1
Quinientos años después...
[La actualidad]
IVANA EDICH
La casona se ve bastante deteriorada en comparación con la fotografía que sostengo, debió haberse tomado hace mucho tiempo.
Mamá antes de morir me pidió que viniera en busca de la abuela para sacarla de aquí, no pude preguntar porqué, no me dio tiempo de hacerlo, dio un último suspiro con el que me arrancó la estabilidad emocional.
Así que heme aquí, al otro lado del mundo.
Avanzo por el maltrecho camino de piedras oyendo risas del interior de la residencia que tiene un atisbo fantasmal.
No recuerdo mucho a la abuela porque mamá se alejó de ella cuando yo apenas era un bebé, y fotografías de ella no conservamos mas que la que llevo en la mano. Pasé toda mi vida en Ecuador hasta hace tres días que viajé para cumplirle a mi madre su último deseo.
Un deseo bastante raro a decir verdad.
El tacón de mi sandalia derecha se quiebra y con el ruido silencia a quienes parecían divertirse adentro. El morral no pesa tanto y me detengo frente a la puerta sintiendo nerviosismo.
—¡Señora Polly! —Grito. No quiero venir a perturbar su paz y tranquilidad diciéndole que soy Ivana, su nieta.
Prefiero llegar por la buenas para convencerla de irnos a México, tal y como mamá pidió en la carta que conseguí después de su muerte.
La puerta se abre y una mujer de cabello gris me observa desde el umbral, a pesar de sus casi setenta años luce en forma. No se ve tan vieja como esperaba.
—Hola, yo soy...
No termino de hablar porque un hombre joven de cabello negro irrumpe entre nosotras, sujetándome del cuello y estrellándome contra la pared.
Me sorprende su ataque y grito intentando defenderme, aunque no consigo nada.
—Éter no —Pide ella.
—¿Quién te envió? —Ruge el tipo endemoniado, tiemblo de miedo cuando veo que el aspecto físico le cambia por completo.
Se transforma en una horrible criatura blanca con dientes puntiagudos y rayas negras que delinean las venas debajo de su piel.
¿Qué mierda es eso...
—No puedes matar a todos los que...
—¿Quién te envió? —Repite el tipo sacándome una súplica para que no me mate.
El aire se tranca en mi garganta por el ataque de sus dedos largos cerrándome la tráquea. La presión en la cabeza me atontea, intento alejarlo pero el tipo es mucho más fuerte que yo.
La fotografía se me cae de la mano y me contraigo cuando siento que ya no hay más aire para aspirar. Voy a morir aquí por intentar ser una buena hija, demasiada ironía.
Intento tomar aire una vez más, fallo, el hombre me está estrangulando y no puedo contra la fuerza que ejerce.
—Ivana —Polly sujeta la fotografía ahora con los ojos llenos de lágrimas—. Es mi nieta, Éter. Déjala.
Y el espectro espantoso me suelta con los ojos muy abiertos, está tan asombrado como yo lo estoy con su cara diabólica.
Caigo al suelo de rodillas, mareada e intentando tomar todo el aire que me fue negado en los pasados segundos. Me desespero respirando cuando siento la libertad de hacerlo, termino ahogada y tosiendo.
Ni siquiera pienso en algo concreto, tal vez he imaginado todo.
La abuela se agacha frente a mí poniéndose a mi altura, me ayuda a poner de pie con la ayuda del tipo que ha vuelto a su estado normal. Ambos me llevan adentro y me sientan en un mullido sofá.
No emito palabra alguna, las preguntas me dan vuelta en la cabeza porque no logro explicarme lo que acabo de ver. Me dan agua y esperan pacientes a que salga de mi trance impactante.
Miro al sujeto llamado Éter, me da escalofríos sostenerle mucho tiempo la mirada así que volteo a ver la mesa de centro que se interpone entre nosotros, captando los adornos abstractos que hay sobre la superficie.
No puedo creer lo que he visto.
—¿Qué es él? —pregunto por fin a la abuela. Aunque verdaderamente esa no era la pregunta que quería hacerle.
—Soy un Revolies.
Asiento.
No sé qué mierda es un Revolies y ganas de averiguarlo tampoco hay, así que dejo pasar la confesión y me concentro en lo que realmente he venido a hacer a este pueblo aburrido y espantoso.
Fijo la vista en el cuadro de una montaña enorme que hay en la pared antes de hablar.
—Mamá murió —La cara de Polly cambia, algunas lágrimas se le escapan—. Antes de hacerlo me pidió que viniera por ti.
—Imposible, es mi presa.
—Éter —lo regaña la abuela.
El muchacho se encoge de hombros medio resignado, termina sentándose en el suelo mientras que Polly se acerca a mí, suspirando conmovida.
—Oh mi pobre Mile —Llora a mi lado— ¿Qué le pasó?
—Cáncer.
—Los humanos y sus enfermedades raras —El sujeto habla medio fastidiado.
Trato de no mirarlo mucho porque no me da buena espina.
—No las abandoné, cariño —Se precipita ella, debe pensar que he venido a juzgar su ausencia, pero no es así—. Fueron tiempos difíciles y yo... éste pueblo era mi única opción, está maldito pero no podía irme. Y ustedes no podían quedarse.
—Lo que sea que era peligroso para ti ya no está, mamá no me dijo muy bien qué fue lo que sucedió, solo me pidió que viniera por ti porque ya no había por qué temer.
Observa a Éter, quien ahora cambia la expresión por tranquilidad pura. Asiente hacia ella quien le devuelve una sonrisa sincera. Casi no parece un ser maldito sacado de alguna película de terror.
—¿Quieres irte, Polly? —pregunta él.
La abuela me observa y alterna la mirada entre ambos. Asiente.
—Creo que...
Y una lanza plateada le atraviesa el cráneo, tambaleándola y salpicando de sangre todo a su paso. Su cuerpo sale de mi vista por la fuerza del objeto, cayendo hacia atrás sin vida.
Grito cuando el líquido carmesí me cae en la cara.
«No puede ser»
Éter se transforma una vez más, sacándome un grito. Acude al cuerpo de mi abuela, lloriqueando sobre su cadáver mientras que escucho pisadas acercarse desde afuera. Maldice antes de girarse hacia la puerta.
Me levanto buscando dónde esconderme aunque algo me dice que no podré escapar de esta.
Los aullidos que emite la horrible criatura me ponen los pelos de punta y retrocedo contra la pared. La puerta se rompe en mil pedazos y una mujer de cabello castaño oscuro atraviesa el lugar con un sujeto alto y musculoso detrás, lleva el cabello rubio y una cicatriz le atraviesa el ojo derecho.
—¡Buena puntería, Kitty!
Lo felicita la mujer.
—Maldita perra —Ese es Éter escupiendo su veneno—. ¡POR QUÉ TENÍAS QUE MATARLA!
—Ouh —se burla—. Maté a la humana con la que te juntas, qué lástima. Un favorito menos.
El tal Kitty se percata de mi presencia y le avisa a la mujer antes de venir contra mí. Me ataca el cuello con su mano y me maldigo por haber obedecido a mamá que me mandó a este pueblo de mierda.
—Justo a quien esperaba.
El rostro hermoso de la mujer se voltea hacia mí, los ojos oscuros se le transforman en dos piedras negras que me aceleran el ritmo cardíaco.
Lo que sea que son estas cosas no es de este mundo.
Éter intenta volver con la abuela que yace inerte en el suelo cubierta de sangre y con la cabeza perforada, pero la tipa lo ataca, estampándolo contra la pared.
En defensa la arroja a varios metros, destruyendo los muebles con los que choca en el aire.
—Mátala.
La orden en mi dirección me hace temblar y cierro los ojos cuando Kitty sacude la mano, haciendo que filosas uñas casi como cuchillas aparezcan en sus dedos.
—Imposible, la espero desde hace años.
¿Qué?
Volteó hacia Éter que grita enojado:
—¡Megara, ¿Qué carajo quieres?!
—¿Dónde está tu maldito hermano? Atacó a Hera ayer y desapareció.
El pelinegro se queda en blanco, inmóvil y sin emitir sonido alguno. La mujer que ahora sé que se llama Megara vuelve a ponerse de pie y avanza devuelta.
—Haz lo que te dé la puta gana con esa zorra —Le habla a Kitty refiriéndose a mí. Se voltea hacia Éter y planta ambos pies frente a él, con coquetería— ¿Dónde está Nox?
Se queda en silencio, pensando y confundido.
—No tiene sentido... Él... ¿Cómo que atacó a Hera?
—Deja de cubrirlo, maldita sea. Dime ya en dónde está, porque acaba de ser declarado traidor a la corona y todo aquel que lo cubra será desterrado, no quiero que te destierren a ti, bebé.
—No lo sé.
—Éter —Advierte la tipa, acariciándole la mejilla; siento asco por todo lo que mis ojos ven.
Kitty me suelta del cuello y me saca a rastras de la casona. Intento frenarme afincando la suela de mis sandalias en el piso, hasta le pido ayuda a Éter que parecía ser amigo de mi abuela pero es en vano. La mención de ese tal Nox lo ha dejado frío; el otro tacón se parte y Kitty aprovecha la oportunidad para agarrarme de la muñeca, levantando mis pies del suelo y dejándome sobre su hombro.
Intento defenderme, lanzo patadas y puñetazos, grito y lloro, pero termino con un golpe en la cabeza que me hace perder la orientación.
Cuando despierto estoy amarrada por las muñecas y tobillos, quedando como una estrella suspendida en el aire. No llevo ropa, el frío cala en mis huesos, los dientes me castañean y aunque debería estar temblando de miedo no es así.
Cuando a mamá le detectaron cáncer en el seno izquierdo no teníamos ni un solo billete en el bolsillo. Me había graduado de enfermera meses atrás y mi sueldo como recién graduada solo nos permitía comer.
Además, estar en un país como extranjeros trae gastos permanentes.
Tuve que tomar medidas desesperadas para pagar el tratamiento de mamá que era muy costoso. Fue así como entré al mundo de la prostitución, inicié como una chica de esquina hasta que un hombre con dinero detuvo su auto delante de mí y me dio entrada al área VIP del negocio.
Fue la peor noche de mi vida porque me expuse a jornadas sexuales sadomasoquistas, pero la paga permitió que mamá entrara al quirófano para que le extirparan el seno. Los cuidados posteriores requerían más dinero y me aferré a mi profesión nocturna como trabajadora sexual para sacar adelante la situación.
Los centros sadomasoquistas pagaban mucho, y eso me permitió costear los tratamientos que mi madre requería para recuperarse. Dos meses después el cáncer volvió, esa vez en el seno derecho, el cual se extendió e hizo metástasis.
Me volví una sumisa experta, muy cotizada a decir verdad. Así que en situaciones como estas, donde estoy desnuda y expuesta a los más sádicos peligros no siento miedo.
Ya he estado en escenas similares, y sé que solo incluye placer. Estoy lista para ello.
Las cadenas se tensan y mis extremidades se estiran a un punto que temo porque me sean arrancados.
—Hola, pequeña puta.
Reconozco la voz, es del sujeto rubio que irrumpió en la casa de mi abuela con la tal Megara.
Alzo la mirada, entra desnudo a la habitación rocosa, su pene erecto apunta en dirección al ombligo y trago saliva cuando observo la verga más grande que he visto en mi vida.
La cicatriz redonda que tiene en la parta baja del abdomen capta mi atención.
—Amo —correspondo el saludo pensando en cómo haré para soportar un miembro de ese tamaño.
No sé qué clase de criaturas son estas, lo que sí sé es que si vivir es el pago por dar sexo pues lo haré.
No soy una maldita debilucha y no me he jodido tanto en la vida como para morir a manos de estas extrañas cosas.
Detallo el tórax de Kitty, está marcado por los músculos, es un hombre tan enorme que podría reventarme en dos. La barba incipiente que cubre su rostro le da un aire atractivo, exótico.
Da varios pasos hasta que queda frente a mí.
Es guapo y da miedo.
—Jamás imaginé que pudiera verte otra vez —Ignoro el comentario porque es evidente su inestabilidad mental.
Asiento siguiéndole la corriente.
—Así es.
—¿Puedes recordarlo, pequeña puta?
No sé de qué habla, asiento una vez más.
—¡Mentirosa!
El golpe que impacta contra mi mejilla me hace pasar saliva, mi vulva se contrae porque extrañamente me ha exitado la situación.
—Lo soy, amo ¿Va a castigarme?
Sigo con los típicos diálogos que utilizo para satisfacer a mis compradores.
—Deja de fingir, Ivana —Pide más calmado. Y que sepa mi nombre sí me asusta.
Lo veo a los ojos, reparo la cicatriz que tiene sobre uno de ellos y me sacudo por un fuerte escalofrío que envía escenas fugaces a mi mente. Escenas que no he vivido en esta vida.
Porque no soy yo.
Se masajea el tallo del pene sin vergüenza, y cuando roza el glande contra mis pliegues húmedos jadeo ansiando ser atravesada por la enorme vara palpitante que cuelga entre sus piernas.
—Esta cicatriz me la hizo quien nos condenó a ambos en tu vida pasada —habla—. Me juraste que volverías para tomar venganza, te esperé por años y me rendí, no creí que volvería a verte hasta que te encontré ayer.
Parpadeo, no entiendo nada.
—Estuve quinientos años sin ti y ahora que estás aquí, pequeña puta, sé que vamos a destruir a Nox juntos... tal y como planeamos inicialmente.
Halo las cadenas porque quiero bajar de aquí, se templan y me lastiman.
La piel se le blanquea y sus ojos se hacen negros por completo, mostrándome las venas oscuras que combinan con ellos y que le resaltan en el cuerpo.
No sé de qué habla, no sé lo que quiere de mí, pero no puedo morir aquí cuando tengo tanto por vivir.
—Haré lo que quieras, pero por favor déjame salir de aquí.
—¿Harás lo que yo quiera?
Asiento asustada ya con tanto disparate.
—Entonces recuerda lo que eras antes de que me pidieras que te matara.
¿Lo que era? ¿Que me matara?
Sus dedos se apoyan en mis cienes y siento que mucha información se vacía en mi memoria. Información que no me incluye a mí sino a otra chica, tiene cabellos amarillos y ojos cafés que se me hacen conocidos.
La veo danzar con Kitty en mi mente, besarlo y lloriquear aferrada a sus brazos.
Luego la consigo de rodillas en una extraña sesión satánica con mi secuestrador como orador, es quien dirige el evento, aparece frente a ella y le clava los dientes en ambas muñecas antes de perforarle el pecho con una daga. Con ello debería morir, pero en su lugar el cuerpo se sacude en el suelo con una convulsión frenética, hasta que vuelve a abrir los ojos.
Ya no son cafés, son negros en su totalidad. Parece endemoniada.
—No quiero morir, quiero estar contigo por toda la eternidad —Pide.
—Y lo estarás, mi pequeña puta. Porque ahora eres como nosotros.
Siento una emoción ajena que se contrae dentro de mi pecho y no comprendo la familiaridad.
Trato de volver en mí misma y no consigo más que escenas de un sujeto de cabello negro tomando a la chica por las malas, y aunque ella se resiste al principio luego se deja llevar por las embestidas del espectro que la empalan con fuerza.
—RECUERDA TODO LO QUE TE HIZO —El grito de Kitty me saca de la nube de escenas pasadas.
Esa no soy yo, él está confundido.
—Me amabas a mí y luego lo amaste a él —El enojo en su voz me hace pedirle perdón por algo que no hice y que ignoro por completo—. Por eso te maté, tú me lo pediste. Dijiste que volverías a mí para empezar una vez más y aquí estás.
Se clava dentro de mí sin piedad, rompiendo mis límites con su verga gigante. Grito porque no puedo soportar la invasión bestial, tiro de las cadenas que me rompen la piel. Me quemo por dentro con sus puntadas mortales que más que generar placer me causan daño.
Me sangra la vagina, soy consciente de que es primera vez que sufro algún daño como este después de haber estado expuesta a decenas de encuentros sexuales.
—Por favor —Suplico para que se detenga porque me está lastimando—. Por favor.
Sale y vuelve entrar, perforando el tope de mis carnes cuando mete toda su virilidad dentro de mí cavidad ensangrentada. El dolor me deja sin aire para gritar y lloro por ser siempre la desdichada a quien todos joden.
Odio mi mala suerte, estoy cansada de ella.
—Recuerda lo que sentías conmigo, pequeña puta.
Vuelve contra mí, atacando mi coño una vez más, me resigno a ser poseída sádicamente por una horrible criatura que no conozco.
Eyacula dentro mí, el líquido me quema desde adentro poniéndome a gritar una vez más, desesperada por el ácido que avasalla mis entrañas.
—Detenlo, por favor. Haz que pare.
Lloro.
Apoya sus dedos en mis cienes por segunda vez y otra realidad me golpea.
—Anavi —Llama el sujeto de cabellos negros que ví en el recuerdo anterior poseyendo a la mujer rubia—. Escoge de una maldita vez.
Era a Kitty a quien la mujer prefería, pero Nox significaba poder y posicionamiento dentro de la montaña.
Y ni siquiera sé cómo es que lo sé, pero lo sé. Y es aterrador.
—Te escojo a ti.
Vuelvo a mi realidad, temblando y sudando frío. Kitty camina de un lado a otro, me arde la entrepiernas que no deja de sangrar y sollozo cuando entiendo que moriré aquí.
—¿Por qué te rehusas a recordar? —pregunta enojado.
El descarado todavía tiene la maldita cara para acercarse a acariciar mi mejilla después de violarme.
—Porque no te conozco, y no sé quién es esa mujer.
—Ya lo harás.
Bienvenidos, amores míos Revosatánicos.
Aquí andamos una vez más para darle inicio a la segunda entrega de la saga. En esta oportunidad conoceremos nuevos personajes, veremos partir a algunos y nos enamoraremos más de otros.
Sin nada más que agregar, disfruten de esta nueva aventura. Recuerden seguirme en Instagram como: @ginamorrisescribe
Besitos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top