Avenida rostro y comidas

Estamos llegando a la cabaña de nuevo. Cinco horas de entrenamiento sin parar ni para beber agua, debería ser ilegal. ¿Qué clase de personas son estas? Encima había que hacerlo dos veces por semana.

—¿Qué tal tu primer día de entrenamiento? —Me pregunta Masky mientras voy quitando trozos de hojas de mi chaqueta.

—Oh genial... sobretodo me ha encantado la parte en la que tenían que darme palazos por todo mi cuerpo. Ya sabes... normalmente hago otras cosas pero esto es una parte masoquista que no conocía de mi. —Respondo con sarcasmo. —Y resulta que me gusta.

Masky comienza a reírse.

—Tienes que endurecer, si no endureces cualquier persona que te dé palizas te tumbará en un segundo. —Explica.

—¿No deberías evitar que te den?

—Por supuesto, pero si te llega alguno, tienes que estar preparado.

Suspiro y me quito una oruga de mi hombro.

...

Llegamos a la cabaña y todos comienzan a ir a su cuarto.

—¡Me pido primero en ducharme! —Exclama uno de ellos.

—¡Mierda! —Exclamo yo.

No aguanto este olor a tierra y tener los calcetines manchados.

Bueno, tengo mucha sed así que iré a la cocina y beberé algo de agua.

Observo la cocina, la gran cocina. Quien tuviese una de estas. Una barra americana, ¡Hecha de mármol! E impecable. Un fregadero amplio y muchos sitios donde guardar las cosas. Y ahí está la duda, ¿Dónde están los vasos?

—Te veo perdida.

Joder, este hombre de nuevo.

Me giro e intento no mirarlo a la cara.

—Tengo sed y no sé dónde están los vasos.

Este hombre camina impecablemente hacia uno de los estantes de abajo y los abre, accediendo a cientos de vasos que aguardaban ahí. Agarra uno y abre el refrigerador para sacar una botella de agua, rellena el vaso y me lo da.

—Gracias. —Respondo mientras lo agarro y no tarda mucho hasta que estoy bebiendo de él.

—Y cuéntame, ¿Qué tal ha ido tú primer día de entrenamiento?

El hombre me observa mientras bebo mi vaso de agua y me siento intimidada, añadiendo también que esquivo su mirada.

—Ha estado bien. Un poco duro, ya sabes... esto es nuevo para mi.

—Entonces ¿Te quedarás?

No lo había pensado aún, podría meditar la oferta en esta noche que paso en la casa de Penny y Josh.

—Prefiero pensármelo una noche más.

—Medítalo bien. Ya sabes que aquí tendrás estancia, comida, una habitación para ti y los cuidados que quieras.

Una oferta muy tentadora. Pero, ¿Podría aguantar a estas personas tan raras por un tiempo largo?

—Eso haré. —Respondo y me giro para irme.

—Becky. —Me llama de nuevo y me vuelvo a girar hacia él.

Se acerca a mí y se agacha hasta estar al mismo metro que yo.

Alza su mano y va hacia mi cara.

Es una situación rara porque intento no mirarle a la cara y éste intenta agarrar algo de la mía.

Agarra algo de mi flequillo y observo que se trata de una pequeña rama cual tira al suelo.

—Dúchate antes de irte. Te daré ropa que puedas estrenar para que no tengas que ir así de sucia.

...

Estoy volviendo a mi casa junto con Hoodie. Un tío genial por cierto. —Nah, es broma, es más callado que una planta—. ¿Y por qué con Hoodie? Ellos piensan que es mejor si vuelvo acompañada.

Esta especie de ropa que parece más un pijama es cómoda, pero me avergüenza ir a la calle así. Aunque más me avergüenza que me vieran llena de tierra.

Estoy ya cerca de mi casa pero la presencia de Hoodie me incomoda así que le hablo.

—Ya puedes volver. Mi casa está cerca.

—No puedo abandonarte hasta que no estés en la puerta. —Abro la boca para decir algo pero me interrumpe— Órdenes de Slenderman.

—¿Y que pasa si le desobedeces? No lo está viendo. —Respondo fastidiada.

—No puedo desobedecerle. Si lo hago, no soy alguien de fiar.

—Repito, no lo está viendo.

—Nunca incumplo una promesa.

Con este chico es imposible. Bueno, voy a tener que ir con él hasta la puta puerta de mi casa por culpa de ese hombre sin rostro. Voy a tener que hablar seriamente con él. Bueno, si acepto la oferta.

...

Llego a mi casa y los chicos duermen, así que voy a mi habitación y me tiro en mi cama.

No me quiero ir de aquí, pero, ¿Qué me queda? ¿La calle o buscar un trabajo como sea? ¿A quien pretendo engañar? si aquí solo trabajan por enchufe. Además no es que yo tenga un buen currículum.

Ir a que me den palazos en una cabaña de lujo de la cual no se como se costean eso, parece una oferta muy tentativa. Pero, ¿Valdrá la pena? Voy a caer tan bajo como para meterme en un sitio así.

Voy a caer tan bajo...

...

La mañana llega y Penny se ha ido a trabajar. Ahora John está desayunando en la cocina y voy hacia allá.

—Buenos días hombretón.

—Buenos días princesita.

—¿Qué desayunas? —Pregunto.

—Huevos revueltos con guacamole.

Hago una mueca.

—¿Eso está bueno?

—Yo diría que si.

Me río y John comienza a hablar de nuevo.

—Por cierto, ¿Es verdad eso de la casa de tu amiga?

Meto los cereales en un cuenco y luego la leche.

—Por supuesto, ya te lo he dicho, me ha dicho que está encantada de que yo esté ahí. —Respondo con total firmeza.

—Bueno, no quiero que me estés mintiendo. Me importas igual que me importa Penny, aunque no lo parezca. —Responde éste.

Me muerdo el labio mientras le miro con tristeza.

—Estaré bien, John.

—Eso espero.

John es de los mejores amigos que he podido tener. Es un tesoro para mi. Siempre ha estado en los buenos y los malos momentos. No me hago la idea de dejar esta casa y no verle de costumbre pero, ¿Qué más puedo hacer? No quiero que siempre tengan que pagarme el alquiler.

...

Una despedida muy emotiva.

No por parte de Penny claro, ella estaba feliz.

Prometí a John visitarlo lo máximo que pudiese e incluso le dí un beso a Penny, pero ya estaba fuera del piso y no sabía dónde dirigirme.

Supongo que la cabaña estaba bien.

Caminando por el bosque creo que me se el camino. ¿Era por la izquierda o por la derecha? ¡Ah no! Era todo recto.

No quería decir que me había perdido pero, al ver otra vez la misma rama con el mismo corte, lo corroboré. Me he perdido.

Genial, una chica en un bosque, sola, con una maleta con ropa y cosas necesarias, perdida. No hay algo que me joda más. Eso y que me queda poca batería en el móvil.

Menuda chatarra.

Y no tengo el número de teléfono de estas personas, ¿Cómo los puedo localizar? Creo que daré vueltas hasta encontrar la cabaña o la salida.

Los pies me duelen, tengo hambre y la noche se acerca. Bueno, se parece mucho a lo que podría estar haciendo aún fuera del bosque. Ya que no tengo estancia igualmente. Creo que dejare de caminar y dormiré. Estoy cansada.

...

Me remuevo y alzo una mano para agarrar mi móvil y ver la hora que es, pero en vez de eso toco una tela. Me extraño y abro los ojos.

¿Y éste cuarto? Me recuerda a...

Llaman a la puerta y al ver que no contesto la abren. Genial.

—¿Ya despertaste?

—¡Toby! —Exclamo.

—Ah, ¿Te acuerdas de mi nombre? —Se veía extrañado.

—Claro, ¿Por qué se me iba a olvidar?

—Por nada... Es solo que es extraño... No sé.

—¿Me has encontrado tú?

—No, fue Slenderman. Me dijo que le llamase si te despertabas, así que voy a...

Le agarro del brazo y me acerco a él.

—No lo llames.

—¿Por qué?

—Me da escalofríos.

Toby suelta una carcajada.

—Ya te acostumbrarás, Becky. Él es muy buena persona.

—Me da igual si es buena o mala persona, no puedo mirarlo a la cara. Me da repelús.

Toby frunce el ceño y quita mi mano de él.

—Pues supéralo. Él es tu jefe de ahora en adelante y tienes que acostumbrarte a él. Además aunque no lo parezca, él nota cómo te sientes a su alrededor pero no puede hacer nada para que te sientas mejor porque la única persona que puede hacerlo eres tú. Tienes que acostumbrarte.

Dicho esto sale de la habitación y emito una queja.

Nunca he superado mis miedos, siempre los he evitado. No se como afrontar esto ahora.

A los minutos alguien llama a la puerta pero sé perfectamente de quién se trata así que le digo que pase y eso hace.

Quito mi mirada de él y éste se sienta a mi lado en mi cama.

—¿Te encuentras mejor? —Pregunta éste.

—¿A qué te refieres? —Me extraño.

—Te encontré en el bosque, temblando, en la madrugada.

¿Temblando?

—No lo... noté. Pero, estoy bien. Gracias.

—Me alegro. También quiero que sepas una cosa. —Añade— No me gusta que las personas no me observen cuando les hablo, es una falta de respeto. —Genial, sabía que iba a decir algo así tarde o temprano.— así que por favor mírame.

Siento algo frío que agarra mi cara y me hace girarla hasta ver el rostro de Slenderman, tan blanco como el color más blanco jamás conseguido. Aparto mi mirada de nuevo, esta vez estoy mirando a la estantería que tenía a mi derecha.

—¿Sigues sin querer mirarme? Genial. No comerás nada hasta que no me hayas sostenido la mirada en una larga charla conmigo.

Quita su fría mano de mi cara y se va.

Poco a poco observo la puerta por la que se ha ido.

Seguramente a la hora del almuerzo me dé de comer. No puede encerrarme y matarme de hambre.

...

Deben de ser ya las dos de la tarde y mi tripa estaba comenzando a sonar.

Bajo las escaleras y observo a todos terminando de comer. Corro hacia ellos y observo tres platos pero no está el mío. Supongo que tendré que hacerme yo la comida.

—¿Hacia dónde vas, pequeña? —Pregunta Masky en cuanto me ve yendo a la despensa.

—A hacer la comida, porque la mía no está ahí.

—No. Tienes que pedir permiso a Slenderman. Me ha dicho que te lo diga. No se que has hecho pero, me lo puedo imaginar.

—¡No me lo puedo creer! ¿Quiere que me muera de hambre? ¿Está loco? —Pregunto enfadada.

—Aquí todos estamos locos. —Responde Hoodie.

Hago una mueca hacia las palabras de Hoodie.

—Pues me va a escuchar. Y tanto si me va a escuchar. —Respondo y salgo de la cocina. Para luego volver a entrar. —¿Donde está...?

—¡En su despacho! —Exclaman todos a la vez.

...

Doy portazos a su puerta y éste no tarda en abrir.

—¿Que ocurre? —Pregunta molesto.

—¿Quieres que me muera de hambre? ¿Para eso quieres que esté aquí?

—Ah, ¿ya tienes hambre?

Espiro y me cruzo de brazos.

—Si. ¿Qué pasa? Soy un humano tengo que comer. No puedes dejarme sin comer ni un día. Eso no es... no es normal, ¿Sabes?

—Si, claro, te daré de comer... Si mantienes una charla conmigo en mi despacho cara a cara.

Gruño.

—Ya sabes que eso no va a pasar.

—Entonces creo que tiraré tu plato de albóndigas con patatas a la basura.

Al decir el nombre de la comida mi estómago comenzó a rugir.

Estúpido Slenderman, además lo había escuchado porque le escuché reír por lo bajo.

—Pues tíralo. —Creo que son las palabras más dolorosas que haya dicho en mi vida.

—No te comportes como una niña y afronta la realidad.

—No te comportes como un niño y afronta la realidad.

—Que repitas mi frase hacia mí no va a cambiar nada. Estoy intentando hacer que pierdas el miedo y tú estás haciéndote la tonta. Voy a tirar tu plato, Becky. Y no tendrás cena ni desayuno ni el siguiente almuerzo...

—¡Está bien! Tendré esa estúpida charla contigo.

—Genial, pasa. —Se hace a un lado para que pueda pasar. Mientras lo hago añado algo más.

—Con la condición de que cenemos algo que a mí me guste.

—Estupendo, no hay problema por eso.

Me indica dónde tengo que sentarme y eso hago. Éste se sienta en frente de mí y poco a poco mi vista va yendo desde las paredes con estanterías llenas de libros hasta... su rostro. Todo sea por la comida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top