v. ¿Enviar rosas es demasiado cliché?


SCORPIUS

Astoria corrió las cortinas con brusquedad y la luz se escurrió por la gran ventana del cuarto de Scorpius.
El muchacho en cuestión soltó un gruñido malhumorado y con más fuerza de la necesaria, tomó una de sus almohadas y la puso sobre su cabeza para bloquear cualquier brillo del sol.

No pasaron dos segundos cuando su madre le quito las sábanas de un tirón.

―Ya es muy tarde, levántate. ―ordenó la mujer. Scorpius no fue capaz de verla, pero estaba seguro de que su madre tenía las manos en las caderas, como siempre cuando le reprendía.

―Es domingo. ―gruñó él como única respuesta.

―No me interesa, llevas tirado en esa cama desde el sábado por la mañana, ¿Qué ocurre contigo? ―El rubio estuvo a dos segundos de responderle que, en parte, aquello se debía a la resaca por las drogas que Blake le había dado, pero enseguida se dio cuenta de lo mala que era esa idea.

―No me siento con ánimo de levantarme hoy. ―optó por decir. Astoria se sentó en el colchón, haciendo que se hundiera un poco, Scorpius tomó aire sabiendo bien lo que venía.

―Tu padre me ha contado lo que pasó con Rose…

―Por supuesto que lo hizo. ―bufó, burlón. Astoria chasqueó la lengua y le quitó la almohada de la cara, el adolescente tuvo que cerrar los ojos y abrirlos un par de veces para acostumbrarse a la iluminación.

―Si este asunto está poniéndote tan triste, tal vez deberías hablar con ella ―continúo diciéndole, Scorpius notó el tono dulce con el que hablaba, casi le sonrío― Estoy segura de que si le dices cómo te has sentido, y hablan las cosas, tal vez puedan arreglarlo, o al menos te daría paz saber que lo intentaste.

Scorpius saboreó el consejo de su madre por unos cuantos segundos, se planteó la imagen de él mismo hablando con Rose por segunda vez, pidiéndole de nuevo por una segunda oportunidad, o al menos rogando por su perdón… Luego la imagen de Rose pretendiendo ser su amiga le llenó los pensamientos, ¿él y Rose como simples amigos?

No recordaba el tiempo de cuando había sido aquello, era como pensar en otra vida, y es que en realidad cuando fueron amigos, él no tenía intenciones de solo ser eso, ni antes, ni ahora. Él quería a Rose y no soportaría la idea de solo ser su amigo, en especial si ella estaba todo el tiempo con ese chico Krum, ni siquiera quería imaginar lo que seria para él aguantar los celos.

―Ella no va a perdonarme. ―respondió finalmente, sorprendiéndose así mismo, ya que era la primera vez que lo decía o que siquiera lo pensaba. Astoria abrió los ojos con sorpresa― Me parece que Rose ha avanzado…

Su mirada gris fue a clavarse en el muro repleto de sus bocetos, reconoció casi enseguida los labios y los ojos de Bella, y luego, de repente, la ligera pañoleta verde que la castaña había dejado sobre el escritorio saltó a su vista.

―. Tienes razón, madre, debo levantarme…, y tengo algo qué hacer.

.

ROSE

Aquella mañana de domingo Rose se encontraba en la habitación de su hermano. Ambos estaban recostados en la cama del pelirrojo con la vista fija en el televisor empotrado en la pared, habían pasado todo el fin de semana volviendo a ver The O.C. y no pretendían detenerse hasta que tuvieran que ir a la escuela el lunes por la mañana.

―Odio a Marissa Cooper. ―chilló Rose rodando los ojos. Hugo soltó una risilla y miró de soslayo el televisor.

―Sí… es un poco estresante la verdad.

― ¿Solo un poco? Literalmente arruinó la vida de Ryan con su estúpida muerte.

―Bueno, un poco… pero sí terminó yendo a la universidad, al menos. ―Rose se cruzó de brazos.

― ¿Y qué me dices de su madre? ―agregó ―La pobre Julie… ―Cuando iba a agregar otra cosa, su celular recibió un mensaje. La pelirroja miro a la pantalla y suspiró ―. Aggh, debe ser Serena y sus crisis de media mañana-

No era Serena, era un mensaje de Stefan Krum.

"Espero que te gusten…
Y espero que digas que sí."

Rose frunció el ceño, no entendía que significaban aquellos mensajes.

― ¡Rose, cariño, baja por favor! ―gritó su madre desde la planta baja. Hugo alzó la ceja y fue el primero en bajar de la cama, abrió la puerta y salió al corredor, su hermana lo siguió.

En el rellano de las escaleras se encontraba Hermione, tenia una sonrisa enorme en la cara y las manos cruzadas tras la espalda.
― ¡Son para ti! ―exclamó ella, señalando un enorme ramo de rosas rojas que se encontraban sobre la mesita del recibidor. Rose se llevó una mano al pecho, impresionada con la magnitud del arreglo floral, eran al menos 100 rosas juntas.

― ¡Wow! Malfoy debe de estar desesperado por que lo perdones… ―bufó Hugo, se había recargado en el barandal de la escalera. Rose le echó una mirada de reproche y frunció los labios mientras caminaba hacia el obsequio.

―No son de Scorpius. ―masculló de un momento a otro -Scorpius sabe que prefiero las peonias- Pensó.
Hermione, aún en el rellano, sonrió de oreja a oreja.

―Las envió Stefan… Quiere invitarte al baile de máscaras que organiza el pueblo. ―informó la mujer con una gran emoción contenida. Rose la miró como si estuviera loca.

― ¡Mamá! ¿leíste la nota? ―chilló. Hugo se carcajeó mientras que su madre se mordía el labio con algo de culpabilidad en el rostro.

―No fue mi intención… pensé que eran de tu padre para mí-

―Ay sí claro… ―Se rio Hugo, luego recibió una colleja por parte de su madre.
Rose dejó de escucharlos a ambos y se limitó a leer la elegante nota, parecía escrita a mano.

“¿Irías conmigo al baile de máscaras?
Si dices que sí, alguien tendrá que reiniciar de nuevo mi corazón, pero correré el riesgo por ti.
P.D
¿Es muy cliché enviar rosas?
Es que me recuerdan a ti…"

Ella sostuvo la nota entre sus manos.
Había olvidado el baile de máscaras por completo.

Su mente viajó meses atrás, antes del verano, ella y Scorpius habían planeado asistir juntos, incluso habían comprado un vestido y traje a juego. Se suponía que aquella noche sería especial, aquella iba a ser la noche en la que por fin perdería la virginidad con su amado y perfecto novio… Obviamente Scorpius había decidido otra cosa. 

― ¿Estás bien? ―Le preguntó Hugo a la hora de la cena. Rose levantó la mirada de su plato con rapidez, y asintió.

―Sí. Me duele la cabeza solamente.
El murmullo de Rose fue ahogado por las voces de sus padres, quienes charlaban sobre algo relacionado con Sortilegios Weasley mientras cenaban. Hugo alzó una ceja y se acercó más a su hermana. 

―Haz estado como en trance desde esta mañana… ni siquiera quisiste volver a ver The O.C.

Rose iba a decir una excusa, alegar una migraña o simplemente que no estaba de humor, pero de un segundo a otro se sintió tan abrumada, que simplemente dijo la verdad.

―Bueno, ya sabes que Stefan me invitó a la mascarada... ―murmuró para que Ron y Hermione no escucharan― Se suponía que iría con Scorpius. ―Se mordió el labio y bajó la mirada― Obviamente eso ya no va a pasar, y ahora no sé qué debo hacer.

Su hermano torció el gesto, jamás había sido bueno para dar consejos, en especial porque era siempre Rose la que se los daba a él. Finalmente hizo un esfuerzo por pensar en algo, le sonrió ligeramente.

―Mira. Si quieres la opinión de un chico, o sea yo… ―sopló, dudoso ―Creo que Malfoy es un reverendo asno por hacerte lo que te hizo. Y no creo que debas dejar que arruine todo en tu vida. Recuerdo que solías salir cada fin de semana, te gustaba bailar mucho en cada partido, ahora solo mueves los pompones y con algo de suerte sonríes.  ―Rose lo miraba atenta con los ojos azules bien abiertos, su hermano se encogió de hombros antes de continuar― Si no quieres ser novia de Stefan está bien, nadie te está obligando. Pero puedes bailar, hablar con él, no sé, esas cosas de bailes. 

Rose echó un vistazo a sus padres, seguían sumidos en su propia conversación y apenas los habían notado ahí sentados, cuando regresó la mirada hacia su hermano, tenía una pequeña sonrisa burlona en los labios.

― Tal vez debería pedirte consejos más seguido… eres bueno en esto.

Hugo aguantó un bufido y rodó los ojos― Sí, bueno, solo no le digas esto a Serena, luego querrá venir a mi exigiendo que le lea el futuro o algo por el estilo. ―Aquel chiste ocasionó que Rose por fin se riera. Ron vio a su hija por el rabillo del ojo, al igual que Hermione, era la primera vez que la escuchaban reír desde hace un tiempo.

―Pero bueno… ¿Qué es tan divertido? ―exclamó Ron al tiempo que comía un poco de su pure de patatas.

―El baile de máscaras. ―respondió Hugo mientras se limpiaba la boca con una servilleta, Rose asintió, bebiendo de su copa de agua.

―Le decía a Hugo que tal vez podría ir conmigo y Stefan… Amaría verlo con una máscara y traje.  ―El adolescente fingió un escalofrió y puso cara de pocos amigos mientras negaba con la cabeza.

― ¿Aceptaste ir con Stefan? ―chilló su madre con emoción, Rose asintió con las mejillas rojas.

― ¿Ir a dónde? ―Hermione rodó los ojos ante la pregunta de su esposo.

―Al baile de máscaras, Ron, ¡Dios! ¿algún día prestas atención a lo que decimos? 

Rose se permitió volver a reír por lo bajo cuando sus padres empezaron una mini pelea. Hugo los ignoró y continuó devorando su comida.

― ¿Qué no vas a terminar eso? ―masculló Hugo con la boca llena al ver que su hermana se levantaba de la mesa, Rose se negó.

―Estoy llena, y debo de enviar un mensaje.

Hugo se encogió de hombros y continuó comiendo.
Rose se detuvo un segundo al pie de las escaleras, tomó un poco de aire y escribió un texto para Stefan.

“Estaré encantada de ir contigo al baile.
¿Era en serio lo de necesitar atención medica?
Por cierto, compraré un vestido mañana y te enviaré el color para ir a juego.
PS.
Enviar rosas sí es algo cliché. Lo bueno es que yo amo los clichés.” 

.

BELLA.

―Gira un poco, Bella. ―le pidió Pansy con voz suave, ella suspiró, el vestido de satín verde hizo ruido cuando obedeció a la modista y sintió como la mujer colocaba un alfiler debajo de la falda.

Pansy Parkinson era una diseñadora de modas bastante excéntrica, tenía una boutique en el pueblo de Godric y era famosa por vender y diseñar sus propias prendas, en su mayoría vestidos de noche. La británica había comenzado a salir con su padre, Theo Nott, el año anterior, y desde entonces Isabella se había convertido (según Pansy) en su mejor modelo. 
También llevaba meses insistiendo en confeccionarle un vestido para el baile de máscaras que el pueblo organizaba, Bella se negó miles de veces alegando que no tenía pareja con la cual ir… A Pansy eso le dio igual, ya que ahora la chica se encontraba sobre un pequeño pedestal de madera y la novia de su padre daba los últimos retoques al hermoso vestido de satín verde esmeralda.

―Ya solo debo ajustar un poco las mangas… ―masculló la morena con los labios fruncidos, se alejó unos pasos de ella para verificar de nuevo las notas que llevaba en las manos― Adelgazaste en estos meses, ¿has estado comiendo? ―Bella soltó un gemido, a veces Pansy actuaba como si fuera su madre.

―Te juro que sí. ―respondió, Pansy alzó una ceja― Debiste anotar mal mis medidas.

―Yo no me equivoco, cariño. Y tú… ―Alguien llamó a la puerta principal, interrumpiendo a la diseñadora, quien le dedicó una mirada que decía: “Te salvó la campana” antes de ir a abrir.  

Bella volteó al frente, donde estaba un espejo de cuerpo completo y tuvo que contener una exclamación, el vestido era hermoso, tal vez el más bello que Pansy alguna vez le haya dado.
Cuando estaba pasando sus dedos por la suave tela de satín, lo escuchó jadear.

― ¡Wow!

Scorpius estaba parado en la sala de estar, Pansy sonreía de oreja a oreja, y Bella se quedó sin aliento.

―Este jovencito ha venido a devolverte algo. ―anunció con emoción― Voy a estar arriba, a ver si tu padre quiere algo. ―Y antes de que si quiera Bella procesara la situación, la mujer había desaparecido escaleras arriba, dejándola frente al rubio.

―Te ves increíble… ―dijo Malfoy con voz ronca.

―Gracias…―jadeó con nerviosismo― Le he dicho a Pansy que no necesito el vestido, pero ha insistido.

― ¿Es para el baile de máscaras?  ―Scorpius caminó hasta ella y tomó entre sus dedos la tela de satín.

―Sí. Pero no pienso ir. ―replicó, brusca, Scorpius clavó sus ojos gris en los verdes de ella.

―Con este vestido, no imagino porque…

― ¿Qué quieres, Scorpius? ―Le cortó. Él chico sonrió y soltó el vestido, alzó una pequeña pañoleta color azul frente a su rostro.

―Te la he traído de vuelta, la dejaste en mi casa.  ―Bella apretó los labios y tomó la prenda, teniendo cuidado de no tocar en ningún momento los dedos del rubio.

―. No la recordaba… gracias. ―Luego de aquello, un silencio incómodo llenó la habitación, Scorpius se limitó a caminar a su alrededor, miraba hacia el enorme librero que el padre de Bella había empotrado en la pared, cuando ella volvió a hablar― ¿A que has venido realmente?

Scorpius no se inmutó, solo se encogió de hombros con una tranquilidad que le puso los pelos de punta.

―No lo sé. ―admitió― Creo que quería verte. ―Bella reprimió una risa, todo eso parecía una locura…

―Primero me pides disculpas, luego me besas y ahora dices que quieres verme, todo esto luego de dejar bien claro que no querías nada más conmigo. ―Su voz se rompió un poco en las últimas palabras, pero aun así continuó con la cabeza bien alta― Me parece curioso que estés haciendo todo esto luego de que Rose te dijera que no te quiere más… ¿o me equivoco?

Scorpius puso una mueca, entonces tomó una gran bocanada de aire y dejó caer los hombros de nuevo, Isabella permaneció mirándolo sin mover un músculo.

―Esto no es por Rose. ―dijo― No pretendo usarte para olvidarla ni nada de eso. Te prometo que mis intenciones contigo son meramente sinceras, me gustas, lo sabes. No puedo dejar de pensar… ―Cuando jadeó estas últimas palabras, algo cambió en su tono, ella pudo notarlo, estaba escuchando a un Scorpius Malfoy desesperado― Tengo todos estos pensamientos inútiles rondando sin parar en mi cabeza, y no puedo acallarlos… hasta que estoy contigo. Vine a quedarme contigo.

Bella mataría por poder decir que aquello no causó nada en ella, pero pecaría de mentirosa si lo hiciera. El latido de su corazón se aceleró al punto de parecer un zumbido, o al menos así lo sintió; era lo que Scorpius podría hacerle con tan solo unas palabras. 

―Hablas como si yo hubiera aceptado que te quedes. ―replicó ella con una sonrisa, lo miró de soslayo, disimulando muy bien sus emociones― ¿Cómo estás seguro de que voy a corresponder al monólogo que acabas de tirar?

Para su sorpresa, él le sonrió.
Se acercó a ella con lentitud, disfrutando cada pequeña agitación en la respiración de la muchacha. Cuando estuvo a tan solo centímetros de Bella, habló por fin:

―Porque sé bien lo que sientes por mí.  ―Los dedos fríos de Scorpius le dejaron un escalofrió en la mejilla, cerró los ojos― ¿Dejarás que me quede?

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