11°- Coincidencia
—Frank, me alegra saber eso pero me temo que ese chico no te conviene— Exclamó pusilánime Guillermo, el entendía que cupido había flechado a su amigo, claro que lo hacía, pero también sabía que ese chico no le llevaría a nada bueno.
Frank frunció el ceño.
—¡¿Por que tío?!—pregunto este último, totalmente alterado y se levantó de su silla. Se encontraban en una cafetería, y al notar que todos lo miraban decidió relajarse y volvió a su estancia —¿A que se debe ese comentario? ¿Lo conoces?
Guillermo negó con la cabeza, efectivamente no lo conocía, sin embargo al estar en el mundo del narcotráfico sabía reconocer los nombres de sus contrincantes, y el apellido Bravo ciertamente era uno de los más conocidos. Adolfo Bravo estaba al comando de su secta, y todos habían oído hablar de su hijo menor Alejandro.
—Frank— le llamó el ojirasgado tranquilo obteniendo su atención, recargo sus codos por sobre la mesa y entrelazo sus manos buscando las palabras correctas —¿Recuerdas que te dije que una vez que entres a los tratos no sales?— su rostro era serio. Frank asintió no muy convencido de a lo que quería llegar su amigo.
—¿Eso que tiene que...— Intento preguntar pero fue interrumpido por Guillermo.
-Alex ya no puede salir...
.
[...]
Samuel caminaba por el jardín de su mansión, ideando miles de ideas para sacarle más información a su padre sobre la muerte de la señora Díaz, pero se temía que su progenitor comenzaba a sospechar sobre la insistencia en dicho tema, así que debería recurrir a otra opciones.
Justo en medio de dicho lugar se encontraba una fuente, la fuente de los deseos como solía decirle su madre cada que estaba triste o se raspaba. Sonrió con nostalgia. Guillermo quería descubrír la causa de muerte de su madre y así vengarla, pero el en cambio ni siquiera había pensado en buscarla.
Tal vez porque era muy tonto o tal vez porque tenía miedo de que su padre le hiciera algo malo y terminara igual que la madre del joven Díaz.
Muerta.
El castaño escucho algunas voces y al girar sobre sus pasos se topó con una imagen no muy común, encontrándose a su mayordomo Miguel y al hijo de los señores Doblas, tomados de la manos. Estos al verlo de inmediato se soltaron. El chico ojiverde miro a Samuel por unos instantes con una especie de arrepentimiento antes de salir disparado hacia la salida de la mansión. El andaluz intento seguirlo pero fue detenido por su jefe.
—Mangel— susurro calmó el castaño tomándolo de la muñeca.
—Digame señor— Exclamó bajando la mirada.
—¿Estas conciente de quienes son sus padres?— Samuel frunció el ceño al preguntarle, él de lentes asintio intimidado por el hecho de poder ser despedido en ese mismo instante. No tenía de donde sustentarse, ni a donde ir dado que el vivia en una de las habitaciones de huéspedes, aunque eso no impedía que defendiera lo que tenía con Ruben.
—No me despidah por favor. Soy conciente de mi situación y la de él, y que estoh en horas de trabajo pero es algo que no puedo controlah, tampoco se explicarlo la verdah —suspiro— Sólo pido otra oportunidad...
Samuel se quedó callado meditando la situación, negó con la cabeza y bufo al sentirse confundido con el mismo. Apreciaba demasiado a su trabajador y se le hacía una tontería despedirle por tan insignifiante suceso pero por otro lado era consciente de que su padre estallaria si llegase a enterarse. Sin contar que se enfadaria con él por ocultarselo.
Tal vez y la relación entre el andaluz y el chico noruego era algo pasajero y podrían dejarlo sin que el progenitor del castaño supiera, aunque de lo contrario si habían desarrollado sentimientos mutuos la situación era mucho más difícil.
—Mangel, se sincero— comenzó y poso su mano en el hombro del susodicho —¿Te has enamorado de Doblas?
Hubo algunos segundos de silencio en los que el andaluz lo penso, era cierto que llevaba poco de conocer a Rubén y que en realidad nunca había estado enamorado pero todo era diferente con él, así que suponía que estaba muy enganchado.
—Estoh jodido— contestó finalmente —El amor me jodió.
Hubo un brillo inexplicable en sus ojos, el castaño no recordaba haberlo visto tan lleno de vida en el tiempo que llevaba de conocerlo, que eran años por cierto. Entonces Samuel comprendió que no era capaz de separarlos.
Ayudaría a tapar esa relación pues si había amor, valía la pena.
.
[...]
—Así que tu trabajador se enamoro de Ruben, es interesante— opino Guillermo divertido —Mi amigo se enamoró del hijo del señor Bravo. Que coincidencia ¿No?
El pelinegro comenzó a carcajearse obteniendo una mirada amenazadora por parte del castaño.
—Tu no lo entiendes ¿Verdad?— Guillermo paro de reír y carraspeo cambiando su semblante a uno serio.
—Si lo entiendo Samuel, si tu padre se entera todo se va a venir abajo. Es como si tu le revelaras mi secreto a mi padre— Guillermo explico— Aunque a ti parecía divertirte demasiado mi desgracia, así que supongo que es el karma, hombre.
—Probablemente — susurro Samuel —Pero al parecer a también te divierte mucho verme liado ahora— reclamó.
—¡Oh no!, lo que me causa gracia es que él gran Samuel De Luque quiera taparlo solo porque hay amor. Que tierno— se burlo y volvio a reír tomándose el estómago.
—¡Lo hago porque aprecio a Mangel, a mi da exactamente igual los sentimientos, macho!— mintió y Guillermo levanto una ceja con incredulidad limpiándose una lágrima provocada por la risa.
—Si claro y yo estoy aquí porque me gusta— espeto él pelinegro refiriéndose a la habitación de hotel donde lo había citado él castaño. Se cruzo de brazos e hizo un mohín con los labios.
Samuel sonrió malicioso y comenzó a avanzar peligrosamente hacia el menor. Lo tomo de la cintura y dejo salir su aliento en él cuello de este, él cual se estremeció y jadeo ante la cercanía.
—Yo se que te encanta estar conmigo, a ambos nos gusta esto— Pronunció con la voz ronca para a continuación atacar él pálido cuello del menor.
—Samuel— jadeo cuando sintió que este metía sus manos curiosas por debajo de su pantalón y comenzaba a sobar su miembro.
Los besos en sus cuerpos continuaron y las caricias desesperadas no pararon en ningún momento. La ropa había desaparecido rápidamente y sin casi darse cuenta, el castaño ya se encontraba entre las piernas del menor preparándose para penetrarlo.
—¡Joder, hazlo ya!— pidió con desespero el ojirasgado.
Tomo las sabanas con fuerza cuando sintió como ese pedazo de carne entraba cada vez más. Las estocadas no tardaron en comenzar y la habitación se lleno de gemidos y maldiciones una vez mas.
Vaya que amaba ir a aquel hotel de paso.
.
.
[...]
Actualize después de 84 años!!!
Pero bueno espero y les guste lo que escribí al igual que les invito a pasarse por otras de mis historias, que les prometo al menos alguna les va a gustar.
Por él apoyo agradezco a todos y les deseo un lindo día
—Karenthekiller11 💕
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