Residencia
—¡John, por favor, pon los pies en el suelo! —Exclama Penny mientras saca un paquete de patatas.
John bufa y yo hago lo mismo.
Penny solo sabe gritar, siempre está gritando por todo, casi todo le da coraje y tenemos que hacer siempre lo que ella diga. Que lástima que John esté enamorado de esa inútil.
—¡Te he dicho que bajes los pies! —Exclama de nuevo mientras va hacia él y frunce el ceño.
—Ya lo hago, cariño mío, ¿Algo más? —Responde éste mientras pone los pies en el suelo.
—Que dejes de ser un inútil y hagas tú cama.
John suelta una carcajada.
La puerta suena y Penny va hacia allá para abrirla. La casera le da un sobre y comienza a hablar con ella. Quiero escuchar lo que están hablando pero no puedo hacerlo.
La puerta se cierra y Penny tira el sobre en la mesa.
—A poner dinero ya. No quiero atrasarme en pagar la renta este mes.
Observo el sobre con asco mientras John agarra su cartera y lanza los billetes como si fuese algo sin importancia.
—Ahí está mi parte.
Penny me observa buscando una respuesta por mi parte.
—No puedo pagar este mes. —Respondo y John observa a Penny.
Ya se lo que viene.
—¡Otro mes! ¿Otro mes sin pagar? ¡Becky, llevas dos meses sin poner un centavo para el piso, te hemos puesto nosotros tu parte pero ya no podemos hacer más! —Exclama Penny.
—¿Y qué quieres que haga? ¡Me han hechado del trabajo después de cinco años trabajando con ellos como si fuese una novata! Además, al menos pago mi comida... ¿Qué más da esperar un mes más? Aún tengo más currículums que echar y conozco un amigo que...
—Un amigo que tiene una tienda y puede darte trabajo. Llevas un mes diciendo lo mismo, amor. —Responde Penny.
Esquivó su mirada.
—Aguanta un poco más.
—No podemos, Becky. Estoy ahorrando para el carnet del coche, no puedo poner tu parte este mes. —Responde esta vez John.
—Yo tampoco, quiero ir a ver a mis padres y tengo que gastar mucha gasolina. —Dice Penny.
Mi rostro pasa de uno confundido a uno preocupado.
—Pero... entonces que...
—Tienes que irte, Becky. —Responde la rubia.
Observo a John con preocupación.
—Pienso... lo mismo que Penny. —Responde mientras se rasca la frente.
Mi boca forma una o perfecta y me levanto del sofá rápidamente.
—Ustedes... —Los señalo— Sois pareja, ¿Verdad? Me estáis echando para conseguir estar solos, cabrones ¡Claro!
John suelta una carcajada.
—Ojalá sea eso. —Responde éste.
—Déjate de tonterías, Becky. Tienes tres días para recoger tus cosas e irte. —Dice Penny.
Alzo una ceja.
—Estarás de coña.
—No.
Hago una mueca de disgusto y me acerco a Penny.
—Esto no va a quedar así. Cuando necesites mi ayuda, no te la voy a dar, que quede claro... dejar... dejar a una amiga en la calle así de un día para otro... ¿Crees que voy a encontrar piso en tres días? Si no tengo dinero, este es el piso más económico que he podido conseguir y aún así no me alcanza... ¿Donde crees que voy a ir?
Penny no me quita ojo, no hace ninguna mueca con su cara, queda tan rígida que parece una foto.
—No lo sé, Becky. Pero yo tampoco soy rica, no puedo pagártelo todo siempre.
Mi mirada se endurece, haciendo contacto con sus ojos. Ninguna decimos nada por lo que decido apartarme de ella y salir del apartamento.
Esto es increíble. Necesito una cerveza... Sino, creo que no voy a poder mejorar mi estado de ánimo.
Bajo al bar de al lado, pensando cualquier forma de buscar una casa para pasar un tiempo hasta que encuentre trabajo.
¿Y si llamo a Nerea? Hace muchos años que no nos vemos pero me debe un favor.
Marco su número y le doy a llamar.
Después del segundo pitido contesta.
—¡Hola Nerea! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué es de ti? —Pregunto entusiasmada.
—¡Becky! ¿Eres tú? Que bueno hablarte ahora después de tanto tiempo sin saber una de la otra. ¿A qué se debe?
—Solo quiero saber cómo estás ¿Por qué crees que es por algo en general, tonta? –Pregunto mientras sonrío.
—Bueno, recuerdo en el instituto cuando te comportabas más bien de la cuenta cuando querías que te hiciese un favor —Se escucha una risa.
Carraspeo.
—Bueno... ¿Cómo estás?
—Muy bien, ¿Y tú?
—Me acaban de sacar del piso... bueno, tengo tres días para recoger mis cosas e irme, y no tengo trabajo ni dinero. Así que, no tan bien.
—Ah... Becky... No me digas... ¿Y qué vas a hacer ahora?
—¿Qué hay sobre... quedarme en tu casa hasta que encuentre trabajo?
Se escucha un suspiro.
—Becky... Me encantaría que te quedases aquí el tiempo que quieras, pero mi prometido está viviendo ahora aquí y puede parecerle un poco extraño que estés aquí.
—¿Paolo es tú prometido?
—Sí, después de cinco años saliendo finalmente me ha propuesto matrimonio. Estoy muy contenta.
—Ah, me alegro por ti, de veras. Bueno... entonces no te molesto más que seguro estarás liada con cosas de prometida y eso.
Finalmente nos despedimos y finalizo la llamada.
Suspiro y me froto los ojos con fuerza.
—¡Me cago en la puta! —Exclamo y me levanto.
Voy camino al piso por el barrio chungo ya que es más fácil llegar si camino por aquí. Siempre voy antes de anochecer pero he estado tanto tiempo pensando qué hacer que está anocheciendo que ya ni siquiera me he planteado ir antes de que la noche caiga. De todas formas, no tendrían nada que robarme.
—¡Oye, tú zorra!
Un chico con una capucha se acerca a mí con algo filoso en la mano.
—¿Qué quieres tú? —Pregunto con aires de superioridad.
—Dame ese puto móvil que llevas en la mano.
Ah claro el móvil.
Eso es lo único que llevo valioso.
—¿Y si no quiero, qué? —Me enfrento a él.
—Tú te lo buscas.
Se acerca a mí y en un rápido movimiento intenta clavarme el cuchillo. Yo, siendo aún más rápida, me hago a un lado mientras agarro la muñeca del chico, doblándola, haciendo así que suelte un grito de dolor y cayendo el cuchillo de su mano. Seguido de eso, le doy dos patadas, una en la barriga y otra en sus huevos. Ya cuando el hombre estaba agonizando de dolor, le dejó de rodillas en el suelo y comienzo a caminar tranquilamente.
—Estéril por un móvil... que ridículo.
De repente aparecen dos chicos más de la nada y saco las manos de mi chaqueta.
—¿Crees que sólo había uno o que, gilipollas? —Me dice uno de ellos.
Se acercan a mí y le doy una patada lateral a la barriga de uno, mientras que al otro le hago un barrido con mi pierna haciendo que caiga al suelo. El otro chaval se levanta y va decidido hacia mí de nuevo, pero agarro una barra de metal del asqueroso suelo y le doy con la barra en la cara. Éste, que no se lo esperaba, se agarra la cara con dolor mientras sale sangre de su boca. Sonrío alegre por lo que he hecho cuando de repente siento unas manos alzarme.
¿Qué está ocurriendo?
El otro chico me quiere tirar en una zona llena de chatarra, seguramente me vaya a hacer mucho daño.
Cierro los ojos sabiendo que esto va a ser inminente, pero escucho un estruendoso ruido, y luego de eso, la persona que estaba agarrándome se desploma.
¿Qué fue eso? ¿Un disparo? ¿De quien?
Se escuchan unos pasos y puedo ver una figura que se acerca a mí lentamente.
—¿Quién eres? —Preguntó aún en el suelo.
—Peleas bien.
—¿A que te refieres?
El chico mete la mano en su pantalón y saca un papel de ahí. Alza la mano hacia mí y me lo da. Lo agarro y veo una dirección escrita.
—Estamos reclutando personas que sepan luchar. ¿Te interesaría unirte a nosotros?
—¿De que va esto? ¿Un club de lucha?
—No puedo decirte nada al respecto.
—¿Crees que voy a unirme a algo que no se lo que es? ¿Te crees que soy tonta? —Pregunto.
—No, por eso aceptarás. Si te quedas con nosotros, te daremos estancia y comida ilimitada. ¿No es eso lo que estas buscando?
Me levanto del suelo y le observo asustada.
—¿Cómo lo sabes?
—Hablas muy fuerte.
Alzo una ceja.
—¿Me estabas espiando?
—A las cinco y media, te espero.
El chico con sudadera amarilla se gira y se va lentamente mientras observo el papel que me ha dado.
Literalmente un chico que porta una pistola encima, ha salvado mi vida y me ha dado un papel con una dirección para unirme a algo que no se lo que es.
¿Comida y estancia gratis? Me parece tentativo. Quizá vaya para probar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top