a Lyra acompañando a Lizy a entrar de nuevo en la casa.
—¿Te encuentras bien? —Le preguntó la castaña preocupada al verla tan pálida.
—¡Obviamente que no lo estoy! ¡Tú asquerosa prima me puso algo horrible en la boca!
"Mientras no lo haya hecho mi tío". Lyra se reprendió por tal idea, culpando a Lincoln por generarle tales pensamientos.
—¿Ahora que hizo Lupa?
—¡Me refiero a Liby!
Lyra se avergonzó de nuevo de sí misma, esta vez por haber sido prejuiciosa al creer que se trataba de Lupa. Se amonestó mentalmente por estar pensando de aquella manera. Lemy en ese momento salía de la cochera frotándose las manos colorado y cabizbajo.
—¿Y a ti ahora que te pasa?
—Me... me siento muy sucio.
La voz del chico sonaba muy lastimera. Su mano derecha temblaba. Leia siseó molesta.
—Pues si esperas bañarte para que se te quite, haz fila que yo voy enseguida. Esta vez no dejaré que nadie me quite el baño.
—¿Vas a bañarte en cuanto salga Liby? —le preguntó Lyra sin dejar de ver inquisitiva la actitud de su hermano.
—¿Liby? ¿De qué hablas?
—Dijo que iba a bañarse para quitarse la sensación de algo que Lizy le hizo aprovechando que Loan terminó. Seguro ya debe de estar adentro.
Lyra se olvidó de su hermano para tapar los oídos de Lizy, quien no dejó de reír incluso cuando Lyra reprendió a Leia por la grosería que profirió.
* * *
Los abuelos saludaron por medio del videochat a sus nietas y nieto. Todos estuvieron contentos de verlos, incluso Lyra, también Lemy y Leia aunque estos últimos no lo demostraban mucho, el primero seguía ensimismado actuando como si hubiese hecho algo terrible, a pesar que cuando su padre y su abuela le preguntaron al notarlo tan extraño, les respondió sonrojado que era algo sin importancia por lo que no valía la pena ni mencionarlo, aunque la culpa parecía persistirle. Lupa parecía sonreír con malicia al observarlo. Leia por otro lado estaba molesta por no poder bañarse todavía.
—¿De verdad no eres la hija de Lana? —le preguntó divertida la abuela Rita—. Normalmente no era con tu mamá, sino con tu tía con quienes teníamos problemas para que quisiera bañarse cuando niña.
—El problema no es que no quiera, sino que no me dejan, abuelita.
Lyra le colocó una mano sobre el hombro portándose estricta con ella.
—Y por ser una grosera, ahora vas a tener que esperar después de mí y Lizy tu turno. Eso te enseñará a ser más paciente.
—Es bueno ver que en estos momentos hay una mano dura en casa —rezongó el abuelo desde la pantalla dándole una mirada acusatoria a su hijo—. ¿No te alegra que tu hija esté ahí para ayudarte?
Lincoln se contuvo de señalarle la ironía que precisamente él le hablara de mano dura, una que siente no ejerció sino hasta que fue muy tarde y se enteró que sería abuelo por primera vez. Incómoda por la mención, Lyra corrigió al anciano.
—Hmm... abuelo, soy su "sobrina".
Incluso los padres de Lincoln con todo y que seguían un tanto molestos con él, lo miraron con pena y cierta culpa al escuchar la corrección de la chica. De verdad cuando Luna les entregó a su hija durante la infancia de la pequeña para que se las cuidara un tiempo, la habían metido a ese colegio con el mejor de los propósitos, que fue el que no torciera mucho su camino como lo hicieron sus hijos temiendo que siguiera los pasos de sus padres y tías. El que Lyra se mostrara reacia a reconocer a su padre como tal, les gustaba tanto como la concepción de su nieta, más no por ello la desconocían. Lyra se mordió la lengua al darse cuenta que los había hecho sentirse muy incómodos al tratar de corregirlos.
—Linda bandana, Lemy —observó Rita mejor a su único nieto buscando romper la tensión—. Tu "tío" solía usar una igual cuando tenía dieciséis.
—Gracias, abue —eso sacó de su ensimismamiento al chico quien sonrió orgulloso ante el comentario tocándose la prenda sobre su cabeza—. De hecho creo que es la misma. Papá me la regaló.
Lyra miró hacia otro lado. Los abuelos parecían de vuelta felices e incluso Lincoln y algunas de las chicas. La castaña no expresaría esta vez lo mucho que le estaba inquietando esa familiaridad tan inapropiada que su hermano estaba proyectando en su tío, al menos no por el momento.
Las demás hablaron brevemente con los abuelos cada una antes de despedirse de ellos, quedando solos Lily y Lincoln al final en el cuarto donde habían hecho la video llamada todavía hablando con ambos.
—Entonces, ¿qué es lo que harás, Lily?
—Mamá, como te dije, pienso tenerlo. Seguiré trabajando como siempre, pero cuando el momento se acerque pediré una baja temporal, además claro de buscar una buena guardería y una niñera de confianza —miró a su hermano con un ligero rubor—. A no ser claro que surja algo inesperado.
Comprendiendo a lo que se refería, Rita esta vez se dirigió hacia su hijo.
—¿Y tú qué piensas hacer, cariño?
—Preparar lo necesario para que todos podamos irnos a dormir. Aún no estoy seguro de cómo le haremos para caber todos.
—Me refiero a lo de la situación de Lily.
—Pues lo mismo que suelo hacer siempre.
—¿Y eso qué es? —preguntó el señor Loud.
Lily parecía emocionada. Se sintió agradecida porque sus padres estuvieran justo en ese momento todavía en línea. Rita extrañamente también se entusiasmó de pronto, creyendo comprender a diferencia de su esposo a lo que su hijo se refería y estaba por hacer. Hubiese preferido que las circunstancias y en especial, que la persona con quien lo haría fuese otra, pero a estas alturas se sentía en parte resignada y a la vez entusiasta por lo que su hijo le pediría a Lily a diferencia cuando lo intentó con su otra hija. La futura madre ya tenía lista su respuesta.
—Darle también a Lily una pensión cada tanto para ayudarla —contestó Lincoln—. Ella no va a ser la excepción.
—Me alegra que así sea hijo —se sintió su padre complacido—. Es bueno ver que sigues por lo menos responsabilizándote de tus actos, ¿verdad cariño? Ah... ¿cariño?
Tanto su esposa como Lily habían adoptado una expresión muy seria, sus bocas siendo tan solo líneas rectas cruzando sus rostros donde sus ojos muy abiertos parecían sorprendidos por... nada en particular.
—Bueno... ¿gracias?
Lily intentó forzar una sonrisa. Su padre que la veía tras la pantalla no comprendía por qué no parecía complacida al saber que su hermano no la dejaría tan a su suerte y le estaría dando dinero cada que pudiese como a algunas de sus hermanas al principio, también le confundió el suspiro que Rita soltó.
—Hija — su madre le preguntó a Lily—, ¿estás bien sólo con eso?
—Pues... supongo. Si eso funcionó con el resto.
—Lincoln —haría un intento, por su hija—. Estoy segura que tu herm... la madre de tu próximo hijo, apreciaría de mejor manera a lo que lo hicieron las demás cualquier apoyo adicional que quisieras darle. De verdad créeme que lo aprobaría por "drástico" que fuera.
Entonces el padre comprendió a lo que se estaban refiriendo finalmente. Abrió la boca para protestar, pero su esposa le apretó de la muñeca para que se callara, más tarde se las arreglaría con él. Lincoln se rascó el mentón pensativo.
—Supongo que en ese caso podría quedarse a vivir aquí... —los ánimos de las mujeres subieron— cerca del pueblo. Podría buscarle un departamento o una casa durante estos meses y también algunas opciones de empleo. Algo no tan lejos de donde vivo, por lo menos a una hora de distancia como mucho.
Con todo y que no estaba seguro de aprobar el plan de vida que su esposa hubiese querido para Lily, hasta Lynn Sr. se sintió tentado a darle otro golpe a su hijo por zopenco. Rita estaba por decir algo más, pero su hija le hizo un gesto discreto que ella captó para que ya no dijese nada.
—Lo consideraré "hermano". No estoy muy segura si quiero mudarme, buscar otro empleo o introducir en mi estilo de vida cambios más grandes de los que ya tendré.
El tono sarcástico fue obvio, Lincoln lo comprendió, pero no dijo nada al respecto.
—Buenas noches, hijos —se despidió su padre tan frustrado como su esposa, aunque a la vez en parte aliviado. Ambos comprendían que habían extendido mucho la conversación y era hora de terminarla—. Y considera lo que te dije.
Lincoln dudaba en siquiera considerarlo.
—¿Acaso tú te hiciste esa operación?
—¿Acaso Lily es la hermana mayor de alguien? Míralo mejor como un procedimiento.
—Eso o podrías sencillamente dejar de hacerle... eso a tus hermanas —sugirió Rita—. ¿O es que estoy pidiéndote algo muy difícil?
Lincoln negó con la cabeza, pero la curiosa expresión de Lily y el señor Loud parecían por el contrario dar por él en una respuesta muy diferente.
Tras terminar con la llamada, el chico se volvió hacia su hermana.
—Entonces, ¿qué hacemos?
—Tú lo dijiste Linc, averiguar cómo vamos a dormir.
El hombre agradeció su respuesta en silencio, eso postergaría la conversación que tendrían con respecto a ambos y al bebé.
* * *
Lyra terminó de bañarse. Se sentía mucho mejor que antes. Al salir usando solo su bata de baño al pasillo, se encontró contra la pared recargada y malhumorada a la pequeña Lizy vistiendo únicamente una toalla alrededor de su cuerpo. No se le veía muy entusiasmada por bañarse, pero dado que estaba llena de tierra hasta la cara, Lyra había sido muy firme en que lo hiciera, incluso Lincoln estuvo más que de acuerdo en esto, llegando incluso a ofrecerse a dárselo personalmente, siendo esto en lo que Lyra discrepó para fastidio del peliblanco.
—Te recuerdo que a ti te bañé hasta los siete años, Lyra. ¿Acaso te hice algo indebido entonces? —Le había señalado.
La joven sintió vértigo de solo recordarlo. No. Reconocía que no le había hecho nada más allá de crearle un recuerdo incómodo, aunque en su momento la situación no le había parecido así, pero pensaba que siendo entonces una niña, no sabía nada y ni podía entender nada. Fue tajante al respecto, sería ella misma quien bañaría a Lizy.
Junto a la niña de tres años, estaba otra que parecía casi triplicarle la edad en apariencia, aunque en realidad sólo se la doblaba. Sin temor a equivocarse, Lyra apostaría a que Leia era la chica más alta de su clase. La rubia de las coletas estaba malhumorada tratando de distraerse escuchando con pocos ánimos a su hermanita sobre el gigantesco y maravilloso reptil que encontró en el patio de su padre y que estuvo a punto de devorar a Liby.
—Deja en paz a tu prima, Lizy. En cuanto termine de ponerme algo más adecuado, sigues tú.
Ambas resoplaron resignadas, siendo Leia la que intentó discrepar.
—Por favor, Lyra. ¿No me dejas primero bañarme a mí?
—A no ser que quieras bañar tu misma a Lizy, tendrás que esperar. Lizy, ya métete al baño. Llené de nuevo la tina a la mitad con agua tibia.
La pequeña niña le obedeció haciendo un puchero y Lyra enseguida fue a cambiarse a la habitación de su padre, no sin antes asegurarse que no estuviera adentro, después de todo su maleta terminó ahí. Puso el seguro y tan pronto comenzó a sacar la ropa que usaría, Leia golpeó la puerta usando un tono desesperado.
—¡No me molesta bañar a Lizy! ¡Déjame meterme ahora mismo con ella!
La castaña se rindió.
—Pero más te vale que la laves bien.
Aliviada, Leia corrió hacia la habitación de huéspedes, donde tomándose un poco de su tiempo, deshizo las coletas de su cabello, se desnudó, se envolvió con una toalla y tomó nuevamente su canastilla con las cosas que usaría para bañarse, aunque esta vez llevando también algunos juguetes de baño para su hermanita. Valía la pena bañarla si con ello finalmente podría hacer ya lo mismo.
Con todo listo, fue al baño. La puerta estaba cerrada. No se preguntó por qué Lizy la cerró, asumiendo que fue accidental. Tampoco se molestaría en tocar o buscar a alguien que le ayudase, además que Lizy seguramente ya estaba adentro de la tina como para molestarla haciendo que saliera para abrirle. Con un pasador de cabello que tenía en la canastilla abrió la cerradura y entró. Lyra había exagerado, más que tibia, el agua debía estar caliente de sobra a juzgar por todo el vapor con el que se topó y le caló en los ojos obligándola a cerrarlos.
Se quitó la toalla arrojándola por ahí. Corrió la cortina a tientas y se metió en la tina sintiendo en buen punto el agua, del mismo modo dejó la canastilla en el suelo tomando enseguida un jabón perfumado a la vez que con su mano libre se tallaba los ojos, después se volvió hacia su hermana la cuál sintió moviéndose inquieta a su lado. Le extendió el jabón junto a una esponja.
—Tállame primero la espalda y después te ayudo a bañarte, ¿está bien?
Finalmente podía ver mejor. Lemy con los ojos muy abiertos tratando de mantenerse lo más hondo posible para que su primita no le viese más de lo que le estaba viendo él a ella, tembloroso tomó el jabón tras tragar un poco de saliva.
—Bue... bueno.
De pronto se acercó a la niña mostrándole más de sí mismo sin querer. En el momento en que la tomó del hombro para obligarla a darse la vuelta y así poder bañarla, fue cuando Leia salió de su transe a causa de la sorpresa y comenzó a gritar.
* * *
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Y pese al largo tiempo ausente, me tienen aquí dando guerra de regreso. Nuevamente gracias al buen recibimiento que me dieron chicos tanto aquí como en el fandom de Amphibia (aun en pañales, ¡juax!). Espero continuar en su preferencia, colegas. Un saludo a todos.
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