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Leo sabía que no había forma de escapar, ni siquiera con las mismas espadas, sin embargo, tenía que irse para poder pensar. La niña ya sabía que si él se iba, podría pensar libremente. Solamente debía preguntárselo, quizás si usa la telepatía a su favor, podría escapar de las arañas. No era una situación fácil, ¿cómo podría lograrlo? Era como estar contra la espada y la pared.

—Ustedes no escaparán tan fácil —dijo el muñeco—; ustedes nos obedecerán.

Leo: ¿No hay nada que podamos hacer para escapar?

Una araña: No... No hay forma. Nosotras obedecemos, nada más. Nosotras somos una unidad, una conciencia colectiva.

—Ustedes, hijos de Adán, serán el aperitivo de nuestras criaturas. —aclaró el muñeco

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