Parte XIII
A Michelle aún no le cabía en la cabeza que al fin, después de muchos, muchos años, estuviera al lado de Adrián. Juntos, en el mismo país, en la misma ciudad, en el mismo auto que los llevaría a la casa del novio.
Y ya iba siendo hora de que Michelle conozca a la afortunada con la que Adrián compartiría su vida, desde el día de su boda hasta quien sabe cuando. Michelle no deseaba nada más que lo mejor para su amigo y para su familia.
—¿Cuantos meses tiene la bebé?—le preguntó a su amigo.
—Nueve meses—contestó Adrián, pero sin poder contener más su emoción, añadio:—Esta grandota y es bien cachetona... Mira, mira.
Se sacó una foto del bolsillo de la camisa y se lo mostró a Michelle, con una sonrisa enorme en el rostro de lo feliz que lo hacía hablar de su hija; su amiga cogió la foto sin poder evitar soltar una pequeña risita. Ya antes había visto a Adrián en una situación parecida: cuando Matías era un bebé y él no dejaba de mostrarlo a Michelle, todo tras la pantalla.
Michelle miraba la foto de su ahijada, era como Adrián la había descrito: grande y cachetona; de tez blanca, como su padre; ojos claros, eso debió heredarlo de su madre, pensó ella; la bebé estaba sonriendo en la foto y se podía ver con claridad como sus primeros dientes empezaban a salir. Ahora Michelle estaba en medio de un debate, a quién se parecía la bebé, ¿a la madre o al padre? Esa pregunta la respondería luego, cuando conociera a Jessica.
—Tu novia no va a intentar matarme, ¿verdad?—preguntó.—No sería la primera vez..
—¿En cuántas rupturas amorosas te has visto envuelta, querida?—río Adrián.
—Esa es una larga, muy larga historia. Pero ya no importa, he superado esos traumas y ahora me aseguro que los hombres esten solteros antes de salir con ellos.—dijo Michelle, guiñandole un ojo a su amigo y luego ambos rompieron a reír.
El chofer del taxi empezaba a mirarlos raro, tal vez pensaba que la mujer era la amante del hombre que, por lo que él había escuchado, se casaría en unos días más. Y, sus ojos se abrieron más de la sorpresa, el hombre tenía una hija y, para colmo, tenía la indecencia de llevar a la amante a la boda. Oh sí, un buen chisme que contar en las reuniones aburridas del gremio de taxistas.
Llegaron cinco minutos después a la casa de los padres de Jessica. Por pedido de la novia, habían quedado en casarse en la ciudad de ella.
Bajaron del taxi, Michelle con el corazón en la mano mientras que Adrián ayudaba a bajar su equipaje del carro.
—Ah, sí—murmuró Adrián, Michelle volteo a verlo—Los amigos de ella están aquí, son extraños pero buena gente, creo...—añadió, no tan convencido.
—Creeme, has ayudado a calmar mis nervios—dijo Michelle en tono sarcástico.
—Na, es mejor que lo sepas desde ahora.—sonrió Adrián, poniéndose una maleta al hombro y arrastraba otra, caminando a la casa. Su amiga lo imitó— Así ya no te sorprenderás si los ves caminando por las paredes o intentando cazar fantasmas...
Michelle río.
Se detuvieron en la puerta de madera, Adrián toco el timbre y ambos se quedaron esperando a que alguien se dignara a abrir la puerta. Escucharon risas dentro, luego el sonido de un golpe, más risas y, al fin, alguien abrió la puerta. Era Jessica.
Tenían la misma estatura, pero el cabello de Jessica era más largo que el de ella y era castaño claro; también era blanca; sus ojos, como Michelle pudo observar ya que estaban protegidos por unos lentes rojos, erán marrón claro; facciones delicadas y una sonrisa preciosa adornaba su rostro.
—¡Hola!
Jessica salto a su cuello, Adrián se río y la primera impresión de Michelle era que quería asfixiarla, pero solo la estaba abrazando.
—Un... gusto conocerte... también...—gimió Michelle.
—No la mates, tal vez sea la única persona normal de la casa... Claro, sin contarte a ti.—Se apresuró a añadir, al ver la mirada que le echo su futura esposa.—Entremos, seguro tiene hambre. Ella siempre tiene hambre.
Adrián entró a la casa, con las dos pesadas maletas, dejando atrás a las dos mujeres.
—Él me ha hablado mucho de ti, es un honor que estés aquí, de verdad.—le dijo Jessica, con una amplia sonrisa en el rostro. Luego, cogió la mochila de Michelle y le hizo una seña para que entre a la casa—Vamos, adentro mujer, no muerdo.—dijo, empujándola con suavidad.
—Tú no muerdes, pero la pequeña pitbull de aquí sí.—dijo una voz femenina, al tiempo que las risas volvían a inundar la sala.
Michelle busco con la mirada a la dueña de aquella voz, entre las cinco personas que estaban repartidas en la sala. La encontró: una mujer bastante guapa y de ojos azul claro, que cogia por los hombros a otra, una pequeña morena que no parecía muy feliz.
—Amiga—dijo la mujer de ojos azules, mirando a Michelle y adoptando un tono serio—No es por asustarte pero, metele seguro a la puerta. Esta chica no pierde las malas mañas ni teniendo novia.
Termino de decir eso volvió a reírse, siendo seguida por las otras cuatro personas que también estaban allí.
—Vamos no la asustes, que eres tú la que no ha perdido la costumbre de molestar, Kassandra—dijo una mujer morena, sentada al lado de otro hombre, conteniendo la risa al ver la cara de susto de Michelle—Pero, ¿sabes? Me gustaria que hicieras esas bromas frente a Viviana, de verdad, me encantaria.
—Deja a mi cuñada en paz, que está paseando tranquila a Sandra en el parque—sonrió Kassandra, mirando a la morena—Creo que ella también quiere un bebé—Miró a la chica que tenía en los brazos—Carolina, tal vez deberían intentarlo hasta que les funcione.
La mujer llamada Carolina enrojeció de pies a cabeza, mientras los demás volvían a romper a carcajadas, incluso Jessica. Michelle cayó en la cuenta de que su amigo tenía toda la razón, esa gente estaba loca.
—Ya, ya—los calló Jessica—Les presento a Michelle, es la amiga de Adrián que no ha venido desde tan lejos para escuchar sus tonterías. Mira, esta loca es Kassandra...
Fue presentandoles uno a uno a las personas que estaban en la sala, la chica de ojos azules, como Michelle ya sabía, era Kassandra; la más pequeña que tenía en las manos era Carolina; la mujer morena era Rachelle y él que estaba a su lado era Daniel, su novio; por último estaban Sebastián, que tenía dificultad para dejar de reírse y Alejandra, que tenía una voz muy amable.
Después de eso, Jessica se llevó a Michelle a la cocina y dejó que sus amigos siguieran riendo. En ella ya se encontraba Adrián, que tenía un pan en las manos y buscaba algo con que acompañarlo en la refrigeradora.
—Siempre tragando este hombre, ya no tiene remedio—suspiro Jessica, mirando con ternura a su novio.
—Mejor, así engorda y ya nadie se fija en él—sonrió Michelle.
—Muy graciosa—dijo Adrián—¿Ya conociste a los chiflados? ¿Verdad que si necesitan visita al psiquiatra?
—Bueno, no estan tan mal—contestó Michelle, con total sinceridad.
—Ya, ya—murmuró Adrián, luego miró a su novia—¿Dónde está Sandra? Tiene que conocer a su madrina.
Sandra era la bebé de Jessica y Adrián.
—Con Viviana, salieron a pasear, se llevan muy bien.—respondió Jessica.—No se como hace pero, siempre que la coge, Sandra deja de llorar.
—Ah...Bue... a mi también me cae bien, ella no está loca.—dijo Adrián.
Jessica resistió el impulso de decirle, por décima vez en el día, que ninguno de sus amigos estaba loco, chiflado o estaban tocaditos de la mente. En lugar de eso, llevo a Michelle a uno de los cuartos, para que descanse después de todas esas horas de viaje.
Me demore un poquito jajajaja, aqui tienen una parte <3
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