. Capítulo 27 .

-¡Claro que no!– dije sonriendo— Lo dulce es mucho mejor que lo ácido.

-Lo dulce te puede empalagar y yo odio el empalago – dijo Yoongi–. Por lo tanto, las palomitas acarameladas son como algo medio.

-Aun así saben mejor cuando tienen extra caramelo.

-Son mejor con extra mantequilla. – replicó Yoongi.

-Eres tan simple – le dije.

-Por supuesto que sí, mi vida de cierta forma ha sido simple.

-Aún así, estoy en contra de que digas que lo salado es mejor que lo dulce.

-Supongo, que son por gustos – el omega se removió entre las almohadas–. Pero te puedo dar la razón en que el chocolate es muy bueno.

-Y yo en que las papas fritas también son muy buenas. ¿Estás de acuerdo? - le pregunté.

-Estoy de acuerdo. – dijo seguro.

-¿Baile o música?- pregunté torciendo mis labios en curiosidad.

-Definitivamente música – respondió rápidamente –. Debo ser un desastre bailando, lo bueno, es que no puedo ver mis movimientos. – me sonrió entre las penumbras.

-Apuesto a que no eres malo – lo mire –. Solo te falta práctica.

-Sonaste como mi maestra – explicó llevando sus manos a su pecho–. Cuando era niño, mi madre me inscribió en una escuela donde supuestamente me enseñarían valores y educación especial para omegas.

-¿Educación y valores? – dije un poco confundido. 

-Si, ya sabes. – dijo obvio. – Como los que te hacen falta. – dijo con una sonrisa en sus labios.

-¡Oye! – dije solo un poco ofendido– Me refería a que si fuiste a esas escuelas donde los omegas salen completamente refinados y de una fachada intachable.

-Exacto, por eso te hice referencia. – el omega rió.

Yo entrecerré mis ojos y abrí mi boca ofendida.

La calidez de la habitación nos brindaba una comodidad llena de tranquilidad. Y es que desde que nos habíamos separado, ambos nos recostamos y nos acomodamos entre las almohadas de forma que pudiéramos asimilar algunas cosas.

Las penumbras lo hacía ver mucho más íntimo y mucho más acertado a lo que fuera un montón de preguntas para conocernos.

-No puedo creer tus palabras, cuando tú tampoco eres muy educado.

-Eso es porque me sacaron en menos de un año. – dijo rápido, no pude evitar mi risilla.

-¿Qué hiciste, que no te toleraron en menos de un año? – dije– Aunque no los culpo, sueles ser un tanto irritante. – bromeé y su puño me golpeó el hombro, claro que este no fue con fuerza.

"Confianza"

-En realidad no hice nada – dijo un poco dudoso–. Es solo que..., los lemas de los colegios no son tomados tan en serio y que la palabra "inclusión" no está tan bien desarrollado.

Yo me quede callado esperando a que continuara explicando, me coloqué de lado para poder ver su perfil. Era lindo mirar al omega hablar y expresarse con solo una simple pregunta.

>>Mi madre creyó que, siendo un colegio con pensión era una buena idea – el omega parpadeó un poco rápido–. Un lugar, donde desde cachorros nos enseñarían la música, el baile, modales y etiqueta, decoración, lenguas extranjeras, poesía, pintura, lectura, y claro que jardinería.

-¿Y la parte de ser humano? – pregunté.

-La dejarían en el fondo, cubierta con la perfección. Hasta cierto punto no me disgustaba, pero la "perfección" – remarcó la palabra —. No existe para una persona como yo y menos cuando las institutrices no tenían la paciencia que requería – suspiró –. Así que fue más fácil dejarme hasta la parte de atrás y fingir que no existía.

Fruncí mi ceño en disgusto, iba a decir algo, pero el omega fue más rápido.

>> Y todo acabo en el tiempo de navidad. La maestra encargada del recital, me enseño los pasos dos días antes del bailable y una vez que lo estábamos presentando, yo no ubique la dimensión del escenario y caí. Entonces todo acabo en burlas y quejidos de lastima, mi madre se avergonzó y me sacó de ese lugar y desde ahí creí que era un asco bailando.

El omega apretó sus labios y sus dedos tamborileaban sobre su pecho.

-¿Te dormiste? – me preguntó.

-No – dije duro –.Pero..., ¿que paso después? La historia no puede acabar así. No fue tu culpa, fue de esa tipa por no enseñarte. – traté de tranquilizarme y que mis palabras no salieran una tras otra.

-Yo le explique a mi madre justo eso, pero ellos se justificaron que era un problema grande,  no ponía la atención debida, y que no practicaba lo necesario. – dijo simple.

¿Cómo podía decirlo tan fácil?

-Que te caigas en el pasado, no quiere decir que seas malo bailando o haciendo otras cosas.

-Lo sé, pero desde ahí perdí la confianza de mis pasos – sonrió–. Pero conocí a mi maestra Bae y me enseñó otras cosas, en las cuales no soy tan malo – movió sus cejas de arriba abajo- ¿Y a ti, que te gusta más?

Aún lo miraba mal e insatisfecho. Cambiar de tema se me estaba complicando, pero solo di un suspiro.

-Ni música y ni baile – le dije. – Prefiero el dibujo.

-Oh no – dijo con media sonrisa-. Ojalá nunca vengas a este lugar de día o verías todos mis dibujos mal hechos de mi habitación. – dijo apenado.

-No pensaba venir de día, pero ahora tengo curiosidad. Y un bien pretexto para colarme en tu ventana. — hablé y le acaricié su mejilla a lo que él sonrió.

-Vamos no puedes ser tan bueno. – se refería a mi habilidad —. Y tengo que ponerle seguro a mi ventana a partir de hoy.

Tomé su mano y la coloqué en mi pecho para acariciarla mientras charlábamos.

-Mis reconocimientos de primeros lugares, respaldan a mi ego de pintor y dibujante, así como mi pronta graduación de diseñador automotriz.

El omega abrió sus labios en sorpresa.

-¿Hablas en serio? – preguntó y una punzada en mis manos me detuvieron para no robarle un beso a esos labios recién relamidos.

-Completamente hablo en serio. – hablé orgulloso.

-Así que no tienes de cerebro una nuez. – bromeó y movió su cuerpo para estar justo enfrente de mí.

Su sonrisa alegre que mostraban sus encías le regalaba un pequeño soplo a mi corazón.

-No – dije seguro –. Y en todo caso sería cada vez que muestras tu sonrisa alegre. – las manos del omega fueron a su boca tratando de no reír- ¿De qué te quieres ríes?

-De lo malo que son tus piropos.

-No son tan malos. Nacen conforme al momento.

-Te creo completamente, por eso son tan malos.

-Y si te digo... - me fui acercando un poco más. –, que el silencio a tu lado, es menos complicado y tu presencia le está dando vuelcos a mi corazón. —sonreí.

- Es porque no te estoy molestando o insultando, por eso es menos complicado. – dijo alegre.

Coloqué mi mano sobre su cintura y el omega instantáneamente cerró sus ojos esperando que la tensión del momento se cortara y que robara de sus labios esa picardía que lo había azotado de la nada. Gustoso fui acercando mis belfos con los de él y la palma de mi mano tomaron con más fuerza su cintura. Pero el ambiente se cortó cuando sonó mi celular.

-Mierda. –  me quejé y la sonrisa de Yoongi solo brotó.

Dejé que el timbre sonara, me alejé un momento del omega y este solo llevó sus manos a su cara.

-Deberías responder, puede ser una emergencia – dijo ahogado, por las manos en su cara –. Todo pasa en la madrugada.

-Yoongi, no es tan tarde. – le dije mientras el engorroso timbre aún sonaba. - Es la una, apenas.

-Por un momento creí que era más tarde.

Levanté mi torso y esperé a que el celular volviera a sonar y atender. Se suponía que solo me quedaría un poco tiempo con el omega, pero el tiempo pasó como arena entre los dedos, tan rápido y fluido, pero siendo tan cómodo.

Miré la pantalla al momento que este volvió a sonar. Yoongi tomó una almohada y la abrazó acomodando su barbilla sobre ella.

La imagen de Soi seguía plasmada y viré solo un poco mis ojos.

-¿Qué ha pasado?- dije.

-Todos preguntan por ti y tú me habías dicho que vendrías.

- Sí, pero me entretuve con algo. – no dejaba de mirar a Yoongi con una energía relajada.

-¿Tengo que esperarte? Namjoon avisó que correrías y muchos han venido apostar.

Pegué mi palma a mi frente olvidando por completo que Namjoon no estaría. El silencio por la línea era opacado por el fondo de la música.

-En un momento voy. – dije seguro, mordí mi labio pensando una cosa y sonreí.

-¿Entonces si te espero? – pidió una respuesta clara.

—No, no es necesario. – le dije y colgué sin esperar respuesta.

Miré de nuevo la pantalla y encendí la lámpara del flash para alumbrar un poco la habitación, en un movimiento ilumine el cuerpo del omega y los ojos de Yoongi estaban pestañeando.

-¿Pasa algo? – le pregunté.

-No nada, solo estaba pensando.

—¿Cuándo será el día que no sobre pienses las cosas? — le pregunté al acercarme a la orilla de su lado y pasar su manos sobre su cadera.

—Es tan difícil evitarlo. — respondió.

No seguí la plática al momento que noté su camisa transparente resaltando su piel blancuzca al interior de ella. Y recordé el momento exacto al verlo parado en la entrada de la universidad, esta noche justo cuando se iba a ir con el beta a su cita.

Ilumine un poco más su cuerpo recorriendo con mi mirada el bonito conjunto que traía puesto, era tan digno para que lo mostrara con orgullo al mundo.

-Hoy, cuando te miré en la entrada... - dije dudando de mis palabras – y me agradó como te arreglaron.

Él cerro sus ojos y alzó sus cejas.

-Debo decir gracias. – me sonrió.

-Se que no quieres hablarlo, pero una cita no dura tan poco y menos cuando alguien se veía muy lindo.

-Pues créelo. – dijo desanimado.

Alumbre su cara y mi flash fue directo a su mejilla. Y en ese momento  apreté mi celular y mis cejas se fruncieron al instante.

Comenzaba sentirme enojado por los rasguños en su cara. Me intranquilizaba saber que estaba en peligro y nadie lo defendiera o simple hecho de que no pudiera él defenderse con algo que no sean las palabras. Sabía muy perfectamente de su ser independiente que se resguardada, pero también, en ese momento deseaba que me dijera la verdad y vengar cualquier cosas por él.

Me acerqué aún más acariciando su cabello, él cerró sus ojos con tranquilidad y sin permiso me fue agachando hasta que frote mi nariz en su mejilla.

Mi lobo deseaba con fervor ser correspondido por el omega y le contestara por las dudas de quien lo lastimó.

-¿Quién lo hizo? – pregunté.

- ¿Qué? – dijo confundido.

- ¿Quién se atrevió a dañarte? – mi voz se entonó  en un ruego.

- Ya no insistas. Se que puedo lidiar con ello– llevo su mano a la mejilla abriendo espacio entre nosotros-. Siempre ha sido así y nadie va a poderlo cambiar.

-¿De verdad quieres que piense que fue accidentalmente?

—Jimin, perdón por lo que voy a decir, pero son mis cosas y mis problemas. Y como lo dije en un principio, tu ni nadie va a poder hacer algo.

Me había quedado callado ¿Qué haría?

-Es lo que creí. – me dijo parándose. – Así que no me pidas explicaciones que no te puedo dar y que no quiero pensar.

-Solo quiero que sepas que, si puedo hacer algo al respecto no dudes en solo pedirlo.

Y era verdad, mis corazonadas formaban esa necedad vacía de mi vida.

Me paré de su cama en un brinco, dejé de alumbrarlo y busqué por su habitación algo con que cubrirlo.

Lo ordenado que era su cuarto, me tranquilizó. Traté de no pisar nada y es que Yoongi tenía todo tipo de cosas, libros, plantas, cuadros de pintura, esculturas, periódicos y muchos discos de acetato; aquella habitación era su mundo y desgraciadamente, lo único que conocía.

Dejé que mi lámpara alumbrara más y fue cuando observé que las paredes e incluso el techo tenían nubes pintadas. Asombrado miré los colores azulados en diferentes tonos, rosados, amarillentos, anaranjados e incluso hasta purpuras; había todo tipo de facetas del cielo.

Y con ello nació una idea. No quería dejarlo solo esta noche. Al menos no así.

-Yoongi. – lo llamé sin mirarlo y por fin pude hallar una sudadera la cual tomé y fue directo a él.

El omega estaba sentado sobre la orilla de su cama mordiendo su uña.

- ¿Quieres ir a una cita de verdad? – le pregunté.

-Es tarde. Jungkook y mi madre pueden llegar en cualquier momento.

- ¿Y? – le dije sin importar.

-Que..., no les gustara que no esté en casa. – dijo preocupado.

-Prometo que no te pasara nada. – le dije seguro, ya que Jungkook estaría también allá.

-Pero...- la cara del omega se dirigió a otra parte.

-Vamos. Además, tu querías una cita y eso es lo que te voy a dar – él mordió su labio y carraspeé mi garganta para formalizar el momento–. Min Yoongi... - me acerqué posándome enfrente de él- ¿quieres salir conmigo a una cita?

Pestañeo rápidamente y apretó sus labios conforme lo pensaba, después endureció su quijada y me sonrió.

-Seguro que no pasara nada. – dijo dudoso.

-Te lo prometo.

Yoongi alzó su mano dudoso y yo la tomé para pararlo y rápidamente lo jale hacia mí.

Al tenerlo entre mis brazos, me sonrió mordiendo su labio inferior.

-Ven, salgamos por la cocina. – me dijo el omega.

Su aroma expresó emoción y felicidad, y yo solo pude sonreír satisfecho.

-Yoongi..., ¿y tu bastón? – pregunté antes que saliéramos.

-Lo dejé en la entrada – me avisó -. Llegué y lo aventé en la entrada.

-Bueno hay que ir por ello y después salimos por la cocina. – dije confiado y él asintió entendiendo el plan.

Con  fuerza le tomé la mano y la suavidad de esta era perfecta a mi tacto.

-Vamos.

-Vamos. – repitió.

Quité el seguro de la puerta y la abrí lentamente, asomé primero mi cabeza asegurándome que no hubiera nadie y es que todo podía pasar, y más que nada, por la familia del omega.

Di un suspiro nervioso cuando me aseguré que no había nadie; di pasos con fijeza y también el omega. El pasillo era largo de recorrer y la poca luz que nos iluminaba era por el ventanal que estaba al fondo y  la luna que atestiguaba nuestra salida.

-Me molesta que estés hasta el fondo. – le dije bajo.

-Sí es tedioso, pero me resulta cómodo. – dijo.

-Aun así hay que apresurarnos.

Seguimos caminando y las pocas penumbras se fueron disolviendo cuando dimos media vuelta para bajar las escaleras, tomé el barandal y fui bajando lentamente esperando que el omega no se tropezara.

-Vamos no seas tortuga. – me reclamó.

-Puedes caerte. – dije nervioso.

-Es más probable que tú te caigas. Conozco mi casa de pies a cabeza. – me dijo obvio.

Sin responder decidí bajar más rápido y apreté vigor el barandal.

Yoongi soltó risillas nerviosas. Al momento de bajar todos los escalones, me paré al borde de estas al fallarle aún uno a Yoongi; lo tomé de la cintura y lo cargue dando una vuelta.

Su risa baja se combinó con la mía.

-Que galante y ridículo. – bromeó.

-Tenía que hacerlo – le respondí -. Supongo que, derecho esta la entrada.

-Así es. – confirmó.

Caminamos derecho, pasamos la sala y pronto choqué con una lámpara haciendo estruendo.

-¿¡A quien se le ocurre poner una lámpara casi en medio!? - dije algo alto.

-A mi madre. – rió.

-Tu casa es tan sobria. – bajamos unos escalones más y el vidrio de la puerta fue más cercano.

-No critiques.

-No puedo ver donde esta tu bastón. Como siempre tengo que estarlo levantando. – sonreí. El omega palpaba con sus pies tratando de buscar.

Solté la mano del omega por un momento para prender mí el flash de nuevo. Observé la entrada y no había nada de deslumbrarte, pero lo que si pude notar fue que a mi alrededor. Lo que pensé que era un montón de muebles viejos, eran muebles completamente nuevos y costosos, alcé mi ceja.

Traté de ignorar lo de más y seguir buscando, y justo al mirar a mi derecha, el bastón estaba debajo de una pequeña mesa de recibidor.

Caminé y me agaché al estar enfrente, me estiré y con las puntas de mis dedos lo alcancé para después rodarlo hacia enfrente y tomarlo por completo.

-¡Al fin! – sonreí al iluminarlo con mi celular. Yoongi se acercó con la sudadera ya puesta.

-Vamos, entonces. – me sonrió grande y sin pensarlo le di un beso en su mejilla.

-Ya no lo sueltes, por favor. – bromeé. – O tendrás que usar mi mano para siempre.

-A estas alturas ya no me disgusta tanto.

Yo iba darle otro beso, pero el sonido de unos botones nos sorprendió a los dos y nuestras respiraciones se detuvieron al instante. La boca se secó y me quede parado mirando la sombra en el vidrio.

-¡Hay que irnos! – Yoongi habló bajo de manera exaltada.

Sin más, el omega tomó mi mano y me jaló por la sala, dimos media vuelta y a la derecha se notaba el comedor, miré hacia atrás y el reflejo de luz amarilla casi podía iluminar los umbrales.

Pasamos por el arco y al fondo del comedor estaba la cocina. Había dos ventanales, uno que daba directo al patio trasero y otra que estaba abierta y daba parte del patio de enfrente directo a la salida.

Los pasos de los tacones fueron más cercanos, mi respiración se hizo más rápida cuando otra luz se prendió.

-Rápido, por la ventana abierta – mandó yoongi–. Sube por el fregadero y brinca por ahí. – me indicó.

-Tu primero. – los pasos cada vez se acercaban más.

-¿Está el banquito?

-No. – le avisé y mis nervios se hicieron más densos.

Lo tomé por la cintura y lo cargué poniéndolo encima de la barra que estaba a lado del fregadero, sus movimientos fuero torpes en cuanto pasaba por la ventana, pero pronto el cuerpo de Yoongí ya había caído del otro lado.

En un brinco subí a la barra y trate de pasar por la ventanilla en realidad, pero sin darme cuenta pateé un vaso de cristal que estaba sobre la barra de concreto.

Vi el vaso caerse como si fuera cámara lenta y estrellarse en el suelo. Sorprendido, miré por el arco del comedor y la figura de una mujer apenas se notó al momento que yo salté por la ventanilla.

Caí rápidamente al césped, notando que Yoongi estaba en cuclillas esperándome.

-Párate agachado. – le dije y este obedeció.

Pero antes lo pegué a la pared tapando su boca.  La madre de Yoongi apenas se asomó por la ventanilla, la sombra de la figura incompleta se reflejaba en el pasto y por miedo no quise voltear hacia la ventana arriba de nosotros pues no quería imaginarme que esta estuviera viéndonos. Así duramos un poco de tiempo, Yoongi estaba con ojos cerrados y su respiración rápida, aparte de que, sus manos estaban sudando mientras opresaban la mía que estaba sobre su boca.

Respiramos hondo al momento que la ventanilla fue cerrada y la luz se apagó.

-Eso estuvo cerca. – le dije y él asintió.

Caminando agachados, lo seguí y cruzamos la pequeña valla de arbustos y flores.

Una vez cruzada, nos volvimos a tomar de las manos y empezamos a correr, me aseguré que él sostuviera bien su bastón y con rumbo a mi auto seguimos corriendo.

-¿Hasta dónde lo estacionaste? – me preguntó algo sofocado.

-A una calle – dije sonriendo—. No tienes nada de condición. – me burle.

-No suelo huir muy a menudo de casa. – rió.

La manera en la que corría Yoongi me hizo reír y sentirme muy feliz.

Al llegar a mi auto, abrí su puerta con rapidez.

-Entra. – le mandé, él con facilidad subió y cerró justo cuando yo rodeé el coche.

Yo también entré y di el portazo.

Ajetreados respirábamos, absorbiendo con fervor nuestros aromas y como si lo hubiéramos pensado, ambos nos volteamos a ver y dimos unas carcajadas.

-¡Me va ir muy mal si me descubren! – dijo casi gritando.

-En ese caso nos aseguremos de que te la pases muy bien esta noche. – dije confiado.

Encendí el auto y comenzamos a movernos.

Holaaaaaa

Como están?  Cuéntenme.

Una disculpa grande por lo errores y pues nada más...

Las amo mucho. 💖

ALICIELITO

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