Ellos salieron de ahí, Leo decidió dejar la cabeza de Diego dentro del buque después de recordar lo que ocurrió con Timmy. Al parecer esos seres arácnidos inyectaban algún líquido en los cuerpos de sus víctimas y de ellas nacían sus crías. Aún así tuvieron la información suficiente como para saber qué ocurría.

—Los científicos militares chinos en la Terminal 4 con un buque de guerra desde el cual hacían experimentos —dijo Leo—. Mi pregunta es: ¿Qué hacen los buques de guerra chinos en nuestro espacio?

—Los Fernández siempre tuvieron este tipo de negocios sucios con gobiernos dictatoriales —dijo Felipe—, ellos salieron a bancar a maduro en un montón de ocasiones.

—Son un asco —se quejó Leo—, cedieron espacio argentino a los militares chinos para crear un arma contra los estadounidenses... ¿Qué es esto? ¿Una nueva guerra fría?

—Parece que sí —dijo Sergio—, ¿no viste que Putin se la agarró contra la OTAN?

—Esto lo sabía desde hace mucho —se quejó Melanie—. Socialistas... siempre haciendo lo incorrecto por más dinero. Ahora se llenó de esas vainas la ciudad; quiero creer que el resto del mundo no correrá el mismo destino.

—Éste mundo no tiene destino cierto ahora mismo —dijo Leo—, al igual que nosotros cuando nos conocimos en el tren, el cual al final nunca nos llevó al nuestro.

En esos momentos volvieron a sentir una sensación extraña, y frente a ellos lograron ver de forma breve la figura de una araña.

«Puerto Madero»

Leo había escuchado en su cabeza esa voz tan espectral y oscura que le decía «Puerto Madero». Quizás ese sea su próximo destino.

—Una araña me dijo que vayamos a Puerto Madero —dijo Leo— ¿Es confiable?

—No lo sé, pero me parece que no. —dijo Melanie.

—Quizás encontremos algo ahí. —dijo Leo...