2°- Llamada
La pared color crema hacia un excepcional contraste con el piso de madera acromerada. Los candelabros colgantes de cristal hacian relucir los reflejos de las luces; dándoles una mayor perspicacia en las puntas, donde eran adornados sutilmente con un pequeño diamante tallado de forma manual.
La comida tampoco era para despreciarse, tenían una talentosa cocinera y eso era a leguas inegable. La mesa era de tamaño considerable, recubierto por un mantel blanco como la nieve y pequeños detalles plateados.
Y para acompañar música clásica
¡Oh bendita melodía armoniosa!
Cantico para los más finos timpanos.
El sonido de las copas brindar se hizo notar, llenado la estancia de aquel tintinenate ruido tan característico de dos cristales al chocar. Los representantes de cada bando platicában acerca de sus próximas adquisiciones o en este caso sus próximos fraudes.
Si te preguntas de que laboraban exactamente estos hombres, la respuesta es fácil. Son narcotraficantes. Escondiendo su identidad, haciendose pasar por grandes empresarios, ¡Hey! pero que no te sorprenda pues esto es más común de lo que imaginas; un ejemplo de ello son los diputados e inclusive los propios presidentes que aparentan poseer y obtener sus riquezas por los finés meramente políticos, cuando la realidad es totalmente contrariada.
Todos tenemos nuestros secretos, algunos más escalofriantes que otros y es que de igual manera somos humanos y eso es inevitable.
[...]
La cena que había comenzado de manera amistosa ahora se tornaba un tanto melodramatica.
El señor Díaz presumía con exuberancia a su hijo, Guillermo. Heredero a todos sus negocios, autos, fortunas...
Y por supuesto, desgracias.
El chico anteriormente nombrado miraba con sorna a su alrededor, intentando a toda costa el no cruzar en ninguna ocasión su mirada con la de su enemigo.
Samuel.
Aquel chico tan malditamente atractivo pero que a la vez le causaba una extrema repulsión. Su físico a leguas era de buen ver: Castaño, de buen porte, elegante, con un cuerpo bien tonificado y esos ojos de orbes color miel. Aunque a decir verdad, su actitud era la que se encargaba de arruinar esa imagen del chico perfecto. Era creído, vanidoso y ciertamente algo egoísta
Tan guapo y tan atosigante a la vez.
El castaño era hijo de los De Luque, los mayores socios-enemigos de los Díaz. Su estrecha y extraña relación entre ambas familias era indispensable para conseguir sus objetivos. De frente se ayudaban con los negocios-fraudes, a sus espaldas buscaban destacar más que los contrarios y sacarlos del juego para quedar como los mejores postores.
Los minutos pasaban, el tiempo transcurría sin la intensión de detenerse. El tic tac de un viejo reloj de cuco sonaba de manera tenue en la estancia. Decir que la reunión tenia un ambiente morbido se quedaba corto, en apenas una milésima parte de la realidad. Para fortuna o desgracia de los más jóvenes, estaban ya acostumbrados.
"Entre más charla más mentiras saliran en el habla"
Ese era el legado de ambas familias. Y es que ninguno de los chicos habían realizado nada de lo que sus padres relataban.
'Mi hijo huyó de la carcel'
'Guillermo hizo un fraude millonario'
'Samuel robo dos bancos el sólo"
'Guillermo asesino sin piedad'
Sus nombres eran pronunciados en demasía, atosigando a los chicos que permanecían callados. Haciendoles sentir atrapados en una competencia sin fin...Y su idea no era del todo errónea.
Era una guerra a muerte.
Donde se jugaba el todo por el todo, se arriesgaba, se perdía o se ganaba. No había más.
En un determinado momento el silencio se adueñó del comedor. Guillermo sabía que esa era su oportunidad.
—Amm— Aclaro su garganta, llamando la atención de los presentes —Si me disculpan, me retiro un segundo. Compermiso
El asentimiento proveniente de su padre le indicó su acuerdo. Afirmación suficiente que le valió para levantarse de la mesa.
Las orbes castañas de Samuel se posaron en él. Le miro con interés. El pelinegro siempre era tan misterioso, tan enigmático, que una espina de curiosidad se había alojado en su ser.
Su mirada no se desvió, lo miro atentamente o al menos hasta que desapareció de su campo de visión.
—Emmm...¿Samuel?— carraspeó su padre visiblemente frustrado. Había notado ese interés empeñado en el más pequeño de los Díaz.
No quería que Samuel se distrajera.
Guillermo continuo su travesía, esquivando a todo aquel que se cruzaba en su camino. Así continuo, hasta llegar al lugar destinado. Al llegar, giro la perilla de aquella puerta de tonalidad coral y adornos de rombos en toda su extensión que era remarcada en el contorno de las mismas de color blanco. Se adentro en el baño y se miro al espejo.
Era exactamente como su padre quería, más no como el en verdad debía
Un tenue quejido de desesperanza botó de entre sus labios, perdiéndose en el aire después de unos segundos transcurridos. Odiaba vestir tan elegante sólo para escuchar los parloteos de personas hipócritas. Personas que a sus espaldas le deseaban con frenesí la muerte.
Un nuevo sonido escapó de entre sus labios, esta vez un suspiro.
No lo podía evitar. El sentirse tan atrapado que aquellas charlas le provocaba la sensación de estar conteniendo inclusive el aire. Suspirar relajaba sus pulmones de manera satisfactoria.
Observó una vez más su reflejo.
Ahora que lo pensaba, aquella acción se le había vuelto costumbre. Hacia ya algunas semanas que repetía aquello, y no sabía el porque. Tal vez era la idílica idea de pensar que algo de él cambiaría en alguna ocasión, no obstante, eso nunca pasaba. El resultado siempre era exactamente el mismo.
"Se miraba al espejo y odiaba su reflejo"
Finalmente saco su celular de su bolsillo derecho, tomándolo entre sus dedos. Marco con desepero cada una de las teclas hasta presionar en llamar.
—¿Hola?— contestó una voz al otro lado de la línea.
Guillermo remojo sus labios y tras carraspear un poco continuo con su objetivo.
—No podré ir hoy, de verdad lo siento Frank
—¿Otra reunión?— cuestionó.
—Por desgracia, pero prometo que mañana yo mismo te entregaré el dinero. Eso es una promesa.
El pelinegro había comenzado a morder su uña inconscientemente temiendo por la respuesta que le fuera otorgada.
Silencio.
Y sus miedos se alimentaban cada vez mas, acrecentandose y cobrando sentidos a cada segundo sin obtener una respuesta consisa.
Su falta de confianza en el mismo muchas había sido el desencadenante de sus preocupaciones y era consciente de ello.
Una risa escandalosa revoloteo desde el otro lado de la llamada hasta llegar a los oidos del nervioso y come uñas Guillermo quien se relajo y de forma inmediata, casi como por inercia, también sonrió.
—Claro tío, por eso no hay problema. Además los chicos y yo te estamos en eterno agradecimiento, ya nos has ayudado bastante. En verdad tienes un corazón muy grande.
—Gracias Frank
—A ti compañero
Dicho eso, colgó.
Había cumplido con la misión y el dilema aparecía de nuevo. Se debatía entre volver a la fiesta o seguir mirando un falso reflejo de él. Una diminuta mueca de apoderó de su cutis.
Se decanto por la primera opción, pues prefiria ser hipocrita con los demás que con el mismo.
Era hora de volver con el desencadenante de su calvario...
Su padre
.
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Hi, baby's 💕
Siento mucho si hay faltas de ortografía o si está demasiado horrible el capítulo. Pero me quitaran el celular y sólo lo podré tener 1 día a la semana así que apenas y pude terminar esto.
#PvtaPsicologaQueLeMeteIdeasAMiMadre
De verdad perdón, pero que quede claro que no pienso abandonarlos.
Prometo al menos un capítulo de una historia a la semana
De nuevo se les agradece por todo. Se despide KarenTheKiller11 🙈
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