Domingo 12:30 am
Lincoln se encontraba sentado en la van con una botella de cerveza sin abrir en mano. Escuchó todo el ruido proveniente de la sala de su casa. Comprobó la hora en su reloj. Ya era algo tarde.
Sospechó que el motivo por el que Lemy no regresaba, era porque seguramente sus hijas lo habían convencido de jugar con ellas. Recordó viejos tiempos de su niñez en compañía de sus hermanas, las cuales en ocasiones solían hacer lo mismo con él durante sus pijamadas, pues ellas no tenían problemas en organizarlas a diferencia de él que solamente una vez lo intentó con Clyde ante el temor que lo espantaran al igual que las chicas solían hacerlo con el resto de sus amigos.
Pensó en abrir de una vez la botella al mismo tiempo que se sentía agradecido porque Lily estuviera con las chicas, pues de no ser por la vigilancia que seguramente esta tendría sobre ellas, ya hubiera ido por su chico alarmado en que podría suceder "algo". No es que desconfiara de él, pero... bien, no era de él en quien desconfiaba. Dejaría que convivieran y se divirtieran sólo una hora más, no es como si pensara fueran a hacer algo malo en tan breve tiempo.
* * *
Con miradas maliciosas sobre el chico, aguardaron que tirara el dado que Lily le entregó.
—¿Pueden decirme de nuevo por qué tengo que hacerlo?
—Porque casi nunca podemos estar juntos —le contestó Liby para su sorpresa—. Es más fácil que entre nosotras nos contactemos a que podamos hacerlo contigo.
Suspiró sintiéndose un tanto culpable, aunque continuó nervioso. Dándose una idea de lo que esto podría propiciar si la situación se torcía en su contra, arrojó el dado. Tan pronto vieron el número en que cayó, consultaron a Leia que tras revisar la libreta donde Lily escribió las reglas, les dio el significado del resultado.
—¡Tres! ¡Toca "Verdad o reto"! Hagámoslo por orden de edad, asease que yo empiezo primero, luego será el turno Lacy, de ella sigue Lupa y así hasta llegar a Loan.
—¿Y qué hay de mí? —preguntó Lily.
—¡Oh! Perdón, tía. Desde mí hasta ti.
Aunque cada una de las chicas quería comenzar a jugar, tampoco tuvieron mucho problema en concederle ese capricho a su hermanita, en cualquier caso, lo divertido sería ver lo que haría su único hermano varón.
—Bien, hermanito —le avisó Leia al chico utilizando nuevamente su tono coqueto contra él—. ¿Verdad o reto?
Haciendo un rápido análisis de sus opciones, el chico comprendió qué sus primas realmente no lo conocían de mucho, por lo que daba lo mismo lo que les hablara acerca de sus amigos, su escuela, o sus pasatiempos. Sintió que no tenía nada importante que ocultarles al respecto.
—Escojo verdad. —Además, pensaba, entre más pronto terminará de jugar con ellas, más pronto podría regresar con su padre a la van.
—Muy bien. ¿Ya tienes novia? ¿Ya la besaste?
—No, no he tenido ninguna todavía.
Lupa resoplo disgustada.
—Leia, ¿en serio desperdiciaste tu pregunta en algo que era tan obvio? Sólo necesitas verle la cara para darte cuenta que es imposible que tenga novia o para saber que jamás ha besado a una chica.
El muchacho gruñó ofendido, pero decidió restarle importancia para no reñirle por ello. Lupa tomó su turno.
—¿Verdad o reto?
—Hmm... verdad.
—Y así es como esto se juega. Lemy, ¿quién es la chica que te gusta?
La mitad de las chicas como Lacy lanzaron un chillido de emoción, la otra mitad preocupadas miraron a Lacy y a su hermanito preguntándose si este se atrevería a responder.
—Se llama Gina. Es una chica de mi escuela.
Lupa que esperaba poner a su hermanito nervioso, se sorprendió al no conseguir la respuesta lo que esperaba.
—Estás mintiendo. ¿Sabes qué a los mentirosos se les debe de aplicar un castigo?
—No estoy diciéndote ninguna mentira. Si quieres puedes ir arriba y preguntarle a Lyra cómo se llama la chica que me gusta, te responderá lo mismo: Gina, la sobrina de una de las amigas de mamá.
Lupa como casi al resto de sus hermanas, no se sentía de humor para verle la cara a Lyra. Tenía que admitir que su hermano había jugado bien su carta al no ser solamente Lacy la única chica en la que estaba interesado. Lamentó no haber sido más específica. El saber de la tal Gina por algún extraño motivo le disgustó contrario a lo que hubiese sentido si sencillamente le hubiese contado que era Lacy o alguna de ellas mismas, lo mismo sintió Loan.
—¡Es mi turno! —canturreó Lacy—. ¿Verdad o reto?
Sonrojado, de pronto se le ocurrió que de entre todas, Lacy siendo con la que mejor se llevaba y la mejor de sus primas a su parecer, no podría tener la malicia de las demás, por lo que decidió arriesgarse a quizás obtener de ella un grato momento, o por lo menos uno divertido que pudieran compartir juntos si es que su propuesta resultaba ser algo atrevido, aunque siendo realista, dudaba que fuese el caso.
—Elijo el reto.
—Te reto a que... beses... —y con la pausa que hizo, causó una silenciosa conmoción entre todas las presentes, incluso en Lemy el cuál nervioso cruzó los dedos esperando que no se le ocurriera pedirle cumplir el reto con Lupa— a... ¡Lyra!
A pesar de las sonrisas maliciosas qué mostraron Lupa, Leia y Lily, extrañamente Liena actuaba como si nada malo estuviese ocurriendo con la misma inocencia de Lizy. Liby y Loan estaban disgustadas por este reto, en especial esta última.
—¿Que a Lyra qué?
—Ya me oíste, no se vale echarse para atrás —le decía Lacy con una dulce e inocente entonación—. Sube y dale un beso a tu hermana. Algunas de nosotras te seguiremos para ver que lo cumplas.
Liby fue la primera en saltar.
—¡Lacy! ¿Es que te volviste loca, o finalmente te ha afectado la influencia de Lupa?
—Lupa siempre me ha influenciado tanto como ustedes, por eso las quiero mucho. No te pongas celosa, Liby.
—Creo que no estás entendiendo a lo que me estoy refiriendo.
Loan trató también de intervenir.
—No... Lemy no... beso.
—Chicas —la interrumpió Lily—. Si no están de acuerdo con el reto que su hermana le propuso, entonces ya nadie más podrá jugar al no respetar las reglas y tendré que pedirle a Lincoln que se lleve ya a su hermano, ¿eso es lo que quieren?
Las chicas gruñeron inconformes, pero resignadas. Lemy vio por perdida su oportunidad de pedirle a su tía intervenir para que Lacy desistiera. No entendía cómo es que su dulce primita pudo meterlo en semejante lío.
—¿En serio tengo que hacerlo?
Lily por su expresión tampoco parecía abierta a debates.
Tragando saliva y ante la presión que todas las chicas parecían ejercer sobre él, al mismo tiempo que discretamente bloqueaban cualquier punto de huida, poco a poco fueron cercándolo y guiándolo hacia las escaleras.
Sintiéndose como un condenado, el chico subió a la segunda planta siendo seguido por Liby, Leia, Lacy y Lupa, esta última preparando la cámara de su celular.
Lemy tocó con su puño la puerta de la habitación de huéspedes aguardando a que su hermana le diese entrada. Lyra se tomó algunos segundos antes de permitirle pasar.
La castaña se sentó en la cama con su peine a un lado, su expresión huraña se relajó cuando vio que sólo se trataba de su hermanito.
—¿Qué es lo que ocurre, Lemy? ¿No puedes dormir? —entonces notó su expresión de angustia— ¿Qué pasa? ¿También te peleaste con el tío Lincoln?
Ella no había notado a cuatro de sus primas asomándose por el marco de la puerta, aunque el chico sí que podía sentirlas, por lo que nervioso y tras humedecerse los labios, se acercó más a su hermana exclamando.
—¡Lo siento!
Desprevenida, la adolescente de diecisiete años no tuvo oportunidad de preguntarle a qué se refería cuando de pronto fue besada en los labios por el chiquillo de once.
Lyra lo empujó por lo que el contacto duro apenas tres segundos. El chico se echó para atrás haciendo como si estuviese escupiendo asqueado.
—¡Me besaste en la boca! —Gritó furiosa.
—¡Te besé en la boca! —Exclamó él sorprendido por haberse atrevido a hacerlo.
—¡La besó en la boca! —Chillaron Lupa y Leia emocionadas, mientras Liby lo hizo incómoda.
—¡La besaste en la boca! —Exclamó Lacy tan sorprendida como impactada—. ¿Pero qué hiciste, Lemy?
Sorprendido, la miró consternado.
—¿Que qué hice? ¡Si tú me retaste a que besara a mi hermana!
—¡Pero nunca te dije que lo hicieras en la boca! Pudiste besarla en la mejilla o en la frente. ¡Cómo se te pudo ocurrir hacer algo así!
Al igual que el resto de las chicas, ni siquiera Liby fue capaz de contener la risa que su hermana le produjo. Lyra parecía echar chispas por los ojos.
—¡Salgan todos de esta habitación ahora! —se dirigió a su hermano limpiándose los labios con el dorso de la mano—. ¡Lemy, tú y yo mañana arreglaremos esto!
Nuevamente el chico tragó saliva intimidándose ante la mirada que su hermana le dirigió.
Intentando que Lyra se contuviera de hacerlos picadillo, se apresuraron a bajar nuevamente para buscar a las demás.
Loan permanecía en su lugar enfurruñada, a la vez esperanzada en que su hermano de nuevo eligiera reto cuando fuera su turno, teniendo ya presente lo que le haría hacer. Lily había conseguido hacer que Lizy dormitara en su regazo. Liena revisaba que todo estuviera en orden con Lulú en la cuna.
—Ya acabemos con esto de una vez —pidió Lemy al hacerse presente de nuevo siendo escoltado por las cuatro chicas.
—¿Y qué pasó? —preguntó Lily.
Aún impresionada por lo ocurrido, Lacy le contestó.
—¡Lemy besó a Lyra en la boca!
Su anuncio obviamente irritó a Loan, comprensiva Liena le dio unos golpecitos cariñosos en el hombro, aunque igual estaba tan sorprendida como Lily al enterarse.
—¿Es en serio? Hubiera apostado a que la besaría en la mejilla.
—O en una mano. —Opinó Lizy sintiendo sueño.
—Ojosh. —Masculló Lulú.
Liena mostró una hoja de su libretita en la que acababa de garabatear la palabra: "frente".
Fue en la frente donde Lemy se golpeó con fuerza sintiéndose como un tonto por no habérsele ocurrido nada de eso.
—Tu turno, Liby. —La apuró su tía.
La adolescente de los braquets suspiró.
—¿Verdad o reto?
—Verdad. —Contestó con resignado.
—Bien. ¿Qué ha sido lo peor que le has llegado a hacer a Lyra? No cuenta lo que le hiciste hace unos momentos.
El chico pareció ponerse nervioso. A pesar de haber creído que le había dado una fácil a su hermano para que se repusiera del incidente, sintió curiosidad por lo que pudo haber hecho.
—¿Tan grave fue? Vamos, responde. Te prometemos no contárselo ni a ella ni a nadie.
Lemy miró a su tía Lily, que contagiada de la curiosidad también trató de animarlo a responder.
—Sea lo que sea que le hayas hecho te prometo que no te castigaré. Tienes un salvoconducto de mi parte.
Lemy no estaba muy seguro de responder. Lupa sonrió con picardía.
—¿Qué fue? ¿La espiaste mientras se cambiaba? ¿Le hiciste algo mientras dormía?
Aunque no querían darle mucha atención a Lupa, las chicas sonrojadas miraron a Lemy incómodas tomándole la palabra a la albina.
—¿Qué? ¡No! ¡No es nada de eso!
—¡Oh, vamos! —lo apresuró Leia impaciente—. ¡Sólo responde que no tenemos toda la noche!
Finalmente el muchacho cedió a la presión.
—¡Le robé parte del cepo de limosnas que recolectó una vez que la acompañé a la iglesia!
Suspiró sintiendo que se acababa de quitar un gran peso de encima.
—Bien, ya lo dije. Sigues tú, Liena.
Pero su hermana impresionada por lo que escuchó lo miraba con reprobación, de hecho todas lo hacían, incluso su tía.
—Lemy... ¡eso es terrible!
—¿He?
A la queja de Liby, Loan lo siguió horrorizada.
—Eres... ¡malo!
—¡Lemy, malo! —lo acusó Lizy y este resintió más el que su hermanita se lo dijera. ¿Fue sólo su imaginación o Lulú acababa de lagrimear al verlo?
Leia se encogió acercándose a su hermanita como si buscara protegerla de él.
—Nunca te hubiera creído capaz de hacer algo tan bajo como eso.
Liena imitando la perfecta expresión de una madre decepcionada de su hijo, escribió en su libreta: "Eso no se hace".
Asustado por sus reacciones, el chico buscó esperanzado el apoyo de Lupa, pues debido a su moral tan relajada, se imaginaba que ella no lo juzgaría como todas lo estaban haciendo. Pero incluso su mal portada prima seguía sorprendida.
—Y pensaba que yo era mala. Digo, sería capaz de hacer muchas cosas terribles, pero incluso yo tengo mis límites.
Lily se cubrió la cara con una mano.
—¡Maldición! De haber sabido que era algo así, no te hubiera prometido no castigarte ni callármelo para poder contárselo a Luna.
—¡Oh, vamos! ¡Solo me robé seiscientos dólares!
Loan gimoteó.
—Des... des... descarado.
Lemy se encogió en su sitio sin ocurrírsele qué decir. Liena escribió algo que le mostró de forma que también las demás pudiesen leerlo.
"¿Verdad o reto?".
Suspiró. La verdad le estaba dando más problemas de lo que imaginó el querer abrirse con ellas.
—Escojo reto.
Ella aguardó unos segundos escribiendo de nuevo algo antes de mostrárselo.
"Te reto a que confieses lo que hiciste en un mensaje por teléfono y lo envíes al grupo de tus tías".
—¡Pero van a matarme! Preferiría volver a besar a Lyra de nuevo. ¿No puedo hacer algo distinto, Liena? Por favor, hermanita. ¡Te lo suplico!
El chico incluso se arrodilló. Liena terminó por conmoverse. Realmente quería mucho a Lemy, tanto que de verdad sentía merecía ser reprendido por lo que hizo. Miró su celular y tuvo una idea. Cómo creyó que le tomaría algo de tiempo escribirla, llamó la atención de Lupa para que la ayudase haciendo de su intérprete.
La peliblanca entendió lo que quería por las señas que hacía y poco a poco fue recuperando su maliciosa sonrisa de nuevo.
—¿Qué es lo que dice? —Le preguntó Lemy esperanzado.
—Dijo que si no envías ese mensaje al grupo, entonces tendrás que enfrentar el castigo por no cumplir el reto.
—Cualquier cosa es mejor. ¿Cuál es el castigo?
—Que nosotras enviemos entonces esta foto al grupo.
Alzó su teléfono mostrándole la imagen de cuando besó a Lyra. Por el ángulo y el momento en que la tomó, pareciera que él estaba tratando de atacarla al mismo tiempo.
Las chicas lo miraron impacientes y ansiosas por la decisión que tomaría. Con fastidio, el muchacho se apresuró a redactar su confesión y con dolor enviársela a tía Lily, que tras revisarla la envío al grupo de sus hermanas.
—¡Ya está! ¡Lo confesé todo!
Las chicas como Lily ya se esperaban que las reacciones para mañana temprano no se harían esperar y ya se encargaría ella de contárselas al chico.
Ahora que el asunto había concluido, ansiosa Loan se acercó.
—¿Verdad o... reto? —La chica cruzó los dedos.
—Verdad. —A su hermana casi se le escapa una maldición.
—¿Cómo al vivir... Lyra... cómo la toleras?
Lemy se encogió de hombros.
—Bueno, entiendo y soy el primero en reconocer que mi hermana es una pesada, pero sigue siendo mi hermana y la amo por eso. Además, si no fuera por ella, las cosas en más de una ocasión se hubieran salido de control en mi casa, o en los viajes que mamá hace con su banda en muchas ocasiones. Se preocupa por mí, me cuida y siempre quiere protegerme. No lo niego, a veces es cansado, pero si no es ella la que actúa como un adulto de cuando en cuando, entonces, ¿quién podría hacerlo?
Ni siquiera Lily se esperaba semejante perorata. Las chicas intercambiaron miradas incómodas. Lupa había abandonado su carácter burlón y con un tono muy poco común en ella de preocupación que ya había mostrado unas cuantas veces desde que llegó a la casa de su padre, le preguntó.
—¿Y qué hay de tu madre?
—No te entiendo, ¿qué hay con ella?
—Tía Luna es un adulto. ¿Qué se supone que hace ella cuando Lyra toma el mando?
—Pues... sus cosas, su música, su banda, sus intentos de giras.
Lily se sintió mortificada.
—Pero, ¿qué hace cuando no hace nada de eso? ¿Qué pasa con ella cuando sólo está con ustedes?
El chico realmente parecía no comprender adónde su tía o sus hermanas querían llegar.
—Dormir, comer, escuchar música, ver televisión.
—¿Quién juega contigo? —le preguntó Leia contagiada por la preocupación de sus hermanas mayores—. ¿Quién te cuenta cuentos?
Lemy sonrío.
—Creo que ya estoy muy grande para esas cosas, pero si por cuentos te refieres a historias de la Biblia, pues Lyra casi siempre se encargaba de eso; pero cuando era más pequeño mamá solía cantarme, no precisamente canciones para dormir, aunque yo le insistía a veces que ya tenía sueño para que se detuviera. En todo caso, Lyra muchas veces jugaba conmigo. Aún recuerdo cuando en mi cumpleaños me regaló un kit de "Mecano" y pasamos toda la tarde construyendo cosas.
Liena como las demás comenzaba indignarse por todo lo que escuchaba. ¿Qué clase de madre era la tía Luna? Al mismo tiempo que escuchó a su hermano hablar, en su libreta había escrito una pregunta qué le pasó cuando este terminó de responderle a Leia.
"¿Quién prepara la comida en tu casa?"
—Pues mi mamá y Lyra —lo dijo como si fuese lo más obvio, algo que pareció tranquilizar a todas, por lo menos hasta que continuó hablando—. Aunque mi hermana sigue aprendiendo y no siempre le queda muy bien su cocina como a ti, pero ambos podemos confiar en que mamá ordenará algo a domicilio. Tranquilas, no piensen que pasamos hambre.
Lily se había limitado a escuchar a su sobrino de pronto pensando en lo que diría su padre de enterarse sobre la mala alimentación que parecían sufrir dos de sus nietos. Ya se le hacía extraño que Luna supiese cocinar algo, cuando incluso Lynn sabía preparar cosas sencillas.
—Lemy... —Lacy no pudo resistir el impulso de abrazar a su hermano, acción que nadie le reprochó, ni siquiera Loan o Lupa—. Perdónanos si nos metemos mucho con Lyra. Ahora comprendo que ella hace de mamá más de ti de lo que debería de ser tía Luna.
Contrario a lo que hubiese esperado, Lemy no solamente no disfrutó del abrazo, sino que sintió ofensiva la insinuación, por lo que poco a poco se apartó de ella indignándose.
—¿De qué rayos estás hablando? Lyra es solamente mi hermana y mi mamá es mi mamá.
La adolescente temió haber dicho algo que no debía.
—¡No! No estoy diciendo que tía Luna sea una mala madre. Solo decía qué en comparación con las de nosotras...
—¡Lacy!
La reprendió Lily consiguiendo que dejara de hablar al notar cómo con cada palabra su sobrino parecía comenzar enfurecerse más y más, pero no de la manera divertida en que habían pretendido al comenzar a jugar.
Para Lily no era un secreto ni para el resto de sus hermanas el saber que Luna tenía ciertos problemas. Así había sido siempre, más no se esperaba que fuese tan negligente con sus hijos, incluso ya sospechaba que había más de lo que su sobrino les había contado, casi sentía temor por seguir preguntándole acerca de su vida familiar, algo que preferiblemente haría en otro momento y que por supuesto le hablaría a Lincoln al respecto.
—Creo que nos estamos saliendo de la temática del juego —les advirtió y las chicas por mucha curiosidad que tuvieran de seguirle preguntando a su hermano acerca de su vida, comprendieron ya se estaban metiendo en territorio delicado—. Creo que es mi turno —Lizy alzó su manita—. ¿Qué ocurre, cariño?
—¿Cuando podré yo hacerle una pregunta a Lemy, tía?
La forma en que pidió su turno enterneció a las chicas. Leia se regañó a sí misma por no haber considerado que su hermanita querría jugar también, pues entonces ella debió de tener el primer turno. Buscando amenizar nuevamente el ambiente, Lily le concedió que fuese antes de ella.
—Puedes hacerlo desde ahorita, linda. Pero primero debes preguntarle si quiere verdad o reto.
La pequeña se dirigió a su hermano que se veía dolido.
—Lemy, ¿verdad o reto?
Aunque ya no se sentía con humor de seguir jugando, no tuvo corazón para ignorar a su hermanita, por lo que tomando aire y tratando de tranquilizarse buscando no actuar como de costumbre solía hacerlo con quienes se metían con su madre, respondió.
—Verdad.
—¿Te gusta alguna de nosotras como novia?
El chico se sonrojó al no esperar como las demás qué la pregunta más comprometedora se la vendría haciendo la segunda más inocente de las pequeñas. Las chicas un tanto nerviosas miraron a Lacy, quién aún sintiéndose culpable por haber hecho sentir mal a Lemy, no se percató de la atención que las demás le pusieron. El chico bufó.
—En este preciso momento, ninguna.
Aunque todo siguió igual para Lacy, las chicas resintieron el golpe como si hubiese sido para ellas, incluso Loan le dio una palmadita en el hombro a lo que su hermana le sonrió sin comprender el porqué hizo aquello.
—Bien —continuó Lily—. Es mi turno. Lemy, ¿verdad o reto?
Pese a ciertos momentos ocasionales que le daba por comportarse como un típico adulto, la mayor parte del tiempo Lemy consideraba genial a su tía, pensando generalmente que todo lo que venía de ella era divertido, por lo que no tuvo que pensárselo mucho.
—Reto. —Estaba seguro que ella le haría olvidar el mal trago.
La manera en que Lily sonrío de pronto les dio mala espina.
—Te reto a jugar cinco minutos en el cielo con cada una de nosotras.
—¿Y eso qué es? —preguntó confundido—. ¿Es algo religioso como las cosas de Lyra?
—Sí. Podríamos decir qué es algo así como una experiencia divina.
Las niñas junto con Lacy parecían tan confundidas como su hermano, Liby y Liena sonrojadas no estaban seguras de qué sentir al respecto. Los rostros de Lupa y Loan eran zurcados de lado a lado por unas sonrisas tan amplias como la de Lily.
—¿Y eso cómo se juega? —preguntó Lemy inocentemente.
* * *
Con su hermanita en brazos arrullandola, Lemy pensaba que esto no era tan malo como había imaginado, cuando su tía le dijo que se quedaría encerrado en la alacena bajo las escaleras con Lulú durante cinco minutos.
La bebé envuelta en su manita se había aferrado a su camisa, mientras que con la otra continúo chupándose el dedo. No pudiéndose resistir, Lemy la besó en la frente.
—Esto no hubiese sido tan malo para Harry Potter de haber tenido una hermanita —le susurró—. En realidad se siente genial ser el hermano mayor de alguien. Si pudiera te llevaría a casa, aunque creo que no te la pasariás muy bien con mamá y sus amigos haciendo escándalo todo el tiempo —nuevamente su ánimo decayó—. Pero no le diremos nada de eso a las chicas, en especial a Lacy; digo, la sigo queriendo mucho, por lo que me duele que ella piense mal de mi mamá como las demás parecen hacerlo también.
Lulú se agitó un poco entre sus brazos y Lemy volvió a arrullarla.
—Eres genial, Lulú. Ahora perdóname tú a mí por pensar mal de ti alguna vez. No eres ningún mutante ni ninguna tontería sobrenatural, sólo eres una bebé muy hermosa y adorable —reflexionó un poco—. ¿Es que todos los bebés son como tú? ¿Por eso es que papá a cada rato quería tenerlos? Bueno, creo que hubiese sido un papá genial y no uno tan malo como Lyra cree sí mamá no lo hubiera dejado. ¿Crees que yo podría ser un buen hermano para ti?
La niña entreabrió los ojos y le sonrió a pesar de no poder distinguirlo muy bien en la oscuridad, le dio otro beso salivoso en la mejilla como en la mañana y volvió a quedarse dormida entre sus brazos.
Lily abrió la puerta.
—Muy bien, muggle. ¿Qué te parecieron esos cinco minutos con tu hermana bebé?
—No estuvo tan mal, pero creo que ya deberíamos dejarla dormir.
Loan junto con las chicas que habían estado aguardando del otro lado se sintió incómoda.
—No la... ¿besaste? ¿Lemy?
—No seas absurda —le dijo Lupa ganándose una mirada de desprecio en respuesta—. Obviamente que no besó a su hermana de un año.
—De hecho, sí lo hice —respondió él con naturalidad, lo que ocasionó una muy fuerte impresión en todas—. No vi nada de malo en besarla.
A diferencia de las demás, Lily notó cómo se frotó la mejilla y comprendió a lo que se refería. Vio a sus sobrinas escandalizadas, aunque algunas de ellas también emocionadas. Pese a que una parte de ella le decía que no fuese tan cruel con su sobrino y les aclarará el malentendido a las muchachas, o a él mismo lo que ellas iban a esperar de él, por el contrario, avivó el fuego.
—Bien, chicas. Ya lo escucharon. Lemy no se va a cortar nada. Listo, ¿realmente quieres participar en el juego, Lizy?
La niña no estaba muy segura en qué consistía la dinámica, pero tampoco quería que las demás la excluyeran cuando incluso Lulú participó.
—Sí, tía. ¿Pero qué voy a hacer con Lemy allí?
—Lo que quieran hacer juntos.
Liena tomó a su tía por el hombro haciendo una mueca de indignación. Lily negó con un gesto e hizo unas señas básicas indicándole que no sé asustara, pues tenía todo controlado. Tal vez se viese como un rebelde o un vago, pero comprendía que su sobrino era bueno y un niño todavía.
Lacy llevó a Lulú a su cuna, no sin antes limpiarle la frente con un pañuelo. Liena y las chicas más tranquilas al ver esto comprendieron que no había sucedido con la bebé nada de lo que se habían imaginado.
—¿No es este el juego donde se supone que los chicos entran a besarse? —Preguntó Leia asombrando a Lacy.
—¿Y tú cómo es que conoces ese juego?
—Televisión.
Lacy se sonrojó tras pensar que este podría ser uno de esos juegos "para grandes". Su tía le aclaró enseguida al notar su reacción:
—Bueno, en realidad dije que podían hacer lo que quisieran, no dije específicamente que tenían que besarse.
La adolescente se relajó entonces. Incluso le dio un ligero codazo a Lupa.
—Soy una tonta. Hubiera sido extraño que tuviéramos que besar a Lemy ahí dentro.
—Sí —exclamó la albina sonriente metiéndose a la boca un caramelo de menta—. Eso hubiera sido muy extraño.
De pronto una de sus hermanas extendió su mano frente a ella.
—¿No me das uno?
La albina pareció sorprendida.
—¿Es en serio? ¿De verdad lo harás tú también, Liby?
—¡No voy hacer nada! —se sonrojó nerviosa—. Sólo quiero quitarme el aliento a metal que me deja esta cosa.
Lupa le dio el caramelo con sospecha, cuando otra mano apareció delante de ella y no pudo contener la burla.
—¿Y tú también quieres uno para tu apestoso aliento, Loan?
—¡Sólo dame uno de esos!
Su sorpresa fue mayor cuando Liena con una mano le pidió uno y con la otra hizo un par de señas nerviosas que Lupa pudo entender.
—¿También mal aliento? —sonrojada, Liena asintió—. Si tú lo dices. Sólo acuérdate de que tú ya tienes novio.
Liena le mostró la lengua juguetonamente. Al final la albina le intentó ofrecer uno a su hermana con quien compartía casi la misma edad, pero Lacy lo rechazó con propiedad.
—Gracias Lupa, pero yo estoy bien.
—No recuerdo que te lavaras los dientes desde el último bocadillo que tomaste después de cenar.
—¿Te refieras al emparedado de cebolla y atún? No te preocupes, después del juego me los lavaré.
Lupa la miró con severidad.
—¡Sólo toma dos caramelos!
Lacy sin comprender su actitud, los aceptó y se los echó en la boca. Lupa pensó que, si las cosas les resultaban bien, ya le haría saber más tarde a Lemy que le debía una.
Mientras tanto adentro, Lizy se mantenía abrazada de Lemy.
—¡No me gusta que esté tan oscuro!
—Tranquila, Lizy. No hay nada que temer. Tu hermano mayor te cubre la espalda.
La niña se sintió confundida.
—Lemy, Lyra dice que eres mi primo igual que tú a veces, pero otras veces me dices como las demás que eres mi hermano. No entiendo, ¿cómo es eso?
—Bueno... somos en realidad medios hermanos porque tenemos el mismo papá, pero la gente que no es de nuestra familia no lo sabe y creen que solo somos primos porque nuestras mamás son hermanas entre sí. Mentir está mal, pero es importante que piensen eso y por eso debemos siempre decirnos primos delante de los demás.
—¿Por qué?
—Porque nos meteríamos en problemas, meteríamos en problemas a nuestras mamás y a papá, y sé que como la buena niña que eres, no quieres como nosotros que eso ocurra. ¿Entiendes?
—Sí, eso creo. Quiero mucho a mi mamá y a mi papá. También quiero mucho a Liena y a las demás.
—Bien, entonces nunca olvides que para el resto del mundo sólo somos primos, pero entre nosotros sabemos que en realidad somos hermanos.
Se sintió mal por enseñarle a mentir, pero era consciente que esto aplicaba como un mal necesario por el bienestar de su familia. Nuevamente pensó en la forma en que su padre había conseguido sobrellevarlo por tantos años manteniendo las apariencias, todo por protegerlos a ellos y a sus madres.
—Lemy —susurró la pequeña de tres años y el chico bajó la cabeza para poder alcanzar a escucharla—, también te quiero mucho a ti.
Le dio un pequeño beso en los labios no muy distinto al que le dio cuando llegó con su mamá: desprovisto de toda malicia y lleno de afecto. El muchacho se sintió enternecido.
Tía Lily abrió la puerta en el preciso momento en el que ambos se separaron, incluso ella no pudo evitar levantar una ceja a lo que alcanzó a ver.
—Vaya, Lem. No esperaba que de verdad te tomaras tan en serio el juego.
—¿A qué te refieres?
—Olvídalo. ¿Quieres pasar ahora tú, Leia?
La niña no estaba tan segura de querer jugar minutos atrás, pero apenas alcanzó también a notar como su hermanita besó al chico, se encogió de hombros y entró. Por mucho la que quisiera, no iba a permitir que una niña de la mitad de su edad estuviese por delante de ella.
Una vez adentro, Lemy le habló.
—Sabes, al principio tenía mis dudas, pero en realidad me la pasé bastante bien con Lulú y Lizy. Hagamos lo que hagamos aquí, puede ser más divertido a diferencia de cuando nos bañamos juntos.
—¡Vaya! ¿Con esa cara quién diría que eras tan atrevido?
Lemy no pareció comprenderla.
—¿A qué te refieres?
Extendiendo sus brazos Leia con ambas manos tentó su cara y lo obligó a que se inclinara hacia ella.
—Supongo que eres un chico guapo después de todo, así que está bien por mí.
—Lizy, en serio no entiendo a qué... —de pronto sintió como ella lo besó torpemente, por lo que rápidamente la empujó para apartarse de ella—. ¡Pero qué hiciste!
—¿Cómo que qué hago? Te besé como Lizy lo hizo.
—¡No fue así como nosotros nos besamos!
La niña hizo una mueca.
—¿Se besaron con la lengua? Ni creas que voy a hacer eso.
—¡No la besé así y no quiero que hagamos nada de eso!
De pronto se sintió ofendida.
—¿Estás diciendo que te gusta más mi hermanita que yo? ¿Qué clase de raro eres?
—¡No soy un raro! ¡Tú no me gustas!
—¡Qué! ¿Estás diciéndome que me odias? —comenzó a sollozar—. No puedo creer que pensara que eras genial.
—¿En serio piensas que soy genial? —No pudo evitar emocionarse al pensar que su hermana menor inmediata pensaba eso de él
—¡Eso ya no importa ahora que me dijiste que me odias!
—¡Nunca dije que te odio! Sólo dije que no me gustas.
—¡Eso es lo mismo!
—No precisamente.
—¡Pues yo no lo veo de esa manera!
Lemy se obligó a sí mismo recordar que estaba hablando con una niña muchísimo más joven que él a pesar de lo precoz de su comportamiento.
—De verdad no quise decir eso. No te odio —justo en ese momento, Lily abrió la puerta—. Tú me gustas mucho, Leia.
Tan pronto notó las miradas consternadas de sus hermanas y de su tía, se apresuró a corregirse.
—¡Como mi hermana! ¡Me gustas mucho como mi hermana!
Con aire triunfal, la niña salió pavoneándose frente a las demás.
—Ahí lo tienen. ¡Su hermana favorita soy yo!
Naturalmente se había ganado miradas desdeñosas. Lily encontró divertida la actitud de su sobrina. Se volvió hacia Lupa y Lacy.
—Con ustedes casi siempre tengo el mismo problema que tenía con mis hermanas las gemelas. ¿Quién de las dos se supone que es más joven?
—¡Yo, tía! —Le recordó Lacy alegremente—. Aunque no entiendo cómo se te puede olvidar. No es que si hubiéramos nacido al mismo tiempo como las tías Lola y Lana.
"Tal vez, pero por lo que he escuchado de su concepción...". Pensó Lily antes de indicarle a Lacy que entrara ahí dentro con su hermano, el cuál sonrojado salió presuroso.
—¡Espera tía Lily! —Se inclinó hacia ella de modo en que lo que tuviera que decirle podría susurrárselo por lo bajo para que las demás no lo escucharan—. ¿Lacy y yo solos ahí dentro? ¿No te dice algo eso?
—Sí, que si con esto no soy tu tía favorita, no sé con qué más puedo serlo. ¡Adentro!
Estaba por protestar nuevamente, cuando de pronto Lacy lo tomó de la mano y divertida lo encaminó nuevamente hacia el interior de la alacena.
—¡Vamos, Lemy! Yo también quiero estar contigo a solas como las demás.
Sí, ciertamente Lemy sintió que ahora le sobraban motivos para amar más a su tía de lo que ya lo hacía.
Una vez adentro, Lacy tomó aire antes de hablar.
—De verdad siento mucho lo que dije de tu mamá y Lyra, o que intentará pegarle cuando le dijo esas cosas a Liby.
El chico suspiró. Tal vez no sucedería lo que había imaginado. Tampoco quería seguir tocando el tema.
—Sí, ya déjalo. Entiendo que quieres mucho a Liby y Lyra se metió con ella. Está bien. Lo de mi mamá, pues... sé que no es precisamente la madre del año, pero es lo que me tocó y no es tan mala. Me enseñó a tocar la guitarra y muchas otras cosas grandiosas.
—Puedo entenderlo. Mi mamá me enseñó también muchas cosas, como a nadar, jugar fútbol, béisbol, básquetbol, soccer, tennis, hockey.
—¿Es que hay algún deporte que no te enseñara a jugar? —Se sintió tan fascinado como intimidado al enterarse de las capacidades de Lacy.
—Ajedrez, eso me lo enseñó a jugar papá.
—¿En serio? No sabía que el viejo sabía jugar. Suena aburrido, aunque no me molestará si quiere enseñarme.
La chica se sintió apenada.
—Sí, él también sabe jugar, pero no me refería a él.
Entonces Lemy comprendió que se refería al ex esposo de su tía Lynn.
—¡Oh! Entiendo. Mamá me contó lo que ocurrió. Lamento que se separaran. ¿Tú cómo te sientes por eso?
—La verdad es que lo extraño un poco. Siempre fue muy bueno con nosotras, a pesar que... ya sabes, papá. Creo que entre mamá y yo lo hartamos de estarlo comparando sin querer con él muchas veces sin darnos cuenta.
Lemy gruñó. De verdad quería dejar a un lado los conflictos que aún le guardaba a su padre.
—Sí. Creo que eso no fue justo para él. Digo, él estaba con ustedes por una razón después de todo, ¿no es cierto?
Lacy suspiró. El chico agradeció que comprendiera que se trataba porque el sujeto amaba a su madre y también la amó a ella como a su hija, mientras que Lincoln sencillamente tenía, a su pesar, una muy válida excusa de no poder intentar hacer una vida con sus hermanas biológicas.
—Sí, lo entiendo —concluyó Lacy—. Estaba con nosotros porque mamá rechazó a papá cuando le propuso que vivieran juntos.
Lemy sintió que el aire escapaba de sus pulmones.
—¿Realmente papá le pidió eso a tu madre una vez?
—Bueno, en realidad se lo pidió varias veces. La última de hecho fue la noche pasada.
La adolescente de doce años suspiró. Realmente se sentía bien poder desahogarse ahí dentro con su hermano lejano. Era bastante agradable. Entonces recordó de pronto lo que Leia pensaba acerca de lo que en ciertas fiestas se hacían en los juegos de encerrarse en armarios o cuartos pequeños como esa alacena a oscuras. ¿Lemy se tomaría a mal que por jugar lo besara? Mejor se lo preguntaría primero, lo que menos deseaba era incomodarlo.
—¿Te puedo preguntar algo, Lemy?
El chico que parecía haberse perdido en sus reflexiones de pronto estalló.
—¡No se lo propuso! ¡A mi madre no le pidió que vivieran juntos como lo hizo con la tuya! ¡Le pidió mis juguetes, mi música y me regaló una guitarra, pero a ella no le pidió que vivieran juntos!
La chica retrocedió unos pasos asustada.
—Ah... lo lamento. Supongo que tendría sus motivos. Digo, tal vez es porque... no lo sé. Nosotros dos no somos sus únicos hijos, mira a las demás, estoy segura que quizás a la mamá de más de una no le pidió que vivieran juntos como lo hizo con mi mamá o la de Lizy.
Muy lejos de calmarlo, el chico sintió como si le hubiera arrojado un segundo balde de agua helada.
—¿¡También se lo pidió a tía Lana!?
En ese momento Lily abrió la puerta pícaramente.
—¿Ya terminaron, tortolitos?
Lacy salió asustada.
—¡Lo siento mucho, Lemy!
Las chicas que sólo pudieron imaginar al muchacho aprovechando la oportunidad de estar a solas con su hermana favorita, se desconcertaron al verlo furioso ahí dentro. ¿Tan a mal se tomó el rechazó que quizá Lacy le dio? Ella ya les explicaría más tarde lo que sucedió mientras Lupa sin esperar la indicación de tía Lily, entró cerrando la puerta detrás de ella.
Una vez solos, Lupa suspiró resignándose a entrar en modo de hermana mayor.
—Muy bien. Habla. ¿Por qué estás tan enfadado?
—¡Ese maldito quiere más a las mamás de Lacy y Lizy que a la mía!
Lupa resopló.
—¿Es en serio? ¿Tenías a Lacy a tu merced aquí los dos, solos, juntos, y en lugar de aprovechar la oportunidad, te pusiste a hacer una rabieta de bebé porque papá quiere más a algunas de sus hermanas que a otras?
Ahora que Lupa se lo ponía de ese modo, tenía que concederle un punto. Bufó molesto.
—De lo mismo. Si hubiera intentado... no sé... algo como besarla, estoy seguro que me hubiera rechazado. Es solo que me dolió. Digo, ¿no te molesta que papá no viva con tu madre y contigo?
—No, pero si te hace sentir mejor, hubo un tiempo en que me molestaba.
—¿Y qué pasó?
—Lo superé.
—¿Cómo?
No era la forma en que Lupa hubiese querido pasar el tiempo en privado que tenían contado, por lo que se armó de paciencia para tranquilizarlo.
—Entendí con el tiempo que no es algo de lo que tenga el control como para cambiar algo. Tengo que aceptar las cosas con son y seguir adelante. Hace mucho que estoy en paz con saber tanto mi inusual y pecaminoso origen como las extravagancias de mi familia. Es lo que nos tocó vivir y creo que debemos de estar conformes con que, a pesar de todo, tenemos un hogar con nuestra respectiva madre —con amargura recordó las discusiones que había tenido con la suya últimamente—. Además, aunque te sorprenda oírlo de mí, se podría decir que a diferencia de las demás, tú corriste con más suerte por tener a Lyra contigo, pues más allá que no nos agrade, tienes en ella un apoyo inmediato fraterno que francamente envidiamos. Por mucho que quiera a Lacy y a Liby sobre el resto, a diferencia de ti, no pueden estar siempre disponibles para mí como yo para ellas.
Lemy nunca pensó que las palabras de Lupa podrían hacerlo entrar en razón. Con vergüenza entendió que se estaba comportando injustamente al pretender exigir la atención de su padre sólo para él.
—Sí, creo que tienes razón. La mayoría de ustedes están igual que yo y no se quejan tanto como lo he estado haciendo.
—Ahí lo tienes. ¿Ves? Aquello que te duele en algún momento lo hemos pensado y sentido por mucho que nos duela.
—¿En serio?
—Por supuesto. Incluso todavía en ocasiones me preguntó qué sería de la vida de mi mamá y de la mía si ella no hubiera rechazado a papá cuando le pidió que viviéramos los tres como una familia.
Los ojos del chico se abrieron ante la sorpresa.
—¿Es en serio? ¡A tu mamá también se lo pidió!
Lupa resopló de nuevo.
—¡Por todos los cielos, Lemy! ¡Basta!
Tratando de calmarse, se dio algunos golpecitos en la cabeza con los dedos.
—Lo siento, Lupa. Sé que tienes razón y a estas alturas no debería ya de tomármelo tan a pecho, pero en estos momentos estoy tan enfadado que creo nada podrá quitarme de la cabeza está ideas.
—Eso es falso. Te apuesto a que puedo hacerte olvidar todo fácilmente aunque sea un momento.
—¿Y cómo?
De pronto Lupa lo aventó hacia la pared aprisionándolo con su cuerpo. Lemy no tuvo oportunidad de reclamarle nada cuando de pronto ella estaba besándolo apasionadamente. El chico con la mente en blanco trató de reaccionar demasiado tarde intentando quitársela de encima, lo que resultaba difícil por lo fuerte que su hermana resultó ser.
La puerta se abrió y finalmente quedó libre del agarre de Lupa. La chica suspirando con satisfacción salió de ahí pavoneándose, específicamente frente a Loan.
—Espero que te alcancen las sobras cuando llegue tu turno.
Por lo bajo la primogénita le soltó una grosería.
Liby entró tímidamente sorprendiendo a las chicas al creer que ella se negaría a participar en la atrevida actividad. Una vez a solas, Lemy comenzando a recuperarse de la atemorizante (aunque placentera) situación que tuvo con Lupa, se preguntó en qué momento había tomado aquel caramelo de menta a medio acabar que estaba en su boca. ¿Es que ese beso le había borrado la memoria?
—Entonces... ¿Lupa sólo hizo como que te besó para no hacerte quedar mal con nosotras, o de verdad con ella no lo echaste a perder como lo hiciste con Lacy?
Lemy resintió sus palabras.
—Por favor Liby, no me lo recuerdes.
Ambos jugaron con sus dedos nerviosos y ruborizados.
—¿En qué piensas en este momento, Lemy?
—En papá.
—¿En serio? Bueno, trataré de o juzgarte. Creí que sólo Lupa tenía ese complejo, pero si eso es lo que necesitas para motivarte a besarme...
—¡No lo decía por eso! —se quedó callado un instante—. ¿Tú también quieres que te bese?
La chica se encogió de hombros.
—Bueno, no soy Lupa, así que no te veo de otra forma que no sea como mi medio hermano, pero estamos en confianza, este es un juego de adolescentes y... hmm... Ya entendí. Creo que el problema es que aún eres un niño. No lo había visto de esa manera hasta ahora.
—¡No soy un niño! Bueno, sí. Pero eso no significa que sea inmaduro o algo así.
—Eso no es lo que veo.
—¡Te lo voy a demostrar entonces!
—Pues hazlo. —Lo ánimo hablando con tranquilidad.
—¡Hablo en serio!
—Sí tú lo dices.
—¿De verdad no me crees capaz?
—Pues el tiempo corre y sigues hablando, Romeo.
Había algo divertido en poner nervioso a su hermano. Liby se preguntó si esta sensación su madre la experimentaba con su padre cuando jóvenes. El muchacho se calmó y carraspeó.
—¿No te molesta que tu primer beso sea conmigo?
—¡Tengo catorce años, niño! ¿Realmente crees que tú serías mi primer beso?
—¿Ya habías besado a alguien antes?
—No, pero ofende que lo creas de todas formas —Lemy no supo que responderle. Liby restándole importancia al asunto y tratando que él hiciese lo mismo, intentó animarlo—. Mira, no es la gran cosa. Digo, estamos en familia y en confianza. Si te sirve de consuelo, no le presto tanta importancia a esas cosas y tú por otro lado ya has besado a otras chicas.
Eso hinchó de orgullo al castaño.
—Eso verdad. ¡Yo ya he besado a otras chicas!
—Sí, a Lizy, Leia y a Lupa.
—¡Oye! Para empezar no besé a Leia. En segundo...
—Sí me dices que besaste de un modo inapropiado a Lulú, te juro que enloqueceré.
—¡No! Es como dices, ofende que creas que no he besado a otras chicas antes de ustedes.
—¿Y lo has hecho?
El gruñido que dio en respuesta fue fácil de interpretar.
—Bueno, quizás no "besos", "besos", pero sí he tenido... ciertos "contactos".
—Entiendo. Lo siento, pero bañarte con tu hermanita de seis años no cuenta.
Lemy se sorprendió.
—¿Leia realmente sólo tiene seis? Creía que tenía como ocho o nueve. ¡Pero no me refería a ella!
—Tampoco cuentan tus hermanas mayores... aunque papá tal vez opine lo contrario, ¿entiendes?
Por la oscuridad, fue incapaz de ver cómo Lemy rodó los ojos ante el mal chiste.
—¿No vas a tenerme tregua? ¿Cierto?
—Bueno, pues me aburro y estamos solos los dos aquí, por lo que no tienes de otra que escuchar lo que me salga de la boc...¡Hmm!
El chico la tomó por sorpresa al sujetarla de las mejillas y hacer que se inclinara un poco hacia él para besarla. El momento fue tan repentino, que al instante siguiente, Lemy lanzó un chillido al mismo tiempo que se apartó de ella llevándose ambas manos a la boca. Con horror, en la parte final del beso, Liby percibió un gusto a ¿sangre?
—¡Lemy, lo siento! ¿Estás bien?
—¡No! ¡Esa cosa que tienes me cortó el labio!
Lily abrió la puerta y al ver a su sobrino quejarse y a Liby asustada tomándolo por la espalda, preguntó de inmediato qué es lo que había sucedido. Nerviosa por lo que pudiera estar pensando su tía, Liby soltó lo primero que se le vino a la cabeza.
—Sin querer le corté el labio con el aparato, como con la interrupción me cortaste la inspiración. ¿Entiendes?
Su tía le hizo una caricia comprensiva en el cabello y apenas abrió la boca, Liby apostó a que le diría algo acertado para consolarla.
—La que sigue.
Con cuidado, Liena entró preocupada por el modo en que Lemy seguía frotándose los labios. Mientras tanto Lupa y Lacy se acercaron curiosas a Liby, Lupa particularmente parecía sorprendida.
—¿De verdad lo besaste? Estaba segura que no lo harías.
—Tampoco me lo tomé tan en serio como tú, hermanita.
Lacy no se resistió a preguntarle.
—¿Y qué te pareció?
—Bastante sangrón.
—Me refería al beso.
—Yo también.
Loan ansiosa las escuchaba contando los segundos. En cuanto Liena saliera sería su turno para tener cinco preciosos minutos en el cielo con su querido hermanito. Ansiaba el momento y lo mejor de todo es que tras cada una tener su turno, nadie podría quitárselo.
—Muy bien, chicas —todas voltearon sorprendidas hacia la entrada por donde Lincoln acababa de aparecer—. Creo que ya fui bastante tolerante. Ya son las dos de la madrugada y deberían de estar dormidas. A todo esto, ¿dónde está su hermano?
Lyra que estaba bajando las escaleras para ir a dormir con Loan como quedaron cediéndole la habitación a tres de sus hermanas, se preguntó lo mismo que su tío.
* * *
.
.
.
Lamento la tardanza, pero no pensé que me iba a extender tanto (como de costumbre) con este nuevo capítulo, espero les agrade el mismo. Fue bastante divertido de escribir y regresar a la comedia tras el drama de Tan sólo sucedió con el que también me llevé mi tiempo. El final de Tan sólo el plan del caos demorará un poco más de lo que tenía previsto. Nos vemos hasta la próxima semana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top