Parte IV
Así fueron pasando los días, semanas, meses… y hablar con él se había convertido en algo vital en su vida, algo que necesitaba hacer para sentirse entera. Porque ese chico la hacía sentir bien, así les suene imposible de creer, Adrián la hacía sonreír a pesar de la distancia.
—Me estoy muriendo de la vergüenza...—murmuró Michelle, con indecisión.
Ella no se atrevía a sacar su dedo del lente de la cámara, pensaba que tal vez Adrian se decepcionaria o le diera un infarto de muerte al verla. Así de insegura era con su físico.
—Aun si fueras la viva imagen de Laura Bozzo no me asustare, eres mi amiga, tonta.
Esa fue la primera que vez que hicieron una videollamada, ya habían hablado antes por teléfono (una vez más, Michelle le agradeció a la tecnología porque una llamada a larga distancia le costaria minimo un ojo de la cara).
Pero allí estaban ambos, viéndose a través de una pantalla, sonriendo de oreja a oreja, por la alegría que significaba saber que no estaban tan lejos después de todo.
—¡Mira! Quiero que veas a alguien, espérame—dijo Adrián, dejando su laptop a un lado y saliendo.
Michelle se quedó por unos minutos viendo la blanca pared de Adrián, rellena de pósters de distintas bandas. Espero pacientemente, hasta que su amigo llegó con un bebé, de por lo menos un año, en brazos. El bebé miró extrañado a la pantalla de la computadora.
—Es Matías, ¿lo recuerdas?
Claro que recordaba a Matías, una tarde, Adrián le había hablado hasta el cansancio de su pequeño hermano.
—Matías, mirá acá.—lo llamó Michelle.
—Tirale un beso, como te enseñe, vamos.—le susurro Adrián en la oreja a su hermano.
Matias lo miró, por su carita se podía ver que estaba confundido, así que Adrián le enseñó cómo hacerlo. Al final, el bebé lo logró y eso a Michelle le pareció bastante tierno.
—Si, Matias y yo vamos a ver a las chicas en el parque.—comentó Adrián—A ellas les parece tierno esta bola de grasas y yo aprovecho para conseguir sus números, somos un gran equipo.
Ella no pudo evitar reírse al escuchar a su amigo, le resultaba gracioso imaginarse a Adrián y Matías sentados en una banca del parque, mientras que el bebé lanzaba besos y su hermano reunía números de teléfono.
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Agradecería que comentarán, quisiera saber si les gusta o no la historia jajajaj
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