. Capítulo 39 .
Parte 2
La risa de Jimin se combinaba con el sonido de las olas. Desde hace un buen rato, Jimin había soltado mi mano a petición mía y durante todo ese tiempo, Jimin y yo solo nos habíamos divertido saltando las olas y dando pequeños clavados, pero ahora, se estaba riéndose de mí por caerme y dejarme llevar por el empuje.
Jimin solo reía y su alegría me contagiaba.
-¡No te burles! - me quejé alegre. Park solo se rio más fuerte y su presencia fue cercana al momento que me detuvé lejos de la sensación del agua.
-¡Perdona amor... - se detuvó por seguir riendo.
-¡Pude caer peor! - me seguí quejando.
-¡Imposible! - gritó más alegre. - ¡La ola te ayudo!
Las carcajadas también salieron de mí y ahora Jimin sostenía mi mano con el fin de ayudarme a parar solo mi torso.
-Casi muero ahogado y tu solo sabes reírte, tonto alfa. - dije quejándome.
-¡No puedo evitarlo! - se rió.
-Ni pudi evtali. - lo arremede. - Tonto alfa, no proteges de una ola a tu omega.
-Yo te protejo, pero tu querías soltarte. - su voz estaba en mi oído y un lindo beso me dejó en mi mejilla. - Prometo ya no reírme. - me dijo y aclaro su garganta, pero este no pudo aguantar más su risa.
Avergonzado, seguí también sonriendo y después unas carcajadas muy bajas. Busqué con mis manos su cuerpo y me rejunte a él con el fin de abrazarlo, Jimin de inmediato me recibió en sus brazos y me abrazo con fuerza.
Lo húmedo de su camiseta se combinaba con su aroma, y lo hacía más penetrante, su palpitar me encantaba cada vez que este se aceleraba con su risa.
-¿Ya es tarde, amor? - le pregunté. - Aún no quiero irme.
-Hemos pasado casi todo el día aquí. - me dijo. -Los colores del casi anochecer, será testigos de algo que ya te había dicho.
-¿Ah, sí?
-Sí, pero es que dudo que te acuerdes... - paró de hablar. -Estuve investigando, pero hoy no es día laboral y no pude llevarte...
-¿De qué hablas? - le sonreí y me separé de su pecho para escucharlo mejor.
Los nervios me invadieron al momento de presentir en las emociones de Jimin. Su lobo estaba inquieto y solo mi omega trataba de entenderlo, pero todo no estaba tan claro.
-Hace unas semanas, estando en Seúl ... - pasó saliva. - Yo pasaba casualmente por unos locales y miré un anillo el cual nunca me imaginé comprar. - sus brazos me soltaron. - Pero después de que lo hicimos por primera vez, yo regresé por ello. Y antes de salir del departamento y venirnos aquí, yo lo tomé.
Mi pecho se estaba sintiendo cálido.
>>La primera vez que te vi, no imaginaba ninguna vida a tu lado y hoy simplemente estas aquí sin importar el qué... - se detuvó. - Sé que no es mucho, pero prometo que cuando regresemos y todo mejore, te daré algo mucho mejor.
-Jimin...
-Te dije que al llagar aquí, nos casaríamos. - me dijo y mi respiración se hizo rápida y emocionada. -Min Yoongi...- sus nervios y su valentía los presentía. - ¿Quieres florecer conmigo toda la vida? Hasta que nos marchitemos juntos y nos dejemos de escribir nuestras emociones en cada lugar de nuestros cuerpos, y que solo nuestra decendencia sea el testigo de que alguna vez existimos y nos amamos de la forma más incoherente posible. - dijo y mis labios se quedaron pegados.
Sus manos temblorosas tomaron las mías que estaban tan frías y mi simple respiración dejaron salir lágrimas. Sus dedos abrieron mis débiles palmas y dejaron en mí, un liviano artefacto.
-Quiero que te lo pongas tú mismo y solo dejare en ti, el futuro de un idiota que no sabe nada de la vida, pero está seguro que te quiere en ella. - siguió hablando.
Mis yemas, recorrieron el anillo y era algo muy simple...
-Es una perla. -señaló- Estas representan las lágrimas de la pureza, la amabilidad, la sabiduría y sobre todo la virtud. Yoongi, tú a mis ojos eres todo eso.
Él hablaba con honestidad, lo sentía y me traspasaba, él me amaba.
Mis yemas no dejaban de tocar el anillo, no dejaría de tocarlo hasta que este no se gravara en mi cabeza. Me detuve de repente al notar el gravado en braille en el anillo.
-Florece. - dije muy bajo.
-Así es...
Mis lagrimas llegaron a mis labios y el sabor saldo ya no solo era por el agua de mar. Sin pesar, lo coloqué en uno de mis dedos. Mis manos fueron directo a sus mejillas y estas en un tenue toque sintieron la humedad de sus mofletes y sus labios alzados.
-Estas sonriendo.
-Como no hacerlo cuando esto es indescriptible. - dijo bajo.
Su mano tomó la mía y la besó con lentitud.
>>Pero ahora sabes lo mucho que te amo.
-Lo sé...
Esas fueron nuestras últimas palabras. Nuestros labios se juntaron con ternura y la presencia de nuestras lenguas solo nos hacían en presencia toda aquella humildad de lo que era el amor.
Jimin fue bajándome y la arena mojada, humedeció toda mi espalda. Su mano oprimía mi quijada y no dejábamos que nada nos separara. Los segundos en mi sentido de conciencia parecía solo una eternidad bien vivida y llena de lecciones, así como recompensas.
Sabía que tarde o temprano, un pedazo de recompensa al fin llegaría a mi.
Durante todo el corto camino de regreso al departamento, nuestras manos nunca se separaron. El elevador solo demostraba lo comprimido que estaban nuestros lobos y la tensión en conjunción con la felicidad.
Al salir de ello y corrimos por el pasillo, y fue cuestión de un momento para azotar la puerta por dentro y soltarnos en un desesperado beso.
Jimin de inmediato bajó el zipper de mi traje, el cual nunca fue enjuagado, bajó de mis hombros la tela pesada y levemente húmeda. Sus dedos me delineaban con tranquilidad y jugueteó en mi pecho; bajaba hasta mi vientre y dio un leve apretón en mi miembro.
Después ambas manos, me sujetaron al borde de mis glúteos y este cargó de mí para que en un brinco me colgara de su cuello y mis escurridizas piernas también acorralaran su cintura.
Mis manos tanteaban su pecho y mis dedos trazaban las líneas que formaban sus músculos. Era sensacional delinearlo, sentirlos calientes por mi toque y no por el calor de la zona marítima.
El frío toque en mi espalda me hizó respingar y su entrepierna rozó con la mía ocasionando gimoteos bajos por parte de ambos.
- Sigue tocándome, me encanta como me exploras. - me dijo.
Sin negarle nada, trasladé mis labios a su boca y mis manos ahora delineaban su espalda. Sentían cada hueso de sus omoplatos y bajaba hasta su cintura con el fin de sentir esos pequeños hoyuelos de su cadera por atrás.
La relajación era más que cómoda, el enamoramiento tomaba en cuenta la complicidad de los besos en nuestras marcas y cada parte de nuestros cuellos, eran como confirmar cada vez la unión de nuestro único corazón palpitante.
Todo era aún demasiado reciente, pero la inseguridad se acababa en el momento en el que la sensación de suavidad en mi espalda me indicaba que estábamos en la sala, pues solo fueron unos cuantos pasos lo que había dado el alfa.
-¿Quieres enjuagarte o prefieres hacerlo de una vez?
Ambos estábamos bañados en los últimas pistas de humedad del mar.
-Hagámoslo en el baño. - le dije seguro.
Jimin me besó con pasión y sus brazos solo me cargaron de vuelta a su pecho.
El agua tibia nos mantenía encerrados en vapor, las gotas viajaban por todo nuestro cuerpo y eran nuestros toques que nos mantenían en unión con no perder nada de lo que habíamos iniciado.
Los besos continuos en mi espalda, solo me erizaban mi vello y me hacía jadear cada que daba leves mordiscos.
El agua se acabó cuando ágilmente Jimin cerró del maneral.
Las manos de Jimin me tantearon las piernas y este me cargó por completo de ambas piernas y enredaba mis manos detrás de su cuello.
Me colocó sobre la cama con delicadeza y este se posó a un lado de mi con el fin de peinar mis mojados cabellos y hacerlos para atrás. Su mano en mi cabeza me jaló y este inicio un beso muy lento y profundo.
Al separarnos, el frescor del balcón abierto se colaba por la habitación y al chocar con mi cuerpo aun mojado, este me provocó escalofríos. Por lo mientras Jimin, se colocaba encima de mí; sus piernas apretaban las mías y sus gotas de agua por el reciente baño caían sobre mi vientre y caderas.
Mis manos estaban estiradas hacia atrás, las manos de Jimin sujetaban mis muñecas y controlaban mi torso con cada beso en mis clavículas, sus besos subían y estos llegaban a mi cara.
Su presencia alejada, me dejaron deseoso y esperando mucho más. Pero en un jalón de mi cuerpo este me bajó y ahora no sabía que seguía. Sus manos levantaron muy levemente mi torso y sentí que las pasó por debajo de mi espalda. Su cuerpo estaba ya entre mis piernas y su dulce boca fueron directo a mis pezones. Ahora entendía que me sujetaba para alzarme y tener más facilidad a estos, mientras que su otra mano delineaba la hendidura de entre mis nalgas para llegar a mi entrada.
Todos los toques eran lentos, pausados y cuidadosos. Amaba como me trataba y sostenía sin quitar su boca de mis pezones.
Durante todo el tiempo que Jimin me tenía entre sus brazos recorriendo cada parte de mi cuerpo; eran situaciones que jamás podría olvidar. Remarcar cada suave caricia en mi ser para siempre y mantenerlo vivo a lo que me pertenecía.
Inolvidable, todo lo que el alfa me brindaba era inolvidable, increíble y me hacía pensar que yo también lo era.
Jimin siempre era delicado, así lo hiciéramos duro o pausado; nuestro amor era puro y gentil sin nada que más describir. Sus lentos besos por todo mi cuerpo, demostraban ternura y paciencia eso es lo que menos esperaría de mi alfa.
Mis piernas lo rodeaban alrededor de su cintura y me colgaba de su cuello mientras el me hundía más sobre la superficie blanda.
Abría mi boca en desesperadas respiraciones, cuando el placer fugaz llegaba a mi vientre haciéndome furiosos y susceptible. Jimin podría estar siempre cada mañana, noche y día entre mis piernas y jamás me casaría de hacerlo.
Mis manos contorneaban en encajadas de uñas frágiles hundiéndose en carne ligera como la pluma y esta no era tan lejano de la sensación.
Sentirme lleno de él, no solo era por una razón sexual, sino, también era por sentirme lleno de su aroma; protector, tranquilizador y abastecedor de mi alma.
Porque después del juego de cuerpos, descubrir que esto va más allá de jugar con mis pezones, rozar mi cadera, chasquidos de bocas y tenues sonidos al penetrarme; una completa disposición que abarcaba la confianza del tacto y olfato; yo lo temía y él también lo hacía. Las manos habilidosas y osadas, seguían ahí y nunca cambiarían lo increíble.
Sí, Jimin seria inolvidable por el cómo me abrazaba, me relajaba, acariciaba y abría mis muslos, y yo siempre seria obediente y pasivo en estas ocasiones.
-Min Yoongi. - susurró en mí. Entre mis idas y regresos de placer, yo le sonreí.
-Jimin... un simple beso en su hombro le dejé.
El alfa penetró más rápido y yo le seguí además de la fuerza, el tiempo parecía tan eterno y seguro. Me poseía y no existía soledad desesperada por nada. Me aferré a él, al sentir como el alfa de ser reprimido y pronto el alivio lo embargó. Jimin se estremecía en mis brazos, su corazón estaba pegando con fuerza al mío y nos dejamos embriagar por el sudor de nuestros cuerpos y nuestros alientos en cada mejilla.
-Siempre serás mi motivo. - me dijo y dio un último beso en mi mejilla.
-Jimin no olvides que tú me complementas. - le sonreí. - Te estaré esperando con ansias mañana amor. - dije.
Jimin me tomó entre sus brazos y rodamos por la cama; me dejó encima de él y yo me enderece.
-Antes de irme déjame ver una última imagen de mi futuro esposo.
Llevé mi cabello hacia atrás y mis mejillas se calentaron pude sentirlo.
>>Demasiado hermoso.
El tiempo fue pasando, después de que nos limpiamos y nos acomodarnos en ropa; Jimin me enseñó algunas funcionalidades del departamento, me enseñó como se usa la televisión y otras cosas por si me aburría, claro que todo esto solo era para escuchar. Me daba curiosidad como es que funcionaba el reloj y como este se podía tocar los números en romano.
Recuerdo que cuando era un cachorro, mi maestra me enseño algunos números en romano. Me hacía sonreí como fue que la última vez que estuve con ella, me enseñaba cosas e historia romana, griega y miles de mitos de lo que abarca el mar mediterráneo.
-Recuerda amor. El botón primero es para responder si alguien nos visita y este te permitirá contestar desde aquí hasta allá bajo. El segundo botón para llamar al portero y el tercero para oprimir una alarma.
Jimin me enseñaba con tranquilidad los botones del recibidor del departamento y yo ponía atención.
-Le pasaré a decir antes de irme al portero si te puede pedir algo de comer o... ¿prefieres hacerlo tu?
-No me gustaría molestarlo...
-No te preocupes amor. Él tiene un pequeño local de comida aparte que le daré buena propina. - dijo y yo sonreí.
-En ese caso yo le diré...
-Entonces le avisaré que pedirás algo y si nos hace el favor de subirlo. Prometo que después de que regrese te mostrare cada parte de aquí y juntos contaremos muchos pasos. - beso mi mano.
-Jimin ten mucho cuidado en el camino.
-También tú, amor. El celular desechable está en la mesita de la sala, te llamaré en cuanto llegue... y casi lo olvido, dejé también ese número al portero por si algo pasaba.
-Sí. Entendido y anotado. - le sonreí.
-En ese caso...
Sus dedos me tomaron del mentón y nos dejamos llevar por un dulce y jugoso beso. Mis belfos reaccionaban con cada toque. ¿Desde cuándo me hice un experto en besarlo? No sabría, pero me gustaba solo corresponderle así a él. Sus manos me tomaban por las mejillas y las apretaba cada que me daba leves picos por mi cara.
-Me tengo que ir. Nos topamos más tarde amor.
-Adiós corazón. - me despedí.
Jimin se fue separando de mí y su presencia fue dejándome cada vez más lejos. El sonido de la puerta me estrujo mi vientre y fui dejando un fuerte suspiro.
Tanteé el lugar por un rato, me mantuve cerca de las plantas y toqué sus pequeñas hojas.
-Tu debes ser un Anturio... - sonreí. - Tengo una como tú en mi habitación. ¿Cómo es que has sobrevivido tanto tiempo aquí tan sola?
Mi pregunta salía en completa satisfacción por encontrar algunas compañeras. No es que me sintiera solo, pero por mucho tiempo mi entrenamiento fue cuidar plantas, pintar y solo el escuchar.
-Te traeré un poco de agua, debes de estar sedienta. Pero, es de admirar tu sobrevivencia.
Mis pasos eran lentos en comparación con lo que podía desplazarme. Poco a poco caminé hasta la cercana cocina y llené un traste de agua.
De nuevo con cuidado y sin tirar agua, caminé hasta donde estaba la planta. Mis dedos de mi mano izquierda se paseaban por unos muebles y una que otra tela.
-Aquí esta... - regué la planta y paré cuando creí que ya era suficiente. - De alguna forma te comprendo, la supervivencia es difícil. - mis dedos acariciaban con tranquilidad las hojas secas.
>>Como te decía... en mi habitación de mi casa tengo varias plantas, tal vez algún día te lleve con ellas o tus vayas con nosotros. Un nuevo hogar, ¿Qué te parece?... apuesto todo a que serás una muy buena amiga de mis pequeñas. Así que te emociona. - arranqué una de sus hojas secas. - A mí también. - sonreí.
>>Que divertido, una nueva vida y nuevas vivencias.
Nadie podía entender porque a veces hablaba solo, pero era un simple hábito en mí que desde pequeño habia adoptado. La soledad te hace un sobreviviente de tus propios pensamientos.
>>Una vez leí que algunas como tu son amarillas, rojas y blancas. Asi como te pregunto qué color eres, también me pregunto de qué color fueran mis ojos... Me gustarían que fueran de cualquier color o en verdad no sé, pero lo que sí sé, es que los más comunes son azules, grises, cafés oscuros y claros, verdes, avellana o como le digan. Pero todos dicen que son blancos y que son feos... la única tranquilidad que tengo es que a mi Jimin le gustan.
Cuando terminé de quitar las impurezas de la planta, tanteé que no faltara algo que quitar.
>>No, ya no hay ninguna corrugada. - le sonreí. - Ojalá así de fácil fuera para reponer lo que nos sirve.
Con nada más que hacer, me paré y caminé con tranquilidad al reflexionar el lugar o como podría recordarlo.
Lavaba mis dientes y al terminar me acomodé en la cama. Las nuevas sabanas y edredones me cobijaron en tranquilidad.
Sabía que era muy tarde, el sonido del reloj me mantenía atento a las horas, cosa que jamás me había perjudicado hasta ahora. El reloj en toda mi vida se me ha complicado, pero habia algo en este momento que solo se basaba en una espera y una pequeña preocupación en mi pecho.
"El celular desechable está en la mesa de la sala"
Apenas llegando a Busan, compramos un celular y que a descripción de Jimin, este era de teclas, la única diferencia es que este era más grande y tenía más cosas.
Mordí mi labio en curiosidad de que es lo que pasaría si llamaba a Jungkook o mi mamá.
¿Qué podría pasar?
Me desenvolví de los edredones y me quedé sentado en las orillas de la cama, pues sin darme cuenta hasta ahora; el dolor de piernas y brazos me regresaron a ese momento donde me quejaba adolorido.
Sin pensarlo tomé mi muñeca que no me molestaba o no estaba tan consciente de mi dolor que tenía. Volví a acomodarme entre mi cama y solo cerré mis ojos en cansancio.
(...)
Abrí mis ojos al escuchar el timbrado del celular a lo lejos, quité de mi boca alguna gota de saliva y también tapé mi cara en cansancio.
La pesadez de mi cuerpo era bastante, algo que en los últimos días no había estado pasando. Quité de mi los edredones y con flojera caminé hasta donde estaba la sala. Agradecía que el departamento no fuera tan enredado y solo se distribuyera en un pasillo de separación de las cosas.
Pasé mis dedos de mi mano izquierda por la sala y al termina el respaldo lo rodeé para sentarte y esperar que de nuevo me llamaran.
Pasaron solo algunos minutos de espera y el timbrado sonó.
-¿Diga?
-¡Yoongi! - la voz de Jimin me sacó de inmediato una sonrisa. - ¿Cómo amaneciste? ... te llamé en la madrugada al llegar, pero no respondías.
-Debí quedarme completamente dormido, perdona amor. - fruncí mis labios.
-No te disculpes. Me alegra que descansaras lo suficiente.
-¿Llegaste durante la madrugada?
-Sí, pasé directo al departamento y después fui a casa de mi padre. Solo fui por algo de ropa y unas cosas más.
-¿Ya vas a la entrevista?
-Exacto, omega listo. Voy directo a la entrevista, voy a muy buena hora.
-Me alegara saberlo. ¿Cómo se llama la empresa?
-Tal vez alguna vez la hayas escuchado... - su voz fue baja. - Aunque no es una empresa como tal, es más una imprenta y editorial de libros para niños y adultos. Necesitan a personas de ilustración para libros, es algo poco para iniciar, pero es muy digno.
Su voz seguía siendo lejana.
-No me contaste nada ayer. - hice un pequeño puchero.
-Una cosa paso a la otra y ya no nos dio tiempo. - dijo. -Y cómo te decía; me sentí feliz al enterarme que fabrican muchos de los libros en braille. - sonreí más amplió. - Se llama "Editorial Blue"
-La maestra Bae, me regaló varios de esa editorial. - sonreí. - Son más cuentos infantiles y algunas traducciones.
Claro que sabía de aquella editorial.
-Que pequeño es el mundo, ¿no crees? - dijo y una pequeña risilla se escuchó a lo lejos.
¿Jimin?... mordí mi labio.
-Demasiado. - le confirmé. - Espero y quedes para que me lleves a conocer la editorial...
-Entonces deséame toda tu suerte. - me respondió.
-Te deseo lo mejor mi amor. - le dije.
-Dije suerte. Lo mejor ya lo tengo. - dijo y mi lobo se removió.
-Hemos regresado a los malos piropos. - dije alegre.
-Acepta que te encanta mi espontaneidad.
-Prefiero colgar antes de aceptarlo.
-En el fondo lo sabes, mis piropos malos te han comprometido a mí. - dijo socarrón.
-Ya me arrepentí. - dije en broma.
-No, ya no se puede arrepentir. - dijo más lejos.
-Rayos, debí pensarlo mejor.
-Es una lástima... - dijo y sonreí. - Amor tengo que colgar, estoy por llegar. - Jimin se estaba despidiendo. - Oh, antes de colgar, amor. Le dije al portero que si te mandaba algo, es que no pude dejar de pensar en que se te complicaría...
-No debiste hacerlo, yo puedo hacerlo solo. - lo interrumpí. - Pero está bien, tal vez ahorita me pregunte.
-No quería incomodarte.
-No me incomoda. Me gusta que te preocupes, pero recuerda que se mucho más de lo que piensas.
-Lo sé, amor. - dijo y apreté mis labios. - Te amo corazón. Te veo en la noche.
-Adiós, alfa. Llega con cuidado. - dije y sonreí para decirle. - Te amo.
-También yo. - dijo y después de un muy pequeño rato el colgó
Al dejar el celular en la mesita, me paré y fui directo al baño, pero antes de ir tan lejos de la sala. El sonido del timbre retumbó por todo el departamento.
Mis pasos trataron de apresurarse y un golpe en mi cintura recibí por querer apurarme. En quejidos, me acerqué a la entrada y apreté el botón.
-¿Si? - apreté el primer botón y contesté a él.
-Muy buen día señor Park. Solo quería visarle que su desayuno ya va directo al departamento, así que si tocan les pueda abrir.
-Oh, muchas gracias por avisarme. - sonreí.
-De nada, señor Park. Cualquier cosa no dude en pedirlo. - dijo.
-Gracias. - dije alto.
Y el silencio de nuevo me acompañó. Acomodé mi cabello y también la ropa de mi pijama o más bien la de Jimin.
Mordía mi dedo pulgar en la espera y los toques a mi puerta me espantaron.
-¡Voy! - dije y di pasos medio seguros.
Al abrir la puerta, mi nariz se agudizo al olfatear el ámbar.
-Muy buen día, gracias por traer mis alimentos. - dije y me hice a un lado. - ¿Podría dejarlos en la mesa? Es que aún no me familiarizo del todo y no quisiera tirar los alimentos.
El alfa soltó una risilla.
-Si no queremos que los alimentos se caigan.
Ámbar... pero también estaba la leve nota del romero.
Jungkook estaba aquí.
(...)
Solo quiero decir que muchas gracias por el apoyo.
Sí, ahora si se viene todo...
Perdón por los errores y por todo.
Las amo con todo mi corazón, les mando besos y muchos abrazos.
ALICIELITO.
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