#66 A car in the rain

YUN SAN ··· la primera vez de Yunho y San

El ruido de la lluvia cayendo sobre el auto con fuerza era adormecedor, Yunho y San estaban varados en algún lugar de la ciudad donde no había mucha iluminación y la tormenta podría asustar a cualquiera.

Yunho y San habían estado recostados en el asiento trasero durante unos veinte minutos, usando las mantas que guardaban en la cajuela, esperando quizás a que la tormenta pare o el auto funcione, lo que ocurriera primero.

Tanto tiempo en su relación y ninguno de los dos había hecho el primer movimiento, pasar a segunda base, era lo que San estaba pensando mientras se acurrucaba contra el cálido cuerpo de Yunho.

Entre ellos se había instalado alguna clase de tensión sexual y San quería desesperadamente cortarla en pedazos. Enterrarse en la polla de su novio y montarlo salvajemente. Ninguno de esos pensamientos había abandonado su cabeza y esperaba no soltarlo en palabras o moriría de vergüenza.

Así que, otra media hora más tarde, San ya no podía soportarlo más, quería hacer algo. Sin pudor, tragándose su vergüenza, comenzó a acariciar la pierna de su novio lentamente, dirigiendo sus dedos por el camino de la costura de los jeans, tanteando el terreno antes de empezar con cualquier cosa que se le hubiera ocurrido para pasar el tiempo con Yunho.

Había miedo deslizándose por cada poro de la piel de San ante el mutismo de Yunho. Aunque Yunho no hacía nada para detenerle. Temblando ligeramente, San aun así se atrevió, y casi sin pensar, abrió el cinturón de Yunho.

Yunho seguía callado, sus ojos abiertos y sorprendidos estaban fijos en su boca.

San pasó la lengua por sus propios labios al sentir con sus dedos la dura y gruesa polla de su pareja. Una oleada de surrealismo le barrió la cara de lleno cuando se sintió contraerse al sólo imaginar lo que podía hacer con ella.

San dejó su lugar en su asiento para colocarse enfrente de su novio, separando ligeramente las piernas de Yunho con sus codos, reacio a soltar el miembro palpitante en su mano.

Inevitablemente, las glándulas salivales de San le hicieron babear. Yunho apenas respiraba cuando la boca de San hizo el amague de engullir su pene sin reparos, pero antes de hacerlo, se detuvo a unos pocos milímetros.

Yunho casi gritó cuando el aliento caliente le rozó la piel. Mirando a los ojos de Yunho fijamente, San volvió a pasar su lengua por sus propios labios, dándole una rápida ojeada hambrienta a lo que estaba a punto de meter entre sus labios. San primero lamió, lento y avergonzado, tímidamente, luego retorció su lengua por toda la cabeza del pene de su novio.

Los ojos del más joven volvieron al mayor cuando este le colocó la mano detrás de la cabeza.

Yunho tenía los párpados caídos, con las pestañas descansando en sus mejillas, la boca abierta y jadeante.

Los oídos de San se deleitaban gratamente ante los hermosos y sucios sonidos que su novio dejaba escapar, seguro de que nadie le oiría con tanta lluvia y en tan desolado lugar. Había algo ahí que incitaba a San a tratar de hacerlo con más detalle, más intensidad y más confianza, a pesar de no haberlo intentado nunca antes.

El sabor de la piel de Yunho y el líquido que soltaba, se le instalaba como capsulas por toda la cavidad oral. Con cada lamida, cada succión, cada sonido que expulsaban los labios ajenos, San sentía más y más hambre. Lentamente, San se separó cuando Yunho le dio leves golpes en la parte trasera de su cabeza.

―Quiero correrme en ti ―había dicho Yunho, ahogado por el placer―. Quiero enterrarme aquí. ―Las manos de Yunho bajaron por su torso y se colaron en el culo de San, apretando los glúteos con fuerza tras haberlo tumbado sobre su propio pecho.

Ante aquellas palabras, el agujero de San se contrajo involuntariamente.

San llevó su propia boca a la ajena, compartiendo saliva en un beso duro y fogoso, sin darse cuenta, Yunho estaba probando su propio sabor.

―Has hecho eso, has hecho eso a propósito. ―Yunho jadeó con una mueca, con el pecho subiendo y bajando alocadamente.

Los ojitos inocentes de su novio le hicieron pasar por alto aquel incidente, yendo directamente al punto importante en cuestión. Las manos grandes de Yunho tantearon dentro de los pantalones del menor, dándose cuenta con sorpresa que este no llevaba ropa interior.

Las rodillas de San volvieron a subir al asiento, poniendo una de ellas a cada lado del cuerpo ajeno, separando las piernas y empujando hacia atrás su trasero tanto como pudiera para darle fácil ingreso a su novio. Los dedos de Yunho acariciaron y exploraron con ignorancia el pequeño y virginal culo de San, la superficie rugosa se contrajo con violencia ante el toque y Yunho oyó claramente los jadeos de su novio.

―Sani, no tenemos lubricante ―Yunho dijo sobre los labios ajenos, ambos rostros pegados besándose y lamiéndose mutuamente―. No tengo nada aquí.

San sonrió y mordió con suavidad el labio inferior de Yunho, soltando una risita ahogada.

―Tengo dos sobrecitos de lubricante y un preservativo en el bolsillo de la chaqueta ―susurró San, moviendo con insistencia su culo contra las manos de su novio.

San recorrió con sus manos todo el asiento, buscando con desesperación aquella chaqueta verde limón que Yunho le había obsequiado recientemente. Una vez la hubo encontrado, revisó los bolsillos en busca del preservativo y los sobres de lubricante que había guardado para usar aquella noche en casa de Yunho. Jamás había pensado que ser precavido podría salvarle tanto el trasero.

―Si tu auto no se hubiera averiado... en este momento estaríamos en tu habitación, tú follándome duro contra el suave colchón de tu cama.

Choi no sabía de donde salían todas aquellas palabras sucias que había estado diciendo desde un principio, pero tener a Jeong ahí dispuesto a tocarlo y enterrarse en él le encendía completamente. Y un adolescente virginal como Choi San no podía esperar mucho tiempo cuando tenía el pene de su novio tan dispuesto, podría engullirlo con su culo en cualquier momento que quisiera.

San sentía sus entrañas retorcerse ―de la forma bonita― ante las caderas de Yunho, urgido y hambriento por aquel pedazo de carne.

Una vez que los sobrecitos de lubricante llegaron a las manos de Yunho, este los abrió y esparció toda la viscosidad, poco después enterrando sus dedos lentamente en su trasero, haciendo movimientos circulares, retorciéndolos y embistiendo aquel agujero con fuerza.

―Necesito algo más grande ―San susurró, tocando el miembro ajeno que aún no había bajado―. Te necesito dentro, cogiéndome duro. Hyung, por favor, hazlo.

San jadeó sobre el oído ajeno, esparciendo un cálido aliento por el cuello y oreja de Yunho, erizando su piel y poniendo aún más dura su erección. Los sonidos y suspiros de Choi habían ido en aumento cuando los dedos ágiles de su pareja hacían su trabajo ahí detrás.

―Estoy listo, estoy listo ―gruñó y jadeó San―. Hyung...

San ni siquiera se detenía a escuchar sus propias palabras, tan cegado al placer que sentía por su novio. Tan ansioso por la entrega carnal y la unión, tan deseoso de ir a por más.

Yunho no quería hacerlo esperar. Habían esperado por mucho tiempo, buscando el momento correcto, el ambiente y el sitio perfecto. Pero ambos estaban ahí con una lluvia torrencial sobre ellos y varados en la cuidad desierta dentro de su auto polarizado, jadeando y gimiendo por el otro a punto de tener su primera vez. Ninguno de los dos podría quejarse.

Yunho alineó su pene con sus manos y acercó con cuidado el cuerpo de su novio, sosteniéndolo desde sus pequeñas caderas, enterrándose con cuidado, dejando que se unan lentamente.

San había mordido sus propios labios y escondido su cabeza en la corbatura del cuello ajeno, había suspirado y retenido los latidos del corazón como si pudiera realmente hacerlo a voluntad. Había mordido el hombro de su novio y apretado los costados de Yunho con sus manos ante la presión que sentía de la intromisión en su culo, aceptó su grande pene tortuosamente.

Cuando San estaba completamente sentado sobre el pene de Yunho, cuando sus testículos descansaban en el vientre de Yunho y su polla dura caía sobre el estómago ajeno, ahí, enterrado hasta el fondo, San sonrió y aspiró todo el aire dentro del auto.

San abrazó el cuello de Yunho y acercó su cara a la ajena, besó lentamente los labios de su pareja y se movió con cuidado, en círculos pequeños ―que no parecían círculos―, jadeando ante cada toque.

De repente la manta cubriéndolos ya no era necesaria, hacía ―sentían― tanto calor como en un volcán en erupción. Desnudo y jadeante, San se embistió a sí mismo, marcando su ritmo. Las manos de Yunho se dirigieron al la delgada cintura de San y apretaron.

―Hyung ―San murmuró ahogándose con su propia respiración―. Sé duro, fuerte y salvaje, no te detengas.

Las palabras apenas y podían ser pronunciadas, pero Yunho llegó a entenderlas y no dudó en acatar las órdenes de su novio. Las embestidas de Yunho eran duras, prolongadas y concisas, llegando a tocar y acariciar algún punto allí dentro que hizo a San gritar y retorcerse. Soltando alguna maldición y palabras sucias, Choi era el más elocuente esta noche. Su boca pequeña se había convertido en un parlante de sonidos obscenos.

Yunho sonreía, jadeante y lleno, amando cada parte del cuerpo ajeno, amando cada sonido, cada sensación, cada palabra por más sucia que fuera. San estaba llegando a su propio límite, siendo más de lo que él podría soportar. Cuando la mano izquierda de Yunho abandonó su cadera, y se acercó al pene olvidado y maltratado por los constantes saltitos de San, tocó apretando su tronco y jugueteando con la punta, frotando su pulgar un par de veces.

San podría jurar estar viendo las estrellas. Cerca, muy cerca, Yunho siguió en lo suyo y con cada toque acercó más a San al orgasmo.

San se vino primero, llenado la mano de su novio de semen. Yunho colocó la mano en la cara de San y le dio la mirada de "vamos, hazlo", San rodó los ojos recordando que salía con un hombre y no tuvo incapié en recorrer con su pequeña lengua aquella mano y saborear el blanco néctar entre sus dedos.

Yunho llegó justo después, aún cuando todo se había derramado dentro del culo de San, él siguió embistiendo, prolongando todo lo posible aquel orgasmo y el placer que le estaba otorgando.

―Te amo, bebé. ―Habían dicho al mismo tiempo, riendo justo después, acercando sus rostros y otorgándose besos castos y pequeñas caricias.

Sí, quizás ese era el momento correcto. Con una lluvia torrencial fuera, una tormenta que parecía no querer detenerse, y dentro de un auto rojo varado en algún sitio de la ciudad.

Una hora más tarde, Jeong llamó a una grúa. Cuando el joven los vio a ambos no pudo evitar fruncir el ceño y dirigirles una mirada extraña y una mueca de sorpresa al verlos desaliñados y con un intenso olor a sexo en todo el pequeño auto. A Yunho no le importaba, no mientras Kang mantuviera los ojos lejos de su novio e hiciera su trabajo.

14112021

nO SABÍA cómo hacer este yunsan, ¿quién es el top? ¿quién es el bottom? ayudaa

lo iba a subir ayer pero se vino una tormenta y chau electricidad
encima soy miedosa y estuve ansiosa toda la noche aaaa

sigue un yeogi que ya va por la mitad; los nombres están puestos así nomás, no piensen demasiado en eso

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