#PuppyDay

Yunho encuentra una criatura en el jardín.

Yunho bajó la vista al notar movimiento a través de su mirada periférica. Por un momento, creyó que se trataría de su gato, pero este estaba dormido sobre el pecho de San, en la cama. Las cortinas se balancearon ligeramente y Yunho se incorporó, curioso.

―Hey, Sani. ―Yunho llamó a su roomie, pero el menor seguía completamente dormido.

Bufando, Yunho tomó valor y abrió la cortina rápidamente. No se encontró con ningún bicho o animal, por lo que abultó los labios algo confuso.

―Este tonto... ―Yunho notó que la ventana estaba abierta, por lo que la cerró inmediatamente. En esa época del año, había mucho viento.

Yunho volvió a sentarse en su escritorio, miró la hora y casi se escandalizó cuando se percató de que era tan tarde. Tomó su café ya frío y se levantó nuevamente, limpiaría todo e iría a fumar un rato antes de dormirse. Vivía en una casa pequeña de dos ambientes que quedaba bajando la colina de su universidad, la propiedad pertenecía a los Choi y su amigo tuvo la amabilidad de dejarle vivir con él al menos hasta que pudiera conseguir algo.

Yunho no estaba muy interesado en buscar nada, estaba cómodo en ese lugar, aunque tuviera que soportar al castroso de San y su muy energético novio.

Tomó una chaqueta, su paquete de cigarros, se calzó las sandalias para salir al jardín, una vez afuera, se sentó en las escaleras. La noche en Seúl era realmente agradable, aunque hubiera preferido quedarse en su ciudad, junto a su hermanito menor y su madre.

Los cigarrillos lo ayudaban a tranquilizarse.

Dejaba salir el humo de su cuerpo y se perdía en sus recuerdos, de aquellos días tan cálidos con su pequeña familia y los gritos tan infantiles de su hermano. Sonrió pensando en él, en lo grande que estaba ya y lo mucho que lo extrañaba. Barrió el cielo estrellado con sus grandes ojos y el sonido de un llamado tímido hizo que bajara los párpados.

―¡Hyung!

Yunho abrió sus ojos. El claro llamado hizo que escaneara el jardín en búsqueda de aquella voz tan conocida, ligeramente asustado y confundido. Nada volvió a oírse, pero las flores que San regaba todos los días se sacudieron con anormalidad. Las miró expectante.

―Dios, estoy agotado. ―Yunho parpadeó sacudiendo la cabeza―. Ya debo estar delirando.

Yunho tiró su cigarro en el cenicero que había llevado consigo cuando un pequeño quejido ajeno le sobresaltó. Echó su cuerpo hacia atrás y la pequeña figura en movimiento lo hizo también. Estático, Yunho lo observó agrandando sus ojos, sus manos temblaron y mantuvo la respiración.

La pequeña figura de al rededor de quince centímetros parpadeó y su mueca asustada tembló nerviosa.

―¿¡Qué carajos eres!? ―Yunho se horrorizó, gateó hacia atrás aún sin incorporarse y exclamó a viva voz―. ¡¿De dónde saliste?!

Quince centímetros de lindura se acercó a él de un salto, logrando que Yunho volviera a retroceder. La pequeña criatura lucía como un muñequito articulado bastante bonito, su piel ligeramente luminosa como los bichitos de luz y sus hermosas alas doradas lo hacían ver como una criatura bellísima.

―¡Qué mierda, pero no te acerques más!

La criatura retrocedió un paso, confuso.

Sus grandes ojitos marrones dudaron por un segundo.

―¡Hyung! ―dijo, pero Yunho boqueó incrédulo.

Esa preciosa voz aniñada, Yunho la reconocería en cualquier lugar.

―¿Mogu? ―Yunho parpadeó.

La criatura asintió varias veces, feliz, inmensamente feliz. Dio un salto nuevamente y aterrizó en el regazo de Yunho, sonrió contento dando saltitos sobre su eje.

―¡Te encontré, te encontré! ¡Mogu me envió, dice que te extraña mucho! ―La criatura rio escandalosamente y se apoyó en la pierna de Yunho para lucir cool―. Vine desde Gwangju, ha sido un largo viaje.

Yunho todavía estaba incrédulo. Le costaba asimilar lo que estaba viendo. Parpadeó nuevamente, con fuerza, esperando haberlo imaginado. Sin embargo, el rostro confuso del ajeno fue quien lo recibió.

―Dice que su madre no lo deja venir a visitarte. Tienen algunos problemas de dinero ―explicó a detalle, luciendo vanidoso por su larga travesía hasta ese lugar lleno de humanos―, ese papel de colores que ustedes usan para el trueque. ¿Han considerado otros métodos? En fin. ―sin dejarle responder, prosiguió―. ¿Vamos a pasar? tengo mucha hambre.

La pequeña criatura dio unos cortos pasos contoneando sus caderas, para luego echar a volar. Yunho lo observó atónito.

―¿Mogu está jugando de nuevo con esa tabla rara? ―Yunho rascó su cuero cabelludo algo inquieto―. ¿Eres una criatura del infierno? Aunque eres muy lindo para eso.

―¿Infierno? ¿Dónde queda eso?

Yunho negó con la cabeza e ingresó a la casa, siendo seguido por el pequeño alado.

―¿Tienes un nombre? ―Yunho saboreó sus palabras con incomodidad―. Debo dejar las pastillas...

―¡Me llamo Wooyoung! ¡Y soy un hada del jardín!

(...)

Yunho colocó su tazón vacío boca abajo inmediatamente, evitando que San notara a la pequeña criatura sobre la mesa. Choi pasó corriendo tan apurado que siquiera se percató de ello, quizás ni se hubiera dado cuenta de la presencia de Wooyoung aunque estuviera a simple vista.

―¡No vuelvo hoy!

Tras un portazo, San se montó en su motocicleta y desapareció calle abajo.

Yunho permaneció inmóvil por unos segundos hasta que recordó a la pequeña hada bajo su plato.

―¡Lo siento!

Wooyoung estaba sentado, cruzado de brazos y con una expresión molesta, sus tiernas mejillas infladas y su cabello alborotado. Sus alitas brillaban en dorado haciéndolo lucir tan encantador como siempre.

―Tienes que decirle a tu amigo que estoy aquí. Llevo dos semanas ocultándome en tu jardín ―Wooyoung frunció las cejas―. Y es la segunda vez que casi me asfixias.

Yunho bufó.

―Podrías volver a tu casa.

Wooyoung abrió su boca, indignado.

―¿Me estás echando? ―Wooyoung se incorporó y apuntó a Yunho con osadía―. ¡Soy una esfera ambulante! ¡Me necesitas!

―Existen los teléfonos inteligentes que técnicamente son esferas... Puedo llamar a mi familia cuando quiera.

Wooyoung se puso colorado. Sus mejillas se tornaron rojas y su expresión se arrugó molesto.

―¡P-Pero... no tienes que pagar papel de colores! ―gritó dando un pisotón, extremadamente furioso.

Yunho comenzó a reír escandalosamente, confundiendo al pequeño. Rio tanto y tanto, que sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas; Wooyoung ladeó la cabeza, sorprendido, aunque su enojo comenzó a irse, ver a Yunho reír tan abiertamente era agasajador.

―¡Idiota!

Yunho paró de reír, tratando de recuperar el aliento. Miró al más pequeño y lo tomó cuidadosamente en su mano derecha para acercarlo a su rostro.

―Eres una cosita adorable. ¡Todo rojito y enojadito!

Wooyoung volteó el rostro, incapaz de mirarle. Sus mofletes rojos y encantadores no podían causar tanta felicidad en ese humano gigante.

―¿Entonces quieres que me vaya?

Yunho rio. El pensamiento de que Wooyoung de verdad se fuera fue doloroso.

―¿Tu familia no te extraña? ¿tus amigos?

Wooyoung descruzó sus brazos y se abrazó al dedo meñique de Yunho, descansando la parte superior de su cuerpo en él.

―No tengo familia ―la hadita suspiró―. Mis amigos... quizás me están buscando, o no. Hice rabiar al jefe de mi colonia, y los metí a todos en problemas. Cuando me encontré con Mogu, escapé.

Wooyoung arrugó su naricita y rio bajito.

Yunho suspiró.

―Entonces le doy asilo a un prófugo.

Wooyoung levantó la cabeza.

―Sí, soy terrible. ―Wooyoung se quitó su corona de flores y la colocó en el meñique de Yunho―. Pero no quiero volver todavía.

(...)

―¿Pudiste hacer eso todo este tiempo?

Wooyoung se sentó en el borde de la cama y asintió, pero comenzó a negar pocos segundos después.

―El punto es que ahora puedo. ―Wooyoung se incorporó, mostrando su larguirucho cuerpo (aunque no demasiado)―. ¿Luzco genial, verdad?

Los grandes ojos de Yunho seguían anonadados, analizando al hada de pies a cabeza. Su cuerpo pequeño y brilloso ahora lucía humanamente natural.

―Sigues siendo pequeño ―Yunho tomó la cabeza del hada entre sus manos y le dejó un beso sonoro en la frente―. Eres adorable, siempre quise hacer eso.

Wooyoung mordió su labio inferior, sintiendo aún los labios húmedos de Yunho en su frente y el tacto cálido de sus manos en las mejillas.

―¿Te gusto? ―preguntó inocentemente.

―Claro que sí ―respondió sin dudar.

La tez morena de Wooyoung hacía resaltar el bello tono de su cabello y el color de sus ojos. Era un hada del jardín, tan bello como una flor.

Para Yunho no fue difícil enamorarse.

24052022

Colgué como dos meses, ayuda

Tenía otro pero lo borré y empecé este ayer Jajajaj, dios qué tragedia. Voy a subir el de Hwa a continuación... 🤗

No lo hice largo ni detallado porque ando en un bloqueo bien feo, tengan misericordia

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