CAPÍTULO 5.
"Las palabras no tienen el poder de impresionar a la mente sin el exquisito horror de su realidad."
Edgar Allan Poe.
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—Ya te dije que no, Taeminie. No quiero que Minki participe en esto.
—Pues tendrás que joderte, él es indispensable para que todo salga perfecto. —Espetó Taemin.
—No lo necesitamos, ahora tú y yo seremos un buen equipo. Llevo dos años planificando a detalle cómo vamos a deshacernos de esos bastardos. Y créeme, nada saldrá mal. — Insistió Key.
—Tengo que recordarte que estás en silla de ruedas. No me serás de gran ayuda, ni siquiera sales de tu habitación.
—No necesitas ser tan rudo, entiendo que ya no sirvo más que para dar lástima. Te diré algo, Taeminie: encuentra a alguien más grande, que sea fuerte, y sobre todo que quiera ayudarnos. Pero Minki no.
Taemin se cruzó de brazos y lanzó un bufido. —¡PUF! Allá tú, voy a decirle a Minki que no quieres que participe en nuestros planes. Se pondrá furioso, si viene y te reclama, tendrás que hacerte cargo y lidiar con su lenguaje vulgar.
—No me importa, pero él no es el apropiado para este trabajo. Cuando hayas conseguido al correcto, comenzaremos la venganza. —Taemin sonrió; esas palabras le daban vida a su mente enferma.
—No te preocupes, hermano. Creo saber quién nos ayudará. Ahora me voy, la abuela cada día está peor.
—A mí ni siquiera me reconoce, su demencia cada día es peor. —Mencionó Key.
—Ella cree que soy papá, ya no sabe en qué día vive. Incluso piensa que la enfermera es su mamá. Tu accidente la acabó.
—Es por eso que quiero que esos hijos de puta paguen, lo que nos hicieron, Taeminie.
Taemin caminaba rumbo al edificio de Administración; finalmente, se decidió por esa área en la universidad. Alguien tenía que hacerse cargo de las empresas Lee, sino querían que su fortuna quedara en manos de completos desconocidos o, en el mejor de los casos, en familiares lejanos que no habían hecho nada por sacar a flote la firma.
La abuela Victoria lo estuvo haciendo bien mientras estaba sana, pero ahora ya no podía. Ya ni siquiera se reconocía a ella misma. Todo comenzó con un accidente cerebrovascular poco después de lo ocurrido a Key, y pese a los tratamientos médicos, fue empeorando. Ya tampoco salía de la mansión.
Taemin entró al salón y vio como siempre en la parte de atrás a un chico muy atractivo; era alto, piel bronceada, cuerpo atlético y una sonrisa de infarto. No le había prestado atención, ni siquiera sabía su nombre. Pero desde que su hermano le dijo sobre su venganza, lo estuvo observando durante algunos días. Notó que era callado, y lo mejor no alternaba con nadie. En pocas palabras, era similar a él.
La clase de matemáticas financieras terminó, y todos los alumnos salieron rápidamente para dirigirse a sus siguientes clases. Taemin esperó a que la mayoría saliera para interceptar a su compañero.
—Hola, soy Lee Taemin. Tengo un descanso antes de mi siguiente horario que es economía. Tomemos algo en la cafetería. —Su invitación fue seca y sin preámbulos. Más parecía una orden. Así como lo era para todo en su vida.
—El convocado frunció el ceño y apretó sus labios. Su expresión evidenciaba incomodidad. Pero de todas formas se detuvo para rechazar el ofrecimiento.
—No me interesa compartir mi tiempo contigo, ni con nadie más. Yo vengo a estudiar, no a socializar.
¿Qué demonios había sido eso? ¿Ese tipo era un verdadero ermitaño? ¿O pedía a gritos desaparecer de la faz de la tierra? Taemin estaba dispuesto a complacerlo y ayudarlo a bien morir. No importaba que tuviese que buscar a otro para que le ayudara con sus planes. Pero quiso hacer un segundo intento; ya estaba más que ansioso de tener acción.
—Tampoco me interesas como amigo. Te he estado observando, y tus actitudes son muy similares a las mías. En pocas palabras, tengo una cuenta pendiente que cobrar a unos idiotas, y pensé que podrías unirte a la diversión.
El chico volteó a ver si no había nadie más en el salón; luego, que comprobó que nada más estaban ellos dos, centró su fría mirada en Taemin. —Me llamo Choi Minho, voy a ir contigo, pero no a la cafetería, me desagrada el bullicio, iremos a la biblioteca. Pero te advierto que si sales con una idiotez, te vas a la mierda.
Taemin asintió y se dio la vuelta, siendo él quien iba por delante. De esa manera le estaba informando sin palabras a Choi que mandaba. A Minho no le importó ir atrás; su egocentrismo no era tan vanal, lo suyo era una mente ordenada y cuidadosa. Jamás dejaba nada al azar.
Se sentaron en el cubículo que Taemin tenía reservado para cuando lo necesitara. Era uno de los privilegios de ser alguien adinerado. Todo lo que deseaba lo tenía a su alcance, bueno casi todo. Porque ese chico carecía de algo básico, no tenía salud mental.
—Hay que deshacernos de tres imbéciles, dos hombres y una mujer.
—¿Razones? —Choi no se movió cuando preguntó.
—¿Interesa? —respondió Taemin.
—Soy adicto al morbo, me gusta saber por qué mueren. Me excita.
—Key, mi hermano mayor quedó en silla de ruedas por esos idiotas. En esta ocasión, él es quien ha planeado todo. Tú, Minki y yo seremos los ejecutores.
—¿Minki?
—Es mi amigo incondicional. Es muy inteligente y no comete errores.
—No me interesa trabajar así. De hecho, si quieres que acepte. Todo será a mi manera. Así que ve y dile a tu hermano que yo estaré al mando. Y con respecto al tal Minki, ya puede quedarse esperando, no trabajará, no mientras esté yo.
—¡Vaya! Eres muy petulante. Le diré a Key tus condiciones. Mañana traeré la respuesta.
Minho escribió algo en un papel y se lo entregó a Taemin; luego, se levantó del asiento y se marchó sin decir absolutamente nada. Tenía razón cuando dijo que no serían amigos. Eso sólo era un negocio para él. Minho le había dejado escrita la cantidad que cobraría.
—¿Me estás desplazando por un idiota que acabas de conocer? —gimoteó Minki.
—Ya te dije que fue idea de Key, esto será muy peligroso.
—¿ES EN SERIO? —Gritó Minki; ya estaba molesto.
—No levantes la voz, Key puede oírte. No quiero que vuelvan a pelear, como aquella vez. No me des a elegir entre tú y él, Minki.
—Pues entonces no me trates como si fuera un niño idiota. ¿Cuándo te he fallado?
—Nunca, pero Choi tampoco quiere a nadie más.
—Jjajjjaaja, así que yo tenía razón. Me estás botando como a un animal sarnoso, solo porque ese estúpido no me quiere dentro del plan. No me conoce y ya está celoso de mí.
—Ya deja de quejarte, pareces una adolescente hormonal. Sabes que ese tipo de actitudes me desquician. – Pues no me provoques, Lee Taemin, tú eres mío y de nadie más. No permitiré que un intruso te aleje de mi lado. He aguantado a Key porque es tu hermano, pero a ese tal Choi no. Te amo, Taeminie, siempre ha sido así, que no se te olvide. Nunca me iré. Nunca.
Su conversación continuó en ese tono durante largo rato.
Minho olía deliciosamente. Key estaba muy cerca de él, casi podía oírlo respirar. Le había impactado tanto conocerlo, que si no estuviera paralítico, lo más probable es que ya tendría una jodida erección. Ese hombre desprendía sexualidad por cada poro de su piel. Y él no podía disimular que estaba fascinado con su presencia.
—Podrías dejar de mirarme como a un trozo de carne. —Minho dijo con molestia.
—Yo... yo... no es verdad, solo estoy tratando de encontrar lo que Taemin vio en ti, para decir que eres perfecto para el trabajo. Sí voy a pagar, necesito analizar tus actitudes.
Taemin rio, la excusa de su hermano había sido demasiado infantil.
—No te rías, Taeminie, no es gracioso.
—Será mejor que me vaya, ustedes todavía están en pañales. Cuando de verdad quieran a un profesional, ya saben en dónde encontrarme. —Minho se levantó, ya se había hartado.
Taemin le impidió marcharse, se aferró a uno de sus brazos. —No, espera. En realidad, soy yo el experto, para Key es la primera vez. Nunca ha intervenido en nada parecido.
—Bien, mis condiciones han cambiado. Sí quieres participar, tendrás que demostrarme de lo que eres capaz, Taemin. Tu hermano solo nos dirá lo que quiere. No más.
—¿Aceptan, o me largo? No me gusta perder tiempo.
Key entendió muy a su pesar que lo dicho por Choi era lo mejor, lo más lógico. Sería así. Lo importante era que su venganza se consumara.
Taemin se le quedó viendo a su hermano. Key habló. —Aceptamos.
—¿Qué quieres? —Taemin preguntó altivo.
Choi contestó burlón. —¡Sorpréndeme!.
TRES DÍAS DESPUÉS.
La universidad estaba prácticamente sitiada por la policía. Los alumnos de Artes eran interrogados uno a uno. Se había perpetrado un espantoso crimen. El profesor de pintura fue encontrado muerto, se había desangrado con un corte hecho en su yugular. Pero lo más aterrador estaba en un enorme cuadro que decoraba una de las paredes.
Este fue pintado con la misma sangre del Profesor Oh.
Las cámaras de seguridad captaron absolutamente todo, pero el asesino iba totalmente de negro, llevaba guantes y una máscara de Halloween. Estuvieron revisando hasta el más mínimo detalle, pero no pudieron hacer nada. Los padres de familia se quejaron de que sus hijos estaban siendo presionados por la policía. Los directivos interpusieron su queja con el Ministro de la Suprema Corte. Y este simplemente ordenó que se retiraran.
Sus palabras al comandante Kim Jonghyun fueron... —Saca a tus hombres de la universidad, investiga por fuera. A ese profesor le gustaban las prostitutas. Puede ser venganza de alguna de ellas o de un proxeneta. Busca en otra parte, pero ya no molestes a estas personas. Sus hijos son unos jóvenes inquietos, no psicópatas.
Taemin caminaba por uno de los pasillos de la biblioteca, buscaba un libro. Al dar la vuelta se encontró de frente con Minho. Sus miradas se cruzaron, luego sonrieron al mismo tiempo.
—¿Y? —dijo Taemin.
—Estás dentro, trabajarás conmigo. —Contestó Choi.
CONTINUARÁ........
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