WooDay

La primera vez que tomé su mano supe que jamás estaría solo otra vez.

Wooyoung es un híbrido, llegó de contrabando al país hace aproximadamente dos años y ha sido vendido como la mascota del jefe. Jamás ha mostrado su forma humana por temor, aunque jamás le pidieron que lo hiciera.

Él creyó que viviría toda su vida en ese lugar, sirviendo como la mascota exótica del cartel. Sin embargo, un día ocurrió lo impensable: fue liberado por la hija de diez años del jefe y Wooyoung corrió tan lejos como pudo.

Hoy es una persona en situación de calle, vive con los indigentes del barrio cerca de un albergue donde almuerza y cena todos los días.

Hay un nuevo voluntario en el albergue, es el más joven y guapo chico que Wooyoung haya visto a su corta edad, es amable y siempre tiene una hermosa sonrisa para darle. A veces Wooyoung intenta hablar con él, decirle lo mucho que lo ha ayudado su sola presencia, pero no puede, su garganta se cierra y sus ojos se llenan de lágrimas cada vez que trata de hablar con algún humano.

Él es silencioso, retraído, algo arisco. Es un pequeño zorro albino que solo ha visto desgracias, temía salir herido apenas abrir su corazón.

―Hoy nuestro Seonghwa no vendrá, al parecer un cachorro llegó de urgencias y tendrá una operación. Me acaba de avisar ―dijo una señora de unos cincuenta años, con una mirada amable pero preocupada.

Wooyoung, quien estaba escuchando a hurtadillas, bajó la cabeza con tristeza.

Wooyoung tomó su plato de comida y se sentó en su lugar habitual, poco después se le acercó un chico de su misma edad con algo de timidez. Ese era San. San y él eran los más jóvenes en situación de calle, según había escuchado Wooyoung, a San lo corrieron de su casa por sus preferencias sexuales y había buscado refugio en aquel albergue, por su inocencia, casi había caído en malas manos. Pero por fortuna, no fue así.

San había estado intentando hablar con él por los últimos dos días, pero uno parecía ser más introvertido que el otro. De todad formas, en silencio, San se sentaba junto a él y ambos comían y esperaban a que el otro terminara su comida para levantarse.

Wooyoung no había podido tomar una ducha en al menos una semana, por lo que su mal olor alejaba a las personas (aunque la mayoría en ese lugar estaba en las mismas condiciones), se sentía sucio y deprimido, no sabía qué le deparaba el futuro, por qué le pasaban esas cosas a él siendo un cachorro todavía... Wooyoung estaba cansado.

―Oye...

Wooyoung se detuvo en seco y alzó la mirada. San lucía tan asustado como él ante esa simple palabra.

Wooyoung asintió con ligereza y volvió a sentarse en su lugar, esperando a que el humano siguiera hablando.

―Yo conseguí un lugar donde tomar una ducha... Es cerca, se lo ofrecí a los demás y les pareció un buen sitio. Quería compartirlo contigo.

Wooyoung dudó por un momento. San lucía nervioso, pero eso lo atribuye a su mal carácter, a su cara de matón que ha perfeccionado frente al espejo por un tiempo.

Wooyoung sólo pudo asentir brevemente.

―El joven Park nos regaló jabones y shampoo ―comentó San con emoción, mostrando su linda sonrisa por primera vez desde que se había acercado a él―. Hay un arroyo cruzando el bosque, lo encontré en un paseo matutino, es agua limpia así que me bañé ahí un par de veces.

Wooyoung siguió escuchando lo que San decía, después de un rato parecía que el humano había perdido la pena que sentía y hablaba con soltura, casi emocionado por entablar una conversación con él. Wooyoung le asentía con paciencia, atento a las palabras ajenas.

―Entonces grité y él gritó también y los dos nos miramos como idiotas ―dijo San haciendo ademanes―. Jamás había visto a un híbrido, y me pareció majestuoso.

Wooyoung mordió su labio inferior. Si la gente del albergue supiera que es un híbrido, ¿sería aceptado de todas formas?

―Nos hicimos buenos amigos, pero ahora no sé nada de él... ―dijo bajando la emoción en su tono de voz―. Desde que me echaron de casa no lo he visto. No sé si quiera verme.

Wooyoung se sintió apenado por no saber cómo hacerle subir de ánimo otra vez, pues aquella historia que parecía una anécdota feliz se transformó en un recuerdo triste.

―Me dijeron que te llamas Wooyoung ―dijo San esquivando una rama a la altura de su cara―. ¿Puedo llamarte Wooyo?

Wooyoung asintió, pero al ver que San no volteaba a para ver su respuesta, fue forzado a decir algo.

―Sí...

San se detuvo de inmediato y lo miró como si le hubiera salido otra cabeza.

Lo único que Wooyoung había dicho al llegar al albergue había sido su nombre y su edad, luego había mantendio silencio cada día hasta hoy.

―Genial.

San sonrió de nuevo con esa bonita expresión y Wooyoung sintió las mejillas calientes.

―Ya estamos cerca, Wooyo.

En ese momento, Wooyoung escuchó el sonido del agua, débil pero real. Sonrió al sentir la emoción corriendo por sus venas, sabiendo que pronto podría darse un merecido baño.

San llevaba una pequeña mochila.

―Traje ropa que había en el albergue, ya sabes, la que donan para nosotros. No sabía qué te iba a gustar así que opté por lo clásico. ―San sacó una muda de ropa―. Tampoco sabía tu talla, pero supongo que el s te va a quedar bien, eres muy pequeño.

Wooyoung miró la muda que San le extendió y con las manos temblando la aceptó.

―Aquí tienes una barra de jabón y... ―San le entregó una bolsita pequeña― esto dice dos en uno, así que serán shampoo y enjuague juntos.

Wooyoung miró a su alrededor, estaban solos.
Eso llamó la atención de San.

―Sé que eres tímido así que vinimos a un horario donde los demás todavía ni piensan en bañarse. Yo estaré aquí, pero miraré hacia otro lado si eso te hace sentir cómodo.

Wooyoung volvió a sentir sus ojos vidriosos y apartó la mirada para que el humano no lo viera llorar. Jamás nadie se había preocupado tanto por él, y sentir que alguien le daba una mano después de todo era emocionante.

―Gr... Gracias... ―musitó Wooyoung, apretando los labios entre sí.

San sonrió nuevamente y Wooyoung apreció esa sonrisa con mucho afecto.

Wooyoung comenzó a quitarse la ropa para dejarla a un lado, sobre una roca. En menos de cinco minutos ya estaba desnudo, pero San había cumplido su palabra y estaba sentado sobre un tronco caído de espaldas a él. Wooyoung se metió al arroyo y comenzó a bañarse, no conocía ese lugar ni gran parte de la ciudad en realidad, por lo que apreciaba que San lo compartiera con él.

Wooyoung dejó que el agua se llevara sus problemas por un momento y disfrutó del sonido de la naturaleza. Hace mucho que no se transformaba en su forma animal, por lo que se sentía un poco apartado de su otro yo. Miró la espalda de San y, al cerciorarse de que el humano no lo vería, se transformó en zorro y saltó sobre el agua, mojando todo su pelaje.

―Veo... Escucho que te diviertes ―dijo San con un tono bromista.

Wooyoung se asustó y rápidamente cambió a su forma humana.

―Sí... ―dijo en tono bajo.

A partir de ese día, San y Wooyoung iban al arroyo muy seguido. Pronto Wooyoung perdió la vergüenza y dejaba que San se bañara con él, lo que sí era difícil era hacer que hable más, que soltara esos monosílabos y entablara conversaciones. Por el momento, San se conformaba con ser el único hablando.

―Gracias por escucharme, Wooyo.

Wooyoung asintió mirando los ojos gatunos de San y se preguntó por un momento si ese humano no era un gato, ya que parecía uno, sin embargo, no olía como uno.

Era habitual ir a bañarse antes de las 4, momento en que todos se levantaban de sus siestas, para entonces ellos ya habrían vuelto limpios y secos.

―Hoy hueles a fresas.

Aquella frase entró por un oído de Wooyoung y se clavó en su cerebro, volteó y se encontró con el veterinario voluntario, el joven Park.

―Ayer olías a jazmines. Se ve que usas los artículos que le entrego a San ―dijo con una sonrisa―, no me malentiendas, son para todos, pero no me esperaba que se acercara a ti... Eres el más tímido de todos y Sanah es algo introvertido.

Wooyoung olió su muñeca y luego volteó a ver a San, como si le estuviera preguntando al humano la verdad.

―Sí, hueles rico ―dijo San.

Las mejillas de Wooyoung se pintaron de rojo a más no poder. ¡Los dos chicos más guapos que había visto en su vida lo estaban halagando!

―Ven ―dijo San tomando su mano, cosa que sorprendió a Wooyoung―, le pedí un favor a la cocinera y conseguí un postre para ti.

Un postre... Wooyoung tenía que averiguar qué era eso.

―No sé si te vaya a gustar, veo que comes poco...

San le entregó un pequeño pote de tergopol.

San no había soltado su mano y eso no fue algo notorio por él hasta que quiso tomar el pote. Fue ahí cuando se dio cuenta.

―Uh, lo siento... ―dijo San soltándolo.

Wooyoung soltó un pequeño quejido al darse cuenta de que la calidez de aquella mano desaparecía.

―Está bien ―dijo Wooyoung―, puedes tomar mi mano...

San estaba boquiabierto, era la primera vez en dos semanas que escuchaba una respuesta de más de dos palabras de parte de Wooyoung.

―Primero come tu postre ―dijo San, sonriendo.

Wooyoung no tenía una palabra para describir esa sonrisa, pero le gustaba mucho.

―Gracias... ―murmuró Wooyoung, sintiendo a su parte animal dar vueltas como un cachorro emocionado.

Nadie se había preocupado tanto por él como lo había hecho San. Y apreciaba eso. Quizá, algún día, cuando volviera a confiar en los humanos, le contaría su secreto.

Por el momento, se bañaría en ese arroyo junto a San y comenrían en ese albergue mientras pudieran.

21/04/2024

HOLAAA. les debía el os de cumpleaños de Wooyoung... Y ahora les debo el de Yunho y Seonghwa jajajajaj soy un desastre

Espero que les haya gustado de todas formas. Gracias por leer ❤️🥰

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