3°- Asqueroso

Una semana exacta había transcurrido desde aquella reunión. Decir que la vida de Guillermo estaba a punto de complicarse, era poco, pues estaba al acecho de una feroz bestia.

Insaciable.

El cual una vez lo tomará, no dejaría ir.

Aquel castaño que lo había estado siguiendo desde aquella noche se había convertido prácticamente en su sombra, en la huella de sus pasos. Seguir a una persona no era nada facil y mucho menos cuando Samuel estaba solo en su mision. Pero había que decirlo, no todo había sido malo, pues tambien había estado deleitandose con los peculiares y únicos atributos que poseía Guillermo, y es que se había vuelto en un fan nato de sus caderas, sus voluptuosas asentaderas y que decir de aquel rostro tan malditamente perfecto. Tan angelical e inocente que le hacia creer que era totalmente a diferente a lo que había escuchado de el con anterioridad.

Como se había mencionado, ninguno de los chicos realizaban nada de lo que sus padres se relataban mutuamente, por lo cual, Samuel no era como su padre.

El era diferente, o al menos eso le había dicho su madre antes de abandonarle. El chico no le guardaba rencor a su progenitora, sabia que no le había sido nada fácil el lidiar con su padre durante 7 años. Tambien era consciente de que ella no habría podido llevarlo consigo, pues su padre los buscaria y asesinaria a la mujer.

Al señor Esteban De Luque, solo le interesaba tener un hijo varón para que siguiera con su tradición. No le importaba la familia ni nada que tuviese que ver con los lazos de sangre.

Sin embargo, sus planes no estaban saliendo como el lo desease y aunque aun no estuviera enterado, Samuel tenia ideales muy diferentes a los que se le habían inculcado. Lo único que había aprendido a la perfección era el chantaje, esa forma tan peculiar de engatuzar, convencer, engañar.

Y una vez mas utilizaria esa virtud, segun se mirase, claro esta. Habia estudiado a la perfeccion al pelinegro. Sabía su secreto. Aún recordaba la sorpresa sentida al enterarse de ello.

Guillermo tenía buen corazón.

Era donador de fondos para niños con cáncer.

La noticia había sido gratificante y no sólo por el hecho de saber que alquel chico rudo tenía una debilidad: los niños.
Si no también por que podía utilizarlo a su favor, y claro que lo iba a hacer.


[...]

Guillermo yacía a no más de 10 metros de Samuel, consiguiendo la delantera. El pelinegro caminaba con tranquilidad, mantenía sus manos dentro de su abrigo de lana y movía sus caderas levemente a cada paso.

Alguien le esperaba unos metros adelante mientras soplaba sus manos y las frotaba intentando conseguir un poco de calor.
Se encontrarian justo atrás de las instalaciones del Hospital General de Cancerología de Madrid

—¿Que tal compañero?

Saludo con un movimiento efusivo en su mano el de ojos achinados una vez había llegado a lado del chico misterioso. No era para menos, Frank era su único amigo y apesar de ser mayor a Guillermo se llevaban de forma espectacular. Hacía ya 5 años que se habían topado en ese mismo hospital, pero esa...
esa era otra historia.

—¿Que tal chinito?— el susodicho le miro con reproche, alzó una ceja y frunció el ceño. El mayor río.

Ambos miraron a todos lados, sin notar la presencia de Samuel quien se escondía detrás de un árbol frondoso y un verde reluciente.

—No hay nadie— aseguro —Toma Frank.

Un fajo de billetes le fue entregado, los guardo rápidamente en su bolsillo, y camino con el propósito de llegar a la puerta delantera y entrar al establecimiento, no sin antes guiñarle un ojo al contrario en forma de agradecimiento. Así era el proceso de cada semana. Frank recibía el dinero y lo donaba a su nombre. Por obvias razones el apellido de Guillermo era muy conocido y no podía permitirse el que su padre se enterase.

Giro sus pasos sobre si y comenzó a caminar con seguridad. Conecto sus auriculares, subió un poco volumen, lo suficiente como para seguir al pendiente de su alrededor y comenzó a tararear aquella canción.

Take me to church de Hozier

Y es que le parecía extrañamente deliciosa aquella letra. Era obvio que había tenido relaciones anteriores con chicos pero ninguna había sido bajo ese término. Prohibido. Sucio.

"Mi iglesia no ofrece la absolución,
el me dice: Acude a rezar al dormitorio.
El único cielo al que seré enviado
será cuando esté a solas contigo.
Nací enfermo, pero me encanta,
exígeme que me cure."

Seguía tarareando, entrecerró los ojos concentrándose en la melodía. Sus cabeza se movían ligeramente al compás de las notas.

—Me gusta esa canción

A sus espaldas escucho, era una voz un tanto chillona. Definitivamente la reconocía

Retiro los auriculares y miro aquel cuerpo de espalda ancha salir de un arbusto. El cuerpo correspondiente a cierto castaño.

—¿Que es lo que quieres?— le reclamó serio, su voz había salido más ronca de lo normal.

Inmediatamente Samuel sintió un cosquilleo.

Era la primera vez que lo escuchaba tan enojado, demandante, tan cerca. Y aquello lo ponía a niveles que le eran inimaginables. Su voz, sus labios, toda su anatomía.

Guillermo alzó una ceja esperando una respuesta, cruzó sus brazos por sobre su pecho y apreto levemente sus labios, intentando mostrarse seguro.
Aunque por dentro moria de angustia.

Acaso, ¿Lo había descubierto?

—¿Y bien?— cuestiono —¿Te quedarás callado mirandome, o me dirás qué quieres?

Su ceño se frunció aun más y camino hacia el contrario quedando justo detrás de aquel árbol frondoso.

—Calma fiera, sólo quiero proponerte un trato —río, mostrando sus dientes perfectamente alineados y perlados. Sus abdominales se marcaron por sobre su camisa blanca apretada, dejando muy poco a la imaginación.

Las piernas del pelinegro flaquearon e inconscientemente mordio su labio. Aquella imagen era de lo más genial y el hecho de haber escuchado aquella canción minutos antes no ayudaban en nada. Sacudió la cabeza eliminando cualquier pensamiento turbio.

—Yo no tengo nada que ver contigo—escupió las palabras con odio y dió media vuelta —Sea lo que sea, no acepto.

Samuel sonrió de lado, miro la espalda de Guillermo, tenia buen arco en ella. Suspiro.

—¡Oh, cariño! Creo que no has entendido, no te estoy preguntando— avanzó algunos pasos y lo tomo de la cintura con delicadeza acariciando estas con los pulgares —Lo ví todo.

El color desapareció de su rostro, el joven Diaz empalidecio casi quedando transparente. Eso no podía ser posible.

Estaba acabado si su padre se enteraba.

Se quedó inmóvil, incapaz de saber como reaccionar.

—No eres un chico tan malo después de todo ¿Eh?— lo tomo con más fuerza pegando cuerpo al del pelinegro y dejo un beso húmedo en su cuello —Eso es interesante

El menor quedo estático, la electricidad comenzaba a recorrerle el cuerpo. Era cierto que su último encuentro sexual había sido hace mucho, pero no estaba tan necesitado. Aunque si lo reconsideraba, el castaño no estaba de mal ver y moria de ganas a experimentar con ėl. No obstante, sabía que tenía un iluso corazón, y podría arriesgarse a enamorarse.

Le había sucedido antes y esta vez no cometeria el mismo y tormentoso error.

—Pa-para tu no dirás nada— su voz había salido jadeante cosa que provocó que Samuel sonriera satisfecho —No tienes... el derecho.

Nuevos besos fueron implantados en su tersa piel. Esta vez, pasando al lobulo de su oreja acompañadas con leves mordidas. Un jadeo salió inconscientemente de sus labios y dejo un poco más de espacio para facilitarle el trabajo al castaño. Afortunadamente nadie pasaba por las calles y el arbusto les hacía una perfecta persiana.

—Claro que lo tengo— su voz sonaba un tanto mas ronca de lo normal—Pero... podría haber una manera de arreglar esto ¿Sabes?

Sus manos curiosas se introdujeron por debajo de la camisa de chico, quien mordio su labio y gimió por lo bajo. Tocó su abdomen y bajo un poco más comenzando y desabrochar la evilla de su cinturón

Entonces Guillermo reaccionó de repente, y aunque su calentura era impresionante, su voz de la razón había sido mas potente.
Giro, safandoze del agarre del mayor y un estruendo resonó por todo el lugar.

Una cachetada perfectamente marcada había quedado en la mejilla de Samuel

—¡No vuelvas a poner tus asquerosas manos encima de mi!— Exclamó alterado el pelinegro, apretó su puño con fuerza y se maldijo por lo bajo al casi haber caído a la tentación carnal.

Samuel bajo la vista hacia la entrepierna del chico y sonrio.

—"Eso" no parece no decir lo mismo— su tono burlesco, todo era molesto para el punto de vista de Guillermo.

Se sonrojo con furia al bajar la mirada y ver a lo que se referia el castaño. Se dió una cachetada mental.

—¡Asqueroso!

El ojirasgado grito por último sin saber realmente como reaccionar. Levantó el dedo medio y dió media vuelta corriendo a su hogar. Samuel sonrió ampliamente

Esto sería divertido.






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Helou Mai friens xdxd

Espero y disfruten de este nuevo capítulo. Se agradecen sus votos, críticas y comentarios.

Los ama
KarentheKiller11💕

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