[05]-Sueños y Promesas Pt.3
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Sueños y Promesas Pt.3: Mabill
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- ¿Bill? – Llamo el anciano viendo al rubio parado en la sala viendo algunas fotos. - ¿Qué haces despierto? Son las 2 de la madrugada.
- Desde que regrese... no la he visto en ningún momento. – Tomando la foto de los gemelos. – Pino está más grande y es... mayor. – Dijo extrañado. - ¿Sale con Llama?
- Bueno mi sobrino está en el punto de las relaciones. – Comento Stanford. – Pero sí, sale con Pacifica Noroeste son novios desde que tenían 14 años.
- Mmm... ¿Seis años juntos?
- Oye porque no regresas a dormir. – Bostezando. – Ya casi son las 3 de la mañana y no me gusta la idea de que un demonio merodee la casa a esa hora.
- Estrella fugaz... ¿Dónde está?
- Mabel... no está aquí. – Menciono un poco serio. – Anda viviendo afuera en una ciudad en Los Ángeles, California. – Viendo la foto. – Fue a estudiar a una universidad, desde hace dos años. Hay veces que viene de visita, claro si llega tener tiempo libre en sus deberes, pero... si lo hace.
- La habitación.
- ¿Mm?
- Aún conserva su aroma. –Menciono el demonio sin apartar la mirada de la foto.
- Se enfurecerá cuando te vea rondar por aquí por el pueblo. – Soltando una risa el mayor.
- Seis dedos – Hablo mientras se sentaba en el sillón. - ¿Creo que empiezo a extrañarla? Algún día la veré, digo me perdonara por lo que hice. – Dijo un poco nervioso y apenado. – Claro, no espero que sea todo lo que me perdone. Pero por alguna extraña razón, quiero hablar con ella y verla.
- Bill.
- ¿Te molestaras si deseo hacer algo con tu sobrina? – Viendo a su viejo amigo. – ¿Te molestaras si quiero hablarle o tomar su mano?
- Ay Bill... - Rascándose la nuca y poniendo una expresión de inconforme. – Oye no pienses que estoy en contra, pero el problema es que ella....
En cuestión de segundos es cuando el demonio comprendió todo, su mano formo un puño cubierto de fuego azul y su expresión cambio a una decepción total.
"Ella ya tenía dueño en su corazón"
Bill miro unos minutos la foto donde estaba ella con su hermano y sus tíos siendo una adolescente, es cuando pudo comprender el tiempo que había pasado encerrado.
- Pentagrama tiene una maldita suerte.
- Es lógico son novios desde que Mabel tenía dieciséis. – Dijo. – La primera vez no lo aceptamos Stanley y yo.
- ¿Por qué lo dejaron seguir? – Sonando un poco enfurecido.
- Porque ama mucho a mi sobrina y negarme sería estar rechazando los deseos y un futuro en ella.
- ¿Y si hubiera sido yo?
- Tú ¿Qué?
- Estar ha lado de ella.
- Cipher una cosa a la vez, recién te liberaste de tú prisión y ahora quieres a mi sobrina nieta. – Dijo molesto. – Dipper por poco te dispara con el destabilizador cuántico.
- Seis Dedos – Dijo en tono serio. – Estoy enamorado de ella, y lo estado desde que ella tenía doce.
- Ahora me saliste pedófilo.
- Solo digo lo que es.
- Por Dios Bill, no puedes arruinar una sola frase cada cinco minutos.
- Sí tuviera una oportunidad. – Viendo la foto. – Solo una.... De que ella me viera y me hablara.... ¿crees que me aceptaría?
- No lo sé Bill. – Dijo el mayor. – Gideon es su novio.
- Supongo que no la hay.
- Oye, no todos podemos tener a la chica que nos gusta. – Dijo. – Pero al menos intentaras dar tu confianza y entonces ella te vera como alguien importante en su vida. – Viendo la foto. – Mírame a mí, yo era un completo desconocido para ella que antes robaba la atención de su hermano y que en pocos segundos me considero como la persona más odiada en su vida. Pero con el tiempo... solo necesitábamos hablar y convivir un poco, se más abierto en sentimientos. – Menciono. – Yo hace mucho desconfiaba de las personas, claro por tu culpa. Pero al menos todo se arregló.
- Vaya que consuelo.
- Bill a lo que me refiero es que.... Puede que su relación sea difícil de hacerse, pero con el tiempo ustedes podrían llevarse bien. – Dijo. – No se tal vez sean los mejores amigos o simplemente un conocido de la familia Pines. Aquel ser temible que alguna vez intento apoderarse de la dimensiones.
- Tal vez.
El anciano mayor vio al rubio que agacho la cabeza y comenzó a temblar antes de verlo derramar silenciosamente las lágrimas que caían de su orbe dorado. Él coloco una mano en su hombro dándole una palmada de consuelo.
- ¿Amas mucho a mi sobrina? – Viéndolo asentir su cabeza. – Descuida guardare tu secreto. – Viendo que el demonio solo se deprimía. – Ay Cipher, ¿Qué haremos contigo? Supongo que es lo que dicen que cuando un demonio se enamora es un dolor insoportable en el pecho.
- Ni una maldita palabra Seis dedos. – Amenazo.
- No le diré nada a Mabel o a Dipper.
[Actualidad]
- Y tenemos esta casa con una hermosa vista al bosque, vecindario discreto, pasa la basura los martes y es perfecta para iniciar una familia. – Menciono el azabache.
- Es muy grande – Dijo Mabel con ojos iluminados de alegría. – Me gusta Bill.
- Estrella fugaz es la misma que vimos hace tres casas atrás. – Recargándose en la columna del porche.
- Pero esta tiene un patio trasero y un árbol muy bonito. – Admirando el árbol que daba sombra en una parte de la casa. – ¡Bill! Quiero esta casa.
- ¿No preferirías la mansión de McGuckect? – Sugirió el demonio.
- No.
- Una residencia común. – Murmuro el demonio. - ¿Cuánto para qué desaparezcas? – Viendo de mala gana a Tad.
- Jaja muy gracioso señor Cipher. – Se rio el azabache entregando el papeleo y las llaves. – Recuerde tener un lugar a donde ir es un hogar, tener a alguien quién amar es una familia y tenerlos a los dos es una bendición.
- Así pues tenerte cerca es una abominación, así que largo. – Empujándolo.
- Estoy muy seguro que su esposa le gustara la vivienda.
- Sí, sí ahora largo. – Terminando de firmar los papeles.
- ¿Necesita ayuda con la mudanza?
- No, ahora vete. – Dijo Bill entrando a la residencia junto con Mabel y tirándole la puerta en la cara a Tad.
- Era un buen sujeto. – Dijo Mabel – Te aseguraste de tener una copia de los papeles.
- Ehmm... sí querida. – Abriendo la puerta y buscando al sujeto. - Da escalofríos tratar con ese raro humano.
- Bill, te acordaste de pedir el camión de la mudanza. – Examinando las habitaciones.
- No desesperes amor. – Chasqueo los dedos trayendo las cosas del apartamento. – Listo.
- ¡Bill Cipher! – Dijo enfurecida la castaña. – Quedamos que cero magia, nadie debe de saber que eres un demonio.
- Vamos solo fue unas cuantas cajas. – Abrazando a la chica para pasar sus manos sobre su abultado vientre. – No quiero perder un segundo más sin estar ha lado de mi esposa y el pequeño Necthan.
- Aún no sabemos si es niño o niña – Posando sus manos sobre el rubio. – ¿Debería preguntar?
- No, no lo hagas. – Comento. – Tenemos una apuesta, ¿lo olvidas? – Sonriendo. –Si yo gano diciendo que es un niño, usaras ese babydoll de conejito para la siguiente.
- Pero si es niña, bailaras vestido de oveja Lamby, Lamby. – Dijo con una sonrisa la castaña. – No lo he olvidado triangulo de un ojo.
- Estas a un mes de perder.
- Sé que es una niña, confió en mi instinto maternal.
- Voy pidiendo el babydoll de conejita. – Menciono el demonio. – Que haremos otro bebé en camino. – Comenzó a desempacar las cosas y acomodarlas en su lugar, quería evitar que su esposa no hiciera tanto esfuerzo.
Mabel frotaba su abultado abdomen estaban a un mes de tener el nacimiento del bebé, su primer hijo hecho por un demonio. En su mano izquierda llevaba una banda dorada de oro, aquel anillo que Bill le había entregado el día que contrajeron nupcias. Aun no podía creer que se había casado con un demonio de los sueños. Cuando hace unos años lo odiaba.
En ese momento Bill saco las fotos de los retratos y no pudo evitar ver las de Gideon y Mabel, había bastantes fotos de ellos y pocas de él. Lo único que tenía son las de su boda y cuando ella se graduó, entre algunas con sus amigos.
Mabel se acercó al demonio que tenía un semblante serio.
- No tienes que ponerlas.
- Pero lo extrañas.
- Es algo que no puedo evitarlo. – Dijo ella. – Es un sueño que... antes deseaba con Gideon.
- Cierto. – Acomodando los retratos en una mesa. – Pero este es el mío. – Dijo el demonio tomando sus manos con delicadeza. – Te elegí, me enamore como un mortal y deseo pasar mi tiempo contigo. Te amo, Estrella fugaz.
- Mm... si me lo hubieras dicho un poco antes de conocer a Gideon, no sé... en mi burbuja. – Comento la castaña con una sonrisa.
- Era otro tiempo. – Menciono con una risa leve. – Estaba un poco vengativo.
- ¿Vengativo?
- Bueno bastante.
Mabel tomo el portarretrato de Gideon y ella, era uno de sus recuerdos más preciados. Bill le permitió colocarlo encima de una chimenea. El demonio abrazo su esposa antes de ayudarle a terminar de desempacar las cosas.
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Una semana después a la mitad de la noche casi a las 10, la castaña sintió que su fuente se rompía mojando pijama y parte del pasillo. Se había quedado hasta tarde viendo con el rubio una película en la televisión cuando todo ocurrió de manera rápida. Ella iba a unirse con él en el sofá cuando el líquido tibio recorrió sus piernas.
- Bill... - Dijo ella con sus ojos levemente abiertos y temblorosa de su cuerpo. – Llama a una ambulancia.
- No, no eso tardara. – Dijo el rubio sujetándola de los brazos y sentándola con sumo cuidado. – Debemos irnos.
- Pero...
- Mabel – Mirando severamente a su esposa. – Iré por las cosas y descuida no te dejare sola. – Besando su frente para calmarla. – Dame 10 segundos.
Ella intentaba cerrar sus piernas un poco pero el flujo del líquido amniótico caía en sus muslos. Estaba asustada ya que era la primera vez que tendría un bebé.
En cuestión de segundos apareció Bill con la maleta en mano y tomo en brazos a la chica antes de abrir una especie de portal.
- ¿Es seguro?
- Confía en mi querida, llegaremos en un momento al hospital. – Dijo en un tono nervioso.
- Bill... ¿estás bien?
- No.... – Pasando saliva de forma preocupada y que el rostro más pálido de lo normal. – Pero soy el responsable de esto y debo actuar más valiente en protegerte y decirte que todo estará bien, Estrellita. – Menciono en un tono trastabillando las palabras mientras llegaban a la puerta de urgencias.
- ¡Bill! Apareciste como si nada en urgencias. – Dijo ella volteando a ver si no hubiera cámaras o guardias de seguridad. – Mínimo da una vuelta al hospital o déjame caminar.
- ¡NO! – Dijo más preocupado. – ¡Estas por parir a mi heredero!
- ¡Bill Cipher! Bájame o me veras enfurecida. – Dijo ella cruzándose de brazos. – No puedes entrar al hospital de esa manera.
- ¿Sabes qué? no me importa entrare. – Dijo el demonio frunciendo el ceño. - ¿Sabes por qué?
- ¿Por qué?
El rubio ladeo su mirada para que volteara a ver su mano cubierta de líquido y sangre. Mabel al no sentir las contracciones por la intensa adrenalina del momento se dio cuenta que era urgente entrar al hospital.
- ¡¿Qué haces ahí?! – Dijo ella alarmada - ¡MUEVETE!
- Es lo que te decía. – Corriendo con ella en brazos.
Entraron por urgencias siendo atendidos por la asistente médico y el triage de enfermería. Ella fue colocada en una silla de ruedas siendo pasada por la mitad del consultorio de urgencias, mientras que Bill se quedaba afuera siendo impedido por los guardias de seguridad y por la documentación de su esposa.
El demonio casi no había tenido contacto con la documentación hospitalaria, pero unos días antes la castaña le enseño lo que debía anotar y toda la información como credenciales que tenía en una carpeta, tenía que enseñar para que lo dejaran pasar junto a ella.
La asistente médico le pedía su nombre completo y el de ella, domicilio donde vivían, si estaban casados o no, pero más lo que lo detenía era la edad en las que a veces divagaba.
- Vamos señor no se acuerda de su edad. – Soltando una risa la mujer. – Ya se, es su primer hijo ¿cierto? Todos los papas se ponen nerviosos cuando son los primeros.
- No es eso, tonta mortal. – Dijo enfurecido. – No sé si poner 13,837 millones de años o solo 37 años. Y eso que le estoy quitando menos años porque tengo más, soy muy viejo que el mismo universo.
- Bien.... – Dijo la asistente quitándole la hoja y entregándole un uniforme quirúrgico. – Déjanoslo así.
- ¿Y esto? – Viendo el traje.
- Bueno le recuerdo que su esposa Mabel Cipher pago anteriormente todo el paquete de consultas prenatales y el de parto para que usted entre. – Dijo ella. – Y que esto es el hospital privado Gravity Falls y el papá debe estar adentro.
- Esa mocosa. – Dijo molesto. – Yo le dije que pagaría los gastos del bebé.
- Señor Cipher en vez de perder el tiempo discutiendo, mejor entre. – Dijo la mujer.
- Entrare pero no porque usted me lo ordeno. – Dijo tembloroso de las piernas. – Sino porque está mi esposa la que va parir a mi heredero.
Bill caminaba nervioso hasta al baño del consultorio para colocarse el uniforme quirúrgico de color azul, escuchaba gritos dentro de una sala de otras mujeres. Una vez cambiado llego a una sala siendo guiado por una enfermera en donde había otros hombres con el mismo uniforme.
- ¿Qué es esto? – Pregunto el demonio extrañado.
- Sala de espera. – Dijo la enfermera. – En este momento su esposa apenas está en sala de labor, aun no se dilata completamente.
- ¿Dilatar? ¿Qué es eso? – Escuchando los gritos de su estrella fugaz dentro de la sala. - ¡Esta gritando!
- Tranquilo son las contracciones, eso es dilatar el cuello uterino. – Dijo la chica vestida de uniforme blanco. – Su esposa recuerde que apenas esta así. – Juntando sus manos a menos de cinco centímetros.
- ¡Tan poquito! – Abriendo su orbe ambarino en grande. – Si es de dilatarla, yo lo hago.
- ¡Señor! – dijo la enfermera. – No es esa clase de dilatación. Recuerde que cada hora se dilata un centímetro.
- Solo uno – Levantando su dedo.
- Solo uno. – Dijo ella. – Y eso que su esposa ya estaba comenzando con dilatarse.
- Pero se rompió su fuente hace 15 minutos.
- Vaya, que suerte... por lo general tarda y las ponemos a caminar un rato afuera del hospital.
- Dementes – Dijo molesto.
- Mejor siéntese junto a los demás papás. – Dijo ella. – Yo le aviso cuando entre a sala de expulsión.
Bill se sentó en uno de los sillones de cuero oscuro de plástico artificial, mientras veía a varios hombres caminar de un lado a otro mordiéndose las uñas y lamentándose por embarazar a sus mujeres. Por otro lado veía a unos relajados bebiendo café y revisando su celular mientras ignoraban los gritos de sus esposas.
El demonio se extrañó por esa actitud pero nuevamente escucho los gritos de su esposa y su cuerpo empezó a temblar de los nervios, eran gritos de agonía y dolor, para nada eran los gritos o gemidos placenteros que escuchaba cuando lo hacían cada noche en la cama, antes de dejarla embarazada.
Hurgo en el maletín un teléfono que estaba sonando con el timbre de la canción "Someone You Like" uno que había dejado la castaña en el celular. Vio el remitente y sintió su mundo congelarse por un momento. Contesto y hablo tratando de sonar lo más calmado posible, lo necesitaría mucho.
- Yellow – Dijo el demonio sudando frío.
- ¿Bill? – Dijo la voz del gemelo Pines. - ¿Qué haces con el celular de Mabel? ¿Esta ella ahí? Necesito hablar con ella, es sobre cómo nos organizaremos cuando nazca mi sobrino. Ya sabes en unas semanas nacerá y debo saber si mi hermana pedirá ambulancia o taxi.
- Pino.
- Aunque hay que parecer lo más normales posiblemente, ya sabes. – Dijo el soltando una risa. – Tú eres un demonio y no debes aparecerte así de brusco al hospital, también para ayudarte en el papeleo, ya que no has llenado uno en tu existencia.
- Pino, Mabel está en trabajo de parto y se rompió su fuente. – Dijo de forma rápida y clara. – Y estoy vestido de color azul y ella está gritando en la otra sala.
- ¡¿QUÉ?! – Grito en la otra línea, aunque no nada más fue él ya que se escuchó en el fondo a Stan y a Pacifica, parecía que estaba en altavoz.
- Estrella fugaz ya lo tendrá – Dijo Bill temblando en su voz. – Pero ella grita y no me dejan entrar a verla al menos que... que... esté dilatada. – Llevándose una mano a la sien para masajearla. – Solo tiene 5 centímetros, ¿Qué tanto tarda? Sabes no me importa... solo quiero verla, está sola y... solo la escucho gritar y llorar. – El demonio comenzó a derramar lágrimas. – Pino, ¿Por qué los malditos sacos de carne no me dejan verla? Ella está sufriendo.... Esta gritando y hay muchos sujetos vestidos igual que yo, ¿Qué está sucediendo? ¿Es un matadero? Quiero ver a mi Estrella fugaz, está sola... no quiero que sufra.
- Bill – Dijo Dipper. – Cálmate solo es la sala de espera. En unas horas te hablaran y entraras con ella, para cuando el bebé este visible.
- ¡Visible! – Dijo molesto. – Pero quiero verla.
- Y la veras. – Dijo el castaño. – Es agotador pero créeme que yo estaba así una vez.
- Pino no sé qué hacer. – Soltando un suspiro. – Le dije a Estrella fugaz que todo estaría bien pero no la estoy protegiendo.
- Bill tranquilo mi hermana es fuerte. – Dijo. – Solo que... se adelantó en el parto y nadie se lo esperaba.
- Nadie se esperaba que Mabel tendría al bebé en 36 semanas. – Comento Pacifica en la misma línea.
- ¿No es normal que tenga a esas semanas? – Dijo más pálido el demonio.
- Iremos al hospital de acuerdo. – Dijo Dipper. – Solo no cometas ninguna locura.
El chico colgó y Bill se quedó con el teléfono en la mano mientras miraba desolado el cuarto lleno de folletos de maternidad y el letrero que decía "sala de espera". Los minutos se volvieron en su mayor agonía y las horas su tortura. Veía que muchos sujetos desalojaban el área cuando la enfermera los llamaba para estar junto a sus esposas.
El demonio se levantaba y caminaba alrededor de una mesa pequeña, en ocasiones preguntaba por la castaña y la enfermera solo le daba el mismo resultado 5 y 6. Dos horas pasaron y seguía escuchando de momento gritos de ella cuando de repente ya no quedaba ningún sujeto en la sala.
Bill se carcomía pensando que algo le había sucedido a su Estrella fugaz, cuando la enfermera salió y le pidió que lo acompañara. El demonio se terminó de poner el gorro, botas y el cubre bocas siendo llevado por otra enfermera con el mismo uniforme quirúrgico por un pasillo frío. Hasta llevarlo a la sala de labor. Vio a su esposa acostada en la camilla con el rostro levemente perlado en sudor y jadeando con la mirada entrecerrada. Varios médicos estaban ahí vigilándola desde la central de la habitación y con un monitor que escuchaba los latidos cardiacos fetales y con sus manos puncionadas con suero intravenoso. Una Hartman de 1000 ml colgaba en el tripee metálico y un medico terminaba de valorarla.
El demonio se acercó temeroso escuchando a la castaña pedir estar a su lado, a lo que la enfermera respondió.
- Bueno ya queda poco para que su esposa termine de dilatar un poco más. – Dijo la enfermera con una sonrisa – Y como es el único que anda en la sala dando vueltas, pues lo dejamos pasar. – Dijo. – No está permitido entrar a esta área pero... su esposa a estado pidiendo por usted.
- Bill... - llamo la chica un poco débil de su voz.
El rubio se acercó al barandal de su cama y tomo su mano mientras acariciaba los mechones sudorosos de la chica.
- Estoy aquí, Estrella fugaz.
- No quiere salir.
- Debe de salir. – Menciono. – El pequeño debe de salir.
- Dicen que es muy pronto. – Sonando en un hilo de voz. – Que fue estrés lo que provoco.
- Tranquila. – Besando su mejilla. – Dale tiempo.
- Me duele... es cansado. – Dijo ella un poco agitada. - ¿Qué tanto son 7 centímetros?
- Mínimo tienes que tener 8 o 9.
- No me importa si usas tú magia oscura.
- No, no haré eso. – Comento. – Aparte hicimos un trato, nada de magia oscura.
- Maldición. – Sonriendo a medias. – Bill, ya quiero que salga. – Soltando lágrimas y dando otro grito.
- Tranquila querida. – Dando palmaditas alrededor de sus hombros.
Unos minutos más tarde se acercó un ginecólogo y reviso a la chica, cosa que enfureció al rubio al ver como el medico veía su entrepierna. Pero en eso vio que hizo una seña a los demás para mover a Mabel con la camilla a otra sala. Más sí ella gritaba con sus fuerzas y pujaba.
- ¡Expulsión! – Gritaron los residentes y enfermeras.
El demonio los seguía para entrar a la sala de expulsión un quirófano moderno, vio como la castaña era pasada a otra camilla con perneras y la colocaban en posición de litotomía. Él se quedó a lado de Mabel tomándola de la mano mientras veía a todos moverse en sus posiciones. La enfermera administrando unidades oxitocina, los médicos posicionándose en las piernas de la chica dando vista a su vagina, solo cubierta por una tela que los separaba de la mitad de la cintura.
Bill intentaba calmar a Mabel dando su apoyo aunque sentía de momentos que la castaña apretaba su mano tan fuerte, que pensaba que en cualquier momento ella se lo quebraría.
Las ordenes de la ginecóloga diciéndole a la chica que pujara cada dos minutos, Mabel pujaba y aguardaba sus gritos, sollozando en silencio y solo sintiendo unos besos de su pareja en sus mejillas rojizas. Una enfermera se acercó y le coloco puntas nasales con oxígeno. Dieron la orden de que pujara nuevamente. En ese momento se escuchó unos llantos anunciando la llegada del bebé.
- Y tenemos un adorable.... ¡Triángulo llorón! – Dijeron los doctores sorprendidos.
- Bill... - Dijo Mabel un poco débil de su voz.
- Tranquila. – Dijo el demonio con una sonrisa. – Solo míralo.
En cuestión de segundos paso de un triángulo muy pequeño de un solo ojo a un humano ordinario. Un bebé prematuro de sexo masculino que lloraba ahora en las manos de la ginecóloga.
- Dime que les borraras las mentes. – Dijo Mabel cansada.
- Sí, querida lo haré. – Tronando los dedos para borrar el momento.
En ese momento los doctores y enfermeras regresaron en sí del fuerte impacto y vieron al bebé que lloraba. Se acercaron hacer la limpieza rápida de su boquita y nariz con la perilla y lo acercaron a Mabel descubriendo un poco su pecho para darle calor maternal. Le dijeron que solo podía tenerlo unos pocos minutos antes de revisarlo.
- Es tan pequeño. – Dijo la castaña sosteniendo un poco.
- Es un varón. – Dijo demonio emocionado y tocando las finas hebras rubias levemente oscuras que apenas se notaban. Sus ojos los mantenía entrecerrado por lo que no podían apreciar el color del iris. – Es hermoso y tan diminuto nuestra bolsa de carne.
- Okey, denme al pequeño que necesitan valorarlo los pediatras. – Dijo la enfermera llevándolo a la cuna térmica donde lo revisaban.
- Creo que yo gane Estrella fugaz. – Dijo el rubio con una sonrisa enorme.
- Bill ahora no, por favor. – Dijo la chica soltando una risa y poniéndose colorada del rostro de la vergüenza.
Los siguientes días tuvieron que permanecer en el hospital por la edad gestacional que nació el pequeño, Mabel iba a visitarlo a cuneros cuando se encontraba ya mejor para moverse. Bill la acompañaba y permanecían más de toda la mañana o la tarde vigilando al pequeño que respondía a los cariños de sus padres a través de la incubadora. En la noche Bill hacía guardia para que su esposa descansara mientras que Dipper le hacía compañía.
- Míralo Pino, es tan pequeñito y tan guapo como su padre. – Viendo a través del vidrio de seguridad de la sala cuneros.
- Bill, me conto Mabel que su hijo nació como un triángulo de color azul.
- Sí, lloraba pero es porque el mundo era nuevo para él. Pero que pronto dominara. – Menciono.
- Aja, bueno mi hermana debe descansar así que.... Cero actividades.
- Estrella fugaz me dio un hijo. – Dijo Bill – Algo nuestro. – Viendo enternecido al bebé. – Es mi propia familia.
- ¿Bill?
- Quisiera que Seis dedos lo vea.
- Mi tío Ford. – Viendo al bebé. – Yo creo que le hubiera gustado conocerlo.
- Sí, para restregárselo a la cara y decir.... Te lo dije. – Sonriendo de forma cínica. – Él nunca pensaba que tendría oportunidad con Estrella fugaz o que menos la preñaría. Pero ahora tengo a mi hijo.
- Mejor guárdate esas palabras para ti. – Dijo con indiferencia. – Sí te escucha mi hermana fácilmente duermes con el perro.
Dos semanas después llegó el momento de que por fin darían de alta al pequeño. Esa tarde Mabel y Bill regresaban del hospital con una manta azul cielo cubriendo el bebé, lo mecía con suavidad en sus manos caminando hacia su hermano y su tío abuelo para qué lo conocieran y pudieran tocarlo.
- Saluden al pequeño, Necthan. – Dijo la castaña con una sonrisa en el rostro.
- Vaya ya está un poquito más grande. – Dijo Dipper viendo que el pequeño abría los ojos mostrando una combinación de ámbar con avellana en el iris y la pupila levemente afilada. – Wow... tiene los ojos de ambos.... Pero más de la característica de Bill.
- Es porque es mitad demonio. – Comento Mabel rodando sus ojos. – Pero tiene mi sonrisa.
- Déjenme ver a mi bisnieto. – Dijo Stan tomando al pequeño entre sus brazos. – Es tan pequeño y hermoso, se parece a ti Mabel.
- ¡ES NIÑO! – Grito Bill con un cartel encima. - ¡ES UN NIÑO!
- Si, Bill te escuche a la primera y las 37 veces mientras veníamos de camino a la cabaña. – Dijo la castaña cargando el bebé. – Y creo que después que nació.
- ¡ADMIREN MI HIJO! – Dijo el demonio levantando el bebé como si fuera Simba del Rey león.
- Alguien esta emocionado. – Dijo la rubia levemente embarazada viendo al demonio. – Y eso que es el primero.
- Lo sé. – Dijo Mabel. - ¿Cómo va tú embarazo?
- Ahí va. – Menciono ella mostrando un vientre de cinco meses. – Más o menos.
- Estrella fugaz te andas quedando atrás. – Dijo Bill. – Necesitamos más bebés.
- Bill cállate.
- Sabes que gane la apuesta querida. – Acariciando sus hombros. – Ya tengo el babydoll de conejita.
- Shh... - Le callo la castaña. – Dame un descanso. – Dijo con las mejillas rojas.
- Mmm... un mes te daré y no mucho.
- Pervertido.
- Necesitamos al segundo. – Canturreo.
- Solo cállate.
Una tarde a principio de septiembre la pareja iba paseando por el pueblo, Mabel cargaba al pequeño Necthan de tan solo un mes de nacido con los chapetes rosaditos y jugando con los mechones marrones de su madre. Bill no paraba de traerle todo lo que señalaba el pequeño desde dulces hasta una paloma muerta. El cual Mabel solo lo alejaba del cadáver del animal.
Llegaron a la plaza donde se encontraba la vieja estatua del fundador del pueblo, se sentaron cerca de un parque antes de que el demonio soltara un bufido de satisfacción.
- No es el pueblo en ruinas y dominación que esperaba, pero estoy bien así.
- Que tanto dices dorito parchado.
- Digo que este es nuestro pequeño sueño que tanto anhelaba.
- Mm... que hay de la vez que dijiste que querías dominar el mundo y sacarnos a Dipper y a mi nuestros exoesqueletos.
- Eso no lo recuerdo. – Tarareando una risa e ignorando sus antiguos berrinches. Vio por un momento al pequeño que jugaba con las manos de su castaña y soltaba una que otra risa. – Mabel.
- ¿Qué pasa? – Haciéndole mimos y cariñitos a su hijo.
- ¿Eres feliz a mi lado?
- Claro, soy muy feliz.
- Aun cuando estoy llevándome el sueño de Pentagrama. – Viendo fijamente a la castaña. – Y el tuyo.
- No mentiré que quería esto con Gideon o que anhelaba cargar un hijo suyo, vivir en Gravity Falls y tal vez envejecer a su lado. – Mirando con nostalgia al pequeño. Antes de llevar una mano a la mejilla de su ahora esposo. – Bill, ¿eso quieres escuchar? No puedes seguir peguntándome si soy feliz o no. – Dando un golpe en su mejilla. – Así que préstame mucha atención demonio oxigenado. – Frunciendo el ceño.
- Te pongo atención. –Sintiendo el ardor en su mejilla.
- Te amo y eres mi esposo, estoy muy feliz estando contigo y con mi hijo. – Menciono. – Y no sé cómo le harás para envejecer junto conmigo para no confundir a tus hijos de que eres un inmortal.
- ¿Hijos? – Dijo en un tono emocionado en su voz.
- Sí. – Dijo ella firme. – Tendremos hijos y ellos estarán con nosotros, al igual que yo lo estaré. – Juntando su frente con la suya. – Te amo demasiado para dejarte, quiero darte todo Bill incluso mi vida.
- Es una promesa muy leal y hermosa, Estrella fugaz. – Besando sus labios. – Me gusta ese trato.
- Bill, te amo.
- Mabel prométeme algo. – Dijo Bill abrazando a la mujer junto a su hijo.
- ¿Sí?
- Cumple tú promesa la próxima vez que nos veamos.
- Lo haré, querido.
*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*
Bill
...ill
B-Bill
Bill
¡BILL!
El demonio despertó un poco adolorido de la cabeza y mirando a la habitación donde se encontraba; un viejo laboratorio que se encontraba en el bunker. Ford estaba junto a un de Dipper 20 años. Ambos se encontraban viendo en una pantalla las gráficas de una investigación que hacían sobre los eventos paranormales en el pueblo y sus extrañas fisuras gravitacionales.
Bill se levantó un poco alterado quitándose lo que tenía en la cabeza una especie de trapo húmedo, mientras gritaba el nombre de la gemela.
- ¡Mabel! – Grito el demonio en medio de las lágrimas que derramaba en su orbe ambarino. – Mabel...
- ¡Bill! – Le llamo el científico mayor – Cálmate fue un sueño.
- Necesito verla.
- Bill, mi hermana está en Los Ángeles en la universidad. – Dijo el castaño. – Ya te lo dijimos.
- Pino quiero verla. – Dijo. – Necesito verla y decirle que yo... yo la amo.
- ¿Qué?
- Creo que empezó a delirar. – Dijo Ford. – Tráeme el Aprazolam y un haloperidol.
- - Seis dedos estas vivo. – Tocando el cabello del mayor. – Eso significa... - Se levantó viendo la fecha en la que estaban. – Aun no sucede.
- ¿Bill?
El demonio trato de calmarse y analizar la situación, podría dejar pasar todo normalmente y dejar que sucediera la muerte de Gideon y de Ford, para cumplir su caprichoso deseo. Luego recordó las veces que Mabel lloraba por la ausencia del chico y la dificultad de su relación. A pesar que ella le hizo la promesa de que lo amaba.
- Quiero estar con ella. – Dijo el rubio.
- ¿De qué hablas Bill?
- Necesito verla. – Dijo el demonio.
- Creo que si viene Mabel y Gideon a visitarnos, hay que avisarles de Bill. – Dijo Dipper a Ford.
En dos semanas llegaron y la pareja se encontraba reunida con la familia Pines, Bill vio a la castaña feliz y con una sonrisa en su rostro mientras mostraba un collar que Gideon le había dado. La escena se volvía a repetir y su corazón dolía.
Ella volteo a verlo y su sonrisa se borró, mientras que el albino la colocaba detrás de él y la protegía del demonio. Bill no tendría que decir nada, dejaría que sucediera la tragedia y toda esa amargura que pasarían, solo para tenerla a su lado.
Espero en el porche para habla con Gideon acerca de su viaje y lo que ocurriría si él iba en ese tramo del camino. Un inevitable accidente que ocurriría más adelante, el demonio espero un rato en la noche de verano de principios de agosto. Saco su cajetilla de cigarros para tomar uno y encenderlo mientras esperaba recargado en una columna. Cuando de repente vio a la castaña salir con una falda roja tableada y un suéter de lana blanca que ella hizo con la imagen de una estrella.
Se sorprendió de verla ahí en el porche cuando debía ser Gideon con quien hablaría esa noche, pero ella se colocó a su lado para sentarse en las escaleras.
- Es una enorme sorpresa saber que estas... ¿libre? – Dijo ella. – También el encontrarme contigo.
- También para mí. – Carraspeando su voz y moviendo el cigarrillo a otra parte.
- ¿Fumas?
- Un pequeño habito.
- Es extraño verte en esa apariencia. – Menciono ella. – También es extraño verte actuar tan serio en la mesa, ¿acaso mi tío te amenazo?
- Pensé que no me hablarías.... Por lo que hice hace unos años.
- Oh, cierto... el Raromagedón. – Menciono ella. – Y el encerrarme.
- Una burbuja, ¿Lo recuerdas?
- Sí. – Dijo ella con melancolía. – Me gustaba, pero extrañaba a mi familia.
- ¿Has visto a Pentagrama?
- ¿Quién?
- Gideon. – Dijo el en un siseo como si su nombre fuera mala suerte.
- Esta dormido.
- ¡¿Qué?! – Dijo molesto. – Se supone que tiene que venir hablar conmigo.
- ¿Sobre qué?
- Nada.
- Grosero.
- No lo quiero ser... contigo. – Menciono. – Pero era necesario hablar con él.
- Oye Bill... - Dijo ella un poco sonrojada. – Sonara tonto lo que diré... pero ¿puedo hablar algo contigo?
- ¿Qué es? – Dijo levemente sonrojado al estar muy cerca de la castaña.
- Tuve un sueño. – Dudando en seguir su pequeña narración. – En la que... bueno ocurría algo triste, sobre un integrante de mi familia y Gideon como fallecían y nos dejaban a todos tristes.
- ¿Seis dedos y Pentagrama?
- Sí... - Dijo ella. – Luego tu aparecías en mi sueño, al principio pensé que estaba loca y dije como tu ibas a tener una apariencia.... ¿humana? Sí, siempre fuiste un triángulo demoniaco.
- Eso ofende.
- Luego tú y yo siempre discutíamos, peleábamos pero al final.
- ¿Nos reconciliamos?
- Ehmm... sí, tú y yo empezábamos a llevarnos bien.
- Luego fui y a vivir a tu apartamento, ¿cierto?
- ¡Sí! Eso ocurría en mi sueño.
- Me permitiste quedarme contigo alrededor de un año y medio en la que parecíamos una especie de mejores amigos.
- Algo así.
- Pero yo no quería eso, ¿cierto?
- Cierto. – Dijo aun roja de sus mejillas y rehuyendo del demonio.
- Luego yo y tú tuvimos relaciones siendo tu primera vez.
- ¿De qué hablas? Eso no paso. – Soltando una risa nerviosa.
- Sí sucedió, porque no fue la única vez. –Acercándose a la chica y acorralándola en la columna de madera. – Lo hicimos tantas veces que no paramos por más de varios meses. Probando métodos como locos y solo teniendo sexo en cada momento del día.
- Bill. – Dijo ella poniendo distancia.
- Y si te digo que quedaste embarazada, que te veías más hermosa después de darme la noticia que esperabas un hijo mío. Que sin dudarlo te pedí que te casaras conmigo y me hiciste muy feliz cuando cargabas al pequeño en brazos. – Mirándola fijamente a los ojos. – Mabel tuvimos el mismo sueño.
- Sí. – Dijo ella agachando la mirada. – Lo siento.
- Al menos lo recordaste. – Dijo un poco dolido. – Eso me reconforta un poco.
- Bill.
- Fue agradable mientras duro. – apartándose de la chica. – No negare lo que te diré. – Viendo a la castaña. – Te amo Mabel Pines, pero supongo que llegue tarde.
La chica corrió a envolver sus brazos alrededor de su cuello y juntar sus labios con los suyos, el demonio al sentir ese contacto de calidez siguió con el beso. La puso contra la pared de la cabaña y besándola hambriento de amor, siendo roces fuertes y pronunciados entre ellos. La castaña abrió su boca permitiendo que profundizara el contacto, ella acariciaba sus hebras rubias atrayéndolo hacia su pequeño cuerpo.
Se separaron un momento tomando aire hacia sus pulmones y recuperando el aliento, sus respiraciones iban aceleradas. Ella acaricio su mejilla con suavidad y beso en corto sus labios.
- No me dejas terminar de decirte, tonto dorito. – Dijo ella con una sonrisa. – Yo no vine aquí solo a saludar a mi hermano o a mis tíos.
- ¿De qué hablas?
- Bill, te vine a buscar. – Menciono ella. – Yo no lo olvide. – Abrazando al demonio. – Yo estaba esperándote.
- Espera... acaso no te casaras con Gideon.
- ¿Qué? No, el me acompaño a que tuviera con cuidado y no fuera una confusión.
- La sortija.
- ¿Cuál sortija?
- La que te dio.
- No hay sortija. – Dijo ella. – El me regalo por adelantado de mi cumpleaños un collar. – Mostrándolo en su cuello.
- Pero ustedes eran pareja.
- Lo fuimos pero no funciono del todo. – Dijo ella. – Él dijo que estábamos bien. Se quedó conmigo para que los gastos fueran menos fuertes, somos socios en la librería.
- Entonces no son nada.
- No, solo amigos.
- Estrella fugaz. – viendo a la chica.
- ¿Bill?
- Me amas. – Tomando su rostro.
- No te besaría de esa manera si no te amara.
- Tienes razón. – Tomándola con suavidad de la cintura. – Una mejor prueba seria que te casaras conmigo.
- ¿Casarme?
- Para que esperar.
- Mínimo dame la primera salida o mi cita. – Dijo la castaña ruborizada. – Oh pide permiso a mis tíos y a mis padres.
- En el sueño ya lo hice, así que mejor vayamos al grano y vamos a hacer hijos y vivir juntos. Así le ganamos a Pino y a Llama con el número de engendros
- Ni le digas a mi hermano cuantos tendrá.
- Mabel.
- ¿Qué? – Sintiendo unos labios sobre los suyos.
- Gracias por elegirme.
- No esperaba quedarme contigo. – Abrazándolo con fuerza sintiendo su corazón latir. – Hazte responsable de amarme y no me dejes.
- Eso haré, querida.
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El tercer amor es el que no esperabas que ocurriera, pero dejas que pase sin crear expectativas, solo eres tú dejando que te sorprenda, es el que cura las heridas y te hace feliz, es el amor verdadero.
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