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"Saul.

No. Tu broma no da gracia, nunca la dio. Por favor, detente. He buscado las veinte cámaras por todos los lugares que suelo frecuentar y no hay ninguna. No sé qué pretendes sacar con ésto. Sabes que soy homófobo y me da asco que me vengas a hablar de esa manera tan maricona.

Dime con quiénes más te estás riendo ahora mismo que les voy a partir la madre y a ti también. Vamos, tan hombrecito para venir a molestar... Veamos qué tan hombrecito eres para decir la verdad."

Dos días más tarde me llegó su respuesta:

"William.

Creo que no me haz entendido bien. Lo de las cámaras era un ejemplo hipotético de alguna clásica broma mía y lo sabes. No me estoy riendo con nadie más, ésto es algo de sólo tú y yo. 

¿Acaso no se te hace raro que ninguna de mis cartas pasen por interferencia y las tuyas tampoco? Es para que nadie más sepa de lo que hablamos. Nadie más debe saberlo, ¿vale? Porque si llega a ser así, ambas carreras musicales quedarían en la ruina.

Eso lo sabes, no voy hacia ti  porque me falta el valor, soy poco hombre como tú dices pero también es porque sería raro que los medios de comunicación al acostumbrarse al vernos separados, nos vean juntos sólo para una ordinaria charla. 

Se inventarían un montón de mierdas. No me arriesgo a eso, tú tampoco.

Tenemos las cartas para comunicarnos y evitar dramas. ¿Aceptas? ¿O quieres dejar de charlar conmigo por siempre?"

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