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Cinco de la mañana y despierto con un sobresalto cuando mi corazón se acelera tanto que pensar en experimentar alguna falla cardíaca no me parece una posibilidad negada.
La oscuridad consume toda la habitación y tengo que parpadear varias veces para poder adaptarme. Estiro la mano en busca de mi celular para alumbrar el área, recuerdo haberme ido a dormir con él al lado y ahora no lo consigo.
Tiene que ser una broma.
Me arrastró un poco sobre el colchón, tanteando la mesa de noche en dónde efectivamente yace mi móvil, el cual alumbra un poco cuando aprieto el botón de bloqueo.
Salir de Washington fue mala idea, lo admito. Huirle a los errores no es una opción, eso ya me quedó más que claro.
Por eso volví.
Porque hacerle frente al pasado es lo que hacen los adultos con suficiente madurez y seguridad. También por miedo de lo que vi en mi cabeza durante el vuelo.
Estoy agotada y deprimida por la ruptura con David y por el manchón en mi reputación que a su vez jode el apellido de la familia.
Qué vergüenza.
Pero no por eso debo esconderme.
Bajo un pie de la cama tropezando con algo que no veo, luego el otro. Estoy lista para levantarme, entonces alumbro el suelo y veo a Nox con los ojos clavados en el techo porque lógicamente no puede dormir.
Y esta es la parte en la que me lamento por no haberle dicho que no quería su compañía en la ciudad ya que técnicamente es un desconocido. Del que guardo recuerdos intensos pero desconocido al fin.
Pego un brinco por la impresión que me causa verlo como un zombie, sin expresión. Su mirada cae en mí y:
—Que sea un maldito animal del diablo no significa que tenga que aguantar pisotones.
Por lo que veo anda muy susceptible, mis palabras en el aeropuerto de Trensville lo marcaron y no ha parado de repetirlas a lo largo de las horas.
No respondo porque sigue sin generarme confianza, y menos después del final de esa pesadilla o visión que tuve.
Salgo de la habitación rodeando su cuerpo que está en el suelo.
Mis sentimientos son algo contradictorios con respecto a él y a todo lo que creí vivir pero que realmente no. El pecho se me comprime en una secuencia rápida que me hace creer estar hiperventilando pero no, es una reacción a algo que está cerca. Y no entiendo.
La sensación de ahogamiento llega y me detengo en medio del pasillo que da hacia la sala, porque quedo a varios metros de la puerta de cristal con cortina que refleja una figura masculina afuera del Town house.
El silencio y la sombra me generan escalofríos. Retrocedo con cuidado, tratando de no emitir algún sonido que alerte a quien sea que está vigilándonos.
El pomo de la puerta gira pero no cede, y esa es mi señal para empezar a gritar como loca.
—¡NOX! —Es lo primero que se me ocurre—. ¡NOX!
La puerta se abre cuando el desconocido de afuera le arranca la cerradura desde el exterior. El ruido me genera tanto miedo que chocó contra el pelinegro que sale mientras que yo intento devolverme por donde vine.
—La verdad no me sorprende que estés aquí.
Y en cuanto reconozco la voz me detengo, volteando para ver a la única criatura del pueblo rural a la que le guardo cariño.
El espectro nocturno da varios pasos, analizando a su hermano que entra a la casa con sus garras alzadas. No tiene la transformación completada, pero las venas de sus brazos resaltan desde mi posición.
No sé porqué me alegra volver a ver al único Revolies amable que recuerdo de mi sueño, pero lo hago, pasando al lado del demonio para abrazar a Éter que se queda muy quieto con mi reacción.
—¡Por Dios! Eres tú.
—Leia, deja de humillarte. El único que te recuerda soy yo.
Retrocedo medio avergonzada cuando no obtengo una respuesta de quién siento como un amigo real.
—¿Recordarla de qué? —pregunta su hermano. Está confundido y a la defensiva, mirándome con asco.
Soy consciente de que no me reconoce porque todo sucedió en mi cabeza. Y es que yo tampoco lo conozco... estoy tan confundida con todo el engaño psicológico que viví que tal vez empiezo a ligar una realidad con otra, o alucino. Ni sé cómo sentirme al respecto.
—Toca su frente —ordena el demonio—. Muéstrale lo que has visto.
Y obedezco.
Siento un impulso eléctrico en el dedo índice cuando lo dejo sobre su sien. El cuerpo del Revolies amable se sacude por milisegundos antes de caer al suelo de rodillas, jadeando.
Nox se acerca, quedando a mi lado.
Lo único que deseo es paz, que nada de lo que ví se cumpla. No quiero muertes reales ni persecuciones de asesinos, tampoco una corona, ni poderes y mucho menos verme tentada a joder a la única especie que me ha aceptado con toda mi rareza. Sólo quiero volver a ser yo. A ser medio normal.
Sin pensar en mi verdadero origen.
Hago el gesto de moverme, los dedos de Nox se aprietan en mi brazo para que no me arrodille a revisar a Éter que sigue ido y absorbiendo mis recuerdos.
—¿Qué te parece? —La voz del demonio sale ronca.
—Es increíble ¡Mató a Hera!
Y Nox me mató a mí, no es justo.
Los dos se echan a reír, divertidos con toda la situación. Como si no estuviéramos dando inicio a la antesala de la guerra que de seguro va a desatarse teniendo en cuenta que Hera es una criatura despiadada y vengativa, la cual no se quedará tranquila hasta encontrarme. Mucho menos dejará pasar la traición de sus dos más valiosos vasallos.
—Ustedes dos —Los señalo de mal humor—. Jódanse.
Y vuelvo a la habitación, cerrando con seguro y dejándolos afuera.
°°°
Los estudiantes me ven pasar. No importa de qué carreras son, todos sin excepción me conocen porque soy la reina de la pornografía universitaria. Intento mantener la calma e ignorar los cuchicheos indiscretos que toman el pasillo cuando mis piernas se mueven en dirección a mi facultad.
No es tan fácil fingir que todo está bien, las miradas acusatorias y burlonas me hacen daño. Mi humor cae en picada con los comentarios que escucho sobre mí, soy señalada y maldigo el día en el que me enamoré de David.
Y hablando del rey de Roma...
Fuma contra la pared, sus compañeros de la selección le dicen algo, como si trataran de calmar el mal humor que expide por los poros. Por lo que puedo ver hay una especie de discusión, pero eso no me incumbe.
Quisiera no verlo más en mi puta vida, no obstante, el universo es cruel y me lo pone en medio justo cuando estoy tan sensible y nerviosa.
Se endereza, soltando el cigarrillo al suelo cuando sus ojos se posan en los míos.
«Hera lo hizo»
«No fue su culpa»
Recuerdo una de mis conversaciones en aquella realidad alterna con mamá, ella dijo que él se sentía arrepentido.
Todo se mueve lento a mi alrededor, me desespero. Su boca se abre:
—¡Leia!
Y me devuelvo por donde he venido, dando zancadas que no me alejan lo suficiente.
Apenas una semana ha transcurrido desde que el vídeo se viralizó. Antes era popular en el campus por mis altas calificaciones y por ser la hija prodigio de los Cambell, también por ser la novia del capitán del equipo de fútbol americano.
Ahora soy popular por ser la zorra disfrazada de mojigata que defraudó a su familia, la cual es una de las más importantes de la ciudad.
Soy una raya de mierda en la reputación de mis padres.
Me lleno de rabia porque el maldito poco hombre quiere acercarse a mí después de engañarme, humillarme y exponerme ante toda la comunidad estudiantil.
Y sé que Hera obró a través de él, pero por algún motivo no sólo la odio a ella, a él también.
—¡Amor, por favor! Perdóname, no sé cómo pasó lo que pasó.
Pura mierda.
Me persigue. Las miradas chismosas se clavan en nosotros y me apresuro a salir de la vista pública aunque sé que no es posible. Sólo quiero incorporarme a clases y hacer como que nada sucede, fingir que sigo siendo Leia: la chica aburrida que come carne cruda de la nevera a escondidas. Pero su mano se aprieta alrededor de mi muñeca y pierdo el equilibrio con la corriente eléctrica que me golpea.
David es el sujeto más guapo que conozco, fue mi primer novio y aunque es un jodido tóxico y me ha hecho daño lo sigo queriendo.
¿Cómo no hacerlo? Si desarrollé un vínculo intenso con él por ser el tipo que me desfloró, mi primera ilusión.
Mi primer amor.
Me gustaría recordarlo como el sujeto que me enseñó a querer. Pero no es así, solo hay rencor. Y dolor por lo que me hizo.
Paso saliva cuando apoya la palma de su mano contra mi mejilla.
Lo amaba.
—Mi amor, por favor, escúchame. Fue como si no fuera yo, te lo juro. Las cosas que dije y lo que hice sé que no tienen perdón, pero te juro que no quise hacer nada de ello —Se atasca con las palabras preso del desespero. Un hombre tan orgulloso como él jamás daría un espectáculo de este tipo, y si lo hace es porque verdaderamente le importo, cosa que me hace sopesarlo todo—. Sabes que te amo, he intentado cambiar por ti y lo logré, tu lo sabes, pero luego... ¡No sé que mierda pasó! No sé si me drogaron, o... Pero desperté en la cama con Jimena y... lo que te dije no es real, no lo siento y no lo pienso. No sé... Yo... Perdóname.
Las chicas que nos miran están encantadas con el discurso de mi ex novio. El cual es muy codiciado y perseguido por las zorrillas de todas las carreras y años.
Se me escapan varias lágrimas cuando veo al hombre que hasta hace pocos días podía hacerme sentir de todo arrepentido y al borde del colapso nervioso por mi indiferencia.
Niego, tratando de alejarme. Pero su mano en mi antebrazo se reafirma, impidiendo que me aleje como quiero.
No puedo negar que me lleno de mucha indecisión, porque me sigue atrayendo, lo sigo queriendo. Pero mi atención total ya no está en él.
Está en toda la mierda que me está pasando justo ahora. Todavía debo averiguar cómo carajos es que me sacaron de Trensville cuando apenas era una niña.
Mi origen y el tema de los Revolies, mis capacidades y todo lo que me abruma no deja espacio para más.
Estoy muy confundida, mi vida acaba de dar un cambio drástico como para encima lidiar con una relación tóxica que solo me resta paz mental.
—Te perdono, David.
Y apoya su frente de la mía, cierro los ojos cuando su aliento tibio acaricia mi boca.
Quisiera besarlo, porque lo extraño. También para calmar el desespero que tiene, pero sé que sería una muy mala idea. Con ello sólo ganaría que su intensidad se haga insoportable.
Y de verdad que no estoy para distracciones.
—Vuelve conmigo, yo te amo, tú me amas. Vivamos juntos, vamos a casarnos... Nada puede salir mal. Lo habíamos planeado ¿Recuerdas?
Claro que sí lo recuerdo.
Pero niego y retrocedo dos pasos aunque aún me sujeta.
No puedo volver a un lugar en el que me hicieron daño, no puedo volver con él.
No me suelta, tampoco me quita los ojos de encima, entonces Louisa aparece de la nada y le estrella una buena cachetada que oficialmente nos vuelve el centro de atención.
Los que no miraban ahora sí lo hacen.
—¡DEBERÍA DARTE VERGÜENZA, HIJO DE PUTA! —Grita fúrica, zafando mi mano de su agarre— Vete a la puta mierda, mal nacido. Fracasado, mujeriego de mierda. Deja a mi amiga en paz que ya bastante daño le has hecho.
—TÚ NO TE METAS EN ESTO, LOUISA.
—¡Basta! —Exploto, la sangre me late dentro de las venas y tal cosa me preocupa porque no quiero demostrarme como una anormal aquí, aunque tampoco sé si pueda hacerlo teniendo en cuenta que la visión es medio rara—. ¡David, tú y yo terminamos! Y tú, Louisa, no te metas en esto.
—¿Qué?
No pierdo más tiempo y huyo directo a mi facultad. Todos me siguen con la mirada y aunque debería sentirme avergonzada alzo el mentón, devolviéndole el vistazo a muchos.
No tengo nada por lo que sentirme mal, yo no fui quien difundió el vídeo y además, lo que allí se muestra es el acto más normal que puede existir en este planeta entre un hombre y una mujer. Así que pueden irse a la mierda los prejuiciosos.
Soy la chica traicionada a la que el ex novio expuso teniendo sexo con él, nada más. No soy la única ni la primera a la que le sucede.
Al menos no planeo suicidarme por ello, al contrario, ahora es cuando más fuerte debo y quiero ser.
Mi primera clase avanza rápido y aunque nadie quiere formar equipo conmigo para el proyecto de investigación que asignan me da igual.
Sola puedo con todo. Soy la puta reina de los Revolies.
Bajo al comedor central después de la primera jornada, tengo una hora libre antes de volver a clases. Muy pocas veces vengo por aquí, antes permanecía en el área deportiva porque acompañaba a David en sus entrenamientos, pero ya que no tengo ni quiero nada con él éste será mi nuevo lugar.
Al menos de este lado no me miran tanto.
Como algunas galletas en silencio mientras que espero que la hora avance. Paso desapercibida algunos minutos hasta que Lou aparece frente a la mesa con los brazos cruzados. Noah, su novio, viene detrás.
Ruedo los ojos.
Ni un momento de tranquilidad puedo conseguir ¿Debo venir en cubierto o qué?
—Te largaste a la mierda sin despedirte y regresaste de la mierda sin avisar ¿Debo preocuparme?
—Preocúpate por tu maldito novio.
Los dos se sorprenden porque no soy una persona grosera. Y aunque ambos saben que él no me agrada mucho jamás lo había ofendido en su presencia.
—Leia, es estúpido que te pongas celosa de Noah. Tú eres mi mejor amiga.
Me es imposible no recordarla siendo atravesada en el árbol, o siendo la esclava de Nox. Un cadáver humano que se arrastraba por sobrevivir mientras el ocaso destruía todo el pueblo.
Sacudo la cabeza y agradezco porque nada de ello sucedió. Quiero dejar de pensar y recordar, no me hace bien.
—Tienes razón. Noah tampoco va a durar mucho tiempo.
El imbécil arruga las cejas cuando recibe una sonrisa de mi parte.
No sé quién es más tóxico, si él o David, o la misma Louisa que odia a mi ex pero que vuelve con el suyo cada vez que el imbécil decide recogerla después de tirarla como basura.
Lo odio, odio su cabello rubio, sus ojos cafés y la apariencia falsa que le brinda a todos cuando no es más que un maltratador.
«Zorra, con razón David la dejó» piensa él.
La capacidad de poder leerlo me asusta, mi estómago palpita por la sorpresa pero también me genera emoción.
—¿Qué? —inquiero, viéndolo.
Lou me mira medio confundida porque su novio no ha dicho nada.
Estoy segura de que Éter encontrará la manera de sacar de su camino a todo aquel que se le interponga entre él y Lou. Y lo apoyaré, si tengo que comportarme como una asesina en esta realidad pues con gusto será Noah mi primera víctima.
Las puertas del comedor se abren cuando David, quien barre con la mirada todo el lugar, las atraviesa. Es obvio a quien busca, apenas me enfoca avanza en mi dirección.
No soporto su acoso, necesito dejarle muy claro que no quiero nada con él.
—Este hijo de puta no entiende —Se queja mi mejor amiga—. Creo que deberías denunciarlo.
Me pongo de pie para huir sabiendo que es imposible cuando el castaño se detiene frente a mí, tiene los faroles verdes enrojecidos y la barbilla le tiembla. Jamás en mi vida lo había visto así.
—Por favor, cariño —Suplica por enésima vez—. Dame una oportunidad.
Dios mío, ¿Qué maldición estoy pagando? ¿Fue acaso buena idea regresar a la universidad?
—Déjame pensarlo ¿Vale? Necesito tiempo.
Sólo lo digo para sacármelo de encima temporalmente.
—¿Pensarlo? —Mi mejor amiga se indignada.
Ella ni siquiera tiene moral para decirme nada.
—Este es mi problema, Louisa. No te metas en mi relación con David.
Mi ex novio se ve más tranquilo ahora, creyendo que tiene algún tipo de oportunidad después de comportarse como un imbécil. Asiente esperanzado antes de darme un beso en la boca que me toma por sorpresa.
La revuelta que forman las chicas de años inferiores al entrar en conflicto hormonal cuando dos tipos entran al comedor con sus morrales y vistiendo como seres humanos normales me hace girar. Es que hasta podrían parecerlo de no ser porque sé quienes son en realidad.
Éter trae un gorro de lana y lentes cuadrados, viste como un estudiante aplicado y juicioso de informática, hasta carga un cuaderno en la mano. No puedo negar que es guapo, y que a ello se debe el escándalo indiscreto que forman las jovencitas de las primera mesas en dónde se sientan los nuevos ingresos. Se codean entre ellas sin quitarle los ojos de encima.
Nox lo sigue, la actitud que traen es como si no se conocieran.
El último viene encopetado, con una barba incipiente que no tengo ni puta idea de cómo dejó crecer tan rápido si anoche seguía siendo lampiño. Carga un bolso de una sola asa en el hombro y una camisa azulada y a la medida que lo hace ver más pálido de lo que es.
—Jesús bendito —Susurra Lou a mi lado irritada, ignorando la situación con David—. Las niñas estúpidas no pueden ver hombres guapos porque les palpita el ano.
Noah y David que son compañeros de equipo se han quedado admirando a los desconocidos que atraviesan la amplia sala sin ver a los lados.
—Tengo que irme —Pero es tarde, los dos asesinos que arrastro desde Trensville se detienen frente a mí cuando planeo darme a la fuga.
Éter es quien me habla:
—Te encontramos.
Avanzó un poquito, dejando a los demás atrás y haciendo que los Revolies me sigan.
—No olvides que Hera puede manejar la mente de todos aquí, no eres tan estúpida como para creer que por estar en Washington tu culo está a salvo ¿O si?
Nox como siempre soltando ácido.
—Pues yo...
No sé qué decir, no quiero quedar como una estúpida porque la verdad es que sí pensé que ya estaba medianamente a salvo. Pero tampoco puedo hablar mucho y menos en esta zona.
—Sí, eso creí. No sé porqué me sorprende. Eres una bruta en todas las dimensiones.
—Bueno, ya —Corta la tensión su hermano—. Vamos a enfocarnos. Estamos en Washington y de ahora en adelante soy Norman. Y mi hermano mellizo es Emilio —No quiero reír, pero fallo «¿Qué carajos es esto?»— Y somos tus compañeros de hábitat ¿Así se dice, Nox?
—Habitación —gruñe.
—Habitación —Corrige animado. No sé si son ideas mías, pero al Revolies amable le agrada la ciudad y estar rodeado de humanos. Cosa que a Nox sí le cuesta porque tiene la mandíbula templada ahora, tratando de ignorar a todos los humanos que se mueven a su alrededor. Debe ser una pesadilla para él querer matar a alguien y no poder hacerlo—. No vamos a despegarnos porque es peligroso para ti estar sola, y más con Hera que ahora nos ha fichado en la montaña. Pero te daremos un poco de espacio para no parecer unos acosadores ¿Cierto, Nox?
El otro pelinegro ni responde. No hace más que verme como si aquello fuera su único escape de la incomodidad.
—Y no te creas que vivirás una vida muy normal que se diga, porque...
—¿Cuando ha sido normal, si es un fenómeno?
Las palabras hirientes de Nox me joden.
—Shu... —Su hermano lo ve mal antes de voltear hacia mí otra vez—. Porque... —Continúa—. Si vine hasta acá fue porque debía hacerlo. La verdad es que no pensé encontrarme con esto, con que Emilio te había seguido sin motivo alguno. En la montaña dejé una revuelta. Hera no sólo te quiere muerta a ti, así que o nos organizamos para buscar la manera de volver y que no nos matemos en el camino o nos resignamos a morir aquí.
—Conoces el plan, hijo de puta bruto —Me irrita la actitud de Nox—. Todos lo conocemos.
Claro que sí, pero me rehúso.
—No voy a ser tú puta presa —respondo de mal humor, las manos me sudan porque detrás de mí y a pocos metros está mi mejor amiga con su novio y mi ex—. Y no voy a tolerar maltratos, te doy la corona pero quiero una vida normal.
Nos sostenemos la mirada hasta que veo a Éter sonrojarse cuando la pelirroja se detiene a mi lado.
—¿Se conocen? ¿Quienes son ellos?
David y Noah se unen también y la mirada recelosa que le echan a los desconocidos no me gusta, no quiero enfrentamientos ahora. Son mucho más altos que mis amigos asesinos, supieran que no durarían ni dos segundos vivos con ellos hambrientos.
Me pongo más nerviosa.
—Sí, son mis nuevos compañeros de hábitat.
—Habitación —Me corrige Éter, como si intercambiar palabras con la pelirroja fuese motivo de emoción. Aunque lo entiendo, tiene una pequeña obsesión con ella. Mis nervios aumentan aún más y tengo que morderme la lengua para salivar y sentirme viva. No sé que hacer—. Mucho gusto, soy Norman.
—No trato con ñoños.
Y quiero darle un bofetón por antipática.
Louisa es grosera la mayor parte del tiempo, más con la gente que no conoce. Y aunque estoy acostumbrada a sus malas repuestas para con otras personas la verdad es que no me gusta que lo sea con Éter. Me dice que esperará por mí en la cancha deportiva y sale de allí con Noah rodeándole la cintura.
David me planta otro beso en la boca marcando territorio de una manera bien estúpida y yo me quedo con la cara de culo de Nox y los ojos decepcionados de su hermano.
El silencio de los próximos dos minutos es incómodo y paso saliva cuando los humanos se pierden de vista.
—¿Qué creías que iba a pasar, estúpido? Ella ni te conoce —Suelta el demonio en cuanto se percata de la cara de su hermano. Siento algo de pena por su gesto contraído, creo que leo en él la vergüenza—. Sólo nosotros tres sabemos lo que sucedió.
—Falta alguien más por conocerlo todo.
Ambos me miran. A Éter le cambia el semblante con la mención de un tercero.
—¿Alguien más? Jacob tiene una pata en el más allá desde hace tiempo —Se pasa el cuaderno a la otra mano antes de acomodarse los lentes.
Pensar en Jacob y saber que yace en algún calabozo siendo torturado me rompe el alma.
—Alguien que va a ayudarnos si se lo pido.
Nox gruñe, ya sabe quién es:
—Él no sirve de nada, si muere en la visión aquí también lo hará.
—Si es por eso yo también muero.
—Yo no planeo matarte aún —Tiene la desfachatez de responder con eso—. Así que despreocúpate por eso.
—¿De quién hablan? ¿Por qué siento que hablan en código? —Éter nos ve medio confundido.
Y lo miramos mal.
—Tengo que hallar a Chris.
—¿Y cómo vas a convencerlo? ¿De qué servirá él?
—Nosotros tres no podemos contra Hera. La historia cambió y ahora somos los enemigos fáciles de aplastar.
—Tiene un punto —Señala Éter.
—¿Cuál maldito punto?
—Dejé una revuelta en la montaña, pero todos tienen algo en común: Matarlos a ustedes dos. Y ahora a mi también por huir y unírmeles.
Nox no reconoce que necesitamos ayuda, sospecho que lo hace porque quiere mantener en secreto todo el tema de la especie, también por orgullo. Y puedo entenderlo, si algo realmente me enseñó esa visión es que el demonio ama sus raíces y a su montaña.
—Antes ya pude conseguir un escuadrón ¿Qué les pasa? No me subestimen.
—No te subestimo —Trato de calmarlo cuando los ojos se le cubren en negro.
No nos conviene una transformación suya aquí delante de tanta gente.
—Hay algo que no te he dicho, hermano.
Y volteo a ver a Éter.
—El infierno está preparado para arder pero jamás para verse destruido. El espectro nocturno no ha nacido pero sí el brillo de la esfera que revelará su llegada en el olvido, destrucción y extinción promete el Dios de la muerte —Empieza a recitar lo que parece ser una historia con doble significado—. Con el brillo en su mirada exclama traición. Con el brillo en su mirada promete dolor. Con el brillo en su mirada promete agonía. Y la reina caerá ante su clan desunido. Miles de vidas que arderán con los peones hervidos en arrepentimiento al conseguir el precio de su error. Un enemigo blindado retumbará con el contrataque y sólo cuando la luna roja brille terminará el último ocaso. El cazador será cazado, el ejecutor no cumplirá su misión, un miedo agonizado y para el más temido se asegura su fracaso.
No entiendo absolutamente nada.
—¿Qué?
—Esa maldita profecía no es más que una mentira, cuentos de Meera para meter ideas estúpidas en los Revolies idiotas como tú —se queja Nox, retomando el aspecto humanoide.
Respiro.
—No lo sé, Nox. Pero antes de irme escuché en las montañas que Kitty había atrapado a la reencarnación de Anavi.
Se echa a reír.
Sigo sin entender nada.
—Imposible.
—Es que yo la vi, es la nieta de Polly.
Ese nombre sí me suena, es la vecina de al lado. La que vive junto a la casona de Jacob.
—Y creo que el motivo por el que Jacob la protegía tanto se debe a que en algún momento tuvo que haber viajado a otra dimensión en donde esa hija de perra conseguía joderte a ti. Con la abuela muerta no habría ido a Trensville.
Recuerdo de la visión que Jacob dijo algo sobre una única mujer que Nox ha amado en su vida.
Me suena el Anavi.
—¿Por qué tendría ella que joder a Nox? —pregunto.
Éter ve a su hermano. Un minuto de silencio y me pica el cuello con la intriga.
—De acuerdo, sí necesitamos ayuda —Cede el demonio, y esa aceptación suya me preocupa—. Pero no de Chris, iré a la isla Bengala.
—¿Crees que los Saojis quieran pelear por el reino de una especie que no es la suya?
¿Hay más especies?
Flipo, mirando alternadamente entre los dos sujetos que hablan sin prestarme atención.
—No pelearán por un trono, pelearán por darle muerte a la zorra que los ha estado cazando como humanos. Misma zorra que ya tiene una alianza con gobiernos de todo el mundo y que irá tras su extinción.
—¿Lo logró? —Se exalta el Revolies amable—. Maldición.
Soy un cuadro en la pared y empiezo a enojarme.
—No sé de qué carajos hablan ¿Pueden explicarme?
Nox me fusila con los ojos.
—Eres la heredera a la corona que no quiere asumir el rol, y mientras que huyes y Hera sigue siendo la reina el mundo va a ser destruido tal cual se conoce.
—La profecía no es sólo sobre nosotros como especie. Habla de destrucción masiva y ahora es que puedo notarlo. No es literal, es retórico, y nos van a matar. Hera y Anavi van a masacrarnos —Concluye Éter.
Es así como por fin veo preocupación en la expresión de Nox.
La situación no es tan grave como pensaba, es mucho peor.
¡Hola, Revosatánicos de mi corazón!
Naguara, por fin estamos aquí en el estreno oficial de este segundo libro de la saga.
Espero que les haya gustado, disculpen los errores que consigan por ahí, esto es un borrador.
Les mando un abrazo y recuerden seguirme en Instagram: @ginamorrisescribe
Nos leemos pronto.
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