Capítulo once.
Cada día al despertar revisaba mi teléfono por si tenía algún mensaje de mis padres cosa que no pasaba.
Cada día Jaden venia un par de horas a verme, juntos como antes, nuevamente éramos uno mismo.
Cada día pasaba más tiempo con Darren.
Me encontraba en un bosque, la tierra estaba húmeda, los árboles verdes, con troncos gruesos llenos de musgo y espesos cargaban con gotas de lluvia, el aguacero le daba un toque triste pero los rayos del sol iluminaban las gotas dándole un vuelco totalmente distinto, todo aquí irradiaba vida. Coloque las manos en mi cintura y me quedé observando un poco más, una ardilla escalaba ansiosa para llegar a lo alto de un árbol.
Darren dio un apretón a mi mano para llamar mi atención.
—Todavía no llegamos.
Asentí con la cabeza y me guio por un camino libre de raíces de los árboles, caminamos un trecho corto.
Un río con agua cristalina se extendía ante nosotros, era hermoso.
—Es hermoso —comenté con la vista perdida en el río.
Dejó caer la mochila de excursión, se quito su camiseta y deposito un beso en mis labios, sentí mis mejillas enrojecer pero lo ignoré, esta era una sensación nueva que disfrutaba.
—Ven —se adentro en el río lo suficiente para que este se tragara sus piernas hasta la cintura. Extendió su brazo para que yo lo tomara.
—No —negué rotundamente—. No sé nadar.
—Yo te cuido, no está hondo —replicó con una sonrisa.
Negué con la cabeza una vez más, mi corazón comenzaba a danzar en mi pecho desenfrenadamente.
Comenzó a llover, las gotas de agua empaparon mi cabello.
—Sal de ahí Darren, ahora.
Seguía con el brazo extendido y me sonreía.
El rio comenzaba a crecer y donde antes el agua cubría su cintura ahora llegaba hasta su pecho y después desapareció.
Se estaba ahogando, me adentre a pesar de no saber nadar, grite su nombre muchas hasta que mi garganta ardió de dolor.
Darren me despertó de mi sueño a sacudidas.
—¡Despiera May!.
Abrí los ojos de golpe, él estaba ante mí y se encontraba bien. En un impulso lo abrace, la segunda semana seguida que Darren me despertaba, noche tras noche.
—¿Ahora si vas a contarme? —Dijo acariciando mi cabello.
Pasé saliva, mi garganta ardía como en el sueño como si alguna garra de animal la hubiese desgarrado.
Recordaba mi pesadilla anterior, en la que mi brazo ardía creo que prefería esa.
Deshice el abrazo y recargue la espalda en la cabecera de la cama.
Él me dio una mirada comprensiva,
—No recuerdo —mentí—. Ya te lo he dicho.
Por la mirada que me dio pude deducir que no me creía, pero no me presionaba.
—Sera mejor que intentes dormir de nuevo May —Le dio una mirada a mi reloj de mesa— Todavia falta tiempo para que amanezca.
Salió de mi cuarto y yo me recosté de nuevo sin ganas de dormir.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top