. Capítulo 40 .
Tapé con una mano el reloj de mi muñeca, pues el "tic tac" solo jugaba a martirízame a un sentimiento de preocupación. La corbata me asfixiaba y la necesidad de fumar me secaba la boca. Pero todos esos deseos se iban a la basura, cuando tomé el vaso de vidrio y con el frío del agua mi boca se invadió en frescura.
Mi mirada se paseaba por todos lados desde que me había quedado en espera para la entrevista. La imprenta que desde afuera se notaria modesta, por dentro era toda una sorpresa por el diseño moderno blanco y muebles sofisticados dentro de los cubículos y oficinas de otros mandos. Algo particular que me había llamado la atención; fue los numerosos letreros y lugares para personas discapacitadas.
No podría hablar bien del padre de Yoongi, pero era notorio que el trataba de que el lugar fuera cómodo para todas las personas que trabajaban y visitaban en curiosidad.
Mi primera entrevista con la persona de recursos humanos, había sido tan pronta y amable en la explicación de lo que buscaban; la situación fue accesible y facilitaría.
Aunque la opresión de mi pecho no me hacía saber si se formaba por los nervios de mi siguiente entrevista o, por que me enfrentaría a solo conocer a el padre de Yoongi y con ello, seguir el plan con palabras convincentes de que no era un bribón en busca de algo.
Miraba con inseguridad el brilloso folder negro que cargaba mis bocetos. Durante días me había pasado dibujando la bonita cara de Yoongi para presentarlo ante los ojos de su padre y, que este lo reconociera para que todo fuera tan casual y próximo a saber de quien se trataba; con mucha esperanza este me preguntaría mi relación con el omega.
--¿Park Jimin? – me llamaron.
Dos largas piernas se pararon enfrente de mí y con rapidez miré hacia arriba para hacer caso a lo que me dirían.
--Dígame.
--Podrías mostrarme tu documento de candidatura. Es el papel que te dio la licenciada Bae. – asentí ante lo que pidió.
Mis manos temblaron y en movimientos torpes saqué el documento que me habían entregado.
-- Tenga. – le entregué el documento.
Ella lo leyó con tranquilidad y alzó sus cejas.
--Oh, ¿te han mandado directo con el presidente de la editorial?
--Así es. – le confirmé.
--Sígueme. – me mandó y yo como un resorte me paré.
Ambos comenzamos a caminar, el camino alfombrado no permitía demasiados ruidos al caminar.
>>Si vas a pasar directo, lo más probable es que consigas el trabajo. Ya no tienes que tener nervios. – la mujer me hablaba, pero casi no pude prestar atención dado a que estaba muy enfocado en los cuartos de la imprenta. – Es preferible tranquilizarte, al señor Min no le gustan otros olores.
Eso si lo había entendido.
- Oh, entiendo.
Ella solo me sonrió banalmente y pasé saliva. Yo trataba de tranquilizarme, pero simplemente no lo lograba, el efecto estaba en mí sin siquiera saberlo.
--Es justo hasta el fondo. – me señaló. – Suerte.
Le agradecí con una sonrisa y mis gotas de sudor se estaban acumulando en mi frente. Mis pasos fueron rápidos y al tener la puerta de madera con cristalería, pasé mi cabello hacia atrás y con mi manga quité mis gotas de la frente. Di un suspiro y me preparé para tocar, pero el sonido de la profunda voz de adentro me sorprendió.
--Pase, lo estaba esperando.
Mi mano giró la manija de cristal y el rechinido de la puerta fue con desespere.
>>Adelante, pase rápido. – mandó
Mis pasos fueron directo al alfa y el aroma a nuez, madera y menta; me daba esa idea del carácter que podría tener. Pero aun así, la tranquilidad de la nuez me dio confianza.
La oficina en color beige, contrastaba con el montón de libros por todas partes, las plantas y una que otra pintura colgada en la pared.
La computadora resplandecía en plateado por las luces y tapaba la cara del señor Min.
Yo mantuve mi sonrisa y me acomodé justo enfrente del escritorio, que se encontraba lleno de hojas y broches de oficina.
Mi vista siguió cada punto donde se encontraba en bonches de hojas y saltaban a otras partes, como lo eran las plantas, las lámparas, navajas de plástico, plumas y un bonche de lápices. Y solo fue una foto que llamó mi atención, pues parecía que la mujer en recursos humanos era su esposa, las fotos no paraban y el portarretratos por la parte de atrás demostraban la familia que eran.
Apreté en puño la codera de la silla acojinada, al notar muy a la esquina una sola foto de dos niños que no podía reconocer.
--Es mi familia. – la voz me sacó de mis pensamientos y dirigí mi mirada a su persona.
Casi abría mi boca al sorprenderme del parecido del alfa a Yoongi, pero aún así, mi omega tenía una diferencia como lo eran sus ojos y sus labios. Pero definitivamente ambos hermanos era un reflejo de su padre. Cabe mencionar que Yoongi tenía los ojos de su madre y también su color.
>>Ver tu nombre me sorprende. – dijo seguro y corazón latió rápido. – Park Jimin, ¿me dejas ver tu papel que te dieron?
Asentí rápido y le di la hoja.
Sus ojos se movían de un lado a otro, a pesar de sus gafas sus ojos no eran ocultados de nada.
>>¿Entonces vienes por la bacante de ilustrador? – sus ojos de nuevo se dirigieron a mí.
--Así es, señor. – dije.
--Si te mandaron hacia acá, es porque pasaste rápido tus pruebas psicométricas. Dime Jimin, ¿has tenido otros trabajos?
--Sí, pero nada relacionados con mi carrera. Bueno, en realidad, sí, pero es más técnico debido a la mecánica.
--¿Y por qué ser ilustrador, si tu carrera esta más enfocada en los autos? – preguntó.
--Me agrada demasiado el dibujo y lo noto muy entretenido. Aparte de que he tenido muchos motivos por el cual acercarme a esta editorial.
--¿Se puede saber cuál es? – sus ojos no se quitaban de mi persona.
--Sus libros son muy reconocidos y a una persona que amo le encantan. – dije claro. – Cuando vi la bacante, no dudé en intentarlo.
-Me alegra tu motivación. – sonrió y esta si era parecida al omega. – Veo que traes contigo un enorme folder, espero que sean tus bocetos, ¿puedo verlos?
Sin negarme, le entregué el conjunto de hojas y esta se acomodó en su silla acojinada para después recargar por completo su espalda.
Junté mis dedos por debajo del escritorio y estos se entrelazaron con nerviosismo. La curiosidad seguía en mí y no dejé de observar la oficina.
>>Eres muy bueno. – me dijo.
--Gracias. – le dije. – Todos son de autos, pero también puedo desempeñarme en otras cosas.
-Ya lo puedo notar. – pasaba una hoja tras otra con lentitud.
--¿Puedes hacerlo en otras partes, aparte de papel y lápiz?
--Claro, puedo hacer bocetos en computadora y dispositivos móviles. – dije seguro.
--Definitivamente estas preparado.
--También tengo estos, que no son tan formarles... - dije sacando de mi portafolio los dibujos, el temblor de mis manos hacían vibrar las hojas.
El señor Min, bajó los demás dibujos y tomó los que le ofrecía. Desvié mi mirada en cohibición.
-¿Qué hay de las letras de molde, manejas varias?
--Sí, y las que pueda diseñar... - dije y él pasó de hoja.
El señor Min de un momento su aroma cambio y sus feromonas se expandieron por el lugar haciéndome saber que la curiosidad estaba en él.
Con rapidez pasó a otra hoja y su ceño se frunció aún mas. Analizó otra y después otra hasta dejarlas una a una sobre el escritorio.
Las imágenes impregnadas en carbón y plumilla relucían desde el fondo blanco de la hoja.
Yo no iniciaría la pregunta, pero el aire se convirtió en una cosa opresora de suspenso y curiosidad, así como la emoción reflejada en el sonrojo de la cara del señor Min.
--Le mostraré, mis trabajos digitales... - dije mientras sacaba la USB de mi pantalón. – Si eso no le convence, puede ver estos. – dije alzando mi mano y tratando de que él sostuviera mi USB.
Pero el alfa Min ni siquiera me estaba haciendo caso, al observar cada dibujo con exagere.
>>¿Pasa algo? – pregunté lo menos inquieto.
--¿Cómo se llama tu modelo?
Abrí mi boca al retener el nombre y Min solo me llevaba sus dedos a sus labios tratando de mantener la compostura, que no podía resguardar en su aroma.
--Él, es mi omega...
No diría su nombre, simplemente dejaría que el tema sobresaliera.
--Oh, no me mal intérpretes. – dijo algo alto. – Solo que me ha llamado mucho la atención. Eso tampoco sonó muy convincente. Es solo que tiene un parecido con una persona muy especial para mí. – dijo nerviosamente rápido.
"¿especial?"
Quise sonreír.
--¿Señor? – trataba de hacerme el tonto.
--Como explicarlo... - dijo. – Solo se me hace conocido, no creas que intento saber en segundas referencias, me llama mucho la atención de cada una de sus facciones por que coinciden con un conocido. Sé que ya lo repetí casi todo, pero darte cada señalización también sería una parte indiscreta por parte mía. – dijo rápido.
Ahora caía en cuenta de quien heredo la verborrea Yoongi.
>>Tal vez haya una oportunidad la más mínima de un pequeño acercamiento...
--Min Yoongi. – dije directo y mis pies se removieron.
--¿Qué? – su boca se abrió en sorpresa.
-Su nombre es, Min Yoongi. – volví a decir.
El señor Min oprimió sus labios en una línea.
--¿Estás seguro?
--Completamente.
El picor en mi corazón me dolió y solo me quejé bajo. La tristeza me invadió y el miedo también, los sentimientos abrumadores se esparcían por mi cuerpo y mi alfa se movía en inquietud. Con algo de desesperación aflojé mi corbata y el señor Min, frunció sus cejas.
--No te enojes. Es que todo esto es casi sorprendente.
--¿Por qué lo dice? – dije con pesadez y las ganas de llorar me estaban embargando.
Mis ojos se empañaron y la secreción de mi nariz se deslizaba como una alergia.
--¿Cómo esta? – él evito mi pregunta y mi corazón se oprimió más.
Cerré los ojos al faltarme el aire, el alfa me miró con extrañez.
--Él está bien...
No termine de hablar al sentir la preocupación. El ardor en mi marca casi fue fugaz y la desesperación por fin me dejaron soltar un quejido.
-Te estas poniendo blanco. – el señor Min, se paró y se colocó a un lado de mi. – Trata de respirar profundo.
Yo intentaba hacerlo, pero la respiración era profundamente cargante en emociones.
"Yoongi"
--A la cuenta de tres, respiras, y en cinco lo dejas salir. – sus manos se pasaron a mi espalda.
--No puedo. – mis lagrimas caían y la amargura insufrible me dolía.
Al pararme, el piso sintió moverse en un mareo, la mano del señor Min tomó la mía y me volvió a sentar.
--Iré a llamar a los de enfermería. – dijo y otra oleada de dolor me hizo apretarle la mano y frenar su camino de manera brusca.
--No, no... - dije bajo. Al faltarme el aire.
Metí mi mano por dentro de mi saco y saqué el móvil.
>>Marqué al único número que está ahí... - me quejé y cerré mis ojos oprimiendo mi corazón.
Mi lobo se sintió vacío, le estaba costando comprender los sentimientos exhaustos de su omega y con ello mi mente se estaba nublando. Nunca había tenido tanto miedo a la oscuridad que mis ojos mostraban al cerrarse. La paz se estaba fugando y daba paso a la sensación de la pena dejándome en debilidad.
--¡No contestan! – dijo.
--In- intente de nu- nuevo. – tartamudeé.
El alfa se soltó de mí, y caminaba de un lado a otro en estado impaciente.
--¡Mejor llamaré a la ambulancia!
Mis ojos se inundaron de lágrimas, al sentir por fin los sentimientos de mi omega.
Tenía que irme; irme directo a su lado.
--¡No tarda en llegar!
--No pu- puedo esperar... - dije.
Con debilidad me paré y el señor Min me sentó.
--Muchacho, no te puedo dejar ir así.
--No lo entiende... - pare de hablar. – Yo – Yoongi, está en peligro...
El alfa me miró preocupado.
>>Prometí amarlo. – dije a la nada. – Déjeme ir con él... ayúdeme.
Mis pensamientos no estaban claros, pero mis emociones me estaban controlando.
>>Yo lo llevaré con su hijo...
El alfa esparció sus feromonas en muchas notas, pero una de ellas fue la excitación, la emoción de la felicidad.
--¿Cómo lo sabes? – el alfa me tomó de los hombros.
--¡Solo lléveme con él, maldición!
Mi lobo estaba saliendo de su cordura y miré con sarna al alfa enfrente de mi.
>>Solo dígame, ¿lo quiere?
--Sí. – dijo seguro.
--¡Vamonos!
Mi fuerza de la voz no se asemejaba en nada a la fortaleza de mi cuerpo, las plantas de mis pies ni siquiera podían sostenerse.
"Ya voy mi amor"
El sonido de cristales rompiéndose se asemejaban a mis pesares del veneno que me invadían, mi aire se iba y solo quería que Jimin llegara a abrazarme y que me dijera que todo era una maldita mentira.
Que él no me había alzado en fantasías para después botarme como basura. Que él no me había arrebatado lo único bonito que había vivido y me azotara en la realidad de mi perdición.
El tiempo estaba siendo exacto, solo dos malditas horas esperaría a que nada de esto fuera una bomba de mis emociones en torrentes que me pedían acabar con cada una de mis respiraciones y suspiros por Jimin. El dolor se asemejaba a mi amor que aún estaba en mi.
El coraje me había nublado en razón y el aventar la mesa de la sala se había hecho muy fácil.
El amor era igual al maldito fuego que me estaba consumiendo.
--¡Yoongi! ¡No!
--¡No qué! – grité. - ¡No qué!
Me sobrepuse a Jungkook.
--¡Solo vámonos! – mandó.
--¡¡¡No!!! – mis arrebatadas manos buscaron lo que hubiera cerca de mí y lo azote con fuerza. - ¡Sé que él vendrá! ¡Y me dirá que no es verdad! ¡Que no pertenece a la mierda de la sociedad de siempre!
Las lágrimas caían con mucha facilidad. Yo aun quería defenderlo, dejar en claro que todo era real y no caería en rencor, que no llegaría al episodio del desastre.
>>¡Que vendrá a decirme que no soy un estúpido! – seguí gritando. -- ¡Que mis vivencias con él eran su lado bueno!
--Su único lado bueno era el fingir. – las palabras de Jungkook me acobardaron en un santiamén.
--Jungkook, déjame enfrentarlo. Déjame decirle, preguntarle... -- estaba desesperado.
--¡No, Yoongi! ¡Entiéndelo! – habló fuerte.
Mis rodillas se fueron doblando de poco a poco, rogaría si fuera necesario.
>>¡No seas ridículo!
--¡Por favor, Jungkook! ¡Te lo ruego! – dije y mis palmas sentían el ardor y mis rodillas el picor de los cristales. -- ¡Solo déjame saber que sus labios no fueron tan perversos, para arruinarme así!
--Yoongi párate. – su voz no fue alzada; fue seria y oscura.
Mis lamentos exponían el egoísmo de mi omega al aferrarse a su alfa.
--Él es mi vida... - dije bajo.
--Pues más vale que dejes esos pensamientos estúpidos. Yo te lo advertí, te dije que no te acercaras y solo fuiste tan imbécil para hacerlo. Pero como siempre tomando las malas decisiones se aprende. – dijo cruel. – Borra su nombre de tu mente y vive con ello. Nadie más que tú, tiene la culpa por ser tan estúpido. Solo quiero que pienses, en que a ti nadie te querría y mucho menos se atreverían a tolerar tu discapacidad, a veces pienso que todo lo has pasado ha sido en vano.
Las palabras tienen poder y estas a veces te desgajaban la ventana de la verdad. El calor se habían vuelto ajeno a mi cuerpo.
Mis caderas se cayeron de lado y me senté un rato en quejidos delicados. Creí conocer el dolor, las penas y el rechazo, pero que idiota había sido; por creerme fuerte, amado, destinado a la felicidad y por creer que todo iba a salir bien.
--Ahora párate y vámonos. Antes de que sepan de todo el desastre que estas causando.
--No aun...
--¡Ay, puta madre! – Jungkook gritó y con fuerza me tomó de los hombros hasta pararme. -- ¡Entiéndelo de una vez por todas¡ ¡No vales nada para Jimin! ¡Solo eres una puta apuesta, no te ama, no te amo y no te amara! – dijo zangoloteándome. -- ¡¿Qué quieres escuchar de su boca?! ¡Solo risas, eso es lo que escucharas y que mientras te cogía, también se follaba a una omega!
--Jungkoo... - no terminé de hablar al sentir la bofetada.
--¡Reacciona! – dijo.
Mis gemidos se reprimieron, mordí mi labio en temor de que más salieran de mi boca.
>>Así que más vale que camines. – el me volteó y me empujó. - ¡Rápido, camina!
Con cada paso débil, mi vida se iba acabando y nada cambiaria.
Ya nada habría que hacer, yo no importaba a nadie le importaba...
>>Mamá te está esperando en casa.
Hola!!
Todo está muy leve, ¿verdad?
También lamento los errores y pues nada más...
las amo mucho y les mando besotes.
ALICIELITO
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