Capítulo 1
Un gran grupo de personas se encontraba faenando aquel día, bajo un sol despiadado que, aún al atardecer, parecía quemar como a mediodía. No muchos se conocían entre sí, pero todo el mundo se sonreía, como si el lugar tuviera un efecto emocional entre ellos. Todos conversaban amenamente sobre cualquier cosa que les viniera a la cabeza, entre risas y voces parlanchinas.
La alegría de un circo se contagiaba, aún cuando recién estaba en proceso de armado de la carpa.
Un circo en el pueblo significaba una oportunidad de trabajo para muchas personas, aunque fuese una circunstancia esporádica. Días antes, los mismos artistas del circo y utileros entregaron volantes por las calles buscando obreros para armar la carpa, instalar los trapecios, las telas, aros, la iluminación, y todo lo que daría vida al espectáculo.
Los artistas circenses también colaboraban con el proceso de preparar el espacio para la presentación. Ellos más que nadie sabían dónde iba cada pieza, cada minúsculo tornillo que permitía algo tan importante como que todos los artistas salieran con vida de sus maniobras.
Era un trabajo en el que no pagan demasiado, estaba claro, era un circo de pocos recursos. Tampoco era una carpa muy grande, pero estaba bien cuidada, los colores no se habían desteñido por el sol en los años que llevaba sirviendo como el lugar de encuentro para grandes familias que buscaban entretención sana.
El mensaje fuerte y claro que sonaba por toda la ciudad hacía alusión a un nuevo número, uno que suponía fascinar al público por el riesgo implicado, y por el prestigio del artista encargado de dar vida al show.
Kim Seokjin.
Seokjin era conocido en el mundo circense por ser el rompe hogares que destruyó a la bella familia fundadora del Circo de Los Soles. Ah, y por hacer un salto quíntuple en el trapecio, hazaña casi imposible para incluso el aerialista más experimentado. Pero claro, para otros artistas de circo, era más jugoso el rumor de su vida privada que cualquier récord de salto mortal que pudiera conseguir.
~
Namjoon había estado grabando el audio para salir con su traje de maestro de ceremonias en la camioneta a difundir la publicidad del circo. La gente en la calle parecía entusiasmada con asistir, y recogían los volantes con la información de horarios y funciones.
No todos los días ocurría algo nuevo e interesante en aquel pueblo, así que lo más seguro era que todos se las arreglaran para asistir. Los niños que pasaban por fuera de las vallas intentaban mirar adentro, y cuando lograban interceptar a un artista circense, lo saludaban y le pedían efectuar alguna hazaña asombrosa. Aplaudían, sus ojos brillaban ilusionados, y decían que también querían ser estrellas de circo cuando grandes. Corrían a sus casas contando lo que vieron, y por el camino, intentaban imitar cada movimiento, compitiendo por quién lo hacía más parecido.
Después de saludar a los niños y demostrarles su capacidad corporal, un muchachito de cabello plateado estiraba y doblaba su cuerpo haciéndolo calzar dentro de una pequeña maleta. Su amigo lo observaba, tomando entre sus manos a su pequeño perro, y poniéndolo en dos patitas como celebrando la hazaña del chico. Le juntaba las manitos, como si el perrito aplaudiera
- ¡Jimin es increíble! ¿Verdad Tannie?¡Sí! ¡Es el mejor! - Se respondía a sí mismo, con una voz aguda, como si fuera su mascota quien le contestara. El jovencito salió de dentro de la maleta y estiró sus brazos para recoger al perrito y abrazarlo.
- Últimamente sólo ustedes dos celebran mis maniobras - dijo el de cabello plata, acunando al pequeño animal en sus brazos.
- No digas eso. Jungkook siempre te felicita.
Taehyung era el cable a tierra de Jimin. Más bien, ambos tendían a saltar de la tierra a las nubes y al espacio exterior de un brinco, pero siempre uno de los dos era quien ponía sensatez y equilibrio.
Aunque, pensándolo bien, Jimin no subía. Jimin bajaba a los abismos. Taehyung subía, alto en el cielo. La amistad férrea entre ambos era algo así como el centro de gravedad, que los mantenía con los pies en la tierra, firmes y cuerdos.
Vivos.
Jimin era de esas personas que solía mortificarse muchísimo por el mínimo error. Para él, el escenario no perdonaba. Taehyung jamás olvidaría aquella fatídica tarde en que, tras fallar un truco, Jimin desapareció por dos noches. Yoongi, quien jamás parecía perturbado por nada, no fue capaz de respetar su propia regla de esperar hasta las doce de la noche por si aparecía, y a las diez fue a pedir una orden de búsqueda policial.
Nadie tuvo éxito, salvo Taehyung, quien lo encontró mojado como un estropajo debajo de un puente, temblando y con las piernas raspadas con algún arbusto del bosque.
El miedo a la muerte, y las palabras de un lloroso Taehyung que le suplicaba no volver a escapar, y que si lo hacía, que por favor lo llevara con él, fueron tan potentes, que jamás siquiera pensó en hacer una locura de ese calibre otra vez. Ya de mayor, había adquirido mejores mecanismos de defensa, como dejarse abrazar, y llorar, que es lo que Taehyung hacía en momentos malos para al otro día estar liberado de todas sus cadenas.
Y después... después llegó Jungkook, con mucho más que palabras y abrazos. Pero él también tenía sus propias batallas, una constante carrera consigo mismo en la que Jimin prefería no involucrarse.
- Kookie últimamente entrena mucho... nadie quiere verse opacado, menos él.
- No traerán otro número de fuerza, es el que menos debería preocuparse - dijo Taehyung, inclinando el cuerpo hacia atrás y estirando las piernas con languidez, apoyándolas sobre un tarro.
- ... en cambio Hobi...
- ¿Y tú no?
- No, yo no. O sea, también creo que llegará otro trapecista, pero por mí, sería genial, así no tengo que subir al trapecio de nuevo y me dedico sólo a la tela y contorsión. Pero Hobi sí que está nervioso.
- Nadie va a reemplazarlo...
- Pero él no entiende eso.
Jimin pateó un par de piedras del piso con lentitud, y se sentó junto a Taehyung, dejando al perro en el suelo. Lo vieron correr apurado hacia una de las casas rodantes, probablemente al olfatear algo atractivo.
- Tengo algo de hambre yo también - suspiró Jimin.
- Supones que Yeontan fue a comer.
- Claro, yo también corro así cuando huelo una comida rica.
El par de amigos escuchó el sonido de una campanilla, y luego vieron a Hoseok asomarse llamándolos a almorzar. Poco faltó para que Jimin hiciera un surco en la tierra con la velocidad a la que fue hasta la casa rodante.
Taehyung se quedó atrás, sonriendo.
- Es un perrito. El perrito de Pavlov.
Taehyug miró alrededor, y ya no había nadie en el terreno. Otra vez estaba hablando solo. Mejor decidió trotar hasta el comedor y echarle algo al estómago.
~
- Chicos y chicas. Hay un nuevo trapecista que llegará pronto, lo contraté ayer. Es uno muy bueno.
Yoongi podía contar la noticia más explosiva del año y siempre lo haría con esa misma calma, sin dejar de hacer lo que estaba haciendo, estirando el brazo para tomar el sachet de queso rallado, revolviendo el fusilli con la salsa de tomate, y mirando a nadie a la cara, completamente concentrado en ponerle algo más de sabor a la comida.
Jimin y Taehyung se miraron, con un gesto que, sin palabras, decía ya lo sabíamos. Hoseok rompió el sonido constante de los cubiertos sobre la porcelana, con un tono exigente.
- No habías dicho nada.
Yoongi levantó la vista, y lo miró con calma y paciencia.
- Hobi, todos sabíamos que llegaría alguien, lo dije hace tiempo. Este circo necesita caras nuevas, y qué mejor que Kim Seokjin.
- ¿KIM SEOKJIN?
Hoseok se puso de pie y apoyó con fuerza las palmas de sus manos sobre la mesa, la cual tembló para todos lados por tener una pata más corta. Jimin sujetó su plato firmemente, no dejaría caer ni un pedacito de comida. Taehyung lo miró curioso, y los demás reaccionaron de distintas formas, algunos, con sorna disimulada, otros se asustaron, y otros, parecían sumarse a su molestia.
- ¿Seokjin el mismo del Circo de Los Soles? - preguntó Namjoon, quien solía tomarse las cosas con relajo también.
- Exactamente - respondió Yoongi, antes de llevarse un par de espirales a la boca.
- Todos sabemos que Seokjin es un -
Hoseok no terminó de decir la frase porque no quería soltar una puteada monumental frente a los niños de la comunidad. En su mente, una serie de insultos relativos a su poco limitada libertad sexual hacían eco.
Prostituto.
Culo fácil.
Roba maridos.
Venéreo.
Arribista, trepador, interesado...
- Hobi. No haremos ningún tipo de juicio de valor, ¿okay? Lo que el tipo haga con su vida no nos importa, sólo nos preocuparemos de que el show salga bien. Tú tienes una gran responsabilidad con eso, eres quien colgará del trapecio y recibirá sus saltos.
Hoseok se quedó en silencio por unos segundos, y Taehyung vio las venas de su cuello hinchadas. No había nada que hacer, Yoongi ya tenía contratado a Seokjin y seguramente sería una buena adición al circo.
Pero Taehyung por supuesto que estaba del lado de Hoseok y lo entendía perfectamente. El espigado muchacho de cabello color rojo cobrizo apretó los puños y dejó la comida servida, aún vaporosa, y salió.
Taehyung esperaba no tener que buscar debajo de un puente como con Jimin.
~
Hoseok volvió un par de horas después y se encontró a todos ya instalados en sus casas rodantes. Las luces de la que compartía con Yoongi estaban apagadas, por lo que seguramente su novio ya dormía.
Suspiró enojado, pero menos iracundo que cuando salió. Yoongi era siempre tan ligero con esas cosas, discutía sin crisparse, jamás parecía poseído por la cólera y al otro día ya se le olvidaba. Es cierto, su apariencia era seria y fría, pero era una persona sensible. Simplemente, no dejaba devorarse por las emociones, porque eso significaba que los demás lo vieran como alguien débil, y el jefe simplemente no podía verse frágil frente a sus trabajadores.
Hoseok entró a la casa, se cambió a ropa de dormir y se lavó los dientes. En el espejo, vio a una persona que estaba actuando en forma infantil por celos. Yoongi no era del tipo de persona que lo engañaría... la sinceridad era su fortaleza más grande, bordeando incluso a una franqueza grosera. Nunca podría decirse de él que era algo así como un 'doble cara', ni tampoco un mentiroso.
Hoseok debía confiar más en él, y también, en sí mismo, pero se negaba a culparse por esta inseguridad. Quien tenía que desaparecer del mapa era Seokjin, y sólo así estaría tranquilo.
Primer capítulo arriba :3
Espero que les haya gustado n__n Abrazos!! Y gracias por leer!!
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