No tardó mucho en correr el rumor de lo sucedido entre Anna y su profesor, aunque todos tenía su propia versión de los hechos. Pero, al final todos llegaban a la misma conclusión. "No me sorprendería que esa niña atacara a su profesor, es una delincuente, está fuera de control, mientras su madre trabaja para darle lo mejor."

Aquí empezaba su fama. Aquí es cuando todo empezaría a ir de mal en peor. Muchos se alejaron de ella por órdenes de sus padres, otros querían enfrentarla al escuchar más rumores de que Anna decía poder vencer a todos. Pero Elizabeth seguía ahí, incluso cuando su madre discutía con ella para que se alejase de Anna, ella seguía hablando con Anna, o al menos intentándolo, porque Anna sólo era fría con ella, Elizabeth ya estaba olvidando como era la sonrisa de Anna porque nunca volvió a verla.

Con 13 años, Anna ya tenía la fama de ser una delincuente, de ser una niña que mantenía relaciones con chicos mayores que ella, de ser la típica chica que sólo lo hacía para llamar la atención, era la niña mal agradecida, la niña problemática, la clase de niña que sus padres prohibían a sus hijos acercarse.

El trabajo cada vez le exigía más. Apenas podía dormir del miedo que le producían todos sus pensamientos. "¿Qué pasará si la policía me atrapa? ¿Qué pasa si aquel hombre vuelve e intenta hacerme algo? ¿Qué pasará si otro hombre intenta dañarme?"  El miedo le recorría el cuerpo, causándole escalofríos sólo de pensar en lo que podría pasar, pero ahora se mantenía con una mirada seria, quería demostrarle a todos que le daba igual lo que hablaran de ella, porque no la conocían y no sabían sus razones para hacer todo lo que hacía.

Le era difícil estar en la escuela, seguía escuchando rumores en cualquier parte, pero aún tenía una pequeña luz que iluminaba su fría oscuridad. Elizabeth. Aunque aún no era consciente de lo importante que era esta chica en su vida.