#48 HYBRID
jongwoo ────── wooyoung es un híbrido de la calle; jongho es un soltero de seúl.
(Jongho usa pronombres femeninos para Wooyoung)
El pequeño Wooyoung corrió como pudo detrás de esa patineta, tratando de alcanzarla para poder obtener la comida que estaba sobre ella. Sin embrago, el humano que la arrastraba con una soga atada a su bicicleta era más rápido que él.
―¡Miren como corre el perro gordo! ―dijo aquel chico mofándose de él, haciendo que sus amigos rieran―. ¡No puede alcanzarme!
Wooyoung era un híbrido de perro, no era de raza, tampoco era lindo, o tan grande, ni tan pequeño. No era un cachorro, tampoco un adulto. Wooyoung sólo era una hembra tratando de sobrevivir en el mundo, donde cada humano era potencialmente malo. Había sufrido abusos desde que era un pequeño cachorro, lo habían abandonado dos veces, e incluso creyó que se casaría con un humano, pero la suerte nunca estuvo de su lado.
Tenía cachorros, en su pancita, y no había comido en días, se había acercado a esos chicos en el parque esperando que le dieran algo de comer, pero sólo se habían puesto a jugar.
Aquellas galletitas se veían tan bien que Wooyoung no había dudado en correr, pero era difícil alcanzar la patineta con su estado.
―¡Ustedes! ―se oyó la voz de otro humano, y Wooyoung se detuvo asustado por el grito―. ¿Qué le hacen a ese perrito? ―preguntó, pero los humanos se fueron rápidamente.
Wooyoung gruñó molesto, ahora no tenía nada que comer. Miró al humano parado frente a él y le gruñó de nuevo, sintiendo que las lágrimas de frustración llenaban sus ojitos.
―Ven aquí, cachorro. ¿Tienes hambre? ―preguntó agachándose, mostrándole un pedazo de pan que sacó de su bolsa.
Wooyoung sintió el rico aroma a pan caliente y se acercó a él sin miedo, comenzó a comer del pan que el humano sostenía para él y se dejó acariciar sin quejas.
―Oh, discúlpame ―rio bajito―, veo que eres una perrita ―dijo prestando atención a su vientre abultado y sus pechos hinchados―. Y no tienes collar... Bueno, me presento. Soy Jongho y te llevaré a casa para lavarte y darte de comer.
Wooyoung no dudó de mostrar su felicidad ante las palabras que ese humano cachetón dijo. Se hizo un pequeño bulto en sus brazos y miró atentamente todo el camino hasta el auto que estaba estacionado cerca. Dentro del mismo había otro chico que, un poco curioso, lo tomó en brazos.
―¿Te lo vas a llevar?
―Sí, no tiene collar. ―Jongho se puso el cinturón de seguridad antes de encender el automóvil―. Parece estar abandonada, necesita un baño y comida.
Wooyoung se dejó acariciar recargando el hocico en el brazo del calentito humano. El viaje fue relativamente corto y, como todo un cachorro curioso, miró con suma atención el edificio al que llegaron.
―Creo que va a tener cachorros pronto ―dijo el humano que lo cargaba, parado en medio del pasillo.
―Sí, eso creo. ―Jongho tomó en brazos a Wooyoung y el otro humano abrió la puerta―. Cualquier cosa te aviso. Adiós, Yeosang hyung.
Jongho ingresó a su departamento, ambos vivían en el mismo piso así que volvían del trabajo juntos.
Desde la distancia, Jongho había visto cómo esos niños jugaban con el perrito y tuvo la sensación de querer intervenir. El pobre animal se veía muy pequeño y delgado, además estaba algo sucio.
―Vamos a darte un baño primero.
Wooyoung se dejó hacer, las manos de ese humano eran cuidadosas y cálidas. Sentía los masajes en su cabecita, en sus patitas y su pancita, el jabón olía delicioso; Wooyoung se sentía en un spa.
―No te duermas, cachorra. ―Jongho sacudió suavemente al perrito mientras lo secaba con una toalla―. Todavía tienes que comer algo.
Wooyoung se sintió feliz ante tantos cuidados y restregó el hocico en la zona de las axilas del humano, haciendo a este reír.
―Voy a secarte y ya estarás lista. ―Jongho tomó una secadora de cabello y la encendió.
Luego de estar completamente seco y alimentado, Wooyoung fue dejado arriba de la cama del humano con mucho cuidado.
―Voy a conseguir una camita para ti después, espero que puedas estar cómoda ahí.
Wooyoung miró atentamente al humano cuando este se marchó hacia el baño y luego observó detenidamente todo el departamento, el lugar era bonito y muy cómodo, hasta podía sentir la buena vibra de las personas que visitaban ese lugar. Wooyoung recargó su cabeza sobre sus patas delanteras y cerró los ojos.
Hacían diez días que Wooyoung vivía en el departamento de Jongho, el humano le cuidaba tan bien que se sentía en el paraíso. No quería irse nunca de allí, tenía una cama realmente buena y su propio lugar en el sofá.
Jongho le había comprado un plato especial que decía "cachorra".
―Hoy vendrán unos amigos a casa ―dijo Jongho acariciando la cabecita de Wooyoung―. Si te molesta el ruido, puedes venir a encerrarte en la habitación. Mis amigos son muy gritones.
Wooyoung asintió subiéndose sobre el regazo de Jongho. Tenía muchas ganas de decirle que era un híbrido, para preguntarle... ¿qué sucedería después? Wooyoung no quería que se llevaran sus cachorros a una perrera, porque no era lo mismo tener una mascota que seis. Suspiró pesadamente y se dejó acariciar, tratando de no pensar demasiado en el futuro.
Esa misma tarde, los amigos de Jongho fueron llegando uno a uno, primero una dupla bastante ruidosa, San y Mingi, luego otros dos un poco más tranquilos, Seonghwa y Yeosang, y por último, unos chicos muy opuestos entre sí, Yunho y Hongjoong, este último era veterinario y se encargó de revisar a Wooyoung, le tocó la pancita varias veces.
―¿Dónde la encontraste? ―preguntó el veterinario mirando a Wooyoung con curiosidad.
Wooyoung suplicaba que ese pequeño humano no le dijera nada a su nuevo dueño.
―En el parque. ―Jongho tomó a Wooyoung en brazos y dejó unos besos en su cuello―. No tenía collar, así que me la traje. Parecía estar abandonada.
―Ese es nuestro Jongho, siempre tan bueno. ―Mingi acarició el cabello de Jongho antes de irse hacia la cocina en búsqueda de otra cerveza.
―¿Qué harás con sus perritos? ¿Te los vas a quedar? ―preguntó Hongjoong alternando su mirada entre el híbrido y su amigo.
Jongho abultó los labios y miró a su perrita.
―Yeosang ya me pidió dos cachorritos. ―Dijo sin dejar de acariciar a Wooyoung, sin notar lo tenso que este había quedado al oírle―. Y mi mamá se va a quedar con uno, aunque no sé cuántos tenga.
Hongjoong pudo notar la mirada inquieta del híbrido, así que siguió con sus preguntas.
―¿Ya la llevaste a que la revisaran? Podemos hacerle una ecografía en mi clínica. ―Hongjoong mordió la uña de su meñique―. Sabremos cuántos perritos son y si se encuentran todos bien.
Jongho asintió rápidamente regalándole una sonrisa agradable a su hyung.
―¿Oíste eso, cachorra? Hyung va a revisarte bien.
Wooyoung ya estaba cerca del tercer mes de embarazo y sus cachorros nacerían en cualquier momento, por lo que tenía que comenzar a pensar en qué es lo que haría. Jongho regalaría a sus bebés cuando creyera que estos ya eran independientes de él, pero los híbridos necesitaban de mucho cuidado.
Habían visitado la clínica hacia unos días y Wooyoung pudo hablar con Hongjoong cuando este envió a Jongho a buscar unas medicinas a otra veterinaria.
―No voy a hacerte daño, cachorro. Puedes hablar conmigo ―había susurrado mientras le acariciaba la cabeza y ponía una manta encima suyo.
Wooyoung se dejó ver después de comprender que el humano no le lastimaría y le contó parte de su historia a ese humano amable, así como sus inquietudes. A pesar de que Hongjoong había dicho que Jongho era una buena persona y que debía decirle la verdad, Wooyoung tenía algo de miedo.
―No quiero que entregue a mis bebés. ―Wooyoung acarició su pancita―. Me voy a ir luego de que nazcan. Oí que hay un refugio, no es realmente un buen lugar, pero...
Wooyoung dejó salir sus lágrimas y negó con la cabeza varias veces. Estaba tan abandonado.
Y el día en que los cachorros nacieron llegó. Hongjoong asistió el parto y Jongho casi se desmaya de la impresión. Tres pequeños híbridos vinieron al mundo, dos de ellos tenían el pelaje oscuro y el tercero, el más pequeño, era tan blanco como la nieve.
―No puedes apartarlos de su madre, dependen mucho de ella por un tiempo ―dijo Hongjoong luego de unas horas.
―Sí, sí, lo sé, Hyung. ―Jongho aún miraba las fotos que le tomó a los perritos―. Mamá dijo que quería el blanco.
Hongjoong ahogó un suspiro y asintió.
―Me iré por ahora, llámame si hay algún inconveniente. ―Hongjoong tomó su chaqueta y saludó a Wooyoung antes de irse.
Mes y medio había pasado hasta que los híbridos dejaron de mamar y Wooyoung temía que estos hicieran la metamorfosis enfrente de su dueño. Habría mucho que explicar si de la nada aparecían tres bebés en su hogar, así que debía irse pronto, por dos grandes razones. Jongho en cualquier momento los descubriría, si no es que los regalaba antes de eso.
―Es hora de ir a dormir ―dijo Jongho dejando a un lado su macbook.
Los cachorritos siguieron a Jongho hasta la habitación y Wooyoung fue detrás de ellos. Se habían encariñado tanto con su dueño que sería difícil despegarse, no cuando ellos lo consideraban su padre.
Jongho subió a los cachorros a la cama y les dio besitos a cada uno, tomó al albino entre sus dos manos y lo miró por un rato.
―Eres tan lindo ―gruñó Jongho jugando con sus pequeñas patitas―, pero mañana debo llevarte con mi mamá.
Wooyoung alzó la cabeza hacia Jongho al oírle decir aquello y luego miró a sus otros dos pequeños.
―Y ustedes serán los hijos de Yeosang ―Jongho se lamentó viendo a los perritos negros―. Desearía poder quedármelos.
Wooyoung desvió la vista al sentir sus ojos acuosos, Jongho notó aquello enseguida, acercándose a él.
―¿Pasa algo, querida? ―preguntó con curiosidad.
Wooyoung lamió las manos de Jongho y este acarició su cabeza, riendo por las cosquillitas.
―¿Tú te quieres quedar conmigo? ―preguntó Jongho acariciando sus orejas.
Wooyoung mantuvo la cabeza gacha, Jongho habría sido el dueño perfecto en cualquier otra situación, pero no ahora. Jongho se colocó la pijama y se recostó listo para dormir, había encendido la estufa antes así que no haría frío en toda la noche, sin embargo, Wooyoung debía tomar prestadas algunas mantas para poder abrigar a sus cachorros.
Wooyoung tomó una caja, la acolchó tratando de hacer el mínimo de ruido y colocó a sus hijos dentro, tomó prestados unos pantalones de pijama que Jongho nunca usaba y un suéter viejo. Abrió la puerta de la habitación mirando a Jongho por última vez y salió.
Wooyoung no tenía adónde ir, pero no quería ser apartado de su pequeña familia. Así que, con todo el valor que logró reunir en las últimas horas, tomó algo de comida del refrigerador y salió de la cocina.
No esperó ver a Jongho parado en medio de la sala.
―¿Quién eres tú? ―preguntó Jongho acercándose al bate de baseball a un lado de la puerta―. ¿Qué tienes ahí?
Wooyoung quedó congelado, sus pies fijos sobre el suelo. No supo qué decir o dónde mirar. Con miedo, se acercó a la puerta de la salida, siendo observado por el contrario.
―¿Qué te estás llevando? ―Jongho volvió a preguntar al oír a los cachorros dentro de la caja―. Esos son míos...
Jongho apretó el bate en su mano, aunque dudando acerca de golpear a su intruso con él. El chico se veía muy pequeño y nervioso.
―Gracias por haberme cuidado bien.
Wooyoung terminó por abrir la puerta, pero Jongho dejó el bate en el suelo y la cerró antes de que Wooyoung saliera. El silencio los albergó, hasta que el pequeño albino asomó su cabecita por el borde de la caja y ladró hacia Jongho con felicidad.
Aquello hizo que Wooyoung sonriera, porque sabía que no debía temerle a Jongho.
―Eres un papá para ellos ―murmuró Wooyoung con algo de bochorno―, por cierto, nunca me presenté... Soy Wooyoung. Ellos son Youngmi, Jongin y Minho.
Mar., 20 de Abril 2021
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