. Capítulo 42 .

Parte 2

...

El frescor de la madrugada estaba sobre nosotros. Miraba con pesar el cómo los números cambiaban con rapidez al carga el tanque de gasolina. Miré mi reloj, y suspiré al darme cuenta de lo tarde que era. 

"4:30am"

Quité la manguera de gas de la entrada del tanque y pronto la acomodé en su sitio. Mientras esperaba al padre de Yoongi, saqué mi celular y marqué directo al celular desechable, aún tenía una esperanza muy dentro de mi corazón. Aun mi esperanza estaba en que me contestara y deseara hablar conmigo y me escuchara. 

Los pitidos de espera se hacían eternos y solo marcaban lo infeliz que estaba siendo.  

Cada que sobre salía la voz de la contestadora, mordía mi lengua y mi valor se acababa en un momento, pero aun así mi insistencia no se rendía, no hasta que fuera esa dulce voz o al menos el silencio cómodo de su respiración pesada la escuchara. Tenía tanto que decirle, decir todo lo alguna vez planeé si yo le decía, solo quería que se enterara de todo lo hermosos que era su amor. 

La cuarta vez del intento, mi estomago se estrujó cuando al fin deje que la contestadora terminara la indicación y el fino sonido del señalamiento de que podía hablar para dejar mi mensaje. No sabía si él lo escucharía, pero al menos tenía que intentarlo y aliviar ese dolor que estaba en mi pecho. 

Mi respiración era fuerte y mi voz no salió en cuanto comencé hablar.

-No sé cómo empezar, hablarte nunca se me ha dificultado, pero hasta hoy sé el daño que te hice. Sí, fuiste una apuesta, ya no puedo seguir mintiendo. Tome la peor decisión Yoongi, no era racional, más bien no soy una persona racional. Me equivoque... - mi voz se entre cortó. - Y el destino se convirtió en mi enemigo número uno. - sorbí mi nariz. - Yoongi, no sabes lo que daría porque me escucharas. 

Callé por completo cuando mi voz no podía salir. 

>>Hice tantas promesas a tu persona y nunca dude en cumplirlas e incluso sabía que todo lo que te dije era verdad a pesar de estar montando una mentira. Una mentira en la cual fui el mejor fingiendo que no sentía. - limpie mis lágrimas. - Es el colmo, porque yo era el verdadero ciego en la relación, yo era el idiota que quiso tener todo con tal de humillarte, pero al final yo soy el que termino humillado. 

Hice puño mi mano izquierdo. 

>>Tuve que perderte, para que comprendiera que todo lo que soy ahora....

El tiempo de la contestadora se había terminado y la llamada se cortó, pero aun así, seguí llamando. Los pitidos se acabaron y de nuevo la contestadora habló;  aunque  nadie respondiera y eso no importaba, yo hablaría.

--Ay Yoongi... - mi voz sonaba congestionada. - No espero nada al final, no espero tu perdón, pero tampoco quiero tu odio. - mordí mi labio. - Sabes soy un maldito cobarde, porque no tengo las agallas de pedirte perdón, así como no tuve las agallas para decirte la maldita verdad; estoy seguro que me hubiera hecho, tu te habrías alejado, pero aun así me hubieras escuchado. Yoongi mis mentiras me daban temor al notar lo bueno y puro que eres. 

Mis lagrimas no paraban. 

>>Solo quiero que estés bien, que no sufras; yo no valgo ninguna lagrima de tus preciosos ojos, esos ojos que como demonios me perseguirán en un capítulo que yo mismo escribí en habladurías y seguridad. Pero aun así dejaría que tus demonio jueguen con mi cordura y así tenga algo aun de ti. Te amo Yoongi...

El pitido de colgado me paro el corazón, mi respirar se detuvo y mi vientre se estrujó con mas fuerza. Él había escuchado o alguien me había escuchado, con todo el pesar de mi corazón me fui resbalando por la puerta del auto, escondí mi cara entre mis rodillas y por fin pude sacar todo esa cosecha de tempestad. 

Quería explotar, quería enfrentar todo, levantarme y luchar por él. 

Una mano se posó en mi hombro y sin ganas miré al señor Min, sus lágrimas tampoco ya no podían seguir resguárdense en un caparazón. 

El alfa sacó las llaves de su bolso y las sostuvo enfrente de mi cara. Mis ojos empañados apenas las miraron. 

--Trae a mi hijo de vuelta, yo me hare cargo de la parte legal. 

Así como él me sostuvo y sanó, yo tomé las llaves con decisión. 

Una vez lo dije, me iría al infierno con tal de que este bien. Y así seria.

Mis lagrimas no parecían terminarse, el ardor en mi piel apenas se sentían cada que Jungkook pasaba las gasas en alcohol por mi espalda, todo era igual como cuando éramos niños, todo se repetía una y otra vez. La vida ya se me estaba nublando, mi herida era aún mas cruda que todas las físicas. 

El silencio era igual de amargo que todo el aroma a romero, Jungkook también se quejaba, no sabía si era porque igual se estaba curando. El desconocido de mi hermano, su infelicidad nos seguía uniendo en todo. 

--Trata de no voltearte durante la noche o tus heridas se pueden infectar. - él me indicó. 

Yo solo asentí y su presencia se fue alejando o eso es lo que creía, pues él solo se había levantado para acomodarse yo solo sentí el hundimiento. 

--Te acuerdas cuando montábamos una casa de campaña con sabanas en el jardín, porque esperábamos a que las estrellas brotaran...

Su comentario, apago ese extrañar del mutismo de mi habitación. 

>>Nos quedamos a dormir ahí sin importar que los bichos nos picaran. - siguió recordando. - Siempre traté de describirte la luna, la galaxia y todo a nuestro al rededor. 

Apreté con fuerza la almohada que abrazaba.

>>Pero nunca te describí  lo envidioso que me sentía, cuando notaba que las personas que más me importaban te ponían más atención. Que todas esa noches de juego que montábamos siempre estaba ese punto de odio y tristeza. 

Lo escuchaba con atención. 

>>A veces deseo regresar a nuestras épocas de niños mientras nos distraíamos escuchando música, riendo y solo lo importante era mostrarte como se conformaba la casa. - su voz se estaba entrecortando. --Regresar a ese punto en donde mi enemistad no crecía y no me sentía en una soledad escondida y des comprendida. Donde mis miedos respirados y guardados. Regresar a ese punto donde aún podías recuperar la vista. 

Su voz se cortó por las lágrimas. 

>>Donde nuestros tratos era lindos y buenos sin segundas intenciones. 

--Nunca vamos a regresar a ese punto, Jungkook. - dije bajo. -  Nunca me habría imaginado que tu me envidiaras. 

--Claro que lo hago. - dijo. - Pero ya no tengo motivos para hacerlo. 

Jungkook acarició mi cabello con lentitud. 

--Gracias por cuidarme a pesar de estar en contra de todo lo querías hacer. 

--Nunca tuve opción de negarme. - una pequeña risilla salió de mis labios. 

Una risilla tan triste que inundo mis pies en pesar. 

El sorbido de su nariz me indicaban que estaba llorando, que tenía tanto que hablar, pero al final eran secretos que prefería guardarlo para él así lo carcomiera. 

El movimiento de su cuerpo sonó y de pronto ese hundir a lado de mi cuerpo me puso en curiosidad, me fui volteando y su aroma se intensificó cuando quito una lagrima de mi mejilla. El frio de la goma del audífono me estremeció y la melodía tranquila comenzó a sonar. 

Una melodía que siempre escuchábamos de niños, canción que nos gustaba a pesar de tener fines románticos.

Jimin, no había sido el primero en que huyéramos alguna vez de la casa. Jungkook lo hizo primero, cuando  cumplí quince años él me había llevado a mi primer concierto de instrumentos de viento, a los trece me describió con mucho ánimo el mirador de la ciudad, a los doce me enseñó la diferencia de los helados, a los once me defendió de unos niños en un juego de futbol y a los diez me describió las estrellas, me leía y jugaba conmigo. 

La canción ahora nos hacía sentir esa unión con cada uno de nuestras sentimientos, ambos recordábamos con pesar ese amor que nos estaba destrozando. Dolido, esa era la palabra correcta para describir todo. Ambos sufríamos por experiencias amorosas y cada uno teníamos un nombre en mente.

--Ambos no le pertenecemos a nadie. - dije. 

--Solo a nosotros. -- termino por decirlo. 

Las demás canciones siguieron reproduciéndose. Mis parpados se cerraban gracias a las caricias en mi cabello. Fue hasta más de diez canciones que él me quitó el audífono pensando que yo ya estaba dormido y con pasos silenciosos, Jungkook se había ido de mi cama.

Doblé mis rodillas a mi pecho, estas dolieron. Mis ojos estaban cansado mi sien dolía y mi boca estaba seca. 

La ventisca desde hace un rato se escuchaba en un silbido,  pero me estremeció al chocar por completo con mi espalda. El choque de la ventana abrirse, me espantaron y con miedo alce mi torso. 

Quité mi el edredón de mis piernas y me fui parando lentamente con el fin de acercarme hasta cerrar la ventana. Suspiré al poder cerrarla y fue en ese  momento que el viento fue más callado que permitió  escuchar ese vibrar en la habitación. Mi oído se movió sin intención mas solo impresionarse. 

Y sin poderlo creer mi corazón se estremeció así como mi vientre. Mis pasos fueron a penas acertados, pues muchas cosas estaban sobre el piso que se me dificultaba caminar por el lugar o al menos era inútil el tratar de no chocar con las cosas. 

El vibrado terminó y empezó a sonar de nuevo, inhale con fuerza para poder tranquilizarme y me concentré al volverlo escuchar y fue ahí cuando me di el tiempo de analizar el segundo sonido, este pegaba contra la madera y lo único que era de madera era mi tocado así como mis buros.

Me senté en la orilla de mi cama, cuando tanteé el buro; ahí estaba el celular, el celular que Jimin me compró, se suponía que yo lo había dejado junto con la sortija. 

Mis cejas se fruncieron y casi lo solté al momento que comenzó a vibrar de nuevo en mis manos.

Mi dedo tanteo el oprimir la tecla al notar la insistencia. Pero al final lo hice. 

"Ay Yoongi... No espero nada al final, no espero tu perdón, pero tampoco quiero tu odio. Sabes soy un maldito cobarde, porque no tengo las agallas de pedirte perdón, así como no tuve las agallas para decirte la maldita verdad; estoy seguro que me hubiera hecho, tu te habrías alejado, pero aun así me hubieras escuchado. Yoongi mis mentiras me daban temor al notar lo bueno y puro que eres.

Solo quiero que estés bien, que no sufras; yo no valgo ninguna lagrima de tus preciosos ojos, esos ojos que como demonios me perseguirán en un capítulo que yo mismo escribí en habladurías y seguridad. Pero aun así dejaría que tus demonio jueguen con mi cordura y asi tenga algo aun de ti. Te amo Yoongi..."

Colgué en cuanto dijo Te amo, la palabra calaba en mi mundo sin palabras. Era por eso que dolía, porque yo lo seguía amando, le lloraría tanto ante tal decepción. 

Supuse que antes había otro mensaje de voz. No tenía la intención de marcarle, de pedirle explicación. No cabía en mi pecho el miedo combinado con el rencor, solo podía pensar en que había sido esa burla. ¿Cómo creer en sus jodidas palabras?

Pero aun quería saber si existían más palabras excusando tal villanía, tal fracaso de emociones puras de lo que era el amor. Por eso oprimí el marcado de mensajes y seguí las indicaciones. 

"No sé cómo empezar, hablarte nunca se me ha dificultado, pero hasta hoy sé el daño que te hice. Sí, fuiste una apuesta, ya no puedo seguir mintiendo. Tome la peor decisión Yoongi, no era racional, más bien no soy una persona racional. Me equivoque... Y el destino se convirtió en mi enemigo número uno.  Yoongi, no sabes lo que daría porque me escucharas.

Hice tantas promesas a tu persona y nunca dude en cumplirlas e incluso sabía que todo lo que te dije era verdad a pesar de estar montando una mentira. Una mentira en la cual fui el mejor fingiendo que no sentía. Es el colmo, porque yo era el verdadero ciego en la relación, yo era el idiota que quiso tener todo con tal de humillarte, pero al final yo soy el que termino humillado.

Tuve que perderte, para que comprendiera que todo lo que soy ahora...."

Su mensaje había terminado, mi lágrimas de nuevo bajaban sin compasión por mis mejillas, el dolor brotaba en enojo complicado de comprender, mi mano aventó el celular por los aires y mi quejidos era sonoros. Ya no quería llorar, pero dolía y mi pecho se sentía quebrado. Sin importar mi espalda, me fui resbalando por la orilla de mi cama hasta caer al suelo. 

Mi pecho sentía la fría alfombra, mis palmas ni siquiera lucharon por ayudarme a parar, estaba tan jodido, perdido y sin una gota de motivación. 

La humedad de mis lágrimas, llegaron hasta que la alfombra expandiera las mismas por sus tejidos. Ya no importaba, no importaba si me venían a callar a golpes, no dejaría de llorar por el dolor tan agudo que mis sentimientos infortuna tenía que existir en mi omega. 

Me quedaría en el suelo, pues desde ahí presentía que ese era mi lugar. 

Hola de nuevo.
Se que las abandone mucho pero es que estaba algo ocupada.

Listas para el desenlace?

Saben que las amo y que agradezco todo el apoyó.

ALICIELITO

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