mi trauma

Yo era una niña normal como cualquier otra pero algo cambió en mi vida y tuve un pequeño trauma que fue más grande con el paso del tiempo.
Ese día de mi infancia era como cualquier otro, pero no me podía imaginar lo que me iba a suceder posteriormente.
Fui al colegio como en cualquier día y entré en mi clase que era 2°A, mi clase de primaria. Días antes me había peleado con un compañero mío y me había cogido de las coletas y me había arrastrado por toda la clase. No le di mucha importancia, a parte de la patada en los huevos que le di pero ese día lo volví a ver y me puso la zancadilla. Deseé con todas mis fuerzas que se muriera de una puta vez. Una vez ya en el colegio mis compañeros entraron en clase pero yo me quedé fuera en el patio porque me entretuve masacrando a mis amigas las hormigas y mis compañeros estuvieron jugando al pilla-pilla en la clase.
El profesor de religión entró. Él era un hombre honrado, muy derecho y muy formal, con un cuerpo un poco rechoncho pero muy buena gente aunque a veces aburría con sus anécdotas. Les hechó la bronca porque rompieron un bolígrafo y lo tiraron hacia el ventilador en marcha y llenaron toda la clase de tinta roja. Yo estaba fuera de clase y no me enteré de nada, cuando me di cuenta de que me había entretenido demasiado y tenía que volver a clase fui corriendo hacia allí y lo que vi no era bolígrafo rojo.
Ese día aprendí aparte de más cosas es que si le da un cortocircuito a los tres ventiladores que hay en clase y empiezan a girar super rápido no es algo bueno. Mi trauma no quedó ahí. Desde ese día, me dí cuenta de una cosa: no soy una persona normal.
Al día siguiente se estuvo investigando la causa del fallo de los ventiladores y fue por un cortocircuito, lo que yo y todos nos temíamos. Hubo muchos lamentos y desgracias aquel día por el entierro de mi profe de reli y 20 compañeros más. Mi vida no podía ir a peor, eso es lo que yo pensaba pero estaba muy equivocada.
Me cambiaron a otro colegio porque no podía quedarme allí y los días y los meses siguieron pasando bastante rápidos pero lo que no se me quitaba de la cabeza es la imagen de todos los compañeros y mi profesor que había tenido desde infantil descuartizados en trozos pequeños, sin supervivientes alguno.
Ya había pasado página de aquel día, o se supone, y tenía compañeros y profesores nuevos y ya parecía más estable.
Llegué al curso de 3° y estaba todo bien, me gustaban mis nuevos compañeros y me caían bien todos mis profesores menos uno. El profesor de educación física me tenía manía porque su hija, Cinta que era de otra clase de mi mismo curso, le decía que yo le acosaba cuando ni le hablaba, solo lo decía porque desde que hubo ese accidente el año pasado, como yo era la única que me salvé porque no estaba en clase, siempre me machacaba con que yo tuve algo que ver, cosa que me enfadaba un montón porque cada vez que lo decía se me venía a la cabeza esa horrible imagen.
El profesor de educación física hablaba innumerables veces con mi madre sobre mi comportamiento con Cinta siendo yo en vez de ella la que sufría acoso pero mi madre no lo creía porque sabía que ella se lo decía al padre para putearme a mí con sangre fría pero al padre le sudaba un poco la polla cuando mi madre se lo decía.
Me estaba hartando del profesor y de Cinta cada vez más con sus cuentos y sus historias porque cada vez que tenía clase con él me decía que dejara en paz a su hija y yo me defendía y le plantaba cara hasta que un día estaba hasta el mismísimo de escuchar al padre de sus mariconadas y a Cinta acosándome en el patio y una vez más que dijo la hija sobre eso, que yo debería haber estado en la clase cuando eso ocurrió y quitarse a una carga de encima, allí ya si que exploté y le pegué un guantazo que se escuchó hasta la otra punta. Ella tenía la piel muy muy blanca así que la marca se le quedó super roja. Se lo dijo a su padre. Me denunciaron por acoso. Convocaron a mi madre a un juzgado. Mi madre me creía a mí pero dijo que no era una opción correcta la violencia.
Ese día pasó a duras penas, yo avergonzada y preocupada y mi madre irritada porque estaba harta del profesor y Cinta.
Llegó el día del juicio y estaba muy nerviosa porque yo no podía ir porque era menor de edad y me tenía que quedar en casa de mi abuela hasta que mi madre llegara y me informara pero no me podía enterar de nada. Mi madre finalmente me dejó en casa de mi abuela y al poco rato de que mi madre se fuera ella se quedó dormida. Y yo me puse a ver Bob Esponja. Me quedé dormida al poco rato.
Mi madre llegó a casa y me desperté al instante por los nervios y ella estaba eufórica y gritando maldiciendo a esa familia. Se despidió de mi abuela, esta esperando respuestas pero mi madre no se las dio, dijo que tenía que hablar conmigo a solas. Me cogió del brazo casi dejándome sin circulación y fuimos a paso rápido hasta casa. No dijo ni una palabra desde entonces.
Cuando llegamos a casa cerró con un portazo y me preguntó con un tono desesperado: Carla, ¿es verdad lo que dice Cinta?
Me quedé un poco aturdida con esa pregunta le dije que a qué se refería y me contó lo siguiente: en el juzgado el padre de Cinta dijo que en tu antiguo colegio, ese día tú tuviste algo que ver con las muertes, se los negué pero dicen que le preguntaron a compañeros de tu colegio y dijeron que te vieron jugando cerca de la central eléctrica del recreo, que además la que tus compañeros dicen que te vieron cerca, coincide con la que solo es de tu clase. Dime que no es cierto, Carla.
Me quedé un rato pensando, intentando reunir datos de aquel día. Le dije que sí, estaba cerca de la central pero no hice nada raro, estaba jugando con las hormigas. Mi madre me miró, llorando y me dijo que si me culpaban, no la volvería a ver porque le quitarían la custodia. Yo no lo entendía. No había hecho nada malo y me quedé sin mis compañeros, sin mi colegio y ahora me iba a quedar sin madre.
Al día siguiente llamé a mi padre, que es abogado pero mi madre no recurrió a él porque no le quiere ni ver. A mí tampoco me entusiasma mi padre pero no podía hacer otra cosa. Le llamé y le dije si me podía ayudar, le conté la situación y aceptó ayudarme y se quedó un poco impresionado por el lío en el que me había metido.
Fue al juzgado defendiéndome y, como era de esperar de un abogado tan bueno como mi padre ganó el juicio. Me puse muy contenta y decidí decirle el logro a mi madre, cosa que me arrepiento de ello porque cuando vino a casa mi madre me cogió de los pelos, cerró con un portazo en la cara de mi padre y me llevó a mi cuarto y me dijo que ya estaba harta de que yo intentara arreglarlo y me contó lo que pasó:
Un largo tiempo atrás, mis padres estudiaban en la misma universidad, cuando solo se conocían de vista. Cuando hablaron por primera vez es cuando mi padre, que ya le había hechado el ojo a ella, una mujer guapa, alta y con buen cuerpo, le pidió que fuera con ella a una fiesta donde se estuvieron conociendo. Lo que ella no sabía es que él estaba compinchado con el que hacía las bebidas y a ella le hechaba droga y cuando estuvo demasiada drogada se la llevó al cuarto y la violó. Al día siguiente ella no se acordaba de nada y no se dio cuenta de ningún síntoma de esa noche. Ella acabó enamorándose de mi padre y tuvieron una relacción de pocos días pero lo suficiente para saber que con él sería feliz, pero un día ella estaba limpiando en su cuarto cuando él estaba trabajando de entrenador de baloncesto de menores, solo cuando no trabajaba de abogado en su tiempo libre, ella se encontró el portátil encendido y miró un poco por encima y abrió sin querer un pen que tenía insertado y se encontró con vídeos de violaciones a menores con él de protagonista. El era un pederasta. Ella se quedó en sock. Cuando se puso otra vez en situación, fue corriendo a la policía con el pen. En el camino se encontró con mi padre. Mi madre intentó disimular pero ya le había visto corriendo con su pen. Sacó una navaja y le dijo que se lo devolviera. Ella se negó y salió corriendo. No pudo huir y le apuñaló por la espalda. Le quitó el pen, se lo guardó y fue al médico con ella rápidamente. Le explicó al doctor que iban caminando y un ladrón les dijo que les dieran todo lo que tenían y él se lo dio pero ella no quería desprenderse de sus cosas así que salió corriendo por ayuda pero él contraatacó y le apuñaló por la espalda. Mi madre fue a un juez pero el juicio lo ganó mi padre, el mejor abogado de la ciudad porque ella no tenía pruebas y dijo que sólo ponía esa excusa para quedarse con su dinero. Ella, indignada volvió a casa y se volvió a curar la herida, que era leve y le entró derepente dolor de barriga y empezó a vomitar mucho y se dió cuenta de que no había tenido la regla desde hacía ya dos meses. Estaba embarazada y todavía no había tenido ninguna relación sexual con mi padre y entonces pensó en la fiesta de hacía unos pocos días de la que no se acordaba de nada y fue al juzgado de nuevo, con las pruebas de que estaba embarazada y fue con el. No funcionó, se volvió a defender y le dieron la razón. Entonces, ella se intentó suicidar ya en su casa pero su madre la vio y llamó a la ambulancia. Perdió mucha sangre pero su hija y ella salieron adelante. Tuvo a su única hija y ahí estoy yo.
Mi madre me enseñó las dos cicatrices, la de la espalda y la de la muñeca, no me lo quería contar porque aún era muy pequeña para saberlo pero dadas las circunstancias me lo contó. Me dijo que no me abortó porque no quería sufrir más, me dijo ella entre lágrimas que también me contagiaron. Me di cuenta de todo y miraba con otros ojos a mi padre, ojos de odio, un odio que no había sentido por nadie ni por nada de este mundo un odio que prefería no haberlo experimentado nunca. Tenía unas inmensas ganas de que mi padre  no siguiera respirando, seguro que él seguía abusando de menores e importándole una mierda todo porque no tienen pruebas y él con suerte o sin ella ganaba todos los juicios. Quería que muriera. Aún así yo no podía hacer nada así que me acosté porque ya era tarde.
No pude dormir casi nada y cuando me levanté mi madre tenía preparada el desayuno y nos pusimos a ver el telediario municipal. En el telediario salió una noticia de última hora: el mejor abogado de la ciudad murió ayer por caerle un ladrillo en la cabeza mientras pasaba al lado de un edificio en construcción. Se encontró en uno de sus bolsillos un pen donde había contenido pederasta, confirmándose la violación a decenas de menores en un centro deportivo donde él era el entrenador.
Miré a mi madre de reojo y ella embobada soltó la cuchara del café despacio y cambió de canal, sin haber reaccionado a esa situación. Yo por el contrario me alegré pero no estaba feliz, fue como algo desagradable, quería que ocurriese pero al final cuando pasa no te sientes bien.
Me quedé pensando un rato y llegué a la conclusión de que no ha podido ocurrir dos casos tan similares de la misma forma siempre, cuando yo deseaba la muerte de alguien.
No soy una persona normal, pero lo que tengo no son poderes, lo relaciono más como una maldición.


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