[04]-Sueños y Promesas Pt.2
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Sueños y Promesas Pt.2: Mabill
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[Tres meses después]
El clima en Los Ángeles no era el mejor, pues con el inicio de la primavera traía las lluvias y los vientos fríos a su apartamento.
Mabel se encontraba descansando en el living viendo una película que pasaba esa noche en el cable, había tenido la costumbre de ver películas los sábados en la noche junto con su novio. Pero eso era cosa del pasado, solo eran huecos que aún no sellaban en su corazón.
- Antes me gustaba ver las películas de los vengadores. – Dando una lamida a la cuchara del helado. – tomo su computadora y libros, dejándolos encima de la mesa. Evitando tener que seguir recargando su cuerpo de forma apretada en el sofá. – "Tráiganme a Thanos" – Repitió la castaña mientras comía un puñado de palomitas. – Oh Thor, eres tan sexy. – Colocando una tonta sonrisa. – Ojala revivan a Loki en la siguiente.
Dio unos leves golpecitos en la almohada de sus pies, sintiendo el pequeño frío calar su piel. Se abrigo más en las mantas y siguió viendo la película en otra posición sentada con las piernas extendidas. Las gotas de lluvia golpeaban la ventana de la sala, y las luces parpadeaban por los truenos insistentes. Odiaba que fueran este tipo de tormentas, por que traía consigo la basura y plagas que eran arrojadas de otros vecinos.
De repente unos golpes la hicieron saltar de su asiento, llegando a dejar el bol de palomitas en el sofá y el vaso de helado de chocolate a medio comer. Se levantó acomodando su pijama y tomo una escoba, tenía que tener precaución con las visitas a la mitad de la noche. Se dirigió caminando al recibidor con sus pies cubiertos en calcetines rosados. Se asomó en la mirilla y su corazón paro en seco al ver quién estaba detrás de la puerta. Pero la gran pregunta era... ¿Cómo llego? Si él no puede salir o eso pensaba.
Se debatía entre abrir o no abrir la puerta y pretender que estaba dormida. Casual podría tratarse de un sueño o pesadilla. Nuevamente los golpeteos insistieron, lanzo un suspiro rendida.
Abrió la puerta y encontró al rubio empapado de pies a cabeza, con una mirada que denotaba tristeza y una expresión seria en su rostro, estaba goteando y su rostro se mostraba pálido.
- ¿Bill? – Dijo ella. – Pero ¿cómo? ¿Qué haces aquí?
- Estrella fugaz. – Llamo con una voz cansada. – Necesito un poco de alojo... en donde quedarme.
- No eres bienvenido.
- Tengo dinero.
- Sabes muy bien que no tengo espacio. – Comento la castaña en tono despreciativo. Aunque la verdad no quería tenerlo cerca, por sentirse algo incomoda con su presencia. La última que se vieron su relación iba de mal en peor. – Vete a un hotel.
- Tienes una segunda habitación. – Echando un vistazo a las dos puertas que estaban al fondo.
- Es un estudio. – Dijo. – No está disponible.
- Sé que ocupas dinero, enfrentas una crisis financiera. – Leyendo un poco su mente. - Te pagare, no importa si es un rincón. – Mostrando un sobre.
- ¿Qué hay de Dipper? – Sabía muy bien que su gemelo no podía negarse en recibir al demonio. – Vive en el pueblo, podía darte espacio.
- No hay espacio... Pino y Llama tienen un pequeño engendro ¿lo habías olvidado? es pequeño y dudo que me quieran cerca de él. Soy una mala influencia para el niño. – Dijo. – Fez se ha ido con Signo de pregunta y con Nota.
- ¿Quién cuida la cabaña? – Pregunto Mabel con los ojos abiertos. – ¿La dejaste sola? ¿Qué hay de los recorridos?, Dios mi tío Ford... ¡ahí están sus cenizas! – Preocupada por las cenizas de su tío.
- Estoy... – Se interrumpió un momento antes de pensar en sus palabras, el demonio no quería admitirlo. – No hay nadie en la cabaña... Signo de pregunta dijo que saldría de vacaciones con su familia... no se tratar con esas bolsas de carne parlante, jamás he hecho los recorridos... de ese museo ficticio y falso, en algunas cosas.
- No me gustaría que no te metieras en mi vida, Cipher.
- Solo dame alojo, no haré nada. – Dijo en tono serio. – No romperé nada de aquí.
- Bill. – Viendo al demonio quien seguía esperando para entrar a su apartamento. Lo pensó un poco antes de lanzar un suspiro y hacerse a un lado. – Pasa.
El demonio entro dando dos pasos, pero fue detenido por la mano de la chica.
- Quítate los zapatos están llenos de lodo, acabo de trapear esta tarde. – Frunciendo el ceño. – No quiero limpiar nuevamente.
Sin perder el tiempo Bill se los quito y los dejo en el recibidor, camino más adentro del apartamento, viendo el lugar; que solo contaba con un pasillo, la pequeña cocina enseguida y una barra con dos asientos, la pequeña sala, y dos puertas que dirigían; una al baño y otra a la recamara. Y una extra que llevaba al estudio de la chica. Solo una ventana se apreciaba enseguida de la sala, afuera daba a la salida contra incendios, unas escaleras que señalaban que estaban en el cuarto piso. La castaña busco una toalla y se la entrego para que se secara.
- Bill... ¿Cómo saliste del pueblo? – Tenía curiosidad por saber cómo había logrado salir, sabiendo que existía el campo de contención de rareza en el pueblo.
- Puedo salir sin problemas, la barrera ya no me detiene. – Dijo. – Seis Dedos me dejaba salir, en algunas ocasiones especiales e importantes para un demonio. Cuando estaba un poco aburrido o necesitaba digamos descargar ciertos problemas con base al cuerpo, no... no tengo muchos poderes solo los básicos, pero dijo Seis dedos que eran suficiente para mantenerme estable, también no puedo regresar a mi dimensión. – Menciono. – Soy lo que ustedes son; un patético saco de carne de seis sentidos, mitad demonio. – Dando una mirada al rostro de la chica. – Pero aun puedo hacer tratos simples y tener uso de algunos poderes.
- ¿Cómo obtuviste mi dirección? – Sabía que muy pocas personas de confianza le había dado la ubicación de su apartamento.
- Llama la esposa de Pino, me dio tu dirección en un trozo de papel. – Aclaro apenado. – Lo memorice una vez y... fue suficiente para saber dónde estabas.
- Cierto, Pacifica... maldita traidora. – Dijo cruzándose de brazos. – Alguien se va quedar sin bolsa de marca este verano.
Bill seguían secándose el cabello, mientras daba una mirada rápida al hogar de la castaña. Tenía el aroma de ella y un poco de su ex difunto prometido. Observando algunos muebles y porta retratos donde venían fotos de Gideon y ella, entre compañeros de universidad. Por un momento sintió.... Celos.
- ¿Tienes equipaje? – Pregunto Mabel.
- No.
- ¿Cómo? Te viniste solo así no más. Sin maleta donde puedas llevar tus cosas.
- Soy un demonio, no lo ocupo. – Terminando de secar su cabello. Dejando varios mechones húmedos y alborotados.
- Pues necesitas ropa en este momento o terminaras mojando el lugar. – Dijo ella.
- Puedo invocar ropa. – Dijo, antes de sentir la cercanía de ella tan cerca de su cuerpo. Tornándose sus mejillas rojas.
- Sigues húmedo. – Tocando su cabello. – Buscare la secadora, por cierto quítate esto. – Señalando su ropa. – Esta mojada, si puedes cambiarte hazlo. No quiero que te enfermes y cojas un resfriado.
Fue al baño por la secadora, tomo el aparato entre sus manos y tomo varias bocanadas de aire para calmar sus nervios. Odiaba sentir esa sensación... actuar tímida hacia él demonio. Al regresar encontró al demonio semi desnudo y en el pasillo, con solo unos bóxer negro ceñidos a la parte inferior de su cuerpo dejando una buena vista de su miembro y parte de abdomen marcado.
- ¡BILL! – Grito la chica mientras se cubría el rostro, tornándose rojizo. - ¡¿Y tú ropa?!
- Dijiste que me la quitara. – Colocando una expresión neutra, mientras miraba la sala de la chica.
- ¡Ponte algo, por Dios! – Dijo alterada.
- Eso iba hacer. – Chasqueo sus dedos e hizo aparecer una sudadera amarilla y unos pantalones negros.
- T-Ten. – Entregándole la secadora.
- ¿Y esto?
- Es una secadora.
- Se lo que es una. – Dijo viendo el aparato. – No la ocupo.
La castaña se dirigió a la cocina a colocar agua en la tetera, tomo su celular y envió un mensaje a Pacifica. Quería una explicación clara para saber que rayos hacía en su casa, ese demonio.
- Bill, ¿Qué haces aquí? – Pregunto nuevamente, dirigiendo una mirada al demonio quien se sentó en el banquillo madera, cerca de la barra.
- Ocupo lugar para quedarme, ya lo dije.
- Sí, pero no aquí. – Menciono. – Te dijo Dipper que voy a los últimos años de universidad y no quiero interrupciones.
- Escuche de Pino que tienes problemas financieros. Y que este mes te fue mal. - golpeando con sus dedos la mesada de la cocina. – Puedo serte de ayuda, escuche que tienes una tienda. Mi ayuda puede serte útil.
- No aquí. – Dijo de forma frustrada, fue por la secadora y la conecto a una toma corriente cerca del horno de microondas. – Agacha tu cabeza.
Bill obedeció e inclino su cabeza sintiendo los dedos de la castaña masajear su cuero cabelludo y secar los pocos mechones humedecidos, peinando suavemente con su mano.
- Necesito que regreses, puedes quedarte esta noche. Pero mañana regresa al pueblo. – Dijo. – Enserio no tengo lugar, y es muy incómodo tenerte solo durmiendo en el sofá. – Acariciando su cabeza. – Tengo un horario muy ocupado, y estoy trabajando en mi proyecto y parte de mi tesis, en la teoría del color ¿Entiendes?
Apago la secadora y abandono el contacto de su cabeza, escuchando un gruñido de queja del rubio. Pero igual lo ignoro y siguió con lo suyo, apagando la tetera y sirviendo en dos tazas el agua para café. Mientras dejaba los frascos y el cartón de leche.
- ¿Puedes preparártelo? – Colocando una expresión de duda.
- No. – Mintió quería que ella le hiciera su café, como lo hacía en la cabaña en esos días de invierno.
- Bill estas actuando muy raro. – Preparando su café a su manera. – ¿Seguro que estás bien? En este momento estaríamos discutiendo, por tontas cosas como tú dices insignificativas.
- Estoy... cansado. – Dijo con el orbe pesado y viendo a la chica.
- Supongo por el viaje que hiciste. – Dijo ella entregándole la bebida caliente. Fue a recoger sus cosas y lo que estaba comiendo. Apago la televisión y fue a traerle una manta y una almohada. – Puedes dormir en el sofá cuando termines de beber eso, apagas la luz de la cocina y te duermes.
Bill mantuvo la mirada atenta en la castaña analizando el lugar donde vivía, se notaba que estaba ocupada pero no perdía el tiempo para el descanso. En cuanto termino su bebida se dirigió al sofá, Mabel apagaba las luces dejando solo lámpara de luz tenue en la mesita.
- Bien, descansa Bill.
- Espera. – Le llamo. – Necesito decirte algo.
- Me lo puedes decir en la mañana.
- Es importante. – Dijo.
- ¿Qué sucede? – Acercándose.
- Quiero quedarme.
- Estás loco.
- No molestare mucho. Puedo llegar hacer un trato contigo. – Dijo. – Pídeme lo que sea.
- ¡Bill suficiente!, no hablemos más de esto. – Dijo molesta. – Te vas en la mañana y yo me iré a clases. Y se acabó.
La chica fue a refugiarse en su habitación cerrando de un portón, esa noche no pudo contener sus lágrimas y hundió sus sollozos en la almohada. Sus sentimientos estaban revueltos y mezclados con el enojo. Aun recordaba la conversación que tuvieron hace tres meses atrás.
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La mañana siguiente Mabel no encontró a Bill en el sofá, supuso que se había ido tras su pequeña discusión de ayer. Tomo sus cosas y recogió una caja donde venían suéteres, pasaría primero por la tienda a dejar la mercancía y después iría a la universidad. Cerró su apartamento y pidió un taxi para ir a dejar el material, en cuanto llego a su tienda noto que estaba abierto.
- ¡Ay no! – Se alarmo tanto que pago al taxista y salió lo más rápido que pudo buscando sus llaves. Vio unas chicas salir con algo de compras, las detuvo preguntándoles con intriga. - ¡¿Quién esta dentro?!
- Ah hay un chico muy guapo y lindo, vendiendo libros. – Dijo la mujer. – Vimos que estaba abierto cuando el salió a limpiar el patio de enfrente.
- ¡Es tan atractivo! - Grito la otra chica. – Y aparte venden suéteres hechos de mis fandoms de mis novelas preferidas.
- ¿Un chico?
La castaña entro inmediatamente a la tienda viendo al rubio que terminaba de atender a otro grupo de chicas, hablando en un tono sereno y profundo que les hacía estremecer la piel.
- ¡BILL!
- Regresen pronto. – Dijo el rubio despidiendo a las clientes, antes de enfrentarse a la castaña furiosa que tomaba el palo de la escoba a punto de golpearlo. – Antes de que me golpes, te diré que andas ganando bien y llevas la mitad de libros vendidos.
- ¿Quién te dio permiso de ultrajar mi tienda?
- Solo abrí temprano y la limpie, estaba lleno de polvo y algunas criaturas rastreras. – Dijo. – Mientras tú estás ocupada en clases. – Esquivando sus golpes y tomando la caja que trajo. – Ésos sacos de carne no les importa perder unos cuantos billetes, son débiles ante cualquier halago.
- Bill ¿Qué hablamos ayer?, te dije que te irías en la mañana.
- Me necesitas y yo necesito un lugar donde quedarme por un tiempo. – Dijo. – Soy de ayuda Estrellita, te atiendo esta tienda mientras vas y... alimentas tú cerebro de lo que haces. – Apoyándose en el mostrador. – Un pequeño trato entre tú y yo. – Invocando un fuego azulado en la palma de su mano. - ¿Es un trato? No te pido mucho.
- Yo...
- Acepta, Estrella fugaz.
Vio que entraba más clientes y como compraban su mercancía, si jugar un rato con el diablo le beneficiara. De nada perdía conseguir dinero para su ingreso. Aparte Bill no tenía otras intenciones, serían más bien como "socios de trabajo". Sin compromisos solo una amistad.
- - De acuerdo. – Estrechando su mano.
Le daría una oportunidad de ser su amigo, aunque sabía muy bien que de ahí nacería más de una amistad formal.
[Un año y dos meses después]
Mabel se encontraba a gusto descansando en su cama, cuando fue despertada por un rico aroma que lleno sus fosas nasales. Se levantó perezosamente y camino al baño a limpiarse la cara, se peinó un poco su cabello largo. Hoy cumpliría un año y dos meses desde que Bill vino a su apartamento a parasitar. Pero no le importaba mucho, se estaba empezando acostumbrar a vivir con el demonio.
Se dirigió a la pequeña barra de la cocina donde encontró al rubio cocinar con un delantal azul que era de su antiguo... novio. Por un momento se molestó, pues ya le había explicado al demonio de que no debía usarlo. Pero él seguía haciendo lo que se le pegara la gana.
Se sentó y vio como él dejaba dos platos con la comida medio... frita, aún seguía siendo un desastre en la cocina. Pero lo que le extrañaba ahora es, ¿Por qué preparar el desayuno tan temprano?, si a ella le tocaba el día de hoy.
- ¿Ocupas ayuda? Dorito. – Dijo ella con una sonrisa desencajada por lo frito de la comida y el humo emanando del aceite caliente que llevaba rato en la sartén.
- Quédate ahí y no molestes. – Sonando concentrado en su siguiente movimiento.
- Se rompió la yema del huevo y el pan salió negro de un lado. – Examinando su plato. – Esto es una categoría 4 en alimentos de dudosa comestibilidad, y la verdad es que... el pan esta negro muuuuuuy negro. – Burlándose del demonio de los sueños.
Bill no dijo nada más se quedó callado intentando hacer otro, pero en este caso se rompió la yema en la sartén. Soltó un gruñido frustrado y un insulto. Mabel se acercó rápidamente y coloco sus manos en la suya para ahora revolverlo. El demonio sintió su contacto muy cálido y suave siendo guiado por aquella mujer.
- Mira podemos hacer esto con la yema rota. – Moviendo la espátula junto con su mano. – Si das una vuelta y otra y cortas y das otra vuelta. Tendremos un huevo revuelto en un santiamén.- Sonriendo. - ¿Lo ves? No es tan complicado. – Volteando a ver al demonio. – Todo tiene solución, Dorito.
- Lo sé.
- Este quedo bien, ¿quieres que haga otro?
- No. – Menciono con una voz profunda.
El demonio apago la estufa iba a servir en el plato, pero mantuvo a Mabel cerca de su cuerpo encontrando esa inesperada reacción. Coloco un brazo alrededor de la cintura de ella y pego su pelvis cerca de su trasero redondo, manteniéndola firme sin moverse. Solo creando esa tensión sexual entre ellos. Dejando que sintiera la dureza del bulto eréctil de sus pantalones.
- Bill... - Llamo Mabel medio sonrojándose de la situación incómoda. – Yo...
- Quédate quieta. – Sonando un poco ronco. – Solo quédate quieta.
La castaña obedeció quedándose quieta y con su corazón golpeando fuertemente. Bill la pego más y cepillo su bulto entre la pijama de la chica. Colocando su mano posicionada entre el vientre de la fémina y casi cerca de su sexo. Jadeo un poco y se restregó levemente antes de que la castaña soltara un gemido tembloroso de sus labios rosados.
- Lo siento. – Decía el demonio tanteando su vientre por encima del pijama. Tocando la piel tersa y lechosa que invitaba a continuar con su caricia prohibida. – Lo siento, Estrella fugaz. – La empujo a la mesada de la cocina tendiéndola inclinada de su espalda y sus manos apoyadas en el borde. Escuchando a la joven reprimir sus gemidos, aumento la fricción de sus movimientos dando golpes en su pelvis y apretando la cadera de la chica. - ¡Ahg!... – Jadeaba el demonio cerca de la colcha de su oreja.
- B-Bill... cálmate... - Dijo la chica entre un sonrojo completamente rojo de su rostro. – Ahh...
- Lo haré. – Dijo ronco apretándola más y restregando su erección en sus nalgas. Al punto de hallar el placer. – Déjame terminar.
- Mmm.... – Se mordió el labio inferior intentando acallar los murmullos. Una fricción cerca de sus labios y deseo que bajara el pantalón de su pijama, más se reprimía mentalmente que lo que hacían estaba mal. – Bill... Bill...
Unos minutos largos permanecieron antes de que él se separara dejando una mancha húmeda en sus propios pantalones y una leve sobre los de la chica. Estaba avergonzado el demonio e intento separarse sin decir nada y se acercó al refrigerador a sacar el jugo, como si nada hubiera pasado.
- Lo siento. – Se disculpó.
- No, entiendo que es... tú celo. – Dijo ella con las mejillas rojas notando las manchas en su pantalón y en la del rubio quien intentaba vagamente esconderla al irse al otro lado de la barra. – Ya me lo explicaste, no lo haces tú por intención a tener eso. – Viendo al demonio con un leve rubor en sus mejillas. – Bill necesitas ir a... yo lo entiendo, hay una zona roja en la ciudad. Puedes ir a...
- Tratare de calmarme. – Dijo el demonio sabiendo a lo que se refería la chica. – No volverá a suceder.
- Lo dices siempre. – Cruzándose de brazos al recordar que no era el primer incidente que tienen. – La laptop está ahí por si necesitas... buscar un poco de porno.
- No hablemos de eso.
- No es nada malo. – Dijo ella. – Solo necesitas... calmarte.
Ambos no podían seguir de esa manera, continuaron con su desayuno normalmente antes de que la castaña hablara.
- Bill, ¿Por qué preparaste el desayuno? si a mí me tocaba. – Masticando el pan levemente quemado.
- Estrella fugaz se gradúa de la universidad. – Comento. – Es un día especial... ¿tú lo mencionaste? Una fecha importante.
- Sí, la ceremonia es hasta las nueve. – Dijo un poco apenada. – Y apenas son las siete de la mañana, pero el olor me despertó.
- ¿Puedo ir? – Pregunto dando un sorbo a su bebida.
- Pero que dices.
- Olvídalo... es más seguro que no quieres. – Sintiéndose apenado, estar en un momento así quería que se lo tragara un agujero negro.
- ¡Claro que si quiero tonto Dorito! – Le dijo emocionada. – Dipper y Pacifica no pueden venir porque necesitan estar con el niño, y mi familia tuvo problemas con el viaje, parece ser que el abuelo Shermy necesita ayuda en casa. Mi tío Stan no puede venir porque está ayudando a Soos y a Melody con su bebé y el viaje sería muy cansado para él. – Explico. – Pero con que tú vayas, tan siquiera no será tan solo o no me sentiré como la única sin que tenga un invitado. – Sonrosándose de sus mejillas. – Gracias Bill. – Abrazando al demonio. – En serio es muy importante para mí.
- No hay problema. – Dijo sonrojado, aprovechando del contacto para corresponder su abrazo cálido.
Bill por un momento tuvo que cubrirse la mitad de su rostro, para que no viera sus mejillas cubiertas del rubor que se formaba. Estaba contento de que la gemela Pines lo haya invitado.
Sin perder tiempo se arreglaron para la ceremonia, Bill se había vestido con una camisa gris oscuro con un tramado, haciendo juego con una corbata amarillo canario con terminación dorada, un pantalón de vestir negro ajustado y unos mocasines de suela roja con puntas doradas en los lados de sus agujetas. Arreglo su cabello un lado cubriendo su parche de cuero, con el diseño de un triángulo invertido y una rueda con runas. Debía estar presentable para ella, pues era el día importante para aquella Pines.
Mientras terminaba de acomodarse la corbata colocando la pinza de prensa en forma de triángulo, que le regalo Mabel hace un mes. Vio las fotos encima de la repisa donde aparecía Mabel y Gideon muy contentos abrazados. Ver esas imágenes le provocaban celos, que termino volteando una poniéndola boca abajo.
- La haz hecho llorar. – Dijo.
En ese momento se abrió la puerta del cuarto revelando a una castaña alegre dar vueltas con su toga y birrete. Mostrando su cabello arreglado en rulos más formados y un maquillaje que resaltaba sus labios y su mirada avellana con el rímel y delineador. Entre unos zapatos de tacón para realzar su altura, llegando ahora por encima de los hombros.
- ¿Cómo me veo? – Acomodando la estola de color guinda. – Cielos no me decidía si llevar recogido o suelto el cabello.
- Te ves hermosa. – Soltó la palabra sin dudarlo.
- Ahmm... gracias, eso es... un cumplido muy bueno. – Dijo con las mejillas rojas.
En cuanto salieron del apartamento, el demonio ofreció su brazo para que se aferrada. Caminaban por las calles de la ciudad antes de tomar un taxi e ir a la ceremonia.
El demonio de los sueños aguardo sentado en una silla frente al auditorio del instituto, veía que todos llevaban algo para entregar al montón de mortales que estaban apilados en los asientos de enfrente. Pero no dejaría que esa chica se fuera sin algo con que demostrar. Salió un momento y se ocultó para después chasquear los dedos y hacer aparecer un hermoso bouquet grande de camelias rojas y rosadas, entre naranjas rojizos.
Llego justamente cuando estaban entregando los diplomas, el rubio se acercó al estrado cuando mencionaron el nombre de Mabel Pines, llamando la atención de varios compañeros de clases de la chica. La chica estaba terminando de saludar a sus directores y maestros, cuando lo vio parado ahí al demonio.
Sus mejillas se tiñeron de un rojo escarlata y muchos de sus compañeros chiflaban y aplaudían, entre chicas gritando y animando el momento. La castaña volteo a los lados pero vio que él seguía tendiéndole el ramo, sin comprender nada de la situación.
Agarro su presente y tomo de la mano a Bill para bajarlo con rapidez, estaba hecha un lío de colores en tonos rojizos. Durante toda la ceremonia no hablaron ni un momento, estaba sorprendida por el hecho de que el demonio le haya dado un ramo de flores.
Sus compañeras preguntaban si se trataba de su novio, pero ella solo se limitó a decir que eran solamente... ¿amigos?
Aunque había amigos cercanos de la castaña que habían hablado antes con Bill, el cual siempre contestaba diciendo: "Estrella fugaz y yo tenemos una relación libre." Claro sin que ella se enterada de esas conversaciones.
[Mabel PV]
La ceremonia de graduación termino de forma rápida y normal, aproveche para tomarme unas fotos con mis amigos. En mis manos sostenía el diploma y mis papeles de terminó de mi carrera. Una vez que termine de convivir con mis amigos, me acerque a Bill quien me esperaba en los jardines de la plaza. Miraba con añoranza este día, pero a lado de Gideon. Ambos culminando nuestros estudios, iniciando un futuro con planes de boda y vivir en una casa.
"A veces no son los planes que uno espera"
Íbamos a retirarnos pero un fotógrafo de esos que se cuelan a los eventos, estaba presente insistiendo en tomar una foto. Iba rechazar pero vi que se adelantó ese demonio, acercándose al sujeto y eligiendo un paquete de fotos. Se acercó a mí coloco un brazo alrededor de mis hombros, atrayéndome con cuidado cerca de su cuerpo. Colocando esa sonrisa... tan atractiva y brillante. No pude evitar ese color rojizo en mis mejillas traicioneras.
- Okey, sonrían y digan patata. – Dijo el fotógrafo.
Tres fotos diferente; una juntos, otra abrazados y una donde él me miraba. Bill estaba anotado la dirección de entrega, llegaría en unas dos horas el sobre con las fotos al apartamento.
Recuerdo que me llevo a almorzar en un restaurante, no entendía porque lo hacía. Llegamos al lugar y me retire la toga y el birrete que llevaba cargando desde que salimos de la universidad. Debía haberlo regresado, pero Bill me llevo de la mano sin soltarme un momento. En cuanto me lo quite lo vi todo ¿rojo de su rostro? Revise si no estaba mal mi vestimenta; había optado por un vestido amarillo claro de manga corta y escote en V con termino de volantes en la falda, y tacones negros.
- ¿Bill? Oye... ¿te sientes bien? – Pregunto preocupada.
- Te ves muy linda con ese color.
- Gracias, pero te quedaste muy mudo hace rato. – Sentándose en la mesa. – ¿Sabes que podíamos a ver pedido pizza? Sé que no te gusta estos lugares públicos.
- Estrella fugaz, no proteste. – Dijo frunciendo el ceño. – Celebrar en un lugar no es malo.
- De acuerdo, Dorito iluminati. – Tomando la carta. - ¡Dios! – Acercándose a Bill. – Oye Bill... seguro que no quieres pedir comida. – Viendo los costos de los platillos. – Esto eleva el costo de una comida normal.
- No, no quiero. – Dijo sin apartar la vista de la carta. – Puedes pedir lo que sea. Yo invito esto.
- Te va salir caro, Dorito Iluminati. – Dijo ella viendo la carta del menú.
- Una salida lo vale. – Musito.
- Para que se te quite pediré algo muy caro. – Inflando sus mejillas. – Tal vez los postres.
- No importa. – Respondió sonriendo de forma divertida en el asunto. – Esto es una forma de celebrar que culminaste una meta, señorita Mabel Pines; licenciada en diseño de modas.
- Me pregunto a veces ¿dónde quedo el cruel Bill Cipher? Ya sabes ese Dorito triangular flotante que planeaba dominar el mundo y tratar a la gente como basura, esclavizándolos y creando un caos a su dominio. – Menciono.
- Luego juego al Raromagedón, nuevamente. – Comento con una risa jocosa. – Hoy solo te permito privilegios humana inferior.
- De acuerdo. – Dijo con una sonrisa. – Me parece justo.
- En el siguiente Raromagedón participaras. – Mirándola fijamente con su ojo. – Estoy muy seguro.
- En tus sueños. – Aclaro la chica siguiendo su broma. – Sigue jugando al Raromagedón.
- Ambos jugaremos. – Respondió.
Entre risas y una plática animosa se llevó la pareja un buen rato de la tarde. Regresaron al apartamento caminando, aunque cierta parte del camino la castaña se cansó de los tacones y termino yendo descalza con la medias. Bill no se lo permitió y la cargo en su espalda, ella aferrándose como un koala. En cuanto entraron el rubio cayó de espaldas con la chica aferrada aun, cayendo en el sofá. Una serie de risas estruendosas y ruidosas sonaban entre ellos.
El demonio vio en el piso de la puerta del apartamento el sobro con las fotos, se levantó y las recogió viendo el paquete de tres fotos grandes. La gemela Pines se acercó y vio las imágenes, un momento que debería haber compartido con el albino o su familia. Pero en este caso fue con su ex enemigo.
"Solo es una fotografía de recuerdo, no estas metiéndote en más."
Me dirigí a la habitación de mi estudio, ese lugar que pocas veces había dejado a Bill entrar. Busque en un pequeño estante la botella que había guardado junto con Gideon, para beberla el momento que termináramos nuestros estudios. Tome las dos copas y me acerque a él. Mire la hora, todavía tenía tiempo.
Bill acepto sin problemas y abrió la botella volviéndomela a entregar. Serví en las copas y aproveche para echar en la suya la dosis. Se la entregue y vi que la bebió completamente sin sospechar. Pasamos el rato conversando y bebiendo en el sofá, toda la tarde.
Cuando dio las 8 de la noche fue en ese momento que me di cuenta, que no podía seguir bebiendo, más si no terminaba mi segunda copa de vino. Algo estaba mal... Bill debería estar tumbado. Más no dejaba nuestra conversación, hasta que comenzó de hablar de... planes.
[Narrativa normal]
- Estrella fugaz, deberíamos.... Abrir esa sección de la tienda. – Menciono. – La tienda de telepatía. – Comento. – Puedo predecir futuros y hacer mis tratos con los clientes, nadie sospecharía que hacen tratos con un demonio. – Sonriendo. – Ya sé el siguiente año la reabriremos, tendremos más clientes y tú podrás empezar a crear una línea de ropa. – Dijo emocionado el demonio. – Expandiremos el negocio y conseguiremos más empleados, ya no seriamos tú y yo... necesitamos un descanso, tendríamos trabajadores y clientes... dueños y jefes propios.
- Bill. – Le llamo mientras tomaba otro sorbo de la copa de vino. – Voy a regresar a Gravity Falls. Y puede que me quede a vivir allá. – Dando una mirada al demonio quien dejo de tomar. – Yo rente un apartamento y voy transferir la tienda en Oregón. Tal vez no tenga tanta popularidad que aquí pero, es un intento. Aparte resulta que él tío Stan esta mayor, y abra momentos que lo cuide cuando Soos y Melody tengan que salir. – Menciono con una voz de preocupación. – Lo que dijiste... sonaba muy plan de dos. Pero me temo que no se hará ese cometido. – Aclaro. – Descuida si estas preocupado por el apartamento, ya hable con la casera con lo del cambio del dueño. Para que no tengas que hacer mucho movimiento en los papeles. De todos modos te sabes las calles del derecho y al revés.
- Tienes razón. – Dejando su copa. – Pero también me se las del pueblo y sin mirar.
- ¿Bill?
- Iré contigo. – Dijo. – ¿Quieres regresar a Gravity Falls? vamos a Gravity Falls.
- Bill ¿y tus amigos?, sé que tienes amigos. No soy tonta. – Cruzando sus brazos. – Se diferenciar de un cliente a un amigo. Vamos conociste gente mientras estaba ocupada en la universidad y se que te gusta aquí, has estado aquí más de un año sin problemas.
- Lo sabrán manejar esos mortales, aparte su vida es efímera.
- Bill, el apartamento que rente es para uno. – Menciono. – No caben dos, ya sabes el espacio y eso.
- Sí caben dos. - Transformándose en triangulo – Yo dormiré en la esquina, ves no tendrías problemas.
- Bill.
- Te ayudare en la tienda. – Dijo, chasqueando sus dedos y volviendo a su apariencia. – Soy muy útil.
- Bill, lo que sucede es... que yo debo comenzar otra vida. – Comento levantándose de su asiento y dejando su copa. Se acercó y tomo una foto que estaba en la repisa. – Necesito dejarlo ir y empezar una nueva relación, comenzar de cero y no podré hacerlo si estás tú. – Viendo al demonio que no apartaba su mirada de ella. – Necesito conocer a una persona y salir... a citas. – Dijo. – Aparte no puedo conocer a otros chicos, si estas paseándote por el lugar, necesito mi privacidad.
- No necesitas aparearte con otros. –Dijo enojado. – Para llenar un hueco en tus sentimientos mundanos.
- ¡BILL! – Alzo con la voz molesta. – Hablo enserio, cuando te acepte vivir aquí en mi apartamento. Dijimos que solo sería momentáneo.
- ¿Momentáneo? Pensé que habíamos roto esa barrera hace un tiempo. – Levantándose. – Pensé que contenerme y evitar los roces en esta relación, no te lastimarían Pines. Y tal vez disminuiría la sensación de dolor en mi pecho cada vez que te veo. – Acercándose a la castaña. – No lo entiendes... y tú eras la que pones esa maldita barrera. Pensé que la había roto. – Dijo. – ¿Ibas a ir a tu fiesta de graduación? Sin mí y dejarme aquí.
- Eso no te importa. – Ladeando la mirada. – Mejor déjame en paz.
- Ibas a embriagarte y meterte con alguien, tener una relación a mitad de la noche un poco de sexo sin placer. – Dijo furioso. – Ibas a ver si funcionaba o no, lo sé porque fuiste al hospital. – Golpeando la pared. – Un método anticonceptivo antes del día, ¡¿te lo fuiste a colocar?! Querías protegerte.
- ¿Me espiaste? – Fulminándolo con la mirada.
- Eres muy descuidada en dejar la cartilla encima de la mesa. – Dijo. – Tú plan era emborracharme e irte cuando yo cayera en el sueño. – Acorralándola entre la pared y su cuerpo. – Pues te tengo una mala noticia, soy inmune a los somníferos y aguanto una enorme cantidad de alcohol. ¡Sorpresa! Olvidaste que soy aun un demonio.
- ¡Es mi vida! No puedes hacer esto. – Empujando su pecho.
- Gideon podía. – Dijo amargado. – No dejas de pensar en él, el cómo te amaba y te besaba. – Mirando fijamente a la castaña – No puedo reemplazarlo, no soy él. – Tocando su rostro. – He querido quemar esas malditas fotos, desde que las vi.
- Bill...
- Pero quiero estar contigo. – Dijo. – A donde tú vayas, te seguiré. – Se acercó cerrando la cercanía de su rostro con el suyo, rozando sus labios. – Estrella fugaz, no te dejare ir. – Sellando sus labios con los suyos en un beso insistente y forzado.
Mabel trato de separarse empujando su pecho, hasta que pocos minutos termino rendida en el beso. Correspondiéndolo y sintiendo sus labios moverse suavemente sobre los suyos. Aferro sus manos a su camisa apretándola y tirando de la tela. Sus roces se volvían calientes y rápidos. Bill mordió su labio inferior con menos fuerza, solo pidiendo permiso para profundizar el beso. El cual ella accedió entre abriendo su boca, sintiendo la lengua del rubio invadir la suya acariciando y creando una danza entre ellos.
Los suspiros y jadeos se escuchaban entre su beso. Un rubor encendió sus mejillas sintiendo su rostro, orejas y cuello arder. El demonio se inclinó y la sujeto de los muslos y la cadera apoyándola contra la pared de la estancia levantándola y obligando sus piernas a envolverlo de la cintura.
Su pelvis pegado a su entrepierna, una erección revestida tocaba su sexo. Llamando la atención de la pareja. Se separaron rompiendo el beso con un hilo de saliva uniéndolos y sus respiraciones mezcladas.
- Esto... es malo. – Respondió la chica sonrojada y con la mirada afligida y llena de pena. – Bill... estas en celo, no estas consiente.
- Lo estoy. – Besando sus labios. – Siempre lo estuve.
Mabel trago nerviosa viendo con sus ojos empañados al demonio, se sujetó de sus hombros levantando el dobladillo de su vestido y bajo sus caderas frotando contra el bulto de su erección sin apartar la mirada de él y gemir suavemente contra su rostro. El demonio la sujeto firmemente viendo sus acciones, disfrutando del roce de su entrepierna y la expresión excitada de la castaña. Aquella fricción entre sus sexos los hacía desearse, Mabel sentía su pequeña perla frotarse contra el bulto eréctil del demonio sintiendo sus pliegues humedecerse.
Ambos sentían aquel roce como un deleite en su placer y el inicio de un momento intimo entre ellos.
Sus labios rojizos con el tinte del labial, su mirada brillante y su pelo cayendo en un look sumamente seductor y sexy, sedujo al demonio rubio. Su pecho subía al compás de sus molidas tocándose entre sí con cada movimiento de cadera.
- Sigue... no te detengas. – Le animo a continuar en un susurro, gimiendo ronco. – Muévete despacio, Estrella fugaz, quiero sentirte en cada segundo.
Ella movía sus caderas frotando su sexo a través de sus bragas de encaje negro, por debajo de su vestido. Tocando ese punto caliente y resbaladizo de sus labios y su clítoris, presionando su erección lo más cerca que podía. Sentía las manos del rubio toquetear sus muslos y recorrer en una caricia su trasero redondo, en un apretón fuerte desgarrando sus bragas de encaje y en el masaje que le daba; la hacía sentir nerviosa y con un cosquilleo en su vientre.
Bill la recargo entre la pared pegando su cuerpo y frotando con insistencia su pelvis, embistiéndola contra la ropa en empujes fuertes y notorios que golpeaban su intimidad. Se acercó a besar su cuello con delicadeza saboreando cada rincón y provocando sonidos bajos y suaves en la chica, colocando una mezcla de mordidas y lamidas en su piel que la hacían tensionarse y relajarse de momentos.
Mabel llevo sus manos a su cuello y a la parte de su nuca acariciando sus cabellos rubios, gimiendo suavemente contra su oído.
Una serie de chupetones y marcas rojiza contra sus dientes dejaban en su piel lechosa. Finas líneas rojizas e hinchadas se marcaban. Bajo el cierre del vestido de la chica, teniendo que separarse de ella y dejarla nuevamente con los pies tocando el piso.
Se lo retiro de un tirón rápido y suave cayendo al piso, sin hacerle mucho daño. Viéndola con su lencería provocativa un brasier negro de encaje y listones dorados al igual que sus bragas, y con las medias de nylon negras que llegaban arriba del muslo. Estaba muy preparada para acostarse con alguien de su salón, pero él no la dejaría cometer su plan. Él la castigaría y le haría entender que la única persona que podría verla de ese modo, sería nada más él y ningún otro mortal o criatura.
Se deshizo de la corbata y la aventó en la habitación, abrió los botones de su camisa de un tirón mostrando un torso bien formado y parte de su musculatura. A pesar de ser demonio tenía buen físico es lo que admitía la castaña.
Mabel se sonrojo he intento ladear la mirada pues lo que hacían era demasiado íntimo, y su relación como amistad iba adelgazando hasta hacerse frágil.
- Hay que detenernos. – Dijo ella retrocediendo. – Esto no es bueno.
- No, quiero hacerlo. – Mostrando una mirada ambarina dorada. – Deseo estar contigo.
- Bill. – Sintiendo la cercanía del rubio. – Si esto continúa...
- Un celo no se interrumpe. – Besando la piel de sus hombros. – En primera yo deje de verte desde hace tiempo, como una simple amistad Estrella fugaz. – Colocando una sonrisa lobuna. – Eres muy distraída, cuando un demonio te corteja Mabel Pines. – Volvió a besarla atrayéndola de su cintura. Ella envolvió sus brazos en su cuello.
Besos y gemidos se escuchaban en la habitación de la sala, ropa regada en el suelo y el sonido de los amantes tocándose y amándose.
- Bill... no mires mucho. – Sintiendo la mirada atenta del rubio sobre su sexo. Su pecho estaba desnudo y cubierto de manchas rojizas en sus senos y parte de su abdomen. – Llevas un buen rato besando mi cuerpo y chupando, ¿Qué querías comerme?
- Solo estoy recordando el cuerpo de mi amante. – Colocando un beso en su monte de venus. – Marcando lo mío y haciéndote disfrutar del momento.
La castaña llevo sus manos acariciar el rostro del chico, tocando el parche con sus dedos. Soltó las cintillas que lo sujetaban y lo dejo caer, revelando un ojo dorado con la esclerótica oscura y la pupila más afilada.
- No te incomoda.
- No... - Acariciando su mejilla. – Quiero ver tú rostro.
- Grábatelo en tu memoria. – Besando su vientre con sumo cuidado. – Que ambos compartiremos juntos esta noche... nuestro propio caos.
Soltó un gemido fuerte y audible, cuando el lamio sus pliegues humedecidos con sus orgasmos previos y su excitación. Disfrutando de la sensación de su lengua húmeda tocando sus zonas sensibles, todo era nuevo en el sexo. Lo hacía con movimientos lentos de arriba hacia abajo, rozando en momentos su anillo rosado, sujetando su trasero con suavidad.
Se preguntaba ¿Cuánto tiempo había estado sin actividad sexual? Desde el fallecimiento de su prometido, no se había tocado ni salido con nadie en 3 años y medio. Y las pocas veces que lo había hecho con el albino no habían llegado a tan lejos, penetraciones anales y masturbación. Todo por el maldito cuidado cuando estaban en sus estudios universitarios.
Ahora estaba justamente en este momento disfrutando del acto lascivo y erótico. Junto a su ex enemigo quien la trataba con delicadeza, aunque le ganaba las ganas de ir rápido.
Bill lamia su perla rosada e hinchada, roces que provocaban que ella gimoteara y respirada pesado. Acaricio con sus dedos su entrada, introduciendo uno y después dos a la vez, moviéndolos a un ritmo lento sintiendo sus paredes vaginales apretarlos. Añadió un tercero y prosiguió a empujar y sacar de forma rápida, deslizando y frotando su vagina. Mientras le brindaba placer succionando y lamiendo de forma circular su clítoris.
Mabel soltó un grito que acallo mordiéndose el labio inferior. Sus piernas temblaban y sus manos se dirigieron a sus mechones rubios y dorados, apretando y tirando suavemente sin dañarlo. Escucho un gruñido por parte del demonio, aumento el ritmo de sus dedos tocando dentro un punto sensible en ella. La cual la hizo estremecer y soltar quejidos y gemidos altos, invadiendo su cuerpo en una serie de convulsiones y escalofríos placenteros. Al punto que sintió su segundo orgasmo esa misma noche.
- ¡Oh Dios! – Menciono jadeosa la castaña.
- Sabes muy deliciosa. – Lamiendo su mano y parte de sus pliegues.
Bill probó sus líquidos, bebiendo con avidez su flujo de sabor dulce. Subió hasta ella y coloco un beso en sus labios, para que ella degustase de su sabor. La chica sonrojada y tímida se probó entre los labios del demonio, pasando su lengua y emitiendo una pequeña sonrisa.
Ahora era su turno, el demonio había tocado y jugado mucho con ella. Viendo su ropa interior esparcida en la habitación y las medias rotas unidas junto a su vestido amarillo.
Mabel empujo a Bill al sofá gateando cerca de su cuerpo, besando su boca con ternura entre roces y besos cortos. Sus palmas acariciando sus pectorales, dando leves aruños y tocando su torso formado en un camino de abdominales marcado. Descendió colocando besos cada centímetro de su piel, escuchándolo suspirar y sentir su mirada sobre ella. Elimino la camisa empujando la tela, dejándola de lado en el piso.
Bill pasó un dedo sobre su labio inferior, viendo como lo atrapaba y lo chupaba suavemente. Las manos de ella fueron directo a sus pantalones desabrochándolos y bajando la bragueta, tocando encima de su bóxer. Beso la superficie de la tela y bajo el pantalón deshaciéndolos y tirándolos.
- Ansiosa. – Riendo burlonamente de la castaña, besando su mejilla.
- Cállate. – Dijo roja como una cereza.
- Solo es sexo. – Dijo. – Nos estamos satisfaciendo esta noche. – Mordiendo el lóbulo de su oreja.
- Tú y tu celo y yo mi necesidad por olvidar el pasado. – Dijo un poco molesta. – Joder Bill sabes arruinar un momento.
- Pero se revivirlo. – Besando su cuello. – Si acaricias aquí. – Llevando su mano a su ropa interior. Soltando un jadeo. – No parare de gruñir de placer y me tendrás muy loco.
- Te gusta aquí. – Acariciando su longitud.
- Sí. – Acariciando su espalda.
- Es fácil de excitar jeje. – Dijo. – Los demonios en su celo... apuesto que será un sexo normal.
- No es un celo normal. – Soplando en su oído. – Y lo sabrás en un segundo.
Mabel dejaba un sendero de besos de sus abdominales hasta la V que se forma en su pelvis. Tiro del elástico sorprendiéndose como salía su notoria erección; grueso y grande y con liquido pre seminal saliendo del orificio de su glande. Su expresión de nerviosismo lo demostraba, no era la primera vez que veía un pene. Pero ahora actuaba como su primera vez, como una puberta adolescente.
Sujeto el miembro con sus manos sintiéndose como una barra caliente y dura, masturbo suavemente el tallo, apretando y masajeando. Cubriendo sus dedos de aquel liquido levemente blanquecino goteando. Bill soltaba jadeos y suspiros fuertes, manteniendo el agarre en la cintura de la chica, dando masajes circulares contra sus dedos.
Ella fue un poco más rápido en sus movimientos en su miembro, escuchando los gruñidos y sintiendo su agarre atraerla, atrapándola en un beso apasionado. Minutos de tortuoso placer, antes de que él se viniera en su mano. Probó su semen, dando una lamida en sus dedos. Un sabor salado y un poco amargo.
El demonio miro toda acción de la chica, como tragaba seductoramente su semilla. Un movimiento brusco y la acostó sobre los cojines y el respaldo. Beso sus labios antes abrir suavemente sus muslos. Se acomodó frotando su cabeza contra sus labios humedecidos, lubricando su pene. Busco su mirada avellanada antes de comenzar a empujar contra su entrada. Hundiéndose en sus pliegues y desgarrando en su paso aquella membrana fina, que indicaba que aún era virgen de esa zona. Sorprendiendo demasiado al demonio de los sueños, al verla colocar esa expresión de dolor.
- ¿Estrella fugaz?... tú – Sintiendo lo estrecha y apretada de su vagina.
- Por f-favor... - Soltando unas lágrimas. – Solo sigue... ahh, ah, ahh.
- Tranquila. – Acariciando su nuca. – Es un halago hacerlo.
Bill entro por completo de una estocada, llevándose su virginidad en su paso. Espero a que la chica se acostumbrada, limpiando sus lágrimas y susurrándole cosas tiernas que jamás ella espero escuchar. Se aferró a su espalda y movió sus caderas indicándole que podría seguir. Tomo sus manos entrelazándolas y comenzó sus embestidas un poco rápidas, moviéndose entre sus cuerpos.
Los gemidos y suspiros suaves que ella emitía, eran un deleite sonando cerca de su oído. Un vaivén rápido y ardiente los unía, resonando sus sexos a través de golpes húmedos y fuertes.
- Tú interior es muy caliente.
- P-Pensé... que no iba a caber, era muy grande ¡ahh! – Sonriendo tiernamente la gemela. – Es muy duro... duele un poco.
- Pronto te acostumbraras. – Sintiendo los senos rozar con su pecho. Acomodo sus piernas en su cintura. Haciendo el contacto lo roces más pronunciados. – Es delicioso estar dentro.
- Bill... bésame.
- Te gusta los besos – Uniendo sus labios con los de ella. Creando un lucha por el dominio de sus bocas.
Largos minutos duraron en la que él subía la intensidad de sus embestidas y bajaba un poco, quería que la chica disfrutara del acto. Cambiaron de posición sentándose él con ella arriba de su regazo. Siendo guiada en sus empujes.
- Bill~ - Gimió Mabel, balanceando sus caderas sobre su eje. Aferrándose a su cuello.
- Mabel... ahh... - Embistiendo más fuerte en sus caderas, viéndola moverse al compás de sus movimientos, rápidos e intensos. Su pecho botando entre él suyo.
- Ahh... más, más Bill – Gimió alto la castaña cerca de su oído, tocando su punto dulce en su centro. – ¡Ahí!... justo ahí Bill.
- Te gusta mi amada, cuando toco tu apretado sexo. – Aferrándose a sus caderas. – Eres tan estrecha y resbaladiza. – Llevo sus labios a lamer su cuello y mordisquearlo. – Quiero marcarte. – Rozando su piel con sus dientes.
- Bill.... - Cerrando sus ojos y dejándose guiar por el momento de lujuria. - Puedes correrte, n-no hay problema.
- ¿Segura? – Dijo el demonio extrañado de su petición, ya que pronto llegaría a su clímax.
- S-Sí... tengo inyección, es seguro.
- No habría problema, sí pido más de ti. – Colocando besos sobre su pecho. – Te llevare a la cama.
- Pero... - Dijo un poco insegura en hacerlo en la cama, pues los recuerdos de su antigua pareja aún se mantenían en su memoria.
- Mabel, tranquila. – Depositando un beso en su frente. – Jamás podría reemplazarlo.... Pero déjame amarte, Estrella fugaz.
- Bill.
- Te amo. – Besando sus labios. – Quiero demostrarlo, cada noche y cada día. Verte rendida en mis brazos y despertar viendo esa sonrisa tan extrañamente alegre, que me hace sentir lleno de euforia.
Mabel asintió y dejo que Bill continuara, al punto de que él se corrió dentro liberando su líquido caliente dentro de su cuerpo. Cayó rendida en su pecho, intentando regular su respiración. Salió de ella e hizo lo que le había dicho, llevarla a la habitación. Donde reanudaron sus caricias y los besos fogosos y febriles. Haciéndolo uno y otra vez.
Golpeteos de la cama, aumento en la temperatura y los sonidos lascivos de los gemidos y gritos de la pareja.
- Bill... - Le hablo afónica y entre gemidos sintiendo las embestidas fuertes y sus piernas alzadas a más no poder con el demonio impulsándose con el colchón y el respaldo de la cama. – Pon... una almohada. – Dijo sonrojada de la vergüenza por los golpeteos del respaldo que retumbaban en la pared vecina del apartamento. – Dios... nos escucharan, ahhh~.
- Mabel... deja que escuchen. – Sonrió divertido y jadeando con el rostro perlado. – Quiero que sepan que eres mía y que un demonio te está cogiendo, sintiéndose envidiosos de que yo disfrute una deliciosa mujer... como tú. – Mordiendo con suavidad su cuello. – Deja que escuchen todo.
- Pervertido... ¡Ahhh! – Sintiendo ir más rápido. - ¡BILL!
Sin importar que dijeran los vecinos al día siguiente. Al demonio le valió un bledo la petición de la gemela. Ambos disfrutando de su relación íntima.
La mañana siguiente cayeron rendidos acurrucados en la cama, abrazados y con marcas de su reciente actividad de anoche. Mabel había despertado adolorida, como si hubiera tenido un bangover cuando hacen una terrible orgía de varios hombres con una sola mujer.
Su cuerpo cubierto de hematomas y sus muslos y caderas doliéndole a un mar de dolor muscular. Bill no había tenido piedad con ella, teniendo sexo en diferentes posiciones que ni sabía que existía la pobre joven.
Sabía que tendría que darse una ducha y lavar las sabanas antes de irse y hacer las maletas y guardar algunas cosas para la mudanza. Pero en ese momento... dudaba entre levantarse o quedarse en la cama.
Se sentó en la orilla de su cama y cayo directito al piso. El demonio escucho el sonido y se levantó como si nada viendo a la chica de rodillas en el suelo y sus manos intentando inútilmente sostener su cuerpo desnudo.
- Tan temprano rezando. – Dijo en tono burlón.
- No estoy rezando, tonto Dorito. – Intentando moverse ante la sensación de algo escurrir en sus muslos.
- Tenemos una cascada lechosa cayendo y derramando el piso.
- Pervertido, no puedes decir otra cosa. – Dijo avergonzada cubriendo su intimidad. – ¿Puedes voltearte?
- Fue tu primera vez conmigo, en esa zona. – Sonriendo. – Pensé que Pentagrama te había reclamado, por todo del asunto del embarazo.
- Nunca lo hicimos... - Dijo ella. – Lo de ese asunto es porque... Gideon estaba preocupado de que hubiera entrado lo derramado por esa zona.
- Sí sabes ¿Qué es copular y liberar adentro?
- Sí, y cállate. – Dijo con las mejillas rojas. – Éramos primerizos.
- Anal.
- Cierra la boca.
- La segunda entrada la usan cuando no están seguros de tener engendros. – Menciono sin tanta emoción. – En este caso... ¿es doloroso? ¿Por eso no eran activos?
- ¡BILL! – Grito molesta, intentando levantarse. – Cierra la boca, no quiero hablar de eso.
- Gideon y tú lo hacían seguido.
- No te importa. – Dijo ella molesta, odiaba tocar temas de su antigua pareja.
- Estrella fugaz, ¿tú quisieras tener descendientes? En algún momento. – Pregunto curioso por saber su respuesta. Se pasó a lado de la cama quedando a su costado en espera de una respuesta. - ¿Hijos? ¿Un bebé?
- .... – Dio una mirada de reojo antes de decidir su respuesta, su relación con Bill apenas iba iniciar, pero no podía asegurarle de que esperaría algún día un hijo de él. – No estoy lista. – Menciono. – Jamás lo he estado...
- Ningún humano está listo. – Dijo Bill, abrazándola por detrás para atraerla en su pecho y recostarla en la cama. – Respetare esa respuesta.
- ....No hablemos más del tema. – Comento ella. – No menciones tampoco nada de Gideon, al igual que yo... evitare mencionarlo. – Cerrando sus ojos y liberando dos gotas que descendían de sus mejillas.
- Mejor planeemos como abandonar este lugar. – Dijo Bill en medio de susurro. – Y la posible reapertura de la tienda en el pueblo.
- Tienes razón. – Sonriendo. – De eso podemos hablar.
- Mabel... - Le llamo alzando su rostro.
- Sí... - Viendo a Bill cerca de su rostro.
- Te amo. – Viendo a la castaña sobre encogerse con las mejillas ruborizadas. – Tengamos... una relación.
*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*
La pareja había regresado a Gravity Falls, llevaban más de siete meses viviendo en el pueblo. Estaban casi en los inicios del mes de febrero. Mabel se encontraba con su amiga Candy en su apartamento, estaban conversando acerca de cosas que sucedían en la vida de sus amigos. El tema de conversación de ese día era el segundo y el tercer hijo de su hermano gemelo. Pues para la suerte de Pacifica, había tenido mellizos hace cuatro meses atrás.
- Los hijos de Dipper son muy rubios. – Dijo Candy. – Lo que son los genes.
- Pero de tan solo recordar que tienen su nariz rosada. – Dijo Mabel lanzando un suspiro. – Dios van a tener más las características de Dipper, que de Pacifica. No lo digo por la apariencia.... – Ahogando un gemido frustrado. – Solo espero que no hayan heredado su manía por morder plumas y lápices. ¡Imagínate! Su afición por lo paranormal.
- Tyrone se parece a Dipper, pero tiene más la personalidad de Pacifica y la actitud del tipo triangular. – Dijo Candy. – Ya sabes... Bill.
- Es que Pacifica deja a Tyrone aquí los martes y jueves para cuidarlo, y Bill lo ha estado... digamos moldeándolo a su modo. – Comento. – Yo le dije a mi hermano; sí quieres que Bill no le enseñe cosas malas, que deje de pedirle que lo cuide.
- Es cierto, Bill lo he notado mucho detrás de Tyrone. – Dijo Candy. – Actúa como si fuera su hijo. Muy paternal y eso es raro.
- El otro día no quería regresarlo. – Dijo Mabel. – Tuve que quitárselo, pero la pague severamente... en la noche. – Sonriendo algo despreocupada. – Gracias a dios... sobreviví.
- Mabel.... Te enojarías mucho si te pregunto algo.
- No, ¿Qué es lo que quieres preguntar?
- Bueno... - Tosiendo un poco. – Tú y Bill son.... ¿Novios y viven juntos? Correcto.
- Algo así. – Dijo Mabel. – Es difícil de explicar, pero lo somos.... Hasta donde se no ha cambiado nada. Solo tenemos ciertas rutinas ya sabes; ir al trabajo, ir de compras... preparar el desayuno, incidente con sexo, preparar la comida, sexo porque estábamos un poco juntos esa vez, preparar la cena cada vez que nos turnamos, sexo porque quisimos compartir... agua y más sexo... ejem antes dormir creo.
- Cielos... - Dijo Candy sonrojada. – Bueno... pero mi pregunta... diablos es algo incomoda.
- ¿De qué hablas? – Dijo Mabel. – Casi nuestra relación fue así, o es lo que hacen los novios o amantes.
- Bien, lo que quiero llegar es.... – Viendo a la castaña. - ¿Por qué no dar un paso más?
- ¿Cómo un paso más?
Candy se acercó a Mabel como si fuera a contar el secreto más importante del mundo.
- - Te ha pedido... ¿matrimonio? – Pregunto la asiática.
- - Pero que dices Candy. – Soltó una risa la chica. – Muy buena esa, pero no. Él es un demonio.... Jamás pediría eso, eso lo volvería ¿más humano o vulnerable? Hasta donde sé de mi hermano... no podría pedir eso Bill, posiblemente pida dominación mundial.
La chica de cabello azabache miro a su alrededor, aunque la castaña no lo admitía había fotos de ellos dos y de su familia. Y estaba muy segura que Bill no dormía en un rincón o en el sofá. A pesar de que sabía que la gemela tenía relaciones íntimas.
- Yo pensé que a lo mejor, veía una boda cercana. – Dijo Candy con la mirada entrecerrada.
- No creo que esté listo. – Dijo Mabel – Ni yo tampoco. Es algo precipitado que diga eso.
- ¡¿Pero qué rayos dices mujer?! – Dijo la chica, dando un golpe en la mesa y acomodando sus lentes por el movimiento brusco. – Mabel tienes... ¡24 años! Y has estado viviendo con Bill casi alrededor de dos años. No crees que es suficiente tiempo para decidir avanzar en su relación.
- Mm... no. – Dijo. – Candy, no todo esto es de decir "sí, acepto". – Comento. – Una relación lleva tiempo y aceptar a Bill y... tratar de olvidar un poco mi pasado, es algo difícil. Sabes, no es fácil comenzar una nueva relación y amar a alguien. – Agachando la mirada. – Bill me ha tenido paciencia, y sé que no es justo lo que hago. Pero el comprende la situación. – Dijo. – No estoy segura si él desea quedarse, más adelante... pienso que todo esto es solo momentáneo.
- Eres complicada Mabel – Dijo la chica cruzándose de brazos. Antes de que sonara su celular viendo el remitente. – Oh cielos, llego antes a recogerme. – Dijo la Azabache. – Mi novio llego, nos vemos. – Despidiéndose de la castaña. – Salúdame al Dorito cuando regrese.
- Lo haré.
En cuanto se fue la azabache, Mabel recogió las tazas y los platos vacíos de las galletas que hizo. Recordando un poco lo que dijo su amiga, ¿estaría lista para dar un paso más?
No se imaginaba a Bill proponerle matrimonio o tener algo más aparte del sexo o el afecto.
De repente sintió un cólico terrible invadirla nuevamente y los mareos, eran su quinto cólico esta semana e iba en aumento. Saco su libreta y reviso cuando fue su último periodo. Suponiendo que ya llevaba tiempo.
- ¿Eh? – Viendo en su calendario. – Sera el efecto del anticonceptivo todavía. – Revisando su celular antes de agenda una cita con el ginecólogo. – Dios que dolor.
*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*
Una mañana se levantó temprano la castaña, abrigándose bien y cubriéndose su cuerpo. Aprovecho que Bill seguía dormido, no quería que se enterada de su ida al hospital. Espero pacientemente en la sala de espera del hospital, afuera de los consultorios. Una de las enfermeras la llamo al consultorio 9, estaban revisando su registro de métodos anticonceptivos y la sintomatología que traía. Antes de que una de ellas sospechara y le asignara otro número para el consultorio 8 de enseguida, llevando su expediente médico. No era la primera vez que había venido con ellas, por lo general ellas les decían sus periodos de descanso, pero ahora ninguna dijo nada.
Nerviosa pensaba que en la nota de enfermería y en la médica indicara algo grave. Regañándose mentalmente que no debía abusar de los anticonceptivos hormonales.
- Y si tengo... un desequilibrio. – Dijo ella nerviosa.
De repente se abrieron las puertas y salió una doctora de aspecto de edad mediana, pelo platinado con mechones cafés. Y con un aura que desprendía confianza.
- Mabel Pines. – Le llamo la doctora desde el consultorio 8.
La castaña entro al lugar y se volteó con el rostro preocupado, hablo sin pensarlo.
- ¿Y bien? – Pregunto la castaña. – ¿Es un descontrol hormonal?
- Tome asiento. – Señalando la silla, mientras la miraba un poco seria, revisando las notas que le pasaron y sus métodos. – Antes de empezar, aquí dice que usted ha estado utilizando como método anticonceptivo las inyecciones hormonales de la inhibición de progesterona y estrógenos.
- Sí, cada tres meses me las pongo. – Dijo Mabel. – Turno un poco con... condones y parches tópicos. Doy descanso de un mes y vuelvo a la rutina.
- ¿Por cuánto los ha usado?
- Un año y medio, aun cuando no empezaba actividad sexual. Y siempre he tenido periodos de ausencia en mi menstruación. – Dijo. – Pero ahora, se atrasado más de lo normal.
- ¿Y eso sería?
- Tres semanas. – Comento. – Me dijeron las enfermeras que a veces puede haber inhibición de la menstruación, y alteración hormonal. Pero me dijeron que no iban a ponerme la dosis que me tocaba por lo que seguí mejor con los condones. Pero... comencé con dolor y revise mi calendario nuevamente, se supone que si no tengo la dosis, regresaría ¿o no? acaso ¿Es normal que haya retraso de más?
- Sí, ocurre en algunos momentos. – Dijo la doctora. – A veces puedes estar estéril por 6 meses en algunos casos o hasta un año entero si abusado continuamente. – Comento. – Pero no creo... la mayoría se embaraza en cuanto lo dejan el tratamiento.
- ¿Cree que este enferma?
- ¿Por qué piensa eso?
- Supongo que he abusado. – Aclaro. – No he dado un tiempo, he tenido dolores entre cólicos y mareos.
- Cólicos y mareos. – Escribiendo las notas clínicas en la computadora. – Señorita ¿Tiene una pareja fija? Un novio o tiene una rutina casual con algún chico.
- -Bueno... es quien digamos con un chico que vive, en mi apartamento.
- ¿Son pareja?
- Más o menos... pero sí. – Dijo tímida.
- ¿Con él lo hace o hay otro chico? ¿Tiene más parejas sexuales?
- Solo con él.
- ¿Cuántos coitos tienen?
- ¿Qué?
- Relaciones íntimas, ¿Cuánto veces tienen?
- Unas cuatro o tres veces en la semana. – Colocándose roja de sus mejillas. – Pero hemos tenido cuidado, ni una sola vez se ha roto los condones... tal vez hemos tenido, sexo oral una que otra. Pero no me trago su... semen. – Sintiéndose como un confesionario. – Bueno provee un poco, pero fue hace tiempo.
- Señorita Pines, si sabe que el sexo oral tiene sus repercusiones, claro si él y usted no tienen infecciones pero igual, nada tiene que ver con ese asunto. – Haciendo un ademan con su mano. – Tranquila no la estoy regañando, solo son preguntas de su relación. Hay que cuidar la salud de los dos.
- Sí.
- Me hubiera gustado que su pareja estuviera aquí.
- ¿Por?
- Para pasarle la información de los métodos anticonceptivos y la educación sexual en pareja, a la hora de tener sexo. Deben de tener cuidado y sus consecuencias. – Dijo. – Cuando uno lleva tiempo con su pareja, este también participa en las decisiones de su relación. – Comento. – Y usted Mabel Pines, dejo de estar en el cuadro de protección y oportunidad de pareja al tener uno fijo. Eso entraría en bueno, la planificación familiar. Pero es necesaria la comunicación entre la pareja. Ya sabe para elegir un método más sano y la posibilidad de evitar un... ajem embarazo.
- De acuerdo....
- ¿Algún otro síntoma? Aparte de los cólicos y mareos. – Menciono.
- Aumente de peso esta semana. – Dijo. – Me dijeron que las inyecciones aumentan 2 kilos al mes.
- Correcto, si no se tiene una condición física para quemar grasa, tiende a crear masa adiposa en ciertas zonas. – Explico en un dibujo. – Suelen generar en antebrazos, costados y muslos.
- Ya entiendo. – Dijo. – Pero hago ejercicio, salgo a correr todos los días.
- Eso es bueno, pero le recomendaría horita algo menos pesado. – Tecleando su computadora. – Sugeriría una caminata o yoga simple.
- Creo poder hacerlo.
- Mmm... le hare una nota para exámenes de laboratorio en urgencias. – Escribiendo en notas médicas. – Y le agenda una cita para mañana un poco antes del mediodía. – Menciono. – Hasta entonces no más parches ni píldoras y absténgase del sexo.
- N-No... lo hemos hecho. – Dijo sonrojada.
- Claro no lo han hecho. – Colocando una media sonrisa. – una chica con una sonrisa y que se preocupa por su ciclo... se me hace que, no son más de una vez.
- ... - Mabel se quedó muda ante esa respuesta.
- Dígale a su pareja que si la quiere ver saludable. – Soltando una risita cantarina. – Que no tengan relaciones sexuales hasta descartar su "posible quiste ovárico".
- ¿Quiste ovárico?
- Sí. – Dijo. – Y rece que no sea eso.
- Esperemos que no, doctora.
Mabel se mantuvo callada de su ida al hospital aguardando el resultado, al día siguiente hizo lo mismo solo que espero que Bill se adelantara abrir la tienda. Diciéndole que en unas horas lo alcanzaba. Espero la hora acordada evitando que el demonio levantara sospechas. Igual espero en el consultorio y fue llamada por la doctora.
- Mabel Pines. – Llamo la doctora del consultorio 8.
- S-Sí – Respondió la castaña un poco nerviosa, entrando al consultorio de ginecología.
- ¿Te dieron los resultados?
- Sí. – Entregando el sobre con los resultados de laboratorio.
- Tome asiento. – haciendo un ademan para que se sentara en la silla.
La chica estaba nerviosa jugando con uno de sus mechones de cabello, mientras miraba a la doctora sostener sus resultados y revisarlos con una mirada exasperante. Luego la vio asentir y levantarse para acercarse al fondo y abrir la cortina donde estaba la camilla clínica. Predio un monitor de tamaño grande; una máquina de ultrasonido. Acerco la silla y llamo a la chica.
- Señorita Pines, puede acostarse aquí y descubrirse el abdomen.
La castaña obedeció y se recostó en la camilla, se abrió cuatro botones de su suéter y levanto su blusa rosa. Llena de manchas de pintura textil. Se avergonzó por no ponerse otra blusa tras su salida repentina del apartamento, no quería que Bill le preguntara a donde iría, tampoco lo quería preocupar si llegara de tratarse de un quiste o un problema de salud.
La doctora le coloco una cantidad de gel conductor de color agua marina sobre su piel, esparció un poco con el mando del transductor vaginal. Poniendo presión en su abdomen lo movió a los lados y con el teclado de la computadora iba colocando secciones de las imágenes, anotando cada medida y la nomenclatura que ella colocaba.
Cuando termino de medir la zona, volteo la pantalla del monitor y prendió el sonido de la bocina, escuchándose unos latidos fuertes y el sonido del líquido presente.
- Señorita Pines, bueno con base a los resultados de la química sanguina que se tomó en la muestra de biometría hemática y en su urea. – Dijo. – Usted presenta la hormona gonadotropina coriónica humana, en estado positivo.
- ¿Hormona? – Colocando una expresión sin entender lo que dijo.
- Mabel Pines, dile hola a este pequeño ser que llevas dentro. – Volteándose a la pantalla. – Pequeño dile hola a tu futura mamá.
- ¿Mamá?
- Felicidades usted está embarazada. – Comento. – Tienes aproximadamente según los cálculos y el tamaño del feto, dos meses y medio. Oh como podría decirse 12 semanas de edad gestacional.
- Estoy embarazada... - Viendo el pequeño ser del tamaño de una ciruela.
- ¿Puede escuchar ese corazoncito? – Dijo la doctora acomodando sus lentes. – Tiene 141 latidos de frecuencia cardiaca fetal. Eso es muy bueno.
- Latidos...
- Aun es pequeño para saber el sexo. – Sonriendo. – Pero parece ser un pequeño muy saludable, a pesar de haber tenido actividad y ese descontrol de hormonas. – Menciono.
- Muy pequeño. – Viendo el monitor con su mirada empañada, había sido irresponsable en sus cuidados y estaba comprometiendo a un riesgo mayor en la vida que iba creciendo. – Soy... una tonta. – Comenzó a sollozar la castaña, llevándose sus manos al rostro.
- ¿Señorita?
- Estuve tomando medicamentos por mis mareos, pensando que era una infección. – Soltó un quejido lleno de tristeza. – Aparte yo... me había hecho una prueba casera, había salido negativo en dos cartuchos. – Derramando lágrimas. – Pensé que solo era descontrol hormonal... pero no lo es.
- Bueno a veces las pruebas no dan certeza en sus resultados, y la sensibilidad de la hormona no aparece. – Explico. – Pero, que hayas tomado medicamento o hayas hecho movimientos no propios, no signifique que este dañado.
- Pero... - Viendo la imagen. – ¿Y si algo sucede? No he tenido cuidado en un embarazo... es mi primera vez. Yo deseaba un bebé... pero. – Recordando a su antiguo novio Gideon. – Justamente a sucedido y no he tenido cuidado, no... quiero, no quiero perderlo por un descuido inapropiado.
- Señorita Pines, no es una tonta. – Tomando su mano para brindarle apoyo. – A todos nos pasa la primera vez que planeamos tener un bebé o no lo planeamos. – Comento. – Usted es responsable, desde que entra en este consultorio ya empieza a tener interés en este pequeño y en su salud. – Dijo. – No todos llevamos un control prenatal perfecto.
Acercándole un pañuelo para que limpiara las lágrimas. Mientras seguía moviendo el mando para darle una buena imagen del embrión.
- Mire tiene una buena medida, el LEM es de 10 cm. – Señalando la longitud. – Algo pequeño, pero bueno en su desarrollo. – Dando capturas de imagen. – Que haya tenido actividad sexual, tomado medicamentos o hecho una actividad que ocupe mucha energía. No signifique que el feto este lastimado. – dijo. – Su bebé está bien y va crecer, claro si da seguimiento ahora en adelante sus consultar prenatales. Así que diga hola y recíbalo con cariño.
- Hola, pequeño o pequeña. – Dijo Mabel dando unas inhalaciones y controlando sus lágrimas, para embozar una sonrisa. – Soy... tu mamá.
- Mírelo está ahí, aferrándose a una nueva vida y estando seguro que su mamá y su papá lo querrán mucho.
En ese momento deseaba la castaña tener enseguida sosteniendo su mano el contacto de aquel demonio. Pues era un momento sensible para ella.
Estuvo un rato escuchándolo hasta que la doctora dio fin y apago el monitor imprimiendo la foto del ultrasonido. Limpio su abdomen y se dirigieron al escritorio, para revisar más de fondo sus exámenes de laboratorio.
- Señorita Pines, esta anémica y veo que tiene 10 g/dl en hemoglobina. – Menciono. – Por eso tiene constantes vómitos y su pérdida de apetito y cansancio se debe a que necesita cambiar su alimentación. – Escribiendo recetas. – Le voy a recetar un suplemento vitamínico B12 para subir la hemoglobina, también le daré ácido fólico y un antiemético para inhibir los vómitos y no dañar el feto. Un tratamiento de Domperidona ayudara a tratar las náuseas y evitar que se agrave una perdida electrolítica en su cuerpo.
- De acuerdo. – Sintiéndose nerviosa y emocionada.
- También deberá comer legumbres, espinacas, acelgas y algunas frutas que le permitiré recuperar sus nivel de proteínas y vitaminas para la turgencia en la piel. Ya que durante el embarazo suele haber incremento en retención de líquidos. – Dijo. – No queremos que tengas edema y termines hinchada de tus brazos y piernas.
- Ehmm... sí.
- Y te daré reposo, para recuperar esas energías. El primer trimestre del embarazo es el más difícil y problemático, ya cuando vayas en el segundo te sentirás como si nada.
- ¿Reposo? No puedo salir a trabajar.
- Oh, no, no, no. – Le regaño. – Usted descansara y reposara en su casa, nada de esfuerzos. Lo que queremos es que se recupere, no que se agrave.
- Tiene razón.
- Y vas a poner consulta para el siguiente mes. – Dijo. – La veré en su siguiente consulta, esto es suyo. De preferencia tráigalo para dar seguimiento a la edad gestacional
- Es tan pequeño. – Dijo la castaña viendo con añoranza la imagen del ultrasonido.
Mabel caminaba por las calles del pueblo dándose caricias en su vientre, se sentía estar caminando en las nubes, estaba tan feliz desde que salió del consultorio del hospital. Pero de repente la preocupación y las dudas la atacaban nuevamente pensando en cómo darle la noticia al demonio. Pues su relación se basaba un noviazgo sencillo y sexo sin compromisos. En ningún momento habían decidido en dar un paso más adelante. Ahora todo de lo que había hablado con Candy le caía como un balde de agua fría en la cabeza.
El miedo la invadió y la inseguridad de su relación. No sabía cómo reaccionaría Bill ante este tipo de noticias. En ningún momento habían hablado de una relación más formal y seria, como el casamiento y o tener un bebé.
Llego al edificio de apartamentos y subió el elevador, camino al pasillo del cuarto piso y saco sus llaves solo para encontrar abierto. Se sorprendió que estuviera abierta la puerta, pero un olor rico a café lleno sus fosas nasales y el cálido ambiente del apartamento la envolvieron calentando su cuerpo.
Entro y vio a al rubio sentado en el sillón dormido con un libro en la mano. La castaña se acercó y tomo una manta cerca para cubrirlo. De repente sintió la presión de unos labios sobre los suyos, rozando suavemente en un beso tierno. Se separó encontrándose con el rostro de él sonriendo de lado.
- Cerré temprano la tienda. - Tomando suavemente su cintura para atraerla y sentarla en su regazo. – Espero que no te molestes, Estrella fugaz. – Colocando suaves besos en su rostro. – Aparte es casi fin semana, no viene nadie. No caería mal que decidamos pasar un rato por la tarde.
- Bill. – Apartándolo y deteniendo sus cariños. – Necesitamos hablar, es importante. – Se levantó antes de tomar un respiro y una leve inhalación, desde que entro al apartamento había puesto su mente en blanco, para que no leyera sus pensamientos.
- ¿Qué sucede?
- Bueno... yo – Llevo sus manos a sus pantalones para secarse el sudor. – No es fácil decirlo.
- Si fue porque tú planta favorita se murió, te digo que fue un accidente. – Dijo un poco resentido. – Está bien, me comí tú helado de reserva. Y tal vez la crema batida y rompí por accidente el despertador.
- ¡BILL! – Le alzo la voz. – Era un regalo de Candy ese despertador de gatito.
- Hacía mucho ruido. – Dijo. – Odio el sonido de maullidos a las ocho de la mañana.
- Bueno, yo no quería hablarte de eso. – Dijo cruzándose de brazos. – Lo que iba decir es importante, y quiero que me escuches. Es un tema muy delicado... aparte, tiene que ver con lo de Gideon. – Sonando un poco triste.
- Gideon. – Frunciendo el ceño. Sabía que todo tema relacionado con el albino podría nuevamente adelgazar la línea de su relación o volver a una pelea. Odiaba a Pentagrama con todo su ser, si tan solo ella no hubiera estado en una relación seria con ese sujeto. Sí solo se hubiera dado cuenta que le gustaba esa chica desde hace tiempo, sin tan solo hubiera regresado a tiempo, la buscaría y le diría lo mucho que la ama, antes que él.
Mabel se sentó en una silla cerca de la mesa esperando que Bill se sentara en la otra, lo vio levantarse y acercarse temeroso. Pues temas relacionados con su ex difunto prometido, eran incomodos y un tabú en su relación. Pero si no aclaraba en este momento seguirían sufriendo más adelante.
- Bill... esta mañana yo fui al hospital. – Hablo en tono serio. – También ayer fui pues tocaba mi revisión de métodos anticonceptivos. Según era para ver si mi esquema y dosis estaban bien, ya que tuve un problema al no tener mi regla activa y presentar muchos cólicos ayer entre vómitos. – Dijo. – Antes de que digas algo, yo sospechaba si estaba embarazada. – Menciono viendo el rostro de Bill tornarse un semblante serio. – Compre dos pruebas de embarazo, ambas dieron negativo.
- Entonces no estas embarazada. – Dijo. - ¿Estas enferma? – Sonando preocupado, al recordar como su amigo Seis Dedos se deterioró en tan solo dos años por el cáncer. – ¿Estrella fugaz es grave?, podemos hacer un trato... - Tomando su mano. – Podría curarte.
- Espera... déjame terminar. – Tratando de calmar al rubio. – No estoy enferma, bueno eso pensaba ayer... me realice unos laboratorios y... fui con la ginecóloga. – Tomando su bolsa y sacando la pequeña foto que le imprimió, la sostuvo contra su pecho antes de mostrársela.
- ¿Qué es eso? – Señalando lo que traía en sus manos con curiosidad.
- Bill, cuando yo estaba con Gideon. – Comento. – Teníamos un futuro, íbamos a graduarnos de la universidad, empezar mi negocio y él con el suyo. También planeábamos casarnos y tener en un posible futuro hijos.
- Lo sé. – Apretando los puños. – Mabel, no te he pedido que lo olvides... - Siendo interrumpido.
- Shh... espera no he terminado no interrumpas. – Le regaño. – A lo que quiero llegar es... que desde que decidí comenzar una nueva relación y abrir nuevamente, una parte de mi corazón. - Soltando otro suspiro. – Fue también que decidí darte una segunda oportunidad, para conocerte. – Sonrojándose levemente. – Yo la verdad jamás me imagine salir con mi ex enemigo, de todas las relaciones fallidas en la que salí lastimada.... Esta ha sido una gran odisea. – Menciono. – Porque sé que no fue fácil perdonarte, por lo que hiciste en el pasado. Tampoco fue fácil volver hablarnos y tratar de convivir en un solo lugar, en corta estancia. – Tomando su mano. – Pero a veces me pregunto.... Si no hubiera vuelto hablar contigo, si no nos hubiéramos reencontrado, si no hubieras llegado en esa noche de lluvia a mi apartamento y me propusieras un trato para darte alojo. – Sintiendo las lágrimas caer. - ...Tal vez no hubiera vuelto a experimentar estos sentimientos, ni el amor.
- Estrella fugaz.
- Bill... – Colocando la foto en la mesa. – Yo fui con la ginecóloga a ver mi problema, debo decirte que mi método anticonceptivo fallo. – Colocando un sonrisa temblorosa. – Yo estoy embarazada, y espero un hijo tuyo. – Soltando un sollozo. – Entiendo si tú no quieres porque es precipitado.... – Fue interrumpida viendo como el demonio se levantaba y la abrazaba con delicadeza, besando sus labios temblorosos, antes de separarse y reír francamente.
- Sí lo quiero, sí, sí lo quiero. – Leyendo su mente. – Estás embarazada, tendrás un hijo mío. Algo hecho contigo. – Susurro cerca de su rostro. – Te amo, te amo, te amo, te amo.... no digas que no lo quiero, no digas cosas tontas de que no deseo un saco de carne, sí quiero estar a tú lado y cerca del pequeño Cipher. – Besando sus mejillas. – Quiero vivir junto con ustedes, me has dado una familia Estrella fugaz. – Tocando su vientre. – Este pequeño que crece, y será un demonio.
- Apenas me entere que tengo solo 12 semanas de edad gestacional. – Sonriendo. – No sabes la enorme sorpresa que me lleve y el miedo, sin saber que estaba embarazada.
- ¿El pequeño está bien? – Poniéndose un poco pálido, al recordar sus sesiones de sexo intenso en el dormitorio. – ¡Por Axolotl! Los movimientos bruscos.
- Yo también pensé lo mismo, al igual que los medicamentos que tome y... el té. – Dijo un poco asustada. – ¡Dios el té! – Sonando preocupada.
- Tranquila eso no lo matara. – frotando su vientre. – Este pequeño es fuerte. – Inclinándose para apoyar su oído contra su vientre. – Se escucha un latido. – Menciono.
- Bill, tiene 12 semanas.
- Tengo los oídos sensibles, Estrella fugaz. – Comento. – Sigue creciendo... pequeño Necthan.
- ¿Necthan? – Dijo confundida. – ¿Es niño?
- No lo sé. Pero me gusta, Necthan Cipher Pines. – Dijo Bill con una sonrisa.
- Mm... Y que tal William. – Sugirió Mabel.
- Él siguiente puedes llamarlo William. – Abrazando su cintura.
- ¿Siguiente?
- Y los demás que vengan. – Sonriendo de total alegría. – Necesitamos casarnos, y tener más engendros. Ganarles a Llama y a Pino.
- Bill...
- Vamos se mi esposa. – Abrazándola. – Te amo, Estrella fugaz. – Suspirando feliz.
- Te volviste muy cariñoso. – Soltando una risita ante sus insistentes caricias.
- ¿Quieres que sea un sádico en este momento? – Colocando una sonrisa llena de malicia.
- No, mejor quédate así.
Bill tomo la foto y vio el punto que parecía semilla de frijol, antes de fruncir el ceño.
- ¿Dónde está la cabeza? ¿Es de ese tamaño?
- Bill, son solo 10 cm. Apenas es como un... ¡Ciruelo! – Grito contenta. – Sí puede llamarse Will.
- No, se llamara Necthan. – Recalco.
- Ni sabemos si será niño.
- Sera niño, lo presiento.
- Aja, y también presientes muchas cosas. – Iba seguir su momento de alegría cuando se sintió débil, llevándose una mano a la sien. – Uff... me canse.
- En ese caso... - Tomándola con cuidado la levanto y la cargo en modo nupcial hasta el dormitorio. - ¡ABRAN PASO, MUJER PREÑADA DE UN DEMONIO!
- ¡BILL! – Dándole un golpe en su cabeza. – Que cosas se te ocurre, tonto amarillento.
- No tenías que ser tan masoquista, Estrella. – Dejándola en la cama y acomodando las almohadas alrededor de ella. – Necesitaremos una casa, para el ejército de Cipher Pines que tendremos.
- Bill deja de hacer planes a lo estúpido. – Dijo. – Soy una mujer humana, no una máquina de creación.
- La mezcla está en el horno. – Canturreo contento levantando la mitad de su blusa, para jugar con dos dedos su abdomen descubierto. – Y se está cocinando la masa, para el bollito~
- Bill te estas ganando un buen golpe. – Fulminándolo con la mirada.
Se transformó en su forma demoniaca, siendo un ser triangular. Colocando sus patitas encima del vientre de la castaña. - Un pequeño triangulo entrara y se expandirá hará nido y esperaremos a que salga igual de guapo como su padre, y tan sexy como su madre. – Tanteando su vientre aun plano.
- ¿Estas emocionado?
- Bastante.
Asintiendo con como un niño chiquito, mientras se acostaba a su lado abrazando a la castaña. Pasando la mayor parte del día con ella y su maravillosa noticia.
*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*
Cuatro meses había pasado desde que habían recibido la noticia, y que habían avisado a la familia de la Pines sobre su reciente casamiento por el civil. Aunque sus amigas le organizaron una ceremonia de boda en el prado del bosque, con vestido y recepción de una fiesta privada en amigos y familia. No se la perdonarían por no hacer una, ya que Candy y Grenda sabían que era el sueño de la Pines, tener una ceremonia. Disfrutaron de la boda sin problema alguno, aunque su gemelo no podía creerse que tendría como cuñado a un demonio de los sueños. Y más si venia un bebé en camino. Sinceramente para Dipper Pines fue una bomba de emociones que lo dejaron pálido junto a su tío abuelo Stanley.
En ese tiempo la castaña no había dejado de crecer su vientre, siendo abultado y redondo. La Pines había mejorado según al tratamiento, aunque Bill no la dejaba trabajar en la tienda, ella solo hacía los suéteres en casa y se encargaba de hacer los alimentos. Pero ahora enfrentaba un pequeño problema.
Y ese era espacio y dinero... no podía obligar a Bill a chasquear sus dedos y hacer aparecer una casa de repente en el pueblo. La gente no debe sospechar que Bill era un demonio, con respecto al uso de sus poderes tenían mucho cuidado.
- ¿Dónde será la habitación del bebé? – Dijo Viendo su pequeño estudio. – Podría ir una cuna aquí, por mientras.
En ese momento llego Bill caminando a paso lento y cubriendo sus ojos antes de susurrar contra su oído.
- ¿Me extrañaste?, admítelo querida me extrañaste. – Entonando una voz profunda y cariñosa.
Se volteó viendo a Bill con una sonrisa de oreja a oreja, ondeando un pedazo de papel. - ¿Qué traes ahí?
- Busca el periódico de este día.
- Sabes que no tenemos periódico, ya que te enteras de todas las noticias.
- Te deje uno esta mañana. – Señalando la mesita de café. – Se lista querida, a lo mejor te sorprendes.
- Mm... ¿Bill tramas algo?
- Todavía no. – Dejando el papelito en la mesa. – Que tal si me dices la nota de los números del sorteo.
- ¿Qué? – Camino hacia la mesita y tomo el periódico extendiéndolo y buscando el sorteo de hoy, ya que publicarían los resultados. Agarro el papel y leyó los números. – 2-0-6-6-6-9 – Menciono con los ojos abiertos similarmente con un plato extendido. - ¡Bill! Acaso...
- Un poco de visión futura. – Dijo. – No estoy utilizando mis poderes para hacer aparecer una casa de inmediato. – Comento. – Sí, queremos actuar normales. Hagámosle creer que ganamos un sorteo.
- Demonio tramposo. – Sonriendo.
- ¿Y elegimos la mansión de Lentes?
- Bill...
- De acuerdo, una residencia.
- Una casa normal. – Menciono entre una sonrisa suave.
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.
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Continua
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