Parte VII

Ya habían pasado cuatro años y, algo mas, desde el día en el que Adrián envió esa solicitud de amistad, cuatro años y seguían hablándose como el primer día. Pero dicen que todo lo bueno nunca dura para siempre, ¿había algo de verdad en esas palabras? ¿O su historia sería diferente? ¿Ellos lograrían estar siempre juntos?

—Algún día te olvidaras de mì...—murmuró Adrián, bajando la mirada.

¿Porqué Adrián le hablaba así de un día para otro? Ese no era el chico que ella había conocido, en definitiva algo le pasaba.

Michelle tuvo el fuerte impulso de golpearlo, pero la distancia, como muchas otras veces más, le impedía hacerlo.

—¿Porque dices eso?

—Me parece lo más obvio, no sé, ¿en serio crees que esto dure para siempre? Ni siquiera vivimos en el mismo país.

Algo de razón tenían sus palabras forradas de desánimo. Pero ella ya había tomado su decisión hace mucho tiempo, ya lo había pensado hace mucho.

—Yo no te voy a olvidar—contestó Michelle, sus palabras estaban cargadas de sinceridad—Es más, te prometo que iré allí si tu me prometes que vendrás aquí, quien llegue primero, ¿que dices?

Ese día quedó marcado en su memoria, pues había sido el día en que prometieron conocerse, así les tomará años hacerlo, no renunciarían, porque las promesas no se rompen por nada del mundo.

Juntos en todo, ya se conocían demasiado bien que sabían cuando el otro le estaba mintiendo, cuando el otro estaba demasiado feliz y, en especial, cuando el otro necesitaba un abrazo que no eran capaz de darse.

Y entonces Michelle se dió cuenta que lo amaba, lo amaba sin siquiera conocerlo, sin haberlo visto o haberlo tocado, pero lo amaba. Y no era el tipo de amor que vuelve idiotas a medio mundo, no; era el mas lindo de todos: amor de hermanos.

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