Capítulo #29. Sangre Romanov.

Cuando mi tía abuela Luzmira iba a comenzar su deprimente y explicativo relato, se encontraba temblorosa y a punto de llorar desesperadamente, pero antes, me reveló aquello tan "fantasioso" que llegué a sospechar desde el comienzo, pues con un tono de voz algo *disfónico* y las manos tan heladas como bloques de hielo, me contó acerca de su mayor secreto, el cual, jamás pudo ser desmentido por ninguna clase de experto o arqueólogo en este nuevo siglo de supuestos súper avances científicos y tecnológicos.

Con una actitud silenciosa y bastante paranoica, me confesó de frente que ella era la auténtica Gran Duquesa Anastasia de la Rusia Imperial en 1918, pero por razones de posibles persecuciones o intentos de asesinato por parte de sus enemigos políticos, nunca pudo demostrarle al mundo que realmente vivía, ya que luego de setenta y cinco años de espera, nació una bellísima mujer tan mala como la hierba venenosa que convivía con nosotros mientras nos deseaba la muerte cada día, y quien de hecho, podría arruinarlo todo con una sola palabra de su asquerosa boca al ser su sobrina primogénita de nombre "Rachel", y de la cual, yo también debía de cuidarme a toda costa al ser su objetivo principal en cuanto a venganza.

—Tía, ¿QUÉ? ¿Por qué está pasando esto? Según Google, estas fotos pertenecen a una familia súper importante de Rusia hace más de un siglo, ¡AHHH! Por favor, ¡Necesito que me respondan o si no, me volveré loca! —afirmé muy alterada mientras sentía cómo mis manos y pies se volvían a dormir y el corazón se me rompía en mil pedazos al verme en esa situación tan extraña, pues resultó que mis "fantasías" siempre fueron reales.

Todo era muy sencillo de entender, pero como aún no podía creerlo, los nervios y el corazón me traicionaron, pues según mi pobre tía abuela Anastasia, ella había logrado sobrevivir de la masacre de la Revolución Rusa en el año de 1918 con ayuda de una bondadosa mujer militar que les brindó protección junto a su hermano menor de nombre Alexei, quien igualmente logró salvarse de milagro luego de que recibiera varios impactos de bala justo en la cabeza y un fuerte golpe en el cuerpo a pesar de haber nacido con una severa hemofilia que lo incapacitaba de realizar cualquier tipo de esfuerzo físico.

Hasta ese punto era tal y como lo decía la historia mundial, ya que los cuerpos de ambos no fueron encontrados ni reconocidos hasta muchos años después, de modo que esto también fue un engaño inventado por sus asesinos para evitar posibles ideas reformistas en esas épocas, sin embargo, uno de los tantos soldados encargados de su muerte a las afueras de la casa de seguridad, sí tuvo compasión de los jóvenes y los dejó vivir hasta donde pudieran, empero, esa noticia jamás se dio a conocer públicamente por miedo a represalias y se dió a entender de que todos los Romanov murieron ese día.

Y esa resultó ser la gran verdad misteriosa de mi familia, ya que aquel apuesto príncipe perdido, heredero de un país entero y muy enfermo de la misma enfermedad que mi hermana y mi primo, era nada más y nada menos que nuestro abuelito materno, el cual, murió de verdad como un simple jornalero campestre veinticinco años atrás después de haber vivido mucho más del promedio habitual, pues a pesar de su condición, siempre trabajó duro para proveer alimentos a quien más lo necesitara gracias a sus buenos ingresos económicos, pero siempre mostraba una actitud seria, fría, paranoica y solitaria con los vecinos o cualquier persona debido a su crudo pasado.

—Yo no quería que sufrieras de esta manera, y no, ¡No llores más, preciosa mía porque la realidad aquí es que yo, tu rara tía abuela soy verdaderamente la pequeña Anastasia Romanov! ¡Uff! Es muy doloroso, pero en aquella época que jamás olvidaré, tuve que cambiarme el nombre a uno falso para que nadie más nos persiguiera nuevamente y pudiéramos vivir tranquilos como papá tanto soñaba. —aseguró mi tía abuela Luzmira tras hallarse bastante alterada mientras lloraba mucho al revelarme aquella bomba de emociones, pues contarme sus horribles desgracias era como revivir un grandísimo dolor que ella nunca pudo superar sola.

—Ajá, Gloriana, ¡Cada palabra es verdad, así que escúchala con atención y verás que no es una farsa más que proviene de las siniestras sombras del pasado que tanto nos persiguen! —agregó mi otra tía abuela de nombre Líana con una mueca de convencimiento, pues ya era hora de que la estrepitosa verdad fuera revelada y las mentiras pudieran terminar.

—Mira Gloriana... Yo sé que justo ahora no lo puedes entender muy bien gracias a la malísima información que los historiadores concluyeron en 1918 y hace poco, pero los cuerpos que encontraron enterrados eran tan falsos como los dientes de Aramelía. —afirmó mi tía abuela Luzmira tras estar segura de lo que decía mientras que me continuaba enseñando más fotografías antiguas, pero en sus preciosos ojos azules se podía notar sinceridad y como familiar directa, era mi obligación creerle todo aunque fuera una alucinación más producto de varios trastornos mentales sin tratar.

—¡DIOS! ¿Pero entonces eso quiere decir que la tía "Líana" en realidad es otra de las chicas Romanov? ¡Ohhhh! ¿Quién es ella en realidad, eh? ¿Olga, María o Tatiana? —pregunté tras tener emociones reencontradas mientras respiraba con dificultad y comenzaba a ver borroso, pues siempre soñé con que algo como eso me sucediera para dejar de ser infeliz.

—¡Uff! ¡Desearía que ella fuera una de mis hermanitas mayores, pero no, todas ellas descansan en paz justo ahora junto a nuestros padres Alejandra y Nicolás.

—Eh, ¿Entonces quién es ella y por qué la llamas como tu hermana? —cuestioné al dudar de ciertas cosas que para mí aún no tenían sentido lógico.

—Sí, querida... Aramelía y yo no compartimos la misma sangre, pero ambas nos queremos como si fuéramos hermanas desde que escapamos de Rusia con tu abuelito en condición delicada, ya que tras la lluvia de disparos que recibimos aquella noche en el sótano, Él estuvo a punto de morir frente a mis ojos. —aseguró mi tía abuela Luzmira tras encontrarse muy triste y sentimental mientras me veía fijamente con sus bellísimos ojitos azules, ya que me tomó de las manos con nostalgia.

—¿CÓMO? ¿Mi abuelito en realidad sí fue el Zarévich Alexei? —pregunté.

—Así es, el pobrecito luchó hasta el final por mantenerse con vida porque recibió dos detonaciones de bala en el cráneo más una dolorosa caída que le provocó muchas heridas, pero Él fue un guerrero y tal como Annie logró recuperarse bien con el tiempo. —añadió mi tía abuela Aramelía con una voz suave y serena para darle una mejor explicación al tema.

—¡Lo sabía!, por esa razón fue que mi bisabuelo Nicolás II me rescató en el bosque de las manos del loco de Ulises y lo hizo porque siempre fui de su descendencia real sin saberlo, ¡DIOS! ¡En serio está pasando esto y no es un sueño más! —afirmé tras hallarme estupefacta, pues tomé una de las fotos entre mis frías manos para corroborar el parecido físico con mi abuelito, lo cual comprobé fácilmente y pude deducir que mis alocadas suposiciones siempre fueron verdades ocultas de un turbio pasado lleno de dolor que estuvo presente durante muchísimos siglos.

—¡Toma esto, mi amor! Come un poquito de pan casero para que puedas digerir mejor todo esto, porque sí, tienes razón, tu bisabuelo Nicky nunca los dejó solos en este mundo, pues Él continúa vivo en cada uno de ustedes y como en ese momento deseaste con todo tu corazón de que te rescataran de la muerte, lo llamaste con tu sufrimiento, ¡Uy sí! Creéme amor, ¡Él supo de eso mejor que nadie! —aseguró mi tía abuela Aramelía algo nerviosa por la que sería mi reacción ante esa nueva realidad que viví en carne propia.

—Exactamente, mi pequeña... La familia JAMÁS abandona y yo sí te creo porque mi amado padre, es decir, tu bisabuelo Nicolás siempre habla conmigo en mis más hermosos sueños a pesar de mi avanzada edad, ¡Él es nuestro ángel guardián y sé que volveremos a vernos algún día!

—Y yo soy testigo de eso y de mucho más porque Annie ha sufrido en silencio durante todos estos años, pero quien nunca pudo seguir viviendo normalmente fue tu abuelito Alexei, ¡Ash! El pobre chico lloraba mucho todas las noches. —afirmó la tía abuela Aramelía con lágrimas en sus ojos, ya que ella quiso mucho a mi abuelito e incluso llegó a estar enamorada de Él pero nunca le confesó su amor.

—¿Có-mo fue que se conocieron? —volví a cuestionar mientras sentía que mi garganta se cerraba por tantos nudos.

—Aramelía es hija de la valiente militar que nos salvó de morir... Su nombre era Elizabeth Weppler y ella nos amparó como si fuéramos parte de su familia, pues esa mujer era muy amiga de papá y sin dudarlo arriesgó su propia vida con tal de salvarnos, pero antes sobrevivimos gracias a las joyas de nuestra inteligente madre y al sacrificio de mi hermanita María, lo cual, nos libró de un siniestro final solo a tu abuelito Alexei y a mí, la "leyenda" del Siglo XX. —aseguró mi tía abuela Anastasia hecha un temblor mientras tomaba una taza de té a punto de llorar y gritar, pues mi rostro estaba tan pálido como la nieve al terminar de decir la inmensa verdad que tanto guardaron.

—¡Ohhhh! —exclamé con miles de lágrimas sobre mis mejillas al estar completamente impactada por lo escuchado ese oscuro día, ya que ese relato era absolutamente difícil de creer hasta para mí, o sea, una adolescente problemática que aún no tenía los pies puestos sobre la tierra.

—¡Ay mi princesita! Aún recuerdo cómo mi pobre madre lloraba como tú cuando le dispararon seis veces a papá justo en el corazón, ya que sin lugar a duda a Él sí lo mataron friamente con unas horribles armas de fuego y pues continuaríamos nosotros, sin embargo, yo pude sobrevivir y escapar muy lejos.

—Eh... —exclamé casi sin poder hablar o articular una palabra coherente. —¿Por qué dijiste que tu hermana María se sacrificó por ustedes? ¿Qué pasó?

—Yo fui la primera en salvarme de la muerte porque cuando los Bolcheviques disparaban sin piedad en aquella habitación oscura, una pesada nube de pólvora se alzó en el aire y en ese momento, mi hermanita María estaba cerca de mí para intentar abrir la puerta ubicada atrás de nosotras, pero como no pudimos hacerlo por más que nos esforzamos, ella me dijo algo muy duro que nunca voy a poder olvidar.

—¿Y qué fue eso? ¿Por qué ella no pudo salvarse también junto a ustedes?

—Como en ese momento nadie veía hacia la esquina en la que estábamos por causa de la pólvora y los gritos de nuestra agobiada familia, María me obligó a cambiarnos de ropa lo más rápido que pudiéramos porque ella iba a tomar mi lugar al ser su obligación como mi hermana mayor aunque yo me negara a dejarla sola. —afirmó la tía abuela Anastasia mientras volvía a llorar.

—¡Ohhhh! —exclamé llorando al notar cómo ella sufría por ese mal recuerdo

—Cuando los trasladaron en aquella sucia carreta, quién despertó a pesar de todo fue ella, pero gracias al cambio de ropa que habíamos hecho horas antes, los malditos Bolcheviques no pudieron saber quién era, mientras tanto, yo salí huyendo a través del bosque con los ojos vendados a una tira del vestido de María junto al perrito de Alexei, pero un guardia me encontró e identificó fácilmente por mi repentina fama.

—¡Ay no! ¿Qué pasó después? ¿Estás segura que deseas seguir contándome eso tan doloroso que viviste?

—Sí Gloriana, ¡Es mi deber!

—Okey, entonces prosigue.

—El guardia fingió querer avisar a sus superiores, pero luego, al verme tan mal y completamente sola se apiadó de mí, me tomó de los hombros y me confesó que Él era un infiltrado del ejército blanco que había venido a rescatarnos, por eso, trató de ocultarme y cuando estuvimos en un lugar a salvo, me mostró que Alexei, mi adorado hermanito también estaba medio consciente porque Él logró ver que aún vivía antes de que quemaran los cuerpos de nuestros padres y hermanas.

—Ese hombre, querida mía, era mi santo padre, es decir, el esposo de mi madre Elizabeth. —completó Aramelía.

—Sabes... Yo nunca dejé de pensar en la salud de tu abuelito Alexei, o sea, mi hermano pequeño, pues cuando huía pensé en devolverme por Él hasta que descubrí que seguía vivo, sin embargo, Él luchó como un feroz león para salvarse y sanar, pues se recuperó milagrosamente en los próximos meses después de la Revolución en nuestro país, tu segunda nación por derecho. —afirmó mi tía abuela Anastasia mientras tomaba mi mano para poder continuar hablando, ya que su adolescencia fue demasiado dura.

Rusia.
Julio, 1918.
Narrador protagonista.

—¡NO MARÍA! ¡No pienso hacer lo que dices! —dije mientras yacía en un rincón junto a mi hermana malherida.

—Solo cállate y hazlo. —gritó María justo a la par mía con una voz débil.

—Pero a ver, ¿Qué va a ser de tí?

—Yo ya no importo, Annie, ¡Sé que moriré hoy, pero tú no lo harás si está en mis manos poder evitarlo! —señaló.

—¡Ohhhh! ¡María! ¡No lo hagas!

—Soy tu hermana mayor y debes acatar mis órdenes, pero rápido Ann, ¡Ya no tenemos tiempo! ¡Sálvate tú y vela porque nunca seamos olvidados! ¡Ah! Recuerda que te amo mucho.

Horas más tarde.

—¡Su alteza! —gritó el soldado desde la lejanía, pues estaba acercándose a mí cada vez más rápido.

—No, ¡No van a conseguir lo que quieren! ¡María se sacrificó por mí y no voy a desperdiciar su acto de amor!

—Espere por favor. —insistió el hombre con una voz agitada, ya que logró alcanzarme y arrastrarme.

—¡AHHH! ¡Déjeme vivir y escapar, por lo que más quiera! ¡Juro que no hablaré o reclamaré algo de este país!

—¡Shh! ¡Tranquila! Yo no pretendo dañarla, ¡Todo lo contrario!

—¿A sí? ¿Quién es usted? —cuestioné mientras intentaba ponerme en pie.

—Soy el capitán Marcov Weppler y aunque vea mi uniforme rojo, mi lealtad está con ustedes los Romanov, pero para salvarlos, me tuve que infiltrar en la orden secreta y fingir venganza, sin embargo, pertenezco al ejército blanco hasta el día de mi muerte.

—¡Ohhhh! —exclamé. —¿Dijo Weppler? Creo conocer ese apellido de algún lugar.

—Sí, yo era la mano derecha de su fallecido padre desde la ciudad, por eso me dediqué en cuerpo y alma a velar por su seguridad cuando Él me lo pidió.

—¡Ay no! ¡ALEXEI! —volví a gritar tras recordar a mi débil hermano.

—Por favor guarde la calma, princesa.

—¿Cómo me dice eso? ¡¿Está loco!? ¡Él es mi hermano y tengo que ayudarlo porque sé que sigue vivo! Sí, voy a regresar allá para rescatarlo aunque me capturen otra vez e igual logren matarme.

—No, ¡Alto! ¡Por favor confíe en mí!

—¡Ja! Eso es algo que nunca más podré volver a hacer por obvias razones.

—Venga conmigo, ¡Ahí sabrá de lo que estoy hablando! Por favor.

—¡No puede ser! ¡ALEXEI! —volví a gritar y a llorar luego de ver que mi hermano seguía respirando.

—¿Lo ve, su Alteza? ¡A Él también lo pude salvar de morir gracias a su fortaleza y ganas de seguir luchando junto a usted!

—¡Oh Dios! ¡Se lo agradezco tanto! Pero dígame, ¿Cómo está Él? Lo veo mal.

—Él sí está muy grave y sinceramente no sé si pueda pasar la noche, pero mi bondadosa esposa Elizabeth Weppler y nuestra joven hija intentarán curarlo a partir de hoy, ¡Tranquila, por favor!

—... ¿Su esposa e hija? —pregunté mientras sentía el piso moverse.

—¡Su alteza! ¿Está bien?

—No, me duele mucho la cabeza.

—¡Demonios! Debe haberse golpeado, pero vea, ¡Por favor aguante un poco más hasta que lleguemos al barco!

—¿Acaso dijo, barco? —dije, pero de pronto todo se tornó negro y caí desmayada sin saber más sobre lo que nos había sucedido.

Actualidad.
PalmGold, 2015.

—¡Dios mío! ¡Dios mío! —exclamé encontrándome completamente paralizada mientras tragaba grueso al escuchar como ambos jóvenes fueron tan valientes durante sus largas vidas bajo la identidad de unos extraños tras no poder ser felices como cualquier otro.

—Sí, sabíamos que esto te impactaría muchísimo y por eso es que tú eres su elegida para aclarar las cosas. —dijo la tía abuela Aramelía algo preocupada.

—¿Enserio? —cuestioné.

—Gloriana, mi historia aún no ha terminado, ¡Debes seguir escuchando!

—¿Cómo que no? ¡Ohhhh!

—Ese frío diecisiete de julio de 1918 una parte de mí también se murió con ellos cinco, pues después de que los malditos soldados les rociaran ácido a los cadáveres de nuestra familia y los enterraran separados para despistar a los investigadores, mi hermano Alexei y yo estábamos alejándonos de Rusia para siempre mientras seguíamos inconscientes en el barco de los Weppler.

—Tía, pero si todo esto es cierto, ¿Cómo es que en el 2009 encontraron los supuestos cuerpos de A... De mi abuelo Alexei y el de su hermana María?

—El padre de Aramelía fue muy listo, pues nunca supe cómo logró rescatar a Alexei sin que se dieran cuenta, pero conmigo fue por la confusión de vestuario que hicimos entre María y yo, no obstante, en lugar de mi cuerpo, el Señor Weppler colocó el cadáver de una prima lejana tras morir en manos de las fuerzas armadas por intentar escapar del país como ilegal en un tren hacia Suiza, lo cual fue bueno para nosotros porque si ella tenía el rostro quemado y era irreconocible, todos creerían que se trataba de mí o de María al poseer sangre Romanov, así que, a partir de ese duro día, para el mundo entero todos habíamos muerto. —aclaró mi tía abuela Anastasia mientras se calmaba un poco más al tener la seguridad de que su secreto estaría protegido conmigo.

—Mis valientes padres arriesgaron mucho el pellejo por ellos, ya que ambos estaban malheridos cuando huimos del país, por eso, los llevamos hasta la lejana ciudad de Perascañas* como migrantes refugiados para que ahí, varios profesionales de la salud junto a mi mamá les curaran las heridas, pues después de su sanación, empezaríamos una nueva vida justo aquí, o sea, bajo la protección de un país neutral en el que nadie nos buscaría, o eso creímos.

—Tía, ¿Qué les sucedió aquí? ¿Acaso los encontraron los del ejército rojo?

—A nosotras no, pero a mi amado papá sí, ¡Uff! Él fue asesinado por traición cuando unos malditos lo vieron en la costa ayudando a otros rusos, sin embargo, nunca pudieron ubicarnos o relacionarlo con nosotros porque para ellos, Anastasia y Alexei ya estaban bajo tierra junto a sus otros familiares.

—¡Qué difícil debió ser eso!  —dije.

—Y lo fue, ¡No te imaginas cuánto sufrimos mamá y yo, pero teníamos en nuestras manos la responsabilidad de cuidar a Alexei y a Anastasia después de comprometernos con ellos! —añadió Aramelía mientras veía hacia afuera de una gran ventana de su casa porque a ella también le dolía recordar.

—De hecho sí... Cuando desperté de mi desmayo, no sabía dónde estaba porque para ese momento ya habíamos cruzado el mar hacia otro continente, pero Aramelía me tranquilizó y pudo explicarme que a partir de ese día nuestro secreto tenía que ser protegido para siempre, por eso, acepté nuestro destino y nos quisimos como hermanos, sin embargo, cincuenta y siete años después de la revolución nació una mujer que enloqueció al saber toda esta verdad, por eso es que tú debes cuidarte mucho. —aseguró mi tía abuela Anastasia tras estar realmente alterada, ya que aún extrañaba al país y a su gente.

Ella lloraba muchísimo al contarme todo lo que vivió alguna vez, pues junto a su familia biológica vieron cómo los de la contra política los exiliaron en contra de su voluntad en una de sus casas en Ekaterinburgo para acabar con sus vidas como parte de una demencial idea del líder enemigo, cosa que era demasiado cruel al haber jóvenes y niños inocentes de cualquier pecado producto del fracaso en la Primera Guerra Mundial, no obstante, aún así dieron la orden de dispararles en más de una ocasión, incluyendo a sus empleados y mascotas bajo engaños.

Además de aquello tan duro, luego de que todos "murieran", los demonios rojos los quemaron uno a uno con ácido para que nadie los reconociera o encontrara en las fosas que cavaron en un bosque a las afueras del país, pero lo que nunca supieron fue que dos de sus víctimas lograron escapar sin que lo supieran, empero, la peor parte les tocaba a ambos hermanos al escuchar todo el desastre provocado a través de las noticias por medio de radios antiguos desde un escondite seguro, además, el superar el trauma de ver a sus padres, hermanas y animalitos morir frente a sus ojos fue demasiado difícil a pesar de los años, sobre todo para Alexei, mi abuelo.

Increíblemente, a pesar del trauma vivido sin ayuda psicológica en aquella época, ambos lograron recuperarse de forma parcial, pero también fueron testigos de cómo los malditos cerdos que acabaron con la vida de sus seres amados gobernaron su país natal a partir de ese momento mediante fraudes, tiranía, codicia, mentiras y ambición, de modo que su nación se vino abajo gracias a la estocada final de la sangrienta revolución que acabó con millones de personas inocentes, incluídos sus seres más amados en el mundo.

Si mi abuelo fue el tan aclamado Zarévich supuestamente fallecido en 1918, al cumplir los veintiun años de edad se convertiría en el próximo Zar de toda Rusia tras ser el único hijo varón y mi tía abuela Anastasia seguiría siendo duquesa junto a sus hermanas mayores, sin embargo, eso jamás sucedió porque su padre Nicolás II, o sea mi bisabuelo abdicó al trono días antes de morir tras renunciar a su posición como monarca absoluto junto a Alexei, y aunque los dos estuvieran vivos para sorpresa del mundo, al extraditar hacia otro continente con nuevas identidades, cada uno de sus derechos y privilegios reales les eran borrados para siempre al ya no formar parte de la corona rusa.

A pesar de ese hecho tan desalentador, mis dos tías abuelas aún tenían fe de que después de revelar la impresionante verdad que guardaron con tanto recelo nos podrían devolver todo lo perdido, pues el hecho de saber que ambos herederos nunca murieron y las teorías conspirativas del pueblo fueron ciertas, nosotros podríamos obtener beneficios considerables al ser sus únicos familiares directos, lo cual, significaba que nuestras vidas cambiarían totalmente a partir de ese momento que se estaba aproximando gracias a la profecía que hizo Alexei, mi abuelito, diecisiete años atrás.

Dada esta situación, la conclusión que más impresionaba y aún parecía irreal era que en realidad, yo siempre fui princesa o duquesa de Rusia desde el día en que nací al ser parte de la continuidad de su inmenso linaje, pues nuestra conexión siempre fue muy clara al ser descendiente de Anastasia y Alexei Romanov, es decir, mi abuelo y tía abuela hoy en día, así que, ese hecho tan escalofriante evidentemente me sacó el corazón de un solo golpe al estar demasiado conmocionada con aquella revelación tan fuerte y oscura.

—Entonces, ¿Todo esto quiere decir que yo soy una... —pregunté al encontrarme muy nerviosa y estupefacta, pues tenía los pelos de punta al sentirme incapaz de reaccionar bien ante esa enorme verdad que era mi mayor sueño desde muy niña.

—Sí, cielo, ¡Eres PRINCESA por la línea de sucesión sanguínea! De hecho naciste con el título de Su Alteza Real Gloriana Romanov Montesbell I, además, actualmente bajo las leyes rusas tú eres la única heredera al trono si tus padres murieran en algún momento, pues aunque nosotros lo perdiéramos todo al salir de casa hace casi un siglo, solo ustedes cuatro merecen cada una de nuestras pertenencias, o sea, el importante puesto en la corte, la gran fortuna de nuestros antepasados, el prestigio mundial, los palacios en Rusia y el apellido familiar.

—¡¿QUÉ, QUÉ!? —exclamé de un sobresalto al estar en shock.

—Qué curioso, ¡Esas fueron las últimas palabras que dijo mi agobiado papá antes de morir en el sótano! —señaló mi tía abuela Anastasia.

—¡Ay mierda! ¡Perdóname tía! Yo no lo sabía y te lastimé mucho, ¡Uff! ¿Aún así soy su elegida? ¿Están seguras?

—Tranquila, solo me puse nostálgica, pero eso no tiene porqué afectarte.

—Así es, ¡Adelante florecita! ¡Ya es hora de que lo recuperen todo! —exclamó mi tía abuela Aramelía con una gran sonrisa y brillo en sus ojos mientras me peinaba el cabello con su delicada mano.

—Pero tías, ¡Uff! ¿Cómo se supone que yo herede el trono ruso y todo lo demás si mi bisabuelo renunció antes de morir? En teoría nadie me tomaría en serio en esta época. —pregunté algo cansada, ya que me resigné a vivir otra vez como una simple chica que atraía problemas y era ignorada por sus padres.

—Calma... Yo no creo que el país les niegue poder pertenecer a la realeza rusa aunque mi tonto padre renunciara por miedo, pues después de todo cada uno de ustedes tiene sangre Romanov tras compartir nuestros genes, por lo tanto, este evento pasado con tu abuelo y yo es un auténtico milagro que el mundo no podrá ignorar. —aseguró mi tía abuela Anastasia mientras que se mostraba más liberada y tranquila ante esa impactante confesión conmigo.

—Claro, por eso eran las llaves con el número siete grabado atrás, la banderilla rusa desteñida en aquel cajón, el misterioso señor de barba blanca que desapareció y el increíble rescate de Nic... De mi bisabuelo. —dije tras sacar mis propias conclusiones, pues estaba muy feliz y sentía millones de emociones inexplicables luego de saber que era una verdadera princesa con sangre rusa.

—Sí Glorianita, las llaves que encontraste fueron heredadas de generación en generación hasta que llegaron a mis manos al ser las únicas capaces de abrir el gran Palacio de San Petersburgo, de hecho, también las usé para abrir una salida secreta por donde Alexei y yo escapamos, la bandera deshilachada es la de nuestro país y el número veintiuno significa la edad en la que ascenderíamos al trono al ser parte de una absurda tradición.

—¡Ay tía! ¡Son muy especiales para tí!

—Yo las tuve que guardar porque cuando Annie se desmayó, iban a perderse y supuse que serían importantes, por eso pensé en el armario de la habitación de Alexei, pero años más tarde la malagradecida de tu tía Rachel descubrió toda la verdad y exigió sus derechos como una loca porque ese día, tu abuelito Alexei iba a regresar a Rusia para confesar su identidad, pero ella, su propia hija mayor lo detuvo y se atrevió a golpearlo en la nariz para verificar si realmente era hemofílico, lo que fue cierto y Él acabó por quitarle su herencia. —aseguró mi tía abuela Aramelía con una expresión diferente a la anterior tras recordar ese otro día, pues la verdadera villana era la tía Rachel tal como siempre creí.

—¡No! ¡Esa bruja! ¿Y mi abuelito sufrió algún daño por ese golpe?

—Físicamente tuvo problemas para curarse, pero a nivel emocional Él nunca fue capaz de sobrellevar la pena de perder a su primogénita aunque ella fuera una completa idiota. —afirmó la tía abuela Anastasia mientras sacaba sus lágrimas con un pañuelo azul.

—Siempre creí que ella era malvada pero no hasta ese extremo, ¡Uyy! Quisiera darle su merecido por lastimar a su pobre padre enfermo. —dije con mucha ira y angustia en mi interior, ya que era inconcebible que ella fuera tan cruel.

—Por eso sabemos que tú eres nuestra elegida, mi amor... Solo alguien con un corazón tan grande como el tuyo sería capaz de empatizar con el dolor que vivió tu abuelo, así que Él no se equivocó contigo, ¡Eso está clarísimo! —volvió a señalar la tía abuela Anastasia.

—¡Hubieras visto cómo sangraba y lloraba tu abuelito por su maldita culpa! ¡Él era un ángel que nunca le hizo algo malo a alguien! —añadió la tía abuela Aramelía tras recordar a esa mujer.

—Lo sé, mi entrometida tía Rachel nunca cambiará, ¡AHHH! Me enoja mucho esta revelación porque ahora sé que ella no se merece nada de esto, y de hecho, ni siquiera debería ser la madre de dos niños pequeños, pero como siempre, la ambición y el poder le ganaron las pocas neuronas que le quedaron. —afirmé bastante decepcionada y eufórica mientras que me cruzaba de brazos, pues no podía creer lo que escuchaba sobre mi egoísta tía.

—Así es Glorianita... Rachel siempre ha sido y será para siempre una malagradecida porque ese día, al saber la verdad acerca de su sangre real, exigió sus derechos como princesa, pero tu abuelo fue mucho más astuto y se lo negó por golpearlo salvajemente, aunque después de eso, Él se arrepintió, pero ya era muy tarde para retroceder. —mencionó mi tía abuela Anastasia con algo de resentimiento al recordar ese horrible día, pues la tía Rachel, su sobrina, había arruinado la única oportunidad que tenían para recuperarlo todo en su país.

—La verdad, yo también hubiera apoyado a mi abuelito en esa drástica decisión porque ella no es más que una sucia ladrona de sueños e ilusiones que se aprovecha del dolor. —aseguré al encontrarme furiosa y sin saber lo que decía, pues, en realidad, la única víctima de toda esa bola de mentiras era la tía Rachel.

—¡Exacto! Cualquiera lo hubiera hecho, además, en ese momento de tensión, tu abuelo les dijo a todos los presentes que en el testamento su única heredera sería la primogénita de su hija menor Natalia de tan solo seis años de edad en ese entonces, o sea tu madre, y esa bebé ERES TÚ, nuestra elegida, por eso todo ha sucedido así y cuando cumpliste tu sexto cumpleaños, ella te odió intensamente tras recordar a tu confundida madre a esa edad gracias a su gran parecido físico. —aseguró mi tía abuela Aramelía mientras intentaba tranquilizarme con galletitas de chocolate y té de menta, pues ella también estaba de nuestro lado, lo cual demostraba que ambas no me dejarían sola en esa misión.

—¡Demonios! ¿Entonces es por eso tan poderoso que ella no me quiere desde que tengo memoria? —pregunté tras hallarme realmente sorprendida, pues por fin comprendí esa parte de mi vida que me provocaba tanto dolor.

—Sí, su absurda ira solo los ha afectado a todos ustedes de manera impresionante, es más, escucha... Cuando tu abuelo dijo semejante cosa, tu tía Rachel juró frente a tu joven madre que ella nunca tendría paz si llegabas a nacer, pero Dios quiso otra cosa y años después naciste tú sana y salva tal como debía ser. —volvió a aportar la tía abuela Aramelía tras querer liberarse de tantas mentiras.

—Exacto, y créeme cuando te digo que yo no me arrepiento de ser quién soy hoy en día, pues nosotros, los jóvenes Romanov nunca hicimos nada malo como para merecer una muerte tan espantosa en aquel infierno. —afirmó mi tía abuela Anastasia mientras lloraba un poco más, pues le dolía en el alma que su propia sobrina fuera tan oportunista.

—¿Lo ves, Gloriana? Por esa razón es que debes regresar a Rusia y decirle al mundo toda esta verdad que te hemos contado, pues tu tía Rachel planea hacerlo muy pronto y cobrar venganza en un país en base a la tiranía, así que corre, ¡Aún puedes lograrlo y detenerla justo a tiempo tal como tu abuelito quería! —aseguró mi tía abuela Aramelía algo emocionada de que por fin aquel misterio fuera desmentido, ya que ellas dos vivían demasiado mal.

—¿Regresar a dónde? ¡Oh, no, no!

—¡Mírame, corazón! Ahora tú eres la única persona que puede liberarnos de la antigua maldición que la vida nos impuso por cobardes, es más, esa es la verdadera razón por la que hay tantas desgracias en esta familia, ¡Perdón! Ustedes heredaron ese mal de ojo que tiene muchísimos siglos de existir.

—Esperen, ¿Entonces nunca fueron mi culpa? —volví a preguntar muy sorprendida y alterada.

—No, ¡Tú no eres "la calamidades" o "plaga" como tu tía Rachel te dice desde que eras una niña, solo fue el cruel destino que nos tocó vivir tras haber abandonado a nuestro pueblo cuando más nos necesitaban. —dijo la tía abuela Anastasia mientras se enderezaba de la cama para ir hacia otro lugar.

—Glo, ¿Lo entiendes? ¡Tienes que sacar esa estúpida idea de tu cabecita porque ella te culpa a tí para opacar su vergüenza interior! —continuó hablando la tía Aramelía junto a su hermana.

—Por eso tendrás que desmentir nuestra trágica historia tras vencer a la loca de tu tía al confesar que tú eres nuestra descendiente y que yo sigo con vida hasta el día de hoy, sí, ¡Ya es hora de que el mundo sepa la verdad de nuestra épica salvación! —afirmó mi tía abuela Anastasia con una de las antiguas fotografías cerca de su corazón mientras sonreía hacia una ventana, pues el sol brillaba en su rostro en señal de libertad por mi presencia.

—Tías, no saben lo orgullosa que estoy de ustedes porque tú sí eres la Gran Duquesa de verdad y Aramelía es una mujer increíble que te acompañó todos estos años a pesar de no ser de tu sangre, pero ella siempre será una más de mis familiares a pesar de lo que digan, ¡Ah! Voy a intentar ayudarlas para que su deseo se haga realidad y todos sepan sobre esta historia tan increíble, pues sigo sin creer que yo sea una princesa de verdad. —exclamé muy emocionada mientras apretaba los puños en señal de victoria e ilusión, ya que, por fin cumpliría las extrañas profecías que el abuelo tanto quiso para mí.

—¡No cabe duda! ¡Tú eres perfecta y hermosa tal como una princesa!

—¿Saben qué? ¡Ustedes dos el día de hoy me han hecho la persona más feliz sobre el Planeta Tierra porque soy familiar de unos grandes luchadores! Es más, ya quiero ver la reacción de mi hermanita Catalina al saber todo esto, ¡Ishh! Estoy segura de que se quedará tan perpleja como yo y con muchísimas preguntas más por hacer durante horas. —aseguré tras estar realmente feliz mientras veía hacia el nublado cielo con esperanza.

Ellas dos me repetían hasta el cansancio que fuera hacia el gran San Petersburgo, pues mi destino era ser coronada y reconocida como la elegida de mi abuelo Alexei al ser su tercera descendiente por línea de sucesión tras tener la misma sangre que ellos, es decir, los únicos dos miembros de la familia Romanov que pudieron sobrevivir a la masacre de 1918, pero tendría que cuidarme la espalda por culpa de la tía Rachel para recuperar nuestro apellido, fortuna, reconocimiento y prestigio real como debió ser desde un principio si no fuera por ella, o sea, la bruja que quiso todo para sí misma.

...

👑Datos importantes.

Persona disfónica: condición médica en la que alguien pierde temporalmente la voz por algún sobre esfuerzo vocal y que a diferencia de la afonía solo se pierde por un breve momento.

Perascañas: región costera del país ficticio creado en esta historia. Cuenta con cercanía al mar, gran cantidad de turismo en cruceros y barcos, tiene empleos de pesca, guarda vidas, venta de artículos playeros, negocios de comida y sedes interuniversitarias. Limita al norte con el pueblo de Victorino, al sur con Quince Reinas y al sureste con el pueblo de San Eliseo.

Adelaide Kane como: Gloriana M.

Kaya Scodelario como: Anastasia Romanov (joven) (de los flashback o recuerdos del pasado).

•La imagen que representa a Anastasia Romanov como una anciana fue creada a partir de la Inteligencia Artificial (IA) de Microsoft Bing, por lo tanto, no es real.

•Las imágenes antiguas de los Romanov fueron extraídas de Pinterest.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top